La pared se había teñido de rojo. Ella estaba tendida en el suelo, ensangrentada pero aún viva. Él le asestó la puñalada que resultó fatal. El espíritu de ella tomó posesión del cuerpo de él y usó el cadáver para escribir: “Aquí yace un maltratador” Él, poseído, se apuñaló en el corazón. Ella había conseguido vengarse.