Maldad

Tema en 'Relatos' iniciado por missignoneon, 1 Marzo 2013.

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    missignoneon

    missignoneon Entusiasta

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    Mensajes:
    55
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    Escritor
    Título:
    Maldad
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1833
    Maldad​
    Por: Alberto Rodríguez León (missignoneon)​
    Prefacio.​
    La historia que están a punto de leer se me ocurrió al hablar sobre el tema de que si el fin justificaba los medios, siempre dije que no podía ser, pero después de platicar con 3 psicólogos (mi papá, mi mamá y mi maestro de Ciencias Sociales) y con Uru (un usuario de esta página) llegue a la conclusión de que si puede en algunos casos, pero dejare que la historia hable por si misma y espero puedan entender el mensaje que se quiere dar pues no sólo se trata del tema ya hablado viene también el exceso de poder y autoridad.

    Y así como es costumbre mía en mis escritos, les pido que me señalen faltas de ortografía y den su opinión acerca de mi narración.

    Gracias.​
    Capítulo 1​
    Mi nombre es Ricardo López Trujillo, tengo 38 años de edad y soy un miembro importante en una empresa de cereales, siempre me ha interesado y divertido la actividad física por lo que tengo una salud, resistencia y físico bastante bien cuidados para alguien de mi edad, por las noches me pongo mi disfraz; unos jeans color negro, una camisa de color rojo y un antifaz de color azul atado a mi cara con una cinta de hule ¿Por qué uso todo esto? La verdad no tengo un motivo en especifico, simplemente son los que más me llamaron la atención ¿Por qué estoy combatiendo el crimen? Por el simple hecho de que la policía no hace nada para atrapar a los maleantes, dicen estar trabajando arduamente para conseguir resultados óptimos, pero todo el tiempo que se toman de investigación, gente inocente sufre en las calles… Mi nombre de justiciero es “Tigre” porque siempre que me pongo este disfraz me siento como un tigre de verdad.

    Era parte de un grupo de justicieros enmascarados, en ese entonces todavía éramos muy jóvenes, tenía 23 años a lo mucho; en el grupo estaba “Night” que se dedicaba a castigar a los maleantes brutalmente y fundo al grupo, “Niebla” que llego a estar enamorado de mí y que combatía el crimen con ilusiones, “Joya” de la que estaba enamorado perdidamente, pero que termino eligiendo a “Disco” como amante, ella siempre llevaba puesto un chaleco anti-balas y mencionaba que era igual de impenetrable como un diamante, hablando de “Disco” este usaba una serie de grabadoras que manipulaba para entorpecer a los villanos con un sonido que les afectaba el equilibrio y la percepción, “Yu” era una japonesa que inmigro aquí a México porque su padre era un mafioso y ella no quería tener nada que ver con él, gracias a esa relación ella sabía de armas y como defenderse, nos llamábamos “La justicia enmascarada”.

    ¿Qué fue los qué nos paso? Pues nos fuimos distanciando poco a poco, conforme pasaba el tiempo, Disco, Joya y Yo dejábamos de ir a las reuniones aunque Yu en si nunca fue parte del equipo, no hacía caso a las órdenes de Night y siempre mostraba indiferencia hacía nosotros. Trabajamos juntos por 7 años, después nos fuimos separando como ya dije y entonces empezó lo peor.

    Night perdió la razón, salía a las calles y golpeaba a todos acusándolos de malvados, pero fue asesinado por un loco que se hacía llamar “Liberty” y este sujeto fue asesinando a todos los miembros del equipo terminando con Yu (que seguía combatiendo el crimen), sabía que él iba a venir por mí aunque ya estaba retirado, pero eso no le impidió matar a Disco, Niebla y a Joya.

    Estaba viendo el bello paisaje atreves de mi ventana, era hermoso ver el sol en todo su esplendor y a sus rayos golpeando las múltiples colinas verdes con todos esos árboles, desde que me entere de la muerte de Night era lo único que hacía, me paraba a diario con un vaso de whisky, sólo estaba allí esperando a la muerte. Nadie sabía mi identidad (por el momento), pero uno puede sentir esa sensación de peligro.

    Una buena tarde deje el televisor prendido en el canal de las noticias (me encantaba oírlas) y escuche que hubo una explosión en unos departamentos, vi las imágenes quedando impactado; el edificio en llamas con gente gritando de miedo, asustada y entrando en pánico, y fue entonces que comprendí que si iba a morir que me fuera de este mundo sabiendo que hice el bien, me puse mi disfraz lo más rápido posible, tome mis macanas y despolvando mi vieja motocicleta. Cuando llegue al incendio me sorprendí por ser tan rápido pues los bomberos no habían llegado, la gente me veía con asombro y con desprecio a la vez, la mayoría no confiaba en mí, no los culpo ¿Cómo confiar en algo que no conoces? No me importo y entre a al edificio rompiendo la puerta con las macanas.

    El humo era demasiado espeso, rompía puertas y puertas para sacar a la gente atrapada, cuando subí al último piso me encontré con Liberty, tenía pantalones, camisa, zapatos, guantes, un pasa montañas de color blanco y se le veía un puñal amarrado en su brazo derecho, mis ojos estaban realmente abiertos y él simplemente se me quedaba viendo, estaba asustado, sentía a un montón de hormigas correr en mi cuerpo, me temblaban las piernas y las manos, Liberty dio unos pasos hacía mi dirección con su puñal en alto y casi me parte a la mitad si no fuera porque salte hacía atrás desesperadamente ¿Qué acaso no lo ve? Puede que los dos muramos allí dentro y si lo puede ver… no le interesa ya que continúa atacándome. Sus golpes y patadas son muy precisos, el ambiente se pone peor y peor porque el fuego sigue creciendo dejándome escuchar pequeñas explosiones, cada que volteo veo partes del fuego pequeñas y grandes, me es difícil respirar y ver con todo el humo, con trabajos los puedo esquivar y de pronto reúno el valor suficiente para darle un golpe con una de mis macanas en la cara, me siento aliviado al verlo retroceder y poner su mano izquierda sobre el punto de impacto en un intento para aliviar el dolor, rápidamente continuo con otro golpe al brazo derecho y escucho un crack (posiblemente le rompí el brazo), continuo con una patada a la rodilla izquierda que lo hace caer, lo veo tirado enfrente mío, el miedo desaparece dejando paso para el odio y el rencor, podía verlo con los ojos entre abiertos y fue así como decidí arrancarle el puñal y atravesarlo con el.

    Salí del edificio con el cuerpo de Liberty arrastrándolo y aventarlo unos 10 metros de distancia de la puerta principal del edificio, escucho a las sirenas de policías, bomberos y ambulancias y veo la cara de sorprendido de todos los que están a mi alrededor, un policía me llega por la espalda y me noquea.

    Cuando despierto me encuentro en una celda con mis manos esposadas me dirijo a la puerta y pregunto por qué estoy aquí, un policía se para y me dice que por asesinato y allanamiento de morada (se puede comprobar esto último en mis primeros días de justiciero). Me llevan a juicio y me sorprende que me quieran meter a la cárcel por el asesinato de un criminal… es entonces cuando lo comprendo ¿Cómo puedo hacerme llamar un héroe si quiero hacer que los villanos paguen sus crímenes con sus propios métodos? Es horrible ¿Cómo planeo hacer el bien con el mal? Es un principio sumamente básico ¿El fin justifica los medios? Todo depende, tus métodos tienen que ser igual de buenos que tu fin y deben de estar sujetos a la ley.

    El juez dice que iré a prisión y no podría estar más contento sí siento un poco de remordimiento contra Liberty porque me “mato” de alguna forma.

    "El abismo también observa. No combatas monstruos para que no te conviertas en monstruo; y si miras al abismo, el abismo también te mira a ti" Friedrich Wilhem Nietzche.

    Ricardo López Trujillo.​
    Revista “Momento”, Edición #53, páginas 6 y 7.​
    Epílogo​
    Mi nombre es Simón León Sánchez, soy Liberty y de seguro te preguntaras ¿Por qué mate a todos esos héroes? Pues lo hice por el bien de todos ya que yo todavía recuerdo el incidente con “Missigno” (Así lo nombre) el era el primer héroe sólo que no se había hecho de moda ese término, era un sujeto que mataba a los criminales, siempre vestía de traje y llevaba una escopeta consigo, él era tan reservado que los periódicos hablaban apenas de él con los títulos de “Sujeto mata a cinco miembros de la mafia” o “Un centro donde se creaba droga fue destruido con una explosión, aproximadamente 130 muertos” Nunca se le llamo héroe.

    Estuvo activo por 9 años y cuando se acercaba su decimo año se pudo observar que mataba gente inocente y que su método de mantener un perfil bajo fue decayendo pues ya sabían todos quién era y sus huellas estaban por todos lados, en una noche escuche a un niño gritar de horror, salí con mi bata y descubrí la razón por la que el niño gritaba, este asesino del que les estoy hablando le estaba apuntando actué por impulso y lo taclee, trate de quitarle la escopeta tomándola por el mango, pero este la alcanzo a agarrar y durante el forcejeo el arma se disparo dejando caer al asesino.

    No lo había comprendido bien en ese momento, pero creía que tener el poder de juez y jurado te podía volver loco con toda esa responsabilidad, pasa el tiempo y surgen nuevos héroes y por supuesto me pongo nervioso recordando el pensamiento que tuve con el primer “héroe”, deje que ellos siguieran su camino hasta que el héroe llamado “Night” salió a las calles a golpear y castigar gente inocente ¡Vuelve a pasar lo mismo! Y ahora hay más de ellos, tengo que evitarlo y sé que no podré razonar con ellos porque piensan que pueden estar encima de la ley, falta poco para que el poder se les suba a la cabeza y decidan matar ¡No puede ser! Todo hombre tiene derecho a un juicio y es inocente hasta que se le demuestre lo contrario.

    Sé que hacer esto puede llevarme a la locura también, lo único que puedo llamar que me mantiene cuerdo es el saber que lo que estoy haciendo está mal, voy a matar al último héroe “Tigre” pondré una bomba en un edificio lleno de departamentos y ya no me importara si muero ahí o no, pongo mi fé en que la policía arrestara a Tigre porque también sé que él no me dejara vivir, solo lamento no poder ver su cara y decirle “Te lo dije”.

    No soy un héroe soy un asesino también.

    Simón León Sánchez.​
    Extracto de su testamento.​
    Fin.​
     

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