Magic World [Las Tres Ases]

Magic World​

Introducción ​

Soltó un largo y somnoliento suspiro, acomodando mejor la mochila que colgada de su hombro izquierdo y pasando una de sus manos por sobre sus ojos tratando de quitar todo rastro de sueño que aún había en él. El suelo lo comía vivo, pero deseaba con todas sus fuerzas llegar a ese pequeño lugar que había sido su escondite desde hace ya unos años. A ese pequeño rinconcito en donde huía cada vez que las cosas se salían de control y su mente necesitaba un descanso de todo.



Caminó lentamente, dejando que los suaves sonidos de la naturaleza llegaran a él y lo embriagaran como lo hacían cada vez. Permitiéndole al viento bailar con su cabello y danzar alrededor de él creando pequeños torbellinos de tierra. Simplemente… dándole al pequeño bosque que ahí había su persona.



Cerró las manos, tratando de atrapar un poco de la paz que había allí. Tratando se quedarse con lo más que podía llevarse sin la necesidad de destruir alguna cosa de ahí. Deseando por un momento que no tuviera familia ni problemas, que pudiera vivir ahí para siempre y estar rodeado con los que él en serio se sentía cómodo. Con ellos, que aunque siempre han sido objetos inanimados, en todo momento le transmitieron amor y tranquilidad.



Aceleró un tanto su paso un tanto emocionado por llegar, dejando un pequeño rastro de huellas sobre la tierra húmeda; grabando en su mente los árboles frondosos que se erguían a los costados del camino. Levantó su cabeza, dejando que los pequeños rayos de luz que se colaban por entre las copas de sus únicos compañeros se posarán sobre su rostro. Cerró los ojos, y parándose durante un momento, sonrío. Dejó de hacer todo lo que hasta el momento su cuerpo realizaba, paró de andar e incluso de respirar.



Agudizó el oído, permitiéndose así mismo escuchar lo que parecía ser un animal comiendo lo que había atrapado anteriormente. Escuchando a su vez el zumbido de las moscas al pasar rápidamente por un lado de él, y sintiendo también unas suaves pisadas a no más de unos metros de donde se hallaba parado.

Era tan relajante estar ahí.​

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Volvió en sí segundos después, cuando el fino canto de un pájaro lo distrajo y lo devolvió a la realidad nuevamente. Lo miró, dejando que su suave tonada y los hermosos colores de sus plumas quedarán para siempre en su memoria. Sonrío otra vez, mostrando los dientes, y murmurando por momentos una suave tonada mientras volvía a retomar su marcha.



Cuando volvió a abrir los ojos, dejando que todo ser viviente que pasara por ahí viera eras enormes esferas del mismo color de la esmeralda, descubrió que su pequeño rinconcito de alegría estaba a tan solo un metro. Avanzó rápidamente, sin poder contener la emoción, y entro al pequeño semicírculo que se abría frente a él.



Se sentó en una roca que sobresalía de la tierra, sin importarle si sus pantalones se ensuciaban o rompían; podía ver eso después. Quitó la fina chaqueta que cubría su torso, dejando al descubierto una sudadera negra. Amaba sentir la cálida y a la vez refrescante brisa que por ahí corría.



Alargó una mano y moviendo unas cuantas ramas que había frente a él, dejó a su alcance la hermosa vista que cualquier humano desearía tener la oportunidad de presenciar. Ante él se podía observar una pequeña pendiente, con una laguna en el fondo que se extendía varios metros hacia todos lados y un verde brilloso alrededor. Eso es lo que se distinguía: verde, verde y más verde. Mordió su labio levemente, mientras la alegría lo embargaba y su corazón se hinchaba.



Siguió observando todo lo que lo rodeaba, admirando todo con cierto brillo contagioso en sus ojos. Un suave rubor adornaba sus mejillas, tiñendo su rostro y resaltando sus hoyuelos. Respiró profundamente, dejando que el suave aroma a tierra mojada y naturaleza viva entrara por su nariz y purificara su cuerpo.



Movió levemente su brazo, sacando de su mochila negra un pequeño diario íntimo. Lo puso sobre sus piernas, agarrando un lápiz que vivía justo en la mitad del cuaderno y comenzando a escribir.

Tener ese tipo de paisajes frente a él siempre lo inspiraba a escribir.​

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Bien, no sé que tal me salió pero espero que les agrade Kachi y theblackladie <3​

 

Comenzó a escribir lentamente, tan tranquilo estaba que no le importaba en lo más mínimo si algo extraño pasara a su alrededor.
Este es su diario íntimo que nunca salió a la luz, un diario lleno de sentimientos y amarguras que la vida le otorgo.
Cada palabra que escribía era una frase que de su interior se escondía, y que al fin y al cabo, sin más preámbulo salieron sin dar un pequeño suspiro.


Este diario es el que relata su vida en pequeñas palabras; en pequeñas cosas que simulan serlo, pero no lo son. A todo esto me refiero a que de pequeñas no tienen mucho, pero si alguna persona llegara a leerlo diría que es patético y que su vida no tiene sentido alguna.


Te voy a relatar o bien dicho, te voy a informar sobre su vida, ya que solo son palabras las que estás leyendo en este momento:

"Sufro de una enfermedad que está atormentando mi vida por completo, se llama “Cáncer”.
Es una enfermedad provocada por un grupo de células que proliferan sin control y se multiplican de manera autónoma. En general tiende a llevar a la muerte a la persona afectada, si no se somete a un tratamiento adecuado."

Esta persona realmente no necesitaba ningún tratamiento, ya que él quería vivir lo poco que le queda de vida. Por eso siempre trataba de venir a este pequeño lugar lleno de belleza y tranquilidad, para despejarse de la fría realidad.


Quiere volverse una persona común, vivir tranquilo y sin problemas.


Tocó su diario íntimo lentamente, poniendo su mano encima de él mientras daba un suspiro alentador.
Movió su mano, dando vuelta la hoja que estaba completa de ideas de su vida, sentimientos y amarguras.
Una nueva página estaba dispuesta a venir…


Antes de estrenar aquella pequeña hoja que se venía, relajó su cuerpo, poniendo una mirada fija al cielo y dando un grito hacia él.

—Si hoy es mi último día, quiero que me recuerden como una persona feliz en este mundo incierto—.Dijo muy firmemente. Pensó que era su hora de partir, pero aún no lo era…


En esta pequeña página relato las palabras que para él eran muy importantes y quería sacarse un peso de encima… “Persona común”; “Vivir tranquilo” y “Sin problemas”.


Esas palabras iban de aquí para allá en esa mente que pedía a gritos la libertad. Antes de su muerte decidió escribir la última página, su última salida.


No era una “Persona común” ni mucho menos, porque nadie desearía estar en ese lugar en este preciso momento, cada tragedia que tuvo que pasar y nadie le prestó atención.
Nunca trato a la gente con desprecio, por lo menos sé que ahora no lo sigue haciendo.
En su infancia era muy malo y abusivo, golpeaba a los niños menores. Con el al pasar de los años el mismo se arrepintió, másal parecer sus “amigos” lo siguen recordando como aquel entonces, por eso ahora tratan de buscar la manera para que él sea infeliz por el resto de su vida.


Por otro lado está la frase de “Vivir tranquilo”. Que se le hacía una pequeña costumbre estando en un lugar de belleza, lujuria y quietud. Cada día venía en sus tiempos libres a observar esta vista que no se comparaba con nada. Un hermoso verde de la naturaleza que lo rodeaba de lado a lado.


Y por último: “Sin problemas”. Es muy difícil para él vivir sin problemas, ya que hace lo imposible para largarse de su casa. Él vive con su familia, pero no se lleva nada bien con ella. Simplemente porque ellos lo despreciaban, era el hermano del medio.
Tiene problemas con ellos por la supervivencia y la economía, ya que su padre y madre se gastan todo el dinero que ahorran sus hijos, no invierten y eso lo hace enfadar más de lo que puedes imaginarte.


Por eso trata de alejarse cada día más, ya que él no les dijo que tenía cáncer y no quiere decírselos.
Por otro lado no quiere quedarse mucho tiempo en su casa ya que su familia se la pasa discutiendo y no quiere estar en el medio para tener más problemas de los que ya tiene.



Un hombre con muchas agallas, que quiere vivir la vida a pleno y sentirse libre por un momento.

 

Había tenido una vida dura, pero todas las cosas malas se iban cuando contemplaba aquel imponente paisaje. Los árboles se alzaban sobre su cabeza, la pequeñas florecillas se movían al son de la brisa. Él lo contemplaba todo con cariño. Sí, que es cierto que no se llevaba bien con su familia; pero ahora, sentado en medio de la naturaleza, se sentía acogido. Rodeado de árboles que parecían protegerle del resto del mundo, la ligera hierba que le rozaba la piel haciéndole cosquillas... fue ahí cuando pensó:
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"“Cuando sabes que vas a morir, todo lo disfrutas más”."
.Le pareció una buena frase y la escribió en su diario —era un buen diario— su amigo más fiel. Empezó a anochecer, el cielo azul se fue tornando a negro poco a poco. Todo le parecía fascinante, y en esos últimos momentos, se dio cuenta de que había visto muchas puestas del sol pero aquella era la más bella. No sabía la razón, no tenía ningún detalle especial. Quizá era por el hecho de estar ahí solo contemplando aquello o… quizá porque en lo profundo de su mente sabía que iba a ser la última puesta de sol que iba a ver y eso la hacía tan bella, era como si la naturaleza le estuviera dando las gracias por estar con ella y recompensándolo de aquella manera.

Una lágrima se deslizó por su mejilla y a continuación unas cuantas más bajaron, nublándole la vista. Sin embargo, se negó a perderse aquel espectáculo por unas lágrimas inútiles que no servirían para salvarle. Se limpió con la manga de la sudadera y siguió contemplando aquella maravilla, deseando que no acabará nunca. Una mezcla de colores que parecía imposible de realizar con pinturas. El canto de unos pájaros que se les unió, daba la sensación que se había puesto de acuerdo para cantar una bella melodía que acompañara aquel espectáculo.

Respiró profundamente; parecía que aquel aire tenía un aroma dulzón, la mezcla de olores de varias flores, creando la mejor fragancia de la tierra… algo que sólo disfrutaba él. Y así, todo parecía una bella película preparada especial y únicamente para él.

Sonrió, sonrió como nunca lo había hecho. En ese momento podía haber jurado —y no se habría equivocado— que era la persona más feliz del mundo. Estando solo en medio de la montaña, con la única compañía de su diario y viendo únicamente la naturaleza. No necesitaba más, no necesita televisión ni coche… solo la compañía de la armoniosa naturaleza.

Poco a poco a medida que el cielo se volvía oscuro; las aves dejaron de cantar, la brisa se paró y sus ojos empezaron a cerrarse. Un gran sueño le invadió; cogió aire, siendo consciente que estaba llegando su hora. Su vida se estaba apagando igual que el día y junto con sus últimas fuerza cogió su diario y abrazándolo y esperando la muerte que poco a poco lo envolvía.

Había muerto en paz y feliz. Algunos pueden pensar que se había ido solo, pero el sabía que no era así. Estaba rodeado por la naturaleza, de animales que contemplaban el cuerpo inerte de él tumbado en el suelo. El cielo ya oscuro, plasmado de estrellas se cubrió de unas nubes y empezó a caer una pequeña lluvia para luego hacerse más fuerte... era como si el cielo estuviera llorando la muerte de aquel increíble hombre.

Él, mientras, se encontraba en una absoluta paz. Estaba bien, ya no sentía cansancio ni sueño o dolor alguno. Abrió los ojos. Era de día y se encontraba en la montaña, su hogar. Sonrió y se levantó observando todo, no había cambiado nada de su querido lugar. Cogió su diario que estaba en el suelo, sabía que estaba muerto pero lo que no sabía era si esto sería el cielo o si había reencarnado. Nunca había creído en nada, pero estaba feliz de volver a estar en aquel lugar. Era el mejor sitio para para el resto de la eternidad. Comenzó a andar, ya no sentía la fatiga. Era como el aire, ligero y con libertad. Podía hacer lo que quisiese, ahora formaba parte de la naturaleza, de la montaña. Cualquiera que fuera a aquel sitio sentiría su paz y alegría. Nada le molestaba, por más que andaba el bosque no terminaba. En ningún momento se repitieron las cosas, su belleza simplemente se extendía mas y mas. Llegaba hasta límites no imaginados, y él no lo apuntaba en su diario.

"¿Para qué hacerlo... si tenía toda la eternidad?"