Alice in Wonderland Más allá de las maravillas

Tema en 'Fanfics sobre TV, Cine y Comics' iniciado por FiraLili, 28 Octubre 2013.

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    FiraLili

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    Aries
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    Título:
    Más allá de las maravillas
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    Para todas las edades
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    1
     
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    1041
    Película: “Alicia en el país de las maravillas” Tim Burton
    Título: Más allá de las maravillas

    Aclaración: Bien, después de ver la película de Alicia me quede algo insatisfecha al ver que regresaba a su mundo y no se quedaba con el Sombrerero xD pero según yo, tenía que hacerlo para poder aprender de su mundo y vivirlo para que se le permitiera regresar al país de las maravillas, o eso creo. Un pequeño escrito con cariño.



    Más allá de las maravillas

    —¡Alicia baja de ahí!

    Una joven de largos rizos dorados miró hacia abajo, una sonrisa se expandió por sus rosados labios, sin hacer caso continuó subiendo por el manzano.

    —¡Alicia!

    —Madre —replicó ella—, ¿cuántas veces tengo que decirte que no me va a pasar nada? Sólo quiero una manzana.

    —En la cocina hay muchas, no entiendo para que te subes a buscar una —bufó molesta.

    Eso sólo logró que Alicia soltara una suave risa, no, no se burlaba de su madre es que ella no la comprendía por completo, nunca lo haría, nadie lo podría hacer. Su mente volaba en cosas imposibles, maravillosas e increíbles aunque muchos le llamaran ingenua e ignorante.

    Ignorantes ellos.

    —Madre —respondió con suavidad—, ¿qué puede ser más rico que una manzana recién arrancada?

    La mujer se rindió, nunca podría hacer que su hija sentara cabeza, no esa cabeza que volaba más allá de su alcance.

    —Cuando bajes te cuidado y haz el favor de no romper tus ropas —advirtió mientras se alejaba con paso firme aunque demasiado marcado.

    La rubia sonrió ante ese sutil regaño, volvió a concentrarse en su tarea en cuestión de unos minutos ya tenía la roja fruta en sus manos, la restregó contra su pecho para seguidamente darle una mordida.

    —¡Ah! Jugosa.

    Sentada jugando con sus piernas, balanceándolas hacia adelante y hacia atrás, miraba el infinito cielo azul, no era una persona temeraria aunque muchos pensaran lo contrarió al verla trepar altos árboles, cabalgar a grandes velocidades y al decir las verdades sin pelos en la lengua, al contrario, siempre había sido una persona muy tímida y siempre queriendo agradar a las personas.

    —¡Ah! Que tonta era en ese entonces —rió.

    Sí, en ese entonces, porque después se transformó en lo que ahora era, una mujer firme y directa, más no temeraria, ella disfrutaba la vida, eso era todo. A sus 27 años, el mundo ya había visto, recorriendo un día una ciudad y al otro un país completo, costumbres, tradiciones, vestimentas… muchas cosas más que le dejaron anonadas al ir conociéndolas, cada lugar era muy diferente pero significativo.

    Aunque había un lugar, un maravillo país al que quería volver pero que no figuraba en un mapa y que nunca lo haría, ese lugar donde los animales hablan, donde las personas podían encogerse y agrandarse, tomando una poción o comiendo un pedazo de pastel, donde los gatos desaparecen…

    Un país maravilloso.

    El país de las maravillas.

    Sonrió con dulzura, esa país que sólo veía en sus sueños, cada noche, ahora ya no era una pesadilla sino un hermoso sueño, había veces que se preguntaba si ese sueño no era otra cosa que eso, un producto de su imaginación, ella creía fervientemente en que era real pero había veces que se lo preguntaba.

    Suspiró resignada a que fuera una cuestión interminable e irrompible, cómo la de, ¿qué fue primero el huevo o la gallina? Pero fuera como fuera, eso le ayudó a abrir su mente al mundo y enfrentarlo.

    —¡Alicia, ¿aún sigues ahí?!

    La voz de su madre le volvió a llegar, al voltear a verla no venía sola sino que la acompañaba su querida hermana, la alegría inundó su pecho.

    —¡Hermana!

    Ésta rió.

    —Alicia —contestó de vuelta.

    La de rizos interminables se bajó rápidamente, en su ímpetu terminó por rasgar sus ropas que fue notado de inmediato por su progenitora.

    —¡Alicia! —exclamó horrorizada—. Tus ropas, ¿qué te dije yo?

    —Madre —replicó sin perder su sonrisa—, son sólo ropas, no debes escandalizarte por esto, son cosas materiales.

    —Te la dejo a ti —murmuró sin poder contradecir a su hija menor, era todo un caso—. Tal vez puedas meterla en cintura.

    —Ve yendo, madre. —Cuando la perdió de vista, su atención se centró en su pequeña, aunque ahora no tan pequeña hermana—. ¿Sabes Alicia? Me recordaste cuando tenías 6 años al verte trepada en el árbol.

    —¿Yo?

    —Sí, te estaba dando leyendo un libro de historia y te quedaste dormida, entonces al despertarte me contaste sobre un mundo maravilloso, tenías algo especial en tu mirada pero —Alicia miraba atentamente a su hermana, tal pareciera que en cualquier momento le diría algo muy importante, cosa no tan alejada de la realidad—, al crecer eso se fue esfumando… hasta que la recuperaste hace 8 años atrás, tus ojos volvieron a brillar.

    Un estremecimiento recorrió a la menor, podría ser esas palabras las que esperaba para terminar de afirmar que su sueño era todo menos eso, su mano izquierda inconscientemente se elevó hasta acariciar su antebrazo izquierdo, encontrando tres pequeños relieves.

    Las cicatrices de las garras de bandersnatch.

    ¿Podría ser su hora?, ¿su señal?

    —Alicia venga —despertó la contraria a la menor, quien se había perdido en sus pensamientos—, hay que ir a almorzar. Que ha eso vino madre pero la desesperaste antes de anunciártelo.

    —Sí.

    Al querer seguir a su hermana sus ojos captaron el destello de algo blanco, se giró buscando el origen pero sólo encontró plantas y maleza, ¿alguna alucinación?

    —¿Alicia?

    —¡Ah! Disculpa es que creí ver… no, nada.

    Tomó el brazo de su hermana para ir caminando juntas hacia la mansión que tenían gracias a que su idea de expandirse a China tuvo éxito, logrando extenderse mucho más lejos que eso. Hablando cómodamente y grácilmente con su hermana, Alicia, no se percató de cómo de entre la maleza un conejo blanco, vestido elegantemente sostenía un gran reloj mientras movía sus bigotes.

    —Pronto será la hora, tú hora Alicia y regresarás a nosotros… para quedarte.

    Porque había un país que esperaba su regreso, porque había un reino que esperaba a su paladín, porque había un sombrerero loco esperando a su amada.

    FiraLili
     

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