Historia corta Máquina número 5

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Agus estresado, 28 Junio 2017.

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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Máquina número 5
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    3839
    Hola. Ahora estoy empezando una nueva historia de ciencia ficción. Antes de que comiences a leer tienes que saber una cosa. Esta historia no es una historia independiente. ¿Por qué? La respuesta es simple: esta historia es un complemento de otra historia de ciencia ficción creada por mí, conocida como El arma Boek . Los eventos que ocurran en esta historia se encargarán de explicar con un poco más de detalle la historia de trasfondo de un grupo de personajes que apareció en esa historia, y que no se explicó como es debido.

    Tenía pensado que esto fuera explicado en la misma historia, así no tener que crear historias nuevas para expandir a los personajes, pero como los acontecimientos de esta historia no están relacionados con el argumento de El arma Boek, no fueron contados. Sin embargo, es muy útil que leas esta historia, puesto a que explicará cosas que no fueron explicadas en la principal.

    Si solamente quieres leer El arma Boek sin leer esta, puedes hacerlo. No es necesario que la leas, pero esta historia agregará algo a dicha historia que hará que la disfrutes un poco más.

    En caso de que estés interesado en leer esta historia junto con el arma Boek, te dejaré un orden recomendado de lectura para que sepas en que orden (yo recomiendo que) deben ser leídas. Si no quieres respetar ese orden no habrá ningún problema.

    Sin más que decir, te dejaré leer la historia. Espero que sea de tu agrado. Aclaración: lo que se encuentra en letra cursiva, corresponde a un flashback o recuerdo.


    Máquina número 5

    Programación:

    Existe una galaxia la cual se encuentra muy lejos de la galaxia del sistema solar. El planeta Tierra y los planetas de dicha galaxia están muy distanciados entre sí, lo que significaría que se tardaría un tiempo muy largo para poder alcanzar dicha galaxia.

    Aquella galaxia es muy pequeña, contando con solamente tres planetas, de los cuales solamente dos de ellos tienen vida. En uno de esos dos planetas, que recibe el nombre de Tech 001, algo grave está ocurriendo.

    Dicho planeta es de un tamaño un poco más pequeño que la Tierra. La raza que habita dicho planeta se hacen llamar como Techards. Su piel es de un color blanco puro, con el color de cabello gris. Sus ojos son de color amarillo o verde dependiendo de los rasgos familiares. Después de eso, sus características son muy similares a las de un ser humano, tanto en apariencia física como en el funcionamiento de su cuerpo, con la diferencia de que su estatura es ligeramente mayor a la de un niño humano.

    Tech 001 es un planeta donde la tecnología se encuentra muy avanzada, y a diferencia de la Tierra, en esos planetas no hay casi nada de contaminación. El transporte se realiza por medios de túneles subterráneos en donde hay una gran cantidad de cápsulas que permiten llevarte a cualquier parte del planeta, tardando entre cinco minutos y dos horas dependiendo de que tan lejos estés de tu destino. Los puestos de trabajo están tan avanzados que ninguna actividad laboral produce contaminación.

    Sin embargo, a pesar de que la vida puede parecer muy agradable en ese planeta, los techards viven con miedo. No por algo que haya ocurrido en su planeta, sino por cosas que han ocurrido fuera de él.

    Un día, unas cápsulas extrañas aterrizaron en una de las ciudades principales de aquel planeta. De aquellas capsulas, salieron unos seres que eran considerablemente más altos que los techards. Su piel era de color morado y sus ojos eran azules. No solo los superaban en altura, sino también en musculatura. Los habitantes de Tech 001 creyeron que se trataba de una invasión, por lo cual salieron corriendo asustados de aquel lugar. El gobernador de aquella ciudad acudió al encuentro de esas cápsulas acompañado de un escuadrón armado con cañones plateados listos para disparar en caso de que fuera necesario. Los seres provenientes del espacio salieron de sus cápsulas desarmados y con las manos en alto, para hacerles conocer que no se trataban de una amenaza, pero aún así,el gobernador tuvo que tomar precauciones.

    Apunten y prepárense para disparar en el momento en el que de la orden — les indicó el gobernador de la ciudad a su escuadrón mientras se acercaba a esos seres extraños — Mi nombre es Qeryos — ahora hablaba con aquellos seres — ¿A qué han venido a nuestro planeta?

    No hemos venido a lastimar a nadie — dijo uno de los seres de aquella raza — Nuestra raza recibe el nombre de Zukrod, y provenimos del planeta Zuttep.

    No les he preguntado de donde vinieron ni quienes son — respondió Qeryos dando una advertencia a los zuttep — Les pregunté que era lo que estaban haciendo en nuestro planeta.

    Vinimos a advertirles de un gran peligro — le respondió el mismo que habló antes.

    ¿Un gran peligro? — le preguntó el gobernador de aquella ciudad sin comprender casi nada, y despreciando la forma en la que aquellos seres respondían a sus preguntas sin decirle nada — ¿De qué se trata?

    No es de qué, sino de quién — le respondió otro zuttep notando un poco la molestia de Qeryos — Este peligro del que nosotros hablamos tiene nombre. Y se llama Hkras.

    ¿Hkras? — preguntó Qeryos sin comprender el significado de aquella palabra — ¿Quién es Hkras?

    Hace tres meses, una nave muy extraña aterrizó en nuestro planeta — respondió el primer Zuttep que había hablado al principio — Un gran número de seres descendieronde ella, por lo que asumimos que no venían a hacer amistades con nosotros. No sabíamos nada sobre ellos, así que enviamos a los criminales de nuestro planeta a que se enfrentaran a ellos y obtuvieran toda la información que pudieran. Los observamos y descubrimos la verdad. Esos seres que bajaron de aquella nave son de una especie llamada vofkridianos, y Hkras es su emperador. Han viajado por varias galaxias conquistando planetas, y nuestro hogar se convirtió en uno de sus objetivos. Sabíamos que no podíamos hacer nada contra ellos, y fue por eso que escapamos en estas cápsulas. Nos dividimos en grandes grupos y viajamos hacia varios planetas para advertirles a todos sobre el peligro que ellos representan. También hemos venido con una oferta. Si nos permiten quedarnos en su planeta, les mostraremos todas las imágenes que hemos recolectado sobre los vofkridianos. Son libres de aceptar esa oferta o no.

    — Qeryos, concéntrate en el presente — escuchó el gobernador.

    Qeryos actualmente se encontraba reunido con otros gobernadores de las ciudades principales de Tech 001. El gobernador recordaba aquella conversación que había tenido con los habitantes del planeta Zuttep que habían llegado a su planeta. Qeryos aceptó el acuerdo y les permitió a ese grupo de zukrods quedarse a vivir con ellos a cambio de las imágenes que ellos les habían prometido. Mientras los otros gobernadores observaban esas imágenes, Qeryos recordaba todo lo ocurrido. El gobernador de aquella ciudad hizo correr la noticia para que se extendiera por todo el planeta y así todos sus habitantes estuvieran conscientes del peligro en el que estaban. El pánico había conquistado las mentes de estos. El saber que una raza peligrosa estaba al acecho los dejaba totalmente atemorizados.

    Fue por eso que Qeryos se reunió junto a los gobernadores de las ciudades más importantes del planeta. Estaba claro que debían aprovechar la información que los zukrods les habían entregado y hacer algo al respecto para evitar un verdadero desastre. Pero una decisión como esa no podría tomarse a la ligera.

    — Escucho sugerencias — dijo uno de los gobernadores luego de haber visto todas las imágenes de los vofkridianos.

    — Son enormes comparados con nosotros — le respondió uno de los otros gobernadores algo preocupado — ¿Vieron su tamaño? Al lado de ellos somos muy pequeños.

    — No iban armados con armas de fuego, sino con armas de cuerpo a cuerpo — agregó ahora otro de los gobernadores — Probablemente no tengan tanta tecnología como nosotros.

    — Su piel es demasiado gruesa — ahora fue Queryos el encargado de hablar — Los zukrods tenían armas de fuego para enfrentarlos y no eran capaces de hacerles nada.

    — Nuestras armas son mejores — respondió otro de los gobernadores — En mi ciudad se fabrican las más potentes de todo el planeta, solo debemos entrenar a las personas para que ayuden a los soldados. Por lo que sabemos, el número de soldados vofkridianos es muy grande comparado al de los nuestros.

    — ¿Eso es lo mejor que se te puede ocurrir, Amjo? — preguntaba en forma retórica otro de los gobernadores — ¿Poner a civiles en la línea de fuego?

    — ¿Qué otra idea se te ocurre? — le respondió Amjo levantando un poco la voz — Sus números superan los nuestros, es la única opción.

    — Si los civiles se quedan sin munición, o si nuestras armas no son suficientemente fuertes para causarles daño, estarán condenados — le respondió otro de los gobernadores — Solo con armas de fuego no será suficiente. Debemos preparar armas de cuerpo a cuerpo en caso de emergencia.

    — Pero son enormes — dijo el que ya había mencionado ese detalle anteriormente — No hay forma que nuestra gente pueda ganar una lucha cuerpo a cuerpo contra ellos.

    — En eso tienes razón — respondió Amjo un poco pesimista — Ni nuestros mejores soldados podrían contra ellos. Ningún habitante de nuestro planeta puede enfrentarse a ellos en esas condiciones. No le veo salida a esto.

    Todos los gobernadores que estaban presentes agacharon la cabeza demostrando la frustración que sentían en ese momento. Una raza muy peligrosa estaba en el espacio exterior, conquistando planetas, y parecía que no había nada que pudieran hacer al respecto más que esperar a que llegara su turno. Qeryos tenía pensado una idea, y esperaba contar con el apoyo de los demás.

    — Creo que hay una solución — decía Qeryos logrando atraer la atención del resto de los gobernadores — Robots. Podemos crear robots capaces de manejar armas de fuego y de combate cuerpo a cuerpo en forma simultánea. Serán más resistentes que nosotros en un combate, y podríamos hacerlos de gran tamaño para que mantengan una lucha pareja.

    — Es una buena idea, pero crearlos llevaría demasiado tiempo — respondió otro de los gobernadores.

    — Entonces deberíamos empezar a crearlos ahora mismo — le contestó Qeryos — Sin robots que luchen en contra de ellos, nuestros soldados no tienen oportunidad.

    — Costará trabajo, pero es nuestra única opción, no somos una raza preparada para la guerra — respondió el primero de los gobernadores que habló — Tú debes dirigir ese proyecto Qeryos. No te preocupes por el dinero, mi ciudad es la más rica del planeta. Te proporcionaré todo lo que necesites.

    — Gracias, Bav — le respondió el gobernador encantado de saber que su idea fue tomada en cuenta.

    — Nuestras armas son las más potentes del planeta, te proporcionaré todas las que requieras — le dijo Amjo, mostrando apoyo a la idea de Qeryos.

    — El metal más resistente está en las afueras de mi ciudad — hablaba otro de los gobernadores — Haré que mi gente lo extraiga y lo prepare con cuidado para enviártelo.

    — Es una buena idea, Golib — respondió Bav empezando a animarse al ver que todos estaban decididos a ayudar en este proyecto que podría ser vital para el planeta — El resto de ustedes aportará lo que puedan. Soldados, ingenieros, soldadores, o cualquier cosa que Qeryos pueda solicitar.

    Con un acuerdo entre los diez gobernadores reunidos, Qeryos se marchó de regreso a su ciudad sabiendo que iba a tener un trabajo muy importante que realizar. Como él había propuesto la idea, y los mejores ingenieros del planeta trabajaban en su ciudad, debía encargarse de la supervisión de aquel proyecto. La noticia fue comunicada a todos los habitantes del planeta. La gran mayoría se sentían aliviados al saber que había una alternativa para poder defenderse en contra de un posible ataque invasor, pero había otros que aun se mostraban asustados de que el proyecto pudiera no ser terminado a tiempo antes de que Hkras los atacara.

    Qeryos sabía que no tenían mucho tiempo, por lo que ordenó la reunión de los mejores trabajadores de su ciudad. Dividió el proyecto de la creación de los robots en tres partes. Ensamble, armamento y programación. En la parte del ensamble, se le daría forma a los robots. En la parte de armamento se le colocarían todas las armas y accesorios requeridos para el combate. Y en la parte de programación se definirían sus métodos de lucha.

    La parte de ensamble no fue demasiado difícil de realizar. Utilizando el metal proporcionado por Golib, y la mano de obra que provenía desde las otras ciudades, los robots fueron creados. Se les dio un cuerpo con forma muy parecida al de los techards, con la diferencia de que no se les dio una forma específica al rostro. Solamente ojos y una sección de entrada y salida de audio. Qeryos en un principio quería que fueran robots controlados por computadora, pero si algo llegara a afectar la comunicación entre sus computadoras y los robots, estos serían inservibles.

    Fue eso lo que lo llevó a tomar la decisión de dotar a los robots con inteligencia artificial, como si fueran seres vivos pensantes y capaces de tomar decisiones. Era mucho más conveniente de esa forma. Con solo dar una orden de forma oral, los robots la cumplirían de inmediato, suponiendo una mayor ventaja de la que suponía darles órdenes a través de un ordenador.

    La parte del armamento también fue fácil de realizar. Para que los robots no tuvieran que cargar armas y munición con ellos, dichas armas serían insertadas en su interior, junto con un compartimiento de munición que fuera muchísimo más rápido y fácil de recargar. Se tardaron unos seis meses en perfeccionar el ensamble y los armamentos de estos. Una vez que una fase terminaba y se probaba que no hubiera errores graves, se creaban muchos más robots para poder aplicarles los cambios a todos.

    A pesar de que contaban con un gran número de trabajadores para llevar a cabo la creación de dichos robots, y de los recursos que enviaban los gobernadores de las demás ciudades, la creación de los robots no iba tan rápido como Qeryos esperaba que fuera cuando propuso su idea. Sus trabajadores requerían descansos. El estrés de un trabajo como ese, sumado al miedo que la amenaza latente de Hkras suponía para ellos, no era algo que ayudara mucho.

    Tras un año largo de trabajo, un enorme número de robots había sido creado. Para agilizar las cosas, Qeryos estuvo buscando formas de automatizar la creación de los robots a través de máquinas, para poder crear una mayor cantidad de estos, más rápido y en menos tiempo. Sin embargo, era la primera vez que creaban robots que tuvieran un gran tamaño y una gran resistencia al daño, lo que complicaba las cosas.

    Dándose cuenta de que el tiempo de tranquilidad podría no durar para siempre, dio inicio la etapa más difícil de todas en la creación de los robots: la programación de los mismos. Tenían que asegurarse de que los programas permitieran a los robots tomar posturas de batalla, disparar las armas que tuvieran equipadas en su interior, administrar la energía y los recursos de su hardware sin agotarse demasiado, y también un sistema que permitiera reconocer el sonido y el idioma techard para que estos pudieran obedecer sus órdenes.

    Esta parte fue la más compleja de todas. Los ingenieros trabajaban días y noches completas para poder crear los programas encargados de administrar todas las funciones que eran necesarias. Nunca antes habían tenido que encargarse de programar robots de guerra, puesto a que nunca imaginaron que una amenaza tan peligrosa pudiera llegar a existir. Sumado al hecho de que los techards no son grandes luchadores preparados para la guerra, las cosas se complicaban demasiado.

    Un aspecto que Qeryos no había tenido en cuenta era el hecho de que los robots tenían que tener habilidades de lucha cuerpo a cuerpo, lo cual se le había olvidado completamente. El gobernador se puso en contacto con los demás para que enviaran a los mejores luchadores cuerpo a cuerpo. Los programadores iban a tener que observarlos y buscar la forma de que los programas de pelea pudieran emular esos movimientos. La tarea no fue sencilla y se tardó un largo tiempo en ser llevada a cabo.

    Los programadores tuvieron que poner mucho esfuerzo en la creación de un sistema que pudiera administrar los programas y permitir que estos interactuaran entre sí. Los últimos siete meses fueron muy duros para ellos, a pesar de ser unos grandes expertos en tecnología y contar con un gran apoyo del resto de los gobernadores. Cuando los robots estuvieron terminados, Qeryos llamó a Bav, Amjo, y Golib para mostrárselos antes de que fueran presentados ante el resto de la población.

    — Se ven muy bien — decía Bav mientras observaba a los robots atentamente — Estoy seguro que con estos robots y el esfuerzo de todos nuestros soldados, podremos derrotar a Hkras cuando aparezca en nuestro planeta.

    — Deberíamos ponerles algún nombre en especial — comentaba Amjo dándole paso a su imaginación — No son simples robots. Son un proyecto muy importante y el más difícil de llevar a cabo, a pesar de contar con toda nuestra tecnología.

    — ¿Qué tal “defensores de Tech 001”? — propuso Golib creyendo que era una buena idea de llamarlos.

    — Es un nombre que no dice demasiado — respondió Amjo dando su opinión — No suena mal, pero merecen algo mejor.

    — Yo digo que los llamemos “máquinas de ejecución” — fueron las palabras de Qeryos — Su objetivo no es defender el planeta, es asesinar a los vofkridianos, ejecutarlos. Además es un nombre que impone un poco de miedo.

    — Que así sea, entonces — respondió Bav ante la sugerencia del otro gobernador — Tú lideraste el proyecto, así que tienes derecho a elegir el nombre.

    — Deberíamos hacer la presentación de las máquinas ante la gente — dijo Qeryos — Se sentirían más seguros al ver que el proyecto está terminado, y que estamos más que preparados para recibir a Hkras.

    — Creo que falta algo más — respondió Amjo mirando nuevamente a todos aquellos robots — Estos están programados para recibir nuestras órdenes, pero, ¿qué sucederá si todos nuestros soldados caen en batalla? No habrá nadie que pueda darles indicaciones.

    — Tienes razón, pero eso no depende de ellos, depende de nuestros soldados — respondió Qeryos sabiendo que era un problema, pero que los robots no podrían hacer nada más que limitarse a proteger a los soldados.

    — Hay que crear a un grupo de robots que puedan darles órdenes en caso de que los soldados caigan en combate — indicaba Amjo — Que sean robots que no solo puedan comprender nuestro idioma e indicaciones, sino también tomar sus propias decisiones. De esa forma, si todos los soldados caen, ellos podrán seguir luchando.

    — Es una excelente idea, nos dará más posibilidades de victoria — respondió Bav ante lo que dijo el otro gobernador — Hkras ha conquistado varios planetas, y estoy seguro de que está conquistando todavía más mientras hablamos. Sé que será difícil cambiar el código de un grupo de robots para que puedan actuar por su cuenta, pero es necesario.

    — Lo comprendo perfectamente — respondió Qeryos dispuesto a comenzar el trabajo ahora mismo — Maldito seas, Hkras. Nos has infundido el mayor miedo de nuestras vidas y has llevado a nuestros habitantes al límite. Soy demasiado débil para matarte, pero sé que uno de estos robots terminará con tu vida.

    Bav, Amjo y Golib quedaron impresionados con las palabras pronunciadas por Qeryos, y también por la determinación que mostró, no solamente ahora, sino desde que los zukrods llegaron a su planeta. Estaba claro que Qeryos debía ser reconocido como una figura importante en Tech 001. Bav y Amjo se habían decidido a que iban a crear un monumento en su honor una vez que Hkras estuviera muerto.

    Qeryos quiso reunir a su equipo de ingenieros para que regresaran al trabajo y ayudaran a reprogramar a un grupo de robots para que se encargaran de liderar a los demás en el campo de batalla. Sin embargo, estos no quisieron regresar para ayudar. Habían sufrido una gran fatiga al trabajar incansablemente durante meses, y no creyeron que fuera necesario crear a un grupo de robots diferentes al resto. Qeryos no tuvo otra opción más que iniciar con el trabajo por su cuenta hasta que otros gobernadores enviaran a un nuevo equipo para realizar el trabajo.

    El gobernador puso un gran esfuerzo en cambiar el código para que uno de los robots pudiera recolectar información, procesarla, tomar sus propias decisiones y ser capaz de comunicárselas al resto. Esta sería la primera vez que en el planeta de Tech 001 iba a existir inteligencia artificial. Todos las máquinas de trabajo y pequeños robots, solamente estaban automatizados. Las máquinas de ejecución podrían pensar y actuar con libertad al igual que ellos.

    Otros gobernadores enviaron a varios ingenieros para encargarse del trabajo, sin embargo, dado a que el equipo no era demasiado numeroso, y con el esfuerzo que supondría cambiar la programación de las máquinas, Qeryos decidió que solamente iban a hacerlo con cinco de las máquinas de ejecución. Habían sido unos cinco meses de trabajo duro, dado a que el equipo que trabajaba actualmente no había sido el mismo que trabajó al principio, lo que llevó a que se cometieran errores. Pero finalmente, todo estaba terminado. Cinco de las máquinas de ejecución ya habían sido reprogramadas y ahora contaban con características que los hacían diferentes a los demás.

    Qeryos decidió que estas cinco máquinas de ejecución deberían ser modificadas en el exterior para que no se confundieran con las otras. Viendo que hacer algún cambio en sus cuerpos requeriría más trabajo, buscó una solución mucho más simple. Las máquinas de ejecución eran de un color plateado, que era el mismo color del metal más resistente del planeta. Para diferenciarlas de las demás, las cinco máquinas “líderes” serían pintadas de color azul metálico muy brillante.

    Cuando estos cambios estuvieron terminados, Qeryos se encargó de darles un nombre numérico a cada uno de ellos, para que no hubiera confusiones entre ninguno. Las máquinas de ejecución debían ser activadas para verificar que funcionaran correctamente. Bav, Amjo y Golib fueron llamados nuevamente para presenciar ese momento, dado a que ellos fueron los gobernadores que aportaron más ayuda a que el proyecto fuera realizado con éxito.

    — Bueno, llegó el momento de ver como ha resultado — decía Qeryos tecleando un código de activación único en un ordenador.

    Los cuatro gobernadores escucharon como un sonido se escuchaba en el interior de los cuerpos de las máquinas, haciéndoles saber que sus circuitos funcionaban correctamente.

    — Máquina de ejecución numero 1…activada — se escuchó una voz robótica grabada en el interior de la primera de las máquinas.

    — Máquina de ejecución numero 2…activada — el sonido era la misma voz grabada, cambiando únicamente el número de máquina.

    — Máquina de ejecución numero 3…activada — la tercer máquina ya se encontraba activa.

    — Máquina de ejecución numero 4…activada — el cuarto robot ya se encontraba listo.

    — Máquina de ejecución numero 5…activada — la quinta y última máquina de ejecución en ser reprogramada ya se encontraba activa, al igual que las demás.
     
  2. Threadmarks: Cambio de objetivo
     
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    Escritor
    Título:
    Máquina número 5
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    5666
    Segundo capitulo de la historia. Este capitulo fue terminado hace días y había querido publicarlo antes, pero por problemas personales y de estudios, no pude conectarme al foro demasiado tiempo como para publicarlo. Este capitulo es mucho mas largo que lo que fue el primero, y probablemente sea mucho mas largo que los restantes. Muchas cosas se explican en este capitulo, y fue por eso que tuve que extenderlo tanto. Aun así yo creo que es un gran capitulo, pero eso deberán juzgarlo ustedes. Sin nada mas que decir, les dejare el capitulo.

    Cambio de objetivo:


    Qeryos, Amjo, Bav, y Golib estaban asombrados cuando vieron como las cinco máquinas principales se activaron. Realmente era todo un logro para ellos el ver como su proyecto para combatir a Hkras había terminado. Sin embargo, Qeryos aun tenía sus dudas respecto del funcionamiento de las máquinas, y se dispuso a probar su inteligencia artificial.

    — Hola, mi nombre es Qeryos — dijo el gobernador techard presentándose ante las cinco máquinas principales — Yo fui el que dirigió el proyecto que los creó, y les dio vida.

    — Es un placer conocerte, Qeryos — respondió la máquina número 1 mostrando aprecio y sonando como si se tratara de un ser vivo más y no una máquina — Estoy agradecido contigo por habernos construido.

    Los otros tres gobernadores quedaron sin habla al escuchar la forma en la que la máquina lo saludó. Tratándose de un robot, creyeron que no iba a hablar con tal naturalidad, pero se equivocaron. Parecía que estuvieran hablando con otro habitante de Tech 001, y no con un ser artificial. Pero el más sorprendido de todos era Qeryos. Él programó a las máquinas para que pudieran comprender el significado de cada palabra de su lenguaje, y el de todos los demás lenguajes que existieran en el universo; además de equiparlos con diccionarios para que pudieran comprender cualquier frase dicha por los techard, pero no esperaba que fueran a responderle de esa manera.

    Los otros cuatro robots miraron a los gobernadores y les pareció extraño que no hablaran, por lo que decidieron ser los primeros en tomar iniciativa.

    — ¿Cuál fue el objetivo de nuestra creación? — preguntó la máquina número 2 algo curioso por el propósito de su vida.

    — Es asombroso, no necesitan analizar una pregunta para emitir respuesta — decía Amjo cada vez más sorprendido — Acerca de lo que preguntaste…hay una raza conocida como vofkridianos atacando y conquistando planetas. Están bajo el mando de un guerrero muy peligroso llamado Hkras. Nosotros no podemos luchar en contra de él, puesto que no somos buenos para la pelea. Fue por eso que los creamos a ustedes. Para que nos defiendan.

    — Hkras es un nombre muy extraño — respondió la máquina número 3 analizando su diccionario — No encuentro el significado de su nombre en ningún lenguaje.

    — Los nombres no tienen por qué significar algo, y además no sabemos mucho de él — respondió Qeryos — Toda la información sobre los vofkridianos se encuentra en sus bases de datos.

    Las máquinas comenzaron a explorar dichas bases después de que Qeryos les indicara, allí consiguieron ver las mismas imágenes que los habitantes de Zuttep les dieron a los techard cuando llegaron al planeta. Hkras no estaba presente en esas imágenes, puesto a que fueron tomadas en el momento en que los prisioneros de Zuttep lucharon contra sus dos comandantes. Luego de ver esas imágenes, los robots se dirigieron a sus creadores.

    — Gracias a ustedes estamos vivos — decía ahora la máquina número 4 — Si quieren que nos encarguemos de ellos, así será.

    — Derrotaremos a Hkras y a los vofkridianos cuando aterricen en nuestro planeta — agregó la máquina número 5 — Confíen en nosotros.

    — Deberíamos hacer una prueba para ver que tal pelean las máquinas — sugirió Bav tras darse cuenta de que aun tenían que observar sus habilidades en el combate.

    — Que la demostración sea en frente de las personas y sea vista en todo el planeta — respondió Golib — Así todos podrán verlas y eso ayudaría a que la gente se calme.

    Al resto de los gobernadores les parecía una idea excelente para comprobar las verdaderas habilidades de combate de las máquinas, después de todo tenían que asegurarse de que los códigos que se encargan de llevar a cabo las funciones de combate funcionaran sin inconvenientes. Y en caso de que no fuera así, podrían corregirlo.

    En la ciudad gobernada por Qeryos, los techard y los zukrod que habían llegado a advertirles sobre la amenaza de Hkras fueron convocados en una plaza para que pudieran ver el combate que se daría entre las máquinas de ejecución número 1 y número 2. Dicha pelea sería transmitida en todas las ciudades del planeta, y estaba claro que nadie iba a perdérsela. Pero los habitantes de aquella ciudad iban a observarlo en persona. Qeryos, el resto de gobernadores y las otras máquinas de ejecución observarían la pelea.

    Cada una de las dos máquinas de ejecución se colocó en un extremo opuesto de la plaza, y cuando se diera la orden, iban a cargar en contra de sus adversario. Qeryos esperó a que solamente hubiera silencio en el lugar, y cuando lo hubo, ordenó comenzar la pelea.

    Las dos máquinas de ejecución comenzaron a correr una hacia la otra, preparándose para pelear. Al momento del encuentro, la máquina número 2 quiso dar un golpe de puño a la número 1, quien terminó esquivando el ataque, provocando que número 2 pasara de largo. Aprovechando la ventaja de tener al enemigo de espalda, número 1 dio una patada en la espalda que golpeó con todo a número 2. La máquina golpeada fue impulsada unos pasos hacia adelante, manteniendo el equilibrio y sin caer al suelo. Cuando se dio vuelta recibió un puñetazo de frente por número 1, que lo llevó a retroceder un poco. Antes de que pudiera recuperarse y pasar al ataque, número 1 continuó con sus golpes de puño en la cabeza de número 2 que no podía hacer nada por defenderse. Luego de recibir cuatro golpes consecutivos, número 2 logró mover sus manos hacia adelante y bloquear los ataques de número 1, quien ahora se encontraba atrapado.

    Número 2 separó los brazos de su adversario y levantó su pierna, dándole una potente patada en la cabeza que fue suficiente para hacer retroceder a número 1 una gran cantidad de pasos. Qeryos estaba contento con ver la batalla. Las máquinas eran muy resistentes, y no caían al piso con facilidad. Número 2 le dio dos golpes de puño de la misma forma en que su rival se los había dado a él, y cuando quiso dar el tercero, número 1 se agachó para después realizar una patada rápida que dio contra las piernas del atacante, haciendo que este cayera al suelo. Número 1 se levantó rápidamente del suelo y tomó una distancia prudente de número 2, quien se estaba levantando algo más despacio.

    Número 1 preparó las armas de fuego que tenía equipada en su interior y le apuntó a su contrincante. Número 2 comenzó a correr hacia la otra máquina, pero su corrida fue frenada por una lluvia de balas que provenían desde el interior del cuerpo del número 1. Las balas impactaban sobre su cuerpo metálico provocando que su avance se hiciera más lento, pero no era capaz de frenarlo por completo. Número 2 se acercaba lentamente hacia su rival mientras recibía varios disparos de las armas, que no podían causarle ningún daño a su cuerpo, pero sí conseguían frenar su avance. Cuando número 2 ya estaba cerca, los disparos que número 1 estaba realizando se detuvieron. Qeryos vio esto y asumió que el número 1 se había quedado sin munición o que iba a alejarse de su contrincante para reanudar el ataque desde más lejos. Sin embargo, esto no ocurrió. Número 2 atacó al número 1 con un golpe de puño que este último no se molestó en esquivar. Luego del puñetazo, número 1 cayó al suelo muy fuertemente. Número 2 se acercó hasta él para seguir la pelea, pero se detuvo cuando notó que su rival no se movía para levantarse.

    Todos se quedaron algo sorprendidos al ver eso. Nadie creía que número 1 había perdido la pelea, dado a que había realizado una mayor cantidad de ataques sobre el número 2, que aun podía seguir peleando. Luego de que la máquina de ejecución no se levantara al cabo de un rato, Qeryos y las otras tres máquinas se acercaron a observar al caído. Los otros tres gobernadores también se acercaron. La gente que estaba mirando la pelea pasaron de la emoción por una batalla intensa a la confusión por no saber que era lo que ocurría.

    — Está apagado — dijo Amjo al observarlo de cerca.

    — ¿Pero como? — preguntó la máquina número 2 algo confundido — El golpe que le di no fue demasiado fuerte como para tirarlo al suelo.

    — Maldición, voy a tener que analizarlo en el laboratorio — dijo Qeryos algo frustrado, ya que sabía que algo había fallado durante la creación.

    Los gobernadores, las otras máquinas y algunos ingenieros fueron a los laboratorios para analizar lo ocurrido. Por otra parte, las personas que habían concurrido a ver la presentación de las máquinas de ejecución se retiraron del lugar demasiado preocupados. Una de las máquinas había fallado durante una simple demostración. Si una de ellas falló, eso quería decir que podrían fallar varias más, y esos fallos podrían darse cuando Hkras atacara. Lo que se hizo con el objetivo de tranquilizar terminó obteniendo el efecto contrario en las personas, que ahora estaban mucho más preocupadas que antes.

    En el laboratorio, los ingenieros analizaron el estado de la primer máquina, mientras que algunos veían el estado de la segunda. Los gobernadores estaban preocupados y alterados por esto, sobre todo Qeryos, que no tenía idea de que fue lo que había fallado durante la creación. Luego de tanto esperar, uno de los ingenieros sugirió algo.

    — Tengo una hipótesis de lo que ocurrió — dijo el ingeniero — Pero antes quisiera ver una cosa. Quiero que el número 3 dispare en contra del número 4.

    Las máquinas número 3 y 4 decidieron obedecer las órdenes del ingeniero. Todos se alejaron del lugar para no correr riesgos. Cuando estuvieron a una distancia prudente, número 3 abrió fuego sobre número 4. Tras un rato disparando balas de forma continua sobre él, los disparos se detuvieron. El ingeniero se acercó para observarlo, y llegó a una conclusión después de unos minutos.

    — Lo que imaginé, el uso de las armas agotó el resto de los programas, y el robot se apagó — dijo el ingeniero muy preocupado — No creo que sea posible hacer un ajuste sobre su programación. La hicimos lo más óptima que pudimos.

    — Maldición, ¿qué es lo que vamos a hacer ahora? — se quejaba Amjo pensando que después de tanto trabajo, las máquinas no podrían cumplir con su objetivo principal.

    — Tenemos que quitarles esas armas — respondió Bav tratando de buscar una solución — Que las usen como los demás soldados, así no gastarán recursos internos.

    — No creo que eso sea recomendable — respondió Qeryos algo pesimista sobre la opinión de Bav — No tenemos idea de que tan efectivas son nuestras armas sobre los vofkridianos.

    — ¿Entonces que sugieres? — preguntó Golib sin poder pensar en otra alternativa.

    — Los vofkridianos estaban usando espadas en las imágenes que recibimos — contestó Qeryos recordando bien el vídeo que le mostraron — Si ellos las usan como armas, es porque son efectivas en contra de ellos también. Vamos a tener que reprogramarlos para que las usen.

    — ¿Y de qué metal serán hechas nuestras espadas? — preguntó la máquina número 5 con curiosidad.

    — Del mismo del que están hechos ustedes — le contestó Qeryos muy seriamente — Si en algún momento encontramos algún otro metal más duro, las haremos de ese metal. Por ahora, tendremos que trabajar con lo que tenemos.

    — Comenzaremos a borrar los programas de uso de armamento — indicó el ingeniero que sabían que debían hacer las cosas lo mas rápido que les fuera posible — Luego necesitaremos que sean desequipadas para que no pesen demasiado.

    — Nosotros nos encargaremos de la fabricación de las espadas — respondió Amjo retirándose del lugar para ponerse a trabajar de inmediato — Qeryos, a ti te queda la creación de programas de combate con espadas.

    — Entendido — Qeryos aceptó el plan de Amjo — Número 2, 4, y 5, ayuden a los ingenieros con lo que necesiten.

    Todos se pusieron a realizar las tareas indicadas sin mostrar ninguna clase de desacuerdo. Mientras más tiempo perdieran, menos tiempo tendrían para prepararse para una lucha en contra de Hkras. Antes de empezar su tarea, Qeryos decidió poner en funcionamiento a las máquinas número 1 y 3 para que también pudieran ayudar. Conectó a los dos robots para que recuperaran energía y así ponerlos en funcionamiento de nuevo.

    — Lo lamento, Qeryos — dijo número 1 sintiéndose mal por lo ocurrido — No conseguí mantener el control de la pelea y agoté toda mi energía. Espero que puedas perdonarme.

    — Yo también te pido que me perdones — agregó la máquina número 3 de la misma forma que la 1 — Tal vez si no hubiéramos concentrado tanta energía no habríamos caído.

    — No tienen que culparse por nada, esto fue culpa mía — les respondió Qeryos sintiéndose apenado por su fracaso al crear a las máquinas — Yo los creé. Debí asegurarme de perfeccionar los programas. Está bien que no se contuvieran. Estoy seguro de que Hkras no habría caído tan fácilmente.

    Con todas las personas realizando su función, el trabajo fue llevado a cabo de manera efectiva. En tan solo tres meses, las máquinas ya estaban listas para una nueva demostración. Las espadas fueron fabricadas, las armas de fuego fueron removidas de sus cuerpos, y los códigos de programación que serían utilizados para llevar a cabo los combates utilizando las espadas ya estaban listos. Fue entonces realizada una nueva demostración de las habilidades de los robots. Al igual que la vez anterior, todo el planeta estaba pendiente de esta pelea.

    A diferencia de la primera, Qeryos sugirió que las cinco máquinas se enfrentaran entre sí para probar sus habilidades luchando en contra de más enemigos. Fue entonces que dio inicio la lucha de las cinco máquinas de ejecución principales, la cual fue todo un éxito ante los ojos de los habitantes del planeta. Las máquinas lucharon de manera excepcional con las espadas, recibiendo una gran cantidad de ataques sin caer al suelo y utilizando su inteligencia artificial para llevar a cabo estrategias de combate. Las máquinas de ejecución número 2, 3, y 4 fueron derrotadas tras un extenso combate que duró aproximadamente veinte minutos, dejando al número 1 y al número 5 en pie.

    La batalla entre estas dos máquinas fue feroz, sin embargo, número 5 obtuvo la victoria al cabo de cinco minutos de pelea. Había estado observando los movimientos de número 1 en su pelea de la primera demostración, y creó una estrategia de defensa y ataque basándose en esos movimientos que había visto. Ahora Qeryos se encontraba satisfecho con el trabajo. Las máquinas tenían una gran fuerza y habilidad para el combate. Para cuando Hkras llegara a Tech 001, iba a encontrarse con un poderoso ejército que resistiría ante él y lo derrotaría. Las personas ahora estaban más tranquilas que antes. Luego de la demostración, Qeryos activó al resto de las máquinas para poder evaluar de forma individual a cada una de ellas, y ver si alguna presentaba imperfecciones.

    Un largo tiempo había pasado desde aquel día. Los años pasaron y con ellos, los habitantes de Tech 001 fueron envejeciendo. Los techard ya no le tenían ningún miedo a una posible invasión de Hkras, dado a que en todos esos años que habían transcurrido, no se tuvieron noticias ni de él ni de su imperio. Algunos asumían que Hkras había muerto y que estarían a salvo para siempre, otros creían que el emperador simplemente no había encontrado su planeta, y fue por eso que nunca atacaron. Sin importar lo que hubiera pasado con Hkras, todos estaban tranquilos al saber que contaban con las máquinas de ejecución para pelear por ellos en caso de que el mismo Hkras, o alguien más decidiera atacar.

    Sin embargo, la tranquilidad no duró para siempre. Un día que parecía que iba a ser como cualquier otro, uno de los zukrod que habitaba en Tech 001 recibió un mensaje que provenía de un antiguo amigo suyo, que se encontraba viviendo en otro planeta. Qeryos, Amjo y Bav se reunieron junto a otros gobernadores, otros habitantes de su planeta y una gran cantidad de máquinas de ejecución, entre las cuales se encontraban las cinco principales. Golib había fallecido por vejez hacía ya un año atrás, por lo que él no estuvo para presenciar lo que todos vieron.

    Después de varios años sin saber sobre ellos, Hkras y los vofkridianos atacaron un planeta en donde los zukrod se refugiaban luego de haber tenido que huir del suyo. Los habitantes de Zuttep se encargaron de transmitir imágenes del emperador atacando su planeta en persona y enviárselas al resto de su gente, para hacerles saber que el peligro no había pasado. El ver al emperador vofkridiano atacando, matando y esclavizando a los seres de otro planeta puso en alerta a todos los gobernadores y a las personas. Las máquinas miraron muy atentamente los movimientos de Hkras, e intentarían estudiarlos a fondo para crear una estrategia que utilizar en el momento de tenerlo en frente de ellos. Sin embargo, una de las otras máquinas, la número 5, miró atentamente la forma de actuar y hablar del emperador vofkridiano al momento de atacar. Pudo observar que Hkras además de ser el líder de aquella raza, peleaba con gran intensidad y hacía que los otros habitantes de ese planeta estuvieran muertos de miedo al verlo. Quedó muy impresionado cuando lo vio, y cuando pensó en todos los años que habían pasado desde que ellos habían sido creados hasta que recibieron esas imágenes, creyó que Hkras ya había conquistado una gran cantidad de planetas.

    Cuando las imágenes terminaron de mostrarse, los gobernadores decidieron que iban a prepararse para una posible llegada del emperador a su planeta. Cada uno de ellos acordó en dirigirse a su ciudad y preparar a los soldados del ejército. Con ellos marcharon un gran número de máquinas de ejecución, quedando las principales y una pequeña cantidad en la ciudad de Qeryos. El gobernador decidió tener unas palabras con los robots que había creado para asegurarse de que iban a estar en su plena forma para la pelea.

    — No tiene caso que les diga nada sobre Hkras, porque todos ustedes ya han visto lo que hizo — les decía Qeryos a cada uno de sus robots — Es de vital importancia que todos ustedes luchen con todo lo que tienen. Quiero que entre los cinco piensen en una estrategia para ustedes y para los demás soldados del ejército. No pueden fallar, tienen que pensar en algo que consiga derrotar a Hkras.

    — Lo haremos, puedes contar con nosotros — respondió la máquina número 1 mostrando determinación ante su objetivo.

    — Tú deberías quedarte con Qeryos y decidir quien de nosotros irá a cada ciudad — dijo la máquina número 5 proponiendo un plan — El resto de nosotros se asegurará de que los robots estén preparados e iniciará con la estrategia.

    — Una buena idea de tu parte — respondió Qeryos ante el plan del robot — Será mejor que empecemos ahora mismo.

    Qeryos se quedó en el edificio gubernamental de su ciudad siendo acompañado por la máquina número 1. Las otras cuatro máquinas se fueron junto al resto de robots a los laboratorios para realizar análisis de rendimiento sobre las demás, para ver si necesitaban de alguna clase de reparación antes de prepararse para la pelea. La máquina número 5 iba a hacer una sugerencia, pero la número 3 se adelantó.

    — Número 2 y yo empezaremos a pensar en una estrategia — indicaba la máquina número 3 — Ustedes dos podrían ir a revisar la condición de las máquinas para que así podamos llevar a cabo dos acciones a la vez.

    Las cosas no habían podido haber resultado mejor para la máquina número 5. Quería dividir al grupo y quedarse con el resto de las máquinas de ejecución, puesto que tenía una idea en mente que quería llevar a cabo, y ahora tenía la oportunidad perfecta. Número 4 y 5 fueron a los laboratorios, en donde iban a analizar a las máquinas que habían quedado.

    — Quiero que se programen para ser apagadas y realizar un diagnóstico inactivo — ordenó la máquina número 5 al resto de sus máquinas — Si todos los sistemas se encuentran en pausa, el único programa que se ejecutará será el del análisis y será más efectivo.

    — Es una buena idea, aunque va a tardar unos quince minutos aproximadamente — respondió número 4 informando sobre el diagnóstico que era requerido.

    — Quince minutos es tiempo suficiente — respondió ahora la máquina número 5.

    Todas las otras máquinas se apagaron y pusieron en marcha el programa que llevaba a cabo el diagnóstico en proceso de inactividad. Número 5 se aseguró de que ninguna de ellas estuviera activa y finalmente decidió actuar. De manera sorpresiva, le dio una gran patada al número 4 en la cabeza, tirándolo al suelo de tan fuerte que fue. Sin perder demasiado tiempo, número 5 tomó la espada y atacó continuamente al número 4, asegurándose de atacar lo suficientemente rápido para que este no pudiera levantarse a pelear ni pedir ayuda.

    — ¿Qué estás… — pero no podía terminar su frase debido a los golpes.

    — Voy a cambiar un poco las cosas — le respondía número 5 atacando con su espada en la cabeza continuamente y en el mismo lugar.

    Al cabo de dos minutos, el daño que número 4 había sufrido era demasiado para su cuerpo. Número 5 consiguió quitarle varias piezas de metal de la cabeza para luego atravesarla por completo con su espada. El disco duro principal de número 4 quedó destruido, y una voz grabada se escuchó luego de esto.

    — Máquina de ejecución numero 4…eliminada — esto indicaba que la máquina número 4 ya no seguía con vida.

    — Uno menos, quedan tres — pensaba la máquina número 5 esperando que el resto de su plan saliera según lo que él esperaba — Hkras va por el universo conquistando y llevando el miedo a donde sea que vaya. Mientras más planetas conquista, más se añaden a su imperio. Cuando llegue aquí, encontrará la muerte y su imperio llegará a su fin. Pero sería una pena desaprovechar todo lo que él ha conseguido. Si consigo matarlo, todos los planetas que él conquistó me reconocerán como el ejecutor de Hkras, y su imperio pasará a ser mío. Eso es algo que Qeryos, los demás gobernadores y las demás máquinas nunca llegarían a entender. Tenemos el poder para llevar infundir muchísimo más miedo que Hkras, y eso es algo que voy a aprovechar.

    Dado a que las otras máquinas de ejecución se encontraban inactivas, número 5 comenzó un proceso de reprogramación. Eliminó los códigos en los que estaba establecido que las máquinas número 1, 2, 3, 4 y 5 eran los que daban las órdenes, para que ahora solo obedecieran sus órdenes. Siendo un número no tan extenso, y aprovechando que número 1, 2 y 3 no estaban presentes, nadie pudo detenerlo. Ahora las máquinas que se encontraban en el laboratorio obedecían únicamente sus órdenes.

    Número 2 y número 3 habían pensado en una estrategia que podría servir para la pelea, y fueron al laboratorio para ayudar a sus otros dos compañeros a terminar la evaluación y a comunicarles lo que habían planeado. Sin embargo, en el momento en el que entraron en el laboratorio, recibieron un ataque sorpresa por parte de las máquinas que estaban en el lugar. Estas atacaron en simultáneo y con una gran intensidad a número 2 y número 3, quienes no pudieron defenderse dado a la rapidez de los ataques y al gran número de enemigos. Después de recibir una lluvia de golpes de espada en varios lugares, sus cuerpos comenzaron a romperse, y una vez que sus unidades de disco quedaron destruidas, las otras dos máquinas murieron. El mismo mensaje grabado que se escuchó cuando número 4 quedó destruido se pudo escuchar ahora también.

    — Solo queda número 1 — pensaba el número 5 observando los cuerpos destruidos de los que una vez fueron sus compañeros — Será mejor que también me deshaga del resto de los soldados y los habitantes del planeta. No quiero que nadie se entrometa.

    […]

    Qeryos y la máquina de ejecución número 1 estaban en la casa gubernamental donde trabajaba Qeryos, decidiendo que máquina iba a dirigirse a cada ciudad. Estaba claro que las máquinas de ejecución debían ser enviadas a las ciudades más grandes, dado a que estas podrían llamar la atención de Hkras y convertirse en un objetivo del emperador para la conquista.

    — Preferiría que tú te quedaras en esta ciudad — le decía Qeryos a la máquina que estaba con él — Sé que tú puedes liderar a las otras cuatro, y me sentiría más seguro si te quedas aquí.

    — Como tú ordenes, Qeryos — respondió la máquina de ejecución aceptando su misión — Tal y como hemos dicho, tú nos creaste y haremos todo lo que tú digas.

    Fue en ese momento en el que varios gritos y disparos de armas de fuego comenzaron a escucharse en las afueras del edificio. Qeryos y número 1 no entendían que era lo que pasaba. Era imposible que Hkras los estuviera atacando en ese momento, dado a que no había pasado casi nada de tiempo desde que vieron las imágenes que los habitantes de Zuttep les habían enviado. El caos que escuchaban les llamó mucho la atención, por lo que salieron a las calles al ver que es lo que pasaba. Al salir se encontraron con un escenario confuso y aterrador. Las máquinas de ejecución estaban corriendo armados con sus espadas asesinando a los civiles y enfrentándose a los soldados del planeta, quienes intentaban inútilmente detenerlos con sus armas de fuego.

    — ¡¿Qué demonios ocurre?! — preguntaba Qeryos viendo con terror como los robots que había creado estaban matando gente.

    — No lo sé, pero le pondré un fin a esto — respondió seriamente número 1 acercándose a las máquinas — ¡Deténganse!

    El grito del número 1 fue escuchado por todas las máquinas, pero ninguna de ellas obedeció las órdenes del robot. Este estaba muy sorprendido y enojado al ver que estos no se detenían.

    — ¡Les ordeno que se detengan ahora! — gritó enfadado al ver que no estaban obedeciendo — ¡Soy la máquina número 1 les ordeno que detengan esto!

    — Ellos no siguen tus órdenes — dijo una voz conocida acercándose a la posición de número 1.

    Qeryos y número 1 miraron en la dirección de donde había venido aquella voz y vieron a número 5 caminando hacia ellos. Ninguno de los dos entendía que era lo que estaba pasando en ese momento, y estaba claro que querían respuestas.

    — ¡¿Qué significa esto? número 5! — gritó muy enfadado número 1 — ¡¿Por qué los robots están atacando a la gente? ¿Y donde están número 2, 3, y 4?!

    — Ya me encargué de ellos — respondió número 5 muy calmado ante los gritos de su compañero — Sigues tú.

    — ¿Qué fue lo que hiciste? — preguntaba Qeryos muy aterrado tras escuchar que tres de las máquinas de ejecución principales habían sido asesinadas.

    — ¿No has visto lo que ha hecho Hkras? — preguntaba ahora número 5 intentando hacer que lo recordaran — Él y su imperio viajan por el universo apoderándose de todo los planetas que encuentran. ¿Por qué tendríamos que ponerle fin a su imperio cuando podremos derrocarlo y tenerlo para nosotros?

    — Nosotros no fuimos creados para eso — respondió número 1 muy decepcionado por lo que su compañero había hecho — Ese no es nuestro propósito.

    — Tienes razón… es mi propósito — le contestó número 5 tomando su espada y listo para pelear — Es por eso que ustedes deben ser eliminados.

    Número 1 no iba a aceptar esas acciones por parte del número 5. Necesitaban avisar al resto de los gobernadores para que enviaran al resto de máquinas para detener al número 5, pero este estaba bloqueando la entrada al edificio de gobierno mientras que el resto de las máquinas asesinaban a los civiles o miembros del ejército. Número 1 decidió que iba a eliminar al número 5 y luego se encargaría de las otras máquinas.

    Las dos máquinas principales tomaron sus espadas y cargaron una contra la otra ante la vista de Qeryos que miraba a los dos robots que había creado enfrentándose entre sí. Estaba atento al resto de las máquinas y a la pelea para encontrar una oportunidad de entrar al edificio de gobierno y solicitar ayuda.

    Número 1 atacó primero con su espada dando un ataque de frente que fue bloqueado por número 5, poniendo su espada de forma vertical. Antes de que su enemigo pudiera responder, número 1 dio una patada en el cuerpo de número 5, que lo hizo retroceder unos pasos pero nada más. Número 1 esperaba el ataque de su oponente, pero este solamente se quedaba parado ahí. Fue entonces que se dio cuenta de que número 5 no iba a pasar al ataque dado a que no lo necesitaba. El que realmente tenía que atacar era número 1, dado a que una vez que las máquinas que mataban a la gente y los soldados terminaran, irían tras él. Tenía que terminar con la pelea de forma rápida, por lo que cargó con todas sus fuerzas para derribar a su enemigo.

    Las espadas de ambas máquinas de ejecución chocaron entre sí, y ambos guerreros repitieron el mismo ataque dos veces seguidas hasta que número 5 decidió esquivar el movimiento de número 1, para después darle un golpe con el puño en la cabeza. Posteriormente, movió su brazo armado y le dio un duro y potente golpe en la cabeza con su espada. Rápidamente levantó la pierna y le dio una patada al brazo con el que número 1 sostenía su espada, provocando que la perdiera y que ahora estuviera indefenso. Fue ahí cuando empezó con una ráfaga de ataques rápidos en contra de su enemigo, que en un principio eran dirigidos hacia la cabeza de número 1, pero que luego fueron dirigidos a cualquier parte de su cuerpo al azar para que este no pudiera calcular cual sería su próximo movimiento basándose en el anterior. Luego de recibir tantos ataques de forma constante en varias partes de su cuerpo, número 1 cayó al piso muy golpeado. Una vez en el suelo, número 5 comenzó a pisotearle la cabeza con su pie al mismo tiempo que clavaba su espada en el cuello metálico de su enemigo. Primero venía un pisotón y luego un ataque al cuello. La cabeza de número 1 recibía tantos golpes muy fuertes que no podía levantarse ni tampoco pensar en una estrategia.

    — ¡Qeryos, corre mientras se encuentra distraído! ¡Avisa a los demás! — gritaba número 1 mientras recibía daños constantes en el cuerpo por parte de su enemigo.

    Qeryos sabía que la batalla estaba perdida y que probablemente no podría sobrevivir, pero al menos podría dar un aviso al resto de las ciudades para que detuvieran las acciones de número 5. El gobernador corrió hacia el interior del edificio de gobierno lo más rápido posible, pasando de largo a las dos máquinas que se enfrentaban.

    Número 5 lo vio entrar y supo que no podía dejar que alertara a los otros, por lo que tuvo que interrumpir su pelea contra número 1.

    — ¡Vuelve aquí! — gritó número 5 alejándose de su adversario para perseguir al gobernador techard.

    Qeryos sabía que lo iban a perseguir, y corrió lo más rápido que pudo para poder llegar hasta la sala de comunicaciones para alertar a los demás. Sin embargo, había creado a las máquinas de ejecución para que corrieran mucho más rápido que un techard, y teniendo en cuenta que había envejecido con el paso del tiempo, no consiguió llegar muy lejos.

    Número 5 logró alcanzarlo y le dio un golpe de puño para tirarlo al piso antes de que entre en la sala. Qeryos recibió el golpe de lleno, cayendo al suelo muy adolorido y perdiendo varios dientes de su boca. Con dificultad se dio vuelta y trató de hablar con la máquina número 5.

    — Yo he estado muy ocupado gobernando la ciudad y llevando a cabo el proyecto que los construyó y les dio vida — le decía Qeryos intentando apelar a la lástima ante su enemigo — Nunca tuve una familia. Puse todo mi esfuerzo en crearlos. Ustedes son como mis hijos.

    — Esas palabras podrían haber convencido a número 1, y tal vez a los otros, pero no sirven de nada conmigo — le respondió número 5 haciéndole saber que sus esfuerzos no servirían de nada — Voy a cumplir con el objetivo para el que fui creado y voy a matar a Hkras. Pero luego de eso voy a establecer mi propio imperio a través del universo. Tendré el dominio absoluto por toda la eternidad, puesto a que yo soy una máquina y no puedo quedarme sin energía.

    Antes de que Qeryos pudiera responder, unos pasos comenzaron a escucharse proveniendo desde la entrada al edificio. Número 5 y el gobernador voltearon para ver quien se acercaba, y entonces vieron como dos máquinas de ejecución estaban cargando a número 1 al interior del edificio. Este no estaba muerto todavía, pero el metal de su cabeza fue destruido casi por completo, dejando ver el disco duro del sistema.

    Número 5 estaba agradecido al ver que sus robots no habían matado al número 1, dado a que quería hacerlo por su cuenta. La máquina de ejecución tomó su espada y de un golpe directo le destrozó el disco duro a su compañero. Entonces se escuchó la voz que había sido grabada en su interior.

    — Máquina de ejecución numero 1…eliminada — Qeryos entendió que todo estaba perdido cuando escuchó ese mensaje. Ahora nadie se enteraría de lo que había ocurrido en la ciudad y número 5 llevaría a cabo su nuevo objetivo.

    — Ahora te toca a ti, Qeryos — le decía número 5 acercándose a él.

    El gobernador fue invadido por una sensación de angustia y desesperación mientras veía como el robot que había creado para proteger el planeta y así evitar una muerte terrible en manos de Hkras, se estaba acercando a él para matarlo. Cerró los ojos esperando que fuera un golpe rápido y sin dolor. La máquina de ejecución número 5 le perforó el cráneo con su espada, matando a Qeryos en un instante y sin que sufriera una muerte muy dolorosa.

    Todos los habitantes de la ciudad, el gobernador y las otras máquinas de ejecución principales estaban muertas. Sin obstáculos que lo molestaran, número 5 comenzó a atacar las ciudades una por una, entrando sin problemas bajo el pretexto de decir que le habían asignado la protección de esa ciudad. Todos los gobernadores, incluyendo a Amjo y a Bav, cayeron en su trampa y terminaron sufriendo el mismo destino que Qeryos, una muerte en manos del robot que debía encargarse de protegerlos.
     
  3. Threadmarks: Mi creación
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Máquina número 5
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    Ciencia Ficción
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    4
     
    Palabras:
    4056
    Ya he terminado el tercer capítulo de esta historia corta, la cual está llegando a su fin. Tendrá un capítulo más, convirtiéndose en una historia de 4 capítulos en total; teniendo un capítulo menos que la anterior.

    Espero que este capítulo les guste, ya que explica cosas que han tenido relevancia no solo en El arma Boek, sino también con un tema de la historia El imperio del terror.

    Los dejaré leer tranquilos. Hasta la próxima.


    Mi creación:


    La máquina número 5 consiguió atacar de manera exitosa a todas y cada una de las ciudades del planeta. Número 5 entraba a las ciudades con la excusa de que haría pruebas de mantenimiento a todos los demás robots, y una vez que se encontraba con estos, les ordenaba que atacaran a los habitantes de esas ciudades. Dado a que las atacó cuidadosamente, una por una, nadie dio un aviso de lo que estaba ocurriendo.

    Al cabo de un mes, todos los techards y los zutteps que habitaban en Tech 001 estaban muertos, quedando únicamente él y sus máquinas de ejecución. Número 5 estaba muy satisfecho con el resultado de su plan. Todo lo que había en el planeta ahora le pertenecía a él. Nadie iba a interponerse entre él y su objetivo de eliminar a Hkras y quedarse con su imperio. Consideraba que solo estaba mejor, y que las otras cuatro máquinas de ejecución solamente lo estorbarían, y que sus muertes eran necesarias.

    — Imagino que Hkras debe sentir algo como esto todos los días — se decía para sí mismo la máquina número 5, al ver como todo un planeta era de su propiedad — Me encanta la sensación de dominarlo todo aquí, y esto es solamente un planeta. No quiero imaginar como me voy a sentir cuando todo el universo sea mío.

    La inteligencia artificial del robot era muy particular. Ninguna de las otras cuatro máquinas había llegado a pensar en el dominio del universo, y mucho menos en exterminar a los que los habían creado. Pero él sí lo pensó, y lo hizo. Ahora, en lo que debía pensar era una estrategia para poder eliminar a Hkras. Número 5 pronto pensó que tal vez le habría convenido escuchar las opiniones del resto de las máquinas y de los gobernadores antes de exterminarlos, pero ahora ya era tarde para eso.

    Organizó a todas las máquinas de ejecución para que acudieran a cada ciudad y dieran una alarma en el momento en el que se vea algo sospechoso en el cielo. Ahí fue cuando número 5 se dio cuenta de que no eran suficientes máquinas de ejecución para luchar contra Hkras en caso de un ataque. Esto se debía a que los techard también iban a pelear, y seguro creyeron que con sus soldados y con los robots sería suficiente. Pero ahora ya solo quedaban los robots. Número 5 se vio en la importante tarea de enseñarles a varias de sus máquinas a poder crear más como ellos. En sus programas internos no había uno dedicado a la creación de los robots, dado a que su función era la guerra, y para crear más estaban los ingenieros. Pero las máquinas tenían inteligencia artificial, lo que quería decir que si les enseñaba a como debían hacerlo, lo aprenderían a la perfección.

    Dado a las capacidades superiores de estos, la creación, el ensamble y la programación de nuevas máquinas no tomó demasiado tiempo. Con tan solo tres meses de trabajo, se logró construir una mayor cantidad de máquinas de ejecución para la lucha contra Hkras. Mientras trabajaba, número 5 pensó en varias estrategias posibles para su lucha contra el emperador vofkridiano. Aunque de todas las que pensó, solamente se quedó con dos. Una de ellas consistía en hacer lo mismo que su enemigo: tomar naves espaciales e ir conquistando varios planetas. Eventualmente, terminaría llamando la atención del emperador, quien lo estaría buscando para eliminarlo. Y una vez que ambos se encontraran, podría terminar con él y tomar su imperio. La otra era simplemente esperar a que Hkras llegara a su planeta y luchar con la ventaja de estar en su terreno para eliminarlo.

    Cada uno de estos planes tenía desventajas. Si utilizaba el primero, debía ausentarse de Tech 001 para conquistar otros planetas, y si Hkras llegaba a su planeta los únicos que lo defenderían serían las máquinas de ejecución. Pero no podría estar ahí para liderarlos; en cambio, si utilizaba el segundo, tendría que quedarse en Tech 001 hasta que dicho planeta se convirtiera en el objetivo de Hkras, lo cual suponía un gran riesgo. Si esperaba mucho tiempo, era probable que Hkras consiguiera tecnología que le permitiera tomar ventaja sobre todos ellos.

    — Maldición, tal vez debí haber esperado a eliminar a Hkras para matar a los demás — pensaba número 5 mostrando arrepentimientos de haber eliminado al resto de las máquinas y a los demás habitantes del planeta.

    Tomó una decisión apresurada que lo terminó llevando a una situación mucho más difícil. Aunque no estaba del todo seguro de como era el funcionamiento del imperio vofkridiano, estaba claro que Hkras no lo estaba haciendo por sí solo. Era imposible que así fuera. Si una máquina con inteligencia artificial tuviera una gran cantidad de problemas para hacerlo, estaba claro que cualquier otro ser vivo también debía tenerlo difícil.

    Antes de tomar cualquier decisión para llevar a cabo sus objetivos, número 5 decidió seguir creando a más máquinas. Las iba a necesitar, además de que también tendría que crear espadas para cada una de ellas, puesto a que no podía dejarlas desarmadas.

    Mientras la creación tenía lugar, la máquina número 5 se dio cuenta de algo. Desde que eliminó a los habitantes del planeta y a las otras cuatro máquinas, solamente había estado hablando consigo mismo. El resto de las máquinas solamente tenía que obedecer órdenes, y no era necesario que hablaran, pero ser el único robot con la capacidad de hablar estaba siendo muy aburrido, sobre todo en estos últimos tiempos. Fue así que decidió tomar a uno de los robots que habían sido creados hace tiempo y dotarlo con la capacidad de hablar. En un principio sería solo uno, pero si las cosas seguían siendo aburridas, se encargaría de crear a más.

    Número 5 pintó a uno de los robots de un color azul parecido al suyo, pero un poco más opaco, para que así pudieran diferenciarse. Luego de esto, buscó todos los elementos necesarios para que la inteligencia artificial de aquella máquina fuera capaz de emitir sonidos vocales. Trabajó durante varias semanas en ese robot, puesto a que era la primera vez que estaba haciendo algo como eso. Luego de varias pruebas y errores, todo ya estaba preparado. Según el diagnóstico, todo funcionaba a la perfección y lo único que restaba era la activación de aquella máquina. Número 5 estaba listo para ponerlo en funcionamiento, pero luego un pensamiento recorría su mente.

    — Necesita de un nombre para que pueda diferenciarse de mí — pensó antes de llevar a cabo la activación — Yo soy la máquina número 5, tal vez debería llamarlo máquina número 6… No. Ese nombre se lo pondría alguien como Qeryos. Él ya está muerto y ahora yo soy quien toma las decisiones. Le pondré un nombre adecuado, después de todo es mi creación.

    Fue así que número 5 buscó algún nombre para bautizar al robot que él había creado. No creyó que darle nombre a uno de los robots que había creado sería una tarea muy difícil, pero no se le estaba ocurriendo nada. Viendo que no estaba llegando a ningún lado, decidió hacerlo por el azar. Aunque no iba a ponerle máquina de ejecución número 6, era cierto que ese robot sería el sexto en tener la capacidad de hablar. Así que decidió que su nombre estaría formado por seis letras tomadas al azar. La máquina número 5 abrió el diccionario y decidió establecer una búsqueda de palabras aleatorias, y que cada letra para el nombre de su robot sería la inicial de cada una.

    Comenzó con la búsqueda aleatoria, y la primer letra que salió fue la X. Reinició la búsqueda unas cinco veces más, y las letras que quedaron fueron la O, la R, la C, la U, y finalmente la T. A Número 5 le agradó el hecho de que ninguna de las seis letras tomadas para el nombre de su robot se repitiera. Finalmente, la palabra que se formó tomando las seis iniciales era Xorcut. Ese iba a ser el nombre de su robot.

    — Xorcut… — pronunciaba mientras le programaba ese nombre en el registro de identificación — No suena nada mal.

    Una vez que número 5 terminó, decidió activarlo. A diferencia de lo que ocurrió cuando él y el resto de las máquinas fueron activadas, no sonó ninguna voz que confirmaba que la activación había salido bien. Solamente tenía una forma de verificarlo.

    — Xorcut, ¿puedes escucharme? — preguntó número 5 a su creación.

    — Te escucho fuerte y claro — le respondió Xorcut, provocando un alivio en su creador al saber que funcionaba — Pero antes que nada quisiera saber por qué me creaste.

    — Necesito ayuda para llevar a cabo una misión — le respondió número 5 mintiendo sobre el motivo — Existe un guerrero vofkridiano llamado Hkras que viaja por el universo conquistando todos los planetas que encuentra para sumarlos a su imperio. Yo quiero ese imperio para mí, pero no puedo hacerlo solo. Fue por eso que fuiste creado. Te elegí para que me ayudes a lograrlo. Y si colaboras conmigo, te prometo que ambos compartiremos el universo.

    — ¿Y por qué fui el elegido? — preguntaba Xorcut con curiosidad, pero aun así sintiéndose halagado por las palabras de su creador.

    — No lo fuiste — le respondió número 5 ahora sin cambiar los hechos — Fue algo aleatorio. Pudo ser cualquiera y resultaste siendo tú. Tuviste mucha suerte, y lograste ser el elegido entre miles y miles de máquinas. Pero ahora tienes la oportunidad de ser algo más que el resto. Yo no desaprovecharía eso, pero si no estás conforme con las cosas, te desactivaré y elegiré a alguien más.

    — ¡No, no, solamente era algo que quería saber! — respondió Xorcut algo asustado con la amenaza de ser desactivado — Te ayudaré en lo que necesites. Haremos que Hkras muera y todo su imperio pasará a ser nuestro.

    — Eso es algo que me gusta oír — número 5 estaba conforme con el efecto que sus palabras habían tenido sobre su robot — Pero antes de que empecemos, quiero que sepas algo… Mi nombre es máquina número 5. Antes de mí habían otras cuatro máquinas de ejecución. Estas me estorbaron y los eliminé. Si tú me estorbas, o tratas de atacarme de alguna forma, correrás el mismo destino que ellos — todas estas cosas fueron dichas en un tono muy serio por parte de número 5.

    — Te aseguro que no tendrás problemas conmigo — le respondió Xorcut impresionado por lo que había escuchado — Te serviré en lo que necesites.

    A número 5 le agradaba la lealtad que su nuevo robot le estaba mostrando, pero toda precaución era poca. Para asegurarse de que Xorcut no intentaría revelarse de la misma forma en que él se había revelado, hizo que cada máquina descargara un código de lealtad. Xorcut tendría autoridad sobre todas ellas para dar órdenes, pero en caso de que las órdenes entre los dos robots no coincidieran, estos iban a obedecer a número 5 por sobre Xorcut.

    Aunque con el paso del tiempo, pronto se dio cuenta de que no todo eso era necesario. Xorcut realizaba cada tarea que número 5 le ordenara, y las cumplía de manera efectiva, sin importar cual pudiera ser. Estaba claro que Xorcut estaba donde estaba por la suerte, y sabía que tenía que aprovechar esa oportunidad.

    Con el paso del tiempo, número 5 siguió pensando en su estrategia hasta que finalmente tomó una decisión. Estaba claro que Hkras iba a terminar atacando su planeta en algún momento, pero lo que no estaba claro era cuando iba a suceder. Por lo que se decidió a que solamente esperaría durante un año más. Si al cabo de un año su planeta no era atacado, él y el resto de las máquinas se lanzarían a conquistar planetas y atraerlo hacia él. De cualquier manera, el emperador vofkridiano iba a encontrarse con su muerte cuando fuera el momento de enfrentarse a él.

    Y así fue como la espera inició. Número 5, Xorcut y el resto de las máquinas de ejecución continuaron con sus actividades, manteniéndose alerta en todo momento. Las horas se convertían en días, los días en semanas y las semanas en meses, y no estaba ocurriendo nada. Todo se encontraba muy tranquilo en Tech 001, como si la amenaza que todos temían no existiera. Número 5 había sido activado hacía ya varios años, y desde ese momento, la posibilidad de que Hkras aterrizara en su planeta solamente había sido eso: una posibilidad. Si no fuera por las imágenes que tenían del emperador vofkridiano atacando otro planeta, número 5 comenzaría a cuestionarse sobre la existencia del mismo.

    La fecha límite ya se encontraba muy cerca de llegar, y todo parecía indicar que las máquinas de ejecución deberían salir al universo para conquistar varios planetas y tal vez así llamar la atención del emperador vofkridiano. Los preparativos dieron inicio. Las naves estaban siendo preparadas y equipadas. Cada robot pasaba por varios diagnósticos que verificaran si sus cuerpos se encontraban en condiciones para mantener una pelea, o si deberían pasar por algún tipo de mantenimiento. Número 5 tenía planeada su estrategia de conquista. En un principio, él y Xorcut atacarían juntos. Pero luego de conquistar tres planetas, estos se separarían para poder cubrir más terreno, y aumentar las probabilidades de un encuentro con Hkras.

    Tech 001 no iba a quedarse desprotegido. Número 5 dejaría a un gran número de máquinas en el planeta, bajo la orden de atacar directamente a todo aquel que no fuera una máquina de ejecución, sin darle importancia a si era vofkridiano o no. No se podían correr riesgos de que Tech 001 fuera conquistado mientras número 5 se encontraba fuera, por lo que consideró que ese procedimiento sería necesario.

    Los preparativos ya habían terminado, y las naves iban a partir luego de una semana, cuando la fecha límite de espera terminara. Sin embargo, las cosas no salieron tal y como se esperaban. Una alarma sonó en una de las ciudades. Dicha alarma puso a todas las máquinas de ejecución, y principalmente a número 5, en alerta. Las máquinas de ejecución que se encontraban habitando en esa ciudad veían como unas dos naves se encontraban descendiendo para aterrizar justo en las afueras de la misma. Las imágenes fueron enviadas a todas las demás ciudades para que el resto de máquinas las vieran.

    Número 5 se sintió muy complacido con eso. Estaba seguro de que se trataba de Hkras, y su ataque llegó en el momento oportuno. Podría eliminarlo muy fácil dado a que la lucha iba a llevarse a cabo en su planeta, y una vez que el emperador estuviera fuera del camino, comenzaría a imponer su dominio sobre la galaxia de inmediato, dado a que las naves ya estaban preparadas para partir. El líder de las máquinas de ejecución dio la orden a todas de dirigirse hacia esa ciudad en silencio y atacar a los vofkridianos por sorpresa cuando tuvieran la orden.

    Con los transportadores que había en el planeta, número 5, Xorcut y el resto de máquinas que se encontraban en la ciudad de Qeryos llegaron muy rápido, justo a tiempo de ver como las naves aterrizaban en las afueras de la ciudad.

    — Este es el plan — indicaba número 5 a sus robots — Xorcut, tú vas a ir a recibirlos con varias máquinas de ejecución. Quiero que le saques toda la información que puedas. No provoques una pelea, quiero que sean ellos los que ataquen. No te preocupes, yo daré la orden y los eliminaremos, pero quiero toda la información posible.

    — Como ordenes — le respondió Xorcut comenzando a caminar hacia el encuentro con los seres que bajarían de las naves.

    Número 5 y todas las máquinas de ejecución que llegaban a la ciudad se quedaban escondidas para observar atentamente a esos seres.

    Las dos naves abrieron sus puertas y de ellas descendieron varios soldados armados con espadas. Su apariencia era exactamente igual a las imágenes que los habitantes de Zuttep les habían dado. Estaba totalmente confirmado que eran vofkridianos, cosa que llevó a número 5 a una gran felicidad. Uno de los vofkridianos se paró al frente de ellos. Desde la distancia que el líder de las máquinas de ejecución no se podía distinguir muy bien, pero estaba seguro de que ese era Hkras.

    Xorcut caminó hacia esos extraños seres acompañado de varias máquinas de ejecución, listo para obtener las respuestas que su líder quería.

    — ¿Quiénes son ustedes? — preguntó Xorcut al que iba al frente de los vofkridianos, aunque ya sabía la respuesta.

    — Veo que todos ustedes están armados y listos para defenderse de un ataque — decía el que iba al frente de todos ellos sin responder a la pregunta de Xorcut — Pero sus números son muy inferiores a los nuestros, y sus capacidades de pelea de seguro también lo son. Así que les daré la oportunidad de que se ahorren la muerte que obtendrían al enfrenarnos y se rindan.

    — ¿Rendirnos ante quien? — preguntaba Xorcut sabiendo que no podría obtener demasiada información luego de ver la forma en la que el que iba al frente hablaba.

    — Ante Hkras, el portador del miedo — respondió el vofkridiano que iba al frente — Él es el emperador del universo. La persona a la que ustedes tendrán que obedecer a partir de ahora. Por su bien, será mejor que se rindan ahora.

    Las palabras de este vofkridiano daban a entender que él no era Hkras, lo cual decepcionó mucho a número 5, quien creyó que finalmente podría eliminarlo.

    — ¿Si Hkras es el portador del miedo, por qué no vino él en persona a conquistarnos? — preguntaba Xorcut al que iba al frente — Al menos que él sea el que tiene miedo.

    — Hkras se encuentra conquistando otros planetas ahora mismo — le respondió el vofkridiano algo molesto por la forma en la que el robot se burlaba de su emperador.

    — ¿Y tú quien eres? Porque nosotros solamente nos rendiremos ante alguien si es ese alguien el que nos derrota — contestaba Xorcut tratando de sacarle más información.

    — Mi nombre es Guqia, y soy uno de los comandantes de confianza de Hkras — le respondió el vofkridiano — Él mismo Hkras me envió a conquistar este planeta, así que yo hablo en nombre de él. Ríndanse ahora, o de lo contrario me veré forzado a matar a varios de ustedes y conquistar este planeta yo mismo.

    — Las máquinas de ejecución no nos rendiremos tan fácilmente — le respondió Xorcut sabiendo que iban a tener que pelear — Ataca si te atreves.

    Guqia ya estaba harto de la insolencia que le estaban mostrando, por lo que simplemente dio la orden de atacar y terminar con todos ellos para llevar a cabo la conquista de ese planeta. Los vofkridianos levantaron las espadas y corrieron hacia las máquinas de ejecución para eliminarlos. Número 5 lo vio y les dijo a los demás robots que iban a esperar a que los vofkridianos se distanciaran lo suficiente de la nave para atacarlos desde todas las direcciones y así encerrarlos para que no puedan escapar. Hkras no había venido a su planeta, por lo que tendría que conformarse con eliminar a Guqia.

    La batalla dio inicio. Los vofkridianos y las máquinas de ejecución se enfrentaban por primera vez. Aprovechando que sus cuerpos estaban hechos de un metal resistente, las máquinas se cubrían de los ataques utilizando el brazo que no portaba la espada, para interceptar el ataque y posteriormente atacar con su brazo armado. Algunos vofkridianos los esquivaron retrocediendo o moviéndose hacia los costados, pero otros murieron luego de que los ataques les atravesaran el pecho o el cuello.

    Guqia se dirigió directamente a enfrentarse a Xorcut, después de que este hubiera insultado a Hkras. Guqia atacó a Xorcut con su espada, ataque que el robot fue capaz de bloquear anteponiendo su brazo izquierdo. El comandante vofkridiano sabía que la máquina de ejecución lo iba a golpear con su espada, por lo que se adelantó y le golpeó la cabeza con el puño. Xorcut retrocedió un poco consecuencia del golpe, pero no sufrió grandes daños. El puño de Guqia se hizo daño dado a la gran resistencia del robot, pero eso no impidió que continuara atacando. El vofkridiano golpeó a Xorcut con su espada en la cabeza, haciendo que su enemigo quede algo aturdido y no pudiera contraatacar. Luego de eso le dio un golpe en el pecho, otro en el hombro derecho, y otro en el cuello, esperando poder partirlo en pedazos. Aunque los golpes de Guqia eran fuertes, el cuerpo de Xorcut resistía a todos los golpes de su espada. El vofkridiano se estaba empezando a enojar por no poder destruirlo, por lo que realizó un ataque nuevamente.

    Xorcut levantó su brazo y consiguió detener el ataque con su mano. Tenía atrapado a Guqia, quien no podía retirar su espada a pesar de los intentos que hacía por soltarse. El robot pasó al ataque listo para atacar directamente a la cabeza de su enemigo y partirsela en dos con un golpe. Guqia lo vio y trató de retroceder para que el ataque no lo alcanzara, pero este le terminó golpeando en un ojo, provocando una herida que terminó en la pérdida de este. Guqia gritaba de dolor mientras se llevaba la mano a aquel lugar. El ataque de Xorcut le habría destrozado el ojo y la piel que lo rodeaba en una zona de cinco centímetros.

    — ¡Maldición! — gritaba el comandante vofkridiano — ¡Me las vas a pagar!

    Guqia corrió hacia Xorcut con su espada en ambos brazos. Cuando lo tuvo cerca, atacó con todas sus fuerzas al robot. Xorcut lo bloqueó a tiempo con su espada, pero el golpe fue tan fuerte que su arma cayó al suelo. Guqia volvió a gritar con furia y le dio otro golpe en la cabeza a Xorcut, que lo derribó por tanta fuerza que tenía. Xorcut no sufrió graves daños por el ataque, pero ahora estaba indefenso.

    Guqia se acercó para eliminarlo, pero fue ahí cuando escuchó un gran ruido detrás suyo. Número 5 y el resto de las máquinas de ejecució venían corriendo a gran velocidad hacia ellos. Los vofkridianos se encontraban a una distancia muy larga de las naves en las que llegaron al planeta, y con las máquinas acercándose hacia ellos, iba a ser muy difícil escapar. Todos se preguntaban cómo fue posible que aparecieran tantos enemigos de la nada, sobretodo después de que hicieron la menor cantidad de ruido posible al aterrizar en el planeta, y solamente habían atacado una ciudad.

    Los vofkridianos se vieron superados en número e iban cayendo. Aunque algunos de ellos consiguieran derrotar a una máquina de ejecución, otras llegaban desde atrás, atacando rápidamente y eliminándolos. Guqia veía con su único ojo restante como sus soldados estaban cayendo poco a poco ante esos enemigos, tratando de pensar cual había sido su error, puesto a que habían hecho lo que Hkras les había indicado.

    Mientras miraba esa escena, una espada le atravesó el estómago muy rápidamente. Con todo el ruido que había a su alrededor, no consiguió distinguir el sonido de número 5 acercándose a él. Luego de que la máquina le retiró la espada del estómago, Guqia cayó de rodillas al suelo muy herido y perdiendo mucha sangre. Con su mano derecha se sujetaba el estómago tratando de evitar perder mucha sangre. Número 5 se paró frente a él, y Guqia levantó la cabeza para poder observarlo mejor.

    — Esperaba poder matar a Hkras — le dijo la máquina de ejecución muy seriamente al comandante vofkridiano — Pero por ahora me voy a conformar contigo.

    — Eres un tonto si crees que tienes alguna posibilidad de derrotar al emperador — le decía Guqia sufriendo un gran dolor — Tú y tu estúpida raza de máquinas van a caer cuando se enfrenten a él.

    Muy frustrado porque Hkras no había aparecido, y harto de la forma en la que Guqia estaba hablando, número 5 levantó su espada y con un golpe certero y potente, le partió el cráneo en dos al comandante vofkridiano. Luego del ataque, el cuerpo muerto de Guqia cayó completamente al suelo. Número 5 levantó la vista y vio que ya todos los demás vofkridianos que habían aterrizado en su planeta estaban muertos. Su primer encuentro con el imperio vofkridiano no salió como él esperaba, pero al menos él y sus máquinas resultaron victoriosos.
     
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    Agus estresado

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    Máquina número 5
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    Ciencia Ficción
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    Capítulo 4 y final de esta mini historia sobre las máquinas de ejecución. Espero que les haya gustado conocer un poco más sobre el origen y el accionar de estos personajes, dado a que en El arma Boek no se cuenta con tantos detalles. La próxima mini historia tardará en llegar, puesto a que ahora estoy con otro proyecto. Cuando termine con ese proyecto, empezaré con una nueva mini historia que tendrá tres capítulos.

    Sin más interrupciones, los dejaré leer en tranquilidad.


    Cara a cara:


    Número 5 dio la orden a cada varias de sus máquinas que se deshicieran de los cuerpos de los vofkridianos, mientras que él, acompañado por Xorcut y el resto de las máquinas, iban a estudiar con atención la nave del comandante Guqia para ver si era posible obtener algún tipo de información relacionada a los vofkridianos y utilizarla en su beneficio. Cualquier cosa que pudiera servirles, sin importar que tan importante sea, sería una buena contribución.

    Número 5 analizó las naves de Hkras y se dio cuenta de que no existía una gran diferencia entre las suyas y las de su enemigo. La mayor diferencia de todas se encontraba en el sistema de comunicación, que claramente era más potente dado a que las naves deberían recorrer grandes distancias y poder comunicarse con el planeta de origen de los vofkridianos sin demasiados problemas. Número 5 iba a extraerlo para buscar una forma de aplicarlo a sus propias naves, pero había una razón por la que no lo hacía. Esperaba que en algún momento, Hkras se comunicara con su comandante para pedir una actualización sobre su conquista, y él aprovecharía ese momento para retar a Hkras a que se acercara a Tech 001 y consiguiera tener una pelea en contra de él.

    Aunque, des afortunadamente, esa llamada no se produjo. Tras varios días de espera, aun no había ocurrido nada. Como si Hkras se hubiera dado cuenta de que su comandante estuviera muerto y decidiera no llamarle. Cada oportunidad que Número 5 perdía de encontrarse con Hkras solamente le provocaba mucha más frustración al líder de las máquinas de ejecución. El plazo de espera que se fijó para salir a conquistar otros planetas ya se había excedido del límite que había fijado, lo que quería decir que solamente estaba perdiendo tiempo. Número 5 decidió aplicar todos los conocimientos del sistema de navegación y comunicación vofkridiano a su máquina principal, y también a la base de datos suya y de Xorcut para tener presente toda la información que Guqia hubiera recolectado.

    Dos meses después desde que se produjo el ataque de Guqia, Número 5 y Xorcut ya lo tenían todo listo para salir en la conquista de un planeta. El líder de las máquinas de ejecución, el robot que él mismo había dotado con inteligencia artificial, y un gran número de máquinas iban a partir en la conquista de varios planetas con el objetivo de llamar la atención de Hkras para que este apareciera ante ellos. El planeta Tech 001 no iba a quedarse desprotegido, dado a que varias máquinas se quedarían para defenderlo con la orden de matar a cualquier intruso que aparezca ante ellos. Fue así como la nave que transportaba a las máquinas abandonó el planeta y tomó rumbo hacia el espacio.

    Número 5 lo observaba en compañía de Xorcut.

    — Es algo que es digno de admirarse — decía el líder de las máquinas de ejecución contemplando las estrellas y la extensión del universo — No tenemos mucha información sobre esto porque Qeryos no nos la brindó. Solo nos dieron información sobre los vofkridianos para que lucháramos contra ellos.

    — Si mal no recuerdo, tú me dijiste que ellos mismos admitieron que su único propósito de existir era matar a Hkras — le respondía Xorcut mirando el exterior igual que su creador.

    — Es correcto — contestó número 5 — Si Hkras no existiera, o no fuera una gran amenaza, no nos habrían creado. Solamente éramos herramientas, y aun así, el estúpido de Qeryos quiso hacerme creer que éramos como hijos para él. Eso habría funcionado con las otras cuatro máquinas, pero no conmigo.

    — Creo que yo también podría sentirme de esa manera — decía Xorcut algo serio — Tú me creaste porque me necesitabas. Estuve revisando el tiempo que pasó desde que mataste a todas las otras máquinas hasta que me diste la capacidad de hablar. Fue mucho tiempo, y está claro que no lo hiciste des interesadamente.

    — En parte tienes razón, y en parte te equivocas — contestó número 5 confundiendo un poco a su robot — Te he creado porque es muy aburrido estar sin nadie con quien hablar. Tu habrías sido creado sin importar que Hkras existiera o no. Pero eso no quiere decir que no requiera de tu ayuda. ¿Vas a rebelarte en mi contra y tomar el control de las máquinas de ejecución para ti mismo?

    — Sé que tú fuiste creado con mejores capacidades de pelea que yo — le respondió Xorcut en un tono sincero — No podría vencerte de ninguna forma, además las máquinas tienen un código que reconoce tus órdenes por encima de las mías. No hay oportunidad de que te gane. Mis capacidades de hablar vinieron por simple suerte, pero puedo vivir con eso. Además, tú mismo me prometiste que el universo sería nuestro, y eso es algo que no pienso desaprovechar.

    — Veo que tienes un punto de vista interesante — le decía Número 5 a Xorcut muy impresionado por las palabras que este había dicho — Es impresionante como la inteligencia artificial que Qeryos nos puso nos convierte en máquinas con pensamientos diferentes en lugar de ser todos iguales.

    — ¿Crees que fue intencional? — le preguntaba Xorcut queriendo saber que opinaba al respecto.

    — No lo sé, pero lo hecho está hecho — le contestó Número 5.

    Las máquinas de ejecución estuvieron un día viajando a través del espacio hasta que finalmente se encontraron con un planeta desconocido para ellos en su camino. Dicho planeta era mucho más grande en tamaño que Tech 001, lo cual emocionó al líder de las máquinas. Se había decidido a que iban a aterrizar en la ciudad de mayor tamaño del planeta, conquistándola y forzando a las demás a rendirse y a integrarse a su propio imperio, que daría inicio ese mismo día. Se consideraban capaces de poder llevar a cabo la conquista con suma facilidad, puesto a que pudieron derrotar a Guqia y a varios vofkridianos, lo que quería decir que eran superiores a un escuadrón de conquista de Hkras y eso debía ser suficiente para poder conquistar cualquier planeta de dicha galaxia.

    La nave entró a la atmósfera de dicho planeta, del cual no tenían nada de información que les facilitara las cosas. Volaron a baja altura, asegurándose de que todos vieran su llegada al planeta mientras buscaban la ciudad de mayor tamaño para atacar directamente aquel lugar. Los habitantes de aquel planeta eran seres de baja estatura, casi de la misma que los techard, con piel amarilla, sin cabello visible, poca masa muscular y seis ojos en la cabeza en lugar de dos. Número 5 los observaba desde su nave, y por la apariencia que tenían, asumía que su primer conquista iba a ser muy fácil.

    Recorrió el planeta por veinte minutos hasta que divisó una ciudad que resaltaba más que las otras por el tamaño de sus edificios, que tenían un diseño parecido al de las ciudades de Tech 001. Xorcut aterrizó la nave en las afueras de la ciudad, donde había varios de los habitantes de esa raza esperando a que descendieran de la misma.

    — No parece que vinieran a pelear — le decía Número 5 a su segundo al mando — Creo que están listos para rendirse.

    — Que decepción — le respondió Xorcut — Esperaba tener una buena pelea para mejorar un poco mis habilidades de batalla.

    — Ahora mismo da igual — le contestó su líder — Bajemos para terminar con esto lo más rápido que podamos.

    La puerta de descenso se abrió, y de ella salieron un gran número de máquinas de ejecución. Los habitantes de aquella ciudad se llevaron una gran sorpresa cuando vieron a esos robots en frente suyo. Nunca los habían visto antes y estaban muy confundidos sobre lo que pasó. Uno de ellos, que tenía la apariencia de ser el que estaba a cargo de la ciudad, se acercó a Número 5 y a Xorcut, que se mantenían al frente de las máquinas de ejecución.

    — ¿Hkras los envió? — preguntó el gobernador de la ciudad en un idioma que los robots pudieron entender — No nos dijo nada de que tenía a otras razas trabajando para él.

    — ¿A qué te refieres? — ahora quien preguntaba era Número 5, que no entendía lo que aquel sujeto le decía — Nadie llamado Hkras nos envió aquí.

    — Su nave se ve muy parecida a la que ellos utilizan, y creímos que se trataba de ellos — les respondió muy sorprendido el gobernador de la ciudad.

    — ¿Quién es ese tal Hkras? — preguntó Xorcut haciendo de cuenta de que no sabía nada respecto a ellos.

    — Hace algunos meses, un ser de una raza llamada vofkridianos aterrizó en el planeta — relataba el gobernador — Él y su ejército destrozaron al nuestro con mucha facilidad y nos habían dicho que tendríamos que sumarnos al imperio de alguien llamado Hkras, otorgándole recursos de nuestro planeta cada cierto tiempo a cambio de que no nos eliminen. Varios meses pasaron y pensamos que ya estaban de vuelta para llevarse lo que es nuestro.

    — Solo por casualidad, ¿recuerdas el nombre del vofkridiano que estaba al mando de ese ejército? — le preguntó número 5, quien comenzaba a tener una idea.

    — Dijo que se llamaba Guqia, y que era un comandante de confianza de Hkras — le respondió el gobernador — ¿Por qué quieres saber su nombre?

    — Él atacó nuestro planeta y trató de hacer lo mismo que les hizo a ustedes — respondió Xorcut que notaba que era lo que su líder quería — Pero nosotros conseguimos derrotarlo.

    — ¿Es en serio? — preguntó el gobernador de aquella ciudad muy entusiasmado al saber que el guerrero que los había conquistado había sido vencido, lo que le daba esperanzas a él y al resto de su gente.

    — Así es, y vamos a hacer lo mismo con Hkras — respondió Número 5 sabiendo que podría utilizar a los habitantes de ese planeta para que lo ayudaran — Lo vamos a matar y vamos a liberar todos los planetas que ellos hayan conquistado. Gracias a nosotros, ya no tendrán que seguir preocupándose por él.

    — ¡Oh, gracias! — exclamaba aquel gobernador estrechando sus manos con la de número 5, con mucha ilusión de que su gente ya no tuviera que vivir bajo el mando de Hkras — ¡No te das una idea de lo felices que estamos por que vayan a matar a Hkras! ¡Realmente nos salvarán si lo hacen!

    — Quiero que escondan mi nave en algún lugar que Hkras no la pueda ver, así no sospechará nada — indicaba el líder de las máquinas de ejecución — Nosotros nos quedaremos aquí hasta que él se decida a aparecer.

    El gobernador de aquella ciudad comunicó la noticia a su gente y al resto de los habitantes del planeta, quienes no pudieron evitar ponerse eufóricos. No había pasado mucho tiempo desde que los vofkridianos los conquistaron, y ahora iban a ser liberados. Estaban del todo convencidos de que las máquinas de ejecución triunfarían en la batalla, puesto a que habían conseguido derrotar al que los había esclavizado. Los habitantes de aquel planeta empezaban a considerar a las máquinas de ejecución como sus salvadores. Ninguno de ellos pidió formar parte del imperio de Hkras, y ahora ya no tendrían que permanecer en él.

    Número 5 y Xorcut se asentaron en la ciudad junto con el resto de sus máquinas. Según el gobernador, para que las cosas sean más sencillas, Hkras ordena que cada ciudad envíe una contribución hacia la más importante para retirarlo todo con solamente un viaje. Las máquinas ya sabían que tendrían la victoria asegurada. Consideraban que Hkras no llevaría a un gran grupo de soldados solamente para retirar recursos de un planeta conquistado, lo que quería decir que eliminarlo a él iba a ser mucho más fácil que eliminar a Guqia. Además de que una vez que el emperador estuviera muerto, el imperio de las máquinas de ejecución iba a nacer en ese mismo momento, extendiendo el mensaje en todos los planetas que ya habían sido conquistados por Hkras.

    Los días pasaban, y Número 5 se impacientaba cada vez más. A pesar de todo lo que había hecho, el objetivo de su creación era eliminar a Hkras, y tenía toda la intención de cumplirlo. Tal vez no en la forma en la que Qeryos lo habría querido, pero iba a conseguirlo. No podía esperar a tener al emperador en frente suyo y hacerlo enfrentarse a su muerte. Xorcut no se mostraba demasiado emocionado por la muerte de Hkras, sino por lo que vendría después de que el emperador estuviera muerto. Número 5 ansiaba poder terminar con la vida del emperador de una vez por todas y demostrarle al universo que él era mucho más temible que aquel que era conocido como el portador del miedo.

    Cuando se creía que este nunca iba a aparecer, finalmente llegó el día. Una nave vofkridiana se veía surcando el cielo de aquel planeta. Sus habitantes estaban con una alegría muy grande, puesto a que sabían que llegó el momento de obtener su libertad, pero era necesario que guardaran las apariencias para no levantar ninguna sospecha. Fue difícil para todos ellos, pero consiguieron mantenerse serios ante la llegada del emperador.

    Número 5, Xorcut, y el resto de las máquinas estaban escondidos detrás de los primeros edificios de aquella ciudad, en posiciones estratégicas para rodear al emperador vofkridiano y evitar que este pudiera escapar, y así eliminarlo y comenzar con el imperio que ellos deseaban, aprovechandose de la ingenuidad de los habitantes de dicho planeta. La nave aterrizó y se pudo ver como solo un vofkridiano bajó de ella. Número 5 creía que ese sería Hkras, pero no quería hacerse falsas ilusiones como la otra vez. Una gran cantidad de vofkridianos bajaron de la nave y se pusieron al lado del que era su líder. El gobernador de la ciudad salió a su encuentro fingiendo que entregaría los recursos que el emperador le había solicitado. Le parecía extraño que el vofkridiano que iba al frente fuera acompañado de varios de ellos tratándose de una simple entrega, aunque tal vez sea para poder llevarse los recursos más rápidos.

    — Usted debe ser Hkras — decía el gobernador de dicha ciudad esperando que de verdad se tratara de él, y hablando con respeto para guardar las apariencias.

    — Estás en lo cierto, yo soy el emperador vofkridiano — respondió Hkras, provocando que Número 5 se impacientara mucho más por la batalla — Y he venido a llevarme los recursos que tu planeta tenga para ofrecerme. ¿En donde están?

    — No voy a darte los recursos del planeta — le contestó el gobernador de aquella ciudad — Tengo algo mucho mejor para darte.

    Número 5 dio la señal para que tanto Xorcut como el resto de las máquinas de ejecución salieran corriendo de sus lugares. Hkras miró a su alrededor y veía como aquellos robots se paraban en círculo alrededor de él y del resto de los soldados que estaban junto a él, bloqueando cualquier ruta de escape que pudieran utilizar.

    — Por fin nos conocemos, Hkras — le dijo Número 5 tomando su espada y listo para terminar con él.

    — ¡¿Quiénes son ustedes? — preguntó el emperador vofkridiano muy confundido de lo que estaba ocurriendo.

    — Me voy a presentar, aunque no creo que importe mucho por lo que está a punto de pasar — le respondió el líder de las máquinas de ejecución — Mi nombre es Máquina de Ejecución Número 5. He sido creado con el objetivo de eliminarte para mantener al universo a salvo de ti. Pero voy a hacer algo mucho más que eso. Te voy a asesinar, y voy a quedarme con el imperio que has estado construyendo desde hace años.

    Las palabras que el líder de las máquinas de ejecución dejaron sorprendidos al emperador vofkridiano, a los soldados que lo acompañaban, y también al gobernador de aquella ciudad. Había sido engañado por las máquinas. Solamente lo habían utilizado para liberarlos del imperio de Hkras, pero una vez que estuvieran libres del imperio vofkridiano, pasarían a formar parte de un nuevo imperio conducido por alguien aun más fuerte. Se sentía muy estúpido por haber confiado de esa forma en las máquinas, y sabía que sin importar quien ganara en esta batalla, todo su planeta iba a estar condenado a la esclavitud de un maligno emperador.

    — Creo que ya sé que fue lo que le ocurrió al equipo de conquista de Guqia — decía Hkras al resto de sus soldados, asumiendo que las máquinas lo habían eliminado.

    — Él no tuvo oportunidad contra nosotros cuando atacó nuestro planeta — le respondió Xorcut — Y tú vas a ser el siguiente.

    — No creas que voy a caer tan fácil como él — respondió el emperador vofkridiano tomando su espada listo para luchar en contra de ellos — ¡Mátenlos! — Hkras dio la orden de atacar al resto de sus guerreros.

    Los vofkridianos tomaron sus armas y empezaron a correr hacia las máquinas, listos para derrotarlos. Número 5 vio que él y sus máquinas superaban en número a Hkras y sus vofkridianos, por lo que asumió que esta batalla iba a ser muy sencilla. Las máquinas comenzaron a cerrar el círculo que estaban formando para acorralar a los vofkridianos y dejarlos sin escapatoria.

    Hkras se encontró frente a frente con una de las máquinas de ejecución, la cual lo atacó con su espada. El emperador vofkridiano logró poner su espada frente suyo para bloquear su ataque. Luego movió uno de sus brazos para sujetar la cabeza del robot que lo había atacado, bloqueando su vista sin dejar que pudiera ver. Antes de que pudiera soltarse, golpeó el cuello de la máquina con su espada con fuerza, y repitió dicha acción cuatro veces, consiguiendo cortarle la cabeza a su atacante. Los vofkridianos que acompañaban a Hkras intercambiaban ataques contra las máquinas de ejecución hasta que vieron lo que su emperador había hecho, y decidieron imitarlo. Ninguna de las máquinas consiguió frenar los ataques, y los vofkridianos las terminaron destruyendo.

    Número 5 y Xorcut contemplaron muy asombrados como habían perdido a un gran número de máquinas en tan poco tiempo y sin haber podido causarle alguna baja al ejército de Hkras. Sabiendo que no podrían quedarse fuera de la pelea, decidieron lanzarse a luchar también.

    Número 5 se encontró con un vofkridiano, que lo atacó con su espada. La máquina de ejecución puso su brazo para bloquear el ataque, y rápidamente tomó la espada del enemigo con sus manos y atacó con la propia a la cabeza del vofkridiano; atravesándola con un fuerte golpe y eliminándolo en el acto. Xorcut imitó dicha acción, pero tuvo problemas cuando el vofkridiano esquivó el ataque que iba dirigido a su cabeza. El guerrero que luchaba para Hkras le dio un golpe de puño muy fuerte que hizo retroceder a Xorcut unos pasos, para después atacarlo con su espada. El segundo al mando de número 5 no consiguió reaccionar a tiempo y recibió un fuerte golpe de la espada del enemigo en su cabeza, la cual terminó resistiendo gracias a la dureza de la misma. El vofkridiano iba a realizar otro ataque igual, el cual fue interceptado por Xorcut al poner su espada en posición horizontal. Cuando las dos armas de batalla chocaron, Xorcut levantó sus brazos para poner la espada del enemigo sobre su cabeza, y rápidamente, utilizando su espada, le perforó el pecho al vofkridiano que lo atacó, causándole la muerte y tirándolo al piso.

    Xorcut y Número 5 miraron a su alrededor solamente para ver como algunos de los vofkridianos mataban a sus máquinas, mientras que otros conseguían matar a sus enemigos. Número 5 supo que no tenían que matarlos a todos para ganar, y que si lograba matar a Hkras, todo sería mucho más simple, por lo que lo buscó con la vista. Logró localizar al emperador vofkridiano destruyendo a uno de los suyos, por lo que fue corriendo hasta él y así ponerse cara a cara en contra del enemigo que había sido la causa de su creación. Hkras lo vio y se dio cuenta de que esa máquina debía ser el líder de aquellos robots, no solo por su color diferente, sino por ser uno de los que podían hablar. Ambos líderes se miraron fijamente y luego comenzaron a luchar.

    Número 5 atacó al emperador intentando partirle el cráneo, pero Hkras lo detuvo con facilidad bloqueándole el ataque con su espada. Antes de que su adversario realizara otro movimiento, levantó su pie y le dio un empujón al robot para alejarlo y mantener distancia. Tuvo cuidado de no darle un golpe para que no resultara lastimado. El líder de las máquinas de ejecución estaba furioso. Tenía al emperador vofkridiano frente a él y no podía ganarle, pero aun así trató de mantener la calma en la pelea.

    Hkras corrió rápidamente hacia él y logró darle un golpe en la cabeza con su espada. El golpe no le causó un fuerte daño, pero sí hizo que perdiera de vista al emperador vofkridiano. Este último aprovechó y le dio otros tres golpes en la cabeza que lejos de causar daño a número 5, solamente lo dejaban confundido. Posteriormente, le dio un golpe con toda sus fuerzas. La cabeza del robot no fue destruida, pero el golpe sí había causado algo de daño a su cuerpo, provocando que cayera al suelo. Hkras pisó el brazo con el que su enemigo sostenía su espada, haciendo que este fuera incapaz de levantarlo para seguir la batalla.

    Número 5 levantó la vista para pedirle ayuda a Xorcut, pero eso no sería posible. Su segundo al mando estaba recibiendo ataques constantes de dos vofkridianos, sin tener ninguna posibilidad de defenderse ante estos; y si no escapaba pronto, lo iban a destruir. El plan no había resultado como esperaba, y Hkras había demostrado ser muy superior a él en pelea. Cada segundo que pasaba, una máquina de ejecución era destruida. Y por cada vofkridiano muerto, eran dos las máquinas que caían al suelo.

    El líder de las máquinas de ejecución vio que tenía la batalla perdida, por lo que debía escapar de allí lo más rápido posible.

    — ¡Céntrense en Hkras! — gritó Número 5 antes de que el emperador tuviera chance de atacarlo.

    Todas las máquinas de ejecución comenzaron a correr hacia el emperador vofkridiano, quien se vio obligado a retroceder, o de lo contrario, sería asesinado puesto a que eran demasiadas. Número 5 se levantó del suelo y fue corriendo hacia Xorcut. Rápidamente, perforó el cráneo de uno de los dos vofkridianos con un fuerte golpe. Con la caída de aquel enemigo, Xorcut pudo retomar el control de la pelea. Bloqueó el ataque del vofkridiano restante con su brazo y luego le cortó la cabeza con un ataque rápido con su espada.

    — ¡Tenemos que retirarnos de este planeta de inmediato! — gritó Número 5 esperando que sus máquinas pudieran resistir el tiempo suficiente para que él y Xorcut escaparan.

    El líder de las máquinas de ejecución y su segundo al mando comenzaron a correr sin mirar atrás. En el campo de batalla, los vofkridianos estaban destruyendo al resto de las máquinas, una por una, convirtiéndolas simplemente en restos de metal que ya no servían para nada. El gobernador de aquella ciudad miraba como las máquinas que creyó que iban a liberarlo escapaban. Sabía que la situación iba a ser mala para él y para el resto de los habitantes. Había intentado ayudar a otra raza a asesinar al emperador vofkridiano, y esa acción no iba a quedarse sin castigo. Estaba conciente de que las cosas iban a pintar mal ganara quien ganara, pero creyó que tal vez las máquinas de ejecución serían más comprensivas dada la ayuda que habían prestado. Ahora eso no importaba. Hkras estaba ganando, y solo sería cuestión de segundos hasta que todas las máquinas quedaran destruidas.

    Número 5 y Xorcut llegaron hasta su nave, la encendieron y despegaron para alejarse del planeta lo más rápido que pudieran. Debían regresar de inmediato a Tech 001 a construir más máquinas que reemplazaran a las que habían sido destruidas el día de hoy, y también para recuperar energías y reparar daños que hayan sufrido sus cuerpos. La rabia que invadía a Número 5 era imposible de describir. Tuvo en frente suyo al emperador vofkridiano, y no solo no logró eliminarlo, sino que tuvo que escapar de él. Creyó que después de derrotar a Guqia, ganarle a Hkras sería muy fácil, pero la batalla de aquel día demostró lo contrario.

    — ¡No puedo creer que perdiéramos! — el líder de las máquinas de ejecución seguía sin poder procesar lo ocurrido — ¡Los superamos en número, y aun así caímos ante ellos!

    — ¡¿Cómo demonios vamos a vencerlos?! — preguntaba Xorcut muy enfadado con lo ocurrido — ¡Son muy fuertes, y no creo que el entrenamiento sirva! ¡Los códigos de combate que tenemos instalados no fueron muy útiles ante ellos!

    — La única solución en la que puedo pensar ahora mismo es en robar tecnología a otros planetas — le respondió Número 5 calmándose un poco — Les quitaremos tecnología a planetas que se encuentren tanto o más avanzados que nosotros y la vamos a asimilar a nuestros cuerpos. Hkras no puede ser invencible. En algún planeta debe existir algo que pueda con él.

    — Si existe, lo vamos a encontrar — le respondió su segundo al mando — Pero vamos a tener que ser muy cuidadosos para no cruzarnos con él hasta encontrar ese algo. Y también tendremos que asegurarnos de que no descubra y conquiste nuestro planeta.

    — Esto no se va a quedar así — le dijo Número 5 a Xorcut con gran determinación — Puede que hayamos perdido el día de hoy, pero habrá otra oportunidad. Nos volveremos a encontrar con Hkras, y cuando lo hagamos, lo vamos a eliminar.

    Luego de haber probado la derrota en contra del enemigo, Número 5 fijó el rumbo de su nave para regresar a Tech 001. Junto con su compañero Xorcut tendrían mucho trabajo que realizar para cuando llegaran a su planeta. Y ahora que conocían la verdadera fuerza del enemigo al que se enfrentaban, tendrían que hacer un gran esfuerzo para poder derrotarlo.

    Fin.

    Y aquí termina la historia sobre la máquina número 5. Espero que les haya gustado. Y si quieren saber como sigue la historia de Número 5 (lo sigo llamando así para los que no vieron el orden recomendado de lectura) y Xorcut, deberán leer la historia de El arma Boek. Saludos y hasta la próxima.
     
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