Thriller Luces de neón

Tema en 'Relatos' iniciado por Gigi Blanche, 14 Mayo 2019.

  1.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Título:
    Luces de neón
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1190
    Relato inspirado en la canción The man who sold the world, original de David Bowie, aunque la versión en la que yo me inspiré es la de Nirvana.

    Luces de neón

    .
    .
    .

    Las luces rojas y azules de neón delinean formas irregulares en los charcos de agua. Los oídos del hombre permanecen ofuscados en el impacto de sus zapatos sobre el pavimento, de las gotas de lluvia rebotando en la superficie del paraguas. El vapor se entremezcla con el humo del cigarro al exhalar. Intenta recordar la primera vez que encendió uno, pero no puede. Busca también las razones que lo condujeron a estar transitando esas calles oscuras y vacías, y no las encuentra.

    Exhala el humo un poco más lento y suspira.

    Las luces rojas y azules de neón brillan alternadas sobre su cabeza cuando pasa por la boca de un callejón. El sonido de sus pasos se detiene, y gira la cabeza en cámara lenta. Allí, bajo una escalera, hay algo. Alguien. Una silueta quieta y silenciosa. Oye la lluvia rebotar sobre su paraguas y piensa que esa persona se estará empapando. También piensa que se ve triste. El cigarro se le hace amargo entre los labios y lo escupe con rechazo, hundiéndolo en un charco de agua, aplastándolo con la punta de su zapato.

    Gira en el callejón y va hacia la escalera. La silueta alza la mirada y sus ojos conectan.

    Sin reflexionarlo demasiado, el hombre estira el brazo y protege al desconocido de la lluvia. Éste lo observa en silencio durante varios segundos, luego acepta su paraguas y sonríe en agradecimiento. El cabello del hombre comienza a mojarse y, por alguna razón, se siente tranquilo.

    —¿Hace mucho que fumas?

    La pregunta lo sorprende, mas no permite que se refleje en su expresión. De pequeño le enseñaron a no demostrar el efecto de los acontecimientos sobre su persona, le dijeron que es sinónimo de debilidad. Y él jamás cuestionaría la veracidad de sus mayores.

    —Algo así.

    Sus palabras suenan vagas y desinteresadas, y una voz en su interior le hace sentirse orgulloso de no dejarse amedrentar. La voz en su interior es igual a la de su padre, pero eso se niega a escucharlo. El desconocido, sin embargo, parece leer a través de su armadura.

    —¿Cómo ha estado?

    El hombre frunce el ceño apenas y entierra las manos en sus bolsillos ante la molesta e inquietante certeza de saber a quién se está refiriendo. ¿Cómo? ¿Cómo es que sabe tanto?

    —Falleció hace dos meses.

    Una nota de tristeza revolotea en los ojos del desconocido, ahora visibles al correrse de la escalera, y el hombre reconoce el brillo oscuro característico de su mirada. Traga saliva, olvidándose poco a poco de su armadura, y se las ingenia para fabricar una afable sonrisa.

    —Descuida, se fue en paz —murmura, porque siente la necesidad imperiosa de apagar la nostalgia que reverbera en los ojos de su interlocutor, ya no un desconocido—. Se dio cuenta de muchas cosas.

    —Eso es bueno. ¿Se disculpó?

    —Sí.

    —¿Y tú lo hiciste?

    —También.

    Silencio. Ambos hombres sonríen y aprecian el sonido de la lluvia, las luces rojas y azules de neón reptando por las paredes húmedas del callejón; dejan un rastro apagado, cada vez más opaco conforme se acercan a ellos. El hombre del cigarro ya no siente la necesidad de llenar sus pulmones de humo, mientras que el hombre de la escalera aguarda pacientemente las palabras que, sabe, oirá tarde o temprano.

    —¿Qué haces aquí?

    Sus labios se curvan en una triste sonrisa, agacha la cabeza y espera. Suspira entre dientes, mira la punta de sus zapatos y espera. Tan sólo espera, pues sabe que eso no es todo.

    —Pensé que habías muerto hace mucho tiempo.

    Ya. Su mano se ciñe con fuerza alrededor del paraguas y comprende que su realidad jamás sería real de no ser por él y sus palabras. Sin él, no sería nada. Apenas una sombra vaga y difusa reptando por las paredes húmedas de la ciudad, como las luces rojas y azules de neón. En un murmullo bajo, replica:

    —¿Yo? ¿O nosotros?

    El hombre del cigarro pestañea y entorna los ojos, percibiendo una extraña nota de veracidad en su voz. Era la veracidad indiscutible que siempre había temido y respetado, como las palabras de su padre cuando niño. Era la veracidad que jamás oiría provenir de sí mismo, sin importar cuán gruesa fuese la armadura entre él y el mundo.

    El hombre de la escalera parece seguir en directo el hilo de sus pensamientos y sonríe antes de decir:

    —De cualquier forma, nuestro mundo ya no es el que era.

    —No, ya no —coincide—. Y es mi culpa.

    La sonrisa del hombre de la escalera se ensancha en una mueca que el hombre del cigarro bien conoce, y su dentadura chispea brillante.

    —El hombre que vendió su mundo. ¿Debería felicitarte?

    El hombre que vendió su mundo sacude la cabeza y aprieta los labios, sintiendo incómoda la transparencia que el hombre de la escalera lo obliga a percibir en sí mismo. ¿Por qué no se va de alli? O, más bien, ¿por qué se acercó en primer lugar? Desde la acera, el hombre debajo de la escalera era apenas una silueta oscura y uniforme, fundida con la ciudad.

    —¿O debería agradecerte?

    Los labios del hombre que vendió su mundo permanecen sellados; de todas formas, el hombre de la escalera no precisa oírlo para adivinar sus pensamientos. Lo conoce, conoce su pasado, incluso mejor que él mismo. Sabe lo que era, sabe en qué se convirtió. Lo sabe todo.

    —Toma, esto es tuyo.

    Le extiende el paraguas, y el hombre que vendió su mundo lo acepta. Con las manos en los bolsillos, el hombre de la escalera retrocede los pasos que había avanzado y vuelve a fundirse con la oscuridad. Y el hombre que vendió su mundo busca dentro de su saco y enciende un cigarro, pues ha vuelto a necesitarlos.

    —¿Quién sabe? —dice, viendo a la oscuridad homogénea, a la mirada ya sin ojos—. Puede que todos, tarde o temprano, vendamos nuestros mundos. Puede que nadie, al fin y al cabo, esté libre de pecado.

    Ya no ve ni oye nada atípico; tan sólo las luces rojas y azules de neón y la lluvia rebotando sobre su paraguas. Exhalando el humo lentamente, gira sobre sus talones y retoma su camino habitual, reparando en el sonido que sus zapatos hacen al impactar contra los charcos de agua. Sus manos mojadas se sienten frías y vacías.

    Los ojos del hombre de la escalera poseían el brillo oscuro que él alguna vez encontró en su reflejo, ahora olvidado. No sabe cómo, no sabe cuándo, no sabe por qué dejó de ser el hombre de la escalera. Sólo sabe que, en algún punto del trayecto, se perdió a sí mismo.

    Y se convirtió en el hombre que vendió su mundo.
     
    Última edición: 14 Mayo 2019
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    Dash Rendar

    Dash Rendar JApan.

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    muy cierto, y mas si es con un desconocido, Mu gustó mucho tu escrito, con solo leerlo no me dificulta en imaginarmelo tu escritura se entiende muy bien :D
     
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  3.  
    John Whitelocke

    John Whitelocke Usuario popular

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    Sentía al leer el relato semejanzas con más de una cosa. Primero, con un cuentito que yo escríbi hace un tiempo, que creo que lo leíste. No sé si te habrá servido de inspiración consciente, o si simplemente te quedó impreso y brotó en este escrito. Segundo, con Borges.

    No lo siento como un relato normal, primeramente. Diría que es lo más anormal que he leído en el foro, en un buen sentido. Se sale un poco de los parámetros acostumbrados de la lectura. No es simplemente un relato que busca belleza y contar una historia, es más que eso, lo que tenemos acá es para mí la expresión de lo que Borges esperaba de la literatura, que sirva para pensar, para que se piense el autor a sí mismo, pero para que el lector tenga que pensar que es lo que se oculta detrás de ese código cifrado en formas y contenidos literarios.

    Más allá de los tecnicismos a los que usualmente me dirijo para elaborar una crítica, me parece que lo interesante de esta obra reside en su valor psicológico e intelectual. Este relato no puede ser entendido si uno lo lee a las apuradas, entre el ruido de los autos y las motos en los últimos diez minutos antes de que el colectivo pase por la esquina a recogerte. Si se quiere comprender hay que sentarse a leerlo como Dios manda, con un poco de tiempo, tranquilidad y paciencia.

    Debido a ese valor intelectual que tiene esta obra es que no me gustó la decisión de ser tan explicativa, quizás, con las penúltimas oraciones, en el anteúltimo párrafo. Es una cuestión personal. Creo yo que aclarar el vínculo entre los dos personajes que protagonizan este breve relato es quitarle parte de ese halo de misterio y reflexión que se demanda al lector cuando va recorriendo los párrafos. Puede que hayas pensado que de no aclararse, el relato podría resultar insondable, pero no me parece que fuera así, al menos creo yo que iba entendiendo por donde venía la mano aunque no estaba tan seguro de ello hasta el final, que me sirve en bandeja la explicación de una parte de lo anteriormente leído.

    Por todo lo demás no siento ningún reparo. Creo que la forma en que está narrado es genial, todo eso de ir cambiando del "hombre del cigarro" al "hombre que vendió su mundo" a medida que iba modificándose la relación entre el hombre y su interlocutor, que en cierta medida proyectaba como iba variando la autopercepción del mismo personaje a medida que conversaba consigo mismo, o con esa parte de él que estaba a la deriva.
    Todo lo que es el uso de recursos literarios es muy bueno: las repeticiones (el hombre de esto, el hombre de lo otro) bien empleadas, las metáforas también, sobre todo la metáfora que hace a la obra en sí, las metonimias (la armadura), y las que sea que haya que se me puedan haber pasado.

    La atmósfera creada es muy propicia para la inmersión del lector en ese oscuro callejón que se va describiendo, con las luces de neón, las paredes húmedas y la lluvia. El hecho mismo de que se haya escogido un espacio o lugar así para recrear la historia hace al relato mismo una metáfora en un segundo nivel. Porque están las metáforas para vincular una cosa con otra con la que no tiene una relación semántica evidente dentro del relato, pero el hecho de que el relato mismo, en sí, sea una metáfora, de ese rincón desolado del alma donde se encuentran las personalidades de la misma persona, es algo que está a otro nivel. Podría decir que hay algo de Lobo Estepario, de Hesse, ahora que lo pienso, debido a las múltiples personalidades de Harry Haller que entraban en diálogos constantes, pero tampoco quiero buscar demasiadas referencias o inspiraciones ya que pueden estar forzadas también.

    Me queda la duda de qué mundo es ese que vendió el hombre del paraguas, lo cual el hombre de la escalera le reprocha. Está claro que ese mundo que vendió es lo que forzó al hombre en la escalera a permanecer donde se encuentra, pero cuando se habla del "mundo" (y acá hay otro recurso literario -una forma a medias entre la metonimia y la metáfora al parecer- pero como está bastante oculto y no queda claro a qué se refiere con "el mundo" es difícil de precisar) no estoy seguro si se refiere a su niñez, a su infancia, a sus proyectos y sueños, a algo que cambió por satisfacer a la figura de su padre, no lo sé, pero es claro que la repetición de esa idea es crucial para entender el relato, y me gusta que no lo hayas hecho tan evidente (como lo otro que te señalé) ya que deja lugar para la reflexión y la disertación. Es extraño también que el hombre de la escalera sugiera la posibilidad de agradecerle eso de "vender el mundo" al hombre de la acera, o el hombre del paraguas, o el hombre que vendió el mundo. En cierta forma es posible que haya sido irónico (otro recurso literario, la ironía), pero tampoco puedo estar seguro, ya que no es completamente seguro si esa silueta que luego vuelve a la oscuridad para fundirse en ella es una parte de la personalidad de este hombre, es alguna personalidad que abandonó para convertirse en otro tipo de ser humano, o quizás es algo tan indisociable a esta nueva personalidad que siempre va a estar ahí, como un parásito, y que en cierta forma este parásito sea como un reciclado de un contenido viejo y variado de lo que el hombre alguna vez fue, pero que era preciso como cimiento para lo que el hombre del cigarro ahora es.

    Otra gran duda, ¿qué representan las luces de neón, rojas y azules, en todo esto?

    El relato es genial. Merece más comentarios y leídas de los que tiene.
     
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  4.  
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

    Tauro
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    No ando con mi cerebro totalmente desierto, por lo que, como bien mencionó John, es mejor leerlo otra vez cuando este más espabilada.

    Aún así hablaré de lo poco que comprendí, y de lo que yo entendí que ha ocurrido.

    Primero que nada, menciona en un momento como de niño obedecía a su padre, dándome a entender de que en un punto esto se perdió, y antes de eso lo que para mí parece ser más bien una parte de su conciencia, le pregunta si se disculpo, y pues bueno, ahí entendemos que ambos cometieron un acto que les llevo a seguramente enfadarse con el otro, o distanciarse.

    Puede que a lo vender su mundo se haya referido a qué con el acto de desobedecer a su padre en un asunto de peso su mundo haya dado un giro de 180°, un acto que le costó el estilo de vida que llevaba hasta el momento, un acto con el que se alejo de su padre, seguramente en un momento entre los finales de la adolescencia y ya siendo adulto joven, aunque tal vez más tirado a este último.

    Básicamente, al vender su mundo, para mí se refiere que sus acciones tomadas le costaron ese mundo que tenia.

    Tomando en cuenta lo del cigarrillo, y esto ya sería algo muy subjetivo, puede que allá sido que el padre tuviera ciertos parámetros muy estrictos, y en unos de los intentos de rebeldía al protagonista le costó su mundo, el se disculpa al final con el padre por haber ignorado por completo sus advertencias (No esta bien ser tan extrictos, pero no por eso el debía de haber sido igual de rebelde para contrarrestar, pues los extremos son malos) y el padre se disculpó con él por no haberlo sabido guiar por un buen camino de la manera correcta.

    Y tal vez lo que le provoco vender su mundo haya sido una acción muy mínima, pero con la mala comunicación de familia le haya dejado marcado hasta ese momento.

    Y eso sería todo lo que yo puedo decir, ya estaría de más decir que la lectura de por sí fue curiosa, cada vez queriendo saber más lo que ocurría, narrando muy bien el contexto.

    Y, así pos, espero leerte de nuevo.
     
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  5.  
    RedAndYellow

    RedAndYellow Usuario común

    Capricornio
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    Escritor
    Hi!

    Había leído el escrito hace un par de días, pero no encontraba el tiempo para poder hacerle una crítica en condiciones. Me alegro que la situación actual me lo permita. He sentido confusión y atracción hacia tu escrito, lo he releído varias veces y me he formado una opinión personal del mismo.

    Encontré una inmersión muy positiva en el texto, transportando al lector al ambiente, aunque solo de manera superficial. He encontrado buenas descripciones del callejón y de su humedad, de los comportamientos de sus personajes, que llevaban y por qué. Eso me encantó. Sin embargo, también me encontré teniendo que rellenar muchos espacios con mi imaginación, guiándome por el ambiente que has creado que, si bien es bueno, no es completo.

    En el libro “guía de escritura técnica” del profesor Jose Miró julia, se tratan las descripciones como “aquello que le da chica a un texto”; y si bien entiendo el desarrollo literario que puede llegar a tener una imagen confusa y borrosa del ambiente, yo soy más de la línea explicativa; me siento más cómodo así, al igual que la mayoría de lectores.

    En cuanto a los personajes (o personaje, en mi entendimiento), me parece fantástico el trato que le has dado. Dejando de lado los párrafos anteriores, me ha atraído ese comportamiento melancólico y dejado del protagonista; ese drama y dolor interno que lo hace hablar consigo mismo, con su sombra de las escaleras, en un proceso de catarsis que termina con una idea condenatoria del pasado, probablemente haciendo referencia a su padre.

    El haberlo mencionado tiene un peso importante en el desarrollo subsecuente y, en esa línea, es posible que se sintiera culpable de su relación, de no haberlo ayudado o de haberse alejado y, después, vivir en carne propia esa culpa. El hombre que vendió sus mundos, sus ideales y su amor. Ese drama, de relaciones, de sentimiento, me ha llevado a pensar si tendrías inspiración de la literatura liquida, basada en Bauman o en la ´Metamorfosis´ de Kafka.

    Técnicamente, es un escrito con tu estilo. No quiero extenderme en demasía aquí, simplemente mencionar que repetiste un par de veces la palabra “reptar” y que el tema negro del foro me complica la lectura (?.

    Sin más, comparto la duda de Jhon frente a las luces. Al principio, pensé que tendría algo que ver con luces de policía o de ambulancia (o un símbolo a ello), pero no resolvía mezclar eso con el resto del escrito.

    Ya te estaré leyendo en otras ocasiones, ¡gracias por compartir esto con la comunidad! <3
     
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  6.  
    Its

    Its Adicto

    Tauro
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    Escritora
    ¡Qué diferente a lo que he ido leyendo hasta ahora en el foro!

    Me encanta ese aura de misterio que no se pierde de principio a fin. Te sumerge en la historia, ese protagonista reacio a desvelarte información, un encuentro aparentemente casual que sabes desde un principio que algo esconde, una ambientación fácil de imaginar que se adapta a la perfección a ese mundo intrigante.... Una de las cosas que más me ha gustado es que te hace pensar, la información se va desvelando tan poco a poco que requiere que prestes total atención. Uno mismo va haciendo hipótesis de quién puede ser ese hombre misterioso, porque el protagonista lo conoce pero no te dice nada, lo vas intuyendo sobre la marcha y eso es apasionante. Al final uno mismo también se implica aunque sólo sea por esa curiosidad que dura hasta el final. De nuevo aplaudo el léxico tan rico que usas. Incluso si a veces que repitan tanto algunas palabras resulta molesto, en tu caso se agradece. Me gusta cómo se va transformando la descripción del protagonista, incluso convirtiéndose en la forma de referirte a él, al final lo sentía incluso como una caricia.

    Felicidades, me ha parecido un relato fantástico.
     
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