Kuroko no Basket Love stage!! [Kuroko no Basket]

Tema en 'Fanfics Abandonados de Temática Libre de Anime' iniciado por Akashi Seiki, 30 Enero 2017.

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    Akashi Seiki

    Akashi Seiki Iniciado

    Sagitario
    Miembro desde:
    30 Enero 2017
    Mensajes:
    1
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Love stage!! [Kuroko no Basket]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3359


    Resumen: Ichinose Seiki, una adolescente de 13 años, empieza su primer año de secundaria baja en la preparatoria de renombre Teiko , sin imaginarse que su vida cambiara para siempre cuando conozca a seis chicos prodigios del basquet.
    Principales: Akashi Seijuuro, Midorima Shintarou, Murasakibara Atsushi, Kuroko Tetsuya, Aomine Daiki, Kise Ryouta, OC.


    Capítulo 1: Nueva escuela.




    La escuela media Teiko, una de las prestigiosas en Japón. Ubicada en Tokio, mantiene un alto grado de exigencia respecto a los estudios, además de poseer buenos equipos en lo que actividades extraescolares se refiere.


    Era lunes por la mañana, siendo el primer día los alumnos de primer año tan solo debían presentarse para la inauguración del nuevo ciclo escolar, escuchar las palabras del director y elegir un club al cual pertenecerían por los siguientes tres años.


    Un nuevo año los esperaba, una etapa nueva estaba por comenzar.



    Una muchacha castaña, de metro sesenta y cinco, delgada, con unos ojos cafés profundos y apariencia extranjera, se encontraba en la calle, caminando hacia su nuevo instituto.


    Estaba un poco nerviosa, pensaba seriamente en irse a vivir con su padre a su país natal, sin embargo no quería ser una molestia para él, así que desecho esa idea de inmediato. No podía ser tan malo ¿o sí?


    Iba tan sumergida en sus pensamientos que no se dio cuenta de la persona que estaba a solo centímetros de ella, por lo que termino chocándolo con un poco de fuerza. Pero, para suerte de ambos, ninguno cayó al suelo.




    —¡Akashi-sama! ¡¿Se encuentra bien?!— Una voz irrumpió antes de que la chica pudiera disculparse.— ¡Debería fijarse por dónde camina, señorita!


    —Yo… Lo siento, no lo vi.— No sabía que más decir, el hombre exageraba de sobremanera un simple empujón.— Lo siento, no fue mi intención.— Ahora miro al muchacho, quien la observaba con una mirada que no supo descifrar.


    —No, no te preocupes.— Se quedó unos segundos, estático.— Soy Aka-


    —Me tengo que ir, llego tarde.— No le dio tiempo de hablar, cuando vio su reloj se dio cuenta que faltaban cinco minutos para que se hicieran las ocho.— Me disculpo de nuevo, y adiós.— Dejando al chico con las palabras en la boca, se fue casi corriendo.




    Entro al gran instituto, y al instante se dio cuenta de las miradas posadas sobre ella, los demás alumnos también murmuraban cosas sobre su persona. Lo supo, lo entendió, nunca pasaría desapercibida y le dolió mucho, ella solo quería ser una estudiante normal y no ser siempre el centro de atención, de susurros ni de miradas.


    Suspiro pesadamente, ¿por qué era siempre lo mismo? Solo quería pasar desapercibida, nada más.


    Siguió su camino ignorando todo lo que pasaba a su alrededor, solo vería que clubs había y si alguno le llamaba la atención, se anotaría. Si no, pues se iría a casa.



    Paso un largo rato, ninguno de los clubs le interesaba. Por suerte, quizás, podía anotarse a lo largo de un mes.


    Suspiro.


    Ya estaba harta de los alumnos que la miraban, que hablaban entre ellos de ella. Solo se giró, dispuesta a irse pero, nuevamente, volvió a chocarse contra alguien.




    —Lo siento.— De disculpo con un chico peliceleste, a quien miraba fijamente ya que este la miraba con sorpresa.


    —N-no te preocupes.— El muchacho la observaba como si estuviera analizándola, estaba sorprendido por algo, sin embargo no le dio importancia y solo le dedico una sonrisa antes de irse definitivamente.


    —Adiós.




    Salió del instituto, se puso los auriculares y prendió la música a todo lo que daba. Luego, y a paso lento, comenzó a caminar hasta su departamento, el cual no quedaba muy lejos.


    Las calles estaban abarrotadas de gente, quizás por la hora o, tal vez, por ser lunes. No lo sabía, no le interesaba, solo se mantenía seria y con la frente en alto, siguiendo su camino.



    Llego luego de veinte minutos, dejando su mochila sobre el sillón y yendo directamente hacia la cocina a hacerse un café con leche.



    Ichinose Seiki, trece años, genes japoneses e italianos. Su padre, oriundo de Italia, se la pasaba viajando por su trabajo, por lo que con suerte lo veía dos veces al año. Su madre, de sangre cien por cierto japonesa, murió luego de dar a luz debido a una enfermedad en el corazón.


    Sin embargo, su papá a pesar de no estar nunca, le enviaba una gran cantidad de dinero semanalmente, además de pagar las cuentas. Aunque, siendo sincera y sonara algo egoísta, deseaba que se vieran más seguido, el dinero no llenaría nunca su falta de presencia.


    No tenía hermanos, su papá no tenía interés en formar una nueva pareja, asique estaba sola. Sola, sin importarle realmente a alguien.


    Sus rasgos y facciones eran herencia de su madre. Pálida, de ojos marrones y ¨occidentales¨, delgada, con cabellos lacio y largo hasta la cintura, labios gruesos y carnosos, nariz pequeña.


    La razón por la cual vivía en Japón se debía a que su papá se había quedado ahí luego de la muerte de su mamá, y quería que ella estuviera en el país natal de ella, que supiera hablar la lengua de forma bilingüe, además de considerarlo un país hermoso.


    Y si, poseía el apellido de soltera de su madre. ¿La razón? Ni ella lo sabía.


    Odiaba su físico, lo detestaba. Ese era el motivo por el que siempre era el centro de atención, por el que era el objetivo de las miradas, de las burlas.




    Negó con la cabeza, no quería pensar en esas cosas. Le quedaba un largo tiempo de instituto, seis para ser exacto. Recién comenzaba primer año de secundaria baja, así que sería mejor dejar esos pensamientos de lado. Aunque quisiera, no podría irse.




    Termino de hacerse su café, por lo que fue directamente a su habitación. Una vez allí, con pereza, se sentó frente a su computadora y comenzó a navegar por internet mientras escuchaba música.




    En otro lado, un rato después.



    Un muchacho pelirrojo se encontraba caminando hacia donde lo esperaría su chofer personal, ya se había anotado en el club de básquet, había presenciado la inauguración del nuevo año, y había recorrido un poco las instalaciones. Ya nada tenía que hacer en el instituto.


    Se subió al lujoso auto, de forma elegante, y abrió la ventana para que le diera un poco de aire.


    Suspiro.


    No podía sacarse de la cabeza la imagen de la chica que esa misma mañana se había chocado contra él. Su belleza le había impactado, además de su desinterés hacia su persona. Estaba acostumbrado a que todos lo conocieran, que lo señalaran como el futuro heredero del Imperio Akashi. Sin embargo, aunque lo vio de frente, no hizo más que dejarlo con la palabra en la boca e irse.


    Pero, lo que más le llamo la atención, fueron sus rasgos: occidentales, perfectos.


    Además pudo ver que llevaba el uniforme de Teiko, lo cual lo alegraba porque deseaba volver a verla. No sabía porque, pero quería que ya fuera mañana, y poder buscarla.




    Al otro día.


    Nuevo día, misma rutina, mismo camino.


    Se levantó a las seis, tomo una ducha y se vistió con el uniforme, que consistía en una camisa celeste, una corbata azul noche oscura, una falda del mismo color con una línea blanca casi en el borde, y un saco blanco que llevaba el logo del colegio en el lado izquierdo, el cual era azul oscuro.


    Su peinado consistía en una coleta alta, dejando su flequillo suelto al igual que algunos mechones que no podía atarse. Se puso un poco de rímel y delineador en el parpado superior, dejando un maquillaje muy natural.


    Nuevamente se hizo un café con leche, el cual tomo tranquilamente, y ya a las 7:30 salió de su casa rumbo a clases.




    Nuevo día, mismas calles, mismo destino.




    Llego en veinte minutos, como había calculado, dejándole diez para encontrar su clase. Su primera materia seria matemáticas, una asignatura que era realmente fácil para ella.


    Caminaba por los pasillos, otra vez sintiendo las miradas sobre ella, pero restándole importancia ya que encontrar su clase era más importante.




    —¡Cuidado, Dai-chan!— Por inercia se giró al escuchar ese grito, y con horror vio un enorme cuerpo que corría hacia ella sin verla.—¡Dai-chan…!— Fue tarde, el aludido choco con todo contra la castaña, quien cayo directamente al suelo con el sujeto sobre ella.


    —Ay, ay…— Mantuvo los ojos cerrados por el fuerte impacto y el dolor en su espalda, agregando que esa persona no era liviana precisamente.— Eso dolió…— Abrió los ojos, encontrándose con una profunda mirada azul.


    —Que linda…— Lo miro confundida ante lo dicho, a lo que el chico negó con la cabeza al reaccionar, levantándose de un sentón.— Lo siento, enserio perdóname.— Le tendió una mano para ayudarla a levantarse, a lo que acepto sin dudar.— No te vi, perdón.


    —No te preocupes.— Se sacudió la ropa, y lo miro con una sonrisa.— ¿Tu estas bien?


    —Yo debería preguntar eso, pero estoy bien.— Le dedico una pequeña sonrisa, rascándose la cabeza nerviosamente.— ¿Y tú?


    —Sí, solo fue un pequeño golpe.— Lo examino de arriba abajo de forma rápida, notando que era un muchacho alto, de cabello azul corto, moreno y una sonrisa hermosa.


    —Me llamo Aomine Daiki, un placer.— Estrecho su mano, tenía entendido que los occidentales se presentaban de esa forma.


    —Ichinose Seiki.— Supo de inmediato la razón de la acción del chico, aunque no le negó el estrechamiento. Sin embargo, el moreno la miro con confusión.


    —¿Ichinose… Seiki?...— La castaña asintió.— ¿Por qué tiene un apellido y nombre japonés si eres…?— Frunció el ceño un poco molesta, estaba empezando a hartarse que siempre le preguntaran los mismo.


    —Es un larga historia, solo diré que nací en Japón.— Se dio media vuelta y volvió a su caminata, debía encontrar su clase antes de que sonara la campana.


    —O-oye, esp-




    Dejo de escuchar su voz cuando doblo por el pasillo, miraba aula por aula, buscando la suya. Después de unos pasos más, logro encontrarla.




    ¨¡Si, al fin encontré la clase 1-B!¨— Festejando por dentro, entro al salón y fue directamente a sentarse a una mesa que estaba en el centro, pegada a la pared del lado izquierdo. Le gustaba mirar por la ventana, ya que las clases en su mayoría le aburrían.



    —¡Oigan, miren!


    —¡Una americana!


    —¿De dónde será?


    —Que linda es…


    —¿Sabrá hablar japonés?




    Nuevo día, mismas miradas, mismas palabras.




    —Buenos días, alumnos.— Vieron a un hombre de unos cuarenta años entrar al salón, identificándolo como el profesor, por lo que se sentaron en sus lugares escogidos.— Mi nombre es Takano Reiji, seré su profesor de matematicas. Espero que nos llevemos bien, ahora empecemos.— Iba a darse media vuelta para escribir en el pizarrón, pero se detuvo cuando miro a cierta castaña que destacaba demasiado por sobre los demás alumnos.— Excuse me, miss, but no one informed me about an exchange student. Would you like to come with me to talk to the principal and clarify how you will take your classes?(Disculpe, señorita pero nadie me informo sobre una estudiante de intercambio. ¿Le gustaría acompañarme para hablar con el director y aclarar como tomará sus clases?)


    Thank you very much for your consideration, professor Takano. But I'm not an exchange student, I speak Japanese perfectly (Muchas gracias por su consideración, profesor Takano. Pero no soy estudiante de intercambio, hablo el japones perfectamente)


    —Y-ya veo, siento la confusión.— La muchacha solo asintió con una sonrisa, entonces se giró y comenzó su clase.




    Seiki reía para dentro, era obvio que algo así pasaría. Y no, no sería la última vez en lo que restaba de la semana.



    Como supuso, las consignas dadas eran realmente fáciles. No mentiría, nunca le hizo falta concentrarse para entender los problemas y números, de alguna forma solo le salían. Eso, a su pesar, se aplicaba en todas las materias, por lo que se aburría muy fácilmente y se dedicaba a mirar por la ventana, le encantaba ver el cielo, el paisaje y ¿por qué no? A los chicos de béisbol y vóley.


    Cuando vio que el profesor había anotado todos los problemas a resolver en la pizarra, agarro su cuaderno y comenzó a hacerlos.


    Media hora después, dejo su lápiz sobre la mesa y levanto la mano, a lo que el profesor la miro.




    —¿Sucede algo?— Le pregunto, llamando la atención de los demás alumnos.


    —Necesito ir al baño, Takano-sensei.— El aludido levanto la ceja y negó con la cabeza.


    —Primero termine los problemas.— Los demás lanzaron una risita general como burlándose de ella.


    —Ya los hice.— Reiji abrió un tanto los ojos, sin poder creerlo.


    —V-vale, puede ir entonces.— La chica asintió y se levantó, ante la mirada de sus compañeros.


    —Gracias.— Dicho esto, se marchó del salón.




    Le urgía realmente ir al baño, pero para su mala suerte no sabía dónde estaba. Se maldecía internamente, el día anterior tendría que haber recorrido las instalaciones aunque fuera un poco.


    Caminaba por los pasillos con el ceño fruncido, a este paso no encontraría más el baño y, con un poco de mala suerte, se perdería para volver a su clase.


    Estaba por darse por vencida, decidida a volver por donde vino, sin embargo vio a un rubio apoyado sobre una pared mientras escuchaba música, a tan solo unos metros de ella. Se acercó con una sonrisa, a lo mejor podría ayudarla.




    —Disculpa…— Le toco el hombro con delicadeza, el chico frunció el ceño y se sacó los auriculares, sin mirarla.— Esto… ¿sabes dónde está el baño?


    —Por ahí.— Estaba más preocupado por su celular que por mirarla, señalando un cartel a unos metros más adelante, que mostraba en baño de chicas.


    —Gracias…— Hizo una pequeña reverencia, y comenzó a caminar, pensando lo apático que era ese muchacho.


    —Sí, sí. Lo que digas.— Lo escucho decir, sin embargo no se giró y siguió su camino.


    ¨Mira que hay gente maleducada ¿eh?¨— Pensó con molestia.




    Se encogió de hombros, las personas así no eran de su interés. Entro al baño y luego de diez minutos volvió a salir, encaminándose nuevamente a su clase. El rubio seguía en el mismo lugar, y este la miro de reojo, sonrojándose un poco. No le prestó atención, siguiendo su camino.




    —Al fin vuelve ¿Dónde se había metido?— Pregunto el profesor una vez que entro al salón.


    —En el baño.— Respondió como si fuera lo más obvio.


    —Tardo mucho.


    —Me perdí.— Se encogió de hombros, un grupito de chicas soltó una risita y la miraron con burla.




    Camino a su asiento, sintiendo las miradas de esas chicas.




    —Americana tenía que ser.— Susurro una bufándose de ella.


    —Debería haberse quedado en su país.— La secundo otra, mirándola con desprecio.


    —Jajaja pobrecita…— La tercera amiga le tiro un lápiz a la cabeza, justo cuando el profesor no estaba mirando.




    Nuevo día, mismas burlas, mismo desprecio.




    No diría nada, no serviría. Ya le daba igual como la trataran, lo que dijeran y toda esa mierda. Si la trataban bien, genial; si no, pues solo ignoraría.



    Dos horas después toco el timbre marcando el primer receso, el profesor se marchó y Seiki se disponía a levantarse para ir a comprarse algo, sin embargo una mano en su hombro le impidió levantarse.




    —Vaya, vaya.— Escucho la misma voz de hacia un rato.— Miren lo que tenemos aquí, una extranjera.


    —Oye, es bastante fea.— Otra, del mismo grupo, le tiro de un mechón de pelo logrando sacarle un pequeño quejido.— Ay, lo siento ¿te dolió?— Pregunto con falso lamento, y sin esperar respuesta volvió a tirarle un mechón.


    —Miza, no hables con ella ¿no ves que no entiende?— La primer amiga le pico la frente con su larga uña.— Necesita cirugía, no sé cómo hace para salir a la calle con esa cara tan deforme.


    —No le queda de otra.— Una tercer voz hizo presencia.— ¿Por qué no vuelves a Estados Unidos, maldita extranjera? No te queremos acá.


    —¿Qué pasa? ¿Te quedas callada?— Sintió un golpe en la parte trasera de la cabeza, que si le había dolido.— Entonces de verdad no entiendes, que asco jajaja.


    —Entiendo todo lo que están diciendo, solo no me interesa y me aburren. ¿Ya terminaron? Porque, sinceramente, no me interesa escuchar a tres ricachonas huecas y llenas de silicona.


    —Serás…— La líder del grupo levanto su mano, dispuesta a pegarle, pero alguien la agarro haciendo que se girara.— Pero ¿qué…?


    —Que sea extranjera no les da derecho a burlarse ¿saben?— Un alto peli verde las miro con una expresión de enojo.


    —¿D-disculpa?— La muchacha no podía creer lo que le estaba diciendo.


    —Lo que oíste, ahora déjala en paz.— Exigió acomodándose los anteojos con la mano que tenía libre.


    —Ahm…— Miro a su alrededor, esperando que alguien le diera la razón a ella pero todos pasaban de meterse.— Já, me aburren, idiotas.— Se soltó del agarre y se marchó, sus amigas la siguieron de inmediato.


    —¿Estas bien?— El chico miro a la castaña, quien asintió un poco sorprendida.


    —Gracias…— Realmente no esperaba que alguien saltara a defenderla, el desconocido le dedico una pequeñísima sonrisa.


    —Me llamo Midorima Shintarou, ¿y tú?


    —Ichinose Seiki…— Espero unos segundos, temía que el episodio de esa mañana volviera a repetirse.


    —Un placer, Ichinose.— Y, de nueva cuenta, se sorprendio cuando no pregunto nada.— Iba a ir a comprar algo para comer, ¿vienes conmigo?


    —¿E-eh? S-sí, claro…— Midorima asintió y comenzó a caminar, la castaña lo siguió, total su plan original era ir a comprar algo.




    Cuando llegaron a la cafetería se sorprendieron de la cantidad de alumnos que habían, aunque siendo el primer receso no debían asombrarse.


    Esperaron pacientemente a que fuera su turno, y cuando llego Midorima se compró una botella de agua mineral, junto a unas galletas saladas e Ichinose un cartón pequeño de leche y un alfajor de chocolate. Los recreos eran dos, y constaban de media hora cada uno, luego venia la hora del almuerzo y duraba una hora y media, ya después eran las actividades extraescolares, siendo su duración dependiente del mismo club.


    Se sentaron en una de las mesas, el peli verde se veía incómodo y la chica creyó que era porque no debía estar acostumbrado a socializar con los demás.




    —Debes estar acostumbrada a eso ¿verdad?— Hablo de repente, haciéndola sobresaltar por la pregunta y quedándose muda.—… que se metan contigo.


    —Más o menos, si…— Suspiro pesadamente.— Suelen creer que soy extranjera, pero aunque tenga la pinta de serlo, nací y crecí aquí. Y siempre, por alguna razón, piensan que soy inferior a ellos y me molestan por eso.


    —Ya veo, pero tú no les hagas caso. No eres inferior a nadie, solo se meten contigo por envidia.


    —¿Envidia? ¿De qué?— Pregunto curiosa, luego mordió un pedazo de su alfajor.


    —De que llamas mucho la atención, no solo por parecer extranjera, también porque eres hermosa y las mujeres suelen ser muy resentidas por eso.




    Tuvo que tragar rápidamente antes de ahogarse al oír la respuesta.




    —¿H-hermosa? Jajaja.— Rio con tristeza.— Ya quisiera serlo…


    —Lo eres, aunque no lo veas.— En sus ojos vio la honestidad de sus palabras, asique solo por ese rato se permitirá creer eso.


    —Gracias…— Le dedico una pequeña sonrisa.— Gracias por todo, Midorima-kun.


    —N-no debes agradecer, cualquiera hubiera hecho lo mismo en mi lugar.— Seiki pudo ver un leve sonrojo en el chico, aunque este corriera la cara y se acomodaba los lentes.




    Se quedaron hablando de cosas triviales, y en ese lapso de tiempo la castaña sentía una mirada sobre ella, pero no se animaba a girarse para ver a quien pertenecía. Cuando fue hora de volver al aula, ambos se levantaron y comenzaron su camino. Una vez que llegaron fueron a sus respectivos lugares, sin embargo, nuevamente sentía una mirada sobre ella.


    Esa mirada la siguió durante el resto de la clase, la sentía justo sobre su nuca y le daba escalofríos.


    No sabía si girarse, por alguna razón temía descubrir a quien le pertenecía.




    Continuara…
     
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    InunoTaisho

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    Tengo la impresión que la chica será... como sea, es un gusto que escribas y espero seguir una historia interesante. No has tenido muchos errores aunque hay partes que me parecen algo confusas, pero nada que demerite la narración... Bienvenida otra vez, sigue adelante y nos leemos pronto
     
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