One-shot Lost World (Last) [Chantelise: A Tale of Two Sisters]

Tema en 'Fanfics sobre Videojuegos y Visual Novels' iniciado por Luncheon Ticket, 10 Julio 2020.

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    Luncheon Ticket

    Luncheon Ticket THE BE(a)ST

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    Título:
    Lost World (Last) [Chantelise: A Tale of Two Sisters]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1375
    Lost World






    Elise, una audaz guerrera adolescente, corría a través de la verde pradera que estaba emplazada en las afueras de su pueblo. Previamente se había preparado con las armas y los objetos necesarios para su aventura, la que quizás sería la última. Su cabellera de color salmón se meneaba al son de sus pasos apresurados, y su aliento confirmaba que ya hacía un buen trecho que se hallaba trotando. Detrás de ella iba Chante, su hermana mayor, quien resultaba ser un hada de una estatura casi minúscula. Las dos se complementaban muy bien; la primera en el manejo de las armas, y la segunda, en las artes mágicas.

    —Hermana, ¡cuidado! —gritó Chante, señalándole un grupo de slimes que le habían salido a su paso.

    Ambas atacaron a sus enemigos, derrotándolos con el filo de su acero y las particularidades de sus conocimientos arcanos, entre destellos de metal, hielo y fuego. Continuaron con su marcha ni bien terminó la batalla. Elise divisó en el horizonte la puesta del sol, podría ser que no quedara suficiente tiempo y eso la preocupó. Chante se dio cuenta de su expresión, pero prefirió no decir nada, continuó volando hacia adelante. Su hermana, al percibirla, apresuró su andar todavía más. Deseaba en lo más profundo de su corazón el poder serle de ayuda para acabar con su ominosa condición. Esa misma que sucedió hace ya considerables jornadas.

    Recordó aquella noche desgraciada de hace aproximadamente un año. Ella y su hermana se adentraron al bosque encantado en una noche de luna roja en busca de un valioso tesoro místico. Pero resultó ser que esos dominios le pertenecían a una bruja que, no permitiendo que nadie se atreviese a irrumpir en el lugar donde habitaba, lanzó un poderoso conjuro para convertir a los intrusos en distintas criaturas. De esa manera, el cuerpo de Chante se transformó en la de un hada. La única manera de acabar con el hechizo era encontrar un objeto acaso más formidable que su nivel de magia y así derrotarla.

    Pero para ello, debían lograrlo antes de un límite de tiempo en concreto, de no ser así, la maldición sería eterna, no se podría revertir jamás. Alguien de su pueblo le anunció que cualquiera de esas noches volvería a haber una luna roja, el evento que sería el plazo definitivo para deshacer el efecto de Chante. Otro rumor local le hizo saber que detrás de las montañas que rodeaban su hogar, varios kilómetros hacia el suroeste, había un templo gigantesco. Éste estaba atiborrado de todo tipo de monstruos y abominaciones, que custodiaban una maravilla tan legendaria como letal. Allí mismo se dirigían ahora. Por más que fuera peligroso, debían intentarlo. Era una buena posibilidad para obtener algo que eliminara a esa maldita bruja.

    En medio de su trayecto, vencieron a una banda de ladrones y malvivientes, algunos gólems fornidos y hasta varias manadas de animales salvajes. Las habilidades de las hermanas eran formidables, como cabría esperar por la fraternidad y el afecto que las unía. Al alcanzar el último tramo, según el mapa, se había vuelto de noche. Las estrellas brillaban en lo alto, pero la luna presentaba su clásico color argénteo. Elise y Chante suspiraron aliviadas, acaso contaban con un día más para conseguir su meta. Descansaron un par de horas frente a una fogata, comiendo sus raciones para reponer vitalidad. Intentaron prepararse mentalmente para el desafío que les sobrevendría en breve.

    Luego de una hora o dos, prosiguieron con su viaje. No tuvieron que caminar mucho, porque la entrada al templo se podía ver a lo lejos, de tan inmenso que era. Se trataba de una monumental edificación de piedra, la cual estaba cubierta de hierbas trepadoras y un amplio abanico de vegetación. Daba la impresión de que el lugar no había sido visitado en siglos, o cuanto menos, en algunas décadas. Incontables mitos y leyendas hablaban de ese mismo sitio, advirtiendo de los peligros que cualquier persona podría sufrir o padecer al internarse entre sus paredes. No era para menos, ellas escucharon esas mismas historias desde muy jovencitas; nunca hubieran imaginado la mala suerte que tendrían hoy día, tanto como para querer ingresar allí.

    Chante flotó hasta el umbral de la entrada por sobre los escalones principales, oteando la oscuridad sobrecogedora que se podía presenciar al fondo de aquella estructura. Elise se quedó en su posición, al resguardo de los gentiles rayos de la luna, la única fuente de iluminación disponible a esas horas de la madrugada. Su hermana la esperaba, pero aguardó en vano, la guerrera no se movió de donde se encontraba. Esa particularidad la extrañó, quizás le pasaba algo. Queriendo saber la razón de la pasividad de Elise, procedió a ir cerca de ella. Notó casi de inmediato que su semblante denotaba angustia, y que estaba temblando. Había agachado la mirada y un vaho considerable se escapó de su boca, por el frío nocturno. Ella le miró, a la vez que se abrazaba.

    —Tengo miedo, Chante —era un hilo de voz que contenía temor y un profundo desasosiego—. Tengo mucho miedo. Este el templo del Mundo Perdido, nadie jamás ha osado entrar ahí.

    —No digas tonterías, Elise. Vamos ya, que debemos encontrar el tesoro —contestó el hada, tratando de mostrarse segura, a pesar de que también sentía desconfianza por el panorama—. Ya enfrentamos muchos retos como este, y siempre hemos salido airosas. En esta oportunidad, el resultado no será distinto.

    Sus palabras de aliento no habían surtido el efecto esperado. Elise tenía los ojos húmedos. Ver en ese estado a su hermanita por poco hizo que se le decayera la moral. Sin embargo, debía seguir con su papel de chica valiente, por su propio bien. Por el bien de ambas. No era una cobarde, tampoco Elise, pero si titubeaban en ese instante, era obvio que fallarían. Si el pánico cantaba victoria, el rendirse recobraría una nueva importancia. Llegó a la firme conclusión de que ya era demasiado tarde para echarse hacia atrás. Tan solo el tener la idea de recular era un disparate.

    —¿Qué sucederá si ninguna de las dos vuelve a salir de este templo? —Elise se enjugó las lágrimas con una de sus mangas, para ver si se tranquilizaba, consciente de que estaba demostrando flaqueza—. ¿Qué sucederá si solo una de nosotras sobrevive? No soportaría perderte, Chante. Tampoco que te quedaras sin mí, y con esta maldita condena que te atenaza. Por eso es que tengo tanto miedo. Discúlpame.

    Chante se emocionó, hasta que también lagrimeó. Nunca se había detenido a pensar en el riesgo que se cernía sobre su cabeza y la de su hermana desde aquella aciaga noche de luna roja. Podrían perder algo, o podrían perderlo todo. Las posibilidades de salir ilesas eran bajas, no iba a negarlo. Pero tampoco tenían otra salida, debían acabar con la bruja que la sometiera a ese infortunio. Necesitaban un instrumento mágico cuanto antes. No dejaría que las dudas y la negatividad las consumiera. Decidió tomar la mano de su hermana entre las suyas, para hacer una promesa.

    —Que este sea nuestro juramento —dijo, agradecida y con la carita risueña—. Entraremos allí juntas. Y juntas, saldremos. ¿Está bien? Siempre te acompañaré, y tú a mí. Vamos. Nunca sabremos si tendremos éxito o no, si no lo intentamos.

    La joven meditó durante un momento que parecía eterno. Pero por fin la confianza había vuelto a su pecho, recobrando los ánimos. Asintió, y acto seguido, comenzó a subir por los escalones, con Chante adelantándosele. Cuando llegó al umbral, miró hacia atrás. El ambiente de la noche permanecía tan silencioso e inerte como esa vez, cuando le tocó ver cómo su hermana era envuelta en un halo de luz refulgente, para ya no ser la misma de antes. Se dijo para sus adentros que, no importando el destino que les tocase, serían capaces de volver a observar esa misma estampa, pero con la salida del sol y el cantar melodioso de las aves en la mañana. Entonces, se adentró corriendo al templo hasta dejar que la oscuridad la engullera por completo.



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    wasabi

    wasabi Flamer Comentarista empedernido

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    Algo muy diferente a lo que me tienes acostumbrada a leer, me encantó la simpleza de la historia relatada con esa manera tan tuya que te atrapa desde el primer instante. Aunque fue muy cruel dejarme con un final tan abierto a las posibilidades, ¿lograron salir? ¿qué era ese objeto? ¿lograron salvarse y volver a la normalidad? Sin duda debes escribir alguna otra historia sobre la temática para no dejarme así :c Solo me queda esperar lo mejor y esperar otra historia tuya (que ya extrañaba leerte).

    ¡Saludos!
     
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    ¡Jajajaja! Las dudas de tu comentario me han agarrado totalmente desprevenido. A ver, jugué este título hace tanto ya... ¡que apenas si recuerdo el final! Sí me acuerdo bien del último boss, pero no de cómo termina la historia. Aún así, ¿sería bueno que te lo 'spoileara'? Al menos puedo adelantarte que no terminó mal (o eso me parece).
    Creo que es una buena oportunidad para que disfrutes de una nueva (y buena) experiencia 'indie', ¿o no? Solo así develarás por tu cuenta esas dudas (y hasta en una de esas, me refrescas la memoria).
    Gracias por tu comentario, Wababy. Hasta fue bueno para ejercitar un poco las neuronas.
    (Rayos... en serio no me acuerdo de nada ahora mismo...)
    XDU
     
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