Harry Potter Los Tataranietos de Lord Voldemort

Tema en 'Fanfics sobre Libros' iniciado por Paulijem, 16 Mayo 2016.

  1.  
    Paulijem

    Paulijem Hija de Aslan, Larcha y Tributo del andén 9 y 3/4

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    Título:
    Los Tataranietos de Lord Voldemort
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    724
    Capítulo

    I

    Orfanato de Wool

    Era 1943, el sexto curso había finalizado y Hogwarts cerraba sus puertas para todo el alumnado y era la primera vez que eso no le importaba. Regresaba al Orfanato de Wool y la idea no le desagradaba, claramente para lo que tenía en mente.

    La Sra. Cole lo había esperado en la entrada, mirándolo de manera desdeñosa y ñoña con su ridículo peinado y su ropa desgastada, con ciertos aires de superioridad y elegancia que no tenía. A leguas se podía percibir como no sentía ni el más mínimo interés por él, como él no lo sentía por ella. Y era quizás por esa misma razón que aún seguía con vida.

    Nadie más que Tom conocía las múltiples formas de crear hasta los más pequeños accidentes sin ningún tipo de esfuerzo, si por error osabas meterte en su camino.

    El final de todo ello era completamente devastador.

    Había bajado del taxi, el muggle que manejaba lo hizo al mismo tiempo que él y le ayudó a bajar sus cosas de la parte trasera con gran pereza. Había esperado su paga, que con indiferencia le entregó, y se habría marchado de allí lo más rápido que hubiese querido, si su vulgar barriga se lo hubiera permitido.

    Apenas el auto desapareció de su vista se había acercado a la pequeña mujer, que se hizo a un lado apenas llegó a la puerta.

    No cruzaron ningún tipo de palabra, después de todo eso era lo que menos le importaba. Existían planes mejores en su cabeza que ser especialmente educado con un ser inferior. Así que simplemente la pasó de largo.

    Ambos habían cumplido con su trabajo.

    Sintió varios ojos observándolo, con gran desagrado, desde sus antiguos compañeros hasta los más nuevos. Su llegada siempre era una novedad. Y dejó de sentirlos, cuando se metió por uno de los largos pasillos que lo llevarían directo a su habitación.

    Dennis Bishop se le había cruzado por el frente. Más con una sola mirada, fue suficiente para espantarlo y obligarlo a tomar otro camino. Había sonreído de lado, le agradaba en gran magnitud, sentir el miedo de los demás. Su ego se ensanchaba y el simple hecho de que aquel indigno ser, recordara la lección que se había visto obligado a darle, era vigorisante.

    Había llegado hasta una puerta de madera gris y gastada como la ropa de la Sra. Cole. Tan desvencijada que le provocaba repugnancia como todo lo que le rodeaba.

    Ingresó a la habitación arrastrando su baúl detrás de él. Todo se veía como lo había dejado, demasiado limpio y ordenado, aburrido e indigno como para alguien como él. Definitivamente debía salir de allí, tarde o temprano.

    Se sentó sobre la cama, dura y fría, detalles, por más pequeños, que lograban que odiara aún más ese lugar. Sacó de su bolsillo izquierdo de su pantalón un pequeño papel doblado perfectamente en cuatro y lo abrió con serenidad y sin prisa.

    Un estructurado árbol genealógico estaba dibujado en el pedazo de pergamino. En una letra cursiva se encontraba el nombre de Salazar Slytherin y al final los nombres de sus abuelos maternos y el de su madre. Con un espacio vacío junto al nombre de Merope Gaunt.

    Después de estar años buscando algo de su padre en Hogwarts, con las esperanzas de encontrar algo de él, revisando cada placa que se le cruzase, cada libro de historia de las familias mágicas, había sacado la conclusión de que él jamás había estado allí. Decepción fue lo que quizás sintió en un principio, cuando encontró tiempo después del afortunado origen de su familia materna.

    La pizca de ingenuidad que aún le quedaba y existía en su ser, lo había impulsado a tomar una decisión que había estado planeando todo el sexto curso.

    Si parte de su familia aún seguía con vida necesitaba tener las explicaciones que tanto deseaba. Una verdad menos trágica de la que ya sabía.

    Albergaba esperanzas, algo de qué sentirse orgulloso. Que sin duda, después, lo decepcionarían en gran manera.

    ~*~

    Un Capítulo cortito, pero espero que les haya gustado. Este Fanfic está también publicado en Wattpad con mi seudónimo Paulitah07 (y en otros servicios de Fanfics del que lo sacaré por otro tipo de motivos como Mili Riddle) sin más y aclarando esto les doy la bienvenida a esta nueva historia.
     
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    Paulijem

    Paulijem Hija de Aslan, Larcha y Tributo del andén 9 y 3/4

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    Los Tataranietos de Lord Voldemort
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    1169
    Capítulo

    II

    Pequeño Hangleton​

    Los últimos días de frío se marcharon con rapidez, para dejarle paso al insoportable calor del verano. Nadie se encontraba dentro del orfanato y no había reproche en ello.

    A pesar de demostrar un aspecto limpio, el patio del Orfanato de Wool estaba lleno de hierba mala, era desértico, con algunos juegos en mal estado: hamacas oxidadas, areneros con alacranes y serpientes en madrigueras de conejos.

    ¿Qué si eso no lo deprimía? Tal vez, en un inicio, sí. Pero acabó cuando Dumbledore llegó un día a decirle lo diferente que era, a pesar de que no había necesitado que alguien como él se lo dijera. Sabía que aquel lugar era indigno para él.

    Ninguno que no fuera mago o bruja claramente podía igualarlo, ni ser el doble de brillante que era. Pero antes de eso lo había notado; cuando apenas podía entender el significado de las palabras y apenas daba sus primeros pasos en el mundo, lo supo.

    Tom era demasiado para los muggle aún antes de saber que era un Mago.

    Arrugó la nariz con desagrado, no recordaba porqué había salido allí en un principio. Nunca salía de su agujero por más sofocante que resultara permanecer adentro. Mezclarse no estaba en su itinerario habitual y no lo estaría ahora.

    Miró su reloj pulsera, regalo que el muy cobarde de Rosier le había dado para su cumpleaños a modo de aceptación. Un acto patético, pero que había resultado útil.

    Eran pasada las once, pronto el almuerzo sería servido en el pequeño comedor del orfanato. Momentos como esos sentía nostalgia por Hogwarts, todo allí era digno de admirar. Incluso, por más absurdo e inaceptable que sonase, extrañaba a sus seguidores inútiles. Saberlo cierto era un golpe bajo para la imagen que quería dejar.

    Cole se esmeraba en hacerlos sufrir: con el frío en el invierno, el calor en el verano y con su guiso a la francesa. Aquella cosa parecía estar hecho con cadáveres de Inferis. Era repugnante y se admiraba de sí mismo ante su valor de haberse comido aquel plato rebosante de una sustancia viscosa y gris que aquella mujer catalogaba como comida.

    Tendría suerte si seguía con vida luego de ingerir aquella porquería.

    Lo sentía en su estómago revolverse como si tuviera vida propia. Escuchaba quejas cerca de él, al menos no era el único que aquello le desagradaba más que estar ahí.

    —Atención ¡Atención!—el barbullo de los huérfanos se vio apagada ante la presencia de la Sra. Cole. Todo par de ojo estaba sobre ella y especialmente la de Tom.—Aquí tengo los permisos de salida para los mayores, los que van a la playa del Norte aquí están sus permisos y Riddle—levantó sus cejas mientras se asesoraba que todo estuviese en orden—aquí está el tuyo.—uno a uno fue buscando la hoja de papel con la firma de Cole al final que le daba momentáneamente un grado de libertad. Pero nadie compartía esta vez su éxtasis.

    Luego de un par de horas, en el que revisaba que todo estuviera como esperaba, se dirigió a la oficina de la directora del orfanato. Se iría esa misma tarde, ya no podía seguir esperando.

    No tuvo la necesidad de tocar la puerta, esta misma se encontraba abierta y un olor a perfume barato salía de ella. La esencia de la insignificante mujer inundó sus fosas nasales, dándole a su cara una expresión del más puro asco y la seguridad de que allí se encontraba.

    Carraspeó para anunciarse, Cole levantó su mirada y dejó l que estaba haciendo para invitarlo a pasar con un leve pase.

    —Tom, ¿Qué te trae por aquí? —aunque no podía contestarle que eso no le incumbía estaba particularmente de humor y sin ánimos de ser agresivo. A pesar del fiasco que había sido el almuerzo.

    —Quería avisarle que me voy ahora, mis—le sonrió de una manera que la Sra. Cole le ponía los vellos de punta—amigos me esperarán en la estación, espero que eso no sea para usted un inconveniente. —Tom sabía que no le era necesario hablar pársel con una serpiente corriente y sin clase como ella. Sabía que le temía a la firmeza y autoridad de sus palabras cada vez que la sometía a ello. Y todo se vió confirmado cuando ella apenas murmuró un "No hay problema".

    Se largó en cuanto pudo con aquella seguridad y confianza, que siempre llevaba consigo, se encaminó hacia la casa de los Gaunt, a las afueras del Pequeño Hangleton.

    Se había pasado todo el sexto curso investigando su paradero, como llegar, que lugares no concurrir, que tren tomar.

    El Pequeño Hangleton, se trataba de una villa muggle del Norte de Inglaterra, situado en un valle rodeado de colinas empinadas a doscientas millas de Little Whinging. Los Gaunt vivían justo a las afueras de allí, o al menos eso pensaba.

    Quizás se vería obligado a pedir indicaciones, aunque todo fuera por acabar sus propósitos. ¿Qué eran míseros sacrificios? Nada, en comparación con lo que se encontraría más adelante.

    ~*~

    Nada los había preparado para tales acontecimientos, pero sabían que para la muerte nadie estaba exento de sus manos ni mucho menos de sus efectos.

    El Ministro de la Magia hablaba de los tiempos buenos que vivieron los señores Riddle, lo comprometidos que estaban con la comunidad mágica, con el sueño de hacer las cosas cada vez mejor, sin injusticias, sin discriminación y sin diferencias.

    Ambos sabían todo eso y no entendían por la misma razón el hecho de su partida. Si había tanto amor por lo que eran y hacían, ¿Por qué habían tenido que dejar todo?

    Los ataúdes bajaron a la tierra lentamente mientras el cementerio se veía sumido en un incómodo y triste silencio. Pronto no vieron más que dos huecos, vacíos a simple vista.

    —¿Matt y Milagros Riddle?—sólo habían quedado ellos dos frente a dos lápidas de piedra azul. La muchedumbre se había marchado hacía ya varias horas y apenas pudieron notarlo ¿Tanto era su melancolía que ya no existía para ninguno la noción del tiempo?—Soy Thomas Davis, sus padres me dejaron a cargo de su tutela.

    —Sabemos quién eres, Nana estuvo aquí —murmuró el chico quitando su mirada del muchacho que no tendría más de veinte y tantos años encima.—Nos explicó la situación.

    —Entiendo, entonces no les molestará que nos vayamos.

    —¿Y a dónde iríamos? Nuestra casa quedó hecha cenizas —la pequeña de diez años lo miró con sus dos grandes ojos marrones. No había temor, sí una gran tristeza.

    —Lo sé, pero hay una propiedad no muy lejos de aquí. Si nos apuramos las explicaciones llegarán pronto.

    —¿Dónde queda situada?—preguntó está vez Matt. Thomas los miró y suspiró.

    —No muy lejos de aquí, ya se los dije. Se lo conoce como el Pequeño Hangleton.

    -

    Bueno aquí va el segundo Capítulo, la información del paradero de Pequeño Hangleton fue sacada de Harry Potter Wikia. Es un aviso más que nada por las dudas.

    Espero que lo disfruten.
     
    Última edición: 17 Mayo 2016
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  3.  
    Paulijem

    Paulijem Hija de Aslan, Larcha y Tributo del andén 9 y 3/4

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    Los Tataranietos de Lord Voldemort
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    Aventura
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    4
     
    Palabras:
    1099
    Capítulo

    III

    Morfin Gaunt
    Los tres se quedaron mirando la mansión. Estaban de pie en un camino de piedras cuidadosamente ordenadas, que llegaba hasta los pies de los cuatro escalones del porche. Era hermosa, se la notaba con más vida gracias a esos rosales blancos y las violetas africanas a lo largo de un tramo estrecho del patio delantero. Algo en su fachada había sido reconstruida, sin duda. Pero y aunque habían querido sacarle lo oscuro y lúgubre, no lo habían logrado con éxito. Thomas, con algo más que desagrado, fue quién reconoció de inmediato los vestigios de la antigua casa de sus antepasados.

    —Creí que el Ministerio había tomado esta propiedad.

    —Somos parientes directos de Tom Riddle, todo lo que haya sido de él lamentablemente nos pertenece —murmuró Thomas comenzando a caminar —. Eso, claro, no quiere decir que debamos ser como él —añadió rápidamente, al ver los rostros pálidos de sus primos.

    —No sé si me siento entusiasmada por esto. Tengo un mal presentimiento. —Mili se aferró a lo único que pudo rescatar de su hogar, una maleta con lo necesario, y aquel peluche que sus padres le habían dejado antes de marcharse.

    Thomas los guió finalmente hacia las puertas a paso firme. Seis elfos los esperaban al pie de las escaleras, con ropajes limpios y de agradable presencia. Matthew reconoció a uno de ellos, el pequeño Dominic que le había pertenecido a su madre desde que era una niña.

    —Recuperó nuestro elfo —murmuró el adolescente, su primo asintió y los miró por sobre su hombro.

    —Nana tuvo sus motivos, además necesitaremos más ayuda de lo que creen. Aunque será temporal, no podemos vivir sobre el polvo.

    —Es lo de menos —dijo el chico mirando todo a su alrededor —, incluso el polvo es acogedor.

    Y no estaba completamente errado, pues en cierta forma ¿a quién le gustaría vivir en un sitio dónde se llevó grandes injusticias? ¿un sitio dónde se derramó sangre inocente y fue dirigido además, por un genocida? Matthew estaba seguro que no encontraría a nadie dispuesto a correr el riesgo. Sin embargo, dada a la situación que compartía con su pequeña hermana, no existía espacio para negarse al único lugar que les brindaría abrigo.

    No había nada más que aceptar aquella realidad. Pues no existía tampoco algo que reclamar.

    • • •

    —¿La familia Gaunt? Sí, he oído sobre ella. ¿Pero estás seguro de querer ir a un lugar como ese, muchacho? —preguntó el comerciante con cierta urgencia —. No es un sitio seguro para un niño como tú, para ninguno, de hecho.

    —Sólo dígame dónde. —El hombre lo escudriñó con la mirada. Daba todos sus pocos dientes sanos en tributo, de que aquel chico se le hacía remotamente familiar. Pero dado a su estado, definitivamente, cordura era de lo que más carecía.

    Chasqueó su lengua, tomó un pedazo de papel y un bolígrafo.

    —No estás muy lejos de la choza de los Gaunt, pero llegar a ella, no te será fácil. Puedes perderte prácticamente con facilidad —sin dejar de parlotear, escribía con frenesí datos de lectura fácil, con las indicaciones justas y las que él conocía para hacer el viaje un tanto más ameno para el muchacho, que desde dónde estaba, le parecía una acción innecesaria. —Ten, espero en verdad que te sea de ayuda —Tom le arrebató el papel de sus manos y lo guardó en el bolsillo de su chaqueta. Salió de allí sin decir una sola palabra, sin embargo, antes de salir por completo, apuntó al viejo comerciante con su varita y le lanzó un hechizo desmemorizante. Una vez afuera sacó nuevamente el papel y con rapidez repasó la letra con trazos imperfectos del anciano.

    Dejó atrás el tumulto de gente, que a esa hora se aventuraba por un vano paseo, y se alejó lo más que pudo de ojos curiosos. Varias horas después, saliendo casi del pequeño Hanglenton, encontró la pequeña choza.

    El mugriento viejo del deplorable comercio, había sido en efecto sincero con su desagrado hacia el lugar. No era ni por asomo lo que se había imaginado.

    Con un gesto de repugnancia se acercó a la diminuta casa. Las primeras en darle la nefasta bienvenida, fueron las gallinas que se paseaban por el terreno lodoso y descuidado de alrededor. Y le siguieron lamentablemente una que otra alimaña de la cuáles desconocía su asquerosa procedencia.

    —¿Qué buscas aquí, mocoso? —si el hedor que había sentido anteriormente le había parecido lo más repugnante, el aroma que despedía el hombre era lo más asqueroso de allí.

    Indudablemente era lo que él más había temido. Encontrarse en aquella situación no había sido imaginaciones suyas, y es que había estado preparado para encontrarse con cualquier cosa. Incluso con aquello; sentía odio, más de lo que podía procesar. —¡¿estás sordo maldito sangre sucia?! —Tom lo apuntó con su varita. —Oh, mil perdones, señor —soltó con sarcasmo e inclinándose a modo de una irónica reverencia. —. No pretendía ofenderlo.

    —¡Silencio! —estaba asqueado, Tom se sentía asqueado y furioso con aquel mago moribundo. Era una mancha, una gran mancha para el linaje de Salazar Slytherin y una larga dinastía de magos sangre puras.

    —Eres el bastardo de Merope —soltó sin más —, no creas que no esperaba esto. Eres igual a ese asqueroso Muggle que ella eligió para meterse en su cama ¡Bastardo maldito! —sacó su varita y se lanzó sobre Tom como un animal salvaje. Con rapidez lo eludió y lo desarmó. —Asqueroso niñato —murmuraba desde el fango. Tom se acercó a él sagaz y le pisó la cabeza con su zapato —¡si vas a matarme deberías hacerlo ahora!

    —Hacerlo sería elegir el camino más fácil. Y no cumpliré tu deseo. —Apretó con fuerza la varita de Morfin Gaunt con su otra mano —Me encargaré de limpiar nuestro linaje y empezaré por ti. Pero antes, necesito que me digas dónde vive mi padre.

    —Te mataré.

    —Inténtalo —susurró con fiereza —, ahora habla.

    —Es en la gran casa de más allá, prescindiendo al pueblo —dijo con dificultad. Tom comenzó a disminuir la presión de su zapato y Morfin intentó escapar apenas lo sintió. Sin embargo el adolescente lo aturdió con un simple movimiento de varita.

    —Gracias, estúpido.

    Unos minutos después, Morfin se encontraba atado al gallinero. Obviamente Tom tenía planes para él, al menos después de arreglar las cosas con Tom Riddle Sr.

    No supo calcular con exactitud cuánto había caminado. La necesidad de llegar allí era asfixiante. Con la varita de Morfin en su mano y una mirada que helaría al hombre más sanguinario, recorrió el tramo de distancia que lo separaba del destino que había trazado minuciosamente.



     
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    Hi, por aquí me di una vueltecita... entiendo que has ido narrando la vida de Voldemort antes de terminar Hogwarts cuando decidió asesinar al mal padre que lo abandonó, pero no he captado bien la esencia del pasaje donde presentas a unos jóvenes, quienes imaginó son los tataranietos de Lord Voldemort?, pues de que año estamos hablando? Bueno, espero las respuestas en próximos capítulos, así aclararás algunos detalles que puedes haber guardado para después.
     
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    Sabes, es muy cierto, sinceramente no me había dado cuenta. Pero lo tendré súper en cuenta para que eso se arregle en el próximo capítulo.

    ¡Y gracias por pasarte! ¡Me hace súper feliz, haber recibido tu comentario!
     
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    Paulijem

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    Capítulo

    IV

    Tom Riddle
    1943

    La mansión de los Riddle se alzaba con majestuosidad frente a él. Sin embargo, cada detalle de la misma sólo le provocaba asco. Todos esos años guardando esperanzas e ilusiones equivocadas por un maldito y asqueroso Muggle, comiendo ansias como un niño en Navidad para conocer a una familia de magos en la más pura y cochina ruina; abrió las rejas negras con la varita de Morfin de una simple y a su vez, feroz floritura con la misma. La ira le rodeaba y cualquiera que supiera sus intenciones, sabía que también lo estaba manipulando de una manera que superaba lo escalofriante.

    Ni siquiera le había importado que algún Muggle le hubiera visto utilizar magia. En ese instante carecía de importancia realmente lo que le sucediera de haber sido así. No había rival, ni siquiera los estúpidos cerdos del Ministerio.

    Recorrió el camino empedrado, lo único que lo estaba separando de su objetivo, a grandes zancadas. Que aún con su expresión desequilibrada dibujada en su jovial y apuesto rostro, no perdía la elegancia que se había obligado adoptar todos esos malditos años.

    —¡Bombarda! —Las puertas de la residencia volaron en cientos de pedazos.

    —¿¡Pero qué está sucediendo!? —Una mujer de edad había aparecido de la parte de atrás de un sillón.

    El estruendo había provocado que los presentes en la sala de estar se cubriesen de las astillas de la puerta. Pero, dicha mujer, apenas logró enterarse de lo sucedido cuando un rayo de luz verde golpeó su pecho de lleno.

    —¡Mery! —El grito desgarrador de uno de ellos fue sublime —¡Maldito! —Sin embargo, el hombre que no tendría más que un par de años mas que Mery, le secundó.

    Su expresión de horror quedó impreso en su rostro luego de que la vida lo abandonase inesperadamente. Y Tom, apenas se tomó las molestias de observar lo que había hecho sin emoción alguna antes de seguir su camino con su actitud inexpresiva. Pero se detuvo cuando se topó por primera vez con la mirada de su padre.

    Eran dos gotas de agua y a su vez eran completamente diferentes.

    —Sabía que algún día esa asquerosa bruja te enviaría. —Escupió éste con rabia contenida. —No me sorprende que seas un fenómeno como ella.

    «—Mi hermana fue una idiota al creer que podría con aquel Muggle. Así pagan lo traidores, muchacho.»

    Tom apretó la varita con su mano. La voz de Morfin Gaunt lo estaba atormentado con su asquerosa realidad. Pues debía admitir que su única familia con algo de magia en su interior, tenía la verdad en sus sucias manos.

    Matarlo significaría que se desharía de ese legado de sangre sucia para siempre. Tener algo de misericordia por una asquerosa cucaracha como él, sería aceptar que había algo de bondad en su corazón.

    Lo que, mientras lo apuntaba con su varita, no era cierto...

    —¡Avada Kedavra!

    El imperdonable viajaba directamente a su pecho. Sería una muerte rápida, sin discursos de por medio. Había sido bondadoso con ello. Sin embargo, algo sucedió, un algo que no había estado planeado por él más sí por el caprichoso destino. El ruido, como si se hubiera tratado del cristal de una ventana romperse en millones de pedazos, le obligó a llevar su atención al hombre que había contribuido con su existencia.

    El guardapelo que su madre se había llevado consigo de los Gaunt, levitaba aún amarrado del cuello de Tom Riddle Sr. de forma fantasmal. Sentía desde allí un poder inimaginable que no conocía en lo absoluto.

    —¿Qué demonios? —Sólo fue cuestión de un pestañeo, cuando un rayo de luz dorado salió de aquello y dio contra él para luego envolverlo y succionarlo como si de un traslador se tratase. Fue testigo de como todo lo que había hecho retrocedía con rapidez y luego, de la misma manera, sintió como empezaba a avanzar a una velocidad monstruosa. —¡No! —Cerró los ojos por instinto y se quejó cuando su cuerpo chocó contra algo duro.

    Tardó varios segundos antes de abrir sus ojos oscuros y adaptarse a tanta luz repentina. Su corazón latía desbocado y apenas podía moverse.

    —¡Intruso, intruso! —La sorpresa lo golpeó duro en cuanto se vio rodeado por seis elfos domésticos con expresiones amenazantes. —¡Llamen al amo! —Fue lo último que escuchó antes de sucumbir a la inconsciencia.

    ~*~

    Actualidad, 2031.

    —¿Por qué tanto escándalo? —Matt detuvo a su hermana menor con su brazo y le hizo un gesto con su barbilla apuntando hacia adelante. Con cautela se acercaron al inicio de las escaleras. Los elfos rodeaban a alguien en el suelo y soltaban gritos histéricos mientras pedían la presencia de su primo. —¿Puedes ver algo?

    —No se muevan de aquí. —Ambos se giraron y vieron pasar a Thomas por detrás de ellos. Seguido de cerca por su elfina personal, la amable y nerviosa Twin. —Se los advierto.

    —Matt —él miró a Mili —, ¿qué está sucediendo?

    —Los elfos han capturado algo o alguien que, al parecer para todos ellos, es un intruso.

    Volvieron a mirar hacia abajo. Desde allí apenas se podía distinguir alguna cosa. Y menos aún cuando Thomas llegó al sitio. Parecía más bien una estrategia que algo natural y Matt, principalmente se preguntó porqué.

    —Y es grave —la menor frunció el ceño —, puedo sentirlo. —Comenzó a bajar las escaleras con rapidez y corrió hacia el muchacho. —Thommy.

    —¿Qué parte de «no se muevan de aquí» no entendieron? —Éste le daba la espalda, pero Mili podía ver que le estaba tomando el pulso a quién sea que estuviese allí. —Llévenselo a las mazmorras. Despertará pronto.

    —Sí, señor.

    La niña se colocó en puntitas de pie pero ni aún así era capaz de ver. Thomas rodó los ojos al verla y se acercó a ella hasta quedar frente a frente. La miró fijamente y ésta sonrió con inocencia.

    —¿Sí? —Él bufó con cansancio y ladeó la cabeza.

    —Ve por Nana. Explícale brevemente que es importante que venga lo más rápido que pueda.

    —¿Por qué?

    —¿Quieres ayudar? —Asintió con firmeza. —Entonces, sólo límitate a lo que te he pedido. —Ella volvió a asentir y salió corriendo hacia la chimenea más cercana.

    Él por su parte se quedó de pie en medio de la sala. Su cabeza estaba funcionando demasiado rápido que le estaba provocando una inesperada jaqueca. Levantó su mirada hacia las escaleras y se encontró con Matt. Le hizo un gesto con su mano y él no tardó en llegar a su lado.

    —Sabes de quién se trata ¿verdad? —Soltó sin preámbulos.

    —Sí —murmuró con su ceño fruncido —, y la idea me espanta.

    —Dime. —Matt esperó la respuesta de Thomas con algo de preocupación y ni siquiera sabía la razón exactamente.

    —Es Tom Riddle.

    No lo revisé exactamente las veces necesarias, así que si ven algo fuera de lugar me lo dicen :3 gracias por leer <3
     
    Última edición: 26 Septiembre 2017
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    Interesante cuarto capítulo después de tanto tiempo (descuida, a mí también suele pasarme... :D). Así que Tom Riddle hijo, alias Voldemort, viajó en el tiempo? Y qué curioso, bueno, tal vez no tanto, que el guardapelo de Salazar Slytherin haya sido el único regalo que Tom Riddle padre le aceptó a Mérope cuando ni siquiera la amaba (la ambición humana por un objeto de valiosa apariencia, eso fue); y que le haya servido en ese terrible momento librándolo momentáneamente de la muerte varía un poco la perspectiva de la historia original.
    Nos leemos que cualquier cosa que tengas planeada para esto da para mucho, sobre todo por la cuestión que aun no me queda clara: los tataranietos surgidos de tú sabes donde porque yo no... XD
     
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