Lo prohibido... Es lo más deseado.

Era otra tarde normal de invierno, o eso parecía... Todo el lugar era sutilmente cubierto por la nieve, pero tan lizo manto fue dañado por algunas pisadas.

—Vamos San, no seas miedoso— comento ella; este tono era mas de burla que de ánimo, y eso no sólo se le noto en las palabras si no también en el brillo que se presento en sus pequeños ojos castaños y la sonrisa que se trazo en sus finos y rojizos labios.

—Sí... Además ya estas grandecito como para creer en fantasmas... ¿Verdad?—también se burlo la otra chica que los acompañaba; pero esta no tenia mirada de burla... Parecía mas una malvada, algo tramaba esta chica.

San, un chico algo miedoso de 13 años de edad, era odiado por casi todos los chicos de su clase, por el simple hecho de estar siempre acompañado por dos chicas mayores que el.

Azule era un poco alta, de cabellos rizados y castaños al igual que sus ojos, era deseada por muchos y odiada por otros gracias a su atractiva personalidad atrevida y agresiva.



Elisabeth la chica ya antes descripta de ojos negros, cabellos azabache semi largos y labios finos. Era loca y conocida por todos como la ''rara''.

Caminaban con pasos silenciosos después de la pequeña risa que se formo al San mirar fulminante a Azule por su 'patético' comentario.

Se miraron entre sí al tener en frente una casa o algo parecido a una escuela abandonada.

—Bueno, ya llegamos, ¡ahora entremos!—grito con entusiasmo Eli pero sólo recibió la mirada sofocada de sus amigos.

Caminaron de nuevo sumergidos en el silencio, sólo acompañados por el leve zumbido de la brisa cruzándose por las carrasposas y casi congeladas ramas que colgaban antiguamente sobre sus cabezas. Ahora sólo se encontraban a un paso de tocar los viejos escalones de madera que daban paso a la macabra entrada. El solo hecho del grujido de la puerta hizo que la piel de San se tornara tensa y risada.

—Adelante Azule, tu primero—casi empujo Eli a su amiga para que entrara, como se lo suponían el lugar no era nada bonito: una sala era lo que los resabia, las paredes ya desgastadas por el tiempo eran de poco visible color gris y de ellas colgaban empolvados y abandonados cuadros... Eli quiso verlos más de cerca, uno era de una chica, linda y joven, de aparentes 16 años de edad, sus cabellos negros lacios caían suavemente sobre sus hombros cubiertos por un vestido vino tinto, sus ojos castaños parecían no tener vida, la verdad lo único que le daba vida al dibujo de la chica era la pequeña sonrisa trazaba en sus gruesos labios.

Eli poso su mano en la esquina inferior del retrato y con un ágil movimiento de muñeca quito el polvo que cubría este espacio dejando ver con dificultad unas marcas.

—Frannie... 1816— leyó por lo bajo para darle una última mirada al retrato y pasar al siguiente.

Era un chico serio, de mirada penetrante color roja, su cabello un poco largo era pintado de un color purpura oscuro casi llegando a negro... Vestía algo parecido a un esmoquin negro en su totalidad. A diferencia del cuadro anterior este estaba en mejor estado aunque coincidiera en la misma fecha: 1816, Josep.

—Genial...—musito con la vos baja mientras recorría al siguiente.

Otro chico, de también aparentes 16 como los anteriores, su mirada castaña se centraba en un lugar con mucha determinación, esto le daba al retrato cierto aire de misterio y miedo, sus cabellos eran castaños oscuros y al igual que Josep traía un esmoquin, sólo que este era con una camisa blanca: 1816, Nicolás.

—Oye Eli, vamos a mirar a riba— comunico Azule con un grito de vos baja llamando la atención de su amiga.

Caminaron más adentro donde había algo parecido a una gran cocina con un comedor dañado por las polillas, continuaron hasta una sala de estar, con muebles empolvados y rotos en su mayoría... No le prestaron atención a algunas puertas que había pues estaban cerradas y no tenían tiempo como para intentar abrirlas. Subieron unos grandes y espaciosos escalones de madera que al sentir el contacto y el peso de los tres chicos se retorcieron con un crujido, lo que mostraba que la madera ya estaba muy gastada, el segundo piso era un gran pasillo lleno de puertas, si no se equivocaban en la suma intuitiva habían unos 20 cuartos en este piso. Los tres tomaron cursos diferentes, pero sólo lograron abrir cinco puertas.

Azule abrió una, tenía una gran cama de sabanas negras y cojines blancos ya manchados por el paso cruel del tiempo, un espejo opacado y algunos nocheros de igual estado al resto de la casa.

Azule siguió mirando hasta llegar al espejo, se miro un momento pero no solo apareció su reflejo... alguien más había detrás suyo, pero no era distinguible por el ya dañado objeto, casi por instinto se volteo con la respiración agitada y sus manos temblorosas, casi suplicando en su mente que hubiera sido alguno de sus amigos... pero no había nadie, sólo una pequeña brisa que pasaba de la puerta abierta hasta los agujeros del ventanal dañado.

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San entro a un cuarto de mejor estado, una cama espaciosa de sabanas blancas y rosadas, habían varios nocheros y un balcón cerrado, el chico entro con inseguridad y con un pulso poco definido, recorrió el cuarto con la mirada nerviosa, hasta que su vista se fijo en un peluche, era un viejo conejo, estaba malgastado, pero aun así se interpretaba la dulzura que salía de sus ojos de botón negro... La vista de San se abrió con temor al sentir un frio recorrer su espalda y una sombra pasar detrás de el...

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Eli sólo consiguió abrir la puerta de dos baños en mal estado, recorrió de nuevo todas las puertas que no había logrado antes abrir y para su sorpresa una de ellas abrió después de un *clac*

No había mayor diferencia que en las anteriores, solo que esta tenia las sabanas rojas y blancas, Eli se paseo por el cuarto y se fijo en un retrato, eran los tres chicos que había visto anteriormente, sólo que aquí los tres tenían un gran sonrisa. Eli dejo caer el cuadro al sentir que alguien la tocaba desde atrás con una piel extremadamente fría, con temor se volteo...pero no había rastro nadie.


La chica salió corriendo y se encontró con las miradas asustadas de sus amigos… pero, ¿qué demonios tenía ese lugar? Según las dos chicas los fantasmas no existían… ¿Verdad? Al fin de cuentas ya habían conseguido lo que querían... un susto de muerte y una cadena perpetua hacia el miedo.


No se dijeron nada, ni siquiera quisieron ver los otros pisos de la casa, solo bajaron los escalones y abrieron con brusquedad la puerta queriendo nunca más entrar allí. San fue el último en salir tras ser casi empujado por el aire mismo que cerró la puerta.




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Espero les guste.