Otro Lo Más Importante

Tema en 'Relatos' iniciado por Dark RS, 2 Febrero 2020.

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    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Lo Más Importante
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    Amistad
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    Lo Más Importante



    Es una, extremadamente, mas no inusual, calurosa tarde de diciembre. El fuerte viento no hace más que golpear ese insoportable calor contra los desprotegidos rostros de los indefensos transeúntes que intentan realizar sus compras para las fiestas. Salir este día sin alguna clase de protección para los ojos y para la piel es lo mismo que pedirle al inclemente astro rey que lo deje a uno ciego y que le cocine lentamente la piel.


    El centro comercial es de esos pocos lugares que tienen suficiente espacio y un aire acondicionado lo bastante potente como para que cientos de personas sean capaces de combatir el inclemente clima del exterior. Este día a duras penas lo consigue a pesar de estar puesto a su máxima potencia. Claro que esto también significa un enorme incremento en las ventas de decenas de tiendas. Especialmente de la zona de comidas, donde se tiene que estar merodeando por todo el sitio para encontrar una mesa desocupada o que esté por estarlo, recordando mucho a los buitres que circulan a sus presas desde las alturas.


    Una niña pequeña, de cinco años recién cumplidos, llora a todo pulmón a las afueras de la más grande de las librerías del centro comercial. La mayoría de los adultos la pasan de largo sin prestarle siquiera un poco de atención. Algunos, todavía peores que los que la ignoran, la mandan a callar o le gritan que se quite del camino y vaya a llorar a otro lado. Y los que, en condiciones normales, la ayudarían, se sienten muy cansados por el calor o muy apresurados en sus cosas como para hacerlo.


    Un guardia de seguridad la ve, pero decide hacerse de la vista gorda. Sabe lo problemático que es lidiar con un niño perdido y luego estar haciendo de niñero hasta que algún familiar se digne en aparecer. Si no cuida ni a los niños que tiene en casa, mucho menos va a cuidar de una mocosa que ni conoce y ni le interesa tener nada que ver. Un niño, de unos seis años, casi siete, se atraviesa en el camino del oficial, impidiendo que continúe su camino. Su mirada recriminadora y la posición tensa de su cuerpo lo dicen todo; el niño no está para nada feliz de que se pase de largo sin ayudar a la niña chillona. Aunque lo que piense un niño cualquiera no le importa en lo absoluto.

    —¿Acaso no es su deber ayudarla? —señala el niño hacia la pequeña, usando la misma mano en la que lleva una bolsa de papel conteniendo un libro que recién compró en la librería.

    —Ve a perderte, mocoso mugroso —es la respuesta que recibe por parte del guardia de seguridad.


    El hombre solo ignora toda la situación y continúa con su recorrido, esperando no encontrar nada que le impida volver a la zona de descanso para beber agua fría, deseando que en realidad fuera una cerveza helada, pero si lo descubren consumiendo alcohol en el trabajo lo despedirían de inmediato, y con las múltiples deudas que tiene, prefiere que siga siendo solo un deseo.


    El menor cierra ambos puños con ira. Ver a un adulto tan despreciable arruina el buen humor que hasta hace unos minutos tenía por la adquisición de un libro que llevaba semanas buscando, y que esta mañana finalmente recibió la llamada de un empleado de la tienda informándole que habían algunas copias en existencia y que le apartarían una siempre y cuando llegara este mismo día para retirarla. Como ningún adulto parece estar dispuesto, en lo más mínimo, a ayudarla, y como el deber de un caballero es ayudar a una doncella en apuros, o así le gusta pensar, según lo que ha leído y visto en tantos libros y series de televisión, va hacia la que no ha parado de pegar gritos desde hace varios minutos. Cualquiera podría jurar que a esa pequeña la están matando por la intensidad de su voz.

    —¿Te separaste de tus padres? —pregunta, sacando un pañuelo blanco con líneas grises, que lo cruzan de forma diagonal, del bolsillo trasero izquierdo de su pantalón de vestir, y ofreciédoselo a ella.

    —N-no encuento... a mami... —alcanza a decir la niña, antes de volver a los gritos.

    —Vamos, no llores, te ayudaré a encontrar a tu mamá —asegura él, sonriendo tristemente.

    —¿En-en serio, me ayudarás encontar a mami? —cuestiona ella, inhalando por la nariz con fuerza, tragando parte de los mocos verduscos que adornaban la parte superior de sus labios.

    —Claro, ¿dónde la viste por última vez?

    —No recuedo... Compaba ropa, no me acuedo onde... Vi un pawaso que llevaba mucho globos de coloes muy bonitos y con forma de animalitos... Me fui detás de él, pero el pawaso caminaba muy ápido. Yo collí mucho, para alcanzalo, pero me caí y luego ya no lo vi al pawaso... y-y... —comienza a llorar nuevamente.

    —Entiendo. Ya no supiste en dónde estabas y te perdiste. —Ella asiente, limpiándose el rostro con la manga de su adorable vestido azul con encajes blancos, que la hace parecer, junto con lo pálida de su piel, como una muñeca de porcelana —. Bueno, busquémosla juntos.


    El niño la toma con su mano libre, puede sentir algo pegajoso en la mano de ella, supone se trata de mocos y lágrimas. No la suelta solo para que no se sienta mal, pero la sensación de eso le pone los pelos de punta, es casi como si hubiera una babosa aplastada en su mano.


    Recorren durante un rato el centro comercial. Unos pocos minutos en realidad. El niño mira a cuanto adulto encuentra, pero nadie parece estar buscando a un niño perdido y la niña tampoco parece reconocer a ninguna persona.

    —Estoy cansada... —dice de pronto, dejando de caminar.

    —Descansemos un poco —la guía a un banca de metal que está frente a una tienda de electrónica bastante abarrotada de clientes —. Quiero que me esperes aquí.

    —¿Ónde vas? —pregunta ella, comenzando a llorar, ya que piensa que la va a abandonar y se va a volver a quedar sola.

    —Voy por algo de comer. — Al verle el rostro preocupado puede adivinar que ella tiene miedo de quedarse sola —. Toma esto —le entrega la bolsa de papel que contiene el libro que acaba de comprar.

    —¿Qué eto?

    —Tengo que volver a recogerlo, así sabrás que regresaré, ¿está bien? — Ella asiente tímidamente.


    El niño sale corriendo. La pequeña mira con temor a los que pasan caminando. Ninguna de las personas parece estar interesada en ayudarla como lo ha hecho el niño, cuyo nombre no sabe aún, aunque ella tampoco le ha dicho el suyo, por lo que supone que eso los hace estar a mano. Sus pequeñas piernas, que no llegan al suelo, se mecen de atrás hacia adelante. Finalmente, la curiosidad le gana y saca el libro de la bolsa, sin tener el menor cuidado. Sabe leer más o menos bien, por lo que está segura podrá leer el título sin problemas. O lo estaba al menos.

    —Ale... Ale... ¿cómo e pronuncia eta cuz acotada? Ale...ander Ma... ¿por qué hay una ge de gato ahí?

    —Alexander Magnus. Alejandro el Grande —explica el niño, regresando con una bolsa de papel grande que tiene rastros de grasa en el fondo.

    —¡Qué bueno volvite! —sonríe de tal forma que el niño se sonroja.

    —Tenía que volver a ayudarte —menciona, apartando la mirada. Se sienta en la banca, abre la bolsa de papel y saca un combo infantil que viene en una caja de cartón de un color verde bastante llamativo, luego produce, de la misma bolsa, un vaso de cartón pequeño, del mismo color, conteniendo gaseosa de naranja —. Come y luego seguimos buscando a tu mamá.

    —Gacias. — A ella se le hace que el niño, a pesar de ser como de su edad, se comporta mucho más maduro, como uno de esos adultos que atienden personas en los bancos; educados y con un vocabulario que no siempre ella entiende.


    La niña deja el libro sobre la banca. Toma la caja y la abre, dentro hay una pequeña hamburguesa sencilla aún caliente, sin semillas de ajonjolí, papas pequeñas en una bolsa de papel azulado y un minúsculo juguete que burdamente se parece a un poni rosa de crin y cola color arcoiris, encerrado dentro una bolsita de plástico sellada.

    —Me guta eto juguetes —menciona ella, mirando el muñeco de plástico —. Es de una faula de los sábados que veo. Los quero todos, peo mami dice que no poemos danos el lujo de compar comida de ahí.

    —¡Alice! —grita una mujer, que es tan similar a la niña que cualquiera juraría que son la misma persona en distintos momentos de su vida. Su ropa se nota es de segunda mano, pero bien cuidada.

    —¡Mami! —exclama la pequeña, tirándose de la banca para correr hacia su madre. Se tropieza antes de llegar a ella.

    —¡Mi pequeña! —la levanta y la abraza con tanta fuerza que la niña la tiene que apartar porque no la deja respirar —. Te busqué por todas partes. No te vuelvas a separar de mí nunca más —le llena la cara de besos.


    La escena es muy emotiva para el niño. Tiene que obligarse a ser fuerte y no llorar. Ver el amor de la madre por la infante le recuerda a cuando sus padres aún estaban en este mundo y lo trataban de esa misma forma. Que no fue hace tanto, pero si lo suficiente como para que le parezca una época muy lejana. Nunca le es fácil ver a una familia feliz, siempre siente un intenso dolor punzante en su pecho y una poco sana sensación de celos que sabe bien que no está bien sentir.


    En cuanto a lo económico se refiere, el pequeño no quedó desprotegido en lo absoluto. Esto gracias a ser heredero de un, nada modesto, imperio mercantil. Y su educación en casa le hace siempre sobresalir de entre los niños de su propia edad, o incluso mayores. Según sus tutores, podría perfectamente comenzar la secundaria en un par de años si así él lo quisiera. Cosa que decidió no hará. Sin embargo, perdió algo que ni con todo el dinero o educación del mundo podría recuperar. Eso le hace pensar en lo inútil que son el dinero y el conocimiento realmente, cuando se comparan con cosas realmente importantes, como lo es la familia. Nunca podrá entender a los que no son capaces de disfrutar y agradecer el tiempo que pasan junto a sus seres queridos. Unos pocos minutos son suficientes para perder para todo lo que es verdaderamente importante.

    —Gracias por cuidar a mi pequeña Alice —agradece la mujer, sonriendo. Muestra los ojos rojizos, por haber estado llorando por haber perdido a su hija —. ¿Cómo se dice?

    —Gacias —repite la menor. Su infantil y adorable sonrisa demuestra sin lugar a dudas la felicidad que siente por haber vuelto al lado de su madre.

    —Solo no te vuelvas a separar de tu madre, ¿está bien? —le pide el niño, forzándose a esbozar una sonrisa.

    —Ajá.

    —Ah —guarda el combo infantil dentro de la bolsa del local de comida rápida —, no se te vaya a olvidar esto —se acerca para darle la bolsa a la niñita.

    —Gracias. Si lo compraste con tu dinero te lo pagaré —dice la mujer, buscando en su bolso.

    —No se preocupe por eso. Solo cuídela o volverá a llorar como sirena de bomberos descompuesta —se burla el niño.

    —¡No lloaba tan fuete! —reclama la pequeña, haciendo puchero.

    —Claro que sí. La gente en china podía escucharte llorar. — Ella le saca la lengua.

    —Gracias de nuevo. Despídete, Alice.

    —No. Me enojé con é por lo que me ijo —esconde su rostro en el pecho de su progenitora.


    El niño solo sonríe, le asiente a la mujer dando a entender que no importa que no se despida. Toma su libro de la banca y se retira sin pronunciar ninguna otra palabra. Cuando la niña despega su rostro del cuerpo de su madre, busca por todas partes a ese niño, apenas mayor a ella, que la ayudó, pero sin éxito.

    —¿Ónde etá? —pregunta, pensando que desapareció como uno de esos magos de la televisión.

    —Ya se fue. Y tú tienes que dejar de ser tan grosera.

    —Pedóonnnnn...
     
    Última edición: 10 Mayo 2020
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    ¡Pero qué historia tan tierna! He de admitir que el guardia de seguridad me ha caído fatal. Entiendo que haya gente que vea a la niña y no le digan nada, aunque me sigue pareciendo mal, pero lo del guardia de seguridad no tienen perdón. ¡Es su trabajo! Pensaba que al recriminarle el niño, supongo que es Magnus, cambiaría de parecer pero ni por esas... Tiene el morro de marcharse como si el asunto no fuera con él.

    Volvamos al niño, que es un amor y una fantástica persona, de buenos valores y con un fuerte sentido de responsabilidad. Me ha encantado esa diferencia tan notoria entre ambos niños a pesar de apenas tener diferencia de edad. Es cierto, que en esas edades la evolución es muy notoria pero en este caso lo achaco más a la situación familiar de ambos. Alice vive en un entorno pobre, pero en un ambiente lleno de amor. Magnus por su lado, no tiene problemas de dinero pero se ve obligado a madurar antes de tiempo al no tener padres. Es impresionante la reflexión que llega a hacer a tan corta edad. Ser consciente de la importancia de la familia, las cosas importantes que a veces no valoramos hasta que las perdemos. El dinero nos puede hacer vivir mejor pero ello solo no da la felicidad. Siendo tan pequeño saber que en un abrir y cerrar de ojos puedes perder lo más importante sin poder evitarlo es admirable pero también muy triste porque intuyes por lo que ha tenido que pasar para llegar a esa conclusión.

    Creo que en cada historia que leo me enamoro un poco más del personaje de Magnus. Su comportamiento es ejemplar, transmite muchos valores y es un encanto. Alice es muy graciosa, me ha encantado su forma de hablar tan infantil y cómo se asusta al pensar que su héroe la va a dejar sola. Me ha hecho mucha gracia cuando saca el libro de la bolsa para cotillear sin siquiera pedir permiso, refleja la curiosidad propia de los niños. Y el final es súper tierno, cómo termina haciendo pucheros y ni siquiera se despide. Pero en cuanto se separa le busca con la mirada y no espera que se haya ido, tan mona. Magnus reacciona como todo un chico mayor. Por cierto, la escena donde el niño le da la mano y está pegajosa de la mezcla de mocos y lágrimas me ha dado un poco de asco al imaginármelo. Pero claro, después leo que Magnus no le suelta ni la mano aunque se le pongan los pelos de punta y me derrito.

    Un par de cosillas nada más:
    No sé si hay distintas formas de decirlo y así también sea correcta pero esa frase me ha chocado al leerla, nunca la he escuchado así. Siempre he dicho: hacer la vista gorda.

    Supongo que ahí querías decir en china.

    ¡Un gran relato! Es raro porque he leído las historias desordenadas pero he disfrutado mucho con todas ellas, son muy variadas y los protagonistas son fantásticos. ¡Si escribes más de ellos avísame para leerlos!
     
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    Ichiinou

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    Vaya, cuando vi este relato no pensé que se fuese a tratar de mi pareja favorita, pero ya veo que sí (?) y me alegro mucho, fue super tierno y me ha encantado. Tengo que decir que el inicio del relato me dio mucha rabia, como todo el mundo ignoraba a la pobre Alice llorando, no sé, me hizo pensar en que realmente había algo que no llegaba a comprender, porque yo es que veo una niña llorar y me acerco a ayudarla, me daría mucha vergüenza pensar que podía estar pasándole algo grave a una criatura y no haberla ayudado de haber podido. En fin, toda esa gente me cayó mal y concuerdo don Its, que el guardia de seguridad también, qué gentuza, osea, se supone que está para eso, si hay algún disturbio o se pierde un niño, tiene que gestionarlo él, quién mejor. Pero bueno, menos mal que estaba ahí Magnus para rescatar a la pobre Alice de mocos verdes (?) la imagen fue muy clara la verdad. He de decir que la narrativa nos llevó totalmente a la escena, al menos por lo menos a mí y bueno, la madre también me pareció super adorable y el final, aunque medio amargo porque el niño se sentía triste por ya no tener el calor de sus padres, me pareció super tierno cuando se despidieron. Desde luego Magnus siempre fue un amor, hasta de chiquitín.
    En fin, me ha agradado mucho este relato, como siempre, te insto a que sigas escribiendo. Este ha estado muy tierno y me ha dejado una sensación muy bonita.
    ¡Saludos y nos leemos!
     
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