The Walking Dead Live Forever

Está hecha a partir de Live Forever de Oasis. Y la hago en honor a mi actividad "Acordes del fin del mundo" que hice como por estas fechas hace dos años.

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No quería olvidar, pero tampoco recordar en este momento. Nuestro hogar hecho trizas por un segundo por la ambición de un hombre, que me perdió toda la fe en poder sobrevivir y quiso hacerle lo mismo a nosotros.

Mi cuerpo camina por inercia, más que mi cuerpo destrozado lo estaba mi mente y mi alma, comenzó a quebrarse en él momento que venía la luz de los ojos de Hershel desaparecer mientras que el terror e impotencia de lo inevitable de esa pesadilla nos paralizaba, pensaba en que si hacía algo, los perdería todos y al no hacer nada, ocurrió.

No, no todos, incluso Judith se había ido…pero Carl estaba vivo.

El pensar en mi niña que comenzaba a vivir se extinguía de pronto, sin que estuviera allí para ella, sin que pudiera hacer nada. A mi mente se había mudado el caos de la prisión y causo que de pronto quedara sumergido entre pesadillas que no hacían más que repetir lo que había ocurrido destellando las terribles imágenes de cada perdida torcida aún más por mi imaginación corrompida.

Parte de mi buscaba levantarse, según pero no alcanza a encontrar razones, si había perdido todo cuando llevaría para que Carl sufriera el mismo destino.

— …conseguiré mi propia comida…—murmuró a lo lejos de mi inconsciente su voz mientras la oscuridad me engullía dentro de las pesadillas.

¿Había sido de verdad él? ¿Carl había salido?, un pensamiento fugaz me aconsejó que esa sería la mejor salida para los dos, tarde o temprano nos encontrarían los caminantes y todo acabaría, tal vez era momento de rendirse. De inmediato uno nuevo surgió, uno que me indicaba que no podría pensar así, era mi hijo y debía protegerlo, lamentablemente mi cuerpo no me dejó, desperté luego de unas horas, por unos segundos solo para escuchar el quejido incesante de un caminante que arañaba la puerta.

—¿Recuerdas a Shane?, él nos cuidaba, él mantuvo viva a mi madre cosa que tu— escuché que espetaba entre sueños y una combinación de rabia pero también de culpa me invadía.

No servía para despertarme del todo de ese letargo apenas emití un leve quejido, seguro llevara horas así, reclamándome, echándome en cara todas las situaciones en las que le había fallado, no solo a él sino a todos, yo era su líder y los dejé morir.

—¡Despierta maldición! ¡Quiero que sepas que ya no te necesito! ¡Eres un fracaso como padre! ¡ Todos estarían vivos si no fueran por ti! — escupía cada reclamo tras otro.

Parte de mi me decía que todo eso era motivado por lo que había ocurrido, por el dolor que nos había provocado lo que habíamos perdido, por esa impotencia, porque yo pensaba de mi lo mismo, por esa razón.

—¡Salí por comida! ¡Conseguí comida! —exclamó.

Así que si había sido cierto, si había salido, si había estado en peligro y estaba a salvo. Me recordé a mí mismo a su edad como me sentía con el mundo en mis manos como creí que ya tenía todo a mis pies y se lo grité a mi padre, me hirvió la sangre al ver que él sonreía pasivamente pensando que se burlaba de mí, impulso e insensato para probar mi capacidad salí a enfrentar a un tipo que me molestaba, él terminó llevando a sus amigos y me dejaron un cardenal en el ojo por tres semanas, entonces comprendí que aún tenía mucho que aprender de él y él a pesar de todo, quiso enseñarme pacientemente.

Me vi reflejado en los ojos de mi hijo, era tan insolente como valiente, era una persona terca que debía perder o caer para entender que debía de cambiar algo en mí, no era precisamente algo de lo que estar orgulloso, pero un extraño sentimiento emergía apaciguando la agonía de los otros, algo como una tarde tranquila con amigos después de una terrible tormenta, como una canción pasiva cuando sabes que todo está perdido pero sigues de pie.

Era cierto, seguíamos de pie.

Esa sola frase sirvió como un catalizador que reactivó mi cuerpo, solo restaba seguir, sin razones, sin sueños, sin pensar en el tiempo, solo mantenernos aferrados a la idea de seguir hasta caer de nuevo, sacudirse el polvo y volver a andar, tal vez este mundo si estaba hecho para nosotros, pero no lo sabíamos, jugamos el juego de acuerdo a sus reglas cuando siempre habíamos seguido las nuestras

— ¿Papa?...¿estas vivo papá? —exclamaba mientras se cortaba su voz.

Tambaleante me levantaba hacia él mientras que emitía gemidos que para mí eran palabras…

—No quiero dispararte papá…—decía suplicante y al abrir los ojos notaba que me apuntaba con mi revolver.

—…Carl…no salgas de nuevo solo…

Me abrazaba con fuerza cuando le hablaba, entendí hasta ese momento que creía que había transformado, lo abracé también, convencido de lo que había creído, pues estaba, esto había hecho con mi padre al volver herido. No éramos dos polos que se contraponían, éramos dos guerreros que impulsaban a seguir a base de embestidas hasta el final, hasta cuando uno callera y el otro le siguiera el paso o tal vez…encontramos una nueva historia para continuar. Nosotros éramos inmortales por nuestro apoyo y voluntad.