Miraculous: Ladybug Limites(ADRIENETTE)

Tema en 'Fanfics sobre TV, Cine y Comics' iniciado por quem, 20 Octubre 2021.

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    Escritora
    Título:
    Limites(ADRIENETTE)
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    927
    Límites.

    (ADRIENETTE)

    Era verano en Francia, de hecho, el verano más caluroso que Francia hubiera presenciado alguna vez. Las temperaturas estaban por las nubes de día, y de noche la cosa no cambiaba mucho. Ese era un gran problema para mí: el ventilador de mi habitación estaba roto y me cagaba de calor todas las noches. Esta vez no era la excepción. Me giré otra vez en la cama muy incómoda. A pesar de llevar un casi inexistente camisón -de tan corto que era, y transparente-, tener todas las ventanas abiertas y no tener ninguna sábana encima, me moría de calor. Miré el reloj, preguntándome cuántas horas más de eterno insomnio me faltaban para caer rendida en los brazos de Morfeo. 4:02.

    Ja, a este paso, Morfeo nunca vendría a buscarme. Molesta, no me encontraba dispuesta a permanecer acostada como una vaca toda la noche, por lo que me dispuse a buscar un vaso de agua bien helada a la cocina. Si eso lograba apaciguar mis calores, le rendiría tributo al H2O de por vida.

    Recorrí el oscuro pasillo y bajé la escalera, ansiosa por darle un alivio a mi seca garganta. Pero, cuando estaba a punto de llegar a mi destino, una mano grande y fuerte jaló de mí hasta acorralarme contra la pared. No necesitaba abrir los ojos para saber quién era. Mis latidos se aceleraron de la manera que lo hacían sólo si él estaba cerca, y mi cuerpo comenzó a experimentar un calor que nada tenía que ver con las elevadas temperaturas.

    - Te he estado pensando toda la noche -me susurró al oído con esa voz que me enloquecía-, tanto que no me he podido dormir.

    Tragué pesado mientras me besaba suavemente en la mandíbula, luego en el cuello, subiendo hasta llegar a mi oreja y morderla con sensualidad que logró estremecerme. A pesar de eso, intenté no emitir sonido. Sus manos traviesas me acariciaban con maestría, pero no podía permitir todo aquello.

    - Adr-ien -Adrien... basta...-gemí al sentir el contacto de su mano con uno de mis pechos- s-sabes que... no debemos...

    Reclamó mis labios, besándome con deseo ardiente. Tendría que estar loca para decir que no amaba eso, pero no podía dejar que aquello continuara. Sin embargo, no podía dejar de aferrarme a su espalda con necesidad, sintiendo cada músculo de su cuerpo tensarse ante mis caricias. Me besaba con intensidad, intentando hacerme olvidar que lo nuestro...

    Que lo nuestro era prohibido.

    Deslizó una de sus manos desde mi vientre hasta llegar a la tela de la ropa interior. Acarició mi tersa piel con los dedos y no pude hacer más que aferrarme más a su espalda ante sus caricias íntimas. Pronto supe que estaría perdida si no lo detenía.

    - N-no...

    Con toda la voluntad que pude obtener -y la poca que me quedaba- lo miré a los ojos y sostuve sus manos con fuerza, impidiendo que me tocara.


    - Marinette...

    Sus orbes Verdes eran dos piedras llena de deseo, y estaba segura de que yo también tenía la misma expresión. Negué con la cabeza y él pudo entenderme a la perfección - Esto... esto no puede ser, Adrien...

    Se apoyó contra mi hombro y lo abracé - No entiendo por qué... por qué debemos ocultar todo esto como si fuera algo malo.

    - Lo sé, yo tampoco.

    Podía ver la impotencia en su rostro, y los ojos se me humedecieron al pensar que, por más que lo quisiera, por más que lo amara tan locamente, aquello no podía pasar. Estábamos destinados a amarnos en secreto, aunque eso tampoco era posible. Si continuábamos así, lo único que íbamos a lograr era lastimarnos más, y lastimar a la gente alrededor nuestro. Me besó en la frente cansinamente y luego sonrió tratando de disimular su tristeza. Adrien no era el mismo desde hacía semanas, y yo sabía por qué. Ni si quiera yo era la misma.

    - No quiero que llores, Marinette -me susurró- tú no tienes la culpa de nada -secó mis lágrimas con sus dedos-, yo la tengo.

    Negué con la cabeza - No... Eso no es verdad.

    Me miró con esa expresión que tenía cada vez que hablábamos del tema. Me acarició suavemente la mejilla, para luego darme un corto beso y darse la media vuelta para volver a su habitación.

    - Adrien... -le dije antes de que abriera la puerta.

    Me miró - ¿Sí?

    - Te quiero -le respondí con mi mirada perdida en sus ojos y una sonrisa que distaba mucho de ser feliz.

    Suspiró mientras miraba hacia otro lado - Yo también.

    Y ahí me quedé, en la oscuridad del pasillo observando su puerta cerrada, anhelando su calor. Lágrimas traviesas resbalaron por mis mejillas. A él no le gustaba verme llorar, pero no podía evitarlo. Nunca pensé que llegaría a amarlo de esa forma. Y mucho menos a él. Mi hermanastro. La boda con su prometida Lila se acercaba, y nadie podía hacer nada para impedirlo. Ni siquiera Adrien. Porque los deberes del Clan eran los deberes del Clan; por más que debiera casarse en un matrimonio arreglado por su familia, y sin amor.

    Y en cuanto a mí, me sería difícil no traspasar los límites. Porque nuestro deseo era mayor que nosotros, y muchas veces, cuesta demasiado no ceder ante lo prohibido.

    Límites.

    Una palabra demasiado dolorosa como para recordarla. Pero demasiado tentadora como para ignorarla.
     
    Última edición: 3 Enero 2022
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