Explícito Lienzo y pincel [MargaritaxMason|GakkuoRolplay][Two-shot]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Kaisa Morinachi, 11 Enero 2021.

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    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

    Tauro
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    Título:
    Lienzo y pincel [MargaritaxMason|GakkuoRolplay][Two-shot]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    935
    Por fin entendí por qué me atraían esta relación and I am so happy XD
    Más ahora que Maze no es un sociópata, asesino y sectario (???)
    Aparte, que ahora conociéndolo fuera de su faceta de "villano", se me hace super tierno y de sangre livianita; nada mejor para que Margarita se ponga a mandar su mal humor a los más oculto de su cerebro XD Aparte, sería otra shipp llena de intensidad (???)

    Oh, y bueno; toma Hitori , lo que nunca hice en su momento, pero siento que su relación empezando en esta etapa de Mar sería algo más sencilla (porque con esta niña nada es sencillo) y genuina/abierta.
    Personajes: David Mazon (Hitori), Margarita Nieves (Mori)

    Dúo de arrogantes

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    —Sé que la "verdad" no siempre es fácil,
    pero tu "honestidad" es como una herida abierta
    —​

    Pestañeo, camino; pestañeo, observo; pestaño, abro; pestañeo, analizo; pestañeo, compruebo; pestañeo, satisfacción; pestañeo...

    Y estoy frente a ti, con una sonrisa de complacencia que es impropia de mí, impropia de todo lo que deseo que vean de mí; es la otra parte, esa que solo tú sacas a flote. La mezcla más compleja, la organización más caótica, las actitudes más opuestas; ahí te encuentro, con esa sonrisa entre sosiego y perspicacia, la que sabe a lo que vengo, pero igual finge falsa inocencia.

    Porque así es todo más divertido, y fácil.

    Mi parte intuitiva; la triste, iracunda; la pesimista, arrogante; la depresiva, la caótica; la que ve todo en tonos azules o en gamas de blanco y negro, y la otra: que solo ve un profundo rojo, pero tu logras que consiga las tonalidades sin demasiados implementos. Que ambas se funcionen, que pierda el miedo y sienta que soy capaz de predecirte. La paz tan ajena se me hace, la calma que nunca podría conseguir estando sola; la sensación de, como sí fuera una cosa más de la mundanidad humana: llega, se queda, se mantiene y se va poco a poco. Y de ese modo siento que puedo sobrevivir estando un poco más viva.

    No buscas amar a nadie, yo temo dañar a alguien; ¿qué importan nuestras acciones, sí solo nos encontramos esporádicamente, para luego fingir que no existimos? Que poco nos conocimos, a pesar de que pareciéramos ser capaces de entendernos solo con una mirada.

    A pesar de que nos encante parlotear de más.

    Tras haber pasado mis brazos por tus hombros, abrazándome a tu cuello manteniendo siempre cierta distancia, con una lentitud tortuosa para otras me acorralas contra la reja de la azotea.

    —Conozco otro lugar mejor —susurras en mi oído y, a pesar del claro escalofrío, mi rostro se ve vacío; analítico, ido; aún en otro plano, pero no es algo que ya no intuyas. Jugaste un poco con mi cabello, con la suavidad que sabías que buscaba, mientras hundías tu cabeza por ahí; entre mi cuello y cabeza, cabello y piel, disfrutando del aroma a flores que me cargaba; como sí de un condenado perro drogadicto te trataras, qué se yo, se va a comer pasto cuando la carne ya le hartó.

    Pestañeo, pienso, pestañeo; click. Sonrío con una arrogancia que podría pasar por confianza, mirándote de reojo solamente, sea lo que fuera capaz de ver. Acaricio tu cabello, porque también me encanta hacer eso, para ser yo quien me acerque a tu oído.

    —Vaya, entonces estoy demasiado lejos de ser la primera, ¿no? —coqueta, suave; empalagosa, grave; tranquila... pero nunca dejando de ser una maldita navaja helada o una bomba: Solo necesitan la presión exacta para matarte, y tras eso dejarte tres metros bajo tierra y esfumarse del mundo.

    Me aterraba tanto... pero a esas alturas era capaz de tenerte fe. Esa que no depositaba ni en la humanidad ni en los dioses; tan solo en la suerte y en el destino mutable.

    Besaste un par de veces mi piel, tal vez tocaste de más también, pero bueno; aún estaba entre el plano áereo, la sensación de peligro, el placer culposo; no se podía decir sí estabas a provechándote, o yo me aprovechaba de ti. Por lo que no era momento para quejas y reclamos.

    >>Vamos, entonces~ Enséñame tu taller de trabajo—. Nos separamos con lentitud, soportando las tensiones y el calor como sí aquello tan solo nos diera más motivos para seguir riendo como maniacos, así eran nuestras sonrisas; maniacas y tranquilas, la tuya más genuina, la mía milimétricamente controlada; tus ojos que se veían oscuros, llenos de pasión; los míos fríos y apáticos, brillaban como la miel que al final del día no tenía sabor.

    Era tan solo la ilusión que querías encontrar; lo que deseabas ver en mí, lo que necesitabas en el fondo. Porque me acoplaba, nunca sin dejar de ser un peligro, nunca dispuesta a entregarme totalmente. Pero, vamos; era más fiel que la mierda o algo, me podías pisotear y tirar a la basura, pero sí me dabas un solo momento de paz y cariño, era capaz de perdonarte.

    Pero también dependían de las circunstancias, no por nada funcionaba como sí vivir significara un constante peligro, y más temprano que tarde iba a morir. Me aterraba, pero al ver tu rostro podía olvidarlo, al tenerte cerca podía tolerarlo, y en cuanto me tocabas...

    Ya simplemente sentía por unos momentos que no lo volvería a sentir.

    "Antes de conocernos conocía el narcisismo,
    pero supongo que no sabía que tú le diste ese nombre
    "
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    Última edición: 11 Enero 2021
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  2. Threadmarks: Caída en picada
     
    Kaisa Morinachi

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    Mi mod con esto hasta que termine todos los capítulos: :satan::shani::aniblush::clap::shani::satan:
    Nada que decir, alabada sea (mentira) Black Goat (?)

    Caída en picada.

    Él caminó con la paciencia que siempre parecía llevar encima, como sí las anomalías y el caos del mundo simple y llanamente le traspasaran, no le generaran mayores alteraciones; lo opuesto a mí, por eso mismo fue cosa de dejar atrás la azotea para seguirle con mi velo de seriedad y frialdad absolutas. Íbamos juntos, al mismo destino que solo él conocía, pero podíamos pasar por personas que tan solo coincidieron en el camino ante los ojos que ignoraban lo que ocurría más allá de la luz: En la oscuridad, con las sombras y luces infrarrojas, entre otras. A pesar de que la emoción, expectativa y hasta entusiasmo de probar algo nuevo estaban presentes, nada mutó en mis facciones apáticas, con suerte y fruncía un poco el ceño a medida que preguntas y descartes iban pasando por mi cabeza, casi como sí tachara las cosas de una lista para la compra.

    Por lo cual, cuando llegamos al cuartucho ese en el gimnasio, con la lentitud y precaución que cada vez arraigaba más a mi conducta, volteé a verlo con una ceja alzada, un ojo entrecerrado y una sonrisa que era más bien una mueca de pura y dura socarronería.

    "Vaya lugar más "especial"" Cruzó por mi cabeza, y él amplió un poco su sonrisa, con un deje casi imperceptible de la misma gracia cínica. Sin decir nada cerré los ojos inhalando hondo, encogiéndome de brazos quitándole importancia a cualquiera de las cosas que estuvieran pasando por nuestras cabezas. Me deba curiosidad cuáles podrían ser en su caso, pero yo estaba lejos de poder siquiera empezar a entender sus pensamientos, y poco me apetecía la verdad. Solo pensarlo hacía que la pereza fluyera por mis venas, y no estábamos ahí para dormir la siesta, ¿verdad? No de momento, por lo menos.

    A pesar de que sabía que uno terminaría noqueado
    como se atreviera a pasar de la 3 base.

    Era la única regla.​

    Como era de esperar, fui yo la primera en acercarme y abrir la puerta, porque se notaba a leguas que las cordialidades y suavidades impostadas más que agraciarme me ponían de los nervios; así que él tan solo me siguió por detrás, casi como sí fuera la sombra de un árbol, el tronco en sí mismo; te apoyas y te cobija, aunque claro, esa era un interpretación muy subjetiva de mi parte. Y con la sutileza de los carroñeros nocturnos, cerré la puerta tras mi espalda con un silencio sepulcral, mientras el volteaba con lentitud a encararme a una distancia demasiado considerable; como debía ser.
    Lechuza y zorro
    ¿Perros?


    Lo fingíamos con demasiada facilidad...
    Aunque lo mío era más descontrol que fachada.
    Y entonces empezó; la casa para el mejor rastrero,
    para el más hábil nocturno.
    El más perspicaz.
    El más brutal.

    El más...
    impredecible.

    Sí había estado como dos o tres metros cerca, en un par de pestañeos él ya estaba cerniéndose sobre mí, y como lo tenía guardado en el archivo; yo ya tenía mis dos manos puestas con firmeza sobre su pecho; mientras el ejercía presión, hasta que yo opusiera resistencia, y ahí él se detendría y continuaría con su estrategia: mientras reflejábamos en el otro la sonrisa gatuna, la perspicacia del veterano;

    El mechero.
    El gas inflamable.

    Teníamos todo para crear una explosión y destruirlo todo...

    Pero ahí estábamos, comiéndonos la boca con una suavidad y lentitud que tan solo parecía aumentar el calor del infierno; del infierno gélido, pero abrazador en el que estábamos metidos. El infierno de Dante, la divina comedia, el último piso; nuestra condenadas vidas eran un chiste para los cielos, de seguro Dios, de existir, nos elegía a nosotros para darle sazón al mundo y la vida, a costa de nuestro sufrimiento; no había más explicación para nuestra malísima fortuna, pero bien aventuradas acciones. Siempre al borde de morir o desear morir; tensando nosotros mismos las cuerdas que teníamos en los cuellos, porque podíamos cometer más de nueve mil errores...

    Pero al final del día éramos nuestro único verdugo;
    nuestro propio juez.

    Ateos.
    Aunque yo sí que era creyente de la esperanza y la fe.
    Y entonces salieron, los suspiros, los sonidos contenido, todo relacionado a lo sexual que, en realidad, aborrecía; me parecía el comportamiento más cercano a los animales, y aunque me gustara y los respetara al punto de amar las metáforas con ellos, verme a mí misma reducida a un animal de meros instintos... simplemente lo aborrecía.

    Acción, reacción; siempre bajo estímulos externos, nunca con decisiones propias; recibe, recibe, recibe; cuando doy, me golpean, choque eléctrico, agua gélida.

    El perro de Pavlov.
    ¿Entonces Maze era Pavlov en sí, o solo un perrito que replicó en otro
    más salvaje las enseñanzas de su dueño?
    Turbio y escalofriante, como todos me veían, pero nadie se percataba que Mason y yo...

    Veníamos del mismo pueblo.

    En la superficie estaban los indiferentes, la sala de estar era para aquellos a los que sus padres no habían encomendado con Dios; lo siguiente era la lujuria, porque quisiéramos o no, mucho no podían castigarnos por caer en ese instinto tan básico que ya denigré. Después, en el salón repleto de manjares y delicias, se juzgaba y atormentaba a los glotones, y a los que se llevaban cosas con ellos al entrar en la siguiente habitación; se les golpeaba en las manos, se le sometía a latigazos y otras cosas, por avariciosos. Y quienes lograban ir más allá...

    Les castigaban por no tener fe ni esperanzas,
    por defenderse de las injusticias,
    por intentar sobreponerse en la cadena alimenticia...

    Y terminábamos en el último piso del infierno.

    Maze...— Solté con la voz excitada, en un suspiro ahogado que sí sonaba como la miel dulce, esa voz femenina que aborrecía. El chico detuvo todos sus movimientos al seco, consciente de cada una de mis señales, prediciendo cada uno de mis movimientos; y la angustia en mis ojos, que se podía mezclar y confundir con extrema facilidad con el simple placer y la suplica, no pasaba para nada desapercibida ni en silencio ante la mirada crítica de él. A pesar de que en todo este rato, no importara que tanto me estimulara, mis sonidos se mantenían al borde de romper aquel oculto momento.


    —¿Sí, Mar? —contuvo cualquier rastro de su propia excitación, vamos, que también era humano a pesar de su capacidad para amoldarse, debía ser jodido detenerse así sin más. A pesar de todo, su actitud y disposición cambió por completo, porque entendía que ya no estaba ahí en busca de sexo o mero contacto físico, y él no se metería con alguien que no quería revolcarse con él de manera genuina; sin arrepentimiento de por medio. Una de sus manos me despejó la frente, apartándome el cabello de la frente, nuestros ojos nunca perdieron el contacto...

    Tenía ojos verdes...
    igual que Kate...
    Té y miel...
    Aunque él era más amargo.

    >>¿Qué sucede? —preguntó con seriedad, pero su voz era en extremo suave, mientras me seguía acomodando las hebras rubias por acá y por allá, a pesar de que ya nada me cubriera la cara. Desvié la mirada entonces, en verdad compungida, y lo abracé por la cintura para hundirme en dónde cupiera. Él, como solía esperar a estas alturas, desear y anhelar, correspondió el abrazo con calma. Se quedó ahí, con el mentón sobre mi coronilla, sobando mis espalda sin detener el movimiento mecánico de sus dedos desenredando mis hebras con cuidado.

    El ovillo oscuro.

    El problema sin solución.
    El miedo sin origen.
    Todo parecía agarrar sentido y más claridad en cuanto estaba entre sus brazos, en ese momento más intimo que el sexo o la privacidad misma; ese momento de calma y confort que no le molestaba brindarme de vez en cuando. Ahora no era yo la que estaba en contra de la pared, era él, mirando el techo del lugar mientras yo simplemente sollozaba sin motivo aparente.

    Él sabía que no era culpa suya.
    Y yo sabía que él no podría hacer mucho por mí.


    Más que contenerme en ese momento eterno,

    que luego se haría efímero.





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