One-shot Learning To Breathe. {Klaus/Mia}

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Eternatus, 15 Julio 2013.

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    Eternatus

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    Escritor
    Título:
    Learning To Breathe. {Klaus/Mia}
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2047
    Título: Learning To Breathe. [Aprendiendo a respirar]
    Tipo de fanfic: One-Shot.
    Nº de palabras: 1755.
    Rating: T.
    Género: Romance/Drama.
    Advertencias: Timeskip, semi UA/AU, referencias al rol Infected City, posibles insinuaciones.
    Nota: Gray Vermilion , Klaus es más manejable con 20 años que con 16 x'DD

    Learning to Breathe.

    I could use a fresh beginning too; all of my regrets are nothing new.
    Learning to breathe i’m finding that you and you alone can break my fall.

    Observó el paisaje desde su ventana. Molesta por la vista que tenía, limpió el empolvado cristal con la manga. Tendría que limpiar la mansión si iba a vivir allí ahora. Después de tanto tiempo… los años se habían hecho notar.

    Habían pasado cuatro años desde aquel día. Cuatro largos y tortuosos años en los que permaneció encerrada en una prisión de máxima seguridad. Cuatro inviernos desde que no sabía nada del mundo… ni de él.

    La única persona en la que había llegado a confiar. La única persona que se había atrevido a acompañarla en un viaje sin retorno. Hace 4 años que perdió su pista y aún no lograba encontrarla.

    Recorrió con delicadeza la única y visible cicatriz de su rostro. Cruzaba su ceja izquierda hasta el puente de su nariz, pasando por encima del ojo. Recordaba a la perfección la causa de ésta. Una revelación, una pelea y un sentimiento que creyó jamás sentir por nadie.

    Confianza. Compañerismo.

    Mia ya no se sorprendía al pensar que hubo un tiempo en el que depositó su vida en las manos de aquel niño. Y, aunque siempre lo molestara con ello, no lo creía así. Porque Klaus no lo era. Había mucho más allá de su corta edad que muy pocos llegaban a ver.

    Y ella había sido una de esas personas a quien él nunca daría la espalda. Era algo recíproco. A pesar de que sus creencias, su forma de ser, su mera existencia le dictaban lo contrario. Mia Ivashkov no tiene lazos con nadie.

    Él había logrado hacerla cambiar de opinión.

    Ahora que estaba sola, admitía que lo echaba de menos. Añoraba que alguien estuviera a su lado y le hiciera ver que el mundo no era tan malo como parecía. Alguien que estuviera dispuesto a confiar en ella incondicionalmente, alguien que no le temiera.

    Solo él lo había logrado. Y extrañaba esos pequeños momentos juntos en los que no estaba tan sola, esos momentos en los que podía afirmar que tenía un amigo.

    Mia suspiró pesadamente mientras habría el gran ventanal y salía al balcón. Podría ver todo el cielo desde allí, si quisiera. Cuando era una cría, fantaseaba con ello. Ahora simplemente disfrutaba con ese ilógico y fantasioso pensamiento.

    Se recargó en el barandal y dejó que el viento revolviera sus cabellos. Realmente había cambiado. Ya no era la mujer estirada, fría y violenta que 6 años atrás había descubierto que era. Tampoco era la asesina despiadada y confusa que 4 años atrás había perdido a su único amigo.

    Ahora era una simple superviviente que trabajaba para sí misma, esperando poco a poco el momento en el que la muerte llamara a su puerta y ella pudiera dejarse ir. No le quedaba nada por hacer. Todas sus preguntas tenían respuesta y no todas le gustaban.

    Recordaba todo lo que había perdido y todo lo que había vivido esos dos años que su mente decidió olvidar… no, que su mente fue obligada a olvidar. Y eso no cambiaba nada ahora. Todo seguía como antes, no era alguien distinto a quien solía ser.

    Mia solo había decidido dejar atrás partes de sí misma que no le beneficiaban. Ni a ella ni al mundo.

    Las estrellas eran interesantes, siempre brillando con su propia fuerza y luz, sin necesidad de ayuda. Así se consideraba ella. Ahora era un simple asteroide que vagaba por el espacio sin rumbo concreto, esperando pacientemente a su inevitable colisión con un planeta… o con otro de su misma especie.

    Sus ojos rojos se ampliaron desmesuradamente cuando sintió aquella presencia dentro de su habitación. Intentó no alterarse, estaba acostumbrada a que la siguieran a todas partes luego de escaparse de la prisión en la que fue encerrada. Deslizó su mano por su muslo casualmente, y justo cuando iba a agarrar el cuchillo que guardaba en sus botas altas, una mano firme y grande se lo detuvo.

    Una mano de hombre. Una muñeca y un brazo lleno de cicatrices.

    Por un momento se le paró el corazón. No era posible que él estuviera aquí… ¿Tan rápido volaban las noticias de su escape? Una sonrisa sincera y amplia se formó en su rostro. Sus labios temblaban y no fue hasta entonces que descubrió la magnitud de su añoranza.

    Soltó el cuchillo y este calló ruidosamente al suelo, en señal de que no planeaba atacarle. Mia no era muy emotiva ni dada al afecto físico, pero no pudo evitar saltar sobre él y abrazarlo con fuerza, perdiendo su rostro en el cuello de él.

    —¡Klaus, eres tú!—exclamó ella encantada. Estaba muy feliz de que su amigo hubiera vuelto a por ella. Tal y como había prometido años atrás antes de que se la llevaran.

    “—¡Mia! —el grito desesperado de él resonó en toda la habitación, pero fue ignorado por todos los ocupantes de ésta.

    Klaus intentó llegar a su compañera, que era arrastrada sin ninguna delicadeza hacia la puerta en un estado deplorable. Él nunca olvidaría la expresión de su rostro, él nunca olvidaría lo que vio ese día.

    Lo grabaría a fuego en su mente y se vengaría, de eso estaba seguro.

    —¡Mia! ¡Te encontraré!, ¡iré a buscarte!—una patada en su mandíbula le obligó a detenerse, escupiendo sangre a borbotones fijó su vista en el destrozado cuerpo de la Ivashkov. Apaleada por proteger a quien quería, apaleada por no ser quien había sido.

    Klaus juró que una vez que lograra sacar a Mia de la cárcel en la que él tenía pensado encerrarla, lo cazaría. Lo encontraría y le haría sufrir, le provocaría el máximo dolor posible, no tendría piedad.

    Esperaba que Mia sobreviviese hasta entonces.”

    El hombre estrechó a Mia entre sus brazos sonriendo verdaderamente feliz en muchos años. Sus esperanzas de encontrarla y recatarla se habían visto mermadas durante cuatro años, pero por lo menos se había encargado del malnacido que tanto daño le había hecho.

    Luego de unos minutos así ambos se separaron y las palabras de la morena murieron en sus labios. No esperaba ese tipo de cambio en su amigo Klaus.

    Porque vaya, se había convertido en un hombre de lo más atractivo. Ahora era mucho más alto que ella, debía de medir por lo menos un metro noventa y cinco. Y los años le habían sentado muy bien. Sus facciones se habían afilado, poseía una mandíbula recta y unos pómulos elevados, sus labios carnosos portaban una sonrisa burlona ante la sorpresa de su amiga y sus ojos azules eran más oscuros ahora. Llevaba el pelo un poco más corto y el flequillo de hace 4 años había desaparecido.

    La camiseta de manga corta que traía dejaba a Mia observar los definidos músculos del chico. No, del chico no, del hombre frente a ella.

    Por su parte Klaus también estaba sorprendido con el cambio de Mia. Ahora llevaba el pelo largo por delante y bastante corto por detrás, con un cardado que enmarcaba su rostro. El flequillo recto había desaparecido y ahora era mucho más largo y peinado hacia el lado derecho.

    No ocultaba su cicatriz. La que él mismo le había hecho. No sabía por qué pero no pudo reprimir una sonrisa ante esto.

    Por primera vez desde que se habían conocido hace tantos años atrás —porque no había que engañarse, Mia y Klaus se conocían desde hace más de ocho años— el hombre podía apreciar verdaderamente la belleza de la mujer frente a sus ojos.

    Cuando la conoció era demasiado pequeño como para fijarse en esos detalles, cuando ella mató a sus padres estaba demasiado trastocado como para reconocerla y cuando se reencontraron en sus pensamientos no cabía la palabra “mujer”.

    Se arrepentía de haber estado tan ciego durante ese tiempo.

    Mia lo miraba extrañada. Era consciente de que Klaus la estaba recorriendo de arriba abajo sin ningún descaro y eso le sorprendía mucho. Ella siempre pensó en él como un niño inocente. Demasiado indiferente al mundo como para notar cualquier cosa en una mujer.

    —¿Klaus, qué…?— no pudo terminar de hablar porque el espía la había arrinconado entre la pared de la pequeña terraza y su cuerpo.

    No le pudo resultar más irónico el asunto. El día de su reencuentro ella le había hecho lo mismo. Lo había apresado entre ella misma y una asquerosa pared de hospital, lo había amenazado y lo había dejado con la palabra en la boca.

    Él se había salto la parte en la que la amenazaba.

    Mia no se esperaba que Klaus estuviera devorando sus labios de una manera en la que nadie lo había hecho antes. Sus ojos se ampliaron en sorpresa, pero algo le dijo que debía corresponder.
    Mia Ivashkov nunca había amado a nadie, y era muy probable que no lo amara a él. Aunque no sabía cómo identificar la sensación… la estaba asociando a su añoranza y la confianza que había depositado en él durante ese tiempo.

    ¿Eso es lo que hacen las personas que se quieren, que se aman?

    Mia no lo sabía, pero poco le importaba eso ahora. Correspondió con fuerza el beso, enredando sus dedos en el cabello azulado de Klaus. Éste la sujetó por la cintura y la atrajo hacia sí, profundizando el contacto.

    Se separaron jadeantes y sin aire, ambos con una mirada diferente y que nunca antes habían poseído. Ivashkov sonrió feliz y se escurrió entre sus brazos, para después invitar a Klaus a seguirla a su habitación.

    Tal vez, sólo tal vez… Mia pudiera comprender que aquello que Klaus le provocaba no era simple amistad y compañerismo. Iba más allá, mucho más allá.

    Y quizás, solo quizás, ambos pudieran redimir sus acciones, juntos. Compartían un pasado lleno de desgracias en los que eran partícipes el uno del otro, lo olvidarían todo, simplemente para construir un futuro que valiera la pena.

    I’m dying to breathe in these abundant skies.
    I never knew that I could hurt so bad.

    Entonces, Klaus comprendería el por qué había buscado a Mia durante cuatro largos años. Comprendería por qué le dolía tanto que ya no estuviera a su lado. Comprendería por qué le costaba tanto respirar cuando el aire ya no le era necesario. Entendería que, ahora que la había encontrado, podía respirar nuevamente, podía regresar a una vida que compartiría con la única persona que le quedaba y a la cual él amaba.

    I’m living again, awake and alive.


     
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    Gray Vermillion

    Gray Vermillion Entusiasta

    Cáncer
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    Pluma de
    Escritor
    Tienes un talento nato para la escritura. Al leer esto me conmoví mucho, la historia que tienen juntos Klaus y Mia es una historia trágica, pero a la vez muy... ¿romántica? hahaha.

    ¡Me ha gustado mucho!

    KlausMia x ever xD
     
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    Mellorine

    Mellorine Usuario popular

    Capricornio
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    Escritora
    Me re re re re llegó ;___; Me imaginé ese encuentro, fue precioso, muy romántico y melancólico. Está narrado de una manera hermosa, usaste las palabras indicadas, y las frases perfectas para lograr que me causara algo adentro ;_;
     
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