One-shot Lazos que unen [Pokémon rol]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Hygge, 5 Febrero 2020.

  1.  
    Hygge

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    Título:
    Lazos que unen [Pokémon rol]
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    Para todas las edades
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1028
    Título: Lazos que unen
    Fandom: Pokémon Rol Championship.
    Personajes: Liza White
    N/A: Escrito para la actividad Un Valentín diario 2.0, con la consigna"Sobre un animal amado". Me tomo libertad creativa de decir que un Pokémon vale como animal (?)





    El silencio en la habitación se vio opacado por un súbito estornudo. Una pequeña niña, de no más de siete años, sorbió entonces por la nariz, sintiéndola irritada y enrojecida y se acurrucó bajo las mantas, soltando un pesado suspiro. Su cabello castaño, largo y rizado, se encontraba recogido en dos lindas coletas que le hacían cosquillas sobre sus hombros, ocultas ahora entre peluches y almohadas.

    No le gustaba enfermarse. Mamá la obligaba a guardar cama durante horas, en ocasiones incluso días, y eso significaba tener que encerrarse en su habitación mucho, mucho tiempo, sin poder salir a jugar con sus amigos de la escuela o divertirse con los pokémon que habitaban el hogar. Tan solo aspiraba a admirar el techo y contar las estrellas de pegatina que lo decoraban, a pesar de que se las sabía ya de memoria, o intentar cerrar los ojos para poder conciliar el sueño. E incluso esa idea sonaba tediosa después de tantas horas acurrucada en la cama.

    La luz del día se colaba eficazmente a través de la ventana, y la castaña pudo contemplar el hermoso día que se estaba perdiendo al otro lado del cristal. El cielo despejado, sin una sola de esas esponjosas nubes tiñendo la bóveda celeste, y el sol brillaba con suavidad en lo alto. Aprovechando que se encontraba sola bajó de la cama, sintiendo el frescor del suelo contrarrestar la temperatura de su cuerpo, y se asomó a la ventana de puntillas, observando a las personas pasear por pueblo Arcilla. Pudo ver desde la ventana de su cuarto cómo la profesora Encina venía de visita, como era usual en ella. Mamá y ella eran amigas de la infancia, y prácticamente la conocía desde que era un bebé. Como ambas vivían cerca podían mantener el contacto frecuentemente. En muchas ocasiones le permitía a la pequeña visitar el laboratorio y jugar con los pokémon, cosa que le hacía siempre muy feliz.

    ¡Tepig, Snivy y Oshawott eran tan tiernos! ¡No iba a poder elegir cuando llegase el momento!

    La puerta de la habitación se abrió de repente, y la niña rápidamente regresó bajo las cobijas, fingiendo que en ningún momento desobedeció su orden de no salir de la cama. La figura de su madre se adentró en la habitación con la merienda entre sus manos, y le dirigió una pequeña sonrisa. Tras dejar la bandeja sobre la mesita de noche estampó un beso sobre su frente, apartando su flequillo castaño con cariño.

    —¿Cómo te encuentras, cielo? —quiso saber, con aquel apelativo cariñoso que tanto amaba de ella. Sus pasos se dirigieron hacia la persiana de la ventana, subiéndola para que pudiese entrar algo más de luz en la sombría habitación.

    Liza se removió hasta quedar sentada sobre el colchón, y frotó uno de sus ojos con cierta somnolencia.

    —Mejor... Ya no me duele la cabeza —sus ojillos parecieron brillar al percatarse de lo que acababa de decir, posando su mirada en ella, esperanzada—. ¿Eso significa que puedo salir a jugar, mamá? ¡Quiero saludar a la profe!

    —Liza, cariño, aún es muy pronto para salir fuera. Hace mucho frío, y esta mañana tenías fiebre —dejó la mano sobre su frente, notándola menos caliente que antes. Le brindó una última caricia, antes de recoger el vaso de agua y disponerse a salir de la habitación—. Ten un poco más de paciencia, ¿sí? Luego jugarás todo lo que quieras. Descansa.

    Y cuando cerró la puerta, la niña se limitó a cruzarse de brazos, inflando sus mejillas en un berrinche lastimero. No era justo. Sin embargo, mientras dirigía su atención hacia las galletas que había traído, resignada, escuchando las voces de la profesora y su madre en la planta baja, notó cómo una pequeña figura subía con esfuerzo hasta su cama. Algo o alguien comenzó a tironear de la colcha, en un intento por escalar sobre ella, y mientras mordisqueaba la galleta se asomó con cuidado, sin comprender lo que sucedía. Casi se atragantó al ver que un Oshawott saltaba finalmente hasta rodar frente a ella, irguiéndose hasta acabar observándola con curiosidad.

    Rauda, la pequeña se metió bajo las mantas, no queriendo contagiar su resfriado a nadie.

    —¿...O-Oshi? —murmuró, asomándose con cuidado tras unos segundos, sin despegar su mirada de la criatura. Miró hacia ambos lados, asegurándose de que su madre no regresaría—. ¿Cómo has entrado aquí? Mamá no quería que nadie entrase, tengo que descansar.

    La nutria como toda respuesta se cruzó de patitas, notablemente orgullosa de su gran peripecia, sacándole una risita a la pequeña. Lo que Liza no sabía era que Snivy y Tepig rodaban los ojos al otro lado de la puerta, sabiendo que había sido gracias a ellos que hubiese conseguido entrar en la habitación. Oshawott comenzó a acercarse, evadiendo con cuidado los peluches y las mantas hasta abrirse paso bajo las cobijas, buscando acurrucarse junto a Liza con una sonrisa de oreja a oreja.

    La niña se volvió hacia él, algo insegura al principio, apoyando su mejilla sobre la almohada.

    —Oye, no quiero resfriarte... ¿Estás seguro de esto?

    —¡Osha, osha!

    Pero Oshawott, totalmente convencido, asintió. Le gustaba mucho jugar con la niña, y al enterarse de que en aquella ocasión no podría salir a jugar decidió que sería él quien fuese a visitarla, costase lo que costase. Y la pequeña, ilusionada, le rodeó entre sus brazos, acurrucándose junto a su pequeño amigo en la calidez que les proporcionaban las mantas. No tardaron demasiado en acabar conciliando un agradable sueño, originado gracias a la agradable compañía del otro. Apenas llevaban unos meses conociéndose, pero ambos sentían que les unían unos lazos verdaderamente especiales.

    Y tales debían ser sus rostros, que cuando Encina y su madre entraron en la habitación en busca del pokémon horas después, fueron incapaces de interrumpir aquel remanso de paz que ambos habían acabado construyendo en la habitación.

    Aquellos dos... No tenían remedio.
     
    Última edición: 5 Febrero 2020
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    Aaaaaaa, pero que adorable por favor, mira que lloro.

    Me imagino a Liza de pequeñita y es que me muero de adorabilidad, y en serio, la veo tan fácilmente aburrida en la cama y triste por no poder salir a jugar con sus amigos por estar malita. Es como pusiste en un post del off, ahora está más tranquila pero ella también ha tenido su época de tener las energías de Emi y... aquí lo vemos.

    Por supuesto, el verdadero punto de la historia es el pequeño Oshawott, que hace lo posible por entrar y estar junto a su entrenadora y sinceramente, me parece de lo más adorable, en serio. Los lazos que nuestros niños han creado con sus iniciales es precioso y algo imposible de romper, que desde el principio se ve que va a ser fuerte, como aquí muestras. Que btw, yo también iba a hacer algo con Tepig para el del animal JAJAJA.

    En fin, me ha gustado muchísimo este escrito, ha sido bonito ver algo de la infancia de la waifu y además, lo has escrito super precioso y no sé, me ha gustado mucho, lo he disfrutado ;----;<3
     
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  3.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Aish, pero qué cosita más tierna acabo de leer <3

    Me estoy acordando de cuando Liza se acercó a hablarle a Mimi sobre su inicial en el capítulo especial de playa y... ¿las puedo shippear? Well, lo voy a hacer de todos modos (???)

    En fin, qué me voy del tema. Lo que quiero decir es que me ha resultado especialmente tierno ver cómo Oshawott se colaba en la habitación de Liza solo para estar con su pequeña amiguita enferma. Esas son las verdaderas amistades, las que perduran con el tiempo, toda la vida. Lo cierto es que como dice Gabi, los lazos con los pokes iniciales son muy fuertes y aquí demuestras tan solo un poquito de ello. Me ha transmitido un gran sentimiento de paz y tranquilidad y el final me ha dibujado una sonrisa en los labios.

    Es una escena sencilla pero no por ello carece de belleza, de armonía y sobre todo de ternura. Desborda azúcar por todos lados omg xD Muy lindo escrito Andy <3

    Ja ne!
     
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