Las hijas de Ipswich.

Tema en 'Fanfics abandonados sobre Libros' iniciado por LoveCarLisLe, 15 Junio 2009.

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    LoveCarLisLe

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    Las hijas de Ipswich.
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    Las hijas de Ipswich.

    ¿Qué pasaría si Bella dejara a Edward por Jacob? Brujas, brujos y vampiros. Un mundo lleno de magia, una segunda oportunidad para vivir.

    Titulo principal: Las hijas de Ipswich.
    Personajes Principales: Ainé, Catherine, Sally Danvers, la familia Cullen.
    Clasificación: +15

    Sumario: Una vez Bella deja a Edward por Jacob, este junto a su familia se muda a Morpeth, situado en la província de Northumberland (Norte Inglaterra) y allí se encontrará con tres jóvenes misteriosas que aparentan ser mucho más que humanas y junto a una de ellas; Ainé, encontrará otra vez el sentido de la vida y la importancia de sobreponerse ante todas las adversidades. Lucha, odio, amistad y amor. Todo por conseguir la felicidad.

    Advertencia: Este fic se sale completamente de tipo de Fanfics crepúsculo en los que Bella y Edward están juntos.
    Aquí veremos otro tipo de cosas, una vez queda explicado, espero que quien no desee leerlo se de por enterado. Otra cosita más.. La historia está narrada desde el punto de vista de una de las tres hermanas protagonístas; Ainé.
    Sin más que decir, tan solo espero que les guste la historia que he creado.



    Hay personas que dicen que olvidar es fácil y que el tiempo lo cura todo, pero ¿Qué se puede hacer cuando las pesadillas se vuelven en una realidad alternativa que te trae recuerdos de tu pasado?

    Como cada noche me había sometido a otra de las terribles pesadillas que me perseguían tras la muerte de mi padre. No podía olvidar la imagen de aquel maldito chupa sangres despedazando por completo a una de las personas más importantes de mi existencia. ¿Cuándo llegaría mi hora? Esperaba impaciente por que llegara ése día, mientras tanto seguía soportando a mis hermanas: Sally y Catherine. No esta de más decir que junto con mi madre: Delia, son lo que más quiero y mi razón de seguir adelante. Por ellas lucharías hasta el final, y por ellas me he aferrado con uñas y dientes a ésta nueva vida que tenemos, a pesar de que aún sienta como si yo fuese la pieza equivocada del puzzle y jamás podría encajar.

    - ¡Venga Aine! Vamos a llegar tarde por tu culpa otra vez.. -gritaba Sally desde el pasillo.

    - ¡Joder! ¿Quieres dejar de chillar? Ya te he dicho que te puedes ir sin mi -protesté saliendo por la puerta de mi habitación. Era ya la segunda semana de instituto y últimamente si que habíamos llegado tarde por mi culpa, pero me ponía de los nervios que mi hermana empezase a gritar.

    - Aine.. ¿Cuantas veces te he dicho que no hables así? -me regañó mi madre que iba de camino a las escaleras con el cesto de la ropa sucia.
    - Lo siento mami -dije acercándome a darle un beso en la mejilla-. ¿Dónde se ha metido Cath?
    - Ya se ha marchado.. Deberías darte prisa si no quieres llegar tarde al instituto.
    - Es que no encontraba la corbata.. -hice un puchero.

    - Anoche volviste a tener la misma pesadilla ¿verdad? -preguntó mi madre, acariciándome la mejilla. Su mano era tan cálida y su gesto tan cariñoso y de comprensión absoluta. Ella me conocía mejor que nadie, solo me bastaba mirar a sus ojos verdes para que ella supiera lo que me pasaba.

    - Si.. -respondí reviviendo los recuerdos de la última noche-. No entiendo porque no puedo olvidarlo mamá.. Créeme que quisiera seguir mi vida, hacer como mis hermanas y olvidarlo todo -puse mi mano sobre la suya que aún estaba en mi mejilla.

    - ¡¡Aineeeee!! Date prisa que llegaremos tarde -allí estaba Catherine, gritando desde abajo.
    - Bueno mami, luego hablamos -le di otro beso en la mejilla-. Te quiero mucho. Cuídate.

    - Yo también cariño. Ve con cuidado.. Ya sabes, recuérdale a tus hermanas que nada de usar los poderes.. -asentí a regañadientes, pero antes de irme hice levitar una de toalla que se le había caído-. Aineeeeé..

    - Lo siento..

    Mi familia era normal, o bueno para mí al menos lo era, aunque cualquiera que llegase a conocer nuestros secretos acabaría concluyendo que no somos nada normales, pero éramos de lo más normal que se podía encontrar en Inglaterra, si teníamos en cuenta nuestras condiciones.

    Cuatro mujeres que vivían solas en Morpeth; la capital de Northumberland, no desentonaban tanto. Mas que nada nosotras nunca nos metíamos en problemas, éramos estudiantes de sobresaliente, unas chicas muy atractivas, altas, deportistas.. Unas chicas admirables.. Por no añadir lo “populares” que éramos en el instituto. Desde el día en que habíamos llegado, las chichas del sitio se hartaban de elogiarnos y hacernos saber lo bien que les caíamos, era más que obvio que todo eso era gracias a nuestra facilidad por tratar con algunos chicos. Pocas eran las chicas honestas que nos rodeaban, porque la mayoría se dedicaban a hacernos la pelota delante y criticarnos por las espaldas.

    Algo completamente normal, y la verdad todas éramos conciente de ello, pero ya estábamos acostumbradas a despertar esa envidia en las chicas 18 años, o bueno la de mis hermanas y la mía aún no, nosotras teníamos 17 años, pero no tardaríamos en cumplirlos. Exactamente el 1 de enero. Deseaba con todas mis fuerzas que ese día no llegara.

    Puede parecer estúpido no querer que llegue tu cumpleaños, normalmente todas las adolescentes ruegan porque llegue el día en que pasen de ser menores a mayores de edad, pero para mí eso no significaba más que un paso más en mi rango. Es decir; el 1 de Enero a las 00:00 ascendería y todo lo que había sido hasta ahora acabaría, no sabía si moriría o si sobreviviría y tenía miedo, no de morir, si no de dejar a mi familia. Aunque por otro lado estaba deseosa por que llegara el día en que culminase mi existencia, por siempre jamás.

    - ¡Vamos, Aine! Deberías tomártelo mejor.. Mamá sobrevivió al cambio.. -me animó Catherine, clavando sus preciosos ojos color azul cielo en los míos.

    Ella era hermosa, al igual que todas nosotras, pero a diferencia de que su cabello era rubio platino, sus labios finos a la par de gruesos y rosados, en contraste con su pálida piel. Rostro fino y bien perfilado, cuerpo esbelto y bien proporcionado con unas piernas largas. Todas teníamos el mismo cuerpo y la misma piel, pero el resto de nuestras características eran diferentes a pesar de ser trillizas. Sally tenía el pelo rojizo y los ojos color topacio, eran como oro fundido; profundos, brillantes e hipnotizantes. En cambio yo tenía el cabello negro, largo y ondulado y los ojos de un color verde claro.

    - Mamá es poderosa.. Yo no..
    - Ai, eres mucho mas fuerte de lo que crees.. -continuó Cath.
    - Si lo fuera no hubiera permitido que papá muriese..
    - Eso es algo que ninguna podíamos impedir en ese entonces.. -dijo Sally.
    - De todas formas tengo mucho miedo.. -murmuré.
    - ¿Miedo de qué? Vamos Ai, sabes que podríamos acabar con uno de ellos en un cerrar y abrir de ojos. -aclaró Cath.
    - Es que solo somos nosotras.. Nunca sabemos cuando pueden volver y atacarnos.. No sabemos cuando nos encontrarán, no sabemos nada..

    - Sinceramente no creo que nos puedan encontrar aquí, este es nuestro “territorio” y hasta el momento hemos acabado con toda sanguijuela que nos hemos encontrado. -añadió Cath.

    - Por ahora disfrutemos de nuestra adolescencia.. -dijo Sally con una sonrisa pícara.

    - Hablando de adolescencia.. Mira quien esta ahí delante -dije yo señalando al nuevo “novio” de Cath; Damián.

    Un chico alto, de cabello castaño y ojos verdes. Estaba apoyado a su coche, como siempre y como era normal, cada primer día de semana teníamos que llevar el uniforme completo.

    Para los chicos era una americana negra con el sello del instituto, una corbata roja, una camisa blanca y unos pantalones de tela negros. Para las chicas era lo mismo que los chicos solo que en vez de llevar pantalones llevábamos una falda a cuadros, blanca y azul que normalmente llegaba a las rodillas, pero nadie hacía caso de esa norma porque todas las chicas la llevaban por encima de la rodilla.

    - Me parece que nos veremos luego.. -dijo Catherine sonriendo y luego se marchó corriendo a lanzarse a los brazos de su novio.
    - Solo faltas tu Sally.. -bufé.
    - Todavía no me explico porque no te hechas un novio.. Con lo buena que estas -bromeó dándome una palmada en el culo.
    - No seas tonta.. -le empujé.
    - Es broma hermanita, pero sabes que es verdad eso de que eres linda.. Ya sabes que no pasas desapercibida ante los ojos de nadie..
    - Ni tu, ni Cath.. Pero yo paso.. De momento no..
    - No has encontrado a la persona indicada.. -interrumpió- ¿a que si?
    - Que buena eres acertando. -deje caer con una sonrisa falsa.
    - Te conozco desde siempre..
    - ¡Ya! Bueno date prisa o no llegaremos a clase de filosofía.
    - Si, que si no la señorita O’conel se pone hecha una furia..
    - Doña cuerpo de patata -me reí.
    - Te pasas.. - concluyó, luego nos miramos y reímos.

    Durante el trayecto de camino a clase todo iba bien, hasta que justo antes de llegar, exactamente dos salas anteriores, pude percibir un olor. Jamás olvidaría ése olor a miel con lavanda; el olor más dulce que había percibido en mi vida; el olor de la muerte en vida. El corazón me latía desbocadamente ¿Cómo era posible que nos hubiesen encontrado? Se suponía que tendría que haber huido, pero no. Fui rápidamente a clase; siguiendo el olor que cada vez se hacía más intenso. Miré a Sally, que también comprendía lo que estaba pasando. La mejor estrategia que podíamos emplear para esta guerra, era el pasar desapercibidas. Teníamos que hacer como si nada y seguir las pistas, bloquear todos nuestros sentidos, nuestra mente y nuestro poder. Todo por parecer unas inofensivas humanas ante la terrible amenaza que se nos había presentado.
     
  2.  
    afinidades

    afinidades Guest

    Re: Las hijas de Ipswich.

    Me encantan estas tres brujitas mi pequeña Love...yo llevo esta historia más adelantada que ninguna de las chicas de por aqui por eos no quiero spoilear, pero si decir que esta historia es más interesante e intrigante a medida que avanza....aaiiiss I (L) AINE! jajaajajaja :D
     
  3.  
    cullen saku

    cullen saku Iniciado

    Piscis
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    Re: Las hijas de Ipswich.

    Hola!! me encanta tu historia se ve que va a tener trama!1 y quien sabe que aran jacob y bella en la historia!
    espero que sigas con l conti
    nos vemos!
     
  4.  
    LoveCarLisLe

    LoveCarLisLe Iniciado

    Escorpión
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    Las hijas de Ipswich.
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    Re: Las hijas de Ipswich.

    Muchas gracias por leerme Cullen saku, espero que este capitulo también te guste. Afinidades, muchas gracias por pasarte.. y nada de spoilers ¬¬ procura escribir cosas largas.. a ver si no te borran luego el comentario "POR HACER SPAM"


    Capitulo 2.

    - Sally, contrólate ¿vale? No podemos atacar sin conocer sus intenciones.. Además no podemos utilizar los poderes en vano, a mamá le dará algo si se entera.. -le advertí telepáticamente a mi hermana. Ella asintió, respiramos hondo y entramos en clase.

    Cuando abrimos la puerta todos miraron hacia nosotras, la clase había empezado. Vale.. Nos la habíamos vuelto a cargar, como de costumbre..

    - Señoritas Danvers, ¿Cuántas veces tengo que repetirles que no lleguen tarde a clase? -decía la profesora.

    Mientras mi hermana se excusaba, yo me dediqué a mirar en toda la estancia una y otra vez, cuando de repente le vi. Justo en mi asiento estaba ese él. Un vampiro, el vampiro más.. No sabía con qué palabras expresar su belleza. Todas las palabras que vinieron a mi cabeza eran pocas. Me fastidió pensar así, pero no podía desechar esa opinión. Tenía el cabello cobrizo, la piel pálida y el rostro más perfecto que había contemplado en toda mi existencia. Rápidamente una ola de furia me invadió, a pesar de todo ello tenía ganas de acabar con él, así como uno de los suyos había acabado con mi padre. No permitiría que volvieran a arrebatarme a alguien de mi familia, pero tenía que ser inteligente. A pesar de que lo tendría que haber hecho, no pude controlar mis pensamientos, y mucho menos mis gestos de odio. Me giré rápidamente hacia mi hermana para perderle de vista.

    - Vamos.. Cálmate Ainé, ya sabes que tenemos que hacer como si nada -me calmaba mi hermana telepáticamente, de repente se habían intercambiado las tornas.
    - Sally, usted se sentará con Alice Cullen, Ainé, usted con Edward Cullen -ordenó la profesora.
    - Pero.. Señorita O‘Conel, nosotras siempre nos hemos sentado juntas.. -repliqué yo.

    - No están en posición de poder decidir, señoritas, así que limítense a acatar mis ordenes si no quieren acudir ya a primera hora a Dirección -asentimos desganadamente.

    Antes de dirigirnos cada una a nuestros respectivos asientos, Sally me dedicó una mirada de ánimo y pude leer en sus labios un “Todo saldrá bien”.
    Eso me reconfortaba bastante, ya que si ella decía que todo iría bien, su palabra iba a misa. Todas nosotras teníamos poderes, cada año se desarrollaban más, pero aún así, solo había uno que se desarrollaba con mayor fuerza. El de Sally era el de ver el futuro, el mío el de crear barreras protectoras y bloquear la mente, entre otras cosas. Catherine tenía el poder de leer las mentes, mucho más allá de los pensamientos, pudiendo así llegar a controlarlas. Normalmente no utilizábamos los poderes, ya que si los utilizábamos con demasiada frecuencia antes de cumplir los 18 años podríamos llegar a envejecer, hasta el punto de convertirnos en pequeñas partículas de polvo.

    Mi madre estaba preocupada por ello, pero casi siempre utilizábamos los más comunes, por ello no habíamos sufrido ningún tipo de daño.
    El chico que estaba a mi lado no tenía ni idea de el daño que estaba haciéndonos, tan solo por existir. Desconocía que en el mínimo intento de atacarnos, yo misma acabaría con él, haciendo que explotase en mil pedazos. No sabía cuál era el motivo para que unos vampiros se moviesen en el mundo de los mortales, normalmente aguardaban en la oscuridad de la noche para atacar a los humanos que se atravesaban por su camino. Eso era lo que más me jodía. ¿Por qué alguien había creado seres como ellos? Si ellos se dedicaban a atacar a los más débiles y acabar con las vidas humanas. Con la vida de gente que tenía familiares, razones por la cual luchar, ¿Por qué eran tan egoístas y arrebataban vidas por que sí?

    Mi odio hacia ese ser que estaba a mi lado era profundo, jamás había experimentado un sentimiento tan inmenso como ese, pero muy por encima de él estaba ese sentimiento de atracción que sentía. Era anormal, siempre que había estado ante la presencia de un vampiro había sentido asco, pero él no me lo producía. Podía sentir como el olor que emanaba su cuerpo penetraba por mis orificios nasales, llegando a mis pulmones y llenando mis venas de oxígeno mezclado con su olor. Sentía el dulce sabor de su olor en la punta de mi lengua, podía saborearlo.. jamás había sentido algo igual. Tenía a cada milímetro de mi cuerpo deseando su contacto, pendiente del deseo que sus ojos se fijasen en los míos. Ese era el poder que ejercían ellos sobre los humanos. Una terrorífica y odiosa atracción que me hacía odiarle aún más. ¿Por qué razón un ser tan poderoso, como yo, tenía que ser tan débil en ese tipo de cosas tal y como lo eran los humanos?

    Las ganas de acabar con él eran incontrolables, luché conmigo misma tanto como me fue posible, por simple suerte o casualidad, él no me dedicó ni una palabra en toda la hora. No hasta que sonó el timbre que anunciaba el cambio de clase.

    - Hola - habló una voz femenina, a mis espaldas, mientras metía los libros en la cartera. Me apresuré a ponerlo todo en su sitio, respiré hondo y puse la mejor cara que pude.

    - Hola -dije con mi mejor sonrisa. Mi hermana y la vampira que se sentaba a su lado estaban esperando frente a mi pupitre.

    - Soy Alice Cullen -dijo ella mostrando una gran sonrisa. Su tono al hablar denotaba cierto entusiasmo, que me pareció retorcido al tener en cuenta lo que era, como una niña metida en el cuerpo de un mounstro.

    - ¿Qué significa esto? -le pregunté a mi hermana mentalmente.
    - Esta chica es muy rara.. Es como una niña metida en el cuerpo de un monstruo -respondió Sally.

    - Ainé Danvers, encantada -sonriéndole al igual que lo había hecho conmigo. A pesar de que por dentro la sangre me estuviera hirviendo. Para mi sorpresa se acercó a mi y me beso en la mejilla, estoy segura que de haber podido, hubiera puesto cara de asco ahí mismo- ¿y tú eres..? -dije dirigiéndome al vampiro que estaba a lado de Alice.

    - Edward Cullen- se presentó, ofreciéndome su mano cordialmente. Era un chico de buenas maneras, refinado, típico de ellos.. Siempre tan perfectos y encantadores, los perfectos cazadores, pero yo no era una presa fácil de cazar, de hecho yo no era su presa. La situación era clara, un cazador innato sería cazado por otro más hábil que él.

    - Ainé Danvers -le ofrecí la mano con la misma gracia que él. Si de ser refinados se trataba, yo no me quedaría atrás, teniendo en cuenta lo que yo le odiaba, se podría ver claramente la fuerza que le puse al momento. Con toda la repugnancia sentí su fría y pétrea mano estrecharse con la mía, una fuerte corriente hizo que la apartase rápidamente. Él puso cara de confusión y la mía no fue muy distinta, la verdad-. Bueno.. Edward, Alice, ya nos veremos, ahora tengo que marcharme. Un placer -incliné la cabeza a modo de reverencia y me marché rápidamente no sin antes brindarles otra sonrisa y una mirada a mi hermana.

    - Te espero fuera, ¡Llama a Cath! -le ordené a mi hermana telepáticamente.

    Estaba furiosa, tenía los nervios de punta. Aún no me podía creer lo que acababa de presenciar, de echo lo que no me acababa de creer era lo fuerte que había sido. Intentaba recordar las veces que mi padre me había enseñado cuando era pequeña lo educada que debía ser, pero no podía.. ¿Cómo ser educada con alguien a quien odias con todo tu ser? ¿Cómo? Me fui concentrando en los varios años de enseñanza que nos había brindado mi padre tanto a mí, como a mis hermanas. Lo cariñoso y sabio que era.

    Recordaba como si hubieran sido ayer los días en los que mis hermanas y yo corríamos por los jardines de nuestra gran casa en Ipswich. Todo lleno de lujos, totalmente innecesarios, pero que formaban parte de mi familia. Recordaba cómo mi padre decía claramente que todo eso algún día pertenecería a cada una de nosotras y que tendríamos que seguir las costumbres de la familia. Una gran rama familiar, en la que mis ancestros habían sido grandes personajes, llenos de lujos y mucho dinero. Con mucho poder y cómo no, además de eso formaban parte de un pacto.. A eso se debía tanto dinero y tanta belleza, desde luego tanto éxito en una sola familia no era normal.

    Pero cuando murió mi padre.. Todo perdió su sentido. Junto con mi madre y mis hermanas decidimos mudarnos a Morpeth para poder tener una nueva vida. Mi padre nos había dejado todo, absolutamente todo, y era más que obvio.. nosotras éramos todo lo que él tenía, pero él, papá era todo lo que nosotras queríamos para ser feliz. La razón por la que nos levantábamos cada mañana entusiasmadas por aprender más y más. Para poder llegar a ser algún día una persona tan admirable como él. Pero con su partida todas esas expectativas de futuro, esos días corriendo por el jardín de la enorme casa, llena de antiguallas y cosas carísimas, todo había perdido su encanto.

    Nos marchamos y vendimos el que había sido el hogar de la familia Danvers durante generaciones, pero nosotras abandonamos la tradición, dejando atrás nuestra vida llena de magia y dejando también al resto de familias, que como nosotros, también disfrutaban de las ventajas de los poderes sobrenaturales y el éxito que les ofrecía el pacto.

    Ahora con el paso de los años, nos habíamos acostumbrado a nuestro nuevo hogar. Un sitio completamente diferente. Vivíamos en una casa grande, hasta para nosotras cuatro, pero no lo era más que nuestro antiguo hogar. Estaba lleno de cosas modernas, muchas comodidades, era obvio que viviésemos bien, después de todo el dinero era algo que nos sobraba. Cualquier persona se hubiese sentido satisfecho con eso, pero yo no. Aún no me acostumbraba a mi vida sin mi padre. Aún no me acostumbraba a despertarme cada mañana y no disfrutar de ese olor tan característico que definía su presencia en mi vida; ese olor a café nada más levantarme.

    - Vale, es hora de que hablemos.. -dijo Sally sentándose a mi lado, en uno de los asientos del pasillo.
     

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