Experimento Las crónicas del país sin comas

Había una vez en un pequeño país llamado La República Descomada en el que vivía un tal Heriberto. Heriberto vive en casa de su madre junto a sus cinco hermanos. En el barrio de Heriberto había unas quince familias con chicos. A la hora del almuerzo siempre pasaba lo mismo.

¡Vamos a comer niños! Decía la mamá de alguno para que acto seguido todos los niños que la oyeran echaran a correr debido a la confusión.

Pero no era el único problema de los niños del reino. Porque cómo todo reino que se precie La República Descomada tenía grandes empresaurios. Esos terribles lagartos gigantes que tienen la manía de engañar a la gente para que les den mucha comida. A éstos engaños estos los llamaban empresas para que no suene tan mal. Y una de éstas empresas se dedicaba a vender un producto revolucionario: Jabón corporal en barra para niños con forma de hipopótamo.

Y gracias a éste invento de los queridisimos empresaurios fue que las mamis decidieron dar de comer más a sus hijos. Así los niños podían ser higienizados por fin. Por supuesto que el país terminó con un montón de niños gorditos pero lo bueno era que eran niños gorditos bien bañados.

Y no sólo eran bien bañados si no que además tenían abuelitos con historias muy graciosas. Cómo la del abuelo de uno que fumaba en pipa. No el niño. El abuelo fumaba en pipa. Una vez el abuelo se tuvo que mudar del campo a un edificio nuevo en la ciudad. Y en aquel edificio había un cartel que decía "Prohibido fumar gas inflamable". "¡La Pucha!" Pensó el abuelo. "¡Lo que fuman los jóvenes de ahora!". Y muy contento siguió fumando. Pero un día sin motivo el edificio se se quemó. Resultó ser que estaba prohibido fumar todo tipo de cosas. Y ese cartel quería decir que había gas inflamable en cierta área del edificio. Por supuesto dio la casualidad de que el abuelo se puso a fumar justo al lado de esa área. Por eso el incendio.

Pero ni los niños ni los abuelos eran los únicos con problemas en La República Descomada. El propio presidente tenía problemas con una guerra en el extranjero. El último informe decía en parte "Los soldados cansados regresaron al campamento". El presidente respondió "Que los descansados continúen el ataque". Pero para cuando recibió respuesta la batalla ya se había perdido. Resultó ser que todos los soldados estaban cansados y por eso habían decidido regresar al campamento. Pero cuando lo hicieron el enemigo los siguió.

Entonces, tras cientos de problemas, un genio inventó la coma. Para la siguiente guerra, el presidente supo que "Los soldados, cansados, regresaron al campamento". Con el correr del tiempo, Heriberto se convirtió en un abuelito que supo que aquel cartel quería decir "Prohibido fumar, gas inflamable". Y los hijos de Heriberto podían alimentar e higienizar a sus nietos sabiendo que lo que usaban era un "Jabón corporal en barra, para niños, con forma de hipopótamo"

Y las mamis de la República Descomada llaman a sus niños diciendo:

¡A comer, niños!