Historia larga Las aventuras de Gordo Daniel.

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Paulijem, 14 Mayo 2018.

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    Paulijem

    Paulijem Hija de Aslan, Larcha y Tributo del andén 9 y 3/4

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    Título:
    Las aventuras de Gordo Daniel.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Comedia
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    673
    Sinopsis: Gordo Daniel es un gato particular, obeso y amargado, que se dedica a ayudar a su humano para su propio beneficio. Sin embargo, lejos de su arisca actitud, muy en el fondo ama a su torpe dueño. El mismo que lo acunó en los días más oscuros de su vida.

    Espero que les guste, no serán capítulos muy largos y cada uno de ellos contará una experiencia, historia, diferente aunque claro, con una relación especial entre este pintoresco gato y su dueño [no vi necesario que fuese una colección de One-Shot porque no sé, no me pareció que fuese así]. Cualquier cosa me dicen :3

    Capítulo 1: La gorra.

    Me llamo Gordo Daniel. Lo sé, es el nombre más estúpido que un gato podría tener, pero como bien decían por ahí: «no muerdas la mano que te da de comer».

    Tengo ocho años, demasiado viejo, demasiado hermoso, demasiado para un humano torpe. Pero Julián se había convertido en mi humano desde que tengo memoria; soy lo único que tiene y él es lo único que tengo, nuestra historia es extraña, nuestra relación aún más. Pero siempre dio buenas raciones de comida y regalos que han hecho de mí un gato gordo y domesticado hasta la punta de la cola.

    No tenía más remedio que respetarlo y contener la intensidad de mis mordidas.

    Supongo que se preguntarán porqué cuento esto de mi hermosa y exitosa vida. Pero tranquilos, estoy por llegar al punto de esta absurda historia, unas de mis tantas aventuras como un gato negro con una mancha blanca en el trasero con forma de corazón. Eso me ha traído muchos conflictos, de hecho. Hay gatos mugrosos que no pueden superar la brillante estética que cargo, claramente.

    En fin, corría como idiota, con todo lo que mi esponjosidad me permitía, por una sucia calle rumbo al Starbucks en el que mi humano trabajaba. El muy estúpido había olvidado su gorra y por lo que había escuchado, si la volvía olvidar, posiblemente lo despedirían.

    No es que me hubiera importado que perdiera su trabajo, no sería la primera vez en el año. Sin embargo, el Whiskas y mi leche corrían el peligro de no volver a tocar mi plato. Y, mamá, ya no costearía los gustos de ambos.

    Y eso no lo podía permitir.

    Luego de esquivar los hermanos Costas, dos Doberman gruñones, llegué a la calle principal cubierta por esas carcachas que iban y venían sin parar hasta que, gracias al Whiskas, se detuvieron.

    ¿Saben lo difícil que era llevar el maldito gorro en la boca? ¡No se imaginan! Pero el verdadero desafío estaba en coordinar el movimiento de la cola, las patas y la belleza al mismo tiempo. Además, parecía que no había lavado esa forra en días, lo cual era asqueroso y repugnante.

    Ya estaba mareado.

    Ubicar a Julián en aquel cúmulo de gente aglomerada en Starbucks fue una experiencia horrible y sofocante. Pero, finalmente, pude llegar a él justo en el instante en que estaban a punto de mandarlo a besar ratas. Sólo tuve que maullar como bestia para ser escuchado en aquel bullicio de salvajes.

    —¿Gordo Daniel? —se acercó a mí completamente desconcertado y me levantó con asombro del suelo; me miró a los ojos antes de bajarlos a su gorra y la sorpresa destruyó por completo la preocupación de sus facciones. Una sonrisa se dibujó en sus labios y si yo hubiera podido hacer lo mismo, se la hubiera regresado por muy raro que eso se hubiese visto —. Eres un gato excepcional.

    Ya lo sabía.

    —Dominguez, no sé qué tipo de fortuna tiene usted, pero que no se vuelva a repetir ¡o verá!

    El gordito nos escupió en la cara descaradamente. Pero, al menos -eso podía notarse con facilidad- estábamos tranquilos y ninguno perdería nada por ese día.

    —¿Quieres un pastelillo de chocolate?

    —¡Miau!

    Amaba los maldito pastelillos de chocolate, era lo menos que merecía después de salvarle el pellejo al tonto humano que tenía por dueño.
     
    Última edición: 13 Noviembre 2018
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  2.  
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Saludos.

    Comenzaré con lo técnico.

    Noté que se te fue una a extra en esta parte: "—¿Gordo Daniel? —se acercóa a mí ...".
    Luego, la palabra "doverman", suponiendo que te refieres a la raza de perros, vendría siendo 'dóberman'. Aunque siempre puede ser un regionalismo que no conozco.

    En lo referente al nombre del gato, no es un mal nombre, siempre que el gato pertenezca a la mafia gatuna.
    Fue gracioso, en especial la personalidad tan presumida del gato, pero se nota que es confiable, para ser un gato, y no parece haber estado planeando la dominación mundial como cada gato que conozco.
     
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    Paulijem

    Paulijem Hija de Aslan, Larcha y Tributo del andén 9 y 3/4

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    Errores muy acertados que había corregido pero que al parecer no se habían guardado xD mala mía. De todas formas, ¡muchísimas gracias por las correciones y por el comentario! Es un gato, en efecto presumido 7w7 más que acertado y dudo que quiera dominar el mundo pero no significa que no lo haya pensado xD

    ¡Saludos!
     
    Última edición: 14 Mayo 2018
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    Paulijem

    Paulijem Hija de Aslan, Larcha y Tributo del andén 9 y 3/4

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    Las aventuras de Gordo Daniel.
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    Capítulo 2: Miau...
    El humano llevaba prácticamente todo un día tirado en la cama. Lo que significaba que yo llevaba todo un día sin comer. Todo un día sin ser cepillado y todo un día sin ser mimado. Eso, por supuesto, me había obligado a ir a su habitación que olía a queso rancio. Pero la curiosidad y el hambre podía más que cualquier olor u otra cosa en mi vida gatuna.

    Salté a su cama y me senté cerca de su cabeza, le di un par de golpes en su nariz para llamar su atención logrando que me acariciara la oreja. Sin embargo, apenas fue un segundo pues volvió a alejar su mano para dejarla sobre su pecho y soltar min angustioso suspiro.

    Su maldito estado depresivo me intrigaba demasiado y me desesperaba a puntos exageradamente astronómicos. Si es que eso tenía algún sentido para un gato. Lavé mi pata con la que volví a golpearlo, pero esta vez no se movió. Salté sobre su estómago, le mordí el brazo, arañé su cara e hice pipí cerca de sus pies pero nada de eso funcionó para sacarlo de la cama.

    Descarté defecar en su cara, supuse que eso sería asqueroso incluso para mí. Así que decidí lo más común para un felino doméstico: maullé. Eso siempre volvía locos a los humanos así que maullé tanto como pude. Maullé como un gato descerebrado de las alcantarillas. Maullé con desesperación y luego con necesidad. Demonios, estaba tan inspirado que por un instante me pregunté si podría hacer eso todo el día. Aunque dejé de hacerlo cuando escuché su voz y todos aquellos planes quedaron para otro momento.

    —¡Ya, ya, ya! —refunfuñó pataleando en la cama como un niño. Salió de ella y se acercó a mí con un aspecto realmente deplorable —. ¿¡Contento!?

    Vaya que lo estaba. Y lo estuve aún más, cuando volví a tener mi plato repleto hasta arriba de aquel delicioso alimento balanceado de la tienda de mascotas.

    —Miau —solté con alegría. Lo último que necesitaba era que el humano se me muriese, ¿qué sería de mí si eso hubiera llegado a suceder?

    —Eres un gato insufrible, Gordo Daniel. No sé si lo haces porque me quieres o porque eres egoísta —murmuró con sarcasmo —, pero al menos te esmeras para que siga con vida.

    —Miau…
     
    Última edición: 13 Noviembre 2018
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