Bueno, este es una historia corta, muy corta y algo triste. Espero que entendáis el final, que igual no quedó muy claro. Larga espera. Larga espera sufro. Bajo la luz de la farola sigo esperando a esa persona que, creo que llegará. Me vuelvo a todos lados, esperando ver su rostro: ver su sombra, ver su faz y sus pies clavados sobre la nieve, con su natural sonrisa. Recordaba su cara, semblante pálido, pelo carbón, labios rosados. Pero recuerdo algo más de él. Su sangre, carmesí. Locura. Sí. Perdí la cordura desde que empecé a esperar. Recuerdo aquella fría tarde de un 24 de diciembre, cuando creí que la nada se acercaba peligrosamente. Si me preguntasen por él, respondería: "Sigo esperando." Sonreiría con sarcasmo y miraría al cielo, después de todo, dicen que allí van los muertos ¿Me equivoco?