One-shot Lantern Rite [Genshin Impact UA]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Gigi Blanche, 14 Julio 2022.

  1.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master yes, and?

    Piscis
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    Escritora
    Título:
    Lantern Rite [Genshin Impact UA]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    5703
    N/A: so so soooo HERE WE ARE Rider FELIZ CUMPLEAÑOS, MY BELOVED GEORGIE AAAAA im so so so excited about this, genuinamente adoré escribirlo y me la pasé tan bien que gosh, ojalá te guste a ti también. Lo único que diré fue que así de bíblico como lo ves, al final sólo escribí la mitad de weas que tenía planeadas y ya paré para no irme a la verga JAJAJA y porque no me dio el tiempo así que más adelante me gustaría completarlo cUZ DEJÉ FUERA ALGO A LO QUE LE TENÍA MUCHAS GANAS (!!!)

    Ya hablé diez minutazos en el audio así que no voy a seguir repitiendome demasiado, sólo volver a desearte un muy, muy feliz cumpleaños. I lov you bby, i reeeeally do, y ojalá hoy y siempre seas bien pinche feliz <3





    Lantern Rite

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    —¡Liyue, la cuna de los contratos! Esta región yace imponente entre faldas montañosas, bosques de piedra, bastas planicies y una costa llena de vida, conformando una tierra llena de riquezas. Con cambios de estación claramente definidos y rebosantes de colores, Liyue…

    —¿De verdad tienes que leerle un panfleto, An? Lo está viendo con sus propios ojos.

    La carreta traqueteó y todos se despegaron levemente de sus asientos, aquellas tablas de madera forrada en terciopelo que, a decir verdad, parecían valer lo que la comida de… ¿una semana? Aleck se rascó la nuca, soltando una risa floja, mientras Yun Jin cuestionaba las decisiones de su amiga. Era una muchacha extremadamente correcta, gentil y amanerada, al menos en apariencia; a decir verdad, Anna ya había soltado la lengua y le había contado un par de anécdotas que contradecían un poco aquella imagen. Algunos meses habían transcurrido, pero él no lo había olvidado. No había olvidado ni un momento de toda la diversión que había vivido durante el Ludi Harpastum.

    —Es el trabajo de los guías turísticos, ¿no? —se defendió Anna, sacando una mano por la ventanilla de la carreta—. Puede verlo, claro, pero yo le agrego la información relevante.

    Yun Jin liberó un suspiro extremadamente suave y la lentitud con la cual pestañeó dio a entender que prefería dejar el asunto allí. Quizá supiera que no había sentido en discutir con Anna o quizá le preocupara mantener las apariencias frente a desconocidos y, digamos, espectadores. De la forma que fuera, giró el rostro hacia Aleck y le dedicó una sonrisa cordial.

    —Es tu primera vez en Liyue, ¿cierto?

    —¡Sí! —exclamó, con bastante emoción, y una risa breve se le coló en la voz—. Siempre me entusiasmó la idea de venir aquí, así que no lo dudé ni un segundo cuando Anna me invitó.

    —¡Y para el Rito de la Linterna, ni más ni menos! —agregó la susodicha—. Fue una coincidencia enorme que actuáramos en Mondstadt justo antes de nuestro festival, era una oportunidad imperdible. Supe que tenía que traerte, ¡así fuera de las greñas!

    Aleck volvió a reír e incluso Yun Jin compartió la gracia a su manera. Llevaba un hermoso vestido violáceo y las manos recogidas sobre su regazo. Había cerrado los ojos, también, y al abrirlos, repasó el paisaje montañoso más allá del pantano que les daba la bienvenida a Liyue.

    —Aguarda por mí, recita mi nombre y cántale a las estrellas —citó, en tono claro y melódico—. Pues sobre ellas fueron escritas todas nuestras historias, y si volvemos a encontrarnos no será mera fortuna, sino la voluntad de Celestia.

    Tras aquel pasaje se instauró un silencio sumamente cómodo. Anna y Aleck compartieron una mirada y sonrieron, desviando luego su atención a la inmensidad de piedra y tonos ocre que se extendía a ambos lados del camino. Pasó poco tiempo hasta que un edificio se perfiló en la lejanía, una especie de torre montada sobre una gran roca entre las aguas del pantano. Por encima, como una corona dorada, la recubría un árbol gigantesco. El muchacho prácticamente sacó medio cuerpo fuera de la carreta, asombrado.

    —¡Es enorme! —exclamó desde afuera, Anna y Yun Jin rieron—. ¡Es realmente enorme!

    La primera lo agarró de la chaqueta y lo trajo de regreso, el cabello se le había alborotado un poco y estaba sonriendo de oreja a oreja.

    —Esa es la Posada Wangshu —indicó, acomodándole el pelo con movimientos casi dulces—. Como está a medio camino entre Mondstadt y el puerto de Liyue, muchos comerciantes la usan para hacer parada y descansar. Por eso también se convirtió en un punto de venta de mercancías.

    —Hay algunas leyendas y rumores en torno a esta posada —agregó Yun Jin, impostando cierto misterio en su voz—, como por ejemplo… que sus dueños poseen una estrecha relación con los Adeptus, y que ésta fue construida a pedido de Rex Lapis.

    —¡Y la vista desde allá arriba es asombrosa! —Anna pareció tener una idea repentina y se estiró hacia el lado contrario, colando el brazo por la pequeña abertura que los separaba del conductor de la carreta—. ¡Frena en la posada, por favor!

    El hombre asintió junto a una sonrisa y, en cuestión de pocos minutos, así ocurrió. A Aleck le daba un poco de vergüenza, considerando que aquella decisión implicaba detener el viaje de toda la compañía, pero Anna lucía tan entusiasmada que prefirió ceder. ¡A-además, sí que le gustaba la idea de subirse a esa torre gigantesca! En Mondstadt estaba la estatua de Barbatos, claro, y los techos respingados de la Catedral también eran muy altos, pero no estaba seguro que superaran a la posada.

    En total eran cuatro carretas que fueron deteniéndose una junto a la otra, a un costado del camino y cerca del agua. Aleck dio un salto de la carreta y bajó la vista a sus pies, levantándolos y regresándolos al suelo un par de veces. Era una tontería, pero… estaba pisando Liyue por primera vez en su vida. Era un momento importante para él. Luego recorrió los alrededores con la mirada, todos lucían algo extenuados del viaje y pensó, bueno, que quizá venía bien hacer una parada para descansar y estirar las patas.

    —¡Vamos, vamos!

    Anna no le dio mucho tiempo de apreciación, sin embargo; mucho menos de introspección. La chica ya lo había cazado de la muñeca y lo estaba arrastrando en dirección a la posada. En su camino pudo distinguir los puestos ambulantes montados sobre lonas y mesas rebatibles, la terraza de madera donde la gente comía y bebía, y un montón de arbustos rosados con flores que él jamás había visto.

    —Vaya, son un montón de escaleras —destacó Aleck junto a un suspiro.

    No era que se arrepintiera de la idea, para nada, ¡pero seguían siendo muchas escaleras! Anna rió y alzó su brazo a la pasada, saludando muy sonriente a alguna que otra persona.

    —Son un montón, en efecto —acordó, y lo miró de reojo junto a una media sonrisa—. Qué bueno que no tengamos que tomarlas, ¿cierto?

    —¿Huh?

    Aleck intentó analizar las posibilidades a velocidad relámpago, aunque sólo derivaba una y otra vez en sus propios poderes. ¿Acaso le estaba diciendo que debería utilizar su visión para llevarlos hasta allá arriba? ¿Era siquiera posible? Sus pensamientos, de todas formas, se frenaron en seco y el cerebro se le fue a blanco de la sorpresa cuando vio un… un dispositivo super extraño bajar por un costado de la posada. Era una… ¿como una habitación? ¡¿Una habitación movible?!

    Su expresión debió ser un poema, pues Anna rió y, apenas la “habitación movible” arribó frente a ellos, lo instó a ingresar.

    —No hay ascensores en Mondstadt, ¿cierto? Me pareció notarlo cuando estuve en la ciudad, pero tu cara acaba de confirmármelo.

    —¿Ascensor? ¡¿Qué es esta brujería?!

    Y más risas.

    —Ingeniería, más bien —lo corrigió, alzando el dedo índice, y cuando llegaron a destino, salieron y voltearon hacia el dispositivo—. ¿Ves esas cuerdas de hierro tan gruesas que lo sostienen? Están conectadas a una máquina que las va moviendo de forma mecánica, una y otra vez. Algo así como… ¿un reloj gigante? Mira, allá abajo.

    Lo pellizcó de la chaqueta para instarlo a echar un vistazo hacia la derecha, más allá de las intrincadas y enormes raíces que ya serpenteaban en torno a la construcción. En efecto, había una especie de… casilla, era de madera y desde allí los cables se movían. Bueno, Anna no estaba segura que “reloj gigante” hubiera sido la comparación más acertada, pero ella tampoco era ninguna erudita y estas cosas, no le quedaba duda, eran inventos raros de Fontaine. Miró a Aleck, quien seguía observando el ascensor con asombro e incluso curiosidad, y buscó su muñeca a tientas para moverlo. El muchacho no puso quejas al respecto, seguro aún bastante absorto en todo lo que estaba viendo y conociendo, e ingresaron a la torre. Tuvieron que bajar un breve tramo de escaleras para alcanzar la recepción.

    —¡Verr, hola! —Anna saludó a la dueña de la posada y se inclinó para rascar al gatito que estaba sobre el mostrador—. Y hola a ti también, Bigotes~ ¿Te has estado portando bien?

    —Qué gusto verte aquí, Anna. —La mujer fue muy educada al trato, aunque se la notaba genuinamente contenta—. ¿Están de paso?

    —¡Sip! Venimos de Mondstadt, tuvimos otra actuación allá. ¡Y secuestré a este aventurero, ya que estaba! —Le palmeó la espalda al muchacho, animada, y Verr posó su mirada en él—. Aleck, esta es Verr, la jefaza de la posada.

    —Buen día, señora. ¡Es increíble este lugar!

    —Muchas gracias, joven. Ha sido el fruto de muchos años de esfuerzo y dedicación. ¿Vienes por el festival?

    Aleck asintió, alegre; todos allí eran tan amables que no le tomó nada de tiempo relajarse.

    —Fue idea de Anna, y apenas me lo dijo supe que tenía que venir. Es una oportunidad única, ¿a que sí?

    —En efecto. Además, entiendo que es tu primera vez aquí, ¿verdad? —Aleck volvió a asentir—. En ese caso, eres muy afortunado. Conocerás la Liyue más hermosa del año.

    —Es un trato justo —murmuró Anna, volteando el rostro hacia el castaño para sonreírle con calidez—. Él me mostró la mejor Mondstadt, ahora me toca hacer lo mismo.

    Verr los observó unos pocos segundos y la sonrisa le cerró los ojos. Ah, la juventud. Qué regalo tan precioso.

    —Has dicho que actuaron en Mondstadt. —La mujer captó la atención de ambos—. ¿O sea que toda la compañía está aquí? En ese caso, por favor, pónganse cómodos. La casa les invita un té para que se relajen en la terraza.

    Justo en ese momento, Yun Jin los había alcanzado y oyó las palabras de Verr.

    —Ah, eso suena fantástico. —Juntó las manos al frente, inclinando la cabeza en agradecimiento, y volteó hacia Anna—. Ustedes irán arriba, ¿cierto? Yo me encargaré de avisarle a los demás, aunque primero…

    Sus pasos la condujeron hacia una escalera que bajaba dentro del edificio y desembocaba en, aparentemente, la cocina. Anna supo cuáles eran sus intenciones, eran amigas desde hacía muchísimos años, así que no dijo nada y le sonrió a Verr.

    —Quiero mostrarle a Aleck las vistas desde aquí y luego nos reuniremos con el resto. ¡Muchas gracias, Verr! ¡Eres muy amable!

    La mujer meneó suavemente la cabeza y, tras despedirse, ambos subieron. Aquella escalera espiralada daba a dos balcones más y Anna siguió hasta el último de todos, el más pequeño. Su arcada de madera poseía dos linternas de papel que colgaban a los costados, dando la bienvenida a una de las mejores vistas de todo Liyue.

    Una vez más, el rostro de Aleck se llenó de sorpresa y admiración. Avanzó hasta la barandilla y reposó allí sus manos, sin poder despegar los ojos del paisaje. El sol brillaba alto en el cielo, bañando Liyue de una luz clara y precisa. Las capas de colores, sin embargo, se iban difuminando más y más conforme se alejaban. Era una nación enorme. Las aguas del pantano se extendían hasta donde el ojo llegaba, perdiéndose tras el terreno sumamente irregular, y su cauce generaba una curiosa división: a la izquierda estaban los colores otoñales de Liyue, y a la derecha recordaba más bien al verde primaveral de Mondstadt.

    —¿Hmm? —Aleck entrecerró los ojos y se hizo visera con una mano—. ¿Allá hay algo que… flota? ¡Ah!

    Anna había estado a punto de responderle, a sabiendas de que muy probablemente fuera a confundirse, pero prefirió permitirle formular la idea.

    —Cómo era… El edificio que construyeron aquí, que es parte del gobierno. —Lo seguía mirando y mirando, como si aquella silueta vaga, tan lejana y pequeñita, pudiera darle una respuesta—. ¿La Cámara de… algo?

    —La Cámara de Jade, sí. Pero no. —Soltó una risilla y señaló brevemente en otra dirección, hacia el sur—. Esa está por allá, lo que ves es una isla flotante encima de la Cima Chingyun, en Minlin. Nunca pude subir ahí, de hecho casi nadie lo ha logrado, pero las historias dicen que la creó la Preservadora de Nubes.

    Aleck volteó hacia Anna, algo confundido por aquella información, pero el movimiento lo ayudó a notar algo que no había visto antes. Alzó la mirada, su boca abierta, y la muchacha lo imitó.

    —Woah —suspiró—, la vista de Espinadragón desde aquí es increíble.

    —Lo sé —compartió ella, regresando al muchacho—. Por eso siempre había querido visitarla ¡y pude hacerlo! Todo gracias a un super aventurero que conocí en Mondstadt y me enseñó sus tierras de cabo a rabo.

    —Hmm, suena como un sujeto muy agradable.

    —En efecto~ Además siempre veló por mi seguridad y me protegió de los monstruos, ¡un auténtico caballero!

    Aquella porción de la historia no era, digamos, tan cierta; no por falta de valentía, sino más bien porque Anna… bueno, sería apropiado decir que sabía defenderse por sí misma. Aleck soltó una risa floja y mantuvo el teatro, de todos modos, inflándose el pecho de orgullo con los brazos en jarra.

    —Sólo cumplo mi deber como miembro del Gremio.

    —Eh~ ¿Quién dijo que hablábamos de ti, Aleck?

    Y se desinfló como un globo. La miró, entre sorprendido, algo indignado y a punto de protestar, y Anna se estiró hacia él para dejarle un beso en la mejilla. No lo pensó demasiado ni nada, sólo creyó que lucía muy adorable y le apeteció. ¿Quizá fuera el paisaje tan bonito frente a ellos o lo contenta que estaba con todo ese viaje en general? Ah, qué más daba.

    Técnicamente aún no habían llegado a la ciudad, pero Anna volteó hacia su inmensa tierra natal y supo que no había mejor carta de presentación que esa. Sonrió, el gesto le rasgó los ojos y se llenó los pulmones de aire; una brisa tibia sopló desde las montañas.

    —Bienvenido a Liyue, Aleck.

    El muchacho se había quedado un poquito ofuscado, pero no tardó en recomponerse y sus palabras lo hicieron repasar a su amiga brevemente. Estuvo a punto de responderle, de hecho, cuando oyeron pasos a sus espaldas. Anna ya había adivinado de quién se trataba, así que no le sorprendió en absoluto ver cómo Yun Jin salía al balcón con un platillo y lo depositaba suavemente sobre la tierra de una de las macetas tan grandes que había allí. Aleck, sin embargo, ladeó un poco la cabeza.

    —¿Recuerdas lo que te contó en la carreta, sobre las leyendas y rumores que relacionan a los Adeptus con este lugar? —murmuró Anna, inclinándose hacia el muchacho, a lo cual él asintió—. Yunyun cree en ello; tanto, que siempre deja aquí comida para ellos.

    —Tofu de almendras. —La chica alisó su falda y, con movimientos gráciles, se reunió con ambos junto a la barandilla—. Aparentemente, es el favorito del último Yaksha, Alatus.

    Aleck abrió grandes los ojos. En cierta forma su concepción de los Adeptus, pese a haber oído historias sobre ellos y su hogar en el Desfiladero Jueyun, se había limitado a la de seres mitológicos que habían existido únicamente en el pasado. Ni siquiera sabía cómo debía imaginarlos, vaya. Oír a Yun Jin hablando de ellos como si fueran personas era… extraño, cuanto menos. De todas formas…

    —¿Yaksha?

    No tenía idea qué rayos era eso.

    —Ah, perdóname, Aleck. Los Yakshas fueron Adeptus particularmente fuertes, versados en el arte de la guerra, que Rex Lapis envió a Liyue para defender la tierra de todos los demonios y espíritus malvados que la plagaron luego de finalizada la Guerra de los Arcontes. Esta batalla interminable, sin embargo, manchó sus almas con algo llamado deuda kármica y… —Desvió la mirada hacia el horizonte—. Perecieron, uno a uno. El karma los devoró y hundió en la locura. Se dice, incluso, que algunos volvieron sus armas entre sí y se mataron mutuamente. Otros se suicidaron, o desaparecieron.

    Vaya, aquella narración había tomado un giro sumamente oscuro. Aleck sabía que la historia de Mondstadt tampoco estaba libre de sangre y tragedias, pero eso no le restaba peso a la de Liyue. Yun Jin suspiró, como si pretendiera quitarse algo del pecho, y volvió el rostro hacia el plato de tofu.

    —Actualmente sólo un Yaksha queda en pie, pero sigue contaminado con el karma de antaño y por ello evita el contacto con otros, sean personas o Adeptus. Eso… debe ser muy solitario, ¿verdad? Y no puedo hacer nada por él, lo sé, pero al menos… Bueno, se podría considerar una pequeña ofrenda. No sé si sea verdad que Alatus frecuenta la posada, pero mi alma se queda más tranquila haciendo esto.

    Anna sonrió, acercándose a su amiga para envolver sus manos entre las propias.

    —Y él lo aprecia, estoy segura de eso.

    Aleck permaneció en silencio, pensando en aquella historia y en los sentimientos de Yun Jin. La muchacha volvió a sonreír y asintió, renovando sus ánimos.

    —Muy bien, la señora Verr nos prometió una taza de té humeante para todos —resolvió, alternando su mirada entre ambos—. Sería una lástima que se enfríe, ¿cierto?

    Así se retiraron del balcón y tomaron las escaleras, ya Anna molestando a Aleck otra vez sobre su reacción ante el ascensor y (por supuesto) contándole la anécdota a Yun Jin. Ninguna de las dos notó la brisa que susurró apenas se fueron, sólo el muchacho sintió… una especie de cosquilleo en la nuca y bajó la mirada a su Visión, confundido. Qué extraño.

    Podría jurar que había percibido un resabio del poder Anemo mezclándose en el aire.

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    Aleck ya lo había pensado, pero era realmente notorio cómo aumentaba la cantidad de personas que reconocían a la Compañía conforme se acercaban a la ciudad; se sintió de repente como si estuviera viajando con auténticas celebridades y… qué vergüenza, en serio. Incluso los guardias, esos que Anna había llamado “Geoarmada”, se ilusionaron como críos al reparar en la presencia de sus compañeras de carreta cuando se detuvieron a las afueras de Liyue. No sabía si las chicas ignoraban la situación o ya estaban habituadas a ello, pero para él era estúpidamente claro cómo se debatían y codeaban el uno al otro para acercarse. La indecisión, sin embargo, los condenó. De un momento al otro, Anna pilló a ambos de la mano y echó a correr hasta el centro del puente. Cuando Aleck se recompuso, pudo erguirse y contemplar la magnificencia de la ciudad. Era tan, tan distinta a Mondstadt, con los árboles dorados, los techos rojizos y las decoraciones anaranjadas, hechas en madera.

    Era hermosa.

    —¡Bueno, ahora sí! —Anna alzó los brazos y se volteó hacia él, emocionada; la gente iba y venía, llenando la imagen portuaria de alegría y vitalidad—. ¡Bienvenido a Liyue!

    —Pensé que ya le habías dado la bienvenida, An —la molestó Yun Jin, serena, comenzando a caminar, y Anna bufó.

    —Bueno, bienvenido al puerto de Liyue. —Buscó a la chica de reojo—. ¿Contenta?

    —Sí, mucho.

    A decir verdad, Aleck no les estaba prestando ni un gramo de atención. No sabía cuánto asombro podía caber en el cuerpo de una persona en un simple día, si le significaba alguna clase de gasto de energía, pero de ser así esa noche caería rendido como un saco de papas. Tras admirar la ciudad, volteó el rostro hacia el mar y los barcos estacionados y se acercó a la barandilla; o, bueno, al menos lo intentó, ya que un impacto repentino lo arrancó de su ensimismamiento. Trastabilló, consiguió equilibrarse y parpadeó.

    —¡Ah, lo siento! ¡Lo siento mucho, venía con prisa! —Una chica había aparecido junto a él y reparó en sus ojos dorados; aquello le conectó las neuronas por fin.

    —Hey, no pasa nada. —Intentó tranquilizarla con una sonrisa amable y notó que llevaba los brazos atestados de… ¿eran frutas? Todas rojas.

    —Xiangling, ¡hola! —Anna la saludó con la misma energía que le brindaba a todos y la muchacha la reflejó en un santiamén.

    —¡Anna, señorita Yun! ¡Ah, lo siento! Me encantaría conversar pero ya estoy super atrasada y papá va a matarme.

    Aleck, entonces, repasó el suelo con la vista y se alejó un par de pasos para recoger algo.

    —No, no te preocupes —afirmó Anna, agitando sus manos—. Deben estar más que ocupados durante el Rito, ¿cierto?

    —¡Ni que lo digas! Creo que en esta semana ya envejecí veinte años.

    —Esto es tuyo, ¿verdad?

    Aleck regresó junto a las chicas y sumó una de esas frutas rojas a la pila que (milagrosamente) Xiangling lograba conservar en su lugar. Parecía casi malabarista.

    —¡Ah, gracias! Se me debe haber caído cuando te choqué. ¡Lo siento, de veras!

    —No te preocupes, en serio —insistió Aleck, soltando una risa breve.

    —Ánimo, Xiangling —murmuró Yun Jin—, y feliz Rito de la Linterna. Probablemente luego pasemos a comer algo.

    —¡Feliz Rito de la Linterna! ¡Adiós, chicos! Guoba, ¡ya vamos!

    Aleck parpadeó, confundido, aunque su respuesta no tardó en aparecer. Un… ¿oso? ¿Era un oso? Parecía de peluche ¡pero se estaba moviendo! En fin, un oso pequeñito empezó a corretear detrás de Xiangling, intentando igualarle el ritmo, y se preguntó si siempre había estado ahí pues no lo había visto. Ah, qué de cosas extrañas había en Liyue.

    —¿Por qué le prometiste eso, Yunyun? —se quejó Anna, una vez volvieron a ser sólo ellos tres—. Sabes que yo me muero con lo que prepara Xiangling, ¡es una loca del picante!

    Yun Jin se rió y Anna miró a Aleck, como si pretendiera ponerlo de su lado.

    —¿Viste esa montaña enorme que llevaba encima? ¡Picante! ¡Todos esos eran chiles! ¿Cómo en el mundo vas a necesitar tanto picante?

    —Ah, vaya —soltó Aleck, y a medida que siguió hablando la diversión fue más y más palpable en su voz—. Y yo pensando que eran frutas, hasta me dieron ganas de darle un mordisco a una.

    Anna abrió grande los ojos y luego se echó a reír, mientras empezaban a caminar hacia la ciudad; aquel puente desembocaba directamente en el puerto, de modo que ya iniciaban en hilera los puestos de los mercaderes y sus respectivos gritos anunciando sus productos.

    —¡Por los Arcontes, te habrías muerto! ¡Habría tenido que llevarte en un ataúd de regreso a Mondstadt! ¡Ah! ¿Cómo se lo habría explicado al Gremio?

    —Oh~ ¿Acaso alguien necesita un ataúd~?

    Ni siquiera habían dado dos pasos dentro de la ciudad cuando una nueva voz los distrajo. Al voltear hacia la izquierda, Aleck notó que, tras uno de los muchos puestos, había una muchacha joven sentada; similar a su edad, ¿no? Quizá menos. Llevaba ropas oscuras y sus ojos poseían un brillo muy extraño, como si fueran pequeñas flores. Se veía muy bonita, aunque ¿por qué… les estaba ofreciendo un ataúd?

    Anna miró hacia ambos lados y se rió, incrédula.

    —Ah, Arcontes… —suspiró Yun Jin.

    —Hu Tao, no me digas que estás ofreciéndole descuentos a los turistas.

    La tal Hu Tao parpadeó, confundida.

    —Por supuesto, ¿no es una ganga? Algunos recorren distancias muy largas para llegar hasta aquí, atravesando caminos peligrosos e infestados de monstruos, ¡cualquier cosa puede pasar! ¿Quién no querría disfrutar de unas merecidas vacaciones en nuestra hermosa Liyue con la tranquilidad de que tendrán asegurado su-?

    —Por favor, al menos dime que la señorita Keqing sabe de esto —la interrumpió Yun Jin, genuinamente preocupada; aunque, a decir verdad, no sabía qué clase de respuesta prefería.

    Anna, entre tanto, se inclinó sobre la mesa para leer la infinita variedad de cupones que la muchacha tenía en exposición.

    —¿Hmm? ¿Hay alguna razón por la cual debería habérselo informado? Si la Funeraria ya es una empresa habilitada por las Siete Estrellas.

    Yun Jin volvió a suspirar y Aleck imitó a Anna, bastante curioso. A raíz de la conversación no había logrado sacar en claro qué clase de descuentos estaba ofreciendo aquella niña, pero de un momento al otro… el comentario del principio cobró todo el sentido del mundo.

    ¿Treinta por ciento de descuento en ataúdes de madera de avellano?

    ¿Vigencia de veinticinco años?

    ¿Dos por uno en coronas funerarias? ¿Con flores frescas a elección?

    ¡¿Cómo se vería tu nombre en un epitafio?!

    —Deberías extenderle la vigencia a estos —dijo Anna de repente, sumamente seria, presionando el índice sobre una pila de cupones—. Piénsalo, con estas fechas no estás considerando a la clientela joven.

    Yun Jin la miró como si, por un momento, quisiera matarla, pero se recompuso de inmediato y esbozó una sonrisa cordial. Aleck creyó que, al menos por un instante, parte de su verdadera personalidad había estado a punto de salir.

    —En fin, me gustaría asearme antes de recorrer el festival —anunció, gentil, e inclinó la cabeza a modo de despedida—. Nos vemos luego.

    Anna sacudió su mano, alegre, aunque cuando la chica se hubo alejado, desvió su atención a Aleck con cara de “te lo dije”. El muchacho parpadeó y esbozó una sonrisa divertida. Ah, pero qué astuta la enana. Lo había hecho a propósito, ¿no?

    Hu Tao, entre tanto, se había concentrado tanto en la propuesta de Anna que apenas reparó en la ida de Yun Jin. Tenía una mano en la barbilla, balbuceaba sonidos inentendibles y de tanto en tanto asentía, hasta que soltó un “¡ah!” y golpeó el puño contra su otra palma.

    —¡Ya sé! ¡Podemos hacer un juego! —¿”Podemos”?—. ¿Saben? Luego de ir allí para el Festival Irodori, Xingqiu me comentó que en Inazuma tienen unas cajitas con palitos que… las agitan y… —Frunció el ceño, intentando ordenar la anécdota—. ¿O la caja venía después? ¡Ah, como sea! En los santuarios tienen unos palitos para leerte la fortuna.

    —¿El palito te lee la fortuna? —indagó Aleck, confundido.

    —¡No! En el palito hay un número.

    —¿Y ese número es tu fortuna?

    —¡Sí!

    —Como… ¿tu porcentaje de fortuna?

    —¿Van del cero al cien? —inquirió Anna.

    —¡No, no! ¡Déjenme hablar! —Hu Tao los había señalado con un dedo y luego relajó el brazo; los otros dos, pese a haber evitado mirarse directamente, compartieron cierta sensación de complicidad—. Los palitos traen un número grabado, y ese número indica… ¡ah, una caja! ¡Sí, aquí viene la caja! Tienen cajas con esos números y de ahí extraes una tarjeta, y en esa tarjeta está tu fortuna.

    En verdad, la solución al misterio estaba en que había dos cajas formando parte del proceso de adivinanza, no sólo una. Pero ese detalle permanecería ajeno a todos.

    —¿O sea que la gente sacaría un número y eso decidiría el cupón que reciben? —Aleck ató cabos, cruzado de brazos, sintiéndose de repente todo un detective.

    Hu Tao asintió fervientemente.

    —No suena mal —opinó Anna, disimulando la diversión en su sonrisa—. Así al menos los convencerías de acercarse, en vez de espantarlos a lo lejos.

    —No puede ser, ¿tú también, Anna? —La niña suspiró, derrotada, y se encogió de hombros—. Nadie comprende nunca la importancia del trabajo que hacemos, como si la muerte no fuera algo inevitable.

    —Los seres humanos somos muy necios, no lo olvides —aconsejó Anna, repentinamente sonaba muy madura—. La inevitabilidad de la muerte no conseguirá que la aceptemos; de hecho, diría que es lo opuesto.

    Y aún así, el problema no era el servicio que ofrecía la Funeraria sino los… métodos tan extravagantes que usaba Hu Tao para captar clientes. ¿Quién esperaría llegar a Liyue para disfrutar del festival y que una enana enérgica de repente te ofreciera un descuento para tu propio entierro?

    Hu Tao se había quedado rumiando en torno a las palabras de Anna, aunque al parecer no vio necesario seguir discutiendo el asunto y, una vez más, chocó su puño contra la palma de su otra mano.

    —¡Ah! Luego estaré bebiendo un té en Los Tres Cuencos con Zhongli y Yanfei. ¡Pueden unirse, si quieren! —Parpadeó, confundida, y balanceó su peso hacia los costados en busca de algo… o alguien—. ¿Huh? ¿Y Yun Jin?

    Aleck intentó disimular la sorpresa. Por los Arcontes, ¿de verdad lo notaba recién ahora?

    —Dijo que estaba cansada del viaje y quería asearse antes de recorrer el festival —le explicó Anna, tranquila—. ¿Los Tres Cuencos, dijiste? Quizá pasemos, al menos a saludar. Planeo que este muchachito de aquí viva la experiencia completa.

    Hu Tao reparó en Aleck y su sonrisa le iluminó el rostro.

    —¡Ah, cierto! ¿Cómo te llamas, chico? ¿De dónde vienes? Espera, espera, no me digas. Hmm… El uniforme de aventurero debería estar prohibido, ¡se visten igual en todas partes! A ver… ¡Ah, ya sé! Eres de Mondstadt, ¿cierto? —Se volteó hacia Anna—. Ustedes viajaron allí para presentarse, ¿verdad?

    —Está en lo correcto, señorita —concedió Aleck, risueño, y soltó una risa corta—. ¡Y me llamo Aleck! Es un gusto.

    Se veía bastante extravagante pero también parecía una buena chica, ¿no?

    —¡El gusto es mío! —Hizo una especie de saludo militar y pilló dos cupones del mostrador para extendérselos—. Por favor, cortesía de la casa. ¡Son de mis mejores promociones!

    Ambos lo aceptaron y, otra vez, evitaron compartir una mirada. Aleck leyó el suyo, soltando una risa floja. ¿Cuarenta por ciento de descuento en el paquete completo premium de ritos funerarios? Vaya, una ganga.

    —Muchas gracias, Hu Tao —murmuró Anna—, eres muy amable.

    —Ah, qué va. Los clientes son importantes, ¡pero los amigos lo son aún más! Y contrario a lo que pueda parecer, prefiero celebrar primero la vida.

    El puerto seguía espiralando a su alrededor con mucho júbilo y energía, pero aquellas palabras de la muchacha consiguieron crear una pequeña burbuja entre ellos tres, así fuera por un instante. Aleck pestañeó, respirando suavemente, y tuvo la certeza de que lo decía muy en serio. De veras era una buena chica, ¿cierto?

    … o eso creyó, pues una explosión repentina prácticamente le quemó el culo y soltó un grito, girándose de un salto. Hu Tao también estalló, pero en carcajadas.

    —¡Ah, te agarré! —dijo entre las risas, sosteniéndose la barriga con ambas manos—. Casi te mueres del susto, ¿a que sí?

    Anna también se había sobresaltado, aunque no tanto. Suspiró, meneando la cabeza, y buscó la muñeca de Aleck mientras Hu Tao intentaba calmarse, secándose una lagrimilla.

    —Supongo que en Los Tres Cuencos vas a comportarte, ¿verdad?

    —Por supuesto. —Sonrió con las manos a la espalda, como un auténtico angelito—. Ya sabes que si no, Zhongli y Yanyan me regañan~

    Recién entonces Aleck había reconectado sus neuronas. De la forma más disimulada posible tanteó su… parte trasera, pues habría jurado que la cosa esa había llegado a agujerearle los pantalones, pero gracias a Barbatos todo estaba en orden. ¡Esa niña, en serio! ¡Y él defendiéndola mentalmente!

    —Muy bien —murmuró Anna, jalando suave del brazo de Aleck para empezar a retirarse—. Nos vemos luego, suerte con las ventas.

    —¡Gracias~!

    Aleck había considerado la posibilidad de regañarla o enfadarse con ella, pero en cierta forma la actitud de Anna le hizo darse cuenta que no tenía sentido; que lo mejor era… dejarla ser, quizá.

    —Lo siento por eso —dijo la chica, una vez se hubieron alejado bastante—. Hu Tao es así, nunca sabes cuándo va a actuar o salir con un disparate.

    Comenzaron a recorrer el puerto de Liyue, sus pies haciendo eco sobre los tablones de madera, las olas barriendo los pilares y las gaviotas aleteando aquí y allá. A la derecha había una escalera enorme que ascendía hacia, lo que Aleck supuso, era la ciudad propiamente dicha. Se detuvo un momento, sin embargo, tras notar aquella mezcla de culpa y vergüenza en el tono de su amiga, para enfrentarla e instarla a mirarlo.

    —Hey, Annie, no te preocupes. No fue nada, ¿sí? Sólo un pequeño susto.

    La chica buscó sus ojos un poco a tientas y luego suspiró, desviando su atención al océano. Fue extraño, pero apenas en ese momento Aleck fue absolutamente consciente de cuán diferente era el aroma que había en el aire. Salado, un poco húmedo.

    —Lo sé, pasa que fue mi idea traerte aquí y… quiero que todo vaya bien, ¿sabes? Que te diviertas como yo me divertí en Mondstadt. —Frunció el ceño, haciendo una suerte de mohín—. No debería haberle prestado tanta atención, si ya sé que ella es así.

    —¿Así cómo? —Anna volvió a mirarlo y Aleck sonrió, relajado—. Extraña, seguro, un poco traicionera, cómo no, ¿pero aquello de los amigos? Estoy seguro que iba en serio. Además, es muy alegre y fue realmente divertido oírla hablar sin parar.

    Soltó una risa liviana y se inclinó apenitas, picándole la punta de la nariz.

    —Sí, divertido —agregó, volviendo a erguirse, y respiró tranquilo—. Así que no te preocupes, ¿va? No pasó nada.

    Anna asintió, quizá no del todo convencida, pero lo hizo y con eso a Aleck le bastaba. Renovó los ánimos, pues, recorriendo el puerto con la vista, y se llenó el pecho de aire.

    —¡Muy bien! —exclamó de repente, recibiendo toda la atención de los ojos rosados de Anna—. Hora de ser mi guía turística. Señorita guía turística, ¡quiero recorrer los puestos de este puerto! ¡Todos y cada uno de ellos!

    La muchacha se rió, el sonido le alivió y, casi sin dificultad, regresó a ser la misma de antes.

    —¡Cómo no, mi querido aventurero! Empecemos por aquí, donde la señorita Liang tiene sus vasijas y artesanías en cerámica. ¡Estoy segura que le gustarán!

    Aleck la siguió, con una sonrisa prácticamente imborrable en su rostro. Estaba en Liyue por fin, de verdad lo había hecho. Y no dudaba que pasaría algunos de los mejores días de su vida.
     
    Última edición: 14 Julio 2022
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    Nunca me imaginé cuanto necesitaba una secuela a un rol que estaba en progreso hasta que leí esto ¡Pero a ver es que fue maravilloso todo! AAAAAAAAA

    No había visualizado aun como sería la reacción de Aleck en Liyue pero debo decir que esto es 100% acertado EN TODO LIKE me gusta muchísimo la manera en la que usas al niño verde aquí uwu Te lo comenté por WA pero lo puede visualizar todo como si fuese un anime y amé cada momento de ello it was pure gold y Annita tratando de hacer de guía es demasido cute ME MUERO.


    No lo voy repetir en cada cita pero no sabes como amé cada interacción de Yun- Jin JAJAJA


    Mi niño verde maravillado por las montadas y la posada Dios mío realmente es un bebé chikito <3 Y lo de estar intrigado por el elevador fue completamente acertado HE'S SO CUTE


    Te juro que se me derritió el corazón en esta escena, Anna no tiene derecho de ser tan linda su señoría ES QUE LO VUELVO A LEER Y ME SIGUE PARECIENDO TAN LINDO AAAAA


    Okey here me out, no tienes ni idea de lo contento que me hizo imaginarme que Aleck pudo sentir la presencia en la posada AAAAA They could be friends some day uwu


    Pequeña nota solo para decir que amo muchísimo a Xiangling y a Gouba uwu


    OMG Is that little Hu Tao I'm such a big fan uwu En serio me pareció maravilloso tu interpretacion de la niña and I jsut love it, la verdad que muy probablemente Aleck ni hubiera considerado enfadarse con ella uwu


    Annie preocupada porqué nada le pase a Aleck y se divierta es simplemente bellísimo y super lindo y todo todo todo y el toquecito en la nariz es simplemente la cerecita en el pastel.

    Fue un regalo precioso y de verdad disfruté muchísimo leer Belu, en serio te luciste <3 Y ahora quiero saber que más pasó en Espinadragón >_>
     
    • Adorable Adorable x 2
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