Laberinto Rocoso Una formación de rocas similar a un laberinto se yergue en lo que parece el borde del bosque. Al menos, los límites que el mismo bosque les permite, pues más allá, se puede notar la maciza y gruesa pared de árboles, que impiden que nada pueda entrar. Ni salir. Navegar por el laberinto es complicado, en especial cuando más ladridos y gruñidos llegan a sus oídos, amplificados por el eco de las paredes de roca. Su temor solo aumenta al no poder distinguir de dónde proceden esos ruidos, y mucho menos detectar su origen. Prontamente, se encuentran con una bifurcación en el camino. ¿Hacia dónde dirigirse? ¿Derecha o izquierda? Contenido oculto rapuma
Ojo Negro Stamina 2 Sanidad 9 Los cascabeles que estaban atados en la punta de su barba sonaron cuando Ojo Negro movía la cabeza de derecha a izquierda, sopesando las direcciones. Los ladridos no hacían más que asustarlo aún más de lo que ya se encontraba. Tenía la sensación de que si se metía a uno de esos caminos no saldría con vida. Decidió internarse por la izquierda, lejos de los aullidos.
Ojo Negro continuó por un camino zigzagueante, y después de varios minutos de caminata, se encontró... con la salida de aquel laberinto. Vaya, al parecer no era tan grande ni críptico como parecía visto desde afuera.
Ojo Negro Stamina 2 Sanidad 9 Se sorprendió a sí mismo al encontrar la salida relativamente fácil. ¿El lado derecho lo hubiera llevado a otro sitio mejor o peor? Pero, además, ¿que podía ser peor que cualquier cosa que le pasase en un lugar como ése? los aullidos le devolvieron a la realidad; su miedo más palpable era morir despedazado vivo. Se protegió al volver a ingresar al laberinto hasta su inicio, para ahora tomar el lado derecho.
La noche se había cernido sobre Ojo Negro, mientras este intentaba navegar por el laberinto rocoso. Los aullidos y ladridos se acallaron, y maniobrar por los pasadizos de piedra se volvía en extremo dificultoso sin la capacidad de ver más allá de sus propias narices. Tal vez una fuente de luz hubiera servido para este momento. Sin embargo, el hombre no disponía de ninguna. El mundo quedó en completo silencio. Nada parecía moverse, hacer ningún sonido. Ni el mismo viento aullaba entre las hojas. La vida misma parecía haberse escondido, expectante. O con miedo. Ojo Negro también lo pudo sentir. Una sensación fría creció desde la base de su columna hasta su nuca. No estaba solo. Había algo más allí. Algo que lo estaba buscando. Algo que lo estaba cazando. El suelo comenzó a temblar. Algo pesado parecía acercarse. Algo poderoso. Sin pensárselo dos veces, Ojo Negro comenzó a correr. No sabía a donde (no veía nada), pero cualquier lugar era mejor que ese. No pudo llegar muy lejos, pues se tropezó, y cayó al suelo. La luna, tal vez intentando ayudar, se dejó ver con especial intensidad, pero eso solo hizo las cosas peores. Pues al fin el viejo pudo notar que lo estaba persiguiendo. Y era algo que prefería seguir manteniendo en las penumrbas. Una masa viscosa compuesta de sangre y vísceras completamente informe se arrastraba por el suelo, dirigiéndose rauda hacia él. Dejaba una estela carmesí detrás suyo, o tal vez era su mismo cuerpo, que era infinitamente largo. Nada quedaba tras su paso, sea pasto o piedras. Todo era consumido. Y prontamente, él lo sería, si no se movía con rapidez. Contenido oculto ¡Tirada de Sanidad! Pierdes 5 puntos de Sanidad en caso de fallar la tirada y 3 en caso de superarla. Se agregó una nueva guía al tema de Guías de Juego.
Ojo Negro Stamina 2 Sanidad 9 Corrió y corrió, siendo arañado por las paredes de rocas al chocar con ellas por su velocidad y en un vano intento por protegerse con las manos, ya que corría con los brazos extendidos para no chocar contra nada y quedar a merced de esa... cosa, sea lo que sea. Tenía el corazón en su garganta y la adrenalina se disparó como nunca; sus piernas adquirieron más velocidad y su menguado cuerpo resistía las embestidas que ocurrían de vez en cuando contra las paredes, era imposible no chocar contra algo en su huida. No miró hacia atrás, no lo haría, no quería volver a ver eso que le perseguía.
Ojo Negro Stamina 1 Sanidad 6 Se tropezó justo cuando estaba por ser alcanzado por esa masa uniforme pero giró justo en una esquina, perdiéndose en la oscuridad mientras escapaba de nuevo al refugio.
La Maldecida Stamina: 7 Sanidad: 5 Sus pasos erráticos la llevaron hacia un lugar laberíntico y un tanto escarpado. El suelo se tornaba rocoso, y podía escuchar aullidos salvajes rasgar el cielo en la lejanía. No obstante quizás podía sacar algo de allí antes de desviar su camino hacia el refugio de nuevo. —Hm. Quizás la derecha era un buen camino por el que comenzar.
La Maldecida continuó caminando entre aquellas paredes rocosas, que se alzaban atemorizantes a sus costados, como imperturbables guardianes de algún secreto oculto. Y tal vez ese secreto estaba por revelarse ante la muchacha. Sin embargo, al parecer, tendría que esperar un poco más, debido a que el camino volvía a dividirse. Volvía a tener dos opciones. Continuar derecho, o realizar un quiebre suave hacia la izquierda. Los ladridos y gruñidos resonaban por todo el lugar, y era difícil intentar adivinar de donde provenían, debido al eco que se generaba en el mismo.
La Maldecida Stamina: 7 Sanidad: 5 Las paredes, rocosas e impenetrables, siguieron alzándose en su paseo de forma insistente, con aquellos aullidos apremiando sus pasos. De nuevo volvía a tener una bifurcación frente a sus ojos y apenas lo dudó. Dudar solo la llevaría a la ruina. Realizó un quiebre suave hacia la izquierda.
La Maldecida continuó internándose todavía más entre las distintas paredes de piedra. Hasta que llegó... a un callejón sin salida. Al parecer, la formación rocosa en ese lugar se había fusionado entre sí, impidiendo el paso. Sin embargo, la muchacha pudo notar algo allí, oculto entre la hierba alta. Sangre. Mucha sangre. Un inmenso charco, como si hubieran exprimido a una persona en ese lugar, como si fuera una naranja. Todo se encontraba pintado en este tono carmesí, tan alto, que daba la sensación de que el pobre diablo al cual pertenecía toda esa sangre no había sido exprimido. Sino que había explotado. La visión podía perturbar a cualquiera. A pesar de eso, el ojo avizor de la muchacha encontró algunos objetos que podían ser de interés. Una cuerda, un trapo, y dos botellas de alcohol, llenas. ¿Habrán pertenecido a lo que sea que antes estuvo allí? ¿O fueron ofrendas dejadas en algún oscuro ritual? Nunca lo sabría. Contenido oculto ¡Pierdes 1 punto de Sanidad ante la visión!
La Maldecida Stamina: 7 Sanidad: 4 El camino llegó a su final pero no fue solo una pared rocosa lo que esperó a la Maldecida tras la ligera bifurcación. Lo hizo una escena grotesca, una mancha de sangre inmensa, el color pintando todo lo que pilló a su paso. Casi parecía como si aquella criatura hubiese explotado hasta quedar reducida a la nada misma. Se permitió unos instantes para respirar profundo y serenarse. Pronto recuperó aquella expresión rígida, distante, como si aquella cruenta imagen no la hubiese alcanzado en primer lugar. Se acercó con cautela, tomó los objetos allí dispersos y dio media vuelta, regresando una vez más al cruce. En aquella ocasión optó por el camino de la derecha. Contenido oculto: Inventario -Cuerda -Trapo -Botellas de alcohol x2
Luego de quedarse con las antiguas pertenencias de aquel pobre desdichado, La Maldecida decidió volver sobre sus pasos y dirigirse por el camino poco explorado. Los gruñidos se hacían más fuertes allí, haciendo eco en las paredes de roca. Sonaban como si alguien estuviera mordiendo algo especialmente duro. Y uno parecía haber un solo origen del mismo. Al menos, había dos. Prontamente sus sospechas se confirmaron, al dar vuelta en una esquina y toparse cara a cara con dos perros, royendo un cadáver. El mismo parecía tener un maletín al lado. ¿Qué hacía ese cadáver allí? ¿Por qué traía un maletín? ¿Era otro pobre desdichado, otra víctima de secuestro más de aquel tenebroso bosque? Los perros parecían no prestarle atención en ese momento, concentrados como estaban en separar la poca carne que podían de aquellos huesos maltrechos.
La Maldecida Stamina: 7 Sanidad: 4 En el camino contrario los gruñidos se hicieron más y más cercanos. Encontrar a dos perros royendo un cadáver a la vuelta de la esquina lo confirmó todo: un pobre diablo había caído en sus garras. Y si no era cauta, ella podía ser la siguiente. No le pasó desapercibido, sin embargo, el maletín cerca del cuerpo. Probablemente se trataba de sus pertenencias, podría sacar algo interesante como había hecho hacía escasos minutos. Pero no tenía ningún arma consigo, y dudaba que una cuerda y una botella de alcohol sirviesen para defenderse de tal amenaza. De modo que decidió dar media vuelta, recordando regresar al lugar cuando estuviese mejor protegida.
La Maldecida Stamina: 7 Sanidad: 4 Reconoció el camino rocoso en la distancia y supo que dirigir sus pasos hacia el lugar sería conveniente. Lo recordaba vagamente; primero a la derecha, luego ligeramente a la izquierda. Allí fue donde encontró el maletín y quizás, y solo quizás... Bingo. Allí estaba. Todo lo que había perdido al morir... salvo que con un horrendo charco de sangre y vísceras. Se llevó una mano a la boca, sintiendo nauseas ante la sola imagen, pero tomó aire y alcanzó lentamente el asa entrecerrando los ojos. El olor a hierro le inundó las fosas nasales y se apartó todo lo rápido que pudo antes de que empeorase su estado. ¿Sería capaz de regresar al campamento desde allí? Hora de tentar a la suerte. Contenido oculto: Inventario -Cuerda -Trapo -Botellas de alcohol x2
