La vida antes de Gregori... O quizás no tan "antes"...

Tema en 'Fanfics Abandonados de Temática Libre de Anime' iniciado por Asurama, 28 Febrero 2009.

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    La vida antes de Gregori... O quizás no tan "antes"...
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    La vida antes de Gregori... O quizás no tan "antes"...

    La luz de Gregori
    Abrió lentamente los ojos y vio todo nublado, muchos colores danzaban en su cabeza y hacían un remolino caleidoscópico, era maravilloso. Los sonidos se entremezclaban entre sí formando melodías hermosas, profundas y apacibles. Un aire fresco llenaba sus pulmones, había olor a grasa de velas, hierbas silvestres y personas, muchas personas, todos le hablaban y le decían cosas para tranquilizarla, ella lloraba sin parar, llenando sus pulmones con el nuevo aire ¿Así que eso era nacer? ¿Ese era el mundo que le había prometido? De inmediato quiso volver al cálido vientre de su madre, aunque las voces cada vez la tranquilizaban más mostrándole la nueva realidad.
    Era un bello y armónico cántico, era como si todas sus células vibraran al ritmo de la canción, reconocía las palabras, era como si entendiera con facilidad cada una de ellas.
    Además oyó que la llamaban y le ponían nombre
    Savannah. Su vida era para ellos, para mantenerlos con vida
    Savannah. Su amor sería siempre para todos ellos y ellos siempre la protegerían
    Reconoció una dulce voz, una que le hablaba muy a menudo dentro de su cabeza desde hacía ya nueve meses, tenía un hermoso olor, el mismo que había en el lugar del que acababa de salir. Su instinto se lo dijo, esa suave persona que le tenía tanto amor era su madre. También había la voz de un hombre alto y fuerte que la llenaba de protección y afecto, también sentía mucho amor hacia ella y su madre. Tocaba a ambas con mucha delicadeza y de un modo celoso y protector. Hacían muchos meses que lo había visto, él siempre la había amado. Sí, sabía que él era su padre
    …Y una tercera hermosa voz, una voz suave, amable y pura, una voz diferente a la de sus padres, una voz que le transmitía paz, luz, calor, afecto. Un afecto tan grande como el de sus padres, una luz enorme y protectora, una voz que hablaba maravillas dentro de su mente, que le decía que era pura, hermosa e inteligente, que era la salvadora de su raza, una voz que le contaba sobre los misterios del mundo y de la noche, sobre los secretos que se escondían en los lugares más recónditos de la tierra, la magia de la vida y de la muerte. Ya había oído antes esa voz, hacían unos meses desde que la había oído, cuando sintió un enorme y desgarrador dolor y deseaba morirse. No, esa cálida voz no la dejaba abandonar el vientre de su madre, le rogaba que sobreviviera y le cantaba cosas hermosas llenándola siempre de paz, siempre protegiéndola y acurrucándola dentro de su corazón.
    En eso, la voz le habló dentro de su mente, haciendo eco, fuerte y claro.
    Bienvenida a la vida, ma petite. Tú eres la luz de mi oscuridad, la que puede salvarnos, eres mi pareja eterna, mi alma gemela. Yo soy Sanador y el que velará siempre por ti, me llamo Gregori…
    ************************
    Mikhail estaba un poco alterado a pesar de sentir felicidad por que su esposa había dado a luz: Gregori miraba fijamente al bebé
    No le gustaba mucho eso, Gregori estaba tan desesperado que era capaz de reclamarla ahí mismo, sin importar que acabara de nacer, tenía que alejarlo de la niña, al menos hasta que ella cumpliera los dieciocho años.
    —Gregori, creo que es hora de que vayas a la tierra —dijo en tono calmado.
    El Sanador se alteró un poco, un fuego violento salió de su interior. Estaba alterado porque ese anciano había cortado su conexión con la niña.
    —¿A la tierra? —pregunto algo distraído, algo confundido
    Mikhail asintió
    —Al menos por algún tiempo hasta que…
    Gregori cazó el pensamiento en el aire entes de que el príncipe acabara la oración.
    —Lo siento —contestó con su tono calmo, puro y armonioso—, pero no puedo ir a la tierra ahora, tú lo sabes. Tengo que ocuparme de mis asuntos, además no puedo dejar de proteger a nuestro pueblo —negó con la cabeza y bajó la vista impasible por unos segundos—. No puedo hacerlo
    Pero… —comenzó a reclamar Mikhail en su mente
    No te preocupes, Mikhail —respondió él—. No habrá peligro alguno ni para Raven ni para Savannah, lo prometo, no me aprovecharía jamás de las debilidades de nuestras mujeres y niños, tú me conoces.
    Mikhail asintió mentalmente con la cabeza.
    La niña había dejado de llorar y se había sumido en un sueño ligero, el sueño de los mortales.
    Gregori no quería irse de ahí, quería seguir conectado con la niña, para siempre, de ser posible, pero sabía que no podía quedarse. Muy a su pesar, salió con pasos cansinos de la casa de Mikhail y Raven, desde lo alto, miró el cielo nocturno plagado de hermosas estrellas que a él no le proporcionaban luz. Saltó y, en el aire, se convirtió en lechuza para irse volando lejos de ahí, dejando atrás a su esperanza, a su luz…
    Pero, en vez de ir a la tierra esa noche, fue hasta un bosque cercano, recuperó su forma y ocultó su presencia, allí donde sabía que Mikhail y Raven no podrían descubrirlo. Utilizó sus asombrosos poderes mentales, su mirada plateada atravesó todas las barreras, incluso las de la casa de Mikhail y llegó hasta la mente de Savannah. Su conciencia le decía que no lo hiciera ¡Que no desafiara a Mikhail! Pero él estaba muy pronto a convertirse en vampiro y ya no tenía paciencia para oír a la voz de su conciencia. Sólo oía su propia voz.
    Conectado a la mente de Savannah, halló paz, le transmitió paz, halló calidez y le transmitió calor, la cobijó cerca de su corazón, tan cerca como podía, abrazándola fuertemente para no soltarla nunca, ella era en extremo valiosa, lo era todo para él…
    Salió de su cuerpo proyectándose en una esfera de energía y voló a través de todas las barreras hasta llegar al corazón de Savannah, entonces la asió con fuerza, pero con ternura. No importaba lo que pensaran Raven o Mikhail, no importaba lo que pensaran todos los de su especie, no importaba nada… sólo importaban ellos dos
    Aquí me quedaré, ma petite, para siempre junto a ti —susurró suavemente su mente, como si fuera un sueño y le transmitió a la niña todas las cosas maravillosas que había visto durante sus mil años…

    Pero Raven y Mikhail ignoraban hasta qué punto podría llegar la impertinencia de Gregori. Ajenos a su desafío, la pareja hablaba amenamente, ahora tendidos en su cama, cobijando a su pequeña esperanza. Los bebés rara vez superaban el año de vida, deberían protegerla mucho, ambos decidieron que no permitirían que jamás las cosas dolorosas o tristes la alcanzaran, ella sería feliz.
    —Gregori se veía muy nervioso, Mikhail ¿Crees que lo resistirá? —preguntó Raven preocupada mientras acunaba a la niña
    —Es muy fuerte, confío en él —Mikhail se pasó una mano por detrás de la cabeza y luego se acercó para acariciar la cabeza de su hijita recién nacida. Se le dibujó una sonrisa en su hermoso rostro.
    El nacimiento de una niña era raro y maravilloso ¡El príncipe tenía una hija! Todos los varones carpatianos sin pareja estarían ansiosos por años hasta que ella fuera mayor, todos dispuestos a confrontarse con Gregori e, incluso, morir en el intento.
    —Los hombres carpatianos parecen unos salvajes de las cavernas —se rió Raven al leer el pensamiento de su esposo—. Nos causarán menudos problemas. Pero será maravilloso que Savannah un día elija a su pareja.
    Mikhail se tragó su queja: la niña había nacido destinada a estar con Gregori, no tendría ningún tipo de elección, pero no podía conseguir que su mujer comprendiera eso, tenía disparates humanos en la cabeza en vez de las rígidas normas de su raza que le permitirían a la niña pensar como era debido
    ¡Temía que su hija se volviera tan liberal como su madre! ¡Sería una pesadilla para Gregori!
    Gregori, en su mente, rió con el pensamiento de Mikhail.
    Mikhail y Raven hubieran jurado que su hijita acababa de soltar una pequeña risa, pero no estaban seguros, ambos se miraron desconcertados…
     
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    Re: La vida antes de Gregori... O quizás no tan "antes"...

    1. La luz de Gregori
    Abrió lentamente los ojos y vio todo nublado, muchos colores danzaban en su cabeza y hacían un remolino caleidoscópico, era maravilloso. Los sonidos se entremezclaban entre sí formando melodías hermosas, profundas y apacibles. Un aire fresco llenaba sus pulmones, había olor a grasa de velas, hierbas silvestres y personas, muchas personas, todos le hablaban y le decían cosas para tranquilizarla, ella lloraba sin parar, llenando sus pulmones con el nuevo aire ¿Así que eso era nacer? ¿Ese era el mundo que le había prometido? De inmediato quiso volver al cálido vientre de su madre, aunque las voces cada vez la tranquilizaban más mostrándole la nueva realidad.<div class=" />

    Era un bello y armónico cántico, era como si todas sus células vibraran al ritmo de la canción, reconocía las palabras, era como si entendiera con facilidad cada una de ellas.
    Además oyó que la llamaban y le ponían nombre
    Savannah. Su vida era para ellos, para mantenerlos con vida
    Savannah. Su amor sería siempre para todos ellos y ellos siempre la protegerían
    Reconoció una dulce voz, una que le hablaba muy a menudo dentro de su cabeza desde hacía ya nueve meses, tenía un hermoso olor, el mismo que había en el lugar del que acababa de salir. Su instinto se lo dijo, esa suave persona que le tenía tanto amor era su madre. También había la voz de un hombre alto y fuerte que la llenaba de protección y afecto, también sentía mucho amor hacia ella y su madre. Tocaba a ambas con mucha delicadeza y de un modo celoso y protector. Hacían muchos meses que lo había visto, él siempre la había amado. Sí, sabía que él era su padre…
    …Y una tercera hermosa voz, una voz suave, amable y pura, una voz diferente a la de sus padres, una voz que le transmitía paz, luz, calor, afecto. Un afecto tan grande como el de sus padres, una luz enorme y protectora, una voz que hablaba maravillas dentro de su mente, que le decía que era pura, hermosa e inteligente, que era la salvadora de su raza, una voz que le contaba sobre los misterios del mundo y de la noche, sobre los secretos que se escondían en los lugares más recónditos de la tierra, la magia de la vida y de la muerte. Ya había oído antes esa voz, hacían unos meses desde que la había oído, cuando sintió un enorme y desgarrador dolor y deseaba morirse. No, esa cálida voz no la dejaba abandonar el vientre de su madre, le rogaba que sobreviviera y le cantaba cosas hermosas llenándola siempre de paz, siempre protegiéndola y acurrucándola dentro de su corazón.
    En eso, la voz le habló dentro de su mente, haciendo eco, fuerte y claro.
    —Bienvenida a la vida, ma petite. Tú eres la luz de mi oscuridad, la que puede salvarnos, eres mi pareja eterna, mi alma gemela. Yo soy Sanador y el que velará siempre por ti, me llamo Gregori…
    ************************
    Mikhail estaba un poco alterado a pesar de sentir felicidad por que su esposa había dado a luz: Gregori miraba fijamente al bebé
    No le gustaba mucho eso, Gregori estaba tan desesperado que era capaz de reclamarla ahí mismo, sin importar que acabara de nacer, tenía que alejarlo de la niña, al menos hasta que ella cumpliera los dieciocho años.
    —Gregori, creo que es hora de que vayas a la tierra —dijo en tono calmado.
    El Sanador se alteró un poco, un fuego violento salió de su interior. Estaba alterado porque ese anciano había cortado su conexión con la niña.
    —¿A la tierra? —pregunto algo distraído, algo confundido
    Mikhail asintió
    —Al menos por algún tiempo hasta que…
    Gregori cazó el pensamiento en el aire entes de que el príncipe acabara la oración.
    —Lo siento —contestó con su tono calmo, puro y armonioso—, pero no puedo ir a la tierra ahora, tú lo sabes. Tengo que ocuparme de mis asuntos, además no puedo dejar de proteger a nuestro pueblo —negó con la cabeza y bajó la vista impasible por unos segundos—. No puedo hacerlo
    —Pero… —comenzó a reclamar Mikhail en su mente
    —No te preocupes, Mikhail —respondió él—. No habrá peligro alguno ni para Raven ni para Savannah, lo prometo, no me aprovecharía jamás de las debilidades de nuestras mujeres y niños, tú me conoces.
    Mikhail asintió mentalmente con la cabeza.
    La niña había dejado de llorar y se había sumido en un sueño ligero, el sueño de los mortales.
    Gregori no quería irse de ahí, quería seguir conectado con la niña, para siempre, de ser posible, pero sabía que no podía quedarse. Muy a su pesar, salió con pasos cansinos de la casa de Mikhail y Raven, desde lo alto, miró el cielo nocturno plagado de hermosas estrellas que a él no le proporcionaban luz. Saltó y, en el aire, se convirtió en lechuza para irse volando lejos de ahí, dejando atrás a su esperanza, a su luz…
    Pero, en vez de ir a la tierra esa noche, fue hasta un bosque cercano, recuperó su forma y ocultó su presencia, allí donde sabía que Mikhail y Raven no podrían descubrirlo. Utilizó sus asombrosos poderes mentales, su mirada plateada atravesó todas las barreras, incluso las de la casa de Mikhail y llegó hasta la mente de Savannah. Su conciencia le decía que no lo hiciera ¡Que no desafiara a Mikhail! Pero él estaba muy pronto a convertirse en vampiro y ya no tenía paciencia para oír a la voz de su conciencia. Sólo oía su propia voz.
    Conectado a la mente de Savannah, halló paz, le transmitió paz, halló calidez y le transmitió calor, la cobijó cerca de su corazón, tan cerca como podía, abrazándola fuertemente para no soltarla nunca, ella era en extremo valiosa, lo era todo para él…
    Salió de su cuerpo proyectándose en una esfera de energía y voló a través de todas las barreras hasta llegar al corazón de Savannah, entonces la asió con fuerza, pero con ternura. No importaba lo que pensaran Raven o Mikhail, no importaba lo que pensaran todos los de su especie, no importaba nada… sólo importaban ellos dos
    —Aquí me quedaré, ma petite, para siempre junto a ti —susurró suavemente su mente, como si fuera un sueño y le transmitió a la niña todas las cosas maravillosas que había visto durante sus mil años…

    Pero Raven y Mikhail ignoraban hasta qué punto podría llegar la impertinencia de Gregori. Ajenos a su desafío, la pareja hablaba amenamente, ahora tendidos en su cama, cobijando a su pequeña esperanza. Los bebés rara vez superaban el año de vida, deberían protegerla mucho, ambos decidieron que no permitirían que jamás las cosas dolorosas o tristes la alcanzaran, ella sería feliz.
    —Gregori se veía muy nervioso, Mikhail ¿Crees que lo resistirá? —preguntó Raven preocupada mientras acunaba a la niña
    —Es muy fuerte, confío en él —Mikhail se pasó una mano por detrás de la cabeza y luego se acercó para acariciar la cabeza de su hijita recién nacida. Se le dibujó una sonrisa en su hermoso rostro.
    El nacimiento de una niña era raro y maravilloso ¡El príncipe tenía una hija! Todos los varones carpatianos sin pareja estarían ansiosos por años hasta que ella fuera mayor, todos dispuestos a confrontarse con Gregori e, incluso, morir en el intento.
    —Los hombres carpatianos parecen unos salvajes de las cavernas —se rió Raven al leer el pensamiento de su esposo—. Nos causarán menudos problemas. Pero será maravilloso que Savannah un día elija a su pareja.
    Mikhail se tragó su queja: la niña había nacido destinada a estar con Gregori, no tendría ningún tipo de elección, pero no podía conseguir que su mujer comprendiera eso, tenía disparates humanos en la cabeza en vez de las rígidas normas de su raza que le permitirían a la niña pensar como era debido
    ¡Temía que su hija se volviera tan liberal como su madre! ¡Sería una pesadilla para Gregori!
    Gregori, en su mente, rió con el pensamiento de Mikhail.
    Mikhail y Raven hubieran jurado que su hijita acababa de soltar una pequeña risa, pero no estaban seguros, ambos se miraron desconcertados…
     
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    La vida antes de Gregori... O quizás no tan "antes"...
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    Re: La vida antes de Gregori... O quizás no tan "antes"...

    2. El azaroso juego del lobo<div class=" />
    Una noche salió a jugar al jardín delantero de la casa, corría entre las flores nocturnas y el llamado de los animales, seguida de cerca por su protectora madre.
    —Raven —llamó Mikhail un momento a la mente de su esposa, necesitaba ayuda con algo.
    Raven iba a responder al llamado, pero quería llevarse a Savannah consigo, a la seguridad del interior de la casa, pero la niña se veía tan feliz que pensó —ya que deseaba enseñarle a ser independiente— en dejarla jugar, segura de que no le ocurriría nada, eran carpatianos de la tierra, la tierra les protegía. Savannah, distraída, salió corriendo y jugando fuera de las inmediaciones de la enorme casa, a una buena distancia de los muros, pero no se dio cuenta hasta estar bastante lejos. Estaba a punto de llamar mentalmente a su madre, pero justo en ese instante sintió una extraña presencia en su mente… o no tan extraña en realidad, era la presencia que siempre estaba con ella, una tercera persona que la amaba tanto como sus padres —se lo transmitía en el pensamiento— pero no formaba parte de su familia. Siempre con la duda de saber quién era su silencioso seguidor que tanto se empecinaba en cantarle canciones para dormir, cánticos sanadores, y en entrar en su mente tan pronto como despertaba.
    No estaba segura de si podía comunicarse con esa presencia que la seguía, tampoco sabía si era bueno intentarlo, si sus padres se enojarían si ella hablaba con un extraño. No quería decirles que alguien le hablaba a todas horas para darle seguridad ¿Qué pensarían ellos? Sabía que no debía ocultarles secretos a sus padres, pero tampoco podía contarles todo…
    Sin darse cuenta, empezó a caminar hacia el bosque que no estaba muy lejos de casa. Había algo mágico de ese lugar que la atraía, pero sus padres no la dejarían entrar sola al bosque, no. Seguía caminando como si una presencia de fuerte magnetismo habitara allí en lo profundo.

    La tierra negra se abultó y él sacó una mano, luego la otra y finalmente se incorporó para salir del seno de la tierra curativa. Miró hacia todos lados para orientarse, tomó aire fuertemente, inspeccionó la casa y los alrededores, controló todas las protecciones y todos los animales protectores que había soltado en los distintos niveles de la mansión. Miró hacia arriba, hacia donde se encontraba la puerta, la entrada secreta a la cámara. Se levantó del suelo, se sacudió la tierra y fue hasta la entrada, dando la orden de abrir entonces subió por la entrada hasta la habitación oculta, la cual volvió a abrir con sus poderes psíquicos. De ahí, subió hasta el sótano y a la planta baja del enorme edificio.
    Todo lo veía en blanco y negro. En unos años, cuando pudiera reclamar a Savannah como pareja, recuperaría la visión en color, las sensaciones de la vida y los sentimientos, estaba ansioso, no podía esperar a que eso sucediera. Deseaba que el tiempo corriera, que corriera rápido. Llamó a todos y cada uno de los lobos, los saludó y les dio alimento.
    De pronto, surgió la necesidad de inspeccionar fuera. Savannah… ¿Cómo estaría su pequeña niña? Buscó en la casa de Mikhail, pero no estaba con sus padres ¡¿Qué demonios tenían en la cabeza sus padres para dejarla sola y fuera de la casa?! Un día, Raven se la pagaría esta y todas, tendría que darle muchas explicaciones con respecto a su imprudencia. ¡Descuidando a su propia hija!
    De repente, lo notó. La niña no estaba muy lejos de la casa, pero se encontraba a orillas del bosque, vio claramente que ella jugaba ahí. Hablaba sola haciéndose de amigos imaginarios que jugaban con ella, cantaba y reía… era tan hermosa, tan frágil y pequeña…
    Ma petite… Savannah… ¡¡¿Qué haces ahí?!!
    Sintiendo la terrible necesidad de protegerla, salió de su enorme casa, se convirtió en viento y voló sobre las lagunas, colinas, valles y bosques a una velocidad de vértigo, tenía que llegar hasta ella, ahora. Finalmente, llegó a las inmediaciones de la casa de Mikhail. De inmediato, notó que una presencia familiar intentaba conectar con él. Mikhail y Raven sabían que él estaba ahí, de todos modos no quería verse descubierto, como si estuviera cometiendo algo ilegal, un crimen, así, ocultó su presencia.
    Entiéndanme, amigos, pero no puedo permitir esto.
    Se internó en el bosque y fue buscando a Savannah, su fragancia de flores silvestres, su calor, el contacto de su pequeña mente, lo único que mantenía sus esperanzas en lo alto de un anaquel para sobrevivir.
    Y ahí la vio, estaba parada muy cerca de unos árboles, se había sentado debajo de un enorme roble para descansar un momento.
    Gregori contuvo la respiración, algo fuera de su lógica y de su entendimiento lo obligaban a hacer algo que estaba penado por todas las leyes de su pueblo, no podía contenerse. Algo lo obligaba a acercarse a ella, estar a su lado y hablarle, escuchar su voz y sentirla cerca, muy cerca, era un impulso fuertísimo, pero no podía acercarse, no debía. Unos “sentimientos contrarios” invadieron su mente como hace mucho no pasaba. Inhaló profundo para tomar la noche dentro de sí mismo, eso era sólo una pequeña muestra de lo que experimentaría cuando la pequeñita creciera. Miró al cielo repleto de brillantes estrellas, un fondo negro de puntos brillantes, ni siquiera recordaba el color de la noche.
    La miró, ella estaba tan deprimida y sola, igual que él. Ella también necesitaba subsanar esa soledad, no tenía amigos con los que jugar ni a quien contarle los secretos que no se atrevería a decir a sus padres.
    Todo su cuerpo y su mente lo empujaban a ir hasta la niña pero si lo hacía…
    ¿Qué tal si el príncipe Mikhail, padre de la niña saliera justo en ese instante y lo viera junto a ella?
    Además
    Ella probablemente se asustaría de ver a un hombre carpatiano tan poderoso, después de todo, el pueblo entero lo respetaba y temía. En vez de ayudarla, le dejaría un trauma de por vida y no podrían estar juntos.
    Y aunque lo sobrellevara, la curiosidad natural de los niños la empujaría a contarles a sus padres que había hablado con un hombre alto, moreno, de ojos plateados —era imposible confundirlo con alguien más— y sólo Dios sabe qué pensarían ellos ¡lo único que le faltaba era que Mikhail lo sentenciara!
    La soledad de Savannah era más de lo que podía soportar, tenía que hacer algo
    ¿Y si se acercaba en forma de animal? La niña podía ser muy valiente, pero se asustaría de ver a un lobo… a menos que…

    Savannah entonaba en voz baja el cántico ancestral de sanación con la mirada perdida entre las copas de los árboles y las estrellas, cuando, en el silencio, escuchó un gemido, luego otro. Ella se alertó e inspeccionó el lugar, pero sus sentidos no encontraron nada
    —Debe ser mi imaginación —comenzó a cantar de nuevo cuando oyó los mismos sonidos. Su conciencia le decía que allí había algo, no importa que no lo percibiera.
    Extrañada, se puso de pie.
    De pronto, unos arbustos cerca de ella se movieron y una sombra comenzó a hacer aparición
    Ella sonrió encantada, sus ojos brillaron, jamás había visto algo tan maravilloso ni tan… ¡tan tierno! Era un pequeño lobezno negro que salía del bosque, tenía unos impresionantes y atrayentes ojos grises, parecía un muñeco de felpa, de los que le regalaba su madre pero éste era un cachorro real, de carne y hueso, gimiendo, ladrando y acercándose a ella sin temor alguno. Ella tampoco le temía, era demasiado bonito como para temerle, sentía que tenía que conectar con la mente del animalito.
    —Hola, pequeño ¿De dónde saliste tú?
    El animalito la miró en silencio
    Savannah miró en todas direcciones e inspeccionó, los padres del cachorro debían estar en alguna parte, eso no era bueno. Pero el lobezno se acercó más y se restregó contra la pierna de la niña, como buscando su calor.
    Yo me llamo Savannah ¿Tú cómo te llamas? —se inclinó para acariciarle la cabeza. Pelaje sedoso y suave, negro como el ébano, brillante como el agua. Para su sorpresa, el animal también contestaba mediante la vía mental, pero era una vía distinta a las demás, esta are una conexión privada, con lo feliz que estaba, ni siquiera se puso a pensar el por qué de la conexión con el lobezno.
    Soy Gre… —se cubrió la boca mentalmente ¡No podía decirle! ¡La mataría de un susto! Después de todo, él era el coco de los carpatianos, todos le temían, amenazaban a los niños con que, en la noche, él aparecería y los convertiría en piedra— emh… no tengo nombre —negó imitando la voz de un niño pequeño, le salía a la perfección.
    Oh, eso es un problema —dijo la niña mentalmente, sorprendida, llevando la mano al mentón y con voz inocente—. No puedo hablar contigo si no te pongo un nombre umh… —comenzó a pensar en cómo podía llamar al animalito, ni siquiera tenía una mascota y era pésima para inventar nombres— ¿Y si te llamo “lobo”? —sí, Savannah lo sabía, no era lo más original del mundo, pero ante la prisa, todo valía.
    El se sintió extraño y algo apenado, era una pequeña muy inocente y dulce, le entró risa, no se le había ocurrido algo más interesante que decirle “lobo”. Él asintió.
    —¿y en dónde está tu mamá? —preguntó ella inocentemente
    Está muerta, la cazaron —Gregori decía la verdad…

    Flashback
    Gregori era muy joven aún, un adolescente despreocupado, sin obligaciones, que disfrutaba de la vida. Una madrugada, cuando el sol estaba a punto de salir, regresó a casa y vio algo horrible: su madre muerta en el suelo en un río de sangre, con una estaca clavada en el corazón y decapitada. El corazón le dio un vuelco, se quedó petrificado, se puso pálido, sus ojos claros se pusieron casi blancos, relucían de temor, angustia y dolor
    —¿M… mamá? —balbució con la voz atragantada— ¡Mamá! —luchó por no soltar una sola lágrima.
    Corrió a buscar a su padre ¿Por qué no la había protegido? Lo detestaba y le tenía rencor por haber permitido aquello… y entonces, al entrar a la recámara, encontró en el suelo, junto a un ataúd, el cuerpo revuelto de su padre. Estaba en un charco de sangre casi negra, decapitado y con una estaca clavada en el pecho.
    —Padre… —dijo muerto de miedo, en la casa sombría, vacía, silenciosa y lúgubre. Se respiraba el dolor y la muerte, apretó los puños— padre, ¡no! —eran humanos los que lo habían hecho, reclamar a alguien era inútil. El instinto de conservación lo hizo huir de la casa tan lejos como podía, no podía escapar de las imágenes de muerte, era espantoso. Algunas lágrimas rodaron por su rostro.
    Al borde de un precipicio, se detuvo y miró a lo lejos, el bosque estaba debajo, sólo tenía que saltar…
    En eso, alguien apareció a sus espaldas, alguien enorme y fuerte que irradiaba poder.
    Gregori, tus padres fueron atacados por asesinos humanos que los confundieron con vampiros —dijo la voz grave detrás de él, pero haciendo eco en su mente con una conexión privada—. Ellos no van a volver —le dijo en tono tan calmado como le era posible, ese hombre sí parecía un vampiro—. Tienes que venir conmigo, muchacho.
    Gregori volteó a mirarlo, ese hombre realmente asustaba
    —¿Por qué? —preguntó en voz alta, rebelándose ante el recién llegado
    —Deja que yo te cuide
    —¿Quién eres? ¿En qué piensas?
    —Soy Lucien Daratrazanoff, soy tu hermano mayor —tomó aire— he vivido mil años, Gregori.
    ¿Vivir mil años sin compañera y sin transformarse? Era posible que se tratara de un vampiro engañándolo ¿Cómo saberlo?
    —¿Eres insensible? ¿No te afecta lo que les sucedió a nuestros padres? —dijo exasperado
    Lucien negó con la cabeza
    —Después de doscientos años, todos perdemos la visión en colores y los sentimientos si no encontramos a nuestra compañera de vida —explicó en calma—. Acompáñame, Gregori. Si lo que deseas es combatir estas amenazas, mi hermano Gabriel y yo te enseñaremos.
    En silencio, Gregori asintió lentamente… y luego lo siguió sin hablar.
    Fin del Flaskback

    Pero no, ahora estaba ahí para brindarle su protección a Savannah, cuidarla y darle el afecto que necesitaría para crecer. Encerró sus recuerdos en el lugar más recóndito de su mente para que no saliera a la luz y ella no los notara. Ella no tenía por qué angustiarse con todo el dolor que hay en el mundo, tenía que protegerla del dolor, del miedo, de las malas influencias, se lo había prometido a ella y a sí mismo, no dejaría que ella tuviera malas experiencias.
    No le permitiría jamás el acceso a esos recuerdos oscuros y llenos de muerte que poblaban su mente. Todo sería amor, nada más.
    Ya no importaba lo que le pasó a su familia, sólo importaba ella, esa pequeña era su familia, era su mundo, lo era todo, su paz, su luz…
    —¿Y tu papá?
    —E… él también fue cazado —murmuró el lobezno, indiferente
    Oh, lo lamento mucho —dijo ella con unas pequeñas lágrimas, abrazándolo
    No, ¡eso no! No deseaba que ella llorara, no debía permitirlo
    Está bien, no me duele —dijo él calmándola con un semblante de paz.
    —¿Tienes hermanos? —preguntó ansiosa, ella no tenía, por eso estaba ahí sola en el bosque
    No, no tengo —dijo Gregori, omitiendo que sus hermanos desaparecieron
    —Yo tampoco tengo —dijo ella— ¿No quieres ser mi hermano?
    El lobo parpadeó sorprendido ¡no, eso no!
    —Quiero ser tu amigo
    —¡Seamos amigos! —dijo ella feliz abrazado a su nuevo lobo/mascota/amigo. Él la abrazó también, mentalmente, llenándola de luz y calor como hacía siempre. Ella aceptó el contacto de forma inconsciente, espontánea, sin darse cuenta de que él siempre estaba en su mente, protegiéndola sin importar el tiempo o la distancia.
    Luego, él lobezno se apartó un poco de ella y comenzó a correr a su alrededor, ella daba vueltas y vueltas, riendo feliz, como si abrazara el aire. Él hizo soplar brisa que levantó el fino cabello de Savannah, viento que traía olores de todos los tipos, de la noche, historias…
    Gregori le contaba historias del bosque. Ella contaba sus secretos de niña pequeña.
    Comenzaron a correr uno detrás del otro, uno junto al otro, ya nunca estarían solos, siempre serían Uno.
     
  4.  
    \Tsuyuka/

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    Re: La vida antes de Gregori... O quizás no tan "antes"...

    Lube-chan!!!!

    Luego de un tiempo he vuelto!!! (es q me quedé sin internet)
    Y mira con lo que me encuentro no más ¡Un long-fic de Dark Magic.... Y no es triste!

    Bueno, como siempre redactas exelentes y casi puedo asegurar que no tubiste ni una sola falta; sigues detallando todo, y haces que inconscientemente imagine todo!
    Is Fantastic, is wonderfull!!!!

    Espero la conti Onee-san, no me dejes con la intriga; tambien espero que continúes tus otros FFs... ¡¡¡No me dejes con la espera!!!

    Sigue así y NUNCA, repito: NUNCA JAMÁS EN LA VIDA DEJES DE ESCRIBIR!!!!

    Atte.

    Tsuyuka, el 5to Dios.
     
  5.  
    Asurama

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    La vida antes de Gregori... O quizás no tan "antes"...
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    Re: La vida antes de Gregori... O quizás no tan "antes"...

    3. Miedo

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    Habían entrado con calma y paso lento. Era silencioso y tenebroso ese lugar, cada paso, cada respiración se oía y hacía eco, se asió con fuerza a la ropa de su madre, temblando un poco
    —No me gusta este lugar, mami —se quejó
    —Todo está bien cariño —la tranquilizó su madre—, sólo es una iglesia
    —Es aterradora…
    Sí, quizás las iglesias fueran los lugares más aterradores de todos, principalmente cuando se les daba por acusar a gente inocente y lastimarla según su juicio, pero le transmitía calma a la niña, nada le pasaría. Su padre iba delante de ellas, a buen paso y con calma.
    —Este era el lugar donde solía encontrarse siempre un buen amigo de tu padre —le contaba Raven—. Él era sacerdote, un humano, como yo antes
    Savannah sonrió ¿Así que un amigo de su padre?
    Cuando llegaron a unas de las primeras filas de bancos, allí había alguien rezando, o por lo menos mirando el altar. Ella miró extrañada. Era un hombre poderoso, con una fuerte complexión física —incluso más que su padre—, una cara de piedra, y unos ojos pálidos. Hubiera jurado que él se volteó a mirarla… atraía, aterraba, parecía el Diablo, como le había contado su madre.
    Mikhail le sonrió
    —Esta es una noche muy hermosa
    Él parpadeó y le dedicó una sonrisa leve, sin humor. Ya ni siquiera recordaba qué significaba “hermoso”
    —¿Este hombre es carpatiano? —preguntó Savannah a sus padres con una voz inocente
    Mikhail volteó
    —él es Gregori, el Sanador de nuestro pueblo y un administrador de justicia
    —…Y tu alma gemela —pensó él, intentando no transmitirle su pensamiento a los presentes
    Gregori miró rápidamente a Mikhail, a Raven y a la niña.
    Así que ese era Gregori, el monstruo al que tanto le temían los suyos, realmente se veía peligroso.
    —Gregori y yo nos conocemos desde hace mucho —continuó su padre—, es tan sólo un cuarto de siglo menor que yo, es muy leal, lo consideramos parte de la familia.
    El carpatiano de ojos claros frunció levemente el ceño
    Entonces ese era un Anciano, según lo que le habían contado sus padres. Y como todo Anciano, podía convertirse en vampiro. Con razón tenía esa cara, pensó Savannah.
    —Mamá —susurró la niña sorprendida, con ojos muy abiertos, en tono tan bajo como podía—. Él se volteó a mirarme
    —Shh —la calló su madre en un tono tierno
    Mikhail volteó hacia su esposa e hija, se puso de cuclillas en el suelo y le abrió los brazos. Con algo de desconcierto, Savannah fue soltándose de la ropa de su madre y luego corrió a los brazos de su padre, que la levantó en su regazo. Mikahil se acercó hasta el altar por unos momentos, llevando en brazos a su hijita. A Gregori se le desviaron los ojos aunque nunca se movió un centímetro de donde estaba parado… la respiración se le iba cortando, todo dejaba de moverse, todo sonido cesaba dentro de su cabeza, ahí estaba, con toda la familia como debía ser. Sintió la imperiosa necesidad de conectar con la mente de la niña pero… ¿Y si Mikhail se daba cuenta? Haciendo uso de su fuerza de voluntad, volvió la mirada hacia la cruz que se encontraba frente al altar. Faltaba poco para que se transformara en un monstruo, un vampiro, se estaba manteniendo por los pelos ¿Cómo hablarle si el verdadero Dios no se encontraba ahí?
    Por favor, por favor —rogó en su mente— que el tiempo vuele ¿Cuánto más tengo que esperar?

    Sí, ella no estaba equivocada, realmente él la estaba mirando
    —¿Papá? —le preguntó en voz baja a Mikhail, tirando de su ropa— ¿Papá, por qué me mira el sanador?
    Él miró a su hija y acto seguido, posó su mirada en el carpatiano que estaba como a doce pies de distancia, junto a los bancos, parado como una estatua, “fingiendo” mirar las reliquias del templo.
    Los carpatianos no podemos concebir niñas —contestó Mikhail en su mente, mediante la vía mental privada con su hija—, los niños que nacen rara vez superan el año de vida, los niños y mujeres son muy importantes para nosotros —Era algo que preocupaba mucho a su pueblo, todos los hombres lo repetían como si la importancia de la familia estuviera grabada a fuego en su código genético
    —¿Y por qué me mira? —preguntó ella por la misma vía
    Gregori ha estado solo por siglos, no tiene una compañera —dedicó una vista rápida a su amigo—, sus esperanzas debe tenerlas puestas en ti.
    Pero… —ella estaba confundida— no entiendo por qué
    Porque eres su alma gemela
    —No entiendo, papá
    Mikhail le sonrió tiernamente
    Entenderás algún día
    —Pero… —no sabía cómo decirlo— le tengo miedo al sanador
    —No debes tenerle miedo —dijo con una voz tierna—, él se sacrificaría por todos nosotros, está abocado a cuidar de nuestra gente, dispuesto a dar su vida por quienes lo necesitan, al igual que yo. Eso está escrito en su sangre desde el momento de su nacimiento
    Ella miró al carpatiano ¿Sería esa la verdad? ¿Debería estar con esa persona cuando creciera? No le gustaba mucho la idea, tembló un poco. Debía ser mentira, su madre siempre le decía que ella elegiría a su pareja cuando fuera el momento.
    Mikhail suspiró lentamente. Eso que Raven le enseñaba era mentira, no tendría alguna opción
    —Le asusta —dijo el príncipe mediante la vía privada
    No la culpo —respondió Gregori por la misma vía—, todos me ven de ese modo. Ya lo he superado
    —Ella tiene que superarlo —Dijo Mikhail con toda razón
    —Aunque te cueste aceptarlo, Mikhail, tu mujer tiene la culpa
    —Es el único modo de mantenerla tranquila —dijo el príncipe. Ella pensaba como humana, él deseaba que Raven fuera feliz
    —Eso no me tranquiliza a mí —concluyó Gregori algo molesto.
    El sanador se convirtió en bruma y salió lentamente del recinto sagrado, debía alejarse de ellos por un tiempo, se consideraba a sí mismo como alguien muy peligroso
    Aún no he cazado, nos veremos pronto, Mikhail
    nos vemos —contestó el príncipe con un eco en su mente

    La noche siguiente, salió corriendo de su casa con deseos de llegar a la orilla del bosque. Deseaba jugar, deseaba ver a su amigo
    —E… ¿estás ahí? —minutos más tarde, el pequeño lobezno negro salió desde unos matorrales
    Siempre jugaban juntos, habían pasado unos meses y ya se veía más grande, Savannah se preguntaba qué tan grande crecería
    —¿Cómo estás? —preguntó con los ojos brillantes y una enorme sonrisa, abrazando al lobezno que se acercó a ella, su áspera lengua lamió las palmas de sus manos
    —¿Sabes? Anoche papá y mamá me llevaron a una iglesia enorme
    El cachorro levantó la vista y sus ojos grises se encontraron con los azules de ella. Tenía los hermosos ojos de su madre y estrellas plateadas en su interior: la prueba fehaciente de que él había manipulado el resultado de su nacimiento para marcarla como suya
    —Conocí a Gregori, el Oscuro —comentó ella— papá dice que es su amigo —se sentó en la raíz de un árbol.
    El cachorro se echó a su lado
    ¿Y cómo es él?
    Ella tembló un poco
    Es aterrador —eso le cayó como un peso—. Es enorme, se ve muy fuerte, es muy serio, su cara parece como de piedra, no cambia de expresión, ni siquiera parpadea cuando te mira. Tiene ojos muy claros, casi parece un fantasma
    ¿En verdad? —dijo él, inconsciente de la expresión que ponía frente a los demás.
    Ella asintió
    Sí, me miraba, me miraba todo el tiempo. Tuve una sensación muy extraña.
    —¿Y tú no sentías necesidad de hablarle? —preguntó él
    sí, creo que sí, pero me daba miedo. Se ve que es terriblemente poderoso, quizás es tan poderoso como mi padre —concluyó— mi padre dice que no debo temerle.
    —¿Tu padre?
    —Mi padre es Mikhail Dubrinsky, el príncipe de los carpatianos, el más anciano de todos y el más fuerte, aunque creo que quizás haya conocido alguna vez a otros más ancianos que él
    Lucien y Gabriel —dijo Gregori sin pensar
    —¿Cómo sabes de Lucien y Gabriel? —preguntó ella extrañada
    Él se quedó pensando en sus hermanos
    Sólo se me ocurrió —dijo en tono de broma
    Mi padre me cuenta leyendas de Lucien y Gabriel —dijo la niña sin pensarlo— dicen que ambos eran cazadores muy poderosos antes de desaparecer, dicen que eran muy viejos también. Quizás ese hombre, Gregori, sea tan fuerte como ellos
    —¿Crees que es muy fuerte? —indagó él, acostumbrado a que todo mundo le temiera a su poder
    —Creo que es muy peligroso, papá tiene suerte de ser su amigo, sería feo que pelearan
    —¿Pero, es malo? —deseaba saber con toda certeza cómo lo veía ella
    —Papá dice que es muy bueno y que nos protege y ayuda, pero igual muchos le temen. Él dice que me quiere, que lo quiere a él y también a mamá. Mamá dice que él le salvó la vida, que tiene esperanzas en mí
    Y no sabes cuánta. Pensó Gregori mientras se acercaba para lamerle las manos y echarse más cerca de ella, apoyando luego la cabeza en su brazo.
    Ambos permanecieron mirándose en silencio y con paz durante mucho tiempo sin saber quién diría el comentario siguiente. Pobre Savannah, no tenía por qué temer tanto, no tenía por qué temer en absoluto, él estaba desesperado, pero seguía dispuesto a protegerla: si algo le sucedía, enloquecería.
    No veía en colores, pero tenía la ilusión de los colores, estaban en lo profundo de su mente, es sus sueños. Ella, como un ángel pequeño, estaba en sus sueños, durante el sueño de su pueblo, en el que cesan todas las funciones vitales y no hay lugar para el pensamiento, incluso ahí estaba ella. Guardaba la esperanza de que quizás algún día él fuera tan importante para ella como ella lo era para él, que ella dependería de él completamente y obedecería, estando segura bajo su todopoderosa protección
    Miraba en esos ojos como estrellas, y en ellos encontraba la luz. Amor devoto, la necesitaba para sobrevivir.
    ¿Qué son ustedes? ¿Son humanos? —preguntó Gregori deliberadamente, poniendo a prueba la educación que Savannah recibía de sus padres
    A ella le extrañó la pregunta del lobo, parpadeó, se incorporó
    Somos carpatianos
    —¿Y qué son esos? –preguntó lamiendo su mano, sin quitar los ojos del rostro de la niña
    Venimos de la tierra, pertenecemos a esta salvaje región montañosa, vivimos muchos años, somos uno con estas tierras
    Su padre le enseña bien, pensó Gregori
    —Pero mi mami es humana —dijo ella con una pequeña chispa de excitación y una enorme sonrisa
    Él movió las orejas. No… no podía ser cierto que su madre le hubiera inculcado la curiosidad y atracción por la débil raza humana.
    —¿Humana?
    —Sí… bueno, es de origen humano, ella se convirtió
    —¿Convertirse?
    —Sí, ahora es carpatiana, como todos —dijo ella como celebrando el acontecimiento—. Eso fue cuando papá se casó con ella —llevó una mano a la boca, dubitativa—. Aunque nunca me dijeron cómo se convirtió… —le salió otra tierna sonrisa—, ¡hay muchas cosas que mis papis nunca me explican!
    Pues ella era muy pequeña, pensaba Gregori, no estaba en edad de saber “ciertas” cosas que seguramente no comprendería. Debía disfrutar de su infancia y su inocencia sin que se la cortaran, sin introducir nada “traumático”.
    De repente, se levantó con un rápido e imperceptible movimiento y se metió entre unos matorrales
    Espera, ¿a dónde vas? —preguntó ella extrañada, se levantó del suelo y corrió siguiendo el olor del lobezno y sus huellas frescas.
    De pronto, sintió un fuerte olor a sangre, que le atrajo, pero evitó ser controlada por eso. En medio de un claro, se encontraba parado el lobezno con un poco de sangre cayendo de su hocico. Ella intentó captar el olor… la sangre no era de él, no estaba herido, más bien parecía como si su amigo hubiera mordido algo —algún animal salvaje— hasta hacerlo sangrar ¡Eso era! ¡El cachorro cazaba!... claro, no tenía padres, debía alimentarse por sí mismo…
    Acércate. Coaccionó Gregori en su mente, sin que ella lo supiera y sin que pudiera resistirlo. Lo único que Savannah sabía era que, de un momento para el otro, estaba parada y luego en cuclillas junto al animalito, siendo atraída cada vez más por ese irresistible olor a sangre.
    —¿Comes? —preguntó él, inocentemente con la imitación de la voz de niño
    Ella negó con la cabeza.
    Mamá y papá dicen que no podemos comer, que enfermaríamos —¿Cómo se lo explicaría?—. Necesitamos sangre humana —se sentó en medio del claro junto al cachorro mientras los bañaba la luz de luna llena, un viento soplaba y movía la hierba produciendo claros y armoniosos sonidos. Los murciélagos cazaban insectos que pululaban en el aire, los roedores corrían y saltaban por todas partes. A la distancia aullaban otros lobos, debía ser una manada, pero curiosamente no tenía miedo. Era una sinfonía muy especial—. Pero mi mami era humana, ella no se atreve a beber sangre humana, me da sangre de animales mezclada con agua
    Gregori abrió los ojos intentando no demostrar su sorpresa ¡¿Que Raven hacía quééé?! Esa pequeña estaba mal alimentada
    —¿Sangre con agua? ¿Y eso no te hace daño?
    Ella negó con la cabeza
    —¿No bebes sangre pura?
    —Mi papá lo hace y alimenta a mi mami
    —¿Y tú?
    —Nunca bebí sangre pura, quizás alguna vez de mi madre, pero no recuerdo… —dudó ella
    Él se acercó hasta echarse en su regazo, luego le ofreció el cuello
    Si necesitan sangre pura… ¿Por qué no pruebas?
    Ella se le quedó mirando con los ojos muy abiertos. Él le pedía que bebiera de su sangre, que lo mordiera para alimentarse, pero el estómago le dio un vuelco
    —No, no puedo
    —¿Por qué no?
    —Nunca mordí a nadie, mi mamá me sirve sangre animal en una copa —Negó con la cabeza, sintiendo un poco de malestar—. No me agrada… No puedo morderte, además no te gustaría…
    ¿Y quién le dijo a ella que no le gustaría? Allí tirado en su regazo pacientemente, convertido en cachorro de lobo, Gregori esperaba insolentemente el placer de una mordida y tenía sus motivos: sólo necesitaba un intercambio más de sangre entre ellos y finalmente la reclamaría, esa llamada era muy fuerte en él, necesitaba que esa unión tan atípica se diera…
    Veíase a sí mismo como un criminal, sabía que no podía estar esperando eso ¡por todos los cielos, sólo era una niña pequeña! El instinto de conservación y su desesperación luchaban uno contra otro, intentando vencer dentro de él para regresarle la estabilidad.
    Tienes hambre, Savannah —murmuró él con esa voz fingida—. Bebe
    No, te dije que no puedo, nunca lo he hecho
    —Siempre hay una primera vez para todo: Yo debo cazar para poder alimentarme —mintió—. Ustedes tienen que hacer esto
    —No, además mamá ya me dio de cenar antes de que saliera a jugar. —dijo un poco nerviosa, no entendía por qué de repente sentía la extraña compulsión de beber la sangre el lobo, pero luchaba contra esa fuerza extraña.
    Gregori no podía creer que una niña pequeña tuviera tal fuerza de resistir sus órdenes mentales, se notaba que era la hija del príncipe, aún así, estaba cediendo a la coacción, ella pronto bebería…
    Puedo notar cuán débil estás —era la verdad. La dieta extraña que le había impuesto su madre humana estaba quitándole fuerzas. Gregori nunca le perdonaría eso a Raven. Su sangre antigua y poderosa repararía en segundos todo ese daño si la pequeña se atrevía a beberla.
    La sangre de Gregori, el Oscuro, la sangre de tu monstruo. Pensaba él…
    Tenía la compulsión de ofrecerle a ella lo que necesitaba e este momento. Pero no podía obligarla, eso iba en contra de las leyes. A estas alturas, ya había quebrantado un largo compendio de estrictas reglas y parecía ir por más…
    —¿Savannah? —Resonó una grave voz en el aire— ¿Estás aquí?
    Gregori se levantó sobresaltado, estaba tan distraído con Savannah que no había notado la presencia de Mikhail cerca de ellos… y realmente estaba muy cerca, había entrado al bosque buscando a su hija. Miró a la pequeña y luego miró hacia la dirección de la que provenía el olor del príncipe.
    Tenía que salir de ahí, y rápido, si Mikhail lo veía...
    De inmediato, ocultó su presencia y saltó entre unos arbustos, perdiéndose en la profundidad del bosque. Savannah, sorprendida por el repentino cambio en la actitud del animal, se levantó algo angustiada. Ella no tenía la menor idea de que lo que estaba experimentando era una sensación ajena, un sentimiento de Gregori
    —¡Espera, no te vayas, es sólo mi papá! —gritó, pero el cachorro ni siquiera volteó a verla, ni se detuvo, por el contrario, huyó más rápido—. Sólo es mi papá… —murmuró algo triste y confundida, sola en medio del claro
    —¿Savannah? ¿Qué haces aquí? —le preguntó su padre con suavidad— Sabes que puedes entrar al bosque, pero no debes ir demasiado lejos.
    —Está bien, papá, no tengo miedo —dijo ella con una sonrisa
    Mikhail le sonrió también. Sus ojos negros como la obsidiana brillaban en lo oscuro, llenos de dicha
    —Puede que no, pequeña valiente —se inclinó a su lado para tomarla entre sus fuertes brazos—, pero aún así debes tener mucho cuidado
    —Está bien, siempre inspecciono –dijo ella
    —Lo sé, pero debemos regresar, tu madre está preocupada
    —¿Tan pronto? —dijo ella, soltando un pesado suspiro de niña reprimida por padres sobreprotectores—. Justo cuando me estaba divirtiendo
    —Iremos a dar otro paseo todos juntos —propuso él con una sonrisa— ¿Qué te parece?
    —Sí, papá —lo abrazó—. Pero, papá…
    —Dime
    —No vayamos de nuevo a esa iglesia, por favor —rogó
    Mikhail sabía que probablemente lo estaba diciendo, no por el edificio, sino por Gregori.
    —Está bien, esta vez decidirán tú y mamá —le acarició la cabeza
    —¡Vamos a correr por el bosque! ¡Es bellísimo!
    —Pequeña —la miró con algo de curiosidad— ¿Con quién hablabas antes de que yo llegara?
    —¡Oh! —Recordó— hablaba con… —algo en su interior le decía que no revelara nada acerca del lobo, menos lo de la sangre—. ¡Estaba jugando con unos animalitos!
    —Quizás debamos regalarte una mascota
    —Ah, tengo muchas en el bosque —dijo divertida, pensando en su lobo que tan amablemente se había ofrecido a alimentarla
    —De seguro que sí.

    Salió corriendo por el otro extremo del bosque, mitad lobo y mitad hombre. Debía tener más cuidado… y debía controlarse, no podía hacer ese tipo de locuras ¿En qué estaba pensando? Aún debía esperar algunos años, debía ejercitar la paciencia… ¡es que ya no tenía paciencia!
    Mikhail no sería precisamente indulgente si lo veía intercambiando sangre junto a Savannah, no importaría qué excusas le pusiera. Es que para eso no había excusas.
    Se pasó el dorso de la mano por la frente, reconociendo que estaba llegando a su límite. En el aire, volvió a cambiar de forma y voló hasta un poblado cercano para alimentarse de sus habitantes dormidos. Beber sólo lo necesario, sin matar. Se recordaba a sí mismo a cada segundo. Debía alimentarse bien para poder resistir el llamado de toda la sangre, si la compulsión regresaba podía llegar a matar a alguien, y si mataba no pasaría mucho antes de que se convirtiera en un monstruo, un no-muerto. Si se convertía en vampiro sólo podría buscar el amanecer para autodestruirse o debería ser perseguido y cazado por los suyos, pero eso no era lo peor. Savannah era su alma gemela, la niña sufriría terriblemente si él moría.
    Cerró la herida en el cuello del hombre del que se había alimentado —esta vez habían sido cuatro humanos muy obedientes— y se preparó para pasar una noche solitaria, cazando, vigilando, trabajando, estudiando o quizás…

    Mikhail caminaba colina abajo con su hijita montada sobre sus hombros y su esposa tomada de su brazo, los tres felices y en calma, disfrutando del paisaje nocturno, de todos los olores, sonidos y sensaciones que los embargaban: tierra salvaje, paisaje salvaje, animales salvajes… leyendas salvajes.
    De pronto, Savannah levantó la vista y rió con ganas.
    —¡Papá, mamá! ¡Miren! —dijo señalando hacia el cielo. Ellos miraron sorprendidos
    En lo alto, volando libremente y sin ocultar su presencia, los acompañaba una enorme lechuza negra con unos increíbles ojos plateados, mientras una extraña y dulce voz proveniente del aire anidaba como una canción dentro de la mente de Savannah…
     
  6.  
    \Tsuyuka/

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    Re: La vida antes de Gregori... O quizás no tan "antes"...

    Oh mi keridísima Onee-san

    Cada vez me dejas más entusiasmada en la espera del siguiente caítulo; tanto que no puedo consiliar el sueño...

    En este capítulo Savanah "conoce", muy superficialmente, a Gregori; debo admitir que no me extraña que le tenga miedo, más con las historias del "cuco" que les cuentan los padres a sus hijos (y Milkhail y Raven no son las excepción, ¿Verdad?).

    Espero pronto la continuación, y, si tiene, que adjuntes o me envíes una imagen de Gregori...
    Apenas lo conosco pero soy su fan #2 (ya que el puesto 1 lo tené vos, me imagino, no sé)...

    Hasta el próximo, y muy esperado y ansiado (creo es lo mismo, pero que más da), capítulo.

    Atte.

    Tsuyuka, el 5to Dios.
     
  7.  
    Asurama

    Asurama Usuario popular

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    La vida antes de Gregori... O quizás no tan "antes"...
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    Re: La vida antes de Gregori... O quizás no tan "antes"...

    Me fascinan los fics SesshoumaruXRin, de Inuyasha, principalmente porque no sé escribir otra cosa (jijiji), pero también porque es una pareja muy tierna aunque algo extraña: el youkai con cientos de años de diferencia y la pequeña humana que vino a iluminar su vida.[​IMG]
    Básicamente, aquí ofrezco una idea similar:

    Gregori , un poderoso macho carpatiano que tiene casi mil años y vive en la oscuridad
    Y Savannah, durante su infancia, cuando él la protegía en secreto.

    ¿Sabes? No creo que si, a Savannah la están educando para ser su esposa, a los padres se les ocurra presentar como “monstruo” al amigo de la familia, por el contrario, creo que le enseñarían a no temerle, aunque es probable que ella escuche los chismes que se cuentan entre los demás carpatianos. Ya sabes cómo son las malas lenguas, jeje…
    Ah, y aunque no lo creas, hay gente que es más fanática que yo, solamente que no son “muy conocidos”. Aunque aquí en el foro puedes considerarme la fanática Nº1!!!!!

    4. Sorpresa para Savannah​

    La oscuridad era atrayente por donde se la mirase: emociones intensas, lujuria desenfrenada, fuerza extrema, poder casi ilimitado, dominio, terror, reinado de la raza más poderosa que jamás antes hubiera existido sobre la faz de la Tierra…
    …y horror, cosas horribles y espantosas, sangre y muerte por doquier, hielo en el corazón. Hielo y fuego de infierno que atrapaban para siempre a quien tuviera la osadía de ostentar el peligroso poder y convertirse en la criatura más temida: el vampiro.
    Las reglas eran estrictas y regían a todos por igual, sin importar la edad o la identidad genérica:
    Alimentarse de sangre para sobrevivir, sin matar.
    Regresar a la tierra antes del amanecer
    Inspeccionar siempre que se esté despierto, antes de salir de casa, antes de dormir y antes de entrar a cualquier lugar.
    Usar la vía mental de comunicación entre carpatianos. Establecer la vía mental privada mediante intercambios de sangre
    Para convertir a una mujer humana, sólo si ella tiene poderes psíquicos, son necesarios tres intercambios de sangre.
    Reclamar una hembra con tres intercambios de sangre y la unión ritual, pero jamás antes de los dieciocho años.
    Saber de memoria el cántico de sanación, aprender a crear protecciones eficientes antes de dormir
    Ocultar la evidencia sobre la existencia de la especie
    Proteger muy bien a las mujeres y niños, y respetarlos como tesoros, siendo ellos los primeros en importancia
    -Obedecer al príncipe y a las leyes.
    Y a quien quebrantara las leyes podría considerársele traidor, acusarlo de vampiro y sentenciarlo a muerte
    Y él había quebrantado varias leyes… Era genial el destino que le esperaba si llegaba a convertirse, sería terrible tener que ser perseguido por aquellos a los que había ayudado. Sería terrible ver sufrir a Savannah. Sería terrible.
    Muchos de los que habían perdido las emociones, la visión en color y las esperanzas, optaban por dejarse seducir por el poder, el lado más oscuro y convertirse. Los vampiros eran acosados y cazados por ellos: los administradores de justicia. Algunos valientes salían a esperar el amanecer y se destruían a sí mismos.
    Pero él aún no, todavía tenía esperanzas. Mientras los segundos pasaban a cuentagotas, y los días se le hacían eternos, su “esperanza” crecía y crecía bajo el cuidado de la Familia. Él esperaba y esperaba a Savannah contando los días, contando los segundos… viéndola y hallando paz en ese sencillo acto.
    Él había visto la maravilla que acontecía a aquellos que hallaban a su verdadera pareja eterna. Algún día la desearía con todas las fuerzas de su mente, su alma y su cuerpo, algún día sentiría emociones fuertes y los colores lo cegarían. Algún día recordaría lo que sí era vivir.
    En su vida no había risas, remordimientos, deseos, nada, quería dejar esa vida estéril a un lado. Siempre que podía, se recordaba a sí mismo “Falta menos, ya no tienes que esperar tanto”. Pero aún así debía esperar. Muchas personas más jóvenes que él ya habían cedido a un destino terrible, él sólo se mantenía por la fuerza de voluntad, la lealtad y la esperanza.
    Era un milagro que siguiera cuerdo, el nacimiento de Savannah era un milagro… y una tortura infernal. Esperar parecía más sencillo cuando el destino estaba lejos, pero ahora era muy evidente, cada acontecimiento en la vida de su pequeña era tangible, visible, necesario, cada segundo contaba una parte de la vida de ambos, soportar se le hacía cada vez más difícil, cada cacería y cada matanza, cada pensamiento en ella lo empujaban más hacia el abismo.
    La espera lo estaba volviendo loco, lo asfixiaba, quería acabar con todo eso.
    Sólo podía despertar cada noche, buscar en su mente y esperar a que alguien lo llamara…
    —¿Estás ahí?
    Corrió como tromba a su encuentro, saliendo de esa pena. Cada vez que la veía, se sentía mejor, como si la pequeña tuviera una medicina mágica para su tortura. Era su alivio y su tortura ¡Qué maravilla!
    Saltó dentro del bosque y echó a correr con ganas, ella lo necesitaba. De repente, sentía un extraño calor en su alma, algo dulce, su visión se hacía borrosa y su cuerpo se hacía más ligero y aerodinámico de lo que ya era. Corría como una sombra que formaba parte del bosque, buscando acercarse al deseo de vida que le proporcionaba su pequeñita. El paisaje en blanco y negro cobraba vida: sonidos nítidos, animales moviéndose por doquier: en el cielo, en el agua, en la tierra, sobre los árboles. Saltaba obstáculos, rocas, troncos, ramas caídas… todo se volvía etéreo como si entrara a la morada de un ángel. Sí, ella era su ángel.
    Y allí, a orillas del bosque, ella estaba esperando. Pero esta vez, en vez de acercarse, volteó y corrió nuevamente hacia el interior del bosque. Cada paso que daba para alejarse de ella aumentaba su angustia, pero sabía que ella, tan valiente e intrépida, lo seguiría a cualquier parte. Ellos eran amigos.
    —¡Espérame! ¡No corras tan rápido! —decía divertida mientras intentaba alcanzarlo probando su habilidad y destreza, las cuales eran notablemente inferiores a causa de su alimentación— ¡Regresa! —le gritaba.
    —No
    —¡Regresa! —en su mente, y aún lo perseguía esquivando todos los obstáculos. Correr a través del bosque era toda una aventura, llanos, mesetas, pequeñas depresiones, troncos caídos, hilos de agua, el bosque se convertía en un parque de diversiones…
    De pronto, se detuvo, dándose cuenta de que no tenía la menor idea de dónde se encontraba. Levantó la vista y vio las tupidas copas de los gigantescos y antiguos árboles del bosque. Escuchó el rumor del viento y el sonido de todos los animales… pero su lobo no se encontraba entre ninguno de ellos…
    ¿Estaba sola y perdida en algún lugar? ¿En dónde?
    Comenzó a retroceder con temor y ansiedad. Tenía que regresar, pero no sabía por dónde. Nunca se perdía, pero esta vez sabía que su casa estaba muy lejos, ya que no sentía la presencia de sus padres ¿Y en dónde estaba su lobo? ¿Por qué la había dejado? Justo en ese instante, sintió una presencia detrás de sí y algo cayó de súbito sobre su espalda. Gritó desesperada. Volteó a ver
    —¡No me asustes así! —regañó al animal que le había saltado de atrás
    —No quise asustarte —respondió mentalmente.
    Ella lo abrazó tiernamente.
    —¿En dónde estamos? —preguntó Savannah mediante la vía privada, mientras miraba a un lado y otro intentando hacerse una composición de lugar.
    —Estamos en la parte más profunda del bosque —contestó una voz a sus espaldas. Sintió un escalofrío y volteó a ver.
    —¿Quién eres? —preguntó pausadamente, con temor y los ojos muy abiertos. El lobezno retrocedió
    —Un amigo de tu familia —contestó la persona oculta
    —T-tú n-no sabes quién soy —balbució la niña
    —Eres la hija de Mikhail Dubrinsky —desde las sombras proyectadas por unos árboles salió un hombre alto y fuerte, cuya presencia atemorizaba. Caminaba sin producir ruido alguno, como si de un fantasma se tratara. El lobezno retrocedió más aún.
    —¿Conoces a mis padres? —preguntó mientras se ponía de pie, preparándose para correr.
    El hombre levantó ambas manos, mostrando las palmas, haciendo el antiguo gesto del pacificador, pero dio un paso hacia la niña, y otro. Ella comenzó a retroceder pero tropezó con sus propios pasos y cayó sentada.
    —Te conozco —dijo con una voz suave, con la pureza del agua y el hechizo de un brujo. Entonces se acercó con increíble velocidad a sólo unos pasos de ella y se puso en cuclillas.
    Savannah lo miró bien, el corazón iba a salírsele por la boca, respiraba agitadamente, no podía levantarse.
    —Eres el Sanador —tragó saliva y se hizo hacia atrás—. Estabas en la Catedral hace unas noches.
    Él asintió lentamente
    —Quería conocerte
    —¿Sabías que estaríamos ahí? —ella temblaba con fuerza, estaba muerta del miedo
    Él asintió
    —Lo sabía —con la yema de los dedos le tocó el borde del rostro, estaba fría—. No te asustes, no te haré daño.
    Sin embargo, esos ojos plateados no denotaban ningún tipo de emoción, ni siquiera parpadeaba. Era más aterrador de cerca.
    —¿Co… cómo sabías que yo estaba aquí? —preguntó confundida
    Él atrapó la mirada de la pequeña con sus ojos claros
    —Sentí tu presencia cuando vine a cazar. Entras al boque todas las noches, persigues a un lobo salvaje.
    —¿Cómo supiste lo del lobo?
    —Eh visto al lobo
    Parecía mentir. Ella seguía temblando. Había escuchado de todo sobre ese hombre: que pronto se transformaría en vampiro, que asesinaba con facilidad, que poseía una fuerza descomunal, que nadie lo vencía en batalla, que era el mejor cazador, que manipulaba a todo aquél que escuchara su voz, que nadie le desobedecía, que su mirada era hipnótica, que podía convertir a la gente en piedra, que conocía la magia negra y… lo más aterrador que había oído… que cuando ella creciera probablemente tendría que ser su compañera.
    Iba a gritar…
    —No grites —le dijo él—. Ya te dije que no te haré daño
    El estómago de la pequeña se encogió como protesta. Él se acercó un poco más, Savannah no se había dado cuenta que lo tenía a tan sólo centímetros de distancia
    —¿Te han hablado de mí? —preguntó y sus ojos se entrecerraron formando hendiduras plateadas.
    —Eres Gregori —la voz le salió aguda y cortada—. Mi padre habla mucho de ti
    —Yo también sé mucho de ti
    —Es… es mentira
    Él volvió a rozarle el rostro
    —Tus padres te sobreprotegen, no suelen dejarte sola, tu madre te da agua en vez de sangre, alguien te canta canciones de cuna para dormir en las mañanas, te gustaría ser humana para poder salir de día, te agrada el bosque, juegas con un lobezno negro que no tiene familia y tus padres no lo saben… Mi presencia te asusta.
    Ella estaba sorprendida ¿Cómo diablos sabía todo eso?
    —Y sé algo más —ella parpadeó sorprendida, asombrada, interesada, inconscientemente se acercó para escucharlo—. Tienes hambre.
    Ella negó con la cabeza.
    Él le sonrió, pero sus ojos seguían inexpresivos. Con movimientos lentos llevó una mano hacia arriba, hacia su boca, entrecerró los ojos y mordió su muñeca causándole profundas incisiones sus propios colmillos, luego, le ofreció la herida sangrante a la niña.
    Savannah reaccionó ¿Dónde había visto eso antes? ¿Por qué él le estaba ofreciendo sangre? Él asintió
    —Bebe, ma petite —fue extraña y cautivante la forma en que le habló.
    Ella intentó cambiar de tema preparándose para correr
    —¿Qué lengua es esa? —no se parecía a nada que le hubieran enseñado sus padres.
    Gregori ignoró la pregunta
    —Bebe —volvió a decirle en una forma dulce, pero seguía siendo una fuerte coacción.
    Algo en Gregori le provocaba terror, pero algo mucho más fuerte le atraía. Con la inocencia que tenía, se acercó a la enorme mano del Sanador y se inclinó para beber, el hambre le incitaba.
    Todo estaba quieto y silencioso, como si el mundo entero estuviera esperando la respuesta. Él volvió a entrecerrar los ojos, estaba tan cerca y sin la necesidad de convertirse en lobo…
    —¡Savannah! —llamó alguien desde lejos.
    La niña y el carpatiano reaccionaron. Gregori maldijo para sus adentros, no podía retener a Savannah, conseguir que se fuera de allí a tiempo ni huir sin ser notado, de todas formas, había ocultado su presencia a los otros. Esos descuidos se hacían comunes en los últimos tiempos, su voluntad lo estaba abandonando.
    Desde unos matorrales, saltó un hombre alto, moreno, de ojos y cabello negro. Al ver al Sanador junto a la niña y percibir el olor a sangre, algo lo turbó.
    —Sanador —entrecerró los ojos— ¿Qué le hacías a Savannah?
    Gregori lo miró fijamente sin decir una sola palabra y luego se desvaneció en el aire como si jamás hubiera estado allí. El recién llegado no pudo seguir su presencia, fue como si se lo hubiera tragado la tierra.
    Miró a la niña
    —¿Qué te dijo el Sanador?
    Ella miró al hombre, dispuesta a responder, pero fue como si una extraña niebla velara su pequeña mente, confundiéndola ¡No recordaba qué le había dicho! Fue como si se quedara sin voz de repente.
    —Y-yo… —estaba nerviosa sin poder responder
    —No importa —le dijo él, acercándose y levantándola en brazos—. Vamos a casa
    —¿Quién eres? —preguntó ella extrañada por la familiaridad ¿Cuántas personas más la conocían?—. Te pareces a mi padre.
    Él le sonrió divertido
    —Soy tu tío
    Ella sonrió
    —¿Mi tío? ¿En verdad eres mi tío Jacques? ¿No estabas en… —no recordaba el nombre del país que sus padres siempre repetían— …en otro lugar?
    —Pasábamos por aquí —dijo él en broma, necesitaba del afecto de la pequeña. La miró detenidamente: tenía la belleza de Raven… y al parecer tenía el ímpetu de su hermano—. Cada día que pasa te pareces más a tus padres… ¿Quieres dar un paseo? —le dijo con una sonrisa
    —¿En verdad? —dijo ella, ilusionada.
    Él la levantó y la sentó sobre sus hombros para que mirara “desde arriba”.
    —Eres una chica muy alta.
    Iba bromeando todo el camino hasta la salida del bosque, realmente estaba muy lejos de casa y no tenía miedo… y el Sanador… ¿estaba tan desesperado que no se fijaba en que ella era tan sólo una niña? Jacques lanzó una llamada en el aire.
    —Mikhail, la buena noticia es que encontré a Savannah, vamos para tu casa. La mala es que estaba demasiado lejos… y el Sanador estaba con ella.
    Mikhail, parado en otro lugar del bosque, no daba crédito
    —¡¿Que Gregori qué?!

    Sentados en la sala, mamá Raven, papá Mikhail, tío Jacques y tía Shea la examinaron de arriba abajo, pero no tenía olor a sangre del Sanador, sólo era una falsa alarma, pero de todas formas era una buena alarma.
    —¿Estás seguro de que le dio sangre? —preguntó Mikhail a su hermano y todos lo miraron.
    Quizás Gregori estaba peor de lo que ellos imaginaban
    —Sí a mi parecer —dijo Jacques, pero no había evidencia
    —Ustedes son imposibles —dijeron las mujeres en todo de broma, algo nerviosas por lo acontecido
    Savannah miraba a los adultos que hablaban entre ellos sin prestarle atención como si ella no estuviera allí. De inmediato comenzaron a hablar de cosas extrañas, ella no entendía ni una letra.
    —¿Qué pasa? —preguntó, pero ellos seguían hablando— ¿QUÉ PASA? —preguntó alzando la voz.
    Todos guardaron silencio y la miraron
    —¿Cómo te encontraste con Gregori, cariño? —le preguntó su madre
    —¿Te dijo algo en especial? —indagó su tía, una mujer intrigante y hermosa, pelirroja y de ojos vedes
    —¿Recuerdas algo que haya hecho? —preguntó Jacques
    —¿Por qué te adentraste tanto en el bosque? —preguntó su padre
    Y llovían más preguntas, una sobre otra, tantas y tan difíciles que no podía contestar. No podía recordar nada, no entendía nada. Miraba boquiabierta a sus mayores ¿Qué hacía? ¿Qué decía? Estaba mareada y quería gritar.
    Abrazó un muñeco de felpa y corrió a su habitación con su cabeza hecha un laberinto de ideas.
    —Está nerviosa —dijo Shea, consciente del malestar que provocaban las indagaciones— dejemos las preguntas para más tarde.
    —No es la única que va a estar nerviosa esta noche —les dijo Mikhail algo molesto
    —Gregori —lanzó la llamada mental—. Creo que necesito que me expliques algunas cosas. Ahora
    Minutos más tarde, había una enorme lechuza sobrevolando la enorme casa de Mikhail. Mikhail salió a la entrada, Jacques y las mujeres miraron desde atrás, desde la puerta.
    —Mi hermano te hizo una pregunta y no le contestaste —dijo en modo algo sarcástico el príncipe
    El sanador se hizo el desentendido
    —Hablo de lo que hacías en el bosque con mi hija —el carpatiano lo miraba en silencio—. No esperarás que me crea que entró al claro del bosque sólo porque sí, y que, casualmente, estabas ahí.
    El sanador se encogió de hombros.
    —En efecto, sentí su presencia y me acerqué para asegurarme de que nada le ocurriera, dijo que estaba jugando con algunos animales, había un lobezno junto a ella cuando llegué.
    Shea, inquieta, salió de detrás de la puerta y se paró sin miedo junto a su cuñado
    —Y el lobezno curiosamente desapareció cuando tú apareciste ¿No? —dijo en tono irónico.
    Gregori maldijo para sus adentros, maldita mujer humana.
    —No Shea —contestó, hablando de sanador a sanador— yo vi al lobo.
    Shea se mordió el labio inferior, luego llevó una mano al mentón, desafiarlo era una locura, era consciente de ello.
    —¿Y para hablar con ella tenías que darle sangre?
    —No hice tal cosa
    —Jacques te vio
    —No pueden acusarme por algo que creen ustedes
    —No lo creemos, es así
    —Pruébalo.
    Mikhail volteó a mirar a su hermano. Luego miró a Shea y a Gregori. Ella parecía diminuta parada junto al sanador.
    —Sería una total falta de respeto a las leyes, a tu familia y principalmente a ti, Mikhail —dijo seduciendo con la voz— ¿No me crees capaz de hacer tal cosa o sí?
    El príncipe lo miró en silencio. Con los años que tenía, Gregori era capaz de cualquier cosa, pero no estaba seguro.
    Raven salió y se paró junto a su marido.
    —A mí no vas a mentirme, Gregori —dijo resuelta—. Dime la verdad ¿Querías algo con mi hija?
    Gregori cerró los ojos por unos instantes y bajó la cabeza entes de fijar la vista en la pareja. Delante de sí, cuatro carpatianos lo estaban acusando duramente y con toda razón.
    —Estaba cuidando a Savannah, no hice nada.
    —¿Pero ibas a hacerlo? —acusó Jacques—. Porque te desapareciste como si hubieras visto a un fantasma.
    —Si realmente fuera así, de lo último que habría huido sería de ustedes —dijo en el tono calmo que le caracterizaba. Miró a Mikhail y a Raven—. Ustedes lo saben, he esperado demasiado tiempo a Savannah, no le haría nada
    —Y quizás esperaste demasiado tiempo —lo acusó Shea
    —Basta, Sea —le pidió él—. Soy consciente de lo que soy y del peligro que represento, pero también soy consciente de las leyes y del respeto que le debo a tu familia.
    Mikhail parpadeó
    —Es verdad, si aquí hay alguien que sepa de lealtad y respeto, es él —parpadeó, no estaba muy convencido, Gregori aún se enfrentaba a la oscuridad—. Te creemos —dijo asintiendo.
    —Que tengan muy buenas noches —se despidió formalmente, antes de volver a convertirse en lechuza y levantar vuelo
    —Muy buenas noches —contestaron ellos.
    De inmediato, recordaron que habían dejado sola a Savannah y entraron muy apresurados para ir a consolarla, ella no tenía por qué sentirse mal, no era su culpa, ni tampoco por culpa de Gregori.
    —Van a volvernos locos —comentó Shea en broma
    —No apoyes a Raven en esto —le rogaba Mikhail en broma. Las mujeres humanas eran en extremo liberales. Todos los días, cuando iba la iglesia, rogaba que su hija no fuera así cuando creciera, que fuera una “carpatiana normal” sin esos disparates humanos en el cerebro.
    La niña estaba acurrucada en el cubito de tierra curativa que era su cama, abrazando a su muñeco de felpa y cerrando fuertemente los ojos, pero estaba despierta. Se había asustado mucho.
    —Tranquila, bebé, ya estamos aquí —dijo su padre alzándola en brazos mientras le acariciaba tiernamente el cabello. Raven se sentó junto a su marido y su hija y le cantó la tranquilizadora canción de cuna de los carpatianos antes de abrazarla y decirle palabras tiernas para asegurarle que no sucedía ni sucedería nada.
    Shea miraba desde la puerta, se le llenaron los ojos de lágrimas, la imagen de esa familia era hermosa, era el tipo de familia llena de amor que siempre había soñado tener. Tomó la mano de Jacques y entrelazó sus dedos con los de él. Jacques no sonreía, pero su corazón y su mente lo hacían abiertamente. En la mente de sea, retumbaba el eso de su dulce risa.
    Ambos entraron paso a paso al cuarto hasta sentarse junto al resto de la familia. Sea no pudo resistirlo, se acercó a su sobrina y la abrazó con fuerza y mucho cariño. Recordó el día en que ella y Gregori le salvaron la vida cuando aún estaba en el vientre de su madre. Si aún no se sentía lista para malcriar a sus propios hijos, al menos se dedicaría a tener y cuidad una sobrina con todo el amor que ella no tuvo en su infancia. Jacques se acercó y acarició a Shea por el brazo, los hombros, la cabeza, luego, con una mano, tocó la pequeña cabeza de su sobrina dándole confianza.
    —Eso es, pequeña valiente —le decía mediante el vínculo mental privado.
    La hermosa mujer pelirroja seguía abrazándola y acariciándola cual si fuera su propia madre, ella se acurrucó en su regazo y se dejó proteger por toda su familia. Sonrió.
    —Tía…

    Llegó a su casa, fue hasta la sala de estudios y sacó un libro. Se sentó en un cómodo sofá y comenzó a leer tranquilamente. No debería estar tranquilo luego de lo que había sucedido. Acercarse así a Savannah fue una completa locura, lo reconocía, pero era verdad que la estaba protegiendo. Dejó su lectura por unos segundos y fijó la vista en el vacío mientras intentaba conectar con la mente de Savannah. Halló amor, paz y alivio, sintió la calidez y el afecto que le brindaba su familia y cada sentimiento se transmitió a él. Pronto, si tenía suficiente paciencia, él también estaría dentro de ese círculo. A través de la niña, conectó fácilmente con los sentimientos de Mikhail, Raven, Jacques y Shea, era la armonía perfecta, cuánto amor había allí. Eso era un paraíso para su momento de angustia, todo el temor se había ido, ahuyentado por la sinceridad de esas fuertes emociones. Savannah también se había asustado mucho
    —Perdóname, Savannah, no era mi intención asustarte —pensó, intentando transmitirle su propio afecto. Con tranquilidad, comenzó a pensar en el futuro maravilloso que les aguardaba a ambos y se lo cantó como siempre acostumbraba.
    Utilizó la fuerza de voluntad férrea que se había forjado y pudo entrar en las emociones de los cinco sin que ninguno de ellos lo notara, así, convirtió las visitas a Savannah en un recuerdo pasajero, un cuento mentiroso sin mucho argumento, un sueño falso guardado en la memoria subconsciente de sus mentes, un simple déjà vue…
     
  8.  
    \Tsuyuka/

    \Tsuyuka/ Entusiasta

    Leo
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    7 Diciembre 2008
    Mensajes:
    85
    Pluma de
    Escritora
    Re: La vida antes de Gregori... O quizás no tan "antes"...

    Oh! Bellísimo!!!

    Esta historia se pone cada vwez mejor y mejor. Es cierto que bien podría ser un Sessh/Rin... Los cuatro se parecen mucho.

    Espero prontito la continuación. No hago un post largo como acostumbro porque no tengo mucho tiempo; pero quiero que sepas que he leído este capi y que me ha encantado...

    Y que yo soy la Fan #2 de Gregory; y de la parega Grego/Savanah...

    Besos y abrazos...

    Atte.

    Tsuyuka, el 5to Dios.
     
  9.  
    Izayoimywill

    Izayoimywill Entusiasta

    Cáncer
    Miembro desde:
    6 Octubre 2008
    Mensajes:
    126
    Pluma de
    Escritora
    Re: La vida antes de Gregori... O quizás no tan "antes"...

    ¡Hola!

    No ves… te dije que algún día iba a pasar a comentar tu historia… eso sí, bien tarde… es mejor tarde pero seguro jeje
    En realidad esto se parece mucho a un SesshoumaruXRin… desde que lo empecé a leer me dio esa impresión… jeje
    Sin lugar a dudas es una historia muy interesante, me encantó esta pareja, jamás había escuchado de ellos… pero hacen una buena pareja jaja
    La historia me atrapo completamente… al igual que en tus otros fics, escribes y describes de una forma fenomenal.
    Gregori se arriesgo mucho al tratar de darle de beber de su sangre a Savannah… pero ay me encanta él jeje… me gusta como protege a Savannah.
    Ojala actualices pronto.

    Adiós.
     
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