Sherlock Holmes La vanidad no cabe en este mundo [Torneo]

Escrito creado para la actividad Torneo de momentos @Kushina Uzumaki,@Croissant Castle.
Basando en un hecho real, pero acompañado por el misterio y la intriga que ofrecen los escritos de Sherlock Holmes les traigo esta historia. La actividad dicta que los "Me gusta" no son validos como puntuación, solo un comentario y la mención de esta y mi persona en mp, dando una razón de por que les gusto, sin mas que decir espero la disfruten.

La vanidad no cabe en este mundo

El carruaje arribó al castillo a las ocho en punto de la noche, afuera existía una lluvia tupida y como era de esperarse como comúnmente sucedía en estos casos mi compañero Holmes no pronunció ni una palabra hasta llegar al lugar. Dos célibes nos indicaron bajar del auto y conduciéndonos dentro del lugar.

Era un lugar soberbio, pinturas famosas, ostentosas esculturas, cortinas y muebles finos hasta donde se podía ver, ni en el propio caso de la Bohemia habíamos presenciado un espectáculo tan estrafalario como el que ahora estaba frente a nosotros.

Para ese entonces yo había hecho un espacio como mis labores de médico y mi esposa estaba de viaje por lo que era un huésped nuevamente en mi viejo departamento de Backer Street y hace dos noches habíamos recibido un huésped singular, a pesar de su discreción, Holmes había deducido al instante de que se trataba del sirviente de algún dignatario o persona importante.

>>— Querido amigo es tan simple deducir esto con una observación, si realmente se presentara ante nosotros un mercader o una persona como decirlo más vulgar, su posición no sería tan recta ni sus modales tan refinados, sin embargo su complexión ni físico reflejan ni el más mínimo parentesco con nadie con un título real por lo que no se trata de uno de ellos presentándose ante nosotros de incognito, sin embargo si debe mantener consigo esas costumbres, por lo que se puede sacar la conclusión que este caballero frente a nosotros, es su fiel sirviente— había dicho mi amigo mientras mantenía sus manos unidas introspectivamente.

En resumidas cuentas el caballero había acudido ante nosotros por órdenes de su reina. La dama argumentaba que alguien atentaba contra su vida y seguridad, pero su actuar era tan discreto y premeditado que sospechaba que así siendo la reina misma las autoridades hicieran caso omiso de su llamada de auxilio y aunque había ya tomado todas las precauciones imponiendo más seguridad en todo el castillo y en sus mismo aposentos, los ataques del agresor se volvían cada vez más frecuentes y cuidadosos, tanto que en ninguna ocasión ni ella misma se había percatado de los mismos.

Ese mismo día por la mañana antes de que mi compañero y yo comenzáramos nuestras investigaciones, el mismo mozo había llegado ante nosotros con el alma hecha pedazos, a darnos la desgarradora noticia de un hecho terrible, el malhechor había logrado su cometido, la reina había muerto. Sin embargo esta no es una crónica más de un fracaso del que fuese reconocido como el mejor detective de nuestra era, si no que a partir de ese momento tomaría un hecho singular sin precedentes como no lo había visto en ninguna otra ocasión.

— Veo que también lo han llamado señor Holmes— inquirió una voz apenas descendimos.

Frente a nosotros estaba un nombre de traje, un tanto nervioso y con cara de hurón.

— ¡Esto, es verdaderamente una desgracia, una desgracia!— añadía nerviosamente— alguien se ha atrevido a atentar con nuestra reina y Scotland Yard no tiene ni la más mínima pista del agresor, según tengo entendido también han acudido a usted, mejor dicho solo han acudido a usted con la intención de prevenirlo, pero en esta ocasión viejo rival mío hasta usted ha fallado.

— No se exalté Lestrade, que eso de nada ha de servir, el país mismo nos necesita en este momento, le rogaría que mantuviera la calma y no sacará conclusiones equivocadas antes de que todo haya culminado— dijo Holmes con una calma excesiva que a mí mismo que desconcertó.

— ¿Qué es lo que ha querido decir con eso Holmes?— pregunté con extrema curiosidad.

— Todo a su tiempo mi fiel amigo, todo a su tiempo—respondió Holmes.

El inspector bufó y nos siguió de cerca, sin duda se encontraba herido en su amor propio en ese momento. Seguimos caminando entre los pasillos hasta los aposentos de la reina y en donde dos guardias custodiaban la puerta, a una señal nos dejaron pasar.

A pesar de haber ver visto la misma escena un centenar de ocasiones, dada la naturaleza de la víctima ante la que nos encontrábamos el terrible espectáculo que aparecía ante nuestros ojos era indescriptiblemente desgarrador, al ver a nuestra soberana postrada en el piso sin vida.

— Caballeros han de disculpar mi intromisión pero mi trabajo no se puede hacer de otra forma

Diciendo esto Holmes de inclinó hacía el cadáver y comenzó a examinarlo con premeditación, como un sabueso en busca de su presa indagaba en cada rincón en busca de algún indicio o pista observando cada mínimo detalle imperceptible para nuestros ojos para el clamado con tanta claridad como el sol mismo, se aproximó al tocador de la emperatriz y buscó entre ellos, una mínima sonrisa de satisfacción de dibujó entonces en su rostro.

— La vanidad no cabe en este mundo, Watson— susurró Holmes al oído.

Antes de que pudiera decirme otra cosa Lastrade se aproximó a él.

— ¿Y bien a que conclusión ha llegado?— dijo el oficial de Scotlad Yard.

— ¿Quién cree usted que sea el responsable Lastrade?

—La única conclusión a la que puedo llegar es que ha sido el mismo sirviente que ha acudido a usted, quien carcomido por la culpa, luego de la relación estrecha y la confianza que le brindaba su majestad la hubiese roto, desesperado buscó terminar el trabajo en un solo golpe certero.

— Vaya usted por él entonces si así lo creé conveniente

Al hombrecillo no se le tuvo que decir esto dos veces y salió disparado guiando a los mismos guardias a la persecución del mozo.

— ¡Pero Holmes!— me dirigí a él casi furioso— si esto lo había intuido desde aquel momento, porque no lo ha detenido en el acto, se hubiera podido evitar una desgracia.

— Tomé un poco de aire Watson y no deje de confiar en mí, que este acto solo ha sido para despistar un tanto a esos idiotas e irónicamente salvar la vida de nuestro cliente que si mis cálculos no me fallar debe estar rumbo a América en estos momentos, antes de que me acusé de cómplice de regicidio me ha de dar la oportunidad de explicar todo el caso. Primeramente, él es inocente, el homicida se encuentra en este mismo momento en esta habitación.

Esto último hizo que mi corazón se exaltara de una forma violenta, pues solo nos encontrábamos nosotros dos.

— Tranquilícese— me indicó al ver que casi me venía abajo— se lo mostraré ahora mismo antes de que le cause un sobresalto más, ha sido esto—me mostraba un pequeño recipiente con polvos de maquillaje para dama, yo lo observé desconcertado— quisiera recordarme amigo mío en sus apuntes cuales son los hábitos que mencionó el sirviente que tenía la reina.


— Él dijo que era una dama muy pulcra, que el atentado era además la peor vileza del mundo pues afectaba su muy apreciada belleza además de la salud. Todos los días la reina tomaba un baño de sales aromáticas, se perfumaba con algunos de las más finas fragancias y cubría su rostro con maquillaje para verse impecable, pero ocurría que cada vez que este era retirado en su rostro habían sido ocasionadas terribles llagas que buscaba cubrir más y más.

— Eso ha significado su perdición, a pesar de nuestros esfuerzos, su nivel de toxicidad ya eran demasiado elevados, para que ni usted que es un excelente medico hubiera podido hacer algo para salvarla. Este apreciado maquillaje, perciba su olor—me lo acerco y lo olfateé— ¿lo reconoce?, está fabricado a base de arsénico que uno de los más grandes venenos para el hombre, por eso le he dicho “ la vanidad no cabe en este mundo”, pues el esmero de la reina por mantener su belleza exterior la ha llevado a la muerte. ¿Entiende ahora lo complicado del asunto?, se deben de tener pruebas concretas, realizar los estudios necesarios. Amigo mío aún hay mucho que hacer pues esta compañía ha de responder por esta muerte y nosotros evitar que más mujeres incautas caigan en sus garras.