One-shot de Inuyasha - La trampa de un vampiro

La trampa de un vampiro

Su nombre era…
No, saberlo sería peligroso para quien lo leyera o pronunciara, pero era un demonio temerario, hijo de la reina de la Luna Negra y de un demonio más que peligroso. Él y sus hermanos mayores se hacían llamar “los Reyes de las Pesadillas”. Y así era: eran vampiros que se alimentaban de las víctimas de las horrendas pesadillas que eran capaces de crear. Pesadillas de las que era muy difícil despertar, pesadillas que muchas veces culminaban en muertes.
Muy pocos han visto su verdadera forma y sobrevivido para contarlo. Yo soy una de esas personas. Se ve como una bestia de cuerpo potente, un lobo gris de rostro blanco, con ojos celestes como el hielo, amenazadores, terriblemente mortales, asesinos, lleva en su frente la marca de su familia: una luna “creciente” negra y detrás de él viene una estela de sangre y humo, que en realidad son almas desdichadas que cayeron en sus garras.
Y pone seductoras trampas que culminan en pesadillas, que ansías que terminen pronto y, sin embargo, no quieres despertar…

¿Deseas oír mi pesadilla? ¿Te atreves a enfrentarlo?​

Caminaba tranquilamente hacia la casa de mis familiares, cuando frente a mí se cruzó una joven de unos diecisiete años, de cabello corto negro, con un flequillo, ojos rojizos, ropa negra, muy extravagante y lucía una actitud altanera. Traté de recordar quién era… y la reconocí: Yura del cabello. Mientras mi mente intentaba discernir cómo era posible que ella, muerta, se apareciera ante mí, en mi mundo, descubrí que mis piernas flaqueaban y mi cuerpo no respondía, justo en el momento en que caía al suelo.
Y supe con horror que no era una ilusión: Yura desenvainaba a Niebla Carmesí, su filosa espada youkai, y se preparaba para atacarme. Como pude, me levanté y corrí tan rápido como podía en la dirección contraria, intentando huir de ella, pero la oni era mucho más veloz: volaba. En el momento en que intentó decapitarme, una flecha apareció de la nada y la golpeó, convirtiéndola en polvo.
—Vámonos —gritó la hermosa joven que había disparado y me tomó de la mano para huir.
—¿A dónde vamos? —le pregunté, mientras corríamos. Ella no me soltaba la mano.
—A buscar a Inuyasha, él nos ayudará con Yura
—¿Pero acaso no la mataste? —pregunté confundida
—Eso no la matará, sólo la detendrá, esa tipa tiene su alma en un lugar aparte de su cuerpo, eso es lo que tenemos que buscar. —Entonces, nos detuvimos súbitamente y, antes de que pudiera preguntarle algo más, un joven vestido de rojo, de hermoso rostro y cabellos plateados apareció delante de nosotros.
—¿Qué pasó, Kagome? —preguntó él.
—Yura, la que estaba muerta, apareció de la nada —respondió la joven a mi lado— y atacó a esta joven —dijo Kagome, indicándome a mí.
Subidas ambas a su espalda, recorrimos lo que para mí fueron kilómetros y kilómetros, hasta que llegamos a una casa alejada. Cuando entramos, encontramos allí un templo shinto. Como si fuera la cosa más natural del mundo, Kagome e Inuyasha me arrastraron hasta el interior del templo y me obligaron a saltar con ellos. Así es: allí había un pozo derruido por el tiempo. Mientras pensaba cómo sobrevivir a la caída, nos encontramos de pie en el fondo, y al salir nos hallábamos en medio de un bosque virgen. Mientras acomodaba mis ideas, Inuyasha me sujetó “delicadamente” del brazo y los tres corrimos bosque adentro, hasta que salimos a campo abierto ¿Me llevarían a la aldea? Pues sí.
Pero antes de llegar al torii, una silueta apareció sobre nosotros. Era Yura, había sobrevivido a la flecha de Kagome, y tenía un rostro realmente aterrador, como sólo los oni saben poner. Atacó a Inuyasha y ambos comenzaron a pelear, Kagome y yo debimos tirarnos al suelo ante el peligro de perder nuestras cabezas. Entonces, Inuyasha desenfundó un arma resplandeciente como un espejo, que fácilmente debía tener como dos metros de largo. El “Kaze no Kizu” se veía a simple vista como un veloz rayo de luz pero, cuando desapareció, Yura ya no estaba y frente a nosotros había un gran charco de sangre. El estómago me dio un vuelco.
La noche se hizo eterna, y un presentimiento horrible me decía que Yura no había muerto y que lo que en realidad deseaba era mi cabeza ¿Por qué, si soy tan horrible? La ansiedad me atacó y me obligó a salir corriendo a tientas en la completa oscuridad. Era como caminar en el campo, ya que no había ningún tipo de luz. Durante toda mi carrera nocturna, tuve la sensación de que algo muy maligno me perseguía intentando cazarme. Supe que Kagome e Inuyasha me buscarían cuando despertaran, eso si es que no estaban ya buscándome ¿Por qué no deseaba ser encontrada?
Cerca del alba, dejé de correr y caí de bruces a orillas de un lago. Pude sentir como unas amables manos se posaban sobre mi cabeza e intentaban llevarme a algún lugar. Para el horror de una cobarde con miedo a las alturas como yo, en vez de despertar en mi mundo, me encontraba volando. Antes de que se me saliera el corazón por la boca oí que alguien me saludaba. Le sonreí. Siempre supe que, cuando estuviera en una situación así, sería esa persona, con esas manos y esa voz, la que iba a salvarme y a ayudarme, la que más amo de todos ellos.
—Konnichiwa, Rin-chan. Watashi no namae wa Hikari desu —le dije.

Buenos días, pequeña Rin. Mi nombre es “Luz”​

—¿Tú me conoces? —me preguntó con curiosidad y una sonrisa. Realmente era muy bonita para tener solamente siete años.
—Hai —contesté
—¿Y también lo conoces a él? —dijo indicando. Volteé y casi caí del lomo del dragón cuando se volvió para verme la última persona que querría encontrar en ese mundo. Aunque era obvio que, si me encontraba con Rin, en algún momento llegaría a él. Era un muchacho de unos dieciocho años, aparentemente.
—Sore mo ningen desu

Es otro humano​

—Dijo despectivamente antes de volver a mirar hacia el frente. Ahora sí estaba segura, era Sesshoumaru. Un ser aterrador… Del susto, me dieron nauseas. Me sujeté al cuello de “Ah” ¿o era “Mh”? Como sea, terminé callada durante horas mientras escuchaba la historia ya memorizada de: “Mis pares y mi hermano fueron asesinados…”, con el detalle exacto de “El destino de Rin”. Eso era aterrador.
Miré hacia abajo intentando concentrar mi mente en algo que me hiciera olvidar dónde estaba, cuando sentí un durísimo golpe en mi cabeza. Cuando me quejé, se rió sarcásticamente, diciendo algo que mi limitado conocimiento de japonés me impidió entender, pero estoy segura de que eran insultos, ya que salían de la boca de Jaken. Me quejé, pero no estoy segura de que me hubiera comprendido. Entonces, él y la niña comenzaron a discutir hasta que, con una increíble puntería, una piedra lo hizo volar cuesta abajo.
No se veía nada mal para tener “dieciocho años youkai”, miró odiosamente a Jaken, que ya había caído a varios metros abajo, luego miró a Rin-chan de una forma realmente dulce, y luego me miró a mí… de un modo aterrador…
Días después, cuando las cosas parecían no poder empeorar, el cielo se puso negro como si fuera a desatarse una tormenta y el viento sopló violentamente. Estábamos habitando un templo abandonado y oscuro. Rin me dijo que ella solía vivir en ese escabroso lugar cuando Sesshoumaru se iba, mientras yo pensaba si realmente tenía un gramo de sentido común como para dejarla en un lugar así.
—Si no te gusta, ve a dormir al bosque —dijo él secamente. Miré hacia el bosque: era un conjunto de árboles marchitos, torcidos, grises, deshojados, que formaban un camino completamente oscuro. Se oía perfectamente el crujir de las hojas y el murmullo de los animales. Un escalofrío me recorrió la espalda y el corazón me dio un vuelco. Pensándolo bien, el templo no era tan escabroso…
Fui al rincón que más seguro parecía, cuando me senté sobre algo húmedo. Al ver con más cuidado, descubrí que eran huesos y carne putrefacta, cuidadosamente colocadas sobre un pegajoso charco de sangre. Antes de desmayarme, oí que eran ladrones que quisieron entrar a ese lugar. Hubiera preferido dormir en el bosque… Dios, ¿de dónde rayos sacó el valor para darle agua, vendajes y comida a un ser tan peligroso? Esa no es humana, con razón se quieren tanto.
Poco después, la “tormenta” se hizo más fuerte.
—Jaken —gritó Sesshoumaru. mientras el youkai sapo tomaba al dragón y me sacaba junto a Rin. Y entonces caí en la cuenta de que eso no era una simple tormenta. Estando ya a una considerable distancia, un impulso hizo volar el templo en pedazos y abrió enormes grietas en la tierra, pero a Sesshoumaru no le movió ni un cabello. Justo frente a él aterrizó una luz púrpura, salida de un veloz remolino negro. Casi me desmayé, porque en persona —de carne y hueso— se veía mucho más aterrador y asqueroso que en un pedazo de papel. Del susto, volví a vomitar ¡Era Naraku! No necesité más de dos segundos para entender lo que significa “correr por tu vida”, mientras una terrible nube de Shouki nos perseguía. Por unos instantes vi un gran despliegue de luz ¡Era una pelea entre el youkai y el hanyou! Todo lo que estaba a su alrededor se caía a pedazos.

Estábamos lejos del peligro, donde ya no se veían las nubes de shouki y el cielo negro. Estábamos cerca de unas montañas cuando, de repente, una terrible y gigantesca sombra se colocó sobre nosotros y sentí cómo unas garras filosas, unos dedos huesudos rodeaban mi cuello. Ante el susto, cerré los ojos y vi a esa horripilante aparición, aquella endemoniada, asesina y aterradora mirada blanca, mientras oía el eco de esa risa endemoniada. Grité del susto y hubiera jurado que desperté, pero volví a caer en el mismo sueño.

Me había dejado llevar por mi sueño, había caído en la trampa del vampiro​

Desperté dentro de una casa, un sitio desconocido, rodeada de velas oscuras y pinturas raras donde se veían las peores muertes de las que fuimos testigos y a mi lado se encontraba una bruja youkai, por más que la miré, no pude reconocerla. Lo único que sabía era que me golpeaba, me cortaba, me amenazaba, se burlaba; yo gritaba desesperadamente… y, como si mirara a través de una ventana, vino a mi mente la imagen de una mujer con un bebé ¿Era la madre de Inuyasha? ¿Por qué veía eso?
Y de repente, el rostro de esa hermosa mujer cambió al de un fantasma aterrador

¡El vampiro seguía allí en alguna parte!​

La siguiente vez que abrí los ojos, allí estaban ellos ¿Habría ido exclusivamente a buscarme? Lo que se rumorea es cierto: Sesshoumaru no impide que nadie lo siga y además lo protege, sin importar de quién —o de qué— se trate.
Él peleó contra ese demonio, al que nunca reconocí y la mató, pero, para mi horror, dijo
—No está muerta, sólo inconsciente —rayos ¿Cuántas veces hay que “matar” a los youkai para que mueran realmente?
Cuando creí que lo peor había pasado, él tomó una tachi sacada de algún lugar y abrió ese cuerpo, desde el pecho hacia arriba… y luego hacia abajo. Literalmente, partió a la youkai desconocida a la mitad dejando correr un río de sangre. No conforme con eso, metió la garra hasta el hombro y le extrajo el corazón, tirándolo a un lado y aplastándolo. Volteé hacia otro lado y volví a vomitar mientras, desde afuera, esa bonita niña me miraba junto a un sapo burlón.
En ese momento, desde afuera se escucharon múltiples gritos y quejas de adolescentes. Sesshoumaru puso un pie afuera del lugar… y comenzaron a “discutir”. Entre gritos, choques de espadas, lanzamientos de pergaminos purificadores, golpes de hirai-kotsu e inesperados “osuwaris”, la pelea acabó. Mientras tanto, yo me cubría los oídos, mi cabeza ya no soportaba más traqueteos.
Inuyasha gritó algo así como que me dejara ir, el desgraciado de Jaken me sacó de ahí literalmente a las patadas y caí de bruces delante de Inuyasha y el grupo. Sí, estaban todos, incluso Shippou y Kirara.

Hasta ese momento, Sesshoumaru era “bueno”, pero…​

La pesadilla aún podía empeorar porque, alimentándose de mis temores e inseguridades, ahí afuera seguía el vampiro.​

El desgraciado que me había tendido la trampa…​

​

Algo en la mirada del youkai cambió. En ningún momento anterior había tenido una mirada tan fría y aterradora como ahora tenía, parecía una mirada vacía, de odio y muerte, una expresión oscura. Cuando estábamos casi listos para irnos, él murmuró unas siniestras palabras y sus ojos se entrecerraron. Ya no era él, más bien parecía que alguien lo había poseído.

Mientras permaneciera dormida e incapaz de defenderme, el vampiro podría hacerme pedazos ¡Debía escapar!​

Sobre la marca de su blanca frente, una mancha oscura apareció y se extendió por casi todo su rostro, al igual como lo hace la marca de un lobo ¡Era sangre! Si antes se veía aterrador… ¡ahora era para morirse! Mis fuerzas me abandonaron y estoy segura de que estaba completamente pálida. Sólo sentí cómo alguien me sujetaba y protegía, intentando por todos los medios sacarme de ahí.
Ante nuestro horror, el —antes— piadoso Sesshoumaru-sama se convirtió en Inuyoukai gigante, dispuesto a hacernos pedazos, eso fue lo que dijo. Todos estábamos seguros de que algo estaba mal ¿Cómo se había dejado controlar? ¿Qué pasaba? ¿Algo lo había poseído? Miroku lo afirmó.
Antes de que pudiéramos reflexionar, el gigantesco youkai nos saltó encima. Su expresión era mucho más monstruosa y horrible que antes, de sus garras y colmillos, se derramaba sangre, sus ojos eran vidriosos y la marca que había invadido su frente seguía ahí; estábamos seguros de que alguien más lo obligaba. En su interior, veíamos al verdadero, al “bueno” ¿Acaso lo habían encerrado dentro de sí mismo?

Entonces recordé la leyenda de los antepasados del vampiro: Nimrod… Nebro… cubierto, manchado de sangre —así estaba el hermano— un perro, un lobo monstruoso —así se veía—, ¿acaso esa entidad que invadía mis sueños intentaba poseerlo para destruirme?...​

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