Microrrelato La seguridad es primero.

Son, como 3 drabbles que siguen a la historia :3

Para Shani


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Odiaba los domingos, de la nada parecía que a toda la gente se le antojaba comprar a la misma hora y en el mismo sitio. Si bien ella era parte de esas personas que dejaban todo al último, esta vez sí tenía verdadera urgencia, y el coraje de tener que hacer una fila del tamaño del supermercado para pagar un par de cosas, era su peor enemigo.

Entonces, como un foco iluminando sus ideas, recordó que en la farmacia también cobraban.
Corrió, esperando que hubiera poca gente; al llegar había sólo tres personas, y sin duda era la mejor opción. Formándose, esperó diez minutos a que fuera su turno, y en el lapso de ese tiempo, una cola de más de diez ya estaba detrás suyo.

— ¿Qué le puedo ofrecer? —preguntó sin muchos ánimos la empleada de la farmacia. Una mujer ya grande y con la característica bata que debía portar.

—Sólo quiero pagar esto—expuso con gran alivio. Unas vendas de cinco metros junto con una botella de alcohol era lo que llevaba. Se encontraban en los pasillos, era algo que cualquiera podía agarrar, pero pagarlo en la caja era un suicidio.

—Lo siento, pero sólo puedo cobrarle con algún artículo dentro de la farmacia, si es sólo eso lo puede pagar en cajas—indicó la señora.

“No me joda, por favor, no me joda”, era lo único que estaba pensando en aquél momento ante la negativa de la empleada.

—Realmente me urge, y hay demasiada gente…

—También detrás de usted hay personas con urgencia, y esperando.

La presión comenzó a mostrarse en forma de tic en su ojo izquierdo. Las miradas de las personas detrás de ella junto con las quejas comenzaron a hacerse presentes.

Tenía que pensar rápido, antes que la señora enfrente suyo pasara su presencia por alto y atendiese a alguien más.

—Deme un paquete de esos condones—señaló hacia los que estaban un poco más atrás y a la vista.

Los murmullos pararon en seco, y luego, hubo mucho más de ellos con otro tema.

La empleada parecía no haber escuchado la palabra condón en su vida, y aunque tomó el paquete, y cobró lo demás en automático, Adriana quedó helada al pensar después lo que había pedido.

Pagó, una suma considerable que superaba al precio de las vendas y la botella de alcohol juntos ¿acaso esas cosas lo hacían solos? No podía ni mirar la caja para ver qué maravilla debían de hacer por ese precio debido a la vergüenza.

Nunca se imaginó comprando condones. Siempre pensó que era algo que la otra persona ya traería… un poco prejuicioso, pero no podía deshacerse de ese pensamiento y caminar aún con la cara roja hacia su coche.