One-shot La Reina de los Insectos [Resident Evil: Code Verónica X]

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Este one-shot está basado en el juego "Resident Evil: Code Verónica X", en dos personajes principales, Alexia y Alexander Ashford. La música elegida es del mismo. Este one-shot lo he creado para la actividad "Morne Melodie".

La Reina de los Insectos​

Alexander observó atentamente aquella cajita de música, le traía tantos recuerdos. Recordaba perfectamente cuando le habían regalado aquello a su hermana, había visto aquel brillo de alegría en sus ojos, aunque ella no solía sonreír muy a menudo, pero él sabía cuando un hálito de felicidad pasaba por su corazón, lo notaba perfectamente.

Pensó en Alexia, en cómo se encontraba ahora, aquello le sobrecogió, aunque al mismo tiempo sabía que había sido una decisión suya y que no debía estar triste por ello, aunque echaba de menos muchas cosas…

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—¡Alex! ¡Hazla sonar otra vez! —decía su hermana mientras con una sonrisa le tendía una mano.

—Sabes que no sé bailar, Alexia.

Alexander se ruborizó y bajó la cabeza, pero su hermana le cogió el mentón y se lo levantó, bien alto y sus gélidos ojos se clavaron en los de él.

—¡Qué más da si no sabes bailar! ¡Yo tampoco sé! ¡Solamente somos dos niños! ¡Dale cuerda a la caja y ven a divertirte!

En el fondo de su corazón tanto Alexander como Alexia sabían que ellos no eran tan solo unos niños, eran algo más, habían sido creados con un propósito mucho más oscuro, aunque a ellos les habían dotado de inteligencia, no como a sus espectadores.

Alexander sacudió la cabeza y decidió no pensar más en ello, sonrió a su hermana y pudo ver el fulgor de la mirada de ella. Entonces le dio cuerda a la caja y esta empezó a sonar, con su suave y delicada música.

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Finalmente, agarró la mano de su hermana y procedió a bailar, lenta y acompasadamente con la música. Podía escrutar el alma de su melliza con tan solo mirarle a los ojos, sabía que en realidad aquello que estaban haciendo no era por la felicidad de ella, si no por un objetivo más macabro. A ella le gustaba que los “otros” le observasen, aunque ellos no sentían la más mínima tentación hacia la carne de los dos mellizos. Alexander sabía que ella se sentía cómoda entre ellos, al fin y al cabo, había nacido para reinar entre ellos.

Mientras daban vueltas y giraban sin parar, de manera delicada y acompasada, podía escuchar de fondo, aunque amortiguados por la música, los jadeos de aquellas criaturas. Alexander no se cuestionaba sobre la cordura de su hermana, porque él mismo carecía de ella. Hacía ya tiempo que se había dado cuenta de que habían nacido para reinar en un mundo de locos y aquello le gustaba tanto como le aterraba.

Fijó la mirada en el broche de libélula que llevaba su hermana, tan delicado, como ella. Ella siempre se había sentido identificada con aquel insecto, era majestuoso, grande y delicado. Al fin y al cabo, ella era como el gran insecto alado en el país de los insectos carentes de cerebro.

Creados por separado, sí, pero eran como uno solo. Ahora más que nunca se notaba, los dos se acompasaban, sin parangón. Eran perfectos, soberanamente grandes en ese mundo. No le cabía la menor duda al ver la nívea piel de Alexia, el fulgor de sus azules ojos y aquella melena dorada. Era un ángel para los humanos, era el eslabón más alto de la cadena alimenticia.

—¿Ves como sí sabes bailar? —dijo Alexia con un leve esbozo de sonrisa en su rostro.

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Las lágrimas acudieron a los ojos de Alexander, aquellos recuerdos le parecían de una época pasada mucho mejor a la de ahora. Todavía sonaba la música de aquella cajita a la que le había dado cuerda mientras pensaba en todo aquello. Observó entonces a su lado, a Alexia en su jaula de cristal, como una muñequita que espera a que alguien abra su caja y juegue con ella, la haga sentir especial. No tenía expresión alguna en su rostro, pero su hermano sabía, que si ahora mismo escuchase aquella melodía, si fuese capaz de ello, sonreiría.

—Pronto reinarás hermana —dijo casi en un susurro— serás la reina más bella y más distinguida de todas, has nacido para ello. La reina de los insectos.