One-shot de Pokémon - La primera Navidad de Emma y Looker

Tema en 'Fanfics Terminados Pokémon' iniciado por Ruki V, 30 Diciembre 2020.

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    Ruki V

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    Escritora
    Título:
    La primera Navidad de Emma y Looker
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    4305

    Mi nombre es Emma, tengo 16 años y ya hace más de siete meses me convertí en detective.

    “Dime, ¿qué te parecería venirte a vivir a mi despacho?”

    Con esas palabras, hace más de siete meses, el señor Looker me invitó a vivir en el local que rentó para que le sirviera como su oficina en Ciudad Luminalia, la ciudad de las luces, capital de Kalos. El destino decidió que nuestros caminos se encontraran y el amale detective nos sacó a mí y a Mimi (Espurr) de los callejones para darnos un techo, alimentarnos, hacerme su asistente, e incluso enseñarme a leer, escribir y hacer operaciones matemáticas simples.

    “Desde este mismo instante, quedas nombrada nueva jefa de Looker & Co.”

    Mes y medio después, Looker admitió que en realidad trabajaba para la Policía Internacional y solo estaba de paso en la región para resolver un caso en particular. Curiosamente, un caso en el que me vi involucrada sin querer; indirectamente ayudando en el arresto del Doctor Xerosic, a quien le pedí trabajo sin saber que me utilizaría para experimentar con el llamado Traje de Expansión, obligando a lo que podría llamarse mi alter ego, apodada “Essentia”, a hacer vandalismo y robar Poke Balls a la gente, mientras yo solo me dormía.

    Después de la partida de ambos hombres, he pasado los últimos seis meses utilizando los recursos que han dejado en mis manos para cambiar radicalmente mi propia vida una vez más. Vivo y trabajo aún en el despacho comprado por Looker, aprendiendo a usar despierta el Traje de Expansión y haciéndome la entrenadora y la amiga de los Pokemon de Xerosic. Él me había enseñado lo básico en cuanto a entrenamiento Pokemon, pero aun así pasé tres semanas con mis amigos de la Pandilla Luminalia mejorando mis habilidades; y tres semanas más acostumbrándome a la fuerza sobre-humana que me proporciona el traje.

    Una vez que estuve lista, lentamente empezaron a llegar unos pocos casos de personas de Ciudad Luminalia que requerían mi ayuda: para encontrar objetos perdidos o robados, buscar niños que se separaban de sus padres y se perdían en la ciudad, alentar a otros pandilleros a buscar trabajo para salir de las calles, tratar de emboscar y arrestar asaltantes, etcétera. Básicamente, a pesar de que Looker quisiese nombrar a su ex-socio el Campeón como su junior, creo que estoy haciendo un excelente trabajo reemplazándolo como detective de Luminalia, tomando todo lo que sé de esta ciudad y sus habitantes para así poder proteger la paz de las calles donde nací y crecí, tal como Looker dijo que podría.

    Más o menos cada tres o cuatro semanas, Looker me contacta a través del Holomisor y nos ponemos a hablar un largo rato de cómo nos ha ido. Él argumenta que mucho, mucho, no puede hablar de los casos en los que trabaja porque, en teoría, debería tratar la información como confidencial; pero no me molesta porque puedo notar lo mucho que le apasiona su trabajo por lo poco que me cuenta. Y también puedo notar lo orgulloso que está de mí, incluso cuando no me lo dice y simplemente me está escuchando y viendo sonriente, mientras yo le hablo de los mucho menos emocionantes casos que Mimi y yo hemos resuelto. Siempre pide que salude de su parte a quienes he ayudado si tengo oportunidad.

    Alguna vez le dije que lo hiciera él mismo cuando volviera, aunque fuera de paso, a Kalos.

    Aquel 24 de diciembre, finalmente el día había llegado. Looker volvía a Ciudad Luminalia.

    Días atrás, yo ya había hecho planes para pasar Nochebuena con la Pandilla Luminalia, pero entendieron perfectamente cuando los llamé emocionada por el Holomisor, explicándoles que Looker me había llamado para decirme que estaba en camino. Que se podía permitir una pausa en su trabajo, que se merecía las más pequeñas vacaciones, que esperaba que yo no tuviera problema en separarle un lugar en el pequeño comedor de mi actual hogar.

    Casi actuando como si no hubiese sido su propio techo tiempo atrás, por alguna razón. Como si creyera que eso es lo que quiero. Pero no: jamás podría fingir que he llegado a la cómoda vida que tengo únicamente por mis propios méritos. Le debo muchísimo a Looker (y a Xerosic), siempre lo tendré en mente y siempre le estaré enormemente agradecida.

    Me pasé media mañana asegurándome que el despacho estuviera limpio y mis alacenas llenas de lo necesario para preparar la cena de esa noche. De hecho, Looker también me había enseñado a hacer algunas cosas sencillas como hacer arroz, preparar pescado, hervir verduras y así; mientras los miembros de la Pandilla y algunas amables madres de familia de la ciudad me fueron enseñando más cosas, como a cocinar sushi, postres y cosas fritas.

    Looker trató de insistir en comprar él mismo un pollo frito para la cena, pero le dije que eso “me ofendería mucho”; tras lo cual dijo que, si se lo pensaba bien, probar mi comida sería un honor. No quise decirle lo nerviosa que me puso. Pero tampoco dejé que me asustara demasiado: estaba decidida a que Looker no solo halagara mi comida por compromiso.

    —¡¡Purr!!

    Estaba terminando de sacudir el despacho cuando Mimi fue a jalar la tela de mi pantalón.

    —¿Qué sucede, Mimi?

    —¡Purr, purr!

    —Ya estoy terminando, dame un momento.

    —Purr…

    —No estoy haciendo nada de más, Mimi. Solo lo necesario.

    —Purr purr, purr.

    —Es apenas mediodía, no comeré aún. Necesito darme una ducha rápida primero.

    Sabía que a Mimi probablemente le preocupaba verme un poco más acelerada de lo usual, pero no es que me estuviera sobre-esforzando demasiado realmente. Simplemente tenía muy presente lo que tenía que hacer y quería terminar todo a tiempo. Después de todo, en esas cortas vacaciones, Looker no se quedaría más que una noche en Ciudad Luminalia.

    —Purr purr.

    —Estoy bien, Mimi. La ducha me quitará lo cansada. ¿Gustas un Pokelito?— dije y le di uno.

    Tal vez en parte Mimi tenía hambre y yo estaba siendo egoísta. Muchas veces me sentía así respecto a los otros ocho Pokemon a mi cuidado, metidos casi todo el tiempo en sus Pokeballs. Nada me hubiera gustado más que tenerlos fuera más seguido, pero son tantos y tan diferentes, y el despacho no es lo suficientemente grande para todos al mismo tiempo.

    Pero… si lo pensaba bien, no me imaginaría viviendo en otro lugar que no fuera el despacho. Y la Pandilla me había convencido de que los Pokemon de Xerosic probablemente estaban ya acostumbrados a estar siempre en sus Pokeballs, y que por más pequeño que sea el rato que los saque para algo que no sea combatir seguramente lo agradecen de todas formas.

    “Se nota que te tienen casi tanto aprecio como Mimi.”

    “Cuidas de estos Pokemon mucho mejor que otros entrenadores harían.”

    “Incluso si combates muy poco, eres una excelente entrenadora, Emma.”

    Vaya que tengo suerte y estoy agradecida de tener a tanta gente tan amable a mi alrededor.

    Salí de la ducha, me vestí, me recogí el cabello y me dispuse a prepararme mi comida, sentándome después a comer con Mimi; fue la única cosa que decidí hacer con calma en todo el día. Inmediatamente después empecé con todos los preparativos para la cena.

    Antes de que me diera cuenta eran las 5:45pm y mis ropas estaban manchadas de salsa.

    —Se supone que el tren de Looker llega a la estación Luminalia a las 7:30, ya no falta mucho.

    —¡¡Purr!!

    —No dudo que también te emociona volver a verlo, Mimi— me reí.

    —¿Purr, purr?

    —Cielos, sí, definitivamente tengo la sensación de que olvido algo…

    Mimi se quedó como pensando un momento, pero yo suspiré y me dije a mi misma que no me quedaba mucho tiempo. Me metí a la ducha de nuevo, esta vez con menos prisa que a mediodía, saliendo a vestirme con ropa algo más formal, secando mi cabello y peinándolo como siempre. Luego, al estar lista, me vi a mí misma en el espejo y me sentí extraña: no me veía muy diferente, pero me sentía distinta. Como si llevara mucho más tiempo viviendo así, pero a la vez como si tan solo unos días atrás hubiese seguido viviendo en las calles. Y no es que lo vea como algo malo, solo me parece extraño. Tal vez inconscientemente me he sentido relativamente “sola”, siendo que cuando recién dejé de vivir en las calles pensé que, de ahí en adelante, tendría a alguien más conmigo siempre para cuando lo necesitara. Pero sería infantil de mi parte, inconsciente o no, seguir reprochando a Looker haberse ido.

    Ni que me hubiera abandonado...

    En un parpadeo, eran ya las 7:15.

    —¡Cielos! Y pensaba irme a pie…

    —Purr purr, purr.

    —No quiero cargar la bici, creo que mejor los patines.

    —Purr, ¡purr purr!

    —Preferiría que esperaras aquí, Mimi. Las calles y la estación seguro están llenas de gente.

    —Purr… purr purr.

    —Cierto, mi abrigo— dije yendo por él y luego casi corriendo hacia la puerta. —¡No tardo!

    Una vez salí del despacho, cerré con llave, me puse mi abrigo, me acomodé los patines y emprendí mi camino al lado este del Bulevar Norte para llegar a la estación. Tal como pensé, aún era relativamente temprano y las calles de la ciudad estaban repletas de parejas paseando, padres comprando cosas a última hora, uno que otro niño jugando con sus Pokemon: muchísimas personas muy sonrientes, claramente llenas de espíritu navideño.

    Para cuando llegué a la estación, eran apenas las 7:20 y Looker aún no habría llegado. Pero sí otros trenes de los que se bajaban y a los que se subían docenas de personas deseosas de ver a sus familiares o amigos. Me pasé los siguientes cinco minutos observando el flujo de gente, arrastrando maletas, viajando con Pokemones, cargando con regalos, ajustando sus bufandas para protegerse mejor del frío…



    Cargando con regalos.

    ¡¡Regalos!!

    Incluso cuando era más pequeña, cuando podía o como podía trataba de darle algún tipo de regalo a quien fuera importante para mí: a veces consiguiendo comida para alguien, encontrándole un abrigo o manta, ayudándole a buscar donde pasar la noche, o haciendo algún otro favor. Este año me había podido permitir comprarles cosas materiales a mis amigos de la Pandilla, pero desde semanas antes de Nochebuena. Nada dejé a última hora.

    Pero no contaba con que Looker volvería a Kalos. No tenía un regalo de Navidad para él.

    —¿Emma?

    Estaba perdida en mis pensamientos, con la mirada en el suelo, cuando de pronto oí una voz familiar llamándome en medio de todo el ruido de la estación, apenas a unos metros.

    Levanté la mirada con los ojos brillosos, olvidándome de lo que me estuviera preocupando.

    —…Señor Looker.

    —Emma, eres tú— dijo Looker, sonriendo y caminando hacia mí. —¡Eres tú!

    —Cla-claro que soy yo— me tomó por sorpresa y me sonrojé un poco.

    Y ese “poco” subió a “mucho” cuando, sin previo aviso, Looker me abrazó.

    —Estás creciendo tanto, mi Emma.

    “Mi Emma”. Escucharlo decir eso, por alguna razón me dieron ganas de llorar; pero todo lo que hice fue temblar a penas un poco, sin poder evitarlo, antes de devolverle el abrazo con todas mis fuerzas, quedándonos así un momento.

    —Te habías tardado en volver, Looker.

    —L-lo siento— dijo y, como si apenas se estuviera dando cuenta de que me había abrazado, y como si se estuviera disculpando por eso, se apartó. —Quería volver desde hace mucho.

    —Bueno… lo importante es que volviste— le sonreí con calma, al ver lo apenado que estaba.

    —Ejem, entonces, creo que deberíamos irnos. Probablemente estorbamos un poco el paso.

    —Es verdad. Además, Mimi nos espera en el despacho. También le alegra que hayas vuelto.

    Salimos de la estación y caminamos sin mucha prisa hacia el despacho. Le pedí a Looker que me contara sobre su viaje en lo que llegábamos: probablemente si alguien me veía, aunque fuera de reojo, instantáneamente se daría cuenta de lo mucho que extrañaba tener a aquel sujeto de frente, hablándome directamente a en vez de utilizando el Holomisor, hablando de cosas increíblemente mundanas, pero aun así desbordando su elocuente personalidad.

    Tomó diez minutos llegar al despacho, y Mimi nos esperaba justo al otro lado de la puerta.

    —¡¡Purr!!

    —Ah, ¡Mimi!— saludó Looker, sonriendo y agachándose a acariciar cuidadosamente la cabeza de Mimi. —Qué alegría volver a ver al Espurr más amigable de Ciudad Luminalia.

    —Purr purr~

    —Dice que también le da gusto verte— intervine como intérprete.

    Cuando Looker se enderezó, echó un vistazo alrededor, adentrándose en el despacho.

    —Se ve bien mantenido este lugar, Emma. Looker & Co. No podría estar en mejores manos.

    —Bueno, procuro limpiar un poco todos los días: nunca se sabe cuándo llegara otro caso.

    —Bien dicho— dijo y fuimos a sentarnos en los sillones del recibidor. —Es una pena que no se nos uniera la Pandilla de Luminalia. Espero poder saludarlos antes de que deba irme.

    —Bueno, parte de nuestro plan para esta noche era ofrecernos como voluntarios en un comedor comunitario que se instaló en el Café Lysson. Aunque querían saludarte, lo que no querían era echarse para atrás en ir a ayudar a servir: ya es bastante malo que yo lo hiciera.

    —Es una labor admirable. Me siento apenado, probablemente podría habérmeles unido.

    —Bien… no quiero sonar egoísta, pero… no vas a estar aquí mucho tiempo, y yo…

    Sin querer fui bajando poco a poco la mirada con cierta vergüenza, pero Looker solo sonrió.

    —He de admitirlo: yo también espero aprovechar mi tiempo contigo. Con ustedes— añadió volviendo a acariciar a Mimi, quien se sentó a su lado. —Nochebuena se pasa en familia.

    “Familia”. Se me hizo un extraño nudo en la garganta a pesar de que también sonreí.

    —Umm, señor Looker, ¿deberíamos cenar?

    —Oh, ¿ya tienes hambre, Emma?

    —E-en realidad no, pero…

    —Yo tampoco, no te preocupes. Te aceptaría, si no es mucha molestia, un vaso de agua. Y que me cuentes todas esas cosas que no me alcanzabas a decir en nuestras holo-llamadas.

    Volví a sonreír antes de efectivamente servir vasos de agua para ambos, preguntándole una vez más si no quería al menos ensalada, que había preparado como entrada de la cena. Looker aceptó y al final nos pasamos a sentarnos en mi pequeño comedor. Hablamos a rienda suelta: empecé yo, a petición suya, y luego recordé que tiempo atrás prometió contarme más a detalle al menos una de las misiones en las que se embarcó durante esos meses. Y así nos la pasamos, intercambiando historias, las mías de Ciudad Luminalia y las suyas de todas las demás regiones, de las cuales yo solo sabía el nombre y lo que Looker me platicara. Y así, en algún momento volteé a ver el reloj y me di cuenta de que nos dieron las 10:30pm, lo que quería decir que se nos fueron casi tres horas completas solo hablando.

    —No puede ser— exclamé levantándome de mi asiento. —Será mejor que caliente la cena.

    —Vaya, sí que es tarde— dijo levantándose también. —Dime, ¿en qué te puedo ayudar?

    —Oh, no te preocupes, solo tengo que servir los platos.

    Un par de minutos en el microondas y finalmente llevé los platos al comedor: preparé pizza y spaghetti con albóndigas totalmente caseros. Compré los ingredientes para hacer yo misma la masa de la pizza y la pasta, la salsa de tomate para ambas, corté salami, hice las bolas de carne; lo único que compré fue el queso.

    —Vaya, esto se ve delicioso, Emma.

    —De… ¿de verdad?— pregunté, apenas dándome cuenta de cuánto esperaba escuchar eso.

    —También huele delicioso— añadió en espera de que me sentara frente a él.

    —Creo… que entonces solo queda ver si es que sabe delicioso, también.

    —Lo sabremos cuando lo probemos— dijo tomando el pedazo de pizza que serví en su plato y dándole la primera mordida, y no pude evitar tensarme esperando su reacción. —¡Hmm!

    —¿E-entonces quedó bien?— pregunté y Looker asintió con la cabeza mientras continuaba masticando; así que decidí también dar una mordida a mi rebanada. —¡Hmm!

    —¿Es la primera vez que preparas pizza y spaghetti?— dijo Looker antes de probar la pasta.

    —¡Claro que no! E-es decir, no quería intentar algo totalmente nuevo y que no me saliera…

    —¡Hmm!— volvió a exclamar y a asentir antes de tragar. —Pues, te ha salido excelente.

    —Me… alegra mucho escuchar eso— sonreí antes de empezar a comer mi pasta también.

    Continuamos con nuestra cena, charlando entre bocados. Looker empezó a preguntarme sobre otras comidas que ahora sé preparar, cosas que he aprendido de gente nueva que ha llegado a la ciudad, el estado de ánimo y de salud de mis Pokemon, y demás cosas de las que no habíamos hablado en mucho tiempo. Mientras tanto, le había servido a Mimi una Crepa Luminalia y algunas bayas para que cenara junto con nosotros; y ocasionalmente opinaba o me recordaba algo si había estado presente en alguna de mis misiones o historias para Looker, con mi ayuda como su traductora.

    Aproximadamente a las 11:15, habíamos terminado de cenar y se me ocurrió que era buena idea sacar el postre antes de que se hiciera mucho más tarde. Entonces, me levanté de la mesa y fui hacia el refrigerador para luego volver con dos parfaits de fresa, poniendo uno frente a Looker antes de volver a mi asiento.

    —¡Oh-ho! Mira nada más— Looker sonrió. —Parecen salidos de una cafetería francesa.

    —Definitivamente he mejorado en la presentación.

    —Hmmmm— exclama al probar el primer bocado. —Y el sabor no se queda atrás.

    —En verdad me alegra que la cena haya resultado bien— dije también comiendo mi postre.

    —Sin duda. Muchas gracias, Emma. Lo he disfrutado mucho, aunque aún ni acabo el postre.

    Así, similar a con la cena, hablamos entre los bocados que dábamos a nuestro postre, que no nos duró mucho porque en su mayoría era nieve. Me di cuenta de que, ahora que estaba tan cerca la medianoche, Looker estaba mirando de reojo su reloj de pulsera, pero no presté demasiada atención. Yo casi olvidaba que era Nochebuena: lo único que me importaba es que Looker había vuelto, incluso si no se quedaría mucho tiempo o la pasáramos hablando.

    —Ejem, entonces, ahora me dejarás lavar los platos mientras llega la medianoche— dijo Looker, poniéndose de pie primero con su plato, copa y cubiertos, dirigiéndose al fregadero.

    —A-ah, ¡no! ¡Espera! I-iba a preparar algo de té verde, lo olvida. ¡Siéntate! Los platos pueden esperar— dije tomándolo del brazo una vez que dejó las cosas en el fregadero.

    —Vamos, me voy a sentir mal si no me dejas ayudarte a limpiar, aunque sea un poco.

    —Puede esperar. El té nos hará bien. Un parfait en invierno nada más a mí se me ocurre.

    —Oh no, yo no le veo nada de raro: de hecho, lo he comido en varias navidades antes.

    —¿Ah sí?

    —Pero está bien, té verde suena una buena idea.

    Sonreí y empecé a preparar el té. Le pregunté entonces a Looker sobre sus anteriores navidades: básicamente, me contó que los últimos muchos años que llevaba trabajando en la Policía Internacional se había pasado las fiestas decembrinas con algunos de sus colegas. Pasados pocos minutos, cerca de las 11:30, estuvo listo el té y ambos volvimos a sentarnos en el comedor, bebiéndolo despacio y todavía charlando. Llegados a ese punto de la noche, Mimi tenía rato que había terminado con su cena y quería subir a mi regazo, así que dejé que lo hiciera, siempre y cuando no se moviera ni me hiciera tirar mi té accidentalmente.

    Una vez más, todavía más cerca de la medianoche, Looker continuaba viendo su reloj.

    —¿Siempre recibes la Navidad tan puntualmente?— pregunté alzando una ceja y él se rio.

    —Supongo que tal vez es un poco exagerado, ¿ah?

    —¿Es superstición o algo por el estilo?

    —Creo que es solo… emoción. Ansia.

    —¿Ansia?

    —Sí, podemos llamarlo así.

    —¿Purr?— Mimi intervino.

    —Mimi tampoco entiende, señor Looker.

    —No se preocupen demasiado por ello— dijo Looker y volteó a ver la ventana, primero de reojo y luego directamente, sonriendo. —Vaya, no estaba seguro de que nevara por acá.

    Mimi y yo volteamos también a ver la ventana y era verdad: era casi Navidad y caía nieve.

    Por alguna razón, algo me hizo pensar que probablemente no hacía falta decirle a Looker que no era extremadamente raro que nevara un poco en Ciudad Luminalia: porque pensar en las nevadas que me había tocado ver en el pasado, me recordó algunas de mis peores noches viviendo en la calle. No necesitaba hablar de eso con Looker, él no tenía que oírlo.

    —¿No les gustaría salir un momento a ver la nieve caer?— preguntó él.

    —Umm…— empecé a hablar y Mimi se acurrucó contra mí, escondiendo su rostro contra mis ropas. —Tal vez haya bajado mucho la temperatura, podríamos enfermarnos si salimos.

    —Oh, bueno, eso es perfectamente razonable— dijo, pero se puso de pie de todos modos.

    Lo miré con clara confusión, pero lo que hizo fue recoger lo que quedaba en la mesa y pronto se puso a lavar todo en el fregadero, sin dejarme protestar. Mientras él hacía eso, yo solo limpié la mesa y la encimera de la cocina, y Mimi se fue a sentar al recibidor; tal vez adivinando que ahí sería muy seguramente donde nos iríamos al terminar de limpiar todo.

    Looker y yo continuamos hablando y hablando, casi como si hubiese pasado el doble de tiempo desde la última vez que nos vimos y no nos hubiésemos dicho una sola palabra desde entonces. Y así nos la pasamos, hasta que dieron exactamente las 11:59 de la noche.

    —¡Oho!— exclamó Looker. —Permítanme un momento— dijo levantándose de su asiento.

    Se dirigió hacia donde había dejado su maleta, abriéndola, buscando algo dentro y después volviendo a sentarse con dos cajas envueltas en papel de regalo; cajas medianitas que ocupaban la mitad del espacio en su maleta, algo grande para unas vacaciones tan cortas.

    —Feliz Navidad— dijo entregándome una de las cajas.

    —…— Me quedé muda por unos segundos. —Oh, señor Looker, y-yo…— pude sentir mis mejillas sonrojándose y mis ojos cargándose de lágrimas, así que bajé la mirada. —Y-yo n-no tuve tiempo para buscar un regalo para ti…

    —E-Emma, por favor, no te preocupes por eso…

    —Me siento tan poca cosa. Siempre eres tú quien me ha enseñado cosas y me ha dado cosas que nadie antes se habría molestado en darme, y hoy no he tomado la oportunidad de devolverle el favor, de mostrarle mi gratitud y…

    —Emma, basta— Looker puso una mano en mi hombro, haciéndome darme cuenta de que en verdad había dicho aquello en voz alta, aumentando mi vergüenza. —Por favor, no te menosprecies. ¿Te olvidas de la cena que has preparado? Ha sido un festín increíble.

    —Pero…

    —Además, no hace falta que me muestres lo agradecida que estás conmigo. Sé que lo estás; porque sé que, si no lo estuvieras, no me hubieras reclamado por mi partida medio año atrás, ni hubieras aceptado quedarte en el despacho, ni hubieras tomado el trabajo de detective para cuidar de Ciudad Luminalia con lo que aprendiste de mí, y del doctor Xerosic.

    —Señor Looker…

    —Las pocas veces que hemos hablado en estos meses, me daba tanto gusto escuchar tus historias, y notarte tan atenta a las mías…— No estaba segura, pero podría apostar a que un leve sonrojo también se formaba en sus mejillas. —Emma… eres mi regalo este año.

    Me mordí los labios, aparté las cajas de regalos cuidadosa pero rápidamente y me abracé de Looker escondiendo el rostro en sus ropas. Empecé a temblar, como cuando él me abrazó en la estación y se refirió a mí como “su Emma”. Pero volví a resistir las ganas de llorar, aunque estuve a punto de quebrarme cuando Looker me devolvió el abrazo y se rio.

    —Así que… por favor, que no te apene no haberme comprado o conseguido lo que sea, ¿sí?

    —D-de acuerdo— me reí también, apartándome poco después, dándome cuenta de que Mimi se restregaba contra mi pierna, ronroneando muy bajito, así que acaricié su cabeza.

    —Bien, tal vez puedo ayudar a Mimi a abrir su regalo primero— dice volviendo a tomar una de las cajas y abriéndola para mostrarnos lo que contenía. —Una gran variedad de Poffins, traídos directamente de Sinnoh, región de la que son originarios estos bocadillos Pokemon.

    —Vaya— exclamé ladeando la cabeza con una pequeña sonrisa curiosa.

    —¡¡Purr!!— a Mimi claramente le emocionaba mucho su regalo, acercándose a olfatearlo.

    —Probablemente será mejor que no comas más de uno diario, Mimi— dijo Looker, dándole uno de los bollos. —Éste es dulce, pero también hay amargos, agrios, picantes y secos. Espero que sean suficientes, al menos para hasta la próxima vez que pueda venir.

    —Purr~— Mimi ronroneó después de probar el bocadillo.

    —Mimi dice “gracias”— traduje.

    —Feliz Navidad, Mimi— se rió Looker. —Creo que ahora te toca, Emma.

    Me volteé para tomar la caja que Looker me había dado, saqué lo que contenía para verlo mejor. Era un precioso kimono blanco con flores azules y una banda roja, y debajo de éste quedaban en la caja unas sandalias amarillas.

    —¿Purr?— Mimi se subió al sillón a observar la prenda con curiosidad.

    —Espero que ambas cosas te queden— dijo Looker en voz baja.

    —Nunca antes he usado un kimono— fue mi reacción inicial. —Es tan bonito.

    —Cuando lo compré había muchos otros que también me gustaban, pero elegí este porque ese tono de azul, además contrastado sobre el blanco, me hizo pensar en Meowstic— dijo, me reí y él se sonrió. —Ojalá puedas usarlo en año nuevo, aunque no podré estar aquí.

    —Me aseguraré de llamarte por el Holomisor— dije volviendo a doblar el kimono para que cupiera de nuevo en la caja. —Asegúrate de tener tiempo al menos de saludar, ¿sí?

    —Por supuesto que sí.

    —…Feliz Navidad, señor Looker.

    —Feliz Navidad, Emma.
     
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