La Pirata

La Pirata

¡¡Saludos!! Probablemente no me conozcan tanto, pero a pedido de mi adorada y admirada maestra [cuyo nombre no revelaré -todavía-] he decidido pensar en una historia, y me ha venido a la cabeza algo que promete. Lo siento si este capítulo no es tan apasionante como espero se vengan los otros, pero en verdad que será una historia digna de leer.

Los dejo con mi mente.

Saludos

~Faroth------

No podría decir que era una lluvia torrencial, ni mucho menos una tormenta como aquellas que se viven sólo en mar abierto, cuando el infortunio llega y el navío se ve envuelto en la más dura de las batallas, enfrentándose al contrincante más despiadado: La Naturaleza. Tampoco puedo decir que era apenas una llovizna o sólo un chapuzón.
Caían de vez en cuando, pero eran goterones tan grandes que con sólo estar de pie un tiempo bajo el cielo, ya comenzarías a estilar. Era una lluvia poderosa. Pero no muy rara en esta gran isla.
"La Gloria": ciudad principal y único puerto de la gran isla que la aloja, aguardaba en silencio. Era una noche pacífica, y sin contar las luces de los bares encendidas donde ocurrían las fiestas, se puede decir que era una ciudad que dormía completamente. Nadie en las calles, ninguna pelea callejera. No habían barcos que llegaban ni que zarpaban. Todo estaba sumido en el más profundo de los silencios.
Fue entonces que apareció una figura. Al principio me pareció que era misteriosa, oscura, llena de secretos. Parecía ser un hombre corpulento, musculoso. Llevaba una capucha y una capa. Era todo lo que veía, pero sus botas seguras se acercaban cada vez más hacia mi.
Mientras se acercaba, un instinto extraño me vino desde lo más profundo, y sin saber porqué, dejé de mirar por la ventana, y me escondí bajo las sábanas.
Me sentí, en un comienzo, un poco imbécil. La gente pasaba siempre de aquí a allá sin detenerse, sumida en sus propios asuntos, y no es incomún que algún hombre salga a vagar en una noche de lluvia.
Pero son estas malditas fantasías las que me hacen creer que éste hombre sí es importante. Que tiene una historia secreta y tiene un destino único. Por eso me escondí. Pues mi mente creía que aquel hombre podría de pronto mirar en rededor viendo si está completamente solo, y luego convertirse en un ángel o un águila y salir volando.
Me levanté un poco más de mi cama donde reposaba anteriormente, para asomar mis ojos de la forma más discreta posible.
Allí iba él. Con su capucha, su capa al viento. Su mano derecha sujetaba el capuchón, impidiéndole que dejara al descubierto su cabeza.
Y allí iba... allí iba... y allá fue.
Antes de que hubiese pasado un minuto, el hombre ya había doblado una esquina y había desaparecido.
Mi nariz se quedó pegada completamente al vidrio. Esperando que de pronto apareciese aquel hombre. Pero nada.
¡Que idiota! Con razón mis compañeros de trabajo se ríen tanto de mi. Todo el día tengo esta clase de fantasías. Por Dios...
Me tendí un rato en mi cama, mirando el techo. No sé cuánto tiempo pasé así, pero sólo sé que luego no pude aguantar más el desánimo, y resolví tomar un poco de aire fresco.
Me puse mis botas de trabajo, unos pantalones provisorios, y chaqueta y sombrero de cuero, que protegen muy bien de la lluvia.
Me moví por mi casa sin hacer ruido, para no despertar a mi madre. Esquivé todas las tablas lloronas y llegué sano y salvo hasta la puerta. Ésta es inevitable hacerla sonar, pero por suerte está lejos de la habitación de mi madre.
Abrí rápidamente la puerta para no alargar el sonido, y la cerré tras de mi.
¡Cual fue mi sorpresa cuando me di cuenta que había sorprendido a alguien!
Allí estaba el hombre. Sí, estoy seguro. Era el mismo capuchón, la misma capa, la misma mano ahora sostenía un cigarro de papelillo. Aquel hombre estaba sentado en el escalón de la entrada de mi casa, donde yo suelo sentarme, y se parapetaba de la lluvia con el pequeño cobijo que le brindaba mi techo.
Una cosa me di cuenta de inmediato. De seguro no era como lo había visto. Era más bien bajo, de mi estatura, y era más flacuchento que robusto. Cuando abrí la puerta, se dio vuelta y se levantó a medias, en mezcla de sorpresa, respeto e incomodidad.
Hubo un silencio incómodo. El cigarro seguía emitiendo humo.
- Vuelve a sentarte. No te preocupes, viajero - Le dije en el tono más serio que mi poco más de docena de primaveras me permitía. - No me haría mal algo de compañía.
El hombre no decía nada. No me dejaba verle claramente el rosto. Pero podía verle el final de una terrible cicatriz que comenzaba en el lado iquierdo de su cara, y subía en dirección a su ojo.
Se volvió a sentar, dándome la espalda, pero haciéndose a un lado para darme espacio.
Me senté junto a él. Él movió su brazo cargado de papelillo con tabaco ardiendo en mi dirección, ofreciéndome.
- No, gracias - Le dije cortesmente - No fumo. -
Mi voz había vuelto a ser un poco más normal, y el viajero volteó su capucha para mirarme más detenidamente. Yo todavía no me atrevía a escrutarlo bien.
- Lo siento, no me di cuenta que eras tan joven - Dijo casi en un susurro grave. - ¿Que edad tienes?
Odio mi edad. Es triste ser menor de edad. Y lo peor de todo. Ser un hijo de costurera que no ha recibido una educación decente.
- Yo... 18 - mentí. Afortunadamente no vería a este sujeto nunca más. Entonces, ¿Que tiene de malo mentir?
- Pareces menor. - Me dijo continuando con su susurro grave, que se confundía con la lluvia. - Diría que representas unos dos años menos.- Y volvió a poner el cigarro en su boca.
Eso era más de la edad que tenía. Al menos me di cuenta que con la actitud correcta, soy capaz de hacer creer a los demás que tengo algunos de más. Así es a pesar de mentir por cuatro años, es hora de hacerle notar a este hombre (Y en parte a mí mismo) que soy mucho más maduro que mi cuerpo.
- ¿Vives en estos barrios de la Gloria? - Le pregunté con tono seguro. - Nunca te había visto aquí.
- Llegué hace unas horas de Europa. - Me dijo - No conocía el gran puerto de La Gloria, pero había oído hablar mucho de él.
- Entonces... - le respondí yo. - ¿Que haces por estas calles con esta tormenta? Andas perdido?
El hombre lanzó una risa amable en señal de afirmación. Se produjo otro silencio donde pude oír claramente que el sonido de la lluvia se hacía un poco más ligero.
El hombre alzó un poco el rostro en dirección opuesta a donde yo estaba, por lo que sólo pude verle la capucha, y preguntó tranquilamente.
- ¿Conoces "EL Bastón Ebrio", muchacho?.
Yo quedé sorprendido. ¿Que si lo conocía? ¡Por supuesto! Quedaba cerca. Pero era un antro de piratas, ladrones y bandoleros. Básicamente sufría las venidas de muchos perros de mar por su posición cercana al muelle. Además de su fama de servir de todo tipo de cervezas de la zona. Lamentablemente se ha llenado de mala gente, a pesar que el dueño es un bueno hombre. Alguna vez lo he visto. Pero nunca he podido entrar a ese bar. He sido presa del miedo cada vez.
Mi rostro pareció iluminador y pensativo, pues el hombre acercó su mano izquierda a mi hombro y me sujetó.
- Por favor, llévame allí.
Tenía miedo, desde luego. Pero si iba con él. Tal vez podría por fin volverme hombre y contarle a los mierdas de la carpintería lo que hice.

 

Re: La Pirata

¡¡Yey!!

Gracias por pasarse, en serio. Me dan muchísimas ganas de continuarla. Yo pretendo terminarla, pero para eso tendré que ser muy, pero muy aplicado. :D

En fin, comenzaré a escribir de inmediato la continuación, y la publicaré apenas esté lista (Ojalá mañana).

Gracias Okita, eres muy acertiva en TODO lo que dices. Se nota que me conoces :D
Gracias Ponchera. En verdad que no quise darle mucha acción a la wea todavía. Está recién empezando a moldearse.
Y Mio, gracias también por tu tiempo, ten por seguro que con ese ánimo, esta historia llegará lejos.

Saludos

Faroth

 

Re: La Pirata

Gracias por postear, en serio. Y disculpen el atraso. Ayer estaba con una depresión tremenda, y un amigo que vino a subirme el ánimo no me dio tiempo para seguir con la historia. Pero al menos tuve un poco más de tiempo para organizarla.
Aquí va esta segunda entrega. Gracias por pasarse, en serio! :)

Saludos

Faroth

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No nos demoramos mucho en partir. Sólo entré a mi casa para revisar que mi madre estuviera bien. Ella siempre me ha cuidado de la mejor manera, pero nunca me ha permitido ir a la clase de lugares a la que ahora voy. Pero este viajero despertaba la curiosidad en mí. Muero por saber qué es lo que sucederá. Aunque todavía no tengo claro qué es lo que haré.
Salgo nuevamente, y me encuentro con que el hombre estaba de pie. Nuevamente de espaldas a mi, pero ahora bajo plena lluvia, que de a poco empezaba a bajar su fuerza.
Antes de decir nada, intenté deducir qué es lo que haría un joven tres años mayor que yo. Un joven que ya estuviera en las puertas de ser un hombre.
- Procura no quedarte atrás, viajero - Le dije en tono irónico y confiado. No me quedaba muy bien, pero de cualquier forma, el viajero no me hizo más preguntas.
Fue un viaje silencioso, y acompañados por la musicalidad de la lluvia, llegamos al susodicho bar. "El Viejo Bastón Ebrio". Había esuchado historias de aquel lugar. Lo había visto algunas veces. Pero nunca a esta hora. Nunca me habría atrevido a pedirle a alguien que me acompañara. Pero ahora... ahora era especial. Este viajero me había pedido a mí que lo acompañara.
El lugar era un bar común. Música, ruido, conversaciones. La luz parecía cálida. Claramente las historias lo pintaban mucho más terrible de lo que en verdad era. Probablemente eran historias de épocas remotas, o de historias que no sucedían siempre, sino que de ves en cuando.
Todo parecía en orden. Mi corazón amenazaba con salirse por mi boca. Pero yo mantenía la compostura.
Pero justo en el momento en que ibamos a ingresar, el viajero se dio media vuelta y me enfrentó.
- Gracias. Hasta aquí llegas tú. - Me sorprendió mucho lo que dijo. Yo creí que entraría con él. Pero pensándolo bien, sólo me pidió que lo trajera, no que lo acompañara.
- No te preocupes- Le contesté en el tono más natural que podría salir de mi boca en ese momento. - De igual manera quería venir a echarme un trago.
Me costó encontrar una palabra adecuada. "Echarme" un trago parecía correcto, pero no obtuvo los resultados esperados.
- Dije que hasta aquí llegas. Éste no es un lugar para niños de tu edad.
- Pero yo tengo... - intenté decirle, pero interrumpió salvajemente lo que iba a decir, con una dureza tan fuerte, que me enmudeció.
- Tienes 15. Lo dicen tus ojos. Lo dicen tus huesos. Y no me vengas con mierdas. Ya fue suficiente con que me trajeras hasta aquí.
Enmudecí totalmente. Él no se había creído la mentira de mi edad entonces. Y no supe contestarle nada. Tenía razón. Su seguridad me reveló que de alguna manera supo mi edad exacta.
Y diciendo eso último, dio media vuelta y con paso presuroso entró al bar.
Yo me quedé un minuto más de pie, mientras veía cómo el viajero entraba en el bar.
Y así, sin más, di media vuelta para volver a c...
No. No es posible. Esta historia no puede terminar aquí. Estoy seguro que no. ¡Por favor! ¡Por favor que sea algo maravilloso y fantástico!
Sonreí un poco, y me escurrí dentro de aquel bar de mala muerte.
Era un lugar peculiar. Nadie se percató de mi presencia cuando entré y me senté en una mesa vacía que estaba cerca de la puerta, simplemente para observar. Había algo de griterío, risotadas, música y un par de muchachas voluptuosas sirviendo los víveres. Había, más bien, un poco de todo.
Yo estaba vuelto loco. Ya con simplemente observar tenía un par de historias para los de el Taller de Carpintería y Reparación de Barcos. Ya no se reirían más de mi. Ya podría decirles que me embarqué en mi primera aventura, aunque no literalmente subido sobre un barco. Noi importaba. Algún día dejaré de repararlos, y seré un gran capitán. Pero lo primero es lo primero. Ahora observaba al viajero entrar decididamente, y juntarse con otros tres hombres que bebían unas cervezas negras en una mesa lo suficientemente lejos de la mesa donde me encontraba como para escucharlos sin ser notado.
- Llegas tarde - Le dijo el más grandote al viajero. Era un tipo rudo. Cicatricez terribles adornaban su cara, "trofeos de batalla" como le llaman los guerreros. Mientras que el viajero, siempre con la capucha puesta, impidiendo que se le vea algo de su rostro por sobre su nariz, se veía un poco más pequeño de lo que en realidad era. Ante tal adversario.
- Me perdí, Gus, es un puerto grande.- Contestó seguro el viajero.
- Bueno, el capitán Badock no quiere irresponsables, imbécil. No podrás seguir viajando con nosotros. - Y diciendo esto, mientras se escuchaban las risas irónicas de sus compañeros, el viajero fue levantado con una sola mano por el grandote llamado Gus. Estaba en problemas.
- Bájame, estúpido - Rugió con una voz terrible el viajero. Gus sólo incrementó su risa.
- ¿Me estás provocando, insecto? - Los pies del viajero estaban en el aire. Y por más que pataleaba no podía soltarse. Gus era muy fuerte. Debía de medir algo más de dos metros. Mientras que el viajero era tan sólo un poco más alto que yo. Debía medir poco más de metro setenta.
- Pobre imbécil - dijo de pronto el viajero. - ¿No te bastó con la paliza que te dio el capitán Badock por no saber contar? ¡Suéltame y arreglemos el negocio de una vez! - Intentó con más fiereza el soltarse. Pero no lo lograba. Se notaba por la respiración que estaba quedando sin aire.
Gus se había impresionado y enojado al máximo luego de ese insulto. Con la mano libre les hizo una seña a sus compañeros, que desenvainaron sendos machetes.
Lo iban a matar.
Yo lo vi todo como si hubiese pasado en diez minutos. Pero fue cosa de segundos:
Uno de los "amigotes" del monstruoso Gus le pasaba el machete, y se preparaba éste último a dar el golpe de gracia.
Yo, en un instito violento y de improviso, salté de mi silla, tumbándola, y corrí desesperadamente.
En mi camino había una mesera. Tomé, sin pensarlo, una botella de las que llevaba en su bandeja. Y en esa misma sensación de que todo sucede más lento de lo que está sucediendo, salté para asestarle un golpe sin piedad con mi botella en la cabeza del grandote.
El sonido de la botella quebrándose en la cabeza de Gus hizo que todo el bar se callara, y en aquel silencio de muerte miraron todos en nuestra dirección. Y mientras el grandote y el viajero estaban en el piso, yo y los dos maleantes estábamos petrificados.

 

Re: La Pirata

Wow... me emocionan sus comentarios :D;) gracias ;)

Y que bueno que la lean. Me gusta escribir, y que bueno que los errores y las sugerencias que me hacen tienen más que ver con mi forma de escribir que con la historia misma (La verdad, me cuesta un poco ampliar mi vocabulario y crear frases complejas, pero si la historia los entretiene, me siento un cuentacuentos logrado :D).

leti, en verdad gracias por tus consejos. Intentaré reunir mucha informacion de varias oraciones, en una sola, para que la lectura sea más fluida. Y la petición de los párrafos separados, también la cumpliré ya que no mata a nadie y eso te ayudará a ti.

Gracias Ponchera por continuar con la lectura a pesar del corto tiempo que llevas en el foro. Ojalá la sigas leyendo hasta el final.

Y por último, Okita: Gracias en verdad. Y no sólo por leer, sino que por toda la montaña de cosas que has echo por mi en estos últimos días. ({)

Seguiré con la historia. Ojalá esta noche, o si no, mañana tempranito!!

Saludotes y besos

Faroth

 

Re: La Pirata

Pues entonces, lee pronto :D

Porque aquí se viene la continuación. Debo decir que quise postearla antes, pero dediqué mucho tiempo a planear la historia antes de hacerlo, y eso me tomó varias horas (con sus debidas distracciones). Y ahora si que les puedo asegurar de corazón que se viene buena xD Espero que disfruten leerla tanto como yo escribirla. Saludos

Faroth

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Por un momento sentí que mi corazón había dejado de golpearme el pecho. Pero la vida retomó su curso normal cuando volví a escucharlo, al mismo tiempo que volví a escuchar los ruidos, gritos y alboroto que generó mi acción.

El gigante había sido derribado y estaba inconciente. Ni yo mismo me creía eso. Pero sus amigotes no tardaron en reaccionar a la situación: Uno blandió su machete contra mí, mientras el otro sacaba de su bota un cuchillo filoso que brillaba bajo la luz del lugar.

Yo no sentía nada. El miedo había paralizado mis miembros. Había querido ser un héroe, pero ahora me daba cuenta que había logrado convertirme en cadáver. Y el machete giraba y se preparaba para asestar un golpe, mientras que yo sólo observaba como quien no tiene nada que ver en el asunto.

Un tirón de mi brazo me hizo retroceder y estar a punto de caer, si no fuera por que el mismo tirón, luego de llevarme hacia atrás, me levantara con una fuerza poco común: La fuerza de la adrenalina.

Salimos corriendo rápidamente del lugar y nos internamos nuevamente en la lluvia que ya casi cesaba. Yo iba detrás de él, pues de alguna u otra manera, era el experto. Pero me demoré lo suficiente en darme cuenta de que el viajero no tenía idea idea de dónde estaba ni a dónde iba, como para caer en la cuenta de que estábamos completamente perdidos. Incluso yo nunca había estado en aquel barrio. Pronto me di cuenta, además de que había perdido mi sentido de orientación, que si seguía corriendo, el corazón me estallaría y caería muerto de cansancio.

Me detuve llamando al viajero para que se detuviera conmigo. Él volteó para verme, mientras se detenía, y yo vi algo que me sorprendió de inmediato.
La capucha se le había hechado hacia atrás. Ahora podía verle el rostro tan claramente como me permitía la luna que acababa de aparecer de entre las nubes, como por arte de magia.
Tenía ojos claros, al parecer verdes. La cicatriz que yo había visto bajo su ojo izquierdo, ya no estaba. No sé lo que vi o lo que no vi. Pero ya no tenía ninguna cicatriz. Es más, su rostro era de tan finas facciones que me pareció comprender un poco el porqué de su capucha tan misteriosa... era claramente un afeminado. Un pobre flacuchento que su única salida para no ser avasallado por aprovechadores, sería intentar pasar desapercibido y un poco misterioso.
Pero luego de eso, algo llamó fuertemente mi atención. La bandana que llevaba puesta en la cabeza era de un marrón desgastado y estaba suelta. Eso había permitido que un mechón de cabello largo y claro bajase hasta un poco más abajo del hombro del viajero.

- Si no nos apresuramos, nos encontrarán. No es seguro detenerse todavía. - Me dijo. Ahora su voz parecía más extraña que nunca.

Un momento...

Me moví lentamente. No quería provocar sus reflejos. Todavía no se daba cuenta de mis intenciones. Hice como si quisiera apoyarme en su hombro para recobrar el aliento, y me lo permitió. Pero rápidamente le quité la bandana y mi sorpresa fue inigualable.

Era una mujer. Una mujer que, para mi sorpresa, nunca lo pareció hasta este momento. Era un viajero extraño, ahora que lo pienso, pero viéndolo con la capucha puesta, nunca me lo hubiera imaginado.

- ¿Que mierda? - expresó furiosamente la muchacha. Me empujó con mucha fuerza y yo caí duro en la empapada calle. Pero ya era tarde: La bandana descanzaba en mi mano y la verdad había sido completamente revelada.

Aunque debo decir nuevamente, que a veces, intentar ser un héroe o un investigador, puede resultar que te conviertas en cadáver. La mujer desenvainó de entre su capa un sable que no se veía nada amistoso, y me tomó de mis ropas, con una mano de fuerza impresionante, y me puso el filo en el cuello.

- No presiones tu suerte, muchacho. No soy una dama. No me importa asesinarte aquí si es necesario. - Me dijo. Y su voz, de algún modo, había cambiado. Ahora se escuchaba natural al cuerpo al que pertenecía, no se escuchaba "forzada" y que me parta un rayo por pensarlo en una situación como esa, pero tanto la voz como su dueña eran muy hermosas.
- Por favor, ¡no! - Le imploré. - Yo... yo simplemente...
- ¿Qué? Pedazo de mierda, ¿¿Qué?? - El frío hierro me punzaba la garganta y al mismo tiempo me había borrado todo recuerdo de mi mente, incluso mi propio nombre.
- Es que me pareció... - mi voz temblaba como una hoja dorada de otoño que está por lanzarse al vacío.

Cansada de escucharme, la joven me lanzó un metro hacia atrás, perdonándome la vida, y se sentó en unas cajas que habían fuera de una casa. Todavía no envainaba.
- Ya no importa, de igual manera Gus se encargará de no dejarme zarpar con ellos nuevamente. ¡Maldito bruto imbécil!

Pensé que se lamentaba y me insultaba a mí, por lo que arrojé un temeroso "lo siento" de mis labios. Ella me miró, frunció el seño al no escuchar bien lo que decía, pero luego sonrió un poco. Mi corazón, que desde que tomase la botella de la bandeja para golpear a aquel bruto no me había dejade de retumbar en todo el cuerpo, recién comenzaba a calmarse.

- No te preocupes. No es tu culpa. Iba a terminar mal de todos modos. - Yo no dije nada, por lo que la mujer prosiguió. - Estaba viajando de incógnito en el "Ramelow". Pero era simplemente el flacuchento de los mandados. Ese idiota de Gus sabe que es indispensable para mí estar cerca del capitán Badock. Él es el contramaestre del barco. Y en secreto a escondidas del capitán, me hacía pedidos deshonestos, amenazándome con que si no los cumplía, me echarían del barco. Ahora me había pedido que le consiguiera sacos con opio. Por supuesto que no pude hacerlo, no conozco este maldito puerto. Es enorme...

Yo entendí un poco. Pero algo me decía que yo era culpable de todos modos.
- Pero fuiste a suplicarle perdón, ¿no es así?. - Ella me miró y frunció el ceño, pero luego suspiró.
- Sí. Pero ¿Sabes? Hace mucho tiempo que quería hacer algo como lo que tú hiciste. Aunque ahora no pueda volver al barco. No me siento mal. Gus obtuvo lo que se merecía.
Y diciendo ésto, lanzó una risa que me hizo sonreír a mí también. Pero nos sorprendió de pronto, un hombre con un machete. Era el que nos estaba buscando. Pero por algún motivo, supongo que confiando que el "muchacho de los mandados" no era más que un alfeñique, venía solo.

- ¿¡Quién anda ahí!? - dijo con una voz terrible.


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Espero lo disfruten. Acepto todo típico de críticas.

Faroth

 

Re: La Pirata

leti!!! Gracias por darme esos ánimos. Con comentarios como ese harás que cada vez más seguid postee.

Además, la historia, si te gustan los personajes femeninos fuertes, te va a encantar. Tengo muchas cosas planeadas todavía.


Ahora bien, vengo a hacer un terrible anuncio.
Me voy de vacaciones a Uruguay en este mismo momento. Estaré 8 días fuera. No creo que pueda postear. Intentaré hacerlo desde un cyber, al menos para recordarles que la historia se viene de seguro. Además que pretendo escribir la historia completa en este viaje, para llegar simplemente a traspasarla (y eso significaría actualizaciones más rápidas)

Gracias por su comprensión, amigos mío. Y lo siento.

Saludos

Faroth