La pintura

Tema en 'Relatos' iniciado por Red, 11 Marzo 2015.

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    Red

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    Aries
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    Título:
    La pintura
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Horror
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    1
     
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    Un toque de amarillo para el pelo, una pizca de blanco para el vestido; algo de rosa para las costuras y algo de negro para las sombras.
    El artista detiene su pincel, se queda estático, mirando la pintura y, entonces, se inclina a un lado. Echa un lento vistazo a su musa, que permanece tras el cuadro, ajena a lo que en el mismo está aconteciendo. Entonces, el virtuoso pintor sonríe y vuelve manos a la obra, con entusiasmo y alegría.
    Un toque de azul para los ojos, una pizca de color carne para la piel; algo de gris metalizado para las cadenas, y algo de rojo para la sangre.
    ¿Nuestro artista duda, se detiene, piensa o medita el próximo paso? ¡No! ¡Nuestro artista pinta! ¡Como si de un compositor ordenando cada uno de los sonidos se tratase! ¡Como un atleta justo antes de llegar a la meta! ¡Como un niño que salta del columpio justo cuando éste está en lo más alto! ¡Lo hace con pasión y energía! ¡Ocre para los dientes demacrados, un marrón oscuro para las inexistentes uñas, y carmesí para las costras de sangre que cuelgan de las diferentes partes de su cuerpo!
    El creador admira el cuadro. Se regocija emocionado viendo como su obra toma forma, como adquiere la vida que hace tiempo abandonó a su musa. ¿Esto quiere decir que la musa carece de pasión? ¿Qué está quieta, mustia, muerta? Nada más lejos; ella está gruñendo, retorciéndose, luchando hasta la inalcanzable extenuación. Se forma así una sinfonía de sonidos, donde se escuchan los quejumbrosos ruidos procedentes de la modelo semi-muerta, y los interminables brochazos del artista sobre el lienzo, que usa la pasión como arma y la pintura como munición.
    Nada puede detener al artista en ese momento de éxtasis que está viviendo, ni la falta de comida, de agua o de sueño; ni los gritos de los muertos que habitan tanto en el exterior como en el interior de lo que queda de su casa; ni el que su amada se haya ido y al mismo tiempo se haya quedado; ni siquiera su mano herida, aun sangrante por un mordisco más mortal que una bala en el corazón, y más dolorosa e injusta que la temporal muerte de la persona más amada. ¿Qué es lo que motiva a este hombre a continuar pintando? ¿Qué es lo que hace que no se rinda y no decida acabar con todo de la manera más rápida y fácil? ¿Qué es lo que hace que opte por vivir más tiempo ese intolerable sufrimiento? Unos dirían que es el primitivo impulso de la supervivencia, que nos hace temer la muerte en cada esquina; otros dirían que es porque debe acabar su cuadro, y así perpetuarse en la eternidad a través de colores bien ordenados. Absurdeces de ignorantes que nunca se han enamorado de verdad. Lo que realmente impulsa a este triste desgraciado a continuar, es el amor. El amor a esa condenada figura que ya ni el cielo ni el infierno desean acoger.
    El amor. Esa cruel y extraña fuerza que nos obliga a hacer desde las más bellas acciones, hasta las más retorcidas atrocidades. ¿En cuál de los dos extremos podríamos catalogar lo que nuestro emocionado, sonriente y desesperado amigo está haciendo? ¿Es belleza o es atrocidad? ¿Es ambas opciones, o ninguna de ellas? En realidad no importa cuál sea la respuesta correcta, si es que realmente hubiera alguna. No es como si quedase algún iluso que pudiera creerse por encima de toda la duda humana y levantar la mano con aires de superioridad para, finalmente, dar una respuesta que podría ser tan válida como cualquier otra.
    El pintor se detiene, el pincel cae, y una inhumana risa inunda el lugar, acallando los quejidos de los muertos. La obra está acabada.
    El artista, con una sonrisa, se agacha y recoge el pincel para mojarlo sobre su ensangrentada mano. Luego, con sumo cuidado, escribe algo en la esquina del cuadro. Una vez finalizada su acción, sonríe melancólicamente. El pintor se da la vuelta y toma un hacha que se encontraba apoyada en una esquina. Sin ninguna prisa pero sin detenerse en ningún momento, el pintor se acerca a la musa, a la que mira con lástima.
    No habla en ningún momento, pero su cara lo dice todo por él. Una cara desencajada por el dolor, el terror, la locura y, sobre todo, el desmesurado amor que siente por esa cosa que semanas atrás era la mujer que daba significado a su vida. Con el cuadro acabado, con ella transformada en esa terrible abominación, y con él mismo condenado a un destino más aterrador que la muerte, solo le queda una cosa, acabar con todo. El pintor levanta el hacha por encima de su cabeza, aprieta los dientes tanto que parece que vayan a partirse, agarra con tanta fuerza el mango del hacha que hace que sus manos crujan, toma todo el aire que sus pulmones le permiten, y echa una última mirada al monstruo que ha significado todo en su vida. Entonces, el hacha cae.
    El pintor grita tanto que incluso los muertos se callan. Se arrodilla y grita pidiendo perdón a los cielos y a su amor. Éste se levanta corriendo y huye de la habitación. A los pocos segundos, suenan cristales rotos, y tras algo de silencio, un golpe sordo hace eco, al cual le sucede el suave sonido del viento agitando unas cortinas.

    Y así finaliza la vida del último pintor del mundo civilizado, tras terminar la que podría ser la última obra maestra de la humanidad. Quizás nunca nadie volviera a entrar en esa habitación, quizás jamás nadie llegase a ver el cuadro que allí encerrado queda. ¿Qué es, sin embargo, lo que podría ver alguien si entrara en ese pequeño cuarto situado en el último piso de un complejo de apartamentos? Bueno, lo primero que se encontraría sería basura en el suelo, restos de comida ya putrefacta, y botellas de agua vacías. No encontraría más muebles que un pequeño carrito lleno hasta arriba de óleos de todos los colores, y una botella de aguarrás derramada. Encontraría cuadros tirados por todo el suelo, todos rajados y destrozados, resultados de intentos fallidos. En el centro de la habitación, se podría ver un caballete con un cuadro sobre él. Un cuadro que, sin duda, todos se quedarían mirando.
    Lo que el cuadro mostraría dependería de quien lo viera. Para la mayoría mostraría a una joven, ya muerta, cuyo pelo sería amarillo y seco, como si de heno se tratase; sus ojos, vacíos e inertes, mirarían hacia el espectador y a ningún lado al mismo tiempo; sus labios, su boca, sus dientes, estarían podridos y ensangrentados, mostrando rabia, ira y violencia; su ropa consistirían en un vestido harapiento y manchado con todo tipo de fluidos cuya procedencia nadie querría saber; las cadenas habrían hecho mella en sus muñecas, dejando ver sus marcas en una carne deshecha que casi mostraba hueso; la piel sería gris, en muy marcadas zonas conservaría algo de color carne; y, por último, en una esquina, unas palabras escritas por el artista: «Tanto como te he amado en la vida, te amaré en la muerte».
    Sería, sin duda, una visión perturbadora e, incluso, aterradora. Aun así, alguna que otra persona podría ver más allá de lo que el cuadro mostraba, para poder ver realmente lo que en él estaba plasmado: La imagen de una hermosa joven, que posaba sonriente para la obra maestra de un loco enamorado.
    Finalmente, si alguien entrase en la habitación, tras ver los restos, los cuadros y la obra maestra, podría ver, al fondo de la habitación, a una bella y muerta musa, que gruñe y se retuerce sin descanso, ignorante de la realidad y del cuadro que acompaña su interminable existencia; y, por encima de ella, vería un hacha clavada en la pared.
     
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  2.  
    Yuuki leisa

    Yuuki leisa Guest

    Hola.
    Antes que nada me parece una buena historia, tiene un inicio con buen desarrollo. Pero eso mismo nos lleva a un detalle, uno pequeño, es verdad que es una buena historia pero el exceso de palabras lo convierte en algo pesado.
    Te aconsejaría que le des un espacio a cada linea, para darle mas atractivo. En cuanto a errores ortográficos, son casi nulos, en mi opinión no soy nada buena para ellos.
    En fin, espero que no te lo tomes a mal y te ayude a mejorar. No se mucho sobre esto, pero se que tienes talentos por desarrollar.
     
  3.  
    DLupus

    DLupus Oficial

    Leo
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    Como ya dijo el comentario anterior al mío, el exceso de palabras en el escrito hacen una lectura pesada y cansada. Como te aconsejaron anteriormente, si separaras el texto en párrafos, se haría mucho más llevadero al leer y estaría mejor respecto al atractivo visual de este. Pero ese punto es el único a corregir que debes, porque tu idea me gustó. La pequeña trama que relatas está buena, y no creo haber visto faltas ortográficas.

    Si corriges lo primero, tendrás un One-Shot casi perfecto, ya que nada ni nadie es perfecto. Pequeñas imperfecciones hacen a algo casi perfecto.

    Saludos. :)
     
    Última edición: 14 Agosto 2015
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  1. Ragnarok Seiska
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