La nueva vida de Arale en Villa Pelícano [Dr. Slump]

Tema en 'Fanfics Abandonados de Temática Libre de Anime' iniciado por Ichiinou, 9 Septiembre 2015.

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    Ichiinou

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    Título:
    La nueva vida de Arale en Villa Pelícano [Dr. Slump]
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    786
    PRÓLOGO

    Era el primer día de universidad, el profesor, le había dicho muchas cosas acerca de ir a la universidad, pero nada sobre las relaciones sociales, lo cual la ponía muy nerviosa. Ella era torpe y tenía miedo de hacer cualquier cosa que hiciese que la expulsasen o peor aún, que la hiciesen ver como un bicho raro.

    Ahora era una chica, de un metro y sesenta centímetros, tenía su pelo lila más corto y con un peinado más desenfadado y sus gafas seguían siendo del mismo estilo. La ropa que le daba el profesor, no era de lo más bonita, pero ese vestido que llevaba puesto era su favorito, era blanco y sencillo, le encantaba como lucía con él. Estaba contenta con su nuevo aspecto, era el aspecto de una chica de unos dieciocho años y ese era el aspecto que quería tener ahora.

    En Villa Pingüino no había universidad, así que se había trasladado a vivir a uno de los pueblos más cercanos, le gustaría vivir con una de sus viejas amigas, con Akane por ejemplo, pero no había sido posible, así que compartía piso con una chica llamada Kotoro, el cual le parecía un nombre de chico, pero tampoco le preocupaba demasiado. Por ahora su compañera no sabía mucho sobre ella, lo cual le agradaba, porque no quería que descubriese sus secretos más oscuros.

    Cuando ya estuvo lo suficientemente guapa, salió de su nueva casa camino de la universidad de Villa Pelícano. Empezó a correr, pero no tan rápidamente como solía hacerlo, no quería llamar mucho la atención, quería mezclarse entre las personas normales y ser una más. Justo antes de llegar a la facultad de lenguas extranjeras, recibió un mensaje en su móvil. Era Gatchan. El mensaje decía: “El profesor está bien, no te preocupes, solamente se ha quemado las cejas en la última explosión y ha tenido que pintarse unas. Le quedan muy ridículas. Suerte en tu primer día en la facultad de lengua inglesa.”

    Saber del profesor y de Gatchan le agradaba mucho, le había sacado una sonrisa, pero una vez más su torpeza le jugó una mala pasada, ya que se había quedado en el medio alguien había tropezado con ella y su móvil se había caído a un charco.

    — Oh, lo siento —dijo una voz masculina— no te he visto, estaba buscando la facultad de lengua inglesa y no me di cuenta de que había alguien delante.

    — No te preocupes, la culpa es mía, estaba en medio parada como un espantapájaros —dijo agachándose a coger el teléfono móvil, por suerte parecía que aquel invento del profesor era totalmente resistente a caídas y al agua.

    Se dio la vuelta para ver al pobre chico que había tropezado con ella. Y se topó con unos ojos de un color verde intenso. Era un chico con el pelo color rojo y que vestía de negro, llevaba una mochila llena de chapas y parecía muy amigable. Lo cierto es que a Arale se le hubiesen subido los colores si el doctor le hubiese instalado esa función, ya que el chico era muy guapo.

    — Me llamo Aiko Takahashi, ¿Tú? —le dijo tendiéndole la mano.

    — Oh, yo me llamo Arale, Arale Norimaki, encantada de conocerte —dijo devolviéndole el saludo con la mano.

    — ¿Tú también te diriges al a facultad de lengua inglesa?

    — Pues sí, ¿Es tu primer año?

    — Sí —dijo rascándose un poco la cabeza, avergonzado— ni sabía donde quedaba, la verdad.

    — Tranquilo, a mí también me costó ubicarla, pero ya vine ayer para reconocer el terreno —la chica le guiñó un ojo, aunque la verdad, no se creía que hubiese hecho eso.

    — ¿Qué te parece si vamos juntos a clase? —dijo el chico sonriéndole ampliamente.

    — No parece una mala idea —dijo otra vez Arale guiñándole un ojo.

    — Así que Norimaki, ¿no serás familia de Senbei Norimaki?

    Cuando hizo aquella pregunta, Arale se paró en seco y le miró fijamente.

    — Es mi hermano, ¿Por qué? —le espetó con cautela.

    — Por nada, tu hermano es muy conocido, he leído algunos artículos sobre sus trabajos, es un verdadero genio. ¡Hace obras increíbles!

    Arale sonrió nerviosamente y reanudó el paso. ¿Qué pasaría si su amigo descubriese que ella era una de sus obras? ¿La seguiría viendo como una persona normal? Ese era su mayor miedo, que alguien descubriese que era un robot, una creación de alguien, no un ser humano normal. Pero ella podía sentir, podía ser como un ser humano normal. Sí, tenía una fuerza extraordinaria, era capaz de aprender cosas con suma facilidad, era rápida y tenía muchas más habilidades que un ser humano normal, pero por dentro, quitando toda la chatarra que había, era como uno más de ellos. ¿Podrían aceptarla?
     
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    Ichiinou

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    Escritora
    Título:
    La nueva vida de Arale en Villa Pelícano [Dr. Slump]
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    1329
    CAPÍTULO 1

    La verdad es que para Arale lo de asistir a clase era cosa de mero protocolo, así que no le tenía muy nerviosa el hecho de que ese fuese su primer contacto con la universidad, ya que con solo escuchar o leer la información una vez se acordaría toda la vida de ello. Aunque se preguntaba si de verdad su base de datos sería infinita.

    Aiko se había sentado al lado de ella en clase y estaban esperando a que apareciese la profesora de “Introducción a la escritura”. La verdad es que no sabía qué decirle al chico, así que se dedicó a inspeccionar un poco a sus compañeros, todos parecían estar muy nerviosos. Arale suponía que eso era normal, la verdad ella siempre había sido muy segura de sí misma, hasta hace poco, pero lo que más le preocupaba no era el aprobar o suspender exámenes, si no el ser aceptada por sus compañeros, por sus amigos y bueno, ahora por Aiko.

    — Tus gafas, te hacen una cara adorable —le dijo una voz femenina a su espalda.

    Arale se giró instintivamente, intentando no girar solo la cabeza y hacerlo con todo el torso, para parecer normal, no quería que pensasen nada raro.

    — Uhm, esto… gracias supongo.

    Inspeccionó a la chica que le había dicho aquello, era bajita y con el pelo oscuro, recogido en una coleta, llevaba un pantalón vaquero y una blusa blanca, parecía más mayor por las vestimentas, aunque de hecho podría ser más mayor.

    — Me llamo Natsuki, Natsuki Nakayama, ¿Tú eres?

    — Es Arale Norimaki —el que respondió fue Aiko, aquello a Arale le pareció extraño— ¿Qué te trae por aquí Natsuki?

    — Nada, solo quería conocer a esta curiosa chica de aspecto tan original, ¿Eres su perro guardián o algo así?

    Aiko se sonrojó al escuchar aquello, pero no lo negó. Arale estaba confusa, ¿Por qué aquella irrupción tan brusca del chico? ¿Qué había ocurrido? ¿Habría visto algo en Natsuki que fuese extraño? ¿O quizás el extraño era él?

    — Bueno, me voy a mi sitio, que el profesor estará a llegar.

    Arale asintió y se giró otra vez hacia delante. Miró a Aiko por el rabillo del ojo, que permanecía sentado y serio, con la vista fija en algún punto, como perdido en sus pensamientos. La verdad es que él era un ser humano normal, así que a Arale le costaría mucho entender qué pasaba por la cabeza de aquel chico. No le dio más importancia a aquella situación y sacó ese tema de la cabeza. Pronto llegó el profesor de la clase correspondiente y no pensar en ello se le hizo más fácil.

    ****************************************************​

    — Esa Natsuki —empezó a decir Aiko al finalizar las clases mientras recogían el poco material que habían usado— no me gusta para nada, alguien que se acerca así con tanta frescura a alguien no puede ser de fiar.

    — Supongo —dijo Arale quitándole importancia— no te preocupes, sé cuidarme solita.

    El chico se echó una mano en la cabeza y sonrió ampliamente.

    — Estoy segura de ello Arale, bueno, yo me voy ya a casa, hablamos en otro momento, ¿Vale?

    — Claro —dijo Arale sonriéndole— hasta mañana.

    — ¡Hasta mañana y cuídate! —dijo Aiko ya desde unos metros de distancia porque tenía bastante prisa.

    La verdad es que la actitud del chico había sido extraña. Apenas conocía a Arale y ya estaba intentando protegerla de a saber qué sensación que había tenido. La verdad es que era cuanto menos extraño, pero no le importaba a la chica, parecía bastante tierno y le gustaba que un chico como él se preocupase por ella, no era algo que le pasaba muy a menudo.

    Siempre le había gustado Taro, pero él no estaba por la labor de fijarse en ella, al menos con el aspecto que tenía anteriormente, pero por la contra sí se fijaba en Akane. Todos sabían que ella era diferente, que Arale no era como los demás y quizás eso también les repeliese, quizás por eso no pudiese encontrar lo que buscaba, una vida normal, aceptación y sobretodo, el amor.

    ¿Acaso estaba pensando en que iba a encontrar el amor con Aiko? ¿Pero qué disparate era aquel? ¡El primer chico que se le cruzaba y ya estaba prendada de él! ¡Eso no podía ser!

    Sin darse cuenta, mientras estaba perdida en sus pensamientos, llegó a su nueva casa. Al entrar vio que Kotoro estaba viendo la tele mientras degustaba unos fideos. Parecía estar gozando de aquella comida, ¿Qué sentirían los humanos normales al degustar aquello? ¿Sería lo mismo que cuando ella tomaba el aceite? No, seguro que era algo más pleno, le gustaría probarlo al menos por una vez. Ojalá la vida real fuese como los cuentos y que un hada pudiese convertirla en un ser humano, aunque fuese por un día. Pero no, no era así, eso era la vida real y tenía que cargar con lo que tenía.

    Al meterse en su habitación para dejar sus cosas, algo le sorprendió.

    — ¡Gatchan! ¡¿Pero qué haces aquí?! ¡Y deja de comerte la pata de mi escritorio!

    — Pupipopipi.

    — ¿Así que el profesor no te da mucho de comer?

    — Pupipopipi.

    — Entiendo, embarcado en un nuevo proyecto, ni él se acuerda de comer. Lo de siempre…

    Arale se sentó en la cama, dejando allí sus cosas del colegio.

    — Pupipopipi.

    — Ya, lo sé, yo también te echaba de menos, pero ya sabes que no me gustaría llamar la atención aquí, así que es mejor que nadie te vea.

    — Pupipopipi.

    - Déjate de esas cosas, ya sé que crees que lo que mola de mí es que soy especial, pero es que no puedo… necesito ser normal por un tiempo, tengo que tener una vida normal, saber lo que se siente.

    — ¿Pupipopipi?

    — En la universidad bien, la verdad, he conocido un chico llamado Aiko, es bastante simpático y parece una buena persona.

    — ¡¿Pupipopipi?!

    — ¡No! ¡Qué cosas tienes Gatchan! ¡Cómo me va a gustar! Si solamente lo acabo de conocer…

    — Pupipopipi.

    — ¿Qué? ¿Qué el profesor está preocupado por mí? Eso era de esperar, pero ¿Qué pretende hacer para protegerme?

    — Pupipopipi…

    — Así que no lo sabes, bueno, la verdad es que el profesor no es que hable mucho contigo, no es que te entienda muy bien… Le mandaré un mensaje diciéndole que te alimente y ahora, ven aquí.

    Arale abrazó muy fuerte a su amigo, le echaba de menos, eso era seguro, pero eso que estaba haciendo estaba bien, estaba empezando una nueva vida, algo que realmente deseaba, algo que le fascinaba.

    — Venga, es hora de que te vayas. Te quiero mucho Gatchan, pero no tienes que venir aquí así de improviso para hablar conmigo, existen los teléfonos, ¿Sabes?

    — Pupipopipi…

    — ¿Ya te lo has vuelto a comer? Pero Gatchan… también tendré que decirle al profesor que cambie el material de los teléfonos que hace para ti… En fin, te quiero mucho, venga, vete. ¡Hasta luego!

    — ¡Pupipopipi!

    Después de despedirse, Gatchan se marcha por la ventana volando. Tras eso, Arale cierra la misma y se vuelve a sentar en la cama.

    La verdad era que Aiko sí le gustaba, sentía algo por él que no era normal, era como una atracción fatal… Aunque bueno, todavía lo estaba conociendo y en la universidad podría conocer a muchos más chicos, así que no podía cerrarse en el primer chico guapo que llegase a su vida.

    Mientras estaba tumbada, sumida en sus pensamientos, su móvil sonó, era un mensaje. Pero esta vez era de un número privado. Y el mensaje solamente contenía lo siguiente: “10”. No lo entendía, ¿Qué querría decir aquel mensaje? ¿Sería una especie de virus? ¿Qué demonios estaba pasando?

    En ese momento, alguien tocando a la puerta sacó aquellos pensamientos de la cabeza de Arale.

    — ¿Sí? —preguntó, aunque en realidad solamente podría ser Kotoro.

    — Alguien ha venido a visitarte, un tal Aiko Takahashi, ¿Le abro?

    — ¿Aiko? Sí… claro… espera, ¡Voy yo!

    ¿Aiko? ¿Qué hacía aquí? ¿Cómo había descubierto su dirección? Aquello no le daba muy buena espina a Arale…
     
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    Ichiinou

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    Escritora
    Título:
    La nueva vida de Arale en Villa Pelícano [Dr. Slump]
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    1130
    CAPÍTULO 2

    Arale había hecho pasar sin apenas mediar palabra a Aiko, estaba realmente sorprendida de que el chico estuviese allí y no sabía exactamente por dónde empezar a preguntar. Una vez el chico se hubo acomodado en la silla del escritorio del dormitorio de la chica, Arale alzó las cejas y esperó a que el chico se explicase, no sabía qué preguntar, así que era lo mejor.

    — Te preguntarás qué hago aquí —dijo Aiko.

    — Uy, qué perspicaz que eres, ¿Me has estado siguiendo? —dijo Arale alzando una ceja más que otra.

    — No, no te he estado siguiendo.

    — Ajá, entonces, ¡¿Qué puñetas haces aquí?! ¡Disculpa que me altere pero esto roza el acoso!

    Aiko empieza a reírse a carcajadas, aquello molesta bastante a Arale que suelta un sonoro bufido.

    — La verdad, es que no he sido del todo sincero contigo Arale.

    — ¿Ah no? Qué raro… —dice la chica perdiendo la paciencia— deja de irte tanto por las ramas y desembucha, o te haré desembuchar yo.

    Arale pone cara de malas pulgas, está perdiendo la paciencia. Ya no es aquella niña pequeña e inocente de antaño, ahora sabe más sobre los seres humanos y sobre la vida, así que nadie la va a engañar fácilmente.

    — A ver, sí he sido sincero en muchas cosas, pero en un pequeño detalle no… conozco de algo más a tu hermano, a Senbei Norimaki.

    Aquello pilla por sorpresa a Arale, y le hace una indicación con la cabeza de que siga diciendo lo que tenga que decir.

    — Él me hizo prometer que no te lo diría, pero en realidad, al no ponerlo en mi código no es imposible de romper esa promesa. Pero… el profesor Norimaki me creó para ser tu guardián en tu aventura en la universidad y en esta nueva ciudad.

    No. No, aquello no podía ser cierto, el profesor había creado a un androide con la única función de protegerla. Aunque parecía que este tenía consciencia propia como ella, ya que había decidido transgredir las normas que el profesor que le había impuesto acerca de la confidencialidad.

    — Así que… —empieza a decir Arale— ¿Eres como yo?

    Aiko asiente.

    — ¡¿Por qué demonios el profesor no quería que me lo dijeses?! —dice la chica perdiendo un poco los nervios.

    — El profesor sabía que tú nunca lo aceptarías, sabía de sobra que tú preferías empezar por tu cuenta esta aventura, pero a mí no me pareció muy bien ocultarte algo tan importante, porque… es algo que él no sabe del todo, pero los androides tenemos sentimientos y sé que, si tú llegases a tener algún sentimiento hacia mí, bien sea odio, amor o lo que fuere, al menos que no sintieses que ese sentimiento es una mentira, por el hecho de sentirlo hacia un androide.

    Arale se queda pensativa un momento, pensando en lo que ha dicho Aiko, sopesando cada palabra. La verdad es que tiene sentido el hecho de que no le parezca bien la mentira del profesor. Él era como ella y sabía lo que podía llegar a sentir.

    — Nos ha creado con alma y no sabe cómo funciona esta, ¿no es así? —dice Arale, sentándose pesadamente encima de la cama.

    — Yo soy relativamente joven y ya he experimentado sentimientos que ni yo mismo empiezo a entender, no puedo ni pensar en cómo te habrás llegado a sentir tú —dice Aiko mirando a Arale fijamente, con… ¿Pena?

    — Sola, muy sola… una cosa, el profesor… te ha creado mejor que a mí, he visto como te sonrojabas. No eres exactamente como yo, ¿No?

    — En efecto, tengo otras funciones que me hacen parecer más un ser humano, pero si quieres tú se lo podrías pedir al profesor y él te podría instalar nuevas cosas, nuevas mejoras.

    — No sé si quiero ver al profesor ahora, me siento un poco enfadada con él, no entiendo por qué tiene que ocultarme las cosas, los seres humanos son tan complejos. ¿Acaso esperaba que me sintiese celosa de ti y te destruyese? No lo entiendo.

    Arale se queda pensativa, mirando el suelo. Pensando en la complejidad de los sentimientos de un ser humano y en lo similares que eran a los suyos. Es posible, que algún día, ella también pudiese ser así, casi humana. A lo mejor, con el tiempo, podría pedirle mejoras al profesor, pero ahora… ahora no.

    — Bueno, en el fondo me gusta poder compartir esta vida con alguien más, así podemos ayudarnos mutuamente, ¿No? —dice Arale sonriendo y guiándole un ojo.

    — Desde luego, oye, ¿Qué es eso que haces con el ojo? ¿Tienes un tic o algo?

    La chica se siente avergonzada. No esperaba que aquello le resultase extraño, las chicas que conocen lo hacen continuamente.

    — Es… algo así como un signo de complicidad entre amigos, compañeros o simplemente dos desconocidos, por cualquier cosa.

    — Es extraño, pero parece tener sentido.

    Aiko le guiña el ojo a Arale. Ella siente algo raro, algo extraño, quizás algo que se está despertando dentro de ella por aquel chico. Ha venido buscando la aceptación del ser humano y a lo mejor, era tan fácil como tener a alguien igual que ella a su lado… Quizás, él sea el compañero ideal.

    — Y… ¿Dónde vives? —dice Arale reparando un momento en eso— porque tienes donde vivir, ¿No?

    — Vivo en el piso de enfrente del pasillo, Senbei se encargó de que tuviese una vivienda cercana a la tuya.

    — Ya veo… pues parece que nos vamos a encontrar mucho.

    — Estoy programado para protegerte, es algo a lo que no podemos escapar, así que… sí, nos veremos mucho.

    — No sé hasta qué punto eso no me da miedo.

    — ¿Miedo? ¿Qué es eso? ¡Si los robots no podemos tener ese tipo de sentimientos tan complejos!

    Aiko le giña un ojo a Arale. Lo estaba diciendo con sarcasmo, hablando por los humanos que se creen eso. La verdad era que a la chica le agradaba tener aquel compañero, parecía que iban a ser buenos amigos. No le desagradaba del todo el hecho de que lo hubiesen creado para ella, de hecho, aquello le alentaba a estar en aquella ciudad, perseguir sus sueños, teniendo a alguien que siempre le iba a apoyar, a ayudar y estar ahí si lo necesitaba.

    “Aiko”, dijo su nombre para sus adentros en su cabeza, la verdad es que no había reparado en ello, pero era un bonito nombre. “Arale y Aiko”, sería un bonito dúo de nombres para una pareja. Quién sabe, igual el destino les terminaba uniendo también así. Porque eso ya no era cosa del profesor, era algo en lo que él no podía entrar.

    — ¿Tienes hambre? Tengo aceite en ese armario —dijo la chica señalando el punto donde lo tenía— si quieres, no te cortes en pedírmelo.

    El chico le sonrió y asintió, aceptando su invitación a comer.
     
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    Ichiinou

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    La nueva vida de Arale en Villa Pelícano [Dr. Slump]
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    1523
    CAPITULO 3

    Ya era de noche y Aiko se había ido, la verdad es que pasar la tarde con él le había agradado mucho, aunque estaba enfadada con Senbei, el hecho de que le pusiese un guardián no le gustaba en absoluto, porque ella sabía cuidarse solita y se sentía bastante insultada por el hecho de que el doctor opinase lo contrario.

    Arale cogió su móvil para enviarle un mensaje al profesor, debía decirle lo de Gatchan y quería reprocharle lo de Aiko. Aunque pensándolo bien no sería del todo sensato, a lo mejor el profesor al notar que él había revelado algo crucial pensaba que tenía algún fallo y mandaría a repararlo, cuando simplemente lo que tenía era algo parecido a la conciencia humana.

    Cuando desbloqueó la pantalla de su móvil, vio que no había cerrado todavía aquel extraño mensaje, ese que solamente contenía el número diez y que era tan misterioso. Por alguna razón aquello a Arale le resultaba bastante siniestro. Ella no solía sentir miedo, ya que era una persona valiente, pero esa sensación que sentía al pensar en el mensaje era extremadamente rara.

    Sacudió la cabeza y procedió a escribirle el mensaje al doctor, tenía que decirle algunas cosas. Rezó en su fuero interno para que Gatchan no se hubiese comido también el móvil de Senbei.

    —“No sé si llegarás a leer esto antes de que Gatchan se muera por inanición, pero ¡Tienes que acordarte de darle de comer! ¡Y acuérdate de comer tú también! Estoy bien, así que no te preocupes por mí. Te quiere, Arale.” —a la chica le gustaba poner su nombre al final de los mensajes de texto, era como marcar algo de una forma única. Era una de sus manías.

    Arale se acercó a su armario y sacó su camisón de conejitos, se acomodó dentro de él y enfundó sus pies en sus pantuflas de corazoncitos. Estaba realmente cómoda así, aunque exactamente no sabía si lo que sentía era comodidad o estaba programada para pensarlo. Era un poco doloroso pensar que posiblemente todo lo que sintiese fuese una mentira, era algo que no le gustaba a Arale en absoluto.

    Se metió en la cama y se dispuso a dormir o más bien para ella, a algo parecido a desconectarse. Lo cierto era que Arale no tenía exactamente sueños como los seres humanos normales, si no que a veces veía fragmentos de su propia memoria, aunque distorsionados cuando descansaba. Era algo extraño, pero le gustaba pensar en que eso se parecía a lo que soñaban los humanos, aunque en realidad, seguramente era completamente diferente. “¿Se sentiría igual Aiko?” Aquel pensamiento pasó por su cabeza y pensó que posiblemente sí, era evidente que él tenía consciencia propia, así que tendría también inquietudes y tendría sueños, como todos.

    Pronto Arale entró en estado de descanso, desconectando del mundo.



    ********************​



    —Arale Norimaki.

    La chica robot se encontraba en una inmensa oscuridad. No recordaba cómo había llegado ahí, pero ahí estaba. Una voz la estaba llamando, una voz que le resultaba familiar pero no sabía de quién era, la voz no concordaba con alguien que tuviese en la base de datos.

    —Tan solo quedan diez días, Arale, tan solo diez días.

    La aludida intentó articular alguna palabra, pero no podía, estaba como muda. Quería preguntar qué sucedería en ese plazo de tiempo.

    —Buena suerte Arale Norimaki.

    ********************​

    Arale se despertó agitada. ¿Qué demonios había sido aquel sueño? ¿Quién era aquella persona que le decía aquellas cosas? Pensó un poco y entonces recordó el mensaje de texto, ¿Podía ser que estuviesen relacionadas ambas cosas? ¿Pero en qué sentido? ¿Y por qué tenía esos sueños tan extraños? Aquel tipo de cosas no eran lógicas…

    Todavía era de madrugada y aunque Arale sabía que tenía que descansar para al día siguiente estar recargada completamente, no le apetecía en absoluto. Había destacado siempre por su valentía y por no pensarse las cosas dos veces, pero ahora sentía miedo, no tenía ganas de volver encontrarse en un sueño así, le producía angustia, un sentimiento que hasta ese momento había desconocido por completo.

    Definitivamente, si aquello era una broma pesada no tenía gracia. Pero… ¿Y si alguien estuviese interfiriendo en su base de datos? ¿Y si alguien encontrase la manera de meter imágenes y voces dentro de su cabeza sin necesidad de estar a su lado? Si había alguien tan inteligente como Senbei tenía que haber más gente así, quizás gente malévola, quizás gente que quisiese acabar con los robots. Eso significaba que posiblemente si esa persona quisiese podría desatar un virus que estropease por completo todo lo que había sido Arale hasta ahora, matándola o lo que era peor, reseteándola.

    Aquellos pensamientos mantuvieron en vela a la robot toda la noche, de hecho, cuando el amanecer empezó a hacerse presente, ella ya estaba lista para irse a la universidad, aunque todavía quedaba más de una hora para entrar.

    Salió por la puerta de casa, no se había encontrado con Kotoro, como era de esperar, a aquella hora todavía estaría durmiendo a pierna suelta y hacía bien, Arale también lo haría si pudiese. Le sorprendió el encontrarse ya en la puerta del piso de enfrente a Aiko esperándola con una sonrisa radiante.

    —¿Has decidido madrugar hoy? —le dijo el chico cordialmente.

    —Eso parece, ¿Vas ya a la facultad?

    —Estaba esperándote, si me permites acompañarte voy contigo.

    —Te estás tomando muy en serio eso que te ordenó Senbei sobre protegerme, ¿No crees? –dijo Arale con una sonrisa y con un poco de sorna.

    —Puede que sí, pero es algo a lo que no puedo escapar, incluso aunque quisiese, mi deber es intentar ayudarte en lo máximo posible.

    —¿Y si pudieses elegir vendrías conmigo? —dijo Arale interesada en el tema.

    —Si pudiese elegir no querría estar en otro lado que no fuese junto a ti.

    Aquella afirmación tomó a la chica robot por sorpresa. No se la esperaba, esperaba una negación o cualquier otra cosa, pero que le dijese algo tan… ¿Romántico? No, eso no se lo esperaba. Si hubiese podido sonrojarse lo haría, sí, sin duda lo haría.

    Arale no pudo contestar nada con coherencia, solamente emitió un leve chillido e hizo un gesto con la cabeza a Aiko indicando que empezaran el camino hacia la facultad.

    —¿Te he molestado? –dijo el chico con un tono de tristeza.

    —Ah, ¡No! ¡Para nada! Es que… me has pillado por sorpresa, solamente es eso.

    —¿Por sorpresa? ¿Acaso nunca nadie te ha dicho algo bonito Arale Norimaki?

    Arale quedó pensando unos instantes, en efecto, nadie le había dicho nada tan bonito en la vida, de hecho, era algo irónico que la primera persona que se lo dijese ni siquiera fuese una persona y fuese un robot, pero al mismo tiempo, era algo que le parecía justo, quizás Aiko estaba hecho para ella, más de lo que esperaba Senbei.

    —La verdad es que… no —dijo la chica agachando la cabeza.

    Aiko soltó una risotada que por un momento le molestó a la chica.

    —Desde luego, los chicos que has conocido son todos unos patanes, menos mal que en la universidad conocerás gente más sofisticada. O eso debería ser.

    Aquello era cierto, o al menos era lo que se esperaba Arale, de hecho había sido una de las cosas por las que había emprendido aquella aventura universitaria, quería conocer gente que la tomase en serio, que tuviese la cabeza bien sujeta sobre los hombros y que por supuesto, la tratasen como se merece o como ella creía que se merecía, por supuesto.

    —He conocido personajes de lo más variopintos, ¿Te he contado que una vez conocí a un cerdo? Sí, uno de esos de los que hablan.

    —No me lo habías contado, pero seguro que fue una aventura apasionante.

    —Era algo así como el que pregonaba las cosas en Villa Pingüino, simplemente lo conocía de pasada, pero era algo raro pensar que un cerdo hablase.

    —Desde luego, pero seguro que para mucha gente también resultaría muy raro pensar que entre ellos vivimos nosotros, que somos androides y somos capaces de sentir, si no como ellos, muy parecido.

    Ahí había dado en el clavo. Ahora Arale estaba segura, Aiko estaba en la misma onda que ella, tenía inquietudes similares y pensaba lo mismo que ella. Quizás el profesor no sabía hacer robots de otra forma y por eso fuesen muy similares en lo intelectual, pero era de lo más interesante conocer a alguien como ella, a alguien similar al menos.

    —¿Te hablé sobre mis compañeros de piso? —dijo Aiko intentando seguir conversando.

    La chica negó con la cabeza, sonriendo, indicándole que procediese con la conversación. Le gustaba conversar con el chico, era dulce, culto y tenía un carisma arrollador. En ese momento Arale se cuestionó algo, ¿Y si no era la única chica que se había fijado en él? ¿Y si habría más? ¿Qué sentiría entonces ella? ¿Qué ocurriría? No estaba segura, pero sabía que algo similar al dolor era lo que se sentía cuando te herían en temas de amor. Aunque ella no sentía amor por él, al menos no amor romántico y al menos no todavía.
     
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