La noche del diablo

Tema en 'Relatos' iniciado por Luna Toretto, 15 Noviembre 2014.

  1.  
    Luna Toretto

    Luna Toretto Pupilas que dilatan, deleitan y delatan.

    Escorpión
    Miembro desde:
    1 Diciembre 2013
    Mensajes:
    222
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    La noche del diablo
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    936
    ¡¡Hola a todos!! pues aquí les dejo el escrito que participo en ¿Quien será el rey del halloween? con el cual me hice acreedora al 2° Lugar.

    Agradezco sus lecturas y criticas, sin mas los dejo disfrutar (o no) de la lectura ¡hasta pronto!.

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    La Noche del Diablo


    Rodeados por arboles los resplandecientes rayos de sol se cuelan en los hogares anunciando la llegada de un nuevo día, los habitantes de estas comienzan sus atareadas vidas con entusiasmo pues se preparan para la llegada de tan ansiado día.

    — ¡A levantarse! — gritó la mujer de pelo castaño y ojos marrón, del otro lado de la puerta dormitaba una joven que con vos somnolienta respondió — ¡ya voy!— tras varios minutos la puerta se abrió dejando ver unas rastas que hacían juego con los pantaloncillos de cargo y una blusa ceñida de tirantes. Al entrar al comedor la mujer mayor comenzó con sus típicos reproches matutinos — ¿acaso no tienes otra cosa que ponerte? — a lo que la joven respondió — tengo lo mismo pero de distinto color — termino con una sonrisa sarcástica, su madre la observo salir y con furia gritó — ¡Tamara, más te vale regresar temprano a casa! — terminó antes de oír la puerta cerrarse.

    Tamara circula las mismas calles a diario pero nunca las ve tan hermosas como en este día, lucen resplandecientes adornadas con calabazas, cráneos y un centenar de objetos tenebrosos que le recuerdan que día es hoy. Se detiene frente a una tienda de antigüedades aguarda detrás de un árbol y entonces la ve acercarse con su típico porte despreocupado luciendo elegante con los rizos abultados y despeinados presumiendo su vestido holgado y tenis morados, se sonríen y comienzan su andar rumbo al colegio.

    El camino fue tranquilo, así les gustaba, gozaban del silencio que tantas cosas decía pero sobre todo disfrutaban de la compañía. Llegaron al colegio y el ruido las absorbió, observaban las miradas ajenas y chismosas que sobre ellas se posaban, ignoraban el comportamiento cavernícola de los jóvenes y se burlaban de las féminas promiscuas.

    Ya en el aula una de ellas rompió la perfección — ¿Tienes listo lo de hoy? — con picardía miró a su compañera y feliz le respondió — pues claro, hoy no te me escapas — rieron como locas mientras se acomodaban para seguir conversando —entonces ¿estas segura Andrea? — cuestiono Tamara mirando fijamente a su acompañante — claro que sí, lo hemos planeado todo el año — convencidas se prepararon para la clase.

    Para ambas chicas el día fue bastante insípido todo estaba dentro del rango de lo normal, y con el pasar de las horas la campanilla sonó siendo ellas las primeras en irse. Iban rumbo al almacén fuera de la ciudad una vez ahí se surtieron bastante bien: un par de cadenas, candados, fósforos largos, algunas latas de queroseno, aceite, clavos, martillos, placas de madera y cinta de doble cara; pagaron al tiempo que evadían preguntas innecesarias con excusas patéticas.

    La tarde comenzaba a caer y ellas se sintieron nerviosas pues el tiempo que tenían era poco suspiraron pesadamente mientras entrelazaban sus dedos con pudor, deslizaron sus miradas al horizonte y sonrieron.

    Atareadas y cansadas arrastraron toda su indumentaria hacia el lugar pactado y pusieron manos a la obra, Tamara tomo el martillo y algunos clavos después comenzó a colocar cuidadosamente los clavos en las ventanas mientras que Andrea cubría las tablas con la cinta de doble cara para posicionar en hileras ordenadas los clavos dejando sus afiladas puntas expuestas que juntas las dejaron caer bajo los grandes ventanales, prosiguieron a verter el queroseno en las pilas de agua y a cubrir ciertos lugares con aceite.

    Terminaron su labor y compraron un buen whiskey ahora solo el tiempo era su enemigo, tras una sofocante espera escucharon las campanadas que llamaban a sus siervos atentas esperaron a que todos entraran.

    El momento de la verdad había llegado los elegidos estaban dentro del recinto sagrado, todos aquellos que maldecían y repudiaban sus sentimientos la pagarían. Se separaron para asegurar las puertas, con los candados puestos ambas sacaron los fósforos y de a poco el camino de aceite comenzaba a arder trazando un candente final, la estancia se llenó de humo y el pánico empezó se escuchaban gritos, suplicas y llanto pero eso apenas comenzaba pues Tamara encendió una de las botellas de licor y la lanzo con fuerza al ventanal, el crujir del cristal se perdió en la belleza de las llamas que se esparcían por el lugar mientras el queroseno hacia su parte al incendiar a los imbéciles que quisieron ser héroes avivando las llamas del rencor.

    Con la luna siendo testigo de su gran acto juntaron sus labios con sabor a whiskey gozaron del dulce tacto, disfrutaron de los sinfónicos gritos para separarse lentamente al tiempo que abrían sus ojos para contemplar su obra maestra, mejor noche no pudieron haber elegido “La Noche del Diablo” tiempo en el que los espíritus malvados hacen jugarretas y eso eran, un par de almas carcomidas por el mal dos seres destinados a ocultarse en las tinieblas y a callar su verdad pero aquí y ahora no eran ellas las que ardían en las llamas del infierno.

    —¡Te amo! — se dijeron y mirando una vez más al fuego se extasiaron entre los gritos que aún eran audibles dieron la media vuelta cogidas de la mano y con la cabeza en alto disfrutaron del sabor de la muerte, sintieron la suave brisa sobre su piel y de nuevo disfrutaron del silencio mientras caminaban sin rumbo sus siluetas se perdieron en el horizonte dejando atrás las llamas que devoraban los pecados de los inocentes.
     

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