One-shot de Inuyasha - La mujer que lleva a la derrota [Miroku&Kikyou]

Tema en 'Inuyasha, Ranma y Rinne' iniciado por rhapsodic, 22 Septiembre 2012.

  1.  
    rhapsodic

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    Escritor
    Título:
    La mujer que lleva a la derrota [Miroku&Kikyou]
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2058
    Título: La mujer que lleva a la derrota.
    Tipo: One-Shot.
    Personajes: Miroku & Kikyou. InuYasha. Koga. Mención de Sango, Naraku y Kagome.
    Género: Supuestamente es comedia, aunque yo lo veo como de todo un poco, no sé.
    Advertencias: OoC. Universo Alterno.
    Aclaraciones: Miroku, Koga e InuYasha estudian en la misma facultad. Aquí, Miroku es un mujeriego desalmado. xD

    La mujer que lleva a la derrota.

    Miroku era eso a lo que las chicas llamaban un patán, porque era mujeriego y cambiaba de novia como si fuesen ropa interior. Ninguna chica podía negársele y las féminas entraban en disputa por él, porque era demasiado caballero como para ser realidad.

    InuYasha, su mejor amigo, afirmaba que si su lámpara tuviese falda la escondería de él, porque Miroku era insaciable. Era una bestia, demasiado aventado como para ser el aprendiz de un monje. Era como un agujero negro que todo se lo tragaba.

    Inclusive se había metido con la prima de la novia de InuYasha, esa que se llamaba Sango y que lo había traído loco durante años; pero al igual que a las otras, la había desechado. Miroku no era hombre de una sola mujer.
    El pelinegro siempre supo que ser amable con las féminas le aseguraría el éxito con ellas, y aunque en ocasiones se le pasaba la mano y tocaba más de lo que debía, si sabía ser persuasivo y compensarlas, las chicas terminarían sonriéndole y queriendo más de su compañía.

    Era un adonis. Un completo galán.
    Hasta que le llegó la hora.

    Kikyou Higurashi era, quizá, la mujer más estricta que había conocido. Era mayor que él por cinco años, hecha y derecha, profesional, casada, exitosa y miembro distinguido de un bufete de abogados en Tokio. Total, era distinta a él en todo, porque mientras Kikyou se tomaba las cosas muy en serio, el chico era más de jugar y coquetear para divertirse un rato.

    Él era un estudiante de medicina, aún no cumplía los veintitrés años y era un gran mujeriego, porque a su edad, estaba más que claro que era soltero. InuYasha lo miró con sospecha, bufando por lo bajo.

    Se te van a salir los ojos. Le murmuró, codeándole en las costillas con algo de fuerza en cuanto la pelinegra entró a la biblioteca. Deja de mirarla de esa forma. Casi le gruñó con recelo.

    Bestia, déjalo que mire lo que quiera en paz. El joven moreno se metió en la conversación, uno de profundos ojos color azul cielo y cabello largo, color castaño.

    InuYasha, no tienes que ponerte celoso. Si estás con Kagome, ¿por qué fijarte en su hermana? Le sonrió con sórdida eficacia, dando en el clavo. Sabía que desde siempre, éste había sentido cosas por Kikyou, aunque también estaba en el conocimiento de que era muy tímido y que ella fuese mayor no ayudaba en nada.

    ¡No digas eso! Yo amo a Kagome, además, Kikyou está casada... Dijo, aunque sin estar muy seguro de eso que había dicho.

    Nunca lo he puesto en duda, mi amigo. Le palmeó el hombro, como dándole a entender que le creía, lo cual era verdad. Koga alzó una ceja, intercambiando miradas con Miroku para luego reír bajo, respetando las reglas de la biblioteca.

    Bueno… Comenzó. Ya que a InuYasha no le importa Kikyou, y ya que a ti sí, Miroku, ¿por qué no vas y la saludas? Propuso. InuYasha lo miró entre molesto y sonrojado.

    No sería capaz de pretender a una mujer casada. Se excusó.

    ¿O sea que no eres capaz de coquetearle como a las adolescentes? Degenerado. El lobo continuó metiéndole leña al fuego.

    Antes de que el peliplateado o Koga pudiesen decir algo, el chico se levantó. Estaba seguro que, aunque la mujer fuese todo lo opuesto a lo que acostumbraba a tratar (nótese, en cuanto a mujeres), podría coquetearle y divertirse un rato. Total, chicas eran chicas, y así como eran hermosas, también eran algo ingenuas. La edad no influenciaba, y no dejaría que Koga hablase y dedujera cosas que no sabía si eran verdad.

    Apreció con sus ojos azules las manos delicadas de Kikyou acariciar la tapa de un libro cuyo título en realidad no le interesaba, acercándose cuidadosamente a ella. Casi podía sentir en su nariz el aroma a flores del cabello negro y liso como seda de la fémina, suave y embriagante. Carraspeó y sonrió en cuanto ella lo miró, con los pozos color chocolate que tenía por ojos.

    Buenos días, señorita. Sonrió. ¿Es usted hermana de Kagome Higurashi, no es así?

    Así es. Asintió con tranquilidad, volviendo la mirada al libro el cual inspeccionaba con detalle. ¿Qué se le ofrece?

    Pues, nada. Quería pasar a presentarme. Mi nombre es Miroku, estudio segundo semestre de medicina. Si ves por allá, se encontrará con InuYasha. Señaló sonriente al aludido, el cual enrojeció completamente al sentir la mirada de la chica sobre él. Creo que lo conoces, ¿no es así?

    Kikyou miró con tranquilidad a InuYasha. Por supuesto que le conocía. Él siempre decía que era fea y que era una vieja, pero siempre supo que estaba enamorado de ella… un completo tonto, pensó.

    Mucho gusto. Fue todo lo que ella le dijo, con su rostro apacible y tranquilo como de costumbre. Soy Kikyou.

    ¡Perfecto! Pensó el pelinegro. Que ella le diese su nombre sin pedírselo era el primer paso. Tomó la mano de la chica y la besó suavemente, como un caballero.

    Y dígame, señorita Kikyou: ¿qué hace por aquí? preguntó con brevedad.

    Busco un libro. Agregó con tranquilidad, soltándose del chico cuidadosamente, sin confiarse demasiado. No le daban buena espina tantas preguntas. ¿No es eso lo que se hace en las bibliotecas?

    Sí, eso es lo que se hace. Contestó cortés Miroku con una sonrisa, observando por el rabillo del ojo a InuYasha y a Koga para luego volver a centrar su atención en la abogada. Pero me refiero a qué hace en la ciudad. ¿No está usted casada?

    Así es.
    Oh… Es una pena. Fingió lástima, aunque le importaba poco, en realidad. Si hacía eso era porque Koga lo había retado a meterse con una mujer mayor.

    ¿Me diría con quién?

    Con rapidez, el de la coleta se levantó de la silla y fue hasta detrás de los estantes, dispuesto a escuchar la conversación. Miroku se caracterizaba por ser un mano larga pervertido, pero extrañamente tenía unas tácticas con las mujeres insuperables. Era amable, y se les metía por debajo de la piel porque ellas siempre terminaban cediendo… Si la hermana de Kagome caía en sus redes, definitivamente creería que el futuro médico no era humano sino extraterrestre.

    Escuchó atentamente, esperando que no le descubrieran.

    No es de su incumbencia saber algo que corresponde a mi vida privada, joven. Miroku se sorprendió ante el tono cortante en la voz de la chica, que permanecía con el ceño suavemente fruncido. Ahora, por favor, hágase a un lado que debo irme.

    La chica no dudó ni un solo instante en pasar de lado al más joven con un suave meneo de caderas, muy femenino y discreto, luciendo una falta de corte recto hasta las rodillas y una franela blanca con chaleco. Muy elegante y hermosa con su cabello suelto, a decir verdad. Koga aguantó la risa y fue hasta donde Miroku, dándole un codazo.

    ¿Te habían rechazado así alguna vez? ¿qué sentiste? comenzó a burlarse, mientras los ojos azul profundo del posible doctor seguían a Kikyou hasta afuera, en donde un hombre de ojos rojos y cabello rizado, largo, la esperaba.
    Seguramente ese tipo era su marido, pensó, soltando un suspiro.

    ¡Eh, bestia, a Miroku le sacaron la cresta! vociferó el moreno, intentando no reírse a todo pulmón. El peliplateado giró el rostro a otro lado, sin saber qué hacer: reírse con Koga de Miroku o masticarse la lengua al haber visto al imbécil de Naraku afuera de la biblioteca.

    ¡Keh! Ya vámonos. Fue todo lo que atinó a decir, cogiendo sus libros para marcharse. Kaede, la bibliotecaria (siempre presente), pronto acalló las risas de Koga y le pidió marcharse al ver que no hacía nada útil en su biblioteca sino gritar cuántas tonterías había.

    Y Miroku, él continuaba ausente.

    Ser rechazado luego de años de galanterías, y féminas a su disposición era terrible. Eso de ser plantado sólo pasaba cuando su ‘mano maldita’ tocaba los atributos de las chicas a las que cortejaba, pero ésta vez… ésta vez ella le había rechazado sin más. Se sentía extraño, pero supuso, luego de analizarlo, que era normal; una mujer mayor y exitosa como ella, casada y ocupada, no tenía motivos por los cuales prestar atención a las payasadas de un estudiante universitario como él.

    InuYasha lo cogió del brazo, arrastrándolo afuera del establecimiento. Sabía que para Miroku debía ser un golpe rudo, porque Kikyou era una mujer amable pero muy directa cuando se sentía espiada o atacada, y se caracterizaba por ser honesta al hablar. Seguramente habría sido cortante con él, y no la culpaba.

    Su amigo en ocasiones se pasaba, y si sufrir un rechazo tan crudo como ese era el remedio para enseñarle que no podía coquetearle y ligarse a todas las mujeres que veía, esperaba que ese sólo fuese el primero de muchos desplantes más. Ahora mismo, estaba amando a Kikyou en el alma por lo que había hecho.
     
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    Kohome

    Kohome Fanático Comentarista destacado

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    Oooh, sensei *---*, que imaginación la tuya. ¡Me encantó! La frialdad siempre característica de Kikyo la resaltaste en cada párrafo y acción que realizaba; realmente sorprendente.
    Tu idea me llama mucho sensei, me gustaría saber como carajos podrá evolucionar el fic. Tal vez Kikyo no es feliz con Naraku y a fin de cuentas se separan, o... no sé. Me interesa musho, tienes (¿entiendes? Tienes) que avisarme, sino, te muerdo, porque tienes acá al frente a una sangre pura sedienta XD.

    Bueno, espero la conti PRONTO. XD

    Sayito sensei!
     
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