Long-fic La manada [Sesshomaru&Kagome]

Tema en 'Fanfics Abandonados de Inuyasha Ranma y Rinne' iniciado por Magichesh, 8 Octubre 2016.

  1.  
    Magichesh

    Magichesh MagiChesh!

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    Título:
    La manada [Sesshomaru&Kagome]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    2
     
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    ¡Hola a todo el mundo!

    He vuelto esta vez con una pareja mucho más convencional, en realidad, con mi favorita de todos los tiempos y espacios. Es una idea que tengo desde hace un tiempo, pero que hasta hace unas horas se me ocurrió como administrar. Aún la estoy escribiendo, pero intentaré subir, como mínimo, una actualización por semana.

    ¡Pues los dejo con el prólogo de esta historia!

    ¡Espero la disfruten y pase un buen rato leyéndolo!


    PRÓLOGO: Bestia desencadenante



    Corría lo más rápido que sus piernas se lo permitían, saltando sobre la mayoría de las ramas, y tropezando con las demás, intentando crear la mayor distancia posible entre su persecutor y ella. Las ramas que sobresalían a una baja altura cortaban inevitablemente sus mejillas y brazos, creando un rastro de olor aún más perceptible.

    Lo único que escuchaba era su respiración jadeante, sus propios pasos acelerados y pesados, y el palpitar de su propio corazón…. Hasta que lo escuchó a él. Algo que corría aceleradamente, sobre cuatro patas, constantemente jadeando y gruñendo, sumiendo a su alma en pánico lenta y dolorosamente. El sonido se acercaba cada vez más y más, los jadeos y gruñidos se volvían constantemente más fuertes y claros, hasta parecer un susurro en su oído, grotesco y emocionado, casi permitiéndole sentir su húmedo aliento en su piel.

    Un parpadeo, un suspiro, una gota de sangre, una cortada en su mejilla izquierda, un tropiezo, y la bestia la había alcanzado. El silbido del aire, un brazo balanceándose, garras cortando el aire, una herida en su espalda, salpicaduras de sangre, y ella estaba atrapada.

    Cayó con un grito y un golpe sordo, deslizándose apoyada en sus manos y rodillas, rompiendo la piel e insertándose innumerables pequeñas piedras. Jadeando aún en la misma posición, se sintió temblar, con gemidos desesperados escapando de sus temblorosos labios y las lágrimas cayendo de sus sumamente abiertos ojos.

    Su aliento se atascó en su garganta cuando la bestia, anteriormente quieta y callada, comenzó a rodearla lentamente, nivelando sus gemidos en lentos y silbantes suspiros. Levantó lentamente los ojos, centrándose en la bestia que en ese momento se encontraba frente a ella, sin mover la cabeza, intentando hacer lo imposible para que su predador no cambiara su recorrido para acercarse a ella, y lo observó con grandes ojos aterrados.

    Frente a ella se encontraba un ser, a la vez grotesco y cautivador. Un ser humanoide cubierto de brillante y suave pelaje color plata, haciendo círculos a su alrededor, lamiendo de sus garras un espeso y brillante líquido color carmín. La bestia se deleitaba con su sangre mientras la veía con su ojos igualmente rojos, con los párpados semicerrados, con hambre. Él pensaba en devorarla, el predador observaba a su presa.

    Bajando los ojos otra vez al suelo, su mente se desconectó, intentando desesperadamente escapar de la situación en que se encontraba, y el único lugar al que su mente pudo ocurrírsele huir, fue a un oscuro encierro sin salida aparente. Se encontraba hundida en las sombras, sin esperanza de escapar, de volver a la realidad. Estaría allí, evitando el dolor, hasta que la tortura se detuviera, y la bestia finalmente se decidiera a acabar con ella.

    Cuando sus sentidos detectaron de manera muy lejana a su predador acercarse, sus ojos se apretaron sutilmente, para nada preparada para morir, en silencio rezando a cualquier dios o santo que estuviese escuchando que la salvase. Pero el dios que contestó a su desesperada súplica, era uno con un humor algo retorcido, al parecer. Porque a quien envió a salvarla, era más peligroso que su anterior amenaza.

    Un gran chorro de sangre salpicó su espalda y su cabeza, y sus ojos se abrieron enormemente. Aún sin moverse, se concentró en sentir cualquier herida en su cuerpo, pero no había nada además de los pequeños cortes por las ramas, y las tres profunda cortadas de su espalda que ya no sangraba tanto y que, de algún modo, se sentían más pequeñas. Esa sangre no era suya.

    Mientras la sangre se escurría por su cabello y espalda, mezclándose con la suya propia en sus heridas y creando un charco color carmesí debajo de ella, levantó su rostro, centrando sus ojos en el cuerpo que segundos antes había caído frente a ella. La bestia la miraba a los ojos, o lo hubiera hecho si no hubiese muerto minutos antes debido a tremendo corte en su espalda. Una herida mortal, hecho por alguien mucho más fuerte y peligroso. Su muerte, más que aliviarla, le hizo pensar en su próximo predador.

    Continuó levantando la mirada, cada vez con mayor nivel de duda e inseguridad, temiendo con lo que se encontraría. Cuando el pelaje se acabó, botas negras se cruzaron en su camino, seguidas por hakamas blancas, un obi amarillo y una armadura negra, un hermoso rostro prístino, marcas de la realeza youkai, larguísimo cabello plateado, inmaculado, y los más hermosos y aterradores ojos del color del oro que jamás hubiese visto.

    Aún conectada a sus ojos, detectó el más leve estrechamiento en ellos, a la vez que se hacían más y más grandes, sabiendo que se acercaba a pesar de que no escuchó el más ligero de los pasos. Como siempre, parecía un hada a simple vista, tan ligero, gracioso, hermoso y perfecto. Pero no lo era, ella lo sabía mejor. Él era un demonio en pleno derecho.

    En la periferia de sus ojos, los cuales aún no soltaba, observó el vaivén de su cabello, la luna de su frente, las rayas de sus mejillas, y sus suavemente fruncidos labios. Todo haciéndose cada vez más grande. Cuando se acercó tanto que su cuello dolía debido a la posición sumamente incómoda, y sus botas salpicaron un poco más de la sangre del charco en su rostro, él comenzó a agacharse frente a ella.

    Se encontraba tan cerca, que tuvo que cambiar de posición para no chocarse. Sus temblorosos brazos dejaron de brindarle apoyo, y sus piernas se doblaron hasta que se sentó sobre ellas. Su respiración se agitó, lo que debería ser una acción mínima la desgastaba en sobremanera debido a la pérdida de sangre. Mientras lentamente se calmaba, y la adrenalina desaparecía, la pérdida de sangre, el dolor y el cansancio finalmente comenzaron a afectarle, haciéndola sentir mareada y ver borroso.

    Con la mirada empañada, se aseguró de no quitar los ojos de los del demonio que se encontraba en cuclillas frente a ella. Si era porque aún se sentía recelosa, o porque simplemente estaba hipnotizada, no lo sabía. Pero no pudo apartar la mirada y, cuando finalmente perdió la conciencia y el negro se apoderó de su visión, sus ojos dorados fueron lo último que vio. Lo último que sintió, fueron sus brazos sostenerla para evitar su caída, mientras de una sorprendentemente gentil manera la alzaba en sus brazos. Lo último que escuchó, fue el viento soplar en sus oídos mientras él rápidamente emprendía vuelo.

    Lo último de lo que la mente turbulenta de Kagome se percató, fue del hecho de que Sesshomaru la había salvado.
     
    Última edición: 8 Enero 2017
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    TYNX

    TYNX Entusiasta

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    Me encanto, demuestra muchas cosas y tiene potencial (tú y el Fic)

    Saludos y espero ver más pronto :3
     
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    Lucy Nyu

    Lucy Nyu Lectora y amante de las buenas historias ❤

    Aries
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    Me has dejado con la curiosidad a flor de piel. ¿Por qué Kagome estaba siendo atacada? ¿Dónde estaba Inuyasha para salvarla? ¿Por qué Seshoumaru la ayudó? Y más aún, ¿Por qué se acercó tanto a ella sabiendo quién es ella?
    Definitivamente quiero saber las respuestas y cómo continuará todo eso :3 Esperaré con ansias la conti.
    Por cierto, me agrada mucho tu manera de expresar las situaciones y sentimientos mientras nos cuentas los sucesos. Muy buen prólogo ❤
     
  4.  
    Magichesh

    Magichesh MagiChesh!

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    ¡Hola a todoooos!

    Ay, dios. ¡Me siento muy nerviosa! El primer capítulo de esta historia, ¡wujuuuu!

    Primero que nada, gracias por las lecturas y los comentarios, eso fue lo que me dio las fuerza de seguí escribiendo esta historia después de tanto tiempo. Los exámenes me agotaron, y las fiestas termianron de acecinar mis energías. ¡Pero gracias a ustedes volvieron! Y yo también estoy de vuelta, con más ganas que nunca. En dos o tres días ya pude escribir este capítulo, creo que empezaré a subir cada tantos días, como mucho cada semana.

    ¡Ahóra las respuestas!:

    @Lucy Nyu
    ¡Gracias por tu comentario!
    Me estoy dando cuenta de que mi manera de escribir es bastante particular, aunque me gusta en realidad, y me alegro de que a tí tambien. En realidad me encanta fundir las descripciones con las acciones, me hace parecer que la historia sigue su curso mientras describo los personajes y los sentimientos. Más como ver una película, vas viendo a los personajes mientras se mueven.
    Espero que este capítulo sea de tu agrado, que te complazca y que responda a todas tus preguntas. ¡Sayonara~!

    @TYNX
    ¡Muchas gracias por el comentario! Gracias por el apoyo y por tu palabras. Si bien no fue pronto (perdón por eso) espero que el capítulo valga la pena la espera. Que lo disfrutes y te la pases genial leyéndolo. ¡Sayonara~!

    CAPÍTULO 1: El origen de la bestia

    Respiraba pesadamente, mientras lenta pero segura recuperaba la conciencia. Con el semblante arrugado de incomodidad, sintió cómo se le pegaban las suaves y seguramente caras sábanas a la espalda debido a alguna espesa sustancia. Se intentó separar de las sábanas empujándose hacia arriba utilizando solamente sus codos, ya que a sus piernas ni siquiera la podía sentir, entumecidas o agotadas por correr tanto.

    Mientras sentía el delicado material deslizarse y caer de su espalda, haciéndola estremecer con una leve sensación de repulsión. Podía imaginar qué era ese espeso líquido que sentía, a pesar de que eso implicaría un intenso dolor en su espalda que no lograba sentir.

    Se deslizó hasta apoyarse en la cabecera de la cama impulsada solo por sus manos y sus codos, sintiendo en estos la deliciosa sensación de las sábanas sin nada de sangre. Observó a su alrededor la hermosa habitación prístina de color blanco, muebles blancos, alfombra blanca y paredes de piedras blancas. Embelesada con la magnitud de su magnificencia, casi sentía que estaba en una nube al combinar las placenteras sensaciones, la suavidad de la cama y el hermético color blanco, solo arruinado por la gran mancha de color carmín que arruinaba la cama justo debajo de ella.

    Cuando finalmente logró su cometido, acercó una de sus temblorosas manos, ya cansadas, hasta su espalda. Temerosa, frotó sus omóplatos, su columna y su espalda en general, coso lugar donde su pequeña mano pudiera alcanzar, sin saber si estar aliviada o aterrada de no encontrar ninguna herida.

    Sacó su aún temblorosa mano de su espalda, viendo con ojos desconcertados su piel de porcelana cubierta de color rojo.

    ¿Qué esta pasando? ¿Por qué… no estoy herida? Ni siquiera hay una cicatriz en mí espalda. ¿Será acaso… que morí? Pero eso no tendría sentido, ¿por qué razón habría sangre en el cielo? O espera… ¿será este acaso el infierno? Eso daría sentido a la sangre, pero ¿por qué yo terminé aquí? ¿Qué hice mal? ¿Y dónde están mis irónicos castigos? No logro enten-

    Sus aceleradas divagaciones fueron detenidas no por un sonido, si no que por una sensación, ese escalofriante sentimiento de preventiva una presencia acercarse. La puerta, blanca como todo lo demás en la habitación, fue abierta por dos grandes guardias demonios, dandole pasó no sólo a un mundo lleno de sonidos y color, pero también a un prístino ser con apariencia de ángel, y todo lo demás del diablo.

    Ok, si Sesshomaru está aquí significa que estoy viva. Sinceramente dudo que él esté muerto.

    Kagome se vió nuevamente embelesada ante una magnífica y prístina belleza, esta vez perteneciente al demonio que la había salvado de las garras de la muerte, a un simple suspiro de distancia de esta. Inclusive así, su cuerpo no podía acabar de confiar simplemente en el ser que tantas veces intentó matarlos a ella y a Inuyasha, su cuerpo se estremeció mientras comenzaba a sudar frío, y ella supo que él podía oler su miedo.

    Cuando su señor finalmente ingresó por completo a la habitación luego de lo que parecieron horas, los dos guardias cerraron las puertas lentamente con la reverencia aún persistente. Con un ruido sordo y un click, Kagome sintió con si los guardias fueran los porteros encargados de resguardar a un criminal, y Sesshomaru, el verdugo.

    Su mirada en la suya la hizo estremecerse. Sus ojos ardían con vida propia mientras estaban prendidos a ella, pero no ardían de sentimientos, ni por alguna razón en particular, ellos solamente eran tan fríos que quemaban, le quemaban el alma, y la hacían querer huir. Pero eso no pasaría, ella ni siquiera lo intentaría, porque nadie escapa del gran Lord Sesshomaru.

    —Detén tu irritante lloriqueo, sacerdotisa...—Su voz, sedosa y profunda, y presagio de tantos desastres, le provocó un fuerte estremecimiento, al sentir las frías manos de la muerte acariciarla mientras lo escuchaba. Un frío desgarrador recorrió su cuerpo cuando cayó en cuenta de algo impactante, hubiera hiperventilado si el demonio no hubiera hablado una vez más.— … y explícate.

    —¿Yo morí, Sesshomaru?—Su voz y sus ojos temblaban al ritmo de su pánico, mientras sus manos apretaban las mojadas sabanas hasta el punto que sus nudillos quedaron completamente blancos.— Por favor, dime. Debes decirme… debes decirme si Inuyasha me mató.

    Sus desesperadas súplicas, susurradas en un velo de dolor y sufrida resignación, no fueron contestadas con palabras, pero lo sintió como el más ruidoso y desgarrador grito, como el aullido de un lobo solitario, como el furibundo llanto de una sirena al ser rechazada. La prístina mano de largos y elegantes dedos coronados por delicadas y mortales garras, se había posado firmemente en la empuñadura de la heredada espada del demonio. Tenseiga le había devuelto la vida, vida que su amado Inuyasha le había arrebatado.

    Bajó su mirada a sus palpitantes piernas, con los ojos nublado, muertos, y con su mente muy lejos de su cuerpo. No sabía si para distraerse, o por curiosidad que sabía Sesshomaru no iba a satisfacer, se puso a imaginar en cómo había acabado allí luego de que el demonio la salvará. Luego de que el demonio la levantara de su charco de sangre y miseria él había emprendido vuelo en dirección a su castillo, él probablemente llegó al castillo con su moribundo cuerpo en brazos, la puso en la cama aún sangrando, y esperó a que lo inevitable sucediera, cuando de su cuerpo escapó el último suspiro, el elegante vaivén de Tenseiga había evitado que los molestos diablillos se llevasen su alma, con el trabajo acabado, Sesshomaru probablemente se hubiera ido a hacer sus cosas esperando que ella se despertara a aliviar sus dudas. Por la sensación entumecida de su cuerpo, asumió que habían pasado ya un par de días desde su ataque.

    Cuando la fulminante mirada de Sesshomaru se volvió casi palpable en su perfil, su turbulenta mente repentinamente recordó que no había contestado a una de sus exigencias “explícate.”

    Con un suspiro de tristeza y resignación, volteo su cabeza en dirección de su salvador, con sus ojos del color de las aguas calmadas, igual de azul e igual de inundado, en lágrimas de dolor y de pérdida. Respirando profundamente para tomar valor, comenzó su historia.

    —Todo sucedió muy rápido, no sé muy bien qué pasó, sinceramente no creo que pueda darte muchas respuestas, pero lo intentaré.

    <<Inuyasha se había estado comportando extraño desde hacía un par de días, no creí que fuera algo muy importante, solo asumí que era por la cercanía a la luna nueva,el aniversario de la muerte de Kikyou se acercaba también, así que solo dejé pasar su actitud… probablemente no debería haberlo hecho.

    <<Él era más grosero, agresivo, parecía que perdía el control de sí mismo y sus emociones cada vez más seguido, incluso me insultaba más y golpeaba más fuerte a Shippo cuando él lo molestaba.

    <<Esa mañana volvía del bosque luego de recoger unas hierbas para la anciana Kaede y pasar un tiempo sentada a los pies del Goshinboku. También había ido por una vino de agua al río, quería intentar hacerle yo misma ramen a Inuyasha, a ver si eso lo animaba un poco.>>

    Con un suspiro inestable, limpió un par de lágrimas que habían caído de sus ojos mientras relataba su historia con sus temblorosas manos. Tomó un par de respiraciones profundas para recobrar el valor bajo la intensa mirada del demonio, y continuó su relato.

    <<Caminé por el bosque de vuelta a la aldea, recuerdo que iba sonriendo y reía cada vez que algún pequeño animal se me acercaba, pero en el momento en que los árboles acabaron y la aldea estuvo a la vista, sentí que algo andaba mal. Sentía mi interior estremecerse, mis huesos y mi alma temblaban con una repulsiva sensación, un grotesco sentimiento de incertidumbre y pánico, así que corrí, corrí en dirección a mi cabaña.

    << Cada paso que daba se sentía como correr en un pantano, con los pies enterrándose en el barro y haciéndome sentir como en cámara lenta, sumergiéndome cada vez más en una espesa niebla de terror. Cuando llegué a mi hogar, pude escuchar el sonido de goteo, de rasgado y de dientes chocando entre ellos.

    <<Yo conocía ese sonido. A veces, cuando se sentía abrumado, Inuyasha saldría y casaría algún animal, para luego encerrarse en mi cabaña a devorarlo crudo, aliviándose luego de ceder a los impulsos de sus instintos. Pero esta vez era diferente, yo lo sabía, podía sentirlo.

    <<Abrí la puerta lentamente, con miedo y sin querer hacerlo realmente. Dentro de mí, sabía que lo que me esperaba detrás de la puerta me rompería el alma, y lo hizo.>>

    Puso sus manos en su boca, temblando y sollozando descontroladamente. Podía sentir a Sesshomaru viéndola, insensiblemente intentando apresurarla a terminar la historia, pero no podía hacerlo, su mirada no era ni cerca tan horrible como lo que sus ojos vislumbraron detrás de su puerta.

    Lloraba histéricamente, mientras veía la cama y la sangre con ojos enloquecidos a través de los temblorosos dedos que cubrían ahora la parte superior de su rostro. Mientras las lágrimas caían y los sollozos se mezclaban con su hiperventilación, el demonio parecía haber perdido la paciencia. A través de sus frenéticos pensamientos pudo sentir su ominosa presencia muy cerca del borde de la cama, muy cerca de ella.

    Cuando Sesshomaru exigió insensiblemente que continuará, algo en ella explotó, ira, angustia o algo más, que la obligó a soltar el resto de la historia como un torbellino.

    —¡Shippo! ¡Él lo mató! ¡Ese monstruo asesinó a mi bebé! Lo tenía en sus manos. Su carita… oh, su pequeña carita se arrugaba de pánico, con una fija expresión en su rostro. ¡Oh, mi pequeño Shippo! Cuando él le arrebató su vida él estaba gritando, lloraba… ¡le dolía! ¡Ese monstruo lo hizo sufrir, lo torturó!

    Antes de poder seguir hablando, se colocó en posición fetal, llorando y gritando aún, con los ojos sumamente abiertos y desesperados.

    —Mi pequeño bebé tenía todo su cuerpo lleno de sangre, y una herida grande y profunda en su estomaguito. ¡Y él! ¡Él lo tenía en sus garras, con la boca llena de sangre! Él… él… ¡se lo estaba comiendo! Oh, por dios. Shippo… mi bebé, mi pequeño Shippo…

    Mientras abrazaba sus piernas enterró su rostro entre sus rodillas, sollozando desconsoladamente. Su corazón y su alma sufrían por la pérdida de su hijo, de una manera tan horrible y en manos de alguien a quien alguna vez amó tan profundamente.

    Estuvo así durante minutos, horas, ya no lo sabía, esperando que el demonio volviera a insistir con su insistente mirada que continuará su historia, pero él no lo hizo, o tal vez debido a la bruma de sus sentimiento él sí lo estaba haciendo pero ella no lo sentía.

    Un tiempo después, si bien no se calmó, sus lágrimas se detuvieron, mientras sus sollozos se convirtieron en ligeros lamentos, ya más controlables. Con la cara húmeda e hinchada, y los ojos doloridos, volteo su rostro al demonio a su lado, con su interior tan entumecido que se sentía apática.

    —Luego de eso grité, y él me vio. Tenía el rostro y los brazos llenos de pelo plateado, y su rostro se veía casi como el tuyo cuando tomas tu forma de demonio. Lanzó a Shippo contra la pared del fondo y aulló. Yo corrí hacia el bosque intentando escapar, y él me persiguió. Detrás de mí escuchaba gritos, entre ellos los de mis amigos y una de sus hijas, una de las gemelas, y luego de eso sonidos de garras cortando carne, más gritos, y luego silencio. Yo seguía corriendo. Y hasta que me encontraste nada más pasó.

    Estiró sus piernas, inconsciente del dolor que esta acción le provocaba, y puso sus manos sobre las rodillas, mientras jugaba con sus rojos dedos sobre ellas. Podía sentir al demonio mirarla, estudiando y evaluando su persona.

    —¿Por qué hizo eso Inuyasha? ¿Qué le pasó, Sesshomaru?— Preguntó sin mirarlo. —Yo lo conozco, él jamás haría algo así.

    —No lo hizo.

    La respuesta la sorprendió, tal vez por lo que dijo, tal vez por el simple hecho de que el por demoníaco se había molestado en contestar. Levantó su misa de sus manos, pero no lo miró, centró su vista en la pared frente a ella, y espero a que el demonio de explicará a sí mismo.

    —Fue su bestia, o al menos algo que se le parece.— Continuó el demonio.— Si bien la bestia de un demonio es aquel ser instintivo que se hace cargo del cuerpo del demonio cuando esté pierde el control, es parte del mismo demonio, son uno y el mismo.

    Sesshomaru se cruzó de brazos y, por primera vez desde que las puertas se cerraron, dejó de mirarla, optando por observar el paisaje en el que se adentraba la noche, pero la luna no despertaba.

    —En el caso de Inuyasha, su bestia es diferente. Él en sí mismo es mitad humano, y mitad bestia, más que mitad demonio. Debido a la falta de una conciencia demoníaca con la función de maestro de la bestia, está ha estado consumiendo su lado humano lentamente a través del tiempo, haciéndose cada vez más y más dominante, hasta llegar al punto que alcanzó ese día. Ser puramente una bestia sin maestro. Un ser sin control que se guía por el hambre y la sed de sangre que su lado humano ha estado reprimiendo, ni dominando ni controlando.

    La habitación de repente se sumió en un espeso, pesado silencio. Ninguno miraba al otro, ambos sumidos en sus pensamientos y preocupaciones.

    —¿Por qué me cuentas esto?— Preguntó la sacerdotisa, sin mirar a Sesshomaru aún.— Sé que yo te lo pregunté, pero sé que eso no significa nada para tí. Te podrías haber ido luego de que te contara lo que sé, pero no lo hiciste.

    Kagome sintió a Sesshomaru cambiar ligeramente su posición. Un movimiento imperceptible, pero con un posible profundo significado, escondiendo un secreto, un sentimiento. Tal vez, en un muy remoto caso, Sesshomaru se sentía nervioso por algo.

    —Lo sucedido fue responsabilidad de este Sesshomaru.— Eso le provocó a Kagome voltear el rostro y mirarlo, con los ojos grandes y sorprendidos.

    Sesshomaru se había volteado, y ahora lo único que llegaba a vislumbrar era su perfil cubierto por su plateado cabello, mientras él observaba el paisaje nocturno por la ventana de la habitación.

    —Controlar a los miembros de mentalidades frágiles, y con poco control sobre ellos mismos y su acciones, es responsabilidad del alfa de la su manada. Inuyasha, aunque muy a pesar de este Sesshomaru, era un miembro de mi manada. La responsabilidad de este Sesshomaru en las ocasiones en las que Inuyasha perdía el control, eran someter a su bestia, o eliminarlo si esto era imposible.

    —Por eso me ayudaste cuando Inuyasha perdió el control aquella vez. Cuando me dijiste que Tetsusaiga lo mantendría bajo control.

    —Eso es correcto.

    El silencio se apoderó de la habitación una vez más, mientras Sesshomaru veía la ventana, y Kagome a él.

    Kagome apartó la mirada, fijándose una vez más en sus sangrientas manos, y cuando estaba a un par de segundos de volver a caer en la apatía, la voz del demonio sonó con el canto de los ángeles, no por su aterciopelada voz, si no, por lo que él dijo. Con unas simples palabras, la vida de Kagome volvió a sus ojos, y su alma, finalmente, volvió a su cuerpo.

    —Este Sesshomaru conoce una manera de traer de vuelta a Inuyasha, tus amigos, y a tu cachorro. Tómalo como la redención de este.
     
    Última edición: 17 Enero 2017
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    Lucy Nyu

    Lucy Nyu Lectora y amante de las buenas historias ❤

    Aries
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    Por Dios! ¡Que crudo! ¡Pero muy bueno! Te juro que me lo imaginé todo y sentí el terror que Kagome pudo haber sentido al presenciar esa sangrienta escena. Has logrado captar (a mi parecer) la personalidad de Seshoumaru y logrado acoplar la historia original a tu historia, y mira que yo sí que amo leer fanfics en donde Sesho es igual a como lo creó Rumiko: callado, serio, estratega, frío, cruel, con compasión y amor escondido bajo la coraza de hielo... Me encanta. Y eso de que el cuarto es full blanco es tan Sesho (frío y hermoso). Igualmente, se me hace completamente lógico que Inu llegara a esa etapa de no poder controlar su mitad bestia aunque no me imagino aún la razón por la que llegó a eso. ¿Será por Kagome? ¿No la ama? ¿Pelearon y no pudo controlarse? ¿Celos? Yo que sé... Pero sí que quiero saberlo. ¡No me aguanto por el próximo capítulo! ¡Apúrate! Jajaja
     
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    Magichesh

    Magichesh MagiChesh!

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    @Lucy Nyu

    ¡Hola, y gracias por tu comentario!

    Primero que nada, que me digas que logré captar a Sesshomaru es probablemente el mejor cumplido que alguien me puede hacer, en serio lo amo y esperaba no arruinar ese frágil personaje (frágil, sí claro).

    Y segundo, lo de la "bestia": bueno, la razón es la que explica Sesshomaru. Inuyasha tiene una bestia, al igual que los demonios, pero no posee una n lado demoniaco que funcione como maestro de dicha bestia, razón por la cual él simplemente la retenía con Tetsusaiga y demás.

    Debido a esto, ella estuvo consumiendo lentamente su lado humano, pero desde la definitiva muerte de Kikyo, él ha estado muy frágil, y mentalmente vulnerable, cosa de la cuál su bestia se aprovechó, tomando control de su cuerpo y teniendo como resultado final el que se vé en la historia. Esta última parte iba en realidad como disfrazada en el capítulo, pero es solo parte de la razón, la razón principal se explicará en el siguiente capítulo. Nos vemos pronto, y espero haber aclarado cualquier duda.

    ¡Sayonara~!
     
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