Haikyuu!! La maldición de la gitana

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por MelodiaVal, 15 Enero 2018.

  1.  
    MelodiaVal

    MelodiaVal Noctambula

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    Título:
    La maldición de la gitana
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    4857
    ¡Hola! Tanto tiempo. Volví (?). Últimamente no estaba escribiendo nada por cuestiones de tiempo. Me desaparecí del foro también por colgada de la vida hiper ocupada cofcof, pero por fin puedo permitirme regresar. Ya no prometo estar eternamente aquí como siempre porque voy y vengo como las hojas al viento. Pero este lugarcito es mi hogar y siempre acabo por regresar cuando escribo (aunque también publico en otras plataformas, aviso por si me ven por allí), eso han de saberlo.

    Esta idea empezó como un one-shot que empecé a desarrollar hace tiempo y acabó por convertirse en una historia de tres partes. Es un escrito Asahi x Nishinoya o sea que es BL (Shonen ai), quedan advertidos por si no gustan del género. Aviso también que ya está terminada, así que no hay riesgo de abandono. Consejos y comentarios constructivos, como siempre, son más que bienvenidos. Sin más, los dejo con el primer capítulo ¡saludos!


    I. Primer encuentro

    Asahi siempre había sido un muchacho bastante supersticioso, alguien con respeto a todas esas cosas que podrían catalogarse como “sobrenaturales”. El asunto de la magia le parecía algo poco común en relación a la época en la que vivía, pero no por ello el muchacho le tenía menos miedo a lo que podía ocurrir por inmiscuirse demasiado en el asunto, estando convencido de que no era correcto arriesgarse a jugar con esas cosas. Después de todo, si no había certezas de que representara un peligro real, lo más correcto sería tener cuidado ¿verdad?

    A Nishinoya esto no parecía importarle demasiado. El muchacho, siempre tan enérgico y curioso, no podía simplemente ignorar algo tan maravilloso. Claro que tampoco le temía. A diferencia de Asahi, a Yü la magia le encantaba, le intrigaba y le producía deseos de arrimarse tanto a ella como pudiera en cuanto se daba la oportunidad. No era la clase de persona que buscaría un libro de hechicería para intentar hacer un ritual complejo, pero sí del tipo que no dudaría en pagar para que le leyeran la suerte.

    Quizá de no ser tan osado nada de lo que aconteció hubiera tenido lugar. Pero pensar en ello luego de la conclusión de la pequeña aventura de los muchachos, no se sabría definir si era bueno o malo.

    Se acercaba el cumpleaños de Kiyoko Shimizu y los miembros de Karasuno empezaron a planificar sus regalos con tiempo. Nishinoya, quien no sabía demasiado de mujeres, se encontraba en un aprieto al no saber qué regalarle, y luego de posponer demasiado el asunto, la tarde anterior al cumpleaños, se encontró parado durante el entrenamiento mirando de reojo a la muchacha con culpa. ¿Cómo era posible que precisamente él no fuera a regalarle nada? Tanaka le había dado algunas sugerencias como comprarle alguna prenda de ropa o algo por el estilo ¡pero no podía arriesgarse a equivocarse! ¿Qué pasaría si elegía un color que no le gustaba, o un talle que no le quedara? Nishinoya quería regalarle a Kiyoko algo que a ella le resultara bonito y con poco margen de meter la pata. Sin embargo, en su cabeza las posibilidades no fluían libremente a causa de la presión que lo tenía estresado a más no poder y hacía que todas las opciones parecieran malas.

    No reaccionó hasta que a su lado se posicionó Asahi, mirándolo con cierta preocupación. Este ya tenía su regalo; no se había rebuscado demasiado a la hora de hacerlo, supuso que un perfume le gustaría, idea que Tanaka también había sugerido al menudo líbero quien se había negado rotundamente al no saber cuál aroma le gustaría. El chico de cabellos castaños se perdió por un segundo en la mirada de preocupación de su compañero; no le gustaba ver a nadie en una situación de estrés y menos que menos a Noya, por quien guardaba un cariño demasiado especial.

    Asahi todavía no se lo admitía a sí mismo abiertamente, pero los sentimientos que tenía por el muchacho de cabello oscuro iban más allá que los de una simple amistad.

    —¿Te encuentras bien, Nishinoya? Luces distraído—dijo Asahi.
    —¡No se me ocurre nada para obsequiarle a Kiyoko-san! Ya todos han comprado su obsequio ¡y yo aún no me decido por nada!—Noya lucía frustrado, era un hecho que se sentía mal de no saber qué comprarle. Por su parte, Asahi desvió un poco la mirada tratando de ignorar esa sensación molesta que se le alojaba en la boca del estómago: celos.

    El entrenador Ukai dio el anuncio de que era hora de comenzar a guardar las cosas, la práctica había terminado y la desesperación de Nishinoya no hizo más que aumentar a toda velocidad. Ambos chicos se pusieron en marcha para ir a recoger las pelotas, manteniéndose Asahi cerca de Noya; a pesar de esos sentimientos extraños que le invadían, de todos modos quería ayudarlo con su obsequio, prefería involucrarse a verlo de mal humor, sobre todo porque sabía que si al final no se le ocurría nada acabaría por demás frustrado consigo mismo y él tendría que estar allí observando al muchacho de malas cuando era de las sensaciones más desagradables para la estrella de Karasuno.

    —Oye, escuché que hay una feria gitana en el parque. ¿Por qué no vamos y buscas alguna joya exótica o algo de eso para Kiyoko?
    —¿Una feria gitana?—los ojos de Noya estaban iluminados. Por un instante, olvidó las preocupaciones relativas al regalo a causa de la emoción, sorprendiendo un poco a Asahi.
    —Sí, creo que llegó ayer. Hay varios puestos, algunos espectáculos, patios de comidas... a lo mejor podríamos buscar el obsequio y ya de paso quedarnos y comer algo allí.

    Si bien Asahi había hecho la propuesta, la cara del mismo se puso ligeramente roja. Sintió algo de vergüenza de invitar al muchacho a lo que parecería ser una cita, de no ser porque eran dos amigos y además de ello, hombres. A veces el muchacho de cabello castaño olvidaba ciertos detalles de las personas que eran él y Noya, como el género o los gustos de cada uno. Sin embargo, esas cosas no era como si desanimaran al muchacho de cabello largo como para declinar su oferta, recibiendo una respuesta de Nishinoya mucho más eufórica de lo que hubiera esperado, realmente no imaginaba que al pequeño muchacho le pudiera hacer tanta ilusión una salida de esa clase. Asahi sintió felicidad y calidez en el pecho, estaba contento de que le aceptaran la propuesta con tanta emoción.

    —Genial. Terminemos con esto y vámonos—finalizó entonces, apresurándose en la tarea.


    Ambos chicos acabaron con sus quehaceres y fueron a los vestidores a cambiarse. El resto de los muchachos estaban allí, hablando de todo un poco, y Noya no tardó en incorporarse a la conversación comentándoles sobre la salida que harían con Asahi. Este otro, por su parte, sonreía con tranquilidad, al menos hasta que Noya empezó a extender más la explicación hasta abarcar por completo sus planes de quedarse a cenar juntos y demás.

    —Si no fueran mis amigos, diría que son una hermosa pareja de recién casados—molestaba Tanaka. El rostro de Asahi se encendió inmediatamente, más para su sorpresa, Yü lejos de molestarse simplemente rió colgándose de su brazo.
    —¿Quién no envidiaría una esposa como Asahi?

    Tanto Tanaka como Nishinoya rieron mientras Asahi tenía la cara completamente encendida. Una mirada pícara por parte de Daichi y Suga le hizo desviar la vista incómodamente a un costado y deseó que lo tragase la tierra en ese preciso momento.

    En realidad Asahi nunca había querido comentar con nadie esto que sentía por Noya, ni siquiera consigo mismo. No era como si le diera demasiadas vueltas a sus sentimientos, simplemente los ignoraba. A pesar de todo, hacía un tiempo que se sentía observado por los capitanes del equipo, quienes con cada mirada parecían atravesarlo por completo. Ambos chicos observaban a Asahi de tal manera que él no podía evitar pensar que ellos sabían algo de lo que pasaba su cabeza de cuando en cuando, puesto que tampoco era muy difícil adivinarlo si debía de ser sincero. Bastaba con ver la manera en la que el rematador miraba al menudo chico de cabellos negros: en sus ojos se escondía algo más que un simple aprecio de amigo, o un cariño especial. Lo que allí había era amor, un amor en bruto que aún no cobraba forma porque el mismo Asahi no se tomaba la molestia de dársela.

    Entre risas y bromas no demoraron demasiado en irse cada quien por su lado. Como el parque quedaba por el lado contrario al que tomaba el equipo, los muchachos se despidieron del resto apenas saliendo de la escuela. Empezaron a caminar y era evidente que Nishinoya iba mucho más animado que de la cuenta; si bien esto hacía sentir feliz a Asahi, también le provocaba cierta curiosidad.

    —¿A qué se debe tanta alegría? No pensé que te gustaran tanto este tipo de ferias.
    —Es que no es solo una feria ¡es una feria gitana!—Asahi arqueó una ceja con duda—. Esas ferias están llenas de secretos, brujerías y cosas muy geniales relativas a la suerte, la magia y todo eso ¡son muy interesantes! ¿Crees en la magia Asahi-san? ¿No crees que es súper?

    Los ojos del más chico brillaban mucho. La verdad era que si bien Asahi creía, no tenía una visión tan emocionante y divertida de la misma. El chico más alto sentía más bien respeto por la magia, un sentimiento que en realidad se mimetizaba fácilmente con el miedo.

    —Uh... pues, sí, creo en ella—confesó.
    —¡Es maravillosa! Y una feria gitana suena por demás divertida, ¡apuesto a que veremos cosas increíbles, lo siento aquí!—Nishinoya señaló efusivo su pecho con su pulgar. Asahi sonrió divertido.
    —Eso espero.
    Esto último lo dijo es castaño más para sí mismo que para su compañero.






    Nada más llegar a la feria, una exclamación de euforia nació desde muy adentro de Noya quien lucía como un niño en una dulcería. Asahi lo miraba divertido con las reacciones del mismo, viendo que esa preocupación y molestia que antes había estado haciendo mella en él parecían haber desaparecido por completo.

    —¡Asahi-san, vamos, vamos, no te quedes ahí como estatua!

    Noya tomó al muchacho más alto del brazo mientras este lo miraba sorprendido, dejándose jalar por el más enérgico de ambos. A veces Asahi sentía que su amigo era un huracán y él nada más que una simple hoja, siempre dejándose arrastrar sin la posibilidad de decidir ni mucho menos. Pero tampoco era como si eso le molestara, a Asahi le gustaba que las cosas fueran así, no solo porque estaba acostumbrado sino porque además se hallaba a sí mismo cómodo en esa posición, sonriendo con las mejillas tenuemente rosáceas en cuanto estas situaciones se daban de manera tan natural y espontánea.

    Ambos chicos recorrieron la feria de punta a punta entre risas y tonterías. Nishinoya halló un bonito collar con una piedra azul oscuro que pensó que le agradaría a Kiyoko-san, dispuesto a obsequiárselo al día siguiente. El sol se había escondido hacía ya bastante rato y ambos chicos andaban al amparo de la luna y los faroles de la feria deteniéndose en el sector de espectáculos para poder distraerse un poco antes de ir a cenar.

    Un hombre que bailaba con fuego los mantuvo absortos con su espectáculo durante un largo rato, era un bailarín maravilloso que dejaba a todo a su alrededor sorprendido, incluyendo a Asahi y Nishinoya que no prestaban atención a nada más.

    El momento se había tornado en uno de esos dignos de atesorar que a ambos hacía sentir bien por lo cálido de la situación. Estaban tan próximos que la presencia mutua se disfrutaba, aun si cada uno de los chicos tenía sus propias razones para sentirse bien en su propia cabeza. Nishinoya se sentía a gusto aferrándose al brazo de su compañero más grande, y Asahi amaba ese contacto con el chico, aún si le provocaba que el corazón le latiera con fuerza excesiva a causa de la emoción desencadenada.

    Todo fue maravilloso hasta que alguien chocó con ambos, cayendo al suelo de manera pesada, alertándolos inmediatamente. Allí, una mujer mayor se frotaba la cintura mientras se quejaba un poco, provocando una reacción de preocupación en Nishinoya y una de miedo en Asahi, puesto que la reconoció como una integrante de la comunidad gitana.

    No era que quisiera pecar de prejuicioso ni mucho menos, el castaño no era así, pero sintió un leve escalofrío de ver a la anciana en el suelo ya que había oído muchos cuentos sobre gitanas enfadadas, vengativas y rencorosas, que a veces podían ser demasiado crueles a la hora de saldar cuentas. El chico sintió algo de miedo puesto que el medio más utilizado según las malas lenguas era el mismo que a Nishinoya tanto le fascinaba; la magia y las famosas maldiciones.

    —¡Señora! ¿Se encuentra bien, se ha lastimado?—interrogó Noya entonces, ofreciéndose a ayudarla en lo que su compañero levantaba una pila de libros que se habían desperdigado por el suelo. Revisando entre ellos pudo ver varias ediciones de enciclopedias, libros de historia y algunos documentos bastante antiguos de dudosa procedencia e idioma.
    —Estoy bien... gracias por la ayuda— la anciana se sacudió la ropa mientras aceptaba la mano que le tendían. Seguidamente, tomó los libros que el chico más alto le estaba tendiendo.

    Es gracioso de mencionar, pero fue en ese momento —en el que los ojos de la gitana y los de Asahi se cruzaron—en el que las cosas terminaron por verse separadas en un antes y un después.

    —Muchas gracias joven. ¿Cuál es su nombre?—preguntó ella, dejando a ambos muchachos descolocados.
    —¿Mi... mi nombre?—repitió Asahi incrédulo. A él no le hacía chiste el interés y a Noya tampoco, pero por las razones equivocadas: estaba celoso de que le hicieran caso a Asahi y no a él, puesto que la mujer era la gitana bruja modelo de los libros y cuentos de fantasía que tanto le interesaban y llamaban la atención—. Soy... Azumane Asahi—murmuró.

    Le hubiera gustado decir que era un placer, o lo que fuera para no provocar a la mujer delante de él, pero era un hecho que el miedo lo traía paralizado y las palabras no parecían estar dispuestas a salir sin más. Asahi se encontraba aterrado y esto en realidad hizo que la gitana se regodeara de gusto; se sentía bien de saber que tenía poder por encima de él, provocando que sus rodillas temblaran de manera antinatural como si fueran a quebrarse en cualquier momento.

    No era como si la anciana fuera una mala mujer, no hay que confundirnos. Ella simplemente se estaba divirtiendo con sus reacciones, lo que no quitaba que la verdadera razón de dirigirse al muchacho era lo que había visto en el fondo de sus temerosos ojos: una esperanza difusa y un deseo tan intenso como las llamas del Sol que le quemaban la piel de solo observarlo directamente. <<¡Qué maravilla!>>.

    Asahi guardaba dentro suyo un anhelo sin forma, pero tan vívido y potente que hacía estremecer a la señora ante la posibilidad de un humano pudiera sentir así. En ese deseo no había resquicio de maldad, no había nada negativo. Era un sentimiento tan claro y puro como el agua, diferente a lo que la mayoría de las personas sentían en esa época en la que la profundidad se había perdido. Asahi era un diamante en bruto y en su interior guardaba un amor tan perfecto y único que era difícil de emular. Esto hizo que la anciana se sintiera ligeramente enfadada con el castaño ¿por qué no lo dejaba salir, por qué no le permitía obtener una forma concreta a esas cosas que bullían en su interior de manera constante?

    Ella sabía que no debería de interferir en esa clase de asuntos que no le correspondían, pero a su vez, tenía mucha curiosidad. En su cabeza colocó en una balanza sus acciones, y luego de pensar un poco, miró al muchacho de pelo negro que la observaba con cara de enfado desde el costado del chico más alto. Sonrió un poco en su dirección, haciéndolo estremecer.

    <<Sólo será un pequeño empujón>>.

    —Es usted un muchacho muy bien parecido. Su novio debe de sentirse muy afortunado de ser su pareja —comentó ella molestando. Asahi se sonrojó abruptamente, ahogándose con su propia saliva. La gitana sonrió victoriosa.
    —N-No... él... n-nosotros sólo somos amigos—tartamudeó Asahi tosiendo, mientras Noya le golpeaba la espalda con preocupación. A veces avergonzar a su amigo era tan sencillo...
    —Oh. Vaya. Qué lástima. Veo en ambos algo que me hace sonreír... se nota que son muy unidos ¿me equivoco? —volvió a preguntar.
    —¡Claro que lo somos! Asahi-san es la mejor persona del mundo y siempre está ahí para mí, ¡es imposible no ser unidos cuando él es tan genial!

    Noya parecía ignorar completamente la connotación que tenían las palabras de la mujer delante suyo. Por su parte, Asahi sentía el corazón latirle desbocado de los nervios, mientras se preguntaba si realmente Nishinoya era indiferente a lo que la mujer acababa de sugerirle, o si era tan buen actor como para disimular que le importaba.

    —Veo —dijo la anciana mientras sonreía—. Es bello. Realmente bello. Es lindo ver relaciones tan fuertes entre los jóvenes. Hoy día las personas ya no valoran ese tipo de cosas. La gente vive apurada, inmersa en su egoísmo... nadie se toma la molestia de forjar uniones tan profundas como la que ustedes muestran. Son un par de amigos realmente afortunados.

    Para Asahi, la palabra “amigos” le había sabido maliciosa. No quería creer en ello ni mucho menos pensarlo por miedo a que la mujer mirara a través de él, pero ¿acaso se estaba burlando de ellos?

    —Me pone muy feliz conocer gente tan interesante, ¡déjenme hacerles un obsequio!

    Dejando los libros en el suelo otra vez, ella sacó unas tarjetas de su bolsillo. Eran cupones para una sesión de adivinación gratis, indicando el número de tienda en el que ella se encontraba dentro de la feria.

    —Me alegraron el día, así que pueden visitarme cuando gusten para que les devuelva el favor. Me honra mucho de habérmelos cruzado. Espero que sean conscientes de la hermosa relación que poseen y de los sentimientos que guardan dentro suyo: hay que ser honesto con uno mismo—deseó y aconsejó con un entusiasmo casi infantil, mientras juntaba sus manos en un ademán alegre—. Después de todo, no hay que olvidarse que todo en esta vida es efímero. De un día para otro, lo que más te importa puede llegar a desaparecer sin permitirte segundas oportunidades para nada. No me gustaría que eso pasara sin haber tenido oportunidad de darles el correspondiente mérito por lo que lograron. Realmente son personas muy hermosas —mencionó como quien no quiere la cosa.

    La cara de Asahi estaba tan roja que parecía que sus vasos se reventarían en cualquier momento. Noya, por su parte, pareció no entender nada de lo que la anciana le había dicho, más que el que había obtenido una sesión gratuita de adivinación, por ser tan buen amigo de Asahi. Las rodillas de Asahi temblaban como si en cualquier momento fuera a caerse, pero la rigidez de sus músculos y su cuerpo en general, no se lo permitieron y lo mantuvieron parado y tenso a la espera de lo que fuese que fuera a suceder.

    La manera tan misteriosa de hablar de la mujer, las preguntas personales, y esas cosas que había dicho al final sobre lo efímero de la vida y la honestidad con uno mismo de manera tan corriente como quien está hablando del clima, habían conseguido preocuparlo, haciendo que no pudiera evitar sentirse incómodo; ¿a qué venía la conversación? ¿Por qué el repentino interés en ellos? ¿A qué se debían esas acotaciones?

    Con los nervios a flor de piel, observó a la anciana levantar los libros que había dejado en el suelo mientras les sonreía con una amabilidad que a él le producía escalofríos. Cuando tuvo todo en sus brazos, volvió a hablarles.

    —Debo irme ya. Les agradezco su tiempo. Cuando llegas a esta edad nadie quiere escuchar las tonterías que tienes para decir —rió de manera cantarina—. Espero que nos veamos pronto ¡mucha suerte en su destino! —sentenció, antes de marcharse mientras Asahi se quedaba observando la tarjeta con incredulidad, y Noya la saludaba entusiasmado gritándole “gracias”.

    Asahi todavía no era capaz de comprender del todo lo que pasó, pero si había algo que sabía era que la situación en general le producía muy mala espina.

    Mirando a Nishinoya entendió que este, por su parte, había quedado más que encantado, y se sintió culpable por estar tan preocupado por el encuentro con la vieja gitana de instantes antes.

    Sus palabras no dejaban de dar vueltas dentro de su cabeza, mientras trataba de preguntarse si realmente había un significado detrás de ella o si en efecto, eran simples tonterías de anciana. Una parte de él, quería creer que la mujer simplemente tenía ganas de charlar debido a que era muy vieja y tal y como había mencionado, a la gente mayor raramente se la escuchaba cuando esta quería conversar. La otra parte, sin embargo, no dejaba de creer que era muy ingenuo pensar que lo que había ocurrido no significaba nada.

    Después de todo, Asahi no dejaba de creer que no por nada se decía lo que se decía de las viejas ferias gitanas. Todo rumor tiene un punto de partida. Y él tenía miedo de cuál sería el de este.






    Nishinoya despertó esa mañana con una extraña sensación recorriéndole la piel, como si un escalofrío muy sutil se le estuviese paseando por el cuerpo, molestándolo y haciéndolo sentir nervioso. Tenía un leve hormigueo en sus extremidades mientras algo en su cuerpo estaba inquieto, pero no se alarmó, hasta que finalmente abrió los ojos y se dio con la sorpresa de que no se encontraba en su habitación, sino en un sitio completamente diferente al que hubiera visto nunca antes.

    Debido al sueño que lo mantenía aletargado, demoró unos instantes en reaccionar, hasta que entendió que el lugar en el que estaba era un cuarto completamente blanco, con su cama de siempre y una única puerta. En cuanto por fin tomó consciencia de lo que estaba viendo, profirió un grito de terror enérgico, y con los nervios a flor de piel, se aproximó a la puerta para abrirla con desesperación, temeroso a que no quisiera ceder y se hallara encerrado como en alguna especie de película de terror.

    Afortunadamente, la puerta abrió sin esfuerzos, y detrás de la misma se encontró con el pasillo de su casa de siempre. Respiró de manera agitada tratando de percibir cualquier cambio en el sitio, pero todo lucía completamente igual, y empezó a cuestionarse si no estaría loco y todo habría sido un simple sueño.

    Volteó para mirar de nuevo hacia dentro del cuarto del que acababa de salir, y se sobresaltó al darse cuenta de que la habitación en la que había despertado, ya no se encontraba allí, siendo reemplazada repentinamente con una oficina. Si el cuarto en blanco en el que había despertado había sido un sueño, eso significaba que este no había terminado, puesto que al adentrarse a revisar Noya se encontró con un computador, papeles, certificados y diplomas de su padre, así como fotografías de él con su madre, y con el resto de su familia.

    El único que no aparecía en las fotos era él. Eso le provocó un retorcijón de estómago.

    Nishinoya pasó saliva y entonces se fue hacia el baño. Se lavó la cara y se espabiló, para luego mirarse al espejo tratando de calmarse: se veía igual que todas las mañanas, todo parecía bien, una secuencia perfectamente rutinaria, sin nada extraño de por medio.

    No pudo resistir entonces el impulso de observar el portacepillos de dientes, empalideciendo al darse cuenta de que allí solamente había dos, y ninguno era el de él. Para ese entonces el pánico ya había empezado a carcomerlo, haciendo que el momento de salir del baño y dirigirse a la cocina con intenciones de verificar que toda esta locura no era más que una broma de subconsciente, fuera el momento más tenso que recordaba, opacando incluso los torneos de vóleibol más recientes, en los que pensó que jamás se sentiría más nervioso en su vida.

    Parado en el umbral de la cocina, vio a sus padres bebiendo café tranquilamente. Su padre leía el periódico y su madre revisaba su teléfono: era una escena corriente, pero el miedo en Nishinoya lo estaba haciendo sudar frío.

    Demoró lo suyo antes de poder desenredar su garganta. Sin embargo, en cuanto lo hizo y pudo armarse de suficiente valor, acabó por hablar en tono alto, con la clara intención de llamar la atención, rompiendo con ese frío y silencioso ambiente que reinaba en el lugar.

    —¡Mamá, papá!

    Pero su alma se cayó a sus pies cuando se dio cuenta de que sus padres no habían dejado de hacer lo suyo, ignorándolo completamente. Como si realmente no estuviera allí. Como si en serio no existiera.

    Noya negó con la cabeza mientras sentía que, otra vez, se le cerraba la garganta. El pánico bailoteaba en sus pupilas temblorosas, y no pudo evitar acercarse a sus padres y tratar de tocarlos, haciendo contacto con ellos pero siendo incapaz de moverlos, como si fueran estatuas, como si ambos estuvieran parados en posiciones en las que uno era incapaz de percibir el contacto del otro.

    La impotencia se estaba volviendo insoportable, y luego de constantes intentos de tocarlos, terminó frustrado mientras profería un grito de ira.

    Tenía que pensar en otra cosa. Tenía que hacerlo. ¡Era imposible que sus padres no fueran capaces de verlo! Y de manera impulsiva, pensó que, si derramaba el café de ellos, a lo mejor entendieran que se encontraba allí y que quería que lo notaran con desesperación.

    Sonaba a una buena idea, hasta que se dio con que no podía mover tampoco la taza en sus manos.

    Se preguntó entonces por qué había podido tocar la llave del baño, pero no ahora la taza con la que interactuaban sus padres, y entonces decidió probar yendo tomando un plato que había en la alacena, para lanzarlo contra el suelo con todas sus fuerzas, haciendo que su presencia fuera imposible de ignorar.

    El plato se estrelló reventándose en cientos de pedazos, pero cuando Noya miró a sus padres esperanzados, se dio cuenta de que ellos no se habían percatado de absolutamente nada. Como si realmente no hubieran escuchado el ruido, o visto la secuencia de apertura de la alacena y rotura del plato.

    Para cuando Noya se volteó, se dio con que el plato ya no estaba en el piso, y retrocedió chocándose con el borde de la mesada. Con prisas, abrió la alacena, y entonces verificó que, en efecto, todos los platos que habían en la casa se encontraban nuevamente allí, como si el accidente jamás hubiera sucedido.

    <<Esto tiene que ser un sueño. Necesito mantener la calma. Si me desespero no lograré nada. ¡Necesito mantener la calma!>>

    Pero la calma lo había abandonado hacía bastante rato atrás, cuando empezó a hiperventilar intentando comprender qué era lo que estaba pasando. Nada de lo que tratara de auto convencerse le servía de nada en ese momento. La racionalidad lo había abandonado desde el momento en que toda esa locura había comenzado, y sin saber qué hacer, simplemente salió corriendo de su casa hasta la calle mientras gritaba con fuerzas.

    —¡¿Alguien me escucha?! ¡¿Alguien me ve?! ¡Por favor! —gritó una y otra vez de forma potente.

    De haber sido otra la ocasión, probablemente se hubiera provocado una agitación entre las aves que estaban posadas en los árboles próximos. La gente hubiera volteado a verlo: un chico con pijama gritando como loco. Pero todo seguía su curso como si Noya realmente no estuviera allí, y eso no hacía más que provocarle una impotencia que terminaría por hacerlo llorar en cualquier momento.

    —Esto tiene que ser una broma... ¡Una enorme broma que me tendieron todos! —se molestó.

    Pero él sabía que no era cierto. Que era imposible que fuera una simple broma. Y eso hacía que se agitara mientras el pecho le dolía de la desesperación, del miedo, ¡no podía haber simplemente desaparecido! ¡Él estaba ahí, él podía tocarse a sí mismo, podía hablar, todavía respiraba!

    Los ojos se le llenaron de agua mientras trataba de contener el impulso de llorar. No entendía nada y sentía que el mundo se le había caído a los pies. El pánico que sentía era inexplicable, pero un resquicio de esperanzas llegó a sus oídos en el momento justo, cuando pensó que todo ya estaba completamente perdido. Esa misma sensación conocida en la que siempre se refugiaba cuando las cosas andaban mal, pero que ahora le aterraba por el simple hecho de que estaba olvidando una cosa: él no existía. Aun si se estaba volviendo loco en la paradoja que eso implicaba, sus sentimientos de fe no se terminaban de extinguir.
     
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    Me siento tonta porque no sabía que podía escribir BL D: (?)

    Que va, me intriga el fic. Hace mucho tiempo vi Haikyuu!!, pero todavía me acuerdo de ellos como si se tratara de la palma de mi mano <\3

    El primer capítulo me tiene inmersa de momento, el que se crucen una gitana me parece entretenido, lo que les ha dicho ha dado en el clavo, pero presiento que el par son un poco despistados -Oh bueno, uno de ellos (?) -.

    Ahora, Noya, quién al parecer está en una clase de sueño dónde el no existe (?)
    Presiento que en él algo pasará y no se, quizá se de cuenta de algo que puede llegar a sentir por "equis" persona ><

    En cuanto a ortografía y demás, esta muy bien, pero aquí hay un dedazo :0
    lo dijo el castaño ¿Verdad? :3

    Lo demás esta muy bien, espero conti (???)
    Saludos ~
     
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    Gracias por pasarte linda <3 no usé la etiqueta de BL porque quería dejar la de Haikyuu!! pero me aseguré de poner notoria la advertencia >u<. Me alegra que te gustara el escrito y que te resultara atrapante <3 En efecto, quería hacer que se notara el despiste y en realidad admito que esta idea desarrollada tiene tintes de una novela que no voy a mencionar porque mencionarla puede avispar a quien la haya leído (y no, no tiene que ver con la trama en sí xD).

    En el próximo capítulo se verá más sobre lo que está pasando Noya. He de decir que es entretenido leer lo que puedes llegar a pensar y me da emoción pensar en como te tomarás el próximo capítulo xD.

    Gracias por advertirme lo del dedazo, así lo corrijo con tiempo ;u; revisé la historia dos veces pero siempre algo se me salta >3< en efecto, era "el" jajaja.

    Gracias de nuevo por pasar bella *-* te espero en la conti entonces, un besote enorme <3 (perdón por tardar tanto en responder xD vida atareada)
     
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    II. La maldición


    —¡Asahi-san! ¡Vamos, sólo estaba bromeando!

    Noya volteó nada más reconocer la voz de Tanaka en la lejanía, y sin siquiera pensarlo, se acercó corriendo hacia la esquina de dónde provenía. Allí pudo divisar a Daichi, Suga, Tanaka y Asahi caminando con el uniforme escolar. Noya ni siquiera tenía consciencia de qué horas eran por aquel entonces, pero no le importaba puesto que le bastó escuchar el nombre de Asahi para restaurar su fe en que todo saldría bien.

    Cuando las cosas se ponían difíciles, siempre era Asahi quien estaba ahí para acompañarlo. A pesar de ser un grandote miedoso y de que Nishinoya siempre fuera el que tomaba las riendas de las situaciones difíciles dándole ánimo para las cosas, lo cierto es que, si Asahi no estuviera ahí para aplacarlo con su presencia tan tranquilizante, Noya no sería una persona lo suficientemente competente en lo que respecta a la vida en general.

    Aunque no lo aparentara, los nervios del chico eran difíciles de controlar y él mismo era consciente de ello, aunque no lo quisiera admitir. Por eso siempre estaba pegado a Asahi, quien le transmitía la suficiente fuerza y tranquilidad para hacer lo que se propusiera.

    Nishinoya y Asahi pasaban por una simbiosis en la cual ambos retroalimentaban lo mejor del otro beneficiándose mutuamente. Cuando estaban separados, sus características se veían desmejoradas, y si bien se lo habían dicho durante el juego, ninguno de los dos era totalmente consciente de que este hecho era aplicable a todo momento de su vida que compartieran o en su defecto, que dejaran de compartir.

    —No me parece gracioso, Tanaka. Nada de esto —dijo Asahi, antes de voltearse a Daichi y Suga que lo miraban con preocupación.
    —Lo sentimos Asahi, pero es que en serio, no sabemos de quien estás hablando. ¿Cuándo ha habido un Nishinoya en el club? —interrogó Daichi.
    —¡Desde el año pasado! ¡Yü es nuestro líbero desde el año pasado! No me gusta este juego, chicos. Por favor, dejen de fingir.

    Las palabras de Asahi sonaban a súplica, pero sus tres compañeros solo pudieron mirarse entre ellos de manera silenciosa con rostros preocupados. Ninguno entendía nada y Noya, quien había observado el desarrollo de la escena desde su posición sin decir nada, se percató de que definitivamente, si Asahi todavía lo recordaba, entonces significaba que él había estado allí.

    Las dudas sobre su propia existencia que lo habían comenzado a asaltar desde el momento en que sus padres pasaron de él, se disiparon ligeramente. Sin embargo, la situación actual abrió la puerta a nuevas cuestiones: ¿por qué solo Asahi lo recordaba, a pesar de que evidentemente tampoco podía verlo? ¿Por qué el resto no parecía recordar nada de él? ¿Por qué a pesar de estar ahí, parecía ser incapaz de interferir en ninguna secuencia de la vida de las personas que conformaban su círculo? ¿Por qué todo rastro de su existencia había desaparecido, como si jamás hubiera siquiera nacido? ¿Cómo había pasado todo eso?

    —Asahi, hablando en serio. Nos estás preocupando —se atrevió a decir Sugawara finalmente—. Estás comportándote muy extraño. ¿Sucedió algo ayer en esa feria a la que fuiste?

    Y fue entonces cuando, con la velocidad de un rayo, volvió a la memoria la secuencia de la feria. <<La anciana...>> pensó, al parecer al mismo tiempo que Asahi, quien abrió los ojos enormemente antes de retroceder un paso a causa de un momentáneo mareo que lo obligó a llevarse una mano a la frente.

    —¿Asahi-san? —interrogó Tanaka con preocupación.
    —Por supuesto. La gitana —murmuró más para sí mismo que para sus compañeros.

    Noya miró a Asahi con el pecho adolorido de darse cuenta que los ojos de su compañero se encontraban totalmente empañados. Parecía como si quisiera llorar, pero se estuviera conteniendo. Noya podía entenderlo, él mismo se sentía impotente de no poder hacer que el muchacho lo viera: lo estaban tratando de loco por acordarse de él. Era simplemente frustrante no poder aparecer delante de los muchachos para decirles que dejaran en paz a Asahi.

    A pesar de que era el más chico de los dos, Nishinoya muchas veces sentía que tenía que hacerse cargo de proteger a Asahi. Más allá de que el más grande cuidara de él en un sentido más bien físico, Noya se había atribuido la responsabilidad de hacerse cargo de su emocionalidad, por el simple hecho de que sentía que nadie jamás entendía a Asahi como lo hacía él, y le parecía una tontería dejar que nadie más, sobre todo si se trataba de alguien que no conocía lo suficiente a Asahi, intentara hacer algo por él estando allí presente la posibilidad de lastimarlo.

    Ahora que Noya no estaba, los ojos de Asahi cargados de dolor se mantuvieron empañados sin posibilidad de que él pudiera hacer nada al respecto.

    —¿Asahi? —volvió a preguntar Daichi con preocupación.

    Asahi simplemente regresó sobre sus pasos, encaminándose hacia su casa.

    —Lo siento. Tengo que irme —se excusó, y sin más, dejó solos a sus compañeros en la calle.
    Nishinoya caminó detrás de su amigo mientras trataba de seguirle el paso con sus cortas piernas. Asahi lucía preocupado, frustrado, pero, sobre todo, abatido. Como si realmente la desaparición de Noya implicara para él una pérdida tan grande como la que fue para Noya el darse cuenta de que repentinamente, no existía para el mundo.

    Demoraron un par de cuadras, pero Asahi no aminoró el paso, y nada más llegar, entró de manera veloz y se dirigió sin decir nada a su cuarto.

    —¿Asahi, eres tú?

    Nishinoya reconoció la voz de la madre de Asahi. Caminó hacia la sala en donde la misma se encontraba terminando de peinarse frente al espejo para salir al trabajo.

    —Sí mamá. Olvidé unos apuntes importantes —mintió torpemente Asahi, en lo que revolvía su habitación.

    Noya se apresuró a ir allí luego de comprobar que la madre de Asahi tampoco lo veía, y entonces encontró a este hurgando en los cajones. Noya miró el cuarto de su amigo con cosas tiradas por todas partes como nunca, y cuando escuchó una exclamación de parte del mismo, dirigió la vista hacia él y la tarjeta que yacía en sus manos: era la tarjeta que les había dejado de la gitana.

    Se sintió tonto al darse cuenta de que fue lo primero que debió de haber buscado, tal y como había hecho Asahi. Rebuscó en sus bolsillos, pero era inútil, se encontraba en pijamas, si la tarjeta había quedado en algún lado habría sido en la ropa con la que había asistido a la feria.

    Asahi guardó rápidamente la tarjeta en su bolsillo mientras contenía el aire por un instante. Noya lo miraba con preocupación mientras la aflicción de su amigo se sentía casi palpable, haciendo que no pudiera evitar sentirse contagiado del sentimiento de desolación, aunque sumado a la frustración de estar ahí presenciando todo sin poder hacer absolutamente nada.

    Asahi volvió a tomar sus cosas y en cuanto salió de su cuarto, el pequeño muchacho fue tras de él a paso veloz mientras notaba como la determinación brotaba de los poros de su compañero de equipo. Pocas veces lo había visto poner esa mirada y tenía que confesar que le producía una serie de extrañas emociones, aunque no precisamente malas.

    Es cierto, le preocupaba ver que Azumane estaba tan mortificado por su repentina desaparición, pero a su vez, no dejaba de pensar en que no entendía por qué se estaba tomando tan seriamente el que no estuviera más allí.

    Quizá fuera difícil de comparar teniendo en cuenta que nadie más podía verlo, produciendo que no supiera cómo reaccionarían los demás si recordaban quien era y el mundo repentinamente se hubiera olvidado. Pero no podía evitar pensar que nadie reaccionaría de manera tan alterada como Asahi, y eso le proporcionaba una sensación de calidez en el pecho que era imposible de explicar, se sentía como si quisiera sonreírle y abrazarlo en agradecimiento por estar tan atento y pendiente a él y a lo que sea que pudiera haberle sucedido.

    Por alguna razón, él siempre hacía que Nishinoya quisiera abrazarlo. Tsukishima había mencionado en ocasiones anteriores que hacer eso no solo era raro, sino también asqueroso y que podía resultar hasta molesto para Asahi. Noya por lo general ignoraba lo que decía su compañero, pero esa era una de las cosas en particular que lo dejaban pensando y siempre recordaba sus palabras cuando el impulso de aferrarse a Asahi le nacía, regulando su actitud de modo inconsciente.

    Noya no quería pensar que estaba haciéndole caso a alguien como Tsukishima, pero sí se preocupaba de lo que pensara Asahi. Sus caras rojas y la evidente incomodidad que levantaba en él a veces le hacían pensar que quizá estaba siendo demasiado desconsiderado y si bien a veces tomaba fuerzas para poder soltarlo, en otras, su egoísmo primaba y no hacía más que tratar de ignorar la idea de que pudiera estar incomodando a su amigo, quedándose agarrado de él como si de una garrapata se tratase.

    El chico quería poder abrazarlo ahora y volver a ver su cara roja, que siempre le había parecido la más adorable del mundo. Deseó poder rodearlo con sus brazos para quitar el gesto serio que tenía Asahi, pero tuvo que conformarse con correr a su lado mientras este se iba a toda prisa hacia el parque al que habían asistido el día anterior.








    —Bueno... —murmuró Asahi para sí mismo mientras pasaba saliva, parado en la entrada a la feria gitana.

    Nishinoya miró al chico mientras se daba perfecta cuenta de que una sensación de nerviosismo se había apoderado de él. Mientras había estado presente, jamás se había percatado de muchas cosas de Asahi que ahora veía por primera vez al no poder contactar con él y tener que limitarse a seguirlo y observarlo.

    Cuando se ponía nervioso, sus rodillas temblaban. Su frente sudaba en cuanto estaba preocupado haciendo que luciera con un tono perlado que lejos de parecerle desagradable, sentía que le proporcionaba masculinidad al pegarle uno que otro mechón suelto de cabello a su cara como cuando estaban entrenando. Su tono en general le parecía más pálido, quizá demasiado, como si en realidad cuando estaba a su lado su cara cambiara completamente ya que se tornaba un tanto más rosácea, a diferencia de ahora que había pasado del color trigueño a un tono blancuzco como el de alguien enfermo. Sus nudillos estaban apretados, como si buscara fuerza en sus puños que lo animaran a avanzar, en tanto sus ojos se veían firmes: estaba decidido a entrar aun si sus pies demoraron en reaccionar para poder acercarse a la zona de tiendas.

    El muchacho caminó con duda buscando el puesto siguiendo las indicaciones de la tarjeta. Le costó un poco debido a que era un tanto difícil seguir las direcciones dadas en un lugar que, para empezar, no era como si tuviera calles o veredas. Demorándose, mientras Nishinoya trataba de no separarse de él con miedo a perderlo y no poder encontrarlo más, Asahi terminó por visualizar a la anciana adentro de un puesto y por instante, se quedó parado mirando mientras con ojos enigmáticos, observaba la tienda.

    Noya no sabía qué estaría pensando su amigo, pero cuando este empezó a caminar a grandes zancadas hacia el local, simplemente lo siguió puesto que no quería ser dejado atrás.

    —Usted tiene que recordarlo —recriminó Asahi con la voz ahogada, luego de estampar la tarjeta que le había dado la gitana en la mesa de su respectivo puesto con menos fuerza de la que probablemente aparentaría. Noya, sin haber podido evitar percibir su tono, se acercó velozmente hacia su costado para poder verle la cara.

    Tanto la anciana como Nishinoya quedaron completamente descolocados, aunque por motivos diferentes. La mujer simplemente no se esperaba eso, en tanto Noya, por su parte, jamás había visto a Asahi actuar de esa manera y no pudo evitar sentirse anonadado.

    Por más tonto que pudiese sonar, el chico no se encontraba listo para encontrar a Asahi con los ojos vidriosos como si estuviese al borde del llanto.

    La anciana, que observaba incrédula al chico que tenía delante suyo hablándole de manera imponente, no pudo evitar clavar sus ojos momentáneamente en Nishinoya. Le costó, pero tuvo que disimular una sonrisa antes de volver a posar sus ojos en el muchacho que le hablaba, ignorando completamente la presencia de su amigo parado a su lado.

    —Disculpe, eso ha sido bastante poco educado jovencito —expresó la mujer—. ¿De qué debería acordarme, si se puede saber? —interrogó mientras lo miraba expectante a su respuesta.
    —¡De Noya! El chico bajito de cabellos negros que estaba ayer conmigo aquí en la feria.

    Asahi lucía desesperado al hablar, y su tono era difícil de controlar. Si bien a simple vista podía parecer amenazador, mientras más uno lo miraba podía entender que realmente lo que más destacaba de él no era un porte amenazante sino por el contrario, uno nervioso, aterrado, lleno de pánico y angustia.

    —Ah, sí, lo recuerdo bien —dijo ella con una sonrisa—. Es un muchachito muy apuesto. Me di cuenta que no soy la única que lo piensa —molestó riendo de manera juguetona, antes de que Asahi negara con la cabeza exageradamente y su rostro se pusiera rojo.
    —¿Por qué sólo usted y yo lo recordamos? Nadie... nadie... hoy simplemente desapareció. ¡Y nadie más parece recordarlo! ¿Qué está pasando, señora? Por favor, necesito saber qué es esto, a donde fue Nishinoya, por qué de repente nadie sabe quién es —imploró.

    La mujer colocó un gesto serio ante las palabras de Asahi mientras que Nishinoya, miraba sumamente atento la conversación. Las cosas que había dicho la anciana sobre él le habían resultado un tanto extrañas, pero pasó eso por alto debido a que había otra cosa que había llamado aún más poderosamente su atención: la cara roja de Asahi. ¿A qué se debía? ¿Por qué lucía así? No era como si hubiera pasado nada, ¿era acaso ira contenida? Lo hubiera ignorado de no ser porque la verdad, luego de analizarlo con cuidado, era que él nunca se ponía así con nadie, solamente lo hacía con él. ¿Por qué ahora lo hacía? ¿Por qué se notaba tanto?

    —Que gran problema —dijo ella entonces sin más.
    —¿Qué? ¿A qué se refiere, por qué es un gran problema?
    —Escucha joven... Azumane, ¿verdad? Lo que voy a decirte no es para nada fácil. Esto no te gustará, pero lamentablemente... son cosas que pasan. Y por más feo que sea decírtelo en una situación así, gran parte de lo sucedido no ha sido nada más que tu propia culpa.

    La cara de asombro que se plasmó en Asahi hizo que a Noya le naciera la imperiosa necesidad asesina de golpear a la anciana. Simplemente no pudo evitar la ira ¡¿cómo que era su culpa?! ¡Asahi no había hecho absolutamente nada! Él era la mejor persona que Nishinoya conocía y era imposible que realmente pudiera hacer nada como para perjudicarlo. Si realmente él tuvo que ver ¡lo más seguro es que fuera un error! Pero jamás aceptaría que Asahi hizo algo para dañarlo, nunca. Noya era consciente de que a veces era un tanto reticente a ver las cosas malas de Asahi, era una cuestión de que lo apreciaba y quería demasiado como para querer admitir nada que pudiera ser malo y proviniera de él, pero en esta ocasión estaba completamente seguro de que no había hecho nada ¿por qué pondría esa cara de ser así? ¿Por qué le rompería el corazón con esa expresión desolada si realmente hubiera querido hacer esto?

    —Yo no... no comprendo.
    —Azumane-san. Desde que lo vi me he dado cuenta de que había algo especial en usted. Es un muchacho sumamente noble, alguien bueno de verdad —fue diciendo la mujer—. Sin embargo, tienes un defecto demasiado grande. Y es que eres altamente cobarde.

    Eso era todo lo que Noya necesitaba para terminar por gritar furioso. Golpeó la mesa con impotencia mientras se paraba entre la anciana y Asahi, y acercándose a ella, pero sin obtener ninguna reacción de su parte, se puso a recriminarle sus palabras.

    —¡Asahi no es ningún cobarde, usted no sabe nada, nada! ¡Asahi es la mejor persona del mundo! ¡Es la persona más genial que conozco y es mucho más valiente de lo que usted nunca va a entender! ¡Anciana maleducada! ¡¿Cómo se atreve a decirle eso?!

    Nishinoya se quejaba abiertamente como si la mujer pudiera oírlo, sin sospechar que realmente esta lo hacía y debido a ello, una tenue sonrisa se pintó en sus labios. Le costó horrores disimular su expresión, pero contuvo el gesto mientras procuraba permanecer seria para los ojos de sus visitantes.

    —No quiero que pienses que soy grosera contigo. Pero sé que sabes que digo la verdad —expresó la mujer mientras se encogía un poco de hombros—. Creo que si hay alguien en este mundo que no sabe que guardas sentimientos románticos por tu amigo que te acompañaba ayer, este no es otro que él mismo, Azumane-san.

    De repente Nishinoya quedó mudo y se enderezó de golpe quedándose tieso. En espejo, Asahi reaccionó de modo parecido mientras su cara se ponía completamente roja y se atragantaba con su propia saliva, tratando de batallar contra la tos mientras los nervios empezaban a hacer de él un desastre de presentación.

    —¡¿Q-Qué?! ¿Cómo... cómo usted?
    —Destilas amor en tu mirada, jovencito. Destilas tanto amor que hay que ser ciego o tonto para no darse cuenta.

    Por un momento, la mirada de la mujer recayó en Noya. La cara de este se puso completamente roja ya que, si bien estaba convencido de que la anciana no podía verlo, por alguna razón sintió que lo estaba atacando.

    Asahi a pesar de ello no dijo nada y agachó la vista mientras intentaba digerir lo que la mujer había dicho. Noya no podía dejar de mirarlo como esperando alguna reacción enojada de su parte, pero lejos de eso, Asahi solo lucía todavía más afligido, como si las palabras de la mujer no fueran simples locuras de una vieja anciana. Como si ella realmente...

    —¿Qué... tiene que ver eso con esto? —se atrevió entonces a preguntar Asahi, mientras Nishinoya lo miraba helado.
    —Entonces ¿es verdad?

    Él guardó silencio por otro instante.

    —No comprendo la necesidad de preguntar eso si acaba de escupirme la respuesta en la cara —concluyó mientras se tapaba el rostro con una mano, sumamente avergonzado, antes de volver a hablar—. Pero ese no es el punto. ¿Qué es esto, por qué desapareció de la nada? Yo... yo sé que existió. Sino usted tampoco lo recordaría. ¿Cómo es posible que hoy simplemente ya no esté más y nadie recuerde su existencia?

    —Porque a las entidades de nuestro pueblo si hay algo que les disgusta demasiado, no es otra cosa que la cobardía al amar. Es ofensivo, una total falta de respeto amar con miedo—fue explicando, mientras trataba de acomodar lo que pretendía decir sobre la marcha—. Verá, joven Azumane, cuando la gente libre se la pasa amando tan intensamente durante tanto tiempo desde las sombras y nuestras entidades lo ven, ellas se enojan mucho. Usted lleva demasiado tiempo enamorado del chico del mechón rubio, y jamás ha tenido el valor de decirle las cosas. Cuando las entidades de nuestro pueblo vieron eso, ellas... se enojaron mucho con usted. Y consideraron que el castigo más apropiado sería mostrarle que el tiempo es igual es efímero que todo lo demás, y que las segundas oportunidades... a veces, simplemente, nunca van a llegar.

    Asahi estaba igual de mudo que Nishinoya, quien todavía tampoco podía terminar de creer todo lo que estaba pasando. El sobrecargo de información al que se estaba enfrentando era demasiado para él y apenas si llegaba a seguir el paso de todo lo que la mujer estaba tratando de explicar. Tenía la mente abombada entre todo lo que había dicho, pero si había una cosa que lo dejó pensando, no fue otra que su última frase de que las segundas oportunidades a veces simplemente nunca van a llegar.

    Nunca... no sonaba a un consejo. Le había erizado fuertemente la piel. Sonaba más bien a una sentencia.

    —Entonces... ¿Eso qué significa...? ¿Cómo puedo... cómo puedo regresar a Noya? —preguntó Asahi mientras su cuerpo temblaba y Nishinoya se acercaba a él queriendo tocarlo sin poder, frustrándose de como su mano si podía apoyarse en él pero no lo sentía, al igual que Asahi no sentía el contacto de Nishinoya.

    Y entonces la anciana simplemente negó con la cabeza.

    —Lo lamento —fue todo lo que pudo decir.

    Y de repente el mundo de Asahi se vino a sus pies, así como un par de lágrimas cayeron desde sus ojos hasta estrellarse contra el suelo. Nishinoya se quedó completamente paralizado mientras dentro suyo su mundo entero se tambaleaba y por un breve instante, fue como si el universo se detuviera en lo que ambos trataban de entender que les acababan de decir... que jamás volverían a verse. Que ya no existía una segunda oportunidad.
     
  5.  
    MelodiaVal

    MelodiaVal Noctambula

    Tauro
    Miembro desde:
    5 Agosto 2009
    Mensajes:
    664
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    La maldición de la gitana
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    3671
    III. Sentencia.

    Azumane se encontraba sentado en silencio bajo un árbol de un parque lejano a la feria. Las estrellas se encontraban en su cúspide, pero él tenía la vista nebulosa de tanto llorar y de la hinchazón de sus ojos.

    —Te amo, Yü —repitió una vez más, antes de volver a romper a llorar.

    Nada pasaba cuando lo repetía. Todo seguía igual. Él no iba a volver.

    Nishinoya por su parte, lloraba de espaldas a él. Sus ojos se mantenían fuertemente apretados puesto que la impotencia, el dolor y toda esa mezcla extraña de sentimientos que lo invadían luego de lo que se enteró en la tienda de la gitana, simplemente no tenían manera de homogeneizarse en su interior: se encontraban en completo caos.

    Y por si no fuera suficiente cargar con todo eso que se había enterado, también tenía que cargar con el dolor de haber visto como Asahi se volvía loco. El notar como se quebraba, como lloraba y como un par de enormes gitanos lo echaban de la feria golpeándolo como al enorme bebé que era.

    Asahi no sabía pelear, mucho menos defenderse. Era un tipo grande, pero de allí a saber cómo hacer daño o evitar que lo lastimaran había un paso enorme. Los rumores sobre él eran tan ridículos precisamente por eso, porque el chico era la persona más indefensa del mundo, aún con su colosal altura y su cara de persona seria y adulta.

    Nishinoya se sintió terriblemente mal de ver como se lo llevaban y no poder hacer nada al respecto, más que simplemente andar tras él como si de una sombra se tratase, hasta terminar en este lugar.

    No quería volver a casa, porque ya no tenía casa. No quería dejarlo solo, aun si de todos modos lo estaba. No sabía que más hacer, y la cantidad de cosas que surcaban su mente no lo ayudaban para nada, simplemente lo hacían sentir más conflictuado con todo esto y lo lastimaban más desde adentro.

    Una parte de él deseaba enojarse por el hecho de que algo como una confesión que nunca fue hubiera, literalmente, acabado con su vida. Era muy frustrante la idea de que algo tan tonto pudiera ser la razón para borrarlo del mapa. Por otro lado, tampoco el enojo que sentía en parte hacia Asahi estaba orientado a que por su culpa, hubiera desaparecido, sino que por el contrario, se sentía dolido porque Asahi jamás le hubiera dicho nada, no podía entender cómo era posible que durante tanto tiempo se hubiera guardado algo tan grande como eso y jamás, jamás se lo hubiera dicho.

    Y ahí se empezaba a meter en terreno peligroso.

    ¿Acaso Asahi no era su amigo? Noya siempre lo consideró su amigo y por eso consideraba importante el hecho de que no le hubiera dicho nada de lo que sentía por él. Por más absurdo que pudiera sonar, Nishinoya sentía que era importante que un amigo te hablara de que estaba enamorado de alguien, porque estar enamorado era algo importante para una persona, y un amigo era alguien con quien correspondía compartir cosas importantes, aun si la persona de la que estabas enamorado fuera ese mismo amigo, ¡una cosa no quitaba la otra!

    Noya estaba enojado de que Asahi no se hubiera atrevido a confesarse, pero una parte de él simplemente no dejaba de pensar que a su vez, quería entenderlo, porque quería justificar lo que sucedió y no quedarse simplemente con el hecho de que había sido un cobarde.

    El chico se encontraba dolido de que no le hubiera dicho nada, pero por otro lado, había muchas cosas que tener en cuenta. Nishinoya jamás le había hablado a Asahi sobre un enamoramiento real de alguien, solo de Kyoko-san, pero ella no era alguien que verdaderamente despertara amor en el muchacho, sino que solo era una chica guapa y nada más.

    Por otro lado, se preguntó si realmente él hubiera querido que Asahi le hablara sobre que estaba enamorado de alguien, ya que lo cierto es que desconocía cual pudo haber sido su reacción si el chico le contaba. Decidió imaginarse la secuencia y sorprendentemente, la idea de que Asahi le contara que estaba enamorado de alguien, lejos de lo que le había parecido en un principio, no le gustó para nada.

    Nishinoya se imaginó a Asahi atrás de alguna chica tal y como él solía hacer con Kyoko. Se imaginó a Asahi sonrojándose. Se lo imaginó yendo a casa con alguien más que no fueran los chicos del equipo y lo cierto es que nada, pero nada de lo que se había imaginado le hizo el más mínimo chiste.

    Pero es que por alguna razón, la sola idea de saber que esa persona de la cual Asahi estaba enamorado era él, le aliviaba enormemente. Porque no hubiera sabido cómo manejar el que se enamorara de alguien más. Podía sonar egoísta, pero Noya no quería perder las cosas que tenía con el muchacho y si a él le gustaba una chica, sabía que había cosas que dejarían de pasar simplemente porque eran cosas que él preferiría hacer con su pareja, o que correspondería hacer con su pareja. Eso de colgársele del brazo, estar hasta tarde mirando películas, las salidas a comer, pasear juntos por el parque, dormirse el uno encima del otro mientras estaban tomando el metro.

    Esas eran cosas que corresponderían que Asahi hiciera con su pareja. Y Noya no quería que las hiciera con nadie más que con él.

    Por otro lado, la connotación de la palabra “pareja” era sumamente amplia. Abarcaba muchas cosas que él mismo desconocía. Lo más básico y quizá lo más limitante en lo que tenía que ver con estar juntas dos personas, probablemente fueran las dos cuestiones más importantes de diferenciación entre un novio y un amigo: los besos y el sexo. Pero analizándolo con cuidado, a Yü le parecían cuestiones tan banales como las demás por el simple hecho de que ya nada era completamente determinante, habían muchos amigos, e incluso extraños que se besaban y tenían sexo, ¿qué diferencia había realmente entre ser un amigo y un novio así? Es cierto que el título quedaba lindo, pero tenía que haber algo más.

    Y ese algo más era el clásico sentimiento de amor romántico que Noya tan poco entendía.

    Mucha gente hablaba a menudo del enamoramiento que sentían. Sin embargo, Nishinoya nunca supo entender eso tan maravilloso que había detrás.

    Cuando Noya conoció a Kyoko, se llegó a preguntar en algún momento si estaría enamorado de ella. Pero la realidad fue que al hablar con Tanaka y escucharlo explicar realmente lo que Kyoko producía en él y la manera en la que hablaba con tanta devoción y los ojos le brillaban de solo pensar en ella, entendió que él no estaba enamorado de Kyoko, no como lo estaba su amigo de cabeza rapada.

    Noya no podía materializar el sentimiento de amar y eso había sido desde siempre un limitante para él a la hora de reconocer sus propios sentimientos. Porque si se paraba a pensar ¿qué era el amor?

    Miró a Asahi entonces, que todavía seguía llorando. El pecho le dolió mientras se preguntaba, mirándolo así de desolado, qué era el amor.

    Asahi, por lo que confesó delante de la gitana, tenía en claro que estaba enamorado de él. Por otro lado, la gitana le dijo que había que ser tonto para no ver que estaba enamorado. Entonces ¿qué era eso tan evidente que Noya no lograba ver en su trato?

    Cuando estaba con Asahi, siempre veía sus ojos brillantes mirándolo con felicidad. Lo saludaba con tranquilidad, siempre estaba junto a él, y podía hablarle horas sin aburrirse, aun si no era alguien abierto al mundo en general. Cuando estaba con Asahi, los planes siempre surgían de imprevistos y siempre había tiempo para ellos. Él nunca le decía que no a nada y le daba con todos los caprichos: si Noya quería helado, tenía helado, si Noya quería ir al parque de diversiones, iban al parque de diversiones, si Noya decía vamos, iban.

    Cuando estaba con Asahi, las horas se pasaban más rápidas y siempre notaba que él parecía algo triste cuando era hora de separarse. Se quedaban horas charlando en la esquina en la que convergían sus caminos a sus correspondientes casas, como si la despedida jamás se fuera a concretar. También se daba cuenta de que Asahi sonreía mucho cuando estaba con él y que su cara estaba siempre roja. Que se ponía nervioso al contacto. Y que le importaba hacerlo feliz.

    Nishinoya no notaba nada raro en el comportamiento de Asahi y no entendía cómo podía ser tan obvio que estuviera enamorado. Pero entonces, una pregunta le hizo replantearse todo: ¿qué sentía él por Asahi?

    Y de la nada, todo se apelotonó tan rápido en su cabeza que apenas si le dio el tiempo a procesar todas esas cosas que inundaron su mente. Porque él siempre creyó que simplemente tenían una amistad cercana, pero jamás se planteó que era lo que sentía realmente por él. Cuando se puso a analizar las cosas que Asahi hacía por él y que probablemente influyeran en que el mundo entero se diera cuenta de que estaba enamorado, entendió como si le hubiera golpeado repentinamente en la cabeza, que todas esas cosas en realidad las encontraba tan naturales porque eran cosas que hacía siempre él también.

    Asahi era todo lo que quería ver todos los días. Era la persona que más quería consentir. Era a quien quería defender a capa y espada y era también la razón por la que sus ojos brillaban a diario y su cara enrojecía cuando hacía algo lindo por él.

    Nunca pensó que estaría enamorado de Asahi y ahora que se lo planteaba por primera vez, se preguntó si en realidad durante todo este tiempo él realmente veía a Asahi como a un simple amigo por el hecho de que no sabía reconocer lo que era amar a alguien de otro modo ni siquiera cuando le pasaba a sí mismo.

    —Yü... —volvió a sollozar Asahi.

    Y a Yü se le partía el corazón de solo escucharlo. Ya no le salían más lágrimas a su amigo, pero detener su lamento era imposible.

    Le frustraba. Le frustraba demasiado no poder calmarlo. Él siempre quería estar ahí para él, tanto en las buenas y en las malas. Quería tanto a Asahi que darse cuenta de que ahora se sentía solo sin él sólo lo hacían sentirse aún más devastado de lo que ya estaba por la situación en general.

    —Estoy aquí —murmuró, aun a sabiendas de que no era escuchado: ya no pertenecía a ese plano, no era más que una entidad errante—. No estás solo, Asahi —repitió con insistencia.

    Noya gateó hasta el lado de Asahi que se encontraba hecho una pelotita sobre el suelo. Imitando su posición, se acomodó a su lado y apoyó su cuerpo sobre el del chico. El contraste de tamaño entre los dos se notaba llamativo, pero no le importó, lejos de molestarle, siempre le había gustado sentir que Asahi era capaz de cubrirlo con todo su cuerpo. Hubiera deseado poder acomodarse entre sus piernas y recostarse en su regazo como hacían siempre cuando él todavía seguía allí, pero entendía que en la condición en la que se encontraba, era simplemente imposible.

    Se quedó en silencio un rato más, dejándolo sollozar. Miró a la distancia mientras sus ojos se perdían en la negrura de la oscuridad y luego volvió la vista a las estrellas. Muchas horas habían pasado desde que llegaron a este lugar; cuando recién se habían acomodado, todavía era medio día, pero impresionantemente, el tiempo corría rápido cuando estaban juntos.

    Y a su vez, la pesadez con la que Asahi lloraba lo hacía sentir de a ratos que su llanto era tan torturantemente eterno.

    Nishinoya suspiró. Ya estaba cansándose. Se sentía terrible por todo, pero no podía llorar más y tampoco quería que Asahi siquiera haciéndolo. Además, la temperatura había descendido mucho; él sentía frío, por lo que imaginaba que el muchacho debería de estar helándose aún si no podía sentir el contacto contra la piel de él para poder verificarlo por su propia cuenta.

    —Asahi, ya basta —murmuró como si lo fuera a escuchar—. Tienes que regresar a tu casa. Yo... entiendo que te sientas mal. Pero ya es tarde para lamentarse —le dijo de manera poco convencida, cerrando los ojos mientras frotaba su cabeza contra el cuerpo del chico.

    Se sentía como estar frotando la cabeza contra una pared. Pero el simple hecho de saber que esa pared en realidad era Asahi, hacía que a Noya no le importara la frialdad de la situación: era lo más cerca que podía estar de Asahi y no lo desaprovecharía.

    —Lo siento... —dijo entonces Asahi.
    —No. No lo sientas —respondió, aun sin ser escuchado—. Está bien. A veces los sentimientos son difíciles. Y tú siempre fuiste alguien complicado para sobrellevar tus propios sentimientos. Me siento mal de no haberte podido ayudar con ellos. Pero jamás hubiera imaginado que realmente estabas pasando por esa clase de cosas —fue charlando.

    Si Noya no hablaba, sentía que se volvería loco. Y aun si Asahi ignoraba su presencia, la verdad era que Noya se quería hacer con la idea para poder aprender a tolerar a estar a su lado.

    Cuando se paró a hacer el balance y a pensar de qué hacer de ahora en más, entendió que el resto del mundo podía seguir su vida sin ningún inconveniente estando sin él. En cambio, Asahi era la única persona que realmente lo recordaba y por lo tanto, sentía que le correspondía quedarse a su lado. Como siempre, Asahi todavía necesitaba de él y Noya, aun si no podía hacer nada por él, quería permanecer a su lado.

    —¿Sabes? Me hubiera gustado que te confesaras. Si me decías que te gustaba alguien, pero no me decías que era yo ¡iba a volverme loco! —fue contando mientras hacía ademanes con las manos—. En cambio, si te me declarabas, quizá sería confuso al principio, pero luego de hablar, quizá las cosas hubieran resultado bien.

    Asahi había dejado de llorar, por lo que Noya se sintió más tranquilo. Se pegó un poco más contra él como buscando algo de calor, aun si Asahi no podía transmitirle nada físico en su condición.

    —Sé que soy un despistado. La anciana lo dijo, soy el único tonto que no se dio cuenta que estabas enamorado de mí. Pero también te quiero mucho Asahi. Y la verdad que, si te me hubieses declarado, yo... dudo mucho haberte rechazado.

    >>No quiero que pienses que es una cuestión de penas. ¡Sabes que eso no es lo mío! Sin embargo, creo que, si hubiéramos tenido este tipo de conversaciones antes, todo pudo resultar diferente. Tu no me disgustas Asahi. En ningún sentido. Eres guapo, alto, todo lo que me gustaría ser, pero que me gusta aún más que tú seas. Y además de eso, eres lindo conmigo, y tierno, como un oso gigante —conversó con él, más bien, conversó consigo mismo como tratando de ordenar sus pensamientos—. A lo mejor también te he dado ideas equivocadas. Ya sabes, con lo de Kyoko y demás. Pero la verdad es que nunca me imaginé un futuro en pareja con Kyoko. Nunca me imaginé en pareja con nadie. Al menos no hasta ahora, que me pregunté... ¿por qué con Asahi-san no?

    El ruido de las cigarras sonaba como una nana. Nishinoya sintió deseos de dormirse, pero no sabía lo que implicaba eso, por lo que se resistió con firmeza. Además, la verdad es que, si bien sabía que Asahi era incapaz de escucharlo, ya había empezado a soltar su monologo. Y las palabras de la anciana no dejaban de dar vueltas en su cabeza mientras pensaba que, si se dormía, habría desperdiciado su oportunidad.

    —A veces no hay segundas oportunidades. Y si bien siento que no sé nada y que soy un completo incompetente en todo lo que respecta a cosas emocionales, me haría cargo de las consecuencias de mis palabras con mucho gusto. Creo que yo también, aunque no me hubiera dado cuenta, siempre estuve enamorado de Asahi-san. Y si te me hubieras declarado... te hubiera correspondido. Porque quizá luego no volvería a tener otra oportunidad de hacerlo. Te hubiera correspondido porque a pesar de no saber exactamente lo que siento... sé que te quiero como nunca querré a nadie más. Y con eso me alcanza.

    Noya dejó escapar una lágrima traicionera mientras seguía pegado a Asahi con la cara roja. El frío del ambiente seguía siendo molesto, pero luego de haberse sacado todas esas cosas que habían comenzado a aquejarle en el pecho, se sintió mucho mejor. Una parte de él estaba angustiada, porque sabía que era muy tarde para todo lo dicho. Pero, por otro lado, sentía paz y calor. Sentía un calor inexplicable que lo estaba azorando tanto por dentro como por fuera de su cuerpo.

    —Y-Yü... —murmuró entonces Asahi con un tono claramente sorprendido, haciendo que el chico abriera los ojos repentinamente, solo para ver como Asahi, que se había deshecho de su posición esférica, lo miraba con sorpresa.

    Nishinoya lo miró, pensando en que sería una simple coincidencia. Pero nada más alzar su mano temblorosa para tocar la cara de Asahi toda mojada por las lágrimas de instantes atrás, este, todavía completamente anonadado, llevó su mano poniéndola encima de la de Yü, sosteniéndola allí mientras los ojos de ambos se agrandaban más de la sorpresa.

    —¡A-Asahi-san! —gritó entonces Nishinoya, antes de lanzarse encima del chico y con sorpresa, darse cuenta de que en efecto lo sentía: sentía su cuerpo, sentía su piel, sentía su calor y no solo eso, sino que además había podido derribarlo al suelo de una embestida.

    Una risa frenética escapó de la garganta de Noya mientras sus ojos se llenaban de lágrimas y una sonrisa estúpida se pintaba en el rostro de Asahi. Él todavía no podía entender cómo había pasado, en qué momento había sucedido, pero le bastaba con entender que repentinamente, Noya había vuelto: estaba a su lado acurrucado, en pijama y llorando, pero estaba allí.

    —¿Cómo... cómo...? —balbuceó Asahi mientras Noya, quien se encontraba sentado encima de su vientre mientras su amigo yacía en el suelo, repasaba mentalmente todo lo que había sucedido, el cómo había regresado, el por qué se había ido.

    Miró a Asahi en el suelo con sus pintas desastrosas, su cabello despeinado, y su cara sucia de las lágrimas pensando en que, así como estaba, lleno de suciedad y con ese rostro de sufrimiento, lo seguía queriendo igual.

    Noya se preguntó entonces si el chico lo habría llegado a escuchar. Pero era obvio, por la manera en la que Asahi no le decía nada, que probablemente no hubiera llegado a oír nada.

    —¡Te quiero, Asahi! —le dijo entonces decidido a no dejar pasar la oportunidad.

    Porque Noya no entendía de sentimientos y relaciones, pero sí entendía que si le decía a Asahi que lo quería, estaba siendo sincero. Noya entendía que el amor que sentía por Asahi era real, y que eso era algo que no podía guardarse puesto que, si no se lo decía, quizá jamás volvería a tener otra oportunidad.

    Cuando Asahi lo miró, Noya sonrió pensando en que quizá él había arruinado su propia oportunidad, pero que no sería su caso. Y mientras Asahi parecía no entender nada de lo que estaba pasando, Yü volvió a tirarse encima de él abrazándolo, mientras sonreía ampliamente cargado de amor.

    —No quiero que vuelvas a ocultarme nada nunca. Te quiero Asahi, y si soy importante para ti, quiero que me digas todo lo que tengas y quieras decirme, ¿de acuerdo? —le volvió a preguntar.

    Asahi todavía no terminaba de entender, pero entre lágrimas simplemente atinó a abrazar a Nishinoya. Sus brazos temblorosos apretaron al pequeño contra sí, y asintió con la cabeza mientras lloraba estando enormemente feliz.

    —Te amo. Te amo. Te amo.

    Y mientras las cigarras cantaban, solo la noche fue testigo de cómo los dos entendieron que el amor era una cosa rara, pero que, como todo, a veces estaba condicionada por el tiempo. Que el tiempo no espera y que las cosas pasan.

    Algunas para no volver.
    Otras para volver del carril de enfrente.

    Asahi Azumane, que era temeroso de la magia, esa noche entendió que, sin esa magia, probablemente nunca se hubiera atrevido a sacar del pecho ese sentimiento que había echado raíces ahí. Y agradeció a las estrellas el desenlace de la situación al igual que Yü, quien de no haber sabido nada de lo que sentía Asahi, probablemente jamás hubiera comprendido lo que sentía él mismo, y jamás hubiera aprovechado su correspondiente oportunidad para hacer las cosas bien.

    Porque el amor es sencillo, es puro, es un simple sentir.
    Pero el humano no. Y eso era lo que lo hacía tan divertido y diferente siempre.



    ¡Hola! Aquí Mel/Cend. Finalmente esta historia llega a su fin. ¿Qué decir? la verdad es que primero que nada, me demoré más de lo que hubiera querido en subir el final, pero ya tenía esto escrito hace rato. Inicialmente, se suponía que se trataría de un one-shot. Como lo sentí muy largo, había decidido dividirlo en dos. Cuando me quise dar cuenta, me había quedado lo suficientemente largo para dividirlo en tres partes. Es mi primer Asanoya y el primer proyecto que encaro de Haikyu!! con tanto esmero. Le puse mucho sentimiento a este trabajo de mi OTP y la verdad que me siento satisfecha con lo logrado, aunque no sea una obra maestra ni mucho menos.

    A quien venga a leer, espero que disfrute mucho la historia ♥, puse mucho amor en ella. Cualquier comentario y crítica constructiva como siempre son bienvenidas, y espero que nos encontremos en otro relato. Un saludo enorme, y gracias por acompañarme en este escrito, ¡hasta la próxima vez!
     
  6.  
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    Luix Fanático

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    Es simplemente hermoso ><

    Me encantó la forma en la que la gitana les hizo dar cuenta de todo lo que el otro sentía por cada quien. El escrito me ha sido muy emocionante, y la verdad que es un final muy tierno <3

    Aish, que lloren de esa forma me arrugó el corazon, pero con ello le has dado un toque fenomenal ><


    Por otra parte, aquí:
    Creo que aquí sería:

    Se sentía terrible por todo, pero no podía llorar más y tampoco quería que Asahi siguiera haciéndolo.


    Aunque puede que yo me esté equivocando ;u; Soy torpe para leer (?)


    De allí en más, el escrito está muy bien. Es fluido y muy atractivo, realmente no tengo mucho que decir más que me fascina :3

    Saludos~
     
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  7.  
    MelodiaVal

    MelodiaVal Noctambula

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    Escritora
    Hola bella, muchas gracias por pasarte por aca aunque me borre cada dos por tres ;u; <3 primero que nada, gracias por la corrección porque en efecto, fue una metida de pata de mi parte.

    Respecto a lo otro, estoy super feliz de que te gustara el escrito <3 quería hacer algo muy fluff y siempre inevitablemente agrego aaaaalgo de drama aunque sea poquito en el medio. No es la idea más original del mundo. Pero esperaba que fuera entretenida de leer. M alegra muchisimo que te gustara <3 Gracias por pasarte bonita, espero que hablemos pronto, te mando un saludo enorme lleno de love <3
     
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