Self-insert La máscara de la sonrisa

Tema en 'Literatura experimental' iniciado por chicoanime the only, 13 Agosto 2019.

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    chicoanime the only

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    Capricornio
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    Escritor
    Título:
    La máscara de la sonrisa
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Comedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2112
    Tras leer unas cuantas historias de diferentes personas me animé a hacer lo mismo. Puede que mi pequeña historia no sea tan interesante, pero me basta con que alguien quiera leerla. A continuación relataré algo que, para mi, es muy íntimo, personal e importante, amén de secretos que solo se esconden en mi mente y mis recuerdos. Esta quizás sea la primera y última vez que abra mi corazón de esta forma de una manera sincera.





    Esta historia comienza como la de muchos, con un niño. Un niño que, como muchos, es yo mismo, y no lo es al mismo tiempo.

    Un niño que, como muchos, fue aplastado por las expectativas que las personas tenían sobre él; un niño rebosante de soberbia, que fue duramente golpeado por la realidad.

    Este niño era, para muchos, un prodigio. Aprendió a leer apenas cumplió los tres años y en adelante comenzó a devorar libros como si no existiera un mañana. Aquel niño adoraba leer, adoraba que las personas digeran lo listo que era y un niño que, pese a sus modestas y humildes respuestas, en su interior se sentía superior al resto.

    Aquel niño no tardó en desarrollar una actitud combativa, sobresalía en los estudios por lo que estudiar no era necesario. Aquel niño ocultaba a los demás sus problemas, lo guardaba todo dentro y lo liberaba en forma de ira.

    La situación en su hogar era desesperada para él, odiaba a su alcohólico padre, quien golpeaba a él, a sus hermanos y a su madre sin que pudiera hacer nada por evitarlo. Odiaba a su madre, quien desataba su frustración contra él al verse superada por los acontacimientos en su hogar.

    El niño comenzaba a crecer, su vida era una montaña rusa de emociones. El miedo en casa se superponía con la ira que sus compañeros le provocaban, todo mientras él trataba de mantener una actitud positiva. Su único consuelo era saber que, al final del año, sus notas demostrarían que era superior a todos y podría oír a su profesora favorita felicitarle y decir "este niño podrá llegar a ser aquello que desee"

    Los años pasaban y la primaria comenzaba a llegar a su fin, La tormenta en el interior del niño comenzaba a amainar y comenzó a encontrar personas a las que llamar "compañeros". No obstante, su actitud combatiba le había vetado a la hora de salir a jugar a la calle, puesto que su madre no le dejaba salir. Algo natural ya que siempre que se le daba una oportunidad, el niño volvía a casa ensangrentado y lleno de moretones.

    Mas no le importaba, en su hogar había encontrado un escape, una pequeña consola PSOne que su tio le había regalado a él y a sus hermanos junto a una pequeña montaña de juegos. Del mismo modo, la situación en su hogar se había amansado. Su padre había dejado el alcohol y el trabajo no escaseaba. Esta fue la época de oro para él.

    Durante ese mismo tiempo el niño comenzaba a crecer como hombre, y comenzó a fijarse por primera vez en las chicas, por aquel entonces se encontraba en buenos terminos con cierta amiga y vecina. Más pronto que tarde algo ocurrió entre ambos y el niño terminaría teniendo su primera aventura sexual.

    Escondidos a la vista de todos, ambos niños jugaban a ser adultos, en secreto, pero no escondidos. Disfrutaban cada segundo de la adrenalina que daba saber que, en cualquier momento podría descubrirles.

    De este modo el niño se forzó a si mismo a ser adulto.

    Mas no había nada parecido al amor en tal intercambio, era un experimento que tan pronto comenzó, acabó en un abrir y cerrar de ojos. Fue el niño quien decidió terminar, quizá la adrenalina de ser encontrado fue superada por el miedo al qué dirían los demás si lo supieran.

    Este fue el nacimiento de uno de sus primeros miedos. El miedo al que dirán...

    No obstante la felicidad del niño no pasaría desapercibida por aquellos que tan solo buscaban hacer daño. Unos chicos del vecindario quería pelear con él, batallar de forma estúpida por razones que el no comprendía ni quería comprender. Él aceptaba todos y cada uno de los retos. Él disfrutaba esos momentos, disfrutaba demostrar que era fuerte, disfrutaba y alardeaba de nunca haber sido doblegado. Pero no estaba preparado para lo que estaba por llegar.

    Uno de los chicos, mayor que él, decidió que era la hora de intentar algo nuevo contra el niño. De este modo el niño fue sexualmente asaltado, atado de pies y manos. Para consuelo del niño, el abuso no llego a ser consumado, pero en él creció un miedo que jamás podría ser borrado.

    El niño se forzó a ser adulto, y fue forzado a ser adulto al mismo tiempo. Su consciencie se rompió y aquel niño cambió por completo. En él nació un nuevo miedo del que tampoco podría escapar. "El miedo a decir que no".

    El niño entró en sus años de secundaria, había cambiado, su "edad de oro" no había durado demasiado. La estabilidad en su hogar era agradable y sus estudios no habían sido alterados en lo absoluto. Pero el niño se puso una mascara, una mascara que le hacía parecer que nada había cambiado. Una máscara que tantas otras personas llevan. Una sonrisa.

    Aquella sonrisa no tenía significado, pero él era buen actor, no dejaría que otros se dieran cuenta nunca.

    Pero no todo era malo, el niño había aprendido al fin valores que debía haber tenido hace años, el niño aprendió a ser humilde, genuinamente humilde, el niño comenzó a saber que no era el mejor en todo. De hecho, no era el mejor en nada. El niño comenzó a controlar su ira, a acumularla y tragarla en lo más profundo de su ser.

    Sus días en secundaria pasaban sin pena ni gloria, su intelecto le permitía no hacer prácticamente nada y aún así pasar de curso sin problema alguno. Su vida personal era inexistente, ninguno de sus compañeros estaban con él. El niño estaba solo, pero no le importaba. Aquel niño amaba la soledad y la absoluta seguridad que le brindaba.

    Por supuesto, había momentos en las que su fachada flaqueaba, y en las que su ira explotaba, pero con su ingenio siempre lograba mantener las cosas bajo control.

    Los años pasaron...

    Una revolución llega, por primera vez en su vida el niño es bendecido con una pequeña cantidad de dinero, el suficiente para comprar algo que siempre deseó, un pequeño ordenador portátil donde jugar algunos juegos y ver algunas series, quizá incluso leer algunos libros. La revolución no vino sola, por primera vez el niño pudo disfrutar de un lujo que todos menos él disfrutaban desde hace años. Internet.

    Un mundo nuevo se abrió ante él, las posibilidades brotaban por centenas, ¿Jugar multitud de juegos? ¿Ver infinidad de series y anime? Espera un segundo... ¿Por qué no escribir un libro?

    Así el niño comenzó a buscar y buscar sin descanso, hasta que encontró un rincón muy pequeño donde compartir aquello que llevaba en su mente tantos años, que la historia prácticamente se había desarrollado por si sola.

    Así que el niño comenzó a escribir en aquel minúsculo foro llamado "mi sueño es hacer manga"

    Y tan pronto comenzó, el niño fue destruido. Una crítica absolutamente destructiva llegó y aplastó todos sus deseos. El niño agachó la cabeza y comenzó a reír. Un risa verdadera, como no había tenido en años. El niño encontró, al fin, un reto.

    Comenzó a estudiar y avanzar a pasos agigantados, mejoró sin descanso su escritura, pulió su ortografía y convirtió su texto en algo digno de leer. Pero no iba a ser tan fácil. Nadie leería a un tipo que acababa de empezar y era desconocido. El niño se vió obligado a entablar amistad con las distintas personas del foro.

    De nuevo su mundo se amplió, tantas personas con tantas historias le rodeaban. Sin darse cuenta se convirtió en alguien importante, alguien a quien la gente acudía, alguien a quien la gente pedía consejo. Él apenas tenía dieciséis años y aún así todos le pedían consejo.

    El encontró un nuevo pasatiempo: ayudar y hacer reír a los demás. Hacerlo aliviaba momentáneamente el vacío en su corazon.

    Comenzó a sentirse a gusto en la red, la protección que le daba la pantalla le permitía comportarse de forma que jamás hubiera imaginado, en éste punto desconocía quién era el verdadero y cuales eran las máscaras. Pero no le importaba, estaba feliz.

    Y por si fuera poco tenía un fiel fan que dibujaba a los personajes de sus historias. El niño comenzó a mostrarse más sensible que nunca, a hablar de sí mismo y convertirse en un pequeño alivio para muchas personas, el chico se volvió popular en sus redes sociales y, antes de que se diera cuenta, se encontraba rodeado de chicas.

    De este modo el niño comenzó numerosas relaciones a distancia que no llegarían a ningún lado.

    Por supuesto, su vida en la red era un absoluto y estricto secreto, y nadie debía enterarse de ello, en especial su propia familia.

    Y de nuevo las malas noticias llegaron, la peor crisis en la vida del niño le golpeó más duro de lo que nunca hubiera imaginado. Su vida se había derrumbado y jamás podría recuperarse de ello. Los problemas se acumularon.

    El foro que tanto bien le había hecho cerró, las personas que confiaban en él se separaron de su lado, su único fan tuvo que despedirse de él. Un buen amigo de la familia murió y, por su fuera poco, el sueño de su vida había quedado destruido.

    El chico tenía una vocación por la que llevaba toda su vida trabajando, su pasión por los dinosaurios era tal, que desde el principio de sus días siempre decía que quería ser paleontólogo. Todos le animaban a ello. "Puedes llegar a ser lo que te propongas". Que dulce y cruel mentira.

    El chico era pobre, no disponía de la solvencia necesaria para continuar sus estudios y, por si fuera poco, la universidad más cercana no disponía de la facultad necesaria para cursar los estudios que él quería. De querer hacerlo, debía mudarse lejos, lo que implicaría una mayor cantidad de dinero.

    El niño había perdido todo, en menos de un año. Se olvidó de todo, incluso de vivir. La vida para él comenzó a ser una tortura, los escritos que nadie leía no eran más que un recordatorio de su fracaso, el éxito de los demás se convirtió en una maldición para él. Sus estudios eran un veneno que no tardaría en erradicar, repitiendo curso en dos ocasiones. Comenzó a odiar todo y a todos.

    En estos años pasaron cosas maravillosas, mas para él no importaban, ya nada importaba.

    Encontró un maravilloso rincón llamado Fanficslandia donde intentarlo una vez más, pero no tenía fuerzas para intentarlo nuevamente.

    Encontró el amor en una chica de México, pero la relación terminó marchitándose por su culpa. ¿Hubiera funcionado su la distancia no les hubiera separado? el chico cree que, de ser así, la relación nunca hubiera comenzado.

    Encontró amigos que permanecerían a su lado pese a todo, pero ya había abandonado a todos los demás, y no tardaría mucho en hacer lo mismo con ellos.

    El chico creció y continuó con su "vida" Estudió algo diferente fuera de la universidad, algo que no le gustaba, pero tampoco le disgustaba.

    Nunca dejó de intentar, sin éxito, el llevar sus historias a todos los rincones de internet. Ni siquiera él sabe qué motivos le llevan a seguir con esta empresa, ¿Será un vago intento de aferrarse a una esperanza? ¿O será que verdaderamente disfruta escribiendo y mejorando? desgraciadamente el chico nunca sabrá cual de las dos opciones es la correcta.

    Pero no todo está acabado, el niño, después chico y ahora hombre sigue a día de hoy buscando, torpemente, una manera de subsistir en este mundo que él desprecia, entre las personas que él desprecia.

    Una penosa excusa de vida aún queda en su interior. Puede que el hombre lo haya perdido todo hace tiempo, puede que sienta que no queda nada para él. Pero hay algo de lo que nunca podrá desacerse, una bendición que es a la vez una maldición. Su vanidad, una vanidad que le lleva a ser posiblemente la persona más cabezota y con la mayor voluntad sobre la faz de la tierra.

    A mi lado reposa una máscara con una sonrisa dibujada que, en cuanto pulse el botón de "crear tema", colocaré de nuevo sobre mi rostro. Una máscara que yo, como muchos otros, cargo a cuestas durante toda mi vida.
     
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