Microrrelato La luz me guió [¡Agosto te desafía!]

Contenido oculto: objeto elegido al azar

funda y contenedor de lente, con lente.

Recorriendo el parque iba ella, pensativa en cosas aleatorias, mirando los bonitos arboles frondosos, dónde la sombra abarcaba mucho lugar, mirando todo el parque se podía observar bancos pintados en blanco, niños corriendo jugando con sus mascotas y otras personas en parejas tanto jóvenes como viejos demostrándose el cariño en su resplandor, ese cariño tan admirable.

Ella sonríe al ver que aquella dulce pareja de viejitos se abrazan con una sonrisa, y se sujetan de las manos, caminando despacio y gozando del ambiente. No hacía ni frío ni calor, era templado, se podía estar en tranquilidad.

Mientras sigue su camino a lo lejos ve algo que brilla, bueno, el sol al chocar con el objeto desconocido ocasionaba que brillase como una joya preciosa. Por lo que le llamó la atención, se fue acercando, mientras mas iba acercándose a ese lugar, escuchaba sonidos como llantos de crías de animales, y con ello empezaba a fruncir su ceño.

Se preguntaba dónde era que se iba metiendo, pero al llegar, bajo aquel puente del parque, el cual la sombra inundaba, y solo el pequeño rayo de sol, que era letrado, alumbraba ese objeto, cuánto mas se iba a acercando mas se escucha aquel llanto de lo que parecía ser un cachorro.

Ella se acerca preocupada, y ve como un cachorro pequeño de unos 5 meses, quizás era una cría de labrador, pero lo que si estaba metido en un bote de basura, e intentaba salir, y ella fue en su ayuda. Al llegar lo quita de allí, ese cachorro la mira y le intenta saltar para lamerla pero un gruñido de dolor brota de su hocico, preocupándola, por lo que ella lo alza en brazos, mas luego llevarlo a la luz, fuera de aquel puente oscuro.

Una vez fuera, lo bajo con cuidado al suelo, nota que una pata le tiembla y cojea, por lo que de su bolsillo; de la campera que llevaba en ese momento, saca una pequeña caja de lente, la abre y se coloca sus lentes, para observar mejor lo que ocurría.

Había una astilla, molestándole en la patita, menos mal que ella iba siempre lista y saca una pinza pequeña de cejas, calma, arrullando al pequeño cachorro , mas con un ágil movimiento y suave, quita la astilla. El cachorro lloriquea un poco, ella le besa su cabecita rubia y lo abraza con cuidado, intentando que se le olvide el pellizco, una vez que lo logra. Sonríe contenta, el cachorro mueve su cola feliz.

Ocasionando que a ella le agarre un momento de ternura y decida que desde ese momento aquel cachorro fuera suyo, lo cuidaría hasta que ya no pudiera, y le daría mucho amor. ¿Quién pensaría que una pequeña luz del rayo de sol, la llevaría a aquel precioso tesoro?.