Game of Thrones La locura de un loco

Tema en 'Fanfics sobre TV, Cine y Comics' iniciado por MrJake, 23 Julio 2015.

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    MrJake

    MrJake Game Master

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    Escritor
    Título:
    La locura de un loco
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2061
    Este fic es para la actividad "Spin-offverse".
    Traigo aquí un fic de Juego de Tronos que, quiero que conste, puede contener algún spoiler, poca cosa, pero bueno. El fic da una visión totalmente distinta (y, más que probablemente, incierta) de los hechos que motivaron al Rey Loco, Aerys II Targaryen, a intentar prender fuego a toda la ciudad de Desembarco del Rey.
    En esta perspectiva desde el punto de vista de un personaje que nunca apareció directamente en la saga principal de libros ni en la serie, veremos por qué surge la locura de un Rey Loco.

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    La locura de un loco.

    Contaban las leyendas que el rey había enloquecido. Que no se atrevía apenas a comer, porque pensaba que en cualquier momento podría ser envenenado. Que le obsesionaba el fuego, quemando vivos a todos sus enemigos; recientemente, sin ir más lejos, las calles de Desembarco del Rey se llenaron de humo, pues se ocupó su Majestad de ordenar quemar vivo a lord Qarlton Chesteld, Mano del Rey, que se había estremecido y gritado como una niña mientras las lenguas de fuego lamían y devoraban su piel, ante ojos inocentes del pueblo raso, que no tenía ni una sola pista del motivo por el que la Mano había de ser quemada.

    Decían que Aerys, de la casa Targaryen, segundo de su nombre, rey de los ándalos y de los rhoynar y de los primeros hombres, señor de los Siete Reinos y Protector del reino, había enloquecido por completo. Puede que lo que decían fuese verdad. Pero no todo cuanto contarían los bardos y narrarían los ancianos sería la pura verdad. No todo el fuego lo hace arder una sola persona.

    —Lord Rossart, ¿dónde están nuestros enemigos? —las uñas del Rey eran largas y desagradables. Muchos lo habían conocido como el Rey Costra, por su aspecto desaliñado. La larga barba plateada colgaba harapienta. Una corona de oro con gemas incrustadas decoraba su cabeza, y sus reales posaderas se sentaban en el magnánimo y afilado trono de hierro—. ¿Dónde están, por los Siete Infiernos?

    Sus manos se entrecruzaban sin parar, y Lord Rossart, jefe de los alquimistas y desde hacía días, nueva Mano del Rey, se preguntaba si no se haría cortes en las palmas con las afiladas uñas.

    Lord Rossart era un hombre desagradable, que ocultaba siempre su rostro bajo la capucha verde de la capa que llevaba sobre ella. Si el rey le había escogido como Mano, fue por su colaboración en el gran plan definitivo, ese que Aerys llevaba tramando desde hacía tiempo. Sería un arma definitiva, sería la última medida desesperada. ¡Nadie le quitaría el Trono! Antes, quemaría la ciudad al completo; por eso, todo Desembarco del Rey estaba ahora sobre montones de barriles de fuego valyrio. ¡Ah! Explotarían, explotarían en un mar de llamas si todo lo demás fracasaba. Y todo gracias a lord Rossart y sus alquimistas, ¿cómo no iba a darle un puesto en la corte?

    —Llegaron dos cartas, mi señor —afirmó Lord Rossart—. Una dirigida al Consejo y al Rey, la segunda dirigida solo al Rey. En la que correspondía leer al Consejo, se afirmaba que Tywin Lannister está de camino. Viene con sus hombres, pero no se afirma si se trata de un ejército.

    —¡Siete Infiernos! —repitió, golpeando con huesudo puño sus piernas delgadas—. ¡Lannister! ¡Haré que me traigan la cabeza de tu padre si se atreve a intentar atacarme! ¡Le quemaré vivo!

    —Como vos digáis, Alteza —Jaime Lannister, de la guardia real, era el hijo de Tywin y había jurado y prometido proteger con su vida al rey. Pero las majaderías del Rey Loco comenzaban a ser muy peligrosas. Jaime temblaba de miedo al pensar en qué estaba pensando su señor padre. En todo caso, no podía llevarle la contraria al Rey. No le resultaba agradable pensar en un baño de fuego.

    —Mis pajaritos me han hablado de esto —Varys, Consejero de los rumores, era un eunuco calvo y perfumado, empolvado hasta en la frente con todo tipo de aromas y fragancias. Frotaba siempre sus manos una con otra, en gesto adulador. Siempre era igual de adulador—. Viene todo un ejército Lannister. Ni se os ocurra abrir las puertas de la ciudad, Alteza; será nuestro fin.

    Acarició la barba plateada.

    —Mi señor —el Gran Maestre Pycelle era un hombre viejo, que parecía iba a vivir eternamente. También tenía prominente barba, y acostumbraba a recostarse en su asiento con pesadez, como si las cadenas que colgaban de su cuello le fueran en extremo pesadas—, Tywin Lannister no quiere otra guerra —afirmaba con voz casi temblorosa, débil. A pesar de todo, Pycelle aún tenía muchos años de vida por delante, vaya si los tenía—. Su propio hijo está aquí, en Desembarco del Rey, en la Fortaleza Roja. Sabe de vuestro poder, Alteza; no se atreverá a ponerlo en peligro —lanzó una mirada a Jaime, que desvió la atención, serio e inexpresivo—. Tywin viene a jurar lealtad a la Corona. Debéis abrirle las puertas; los Lannister son un aliado poderoso a tener en cuenta, Alteza. Reconsidere la cuestión.

    Aerys se estremeció en su asiento, y, con voz chirriante, exigió:

    —¡La otra carta! La quiero ahora. Dádmela, y marchaos. Marchaos todos, ¡todos, ya!

    Se hizo lo que pedía, y quedó solo en la enorme sala del trono. La carta no llevaba sello. Nunca lo llevaba, no podía llevarlo. Nadie podía ver los flirteos del rey con aquella joven hermosa. Nadie podía ver el plan que estaban diseñando juntos. Serían Rey y Reina algún día, felices ambos. La desenvolvió ilusionado. Había estado recibiendo sus cartas desde hacía mucho tiempo, y en parte podían ser las causantes del crecimiento desmesurado de su locura. El Rey Loco estaba enamorado, locamente enamorado, en un sentido literal de la palabra. Aquella mujer sabía lo que hacía; no hacía más que darle extrañas ideas, proponer planes complicados: ella era la diseñadora de sus locuras. Y lo más curioso era que nunca firmaba las cartas. Pero él estaba enamorado, y sabía bien quién era. La había visto una vez; y era hermosa. Cuando la conoció, ella le confesó ser la creadora de las cartas, ser su amada. Pero le pidió que fingiese; no podían saberlo.

    “Mi señor Rey —rezaba el escrito—, mi amado, mi dragón de fuego. Me alegra haber leído que aceptasteis mi idea de proteger la corona hasta el final. Ningún enemigo podrá resistir una explosión de todo ese fuego valyrio; solo vos, mi señor, sangre del dragón, sobrevivirá y renacerá de las llamas. Yo lo sé.

    Ahora, mi señor Rey, mi amado, llegará a sus puertas un ejército Lannister. Yo lo sé, lo sé y se lo afirmo sin asomo de dudas. Mi señor padre pretende entrar en la ciudad, asediarla, y tomar la Corona. No quiero permitirlo. Fingid que no lo sabéis; abrid las puertas de Desembarco del Rey. Haced que arda la ciudad. Sabéis que mi padre concertará mi matrimonio en algún momento, y no será con vos; ya intentó casarme con su hijo Rhaegar, ¿no lo recuerda? Vos rechazasteis la propuesta, y fue una honra para mí. Nunca le agradeceré lo suficiente.

    Prended fuego a la ciudad, mi señor, cuando Tywin Lannister esté dentro con sus hombres. Todos arderán, todos menos vos, sangre del dragón, porque el fuego no puede quemar al dragón. Y, sin nadie que moleste, podré ser su Reina. Por hoy, y por los siglos de los siglos. Por siempre.

    C.L.”

    Ah, su amada Cersei. Era tan inteligente. Tan amable, tan buena… daba gracias a los dioses, a los antiguos y a los nuevos, al señor de la luz, a todos los existentes, por haberle permitido tomar el corazón de una mujer tan excepcional. Acarició su barba. Ahora solo restaba esperar a la llegada de Tywin, y haría lo que su amada le dijo. Y serían felices. Por hoy, y por los siglos de los siglos. Por siempre.


    Jaime Lannister, entrando con timidez en el salón del trono, doblaba un trozo de papel a salvo en su bolsillo. Casi no había dado crédito a la carta de su hermana que llegó ese día, pero si era cierto, debía intervenir. Su señor padre iba a llegar en breve a la ciudad; habían pasado dos días desde que Varys la araña lo advirtió, y él sabía que ya estaba ahí, y que no pretendía jurar lealtad. Si Cersei tenía razón, Aerys abriría las puertas, haciendo caso a Pycelle, a esa vieja alimaña. Y si veía que los Lannister estaban en su contra… ¿sería verdad lo que Cersei le decía? ¿Era cierto que el subsuelo de desembarco del Rey estaba lleno de fuego valyrio, esperando a ser explotado? Todo eso le parecía incluso probable; Aerys II Targaryen estaba loco.

    —¿Qué quieres, Lannister? —dijo, con grandes ojeras en los ojos. Como si no hubiese dormido en años.

    —Majestad —hizo una reverencia; había que tener cuidado en los modales cuando se trataba del Rey Costra—. Quería preguntarle a su Alteza…

    Entonces, lord Rossart irrumpió de forma abrupta. Supo lo que venía a decir. “¿Tan pronto?”, fueron los únicos pensamientos de Jaime en el momento.

    —Su Alteza, Tywin Lannister ha llegado. Como usted dijo, di orden de abrir la puerta. Los soldados están asediando la ciudad, mi señor: nos la han jugado.

    El Rey Loco arañó con esos afilados cuchillos que tenía por uñas el brazo de su trono de hierro.

    —Se dirigen a la Fortaleza Roja. Están a punto de llegar —por un momento, a Jaime le pareció que Aerys sonreía al oír las palabras de Rossart.

    Meditó por unos segundos. Casi un minuto, un par de ellos, quizá. A Jaime se le hicieron interminables.

    —Hagámoslo. Lord Rossart, haz que la ciudad arda.

    El alquimista hizo una reverencia, y Jaime no pudo sino sorprenderse.

    —¡Majestad, reconsidere eso! Será un completo genocidio, si vos…

    —¡Calla, Lannister! ¡Calla y escolta a la Mano!

    —… como ordeneis, mi Señor.

    Ambos salieron de allí, dejándolo, al fin, solo. Estaba cerca; el momento que tanto esperó estaba cerca. Por fin, su amada Cersei y él estarían juntos por hoy, y por los siglos de los siglos.

    Pero, cuando tan solo hubieron pasado diez minutos, Jaime estuvo de vuelta. La espada de la guardia real chorreaba sangre.

    —¿Qué ha sucedido? —preguntó el Rey, contrariado.

    No hubo tiempo de reflexionar. La espada, ya ensangrentada, se manchó aún más cuando atravesó el débil cuerpo del Rey Loco. En sus últimos estertores de vida, hizo un ligero gruñido. Pero nada más. Su vida era débil, vulnerable. Antes de dejar que se cayese del noble asiento de espadas, le susurró algo al oído.

    —Prefiero traicionar un juramento antes que permitir un genocidio, Alteza.

    Aerys, de la casa Targaryen, segundo de su nombre, Rey de los ándalos, y de los rhoynar, y de los primeros hombres, señor de los Siete Reinos y Protector del Reino, cayó del Trono de Hierro, muerto, sin vida, manchando de sangre el suelo mientras se resbalaba por las escaleras que conducían hasta el noble asiento. Jaime ocupó su lugar, y cruzó las piernas, mientras masajeaba sus sienes. ¿Qué haría ahora? ¿Tomaría el trono? Era lo que su hermana Cersei le había pedido.

    Al reflexionar acerca de su hermana, de su amada hermana y amante, se dio cuenta de que algo no le gustaba en toda aquella historia. Era como si la presencia de Cersei latiese en aquel salón. Como si todo lo sucedido hubiese estado, de algún modo, tramado por ella. Sabía demasiadas cosas, después de todo: sabía que el Rey abriría las puertas, y sabía del fuego valyrio oculto. Y le había pedido que tomase el trono en cuanto pudiese.

    Sí, Cersei Lannister quería el poder. ¿Debía Jaime, ahora un magnicida, quedarse sentado en el trono que acababa de tomar? No tuvo tiempo para decidirlo. Un hombre de barba y cabellos morenos hasta los hombros, rasgos hoscos y ropajes claramente norteños irrumpió en la sala. El honorable Eddard Stark. No tuvo que ser muy inteligente para darse cuenta de que no le permitiría tomar el poder.

    Pero daba igual. La que quería poder era Cersei. Y lo obtendría, de un modo u otro. Jaime la amaba, la amaba muchísimo, pero… hasta él mismo se estremecía a veces al pensar qué haría su hermana con el trono en sus manos. Porque, una vez que lo agarrase…

    … nadie, nadie, lograría que se separase de él.
     
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    Fénix Kazeblade

    Fénix Kazeblade Creador de mundos Comentarista destacado

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    Escritor
    Hasta el momento no me había llamado del todo ver o leer este programa, no sé había elementos en la trama que no me iba mucho. Lo curioso es que con tu escrito ocurrió dos cosas, la primera es que lo entendí a pesar de no haber visto el fandom esto gracias a tu narrativa, la forma en la que está descrito todo y explicado que se entiende y muy fácilmente y dos que está tan bien desarrollado que es capaz de mostrarme otras perspectivas distintas a las que había visto hasta el momento sobre El juego de tronos y hasta podría darle una oportunidad.

    Espero que te haya gustado participar en la actividad, gracias y hasta la próxima.

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    Knight

    Knight Usuario VIP Comentarista Top

    Libra
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    Omg galla, tu siempre me sorprendes con tus historias. No había leído ninguna de Game of thrones hasta ahora, y he quedado encantada. Me he visto la serie pero los libros no, entonces puede haber muchas cosas que ignoro. Estoy algo confundida ahora mismo pero al mismo tiempo sorprendida.
    ¿Cómo habría sido de diferente todo, si supieramos que el rey loco hizo todas estas barbaridades solo por una mujer?

    No hace falta decir que casi me ahogo cuando me di cuenta, incluso antes de que se mencionara su nombre que Cersei era la chica de la que estaba enamorado el rey loco. Oh por dios xD Lo narraste todo tan bien, lo ideaste perfecto (la verdad no sé si cersei tuvo un papel en el asedio a desembarco del rey y la influencia en jamie, aunque bueno siempre lo ha influenciado a éste ultimo), lo que sé es que la mujer es inteligente como el demonio y no me extrañaría para nada que algo de esto fuera cierto a pesar de ser en su mayoría inventado.

    Claro que podría imaginarlo, y la posición de Jamie en la situación real de la serie me encantó. Pasando de un villano, uno de los personajes más odiados hasta ese punto por mi, se convirtió en uno de mis favoritos. Hahaha, es demasiada inesperada la trama,huh.

    Y bueno, mi opinión final es que me encantó este giro que le diste, con un solo personaje pudiste cambiar mucho la perspectiva de la historia entera. Ambientaste bien, no te olvidaste de ni uno solo de los personajes y tu narración, pues que decir, excelente.
    La ortografía ni se diga, perfecta.


    Bravo Galla c: extrañaba leerte, espero que sigas escribiendo y si es posible, espero leer otra historia tuya sobre GOT. Me encantaría leerla.
    ¡Saludos!
     
    Última edición: 9 Octubre 2015
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    Lariebel

    Lariebel Usuario popular Comentarista destacado

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    Escritora
    ¡Hola, GalladeLucario! Te juro que ayer estaba escribiendo mi comentario para tu fic y se me borró todo. Me quise matar. Pero bueno, acá volví para volver a escribirlo. No me voy de acá sin haber dejado en claro todo mi fangirleo de tu escrito.

    Lo leí anoche y aún ahora me acuerdo que tu one-shot me sorprendió de buena manera, porque tenía todas las características que yo espero observar al leer algo, más que nada un fic. La gran manipulación de los personajes me pareció perfecta y la narración estuvo tan bien hecha que, para mí, transmitió los sentimientos de cada uno de los presentes con mucha claridad, además de que todo el ambiente que se puede notar es el típico que se encuentra en Game of Thrones. Otro detalle que me agradó un montón es que no noté errores ortográficos y te felicito mucho por ello.

    Con respecto a la nueva idea de Cersei (o teoría (?), como dijo Knight allá arriba, me pareció perfecto.

    Fangirleé un montón porque cuando uno habla del Rey Loco, uff, que me pongo emocionada y todo. Lo que pasó en esa época fue crucial para la historia y esa escena en especial siempre la recuerdo porque es una importante pieza para el desarrollo de la personalidad de Jaime. Al principio, al no conocerlo tanto, pensé que era uno de los típicos ricos presumidos a los que no les importaba la vida humana de los demás. Pero luego, me di cuenta que eso simplemente es una cara, y que detrás de ello había un hombre lleno de dudas, culpabilidad, que sí tiene interés en todos, todos los demás, a pesar de que lo llenen de insultos y lo prejuzguen miles de veces. Eso es lo que admiro de él; que aunque todos piensen mal de su persona, él mantiene su decisión y su determinación en protegerlos. Eso es, para mí, algo que siempre voy a recordar. ;o;

    Uff, bueno, la fanática, ¿no? En fin, me encantó tu escrito por todo esto. Gracias por publicarlo acá y por darme el placer de leerlo. (?) ¡Saludos! <3
     
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