La favorita del demonio

La favorita del Demonio.

La noche es lluviosa, no una tormenta si no una constante y fría lluvia de octubre. La sierra entera está empapada hasta las raíces y el pueblecillo que se encuentra en su corazón duerme inquieto debido a sucesos extraños ocurridos durante los últimos días ¿extraños, dije? sería más preciso decir, abominables, “la misma huella del demonio”, dirían los más viejos.

La casa de Aura está apartada del pueblo apenas medio kilómetro, ubicada en lo alto de una colina, dominando el paisaje, teniendo cierta privacidad. Una casa sencilla como todas las demás, pero sin luz eléctrica y esa rara ¿decoración? Cráneos de quién sabe cuántas especies tapizan el cercado de la propiedad exigiendo a los curiosos largarse. Los dueños viven tranquilos, incluso ante una noche como esta.

Aura arrulla a su niña recién nacida mirándole con amor inconmensurable, tararea una melodía para dormir. Todo es suavidad alrededor, la piel, las chambritas y las sábanas de la habitación vuelven irresistible el lugar al contacto. Un aparato de petróleo que ilumina el cuarto descansa sobre la cómoda a un lado de la cama. Toda la paz del mundo reflejada en el tierno rostro de la bebé cautiva a su madre al borde de las lágrimas. De pronto algo hela su sangre. Un terrible “fantasma” ha vuelto después de tanto tiempo de ausencia ¡Maldita sea! ¿Por qué ahora? ¿Qué hizo mal para que regresara semejante maldición? Urgida, acomoda a la criatura en la cuna, temblándole las manos, sudando frío, el corazón colérico… Abandona la recámara esforzándose por controlarse. Eres quien eres, punto ¿cómo te atreves a tocar una rosa si eres fuego? Imbécil. El torbellino se desata en su interior y la risa lujuriosa se enciende en el rostro ya transformado. Vuelve sobre sus pasos y da rienda suelta a su necesidad y placer… La niña chilla inconsolable, aterrada, en su inmaduro pensar sabe que está amenazada… y perdida. La bruja araña, pellizca y muerde inmisericorde. La sangre salta escandalosamente y la Muerte llega sorprendida en medio de un concierto del dolor… Primero el placer, luego la culpa. El escenario es dantesco y la bruja se da un festín con la carne y la sangre fresca. Uno a uno, los tiernos huesos del cadáver mutilado de su hija son saboreados hasta el hartazgo, pero el corazón especialmente es apartado íntegro y depositado en una taza para posteriores hechizos, oro puro.

Aura sale de la casa y se contonea hasta el cercado y desde ahí mira burlesca el caserío mientras el cielo vía la lluvia intenta arrancar desesperadamente la maldad e inmundicia de su cuerpo. No puede y frustrado relampaguea y truena por doquier. Ante esto, la bruja se carcajea compitiendo en poder con la atronadora voz del cielo, desafiando con la mirada a aquél que le diera la espalda cuando le necesitó, cuando suplicó, gimió y sufrió la indescriptible lascivia del demonio mismo, quien se divirtió con ella tanto como quiso, transformándola, fortaleciéndola, reclutándola para sus fines…

El pueblo duerme inquieto y tiene todos los motivos para hacerlo, una aberración que no respeta ni a su misma sangre, posa los ojos sobre sus hogares deleitándose con la sola idea de divertirse a costa suya…