One-shot La debilidad de un Emperador [Kanji/Naoto]

Tema en 'Fanfics sobre Videojuegos y Visual Novels' iniciado por Shinning Star Yumire, 10 Octubre 2012.

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    Shinning Star Yumire

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    2 Octubre 2012
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    19
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    Escritora
    Título:
    La debilidad de un Emperador [Kanji/Naoto]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1647
    La debilidad de un Emperador.
    No podía dejar que le pasara algo malo. No podía imaginar ni siquiera su frágil cuerpo lastimado. Pero su orgullo torpe y desmedido le impedía mostrar abiertamente su preocupación. No quería admitir que sentía algo por ella, que le gustaba que fuese sencilla y clásica, que no se dejase influenciar por cualquiera de esos temas "rosas", por cualquiera de esos temas que las demás mujeres se dejaban de influenciar tontamente. Ella era más que todo eso. Ella era todo para él porque no era una mujer común, porque salía de la norma sin llegar a un extremo desagradable.



    La fría lluvia caía en la ajetreada ciudad de Tokio haciendo un copioso ruido, logrando opacar cualquier otro sonido, y la silenciosa noche cerrada, sin luna, ocultaba a la perfección todos los movimientos que se hacían lejos de la luz. Su cuerpo estaba cansado y muerto de frío para ese entonces, no era conveniente andar en musculosa en pleno invierno. Su rostro a penas empezaba a sentir los golpes recibidos, al día siguiente serían unos lindos moretones a los que él no le daría importancia y miraría mal a quien lo viese.
    Estaba realmente exhausto, pocas cosas eran las que ocupaban su mente en aquél momento. Una de ellas tenía que ver sobre por qué estaba allí en ese instante.

    -Tch... imaginé que eras un cobarde.- dijo su voz grave y amenazadora, tomando del cuello de la camisa al cuerpo tirado descuidadamente frente a él. Lo levantó sin problemas. -Sólo los cobardes creen que pueden meterse con las mujeres y salirse con la suya.

    Estaba listo para rematarlo y dejarlo inconsciente hasta el próximo mediodía.

    Se preparó para dar el golpe.

    Alejó el puño, alzándolo por encima de su cabeza.

    Pero, cuando iba a estrellarlo directo contra la mandíbula de aquél sujeto, unas manos pequeñas se colgaron de su brazo.

    -¡Kanji-kun! ¡No!



    Para él, ella se había convertido en su mundo. Claro, no de un día para el otro, sino, progresivamente. A medida que la iba conociendo, que iba observando sus discretos modos de comportarse, de no llamar la atención, su modo suave y tranquilo de hablar, su modo severo de remarcar los detalles y errores de los sospechosos, su modo de encarar la verdad.

    La verdad... claro, sí... esa cosa que lo molestaba en el interior. Él no quería decirle sus sentimientos, no es que fuese cobarde, sólo le gustaba que las cosas estuviesen como estaban, encontrando el apoyo mutuo en los momentos más difíciles de cada uno, enfrentando la vida con lo que ésta les venga, no rindiéndose. Él no le veía sentido a confesar sus sentimientos, lo que ellos tenían podía cambiar, sobre todo si ella no le correspondía. Kanji temía que ella comenzase a sentirse incómoda alrededor de él. Su relación podría corromperse y terminarían yendo por caminos diferentes. Y eso, no le gustaba.



    Con su brazo en alto, miró a aquella delgada figura cubierta con la chaqueta de cuero que le pertenecía a él. Sus ojos azules parecían resaltar más a través de la oscuridad. No lucían aterrados, más bien... parecían preocupados. Aquellos ojos grandes... inocentes, aquellos ojos suaves, agudos, que todo lo sabían, que nada se le escapaban. Esos ojos suplicantes que le pedían que se detuviese. Kanji la miró atónito, desvió su mirada como siempre lo hacía y soltó un "como sea" endeble que iba en contra su voluntad. Él quería destrozar al cretino.
    Una tenue sonrisa apareció en el rostro de ella, antes de acercarse al cuerpo para ponerle las esposas en la mano y cerrar el caso oficialmente.
    Unos minutos después, salían de aquél negro callejón y, bajo un poste de luz, llamaban a la policía y a una ambulancia. Estar a la intemperie bajo la lluvia no era lo mejor, pero la luz era necesaria.

    -Gracias.- dijo ella.
    -Sabes que no es nada.



    -Te haces mucho problema por nada.- le comentó una vez Yosuke, una noche.

    Era noche de chicos, según Yosuke, aprovechaban en salir todos juntos para ir a conocer chicas y esas cosas. Por lo general, cada salida terminaba allí, con un buen plato de ramen. Desde que se habían mudado a Tokio para ir a la universidad, muchos del grupo se habían encontrado nuevamente y las salidas entre amigos habían cobrado un nuevo color. Kanji solía escuchar a sus senpais, sobretodo porque los respetaba y porque habían pasado tiempo en el mismo barco, con todo aquello de los secuestros y el Midnight Channel. Pero él no creía que se estaba haciendo "demasiado problema".

    -Ve derecho con lo que sientes, termina de una vez con esa maldita tensión sexual que hay entre ustedes.-¿¡Eh!?-su rostro no tardó en ponerse rojo como un tomate. Souji rió de buena gana, seguramente debía ser imperdible.
    -Vamos, si desde que se conocieron sientes algo por Naoto-chan.- habló con facilidad Yosuke, la edad y la hora le permitían hablar con tanta sinceridad.
    -Es algo que se ve con facilidad.- acotó tranquilamente Souji.-Deberían acostarse.
    -¡Senpai!- escandalizado, Kanji no podía estar más rojo.
    -Además... seguro que ella ya lo sabe.- acotó Yosuke.-Intentar esconderle algo a un detective tan bueno como lo es ella, es como esconder una pelota de un perro. Imposible.



    Kanji no podía quitarse las palabras de su mente, aún estando en el hospital donde trataron las heridas que se había hecho al lastimar al sujeto aquél, miraba de reojo a Naoto, quien estaba hablando con policía a cargo del caso. La enfermera que lo atendía no pronunció palabra, pero se notaba una sonrisa picara en su rostro, sonrisa que Kanji prefería evitar notar. La veía, pero no quería verla.

    Por lo general, él no trabaja con Naoto, él estaba en la universidad estudiando arte, para mejorar las manualidades que hacía, para vender más y, quién sabe, quizás poner una tienda o algo así. Cualquier cosa que ayudase en casa, venía bien. Él estaba allí en Tokio porque habían buenas recomendaciones y buenas universidades. Ver a Naoto allí era porque la agencia de detectives de los Shirogane tenía sede en la misma ciudad. Además, ella viajaba ocasionalmente, para resolver casos especiales en cualquier otra parte del país. No la veía siempre, por lo que había posibilidad de que no notase sus sentimientos.

    Ash... ¿Por qué su cabeza estaba hecha un lío? No entendía ni sus propios pensamientos.

    -¿Todo en orden?- la voz de Naoto lo sacó de sus pensamientos. La enfermera ya se había retirado y él se había quedado como estatua.
    -Ssí.- dijo distraído, desviando la mirada.
    -Gracias por tu ayuda, Kanji-kun.- repitió ella.- Aún tengo que devolverte la chaqueta.
    -¿Eh?- él la miró con atención, su cuerpo femenino, enmarcado por la ropa húmeda, pegada su cuerpo, aún estaba enfundado en la chaqueta de cuero que él le había dado y le quedaba grande. Quizás ridículamente grande.- Tch, no te preocupes, me la devuleves en otra ocasión, Naoto. Quedátela por ahora, no quiero que pesques un resfriado.
    -Te llevo a tu casa, me queda de camino a la agencia.- comentó ella, asintiendo a sus palabras.

    Ella le sonrió sutilmente y le ofreció la mano. Él observó su sonrisa, fue como si todo el asunto se hiciese claro para él. Sonrió, con los ánimos de siempre y aceptó el gesto, poniéndose de pie.

    -De ninguna manera.- se negó él, colocando una mano en la cabeza, con la intención de desordenarle el cabello.- Te dejó en la agencia y luego voy para casa.
    -¿Eh? Pero queda a tras mano.- comentó ella, empezando a andar.- Es mejor que...
    -No te voy a dejar sola a estas horas de la noche, es peligroso.

    Kanji siguió caminando y, por un momento, Naoto se detuvo para observarlo. Él a veces solía hacer esos comentarios obtener esos gestos con ella, como la chaqueta para protegerse de la lluvia (aunque sabía que era para cubrir su figura femenina, con toda su ropa mojada, pegándose a su piel y no dejando mucho a la imaginación). Sabía que él, algo más que amistad sentía por ella. Era muy claro.

    Ella sabía que era su debilidad.

    -¡Hey! No te quedes atrás.- habló Kanji volteando a verla.
     
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