Microrrelato La Danza de las Almas

Demoníaco suelo que pisan mis pies. Cada pared representa el futuro, lo que está por pasar, y el pasado, las lágrimas que una vez se derrocharon. Mis manos, manchadas por la sangre, acarician esta delicada alma. Se nota sola y adolorida, diferente a todos los almas que están vagando por aquí. Es de cuerpo débil y endeble, apenas puede sostenerse en pie y sus alas negras le calientan, pero aún así, sigue fría... muy fría. También oigo voces, muchas, muchas voces. La mayoría son agudas, amargos gritos que acompañan a los llantos del ser vivo que una vez pisó allí.

"¡Muere rata, no mereces estar aquí! ¡Nosotros te expulsamos de nuestro dominio, por condenarnos durante toda la eternidad!" se oía, todas las almas condenaban, luchaban, odiaban, expulsaban..., pero, ¿a quién? Se notaba como el odio las dominaba, se notaban angustiadas e incómodas, deseando que "aquello" muriera, que se extinguiera para siempre.

¿Qué está pasando? Tengo miedo, nunca había visto esto. Hay un símbolo dibujado en el suelo, dibujado con sangre negra, ¡maldita! Todas le redondean, parece un ritual. Sus rostros se notan serios y tristes, aquellas almas solitarias invocaron al demonio, a aquel ser maligno. Sí, no lo puedo evitar, tengo miedo. ¡Tengo mucho miedo! Hasta estas lágrimas que salen de mis ojos están malditas, ¡todo este lugar está maldito!

¿Qu... qué? Hay cuchillas, tod... todas, todas apuntan hacia mi. ¿Por qué? ¡¡Yo no he hecho nada!! Es mi naturaleza, ¿no lo veis? Pero no, no es el demonio. Entonces, ¿por qué todas estas almas me odian? ¿Por qué? Yo tan solamente le doy estas características a este lugar. Ah, cierto, es verdad. Yo soy quien formo esta sangre, quien provoca sus sufrimientos... quien les hace compañía durante toda la eternidad.

Du... duele. No, ¡hace daño! ¿Por qué lloro? ¡Noo! Tengo mucho miedo, ahora estoy sola. No, yo no quiero morir, pero me duele tanto... ¡¡duele!! Y también duelen estas lágrimas, pero yo no lo puedo evitar. ¡Duele! Due... le.

-Adiós, soledad.