La costumbre de tu lengua falaz, devora mi aliento ingenuo. Asombra a mi mente veraz, tu actuar, tu discurso superfluo. Tu cortesía y lengua impávida, cortan, hieren cual espina de rosa. Tu sonrisa indiscreta, impérterrita, convence sin falta a la chismosa. Que no me encuentres falta de piedad, que sin duda tu ser he de revelar, para que escapen de tu falsedad y tu verdadera cara debas mostrar. Tu soberbia es tal arma afilada tus acciones de todo valor desprovisto una tristeza fingida azulada. No me intimida, tus intentos he previsto. Saludos.