La chica del hospital

Bueno gente, recien vuelvo y ésta vez no les traigo la continuación de flores entrecruzadas, sino el escrito que ganó el concurso del escritor del mes, versión octubre. Como sabrán mi especialidad son los escritos largos, así que me esforcé mucho por cumplir el máximo de palabras disponibles, lamento si no les gusta, pero es todo lo que puedo hacer con tantas cadenas sujetándome n-n

La chica del hospital​

​

El sonido de las sirenas y ambulancias invadió mis sentidos hasta dejarme sin fuerzas, todo ocurrió tan rápido que ni siquiera tuve tiempo de analizar lo que sucedió.

Me encontraba sentado en una sala de espera, la habitación era pequeña y poco acogedora, las paredes estaban pintadas de blanco, como si fuesen un augurio final para las personas que pasaban sus últimos días en el hospital.

A mi lado mamá vacilaba con la cabeza inclinada, vestía una blusa negra y una falda larga del mismo color, sus ojos cafés estaban secos de tanto llorar, realmente deseaba irme a otro lado, sin embargo dicha petición no podía ser cumplida en este momento. Esperamos alguna respuesta por parte de los doctores, lamentablemente nadie nos habló durante algunas horas.

—¿Por qué mi bebé está sufriendo? —preguntó mamá con la garganta ahogada en lágrimas.

—Ese maldito borracho debió fijarse por donde conducía, ¡ahora Teresa está sufriendo! —exclamé lleno de impotencia. Mi hermana menor fue atropellada en la mañana cuando se dirigía al instituto, ella caminaba por la banqueta sin molestar a nadie, de repente un automóvil salió de la carretera y golpeó fuertemente a Teresa, al menos eso nos contaron los doctores e investigadores del caso.

¿Por qué los inocentes pagaban pecados qué no eran suyos?, mi hermana siempre se había distinguido por hacer sonreír las personas, apenas tenía quince años y le quedaba toda una vida por delante. Éste no podía ser el final, me negaba a reconocerlo.

Durante la noche un doctor entró a la sala, era un hombre de estatura considerable, tez morena y complexión delgada. Portaba una bata blanca que lo acreditaba como miembro del hospital, sin embargo la mirada en sus orbes no me gustaba para nada…

—¡Mi hija no morirá verdad!

—No les tengo buenas noticias, al parecer el impacto del automóvil fue tan fuerte que no podemos despertar a la señorita Teresa, sin mencionar la enorme perdida de sangre que sufrió, lo que hagamos esta noche será decisivo para decidir su destino, por favor sean fuertes. —Las cosas no iban de maravilla, mamá se quedó literalmente congelada por la noticia.

—Gracias, haremos lo que podamos. —Fue todo lo que pude responderle, sentía como la tristeza me invadía, esas palabras tuvieron un efecto devastador para nosotros.

Los minutos pasaron sin ninguna novedad, mamá seguía hundida en pena y llanto, no podía soportar más un ambiente tan depresivo, por ende salí de la sala y luego me dediqué a caminar por los pasillos. Ciertamente los hospitales no eran lugares muy alegres, cada corredor poseía de cuatro a seis puertas con distintos contenidos, desde quirófanos aterradores, hasta baños y cuartos donde guardaban los utensilios para el aseo. La desesperación me consumía desde las entrañas poco a poco, al cabo de unos minutos terminé por agacharme sobre el suelo, estaba devastado y asustado, por la terrible posibilidad de perder a una persona amada para mí.

—¡Maldita sea! —vociferé sin ninguna pena, curiosamente nadie vino a responder mi lamento.

—¿Pasas un mal momento? —Una voz pacífica y serena me llamó por la espalda, giré mi cabeza un poco para observar a la persona que me hablaba en medio de mis penumbras.

—Estoy gritando dentro de un hospital, obviamente no estoy para nada bien —contesté sarcásticamente.

—Bueno, la gente no viene a los hospitales para divertirse, ¿cuál es tu problema? —respondió de igual forma, aquel hombre también portaba una bata blanca, pero su edad contrastaba mucho con la del doctor anterior, pues las canas y arrugas resplandecían como trofeos oxidados en una vitrina.

—Mi hermana pelea por su vida justo ahora y yo no puedo hacer nada para salvarla, me siento tan inútil y desgraciado. —Le confesé mis verdaderos sentimientos a un extraño, pero no me importó, de todas formas nada cambiaría.

—Te diré un pequeño secreto amiguito, ve al pasillo final en el cobertizo abandonado, puedes encontrarlo bajando las escaleras del primer piso, de ahí bajarás a mano derecha hasta la última puerta —explicó el hombre a detalle, no estaba de humor para bromas o historias, ¿cómo demonios podía bromear mientras Teresa se debatía entre la vida y la muerte?

—No tengo ganas —rechacé sus buenas intenciones con una mirada fría, la verdad estaba muy malhumorado y jugar a los cuentos de hadas no me apetecía en este momento.

—¿Quién dijo qué bromeaba?, ¿realmente no te interesa conocer la verdad oculta del hospital? —volvió a interrogarme, ya comenzaba a molestarme así que le di la espalda sin responder alguna otra cuestión.

—Es una lástima, mis palabras pudieron haber salvado a tu linda hermana pequeña. —Aquellas palabras hicieron que todos los ligamentos de mi cuerpo se quedaran congelados, rápidamente me di la vuelta y corrí hacia él hasta tomarlo del cuello.

—¡Bastardo deja de jugar con el dolor ajeno! —exclamé mientras lo empujaba en reversa, no obstante esa acción no fue de gran importancia para el médico.

—En la recamara misteriosa habita el fantasma de una adorable chica, desde hace noventa años su inocente figura se arrincona en el fondo de la habitación, la leyenda cuenta que su alma no pudo descansar en paz al morir bajo esas cuatro paredes, sin embargo lo interesante de la historia viene ahora, pues hace muchos años se propagó el siguiente rumor: “aquel que logre darle la felicidad deseada a la chica fantasma tendrá derecho a obtener un deseo, pero si fallas en la misión caerás bajo una locura infinita. —No me iba a creer semejante cuento, suspiré resignado y luego me volví a voltear.

—Deja de molestarme con tus falacias, me haces perder el tiempo —contesté severamente molesto, mi paciencia empezaba a rozar sus límites.

—Sólo te diré que varios pacientes míos acuden a mí porque no pudieron superar el trauma por hablar con esa chica. —Tras decirme eso el doctor siguió caminando por los pasillos hasta desaparecer sin dejar rastro alguno. ¿A qué demonios se debía todo esto?

Bueno de todas maneras no perdía nada con intentarlo, decidí hacer caso a las instrucciones del médico, primero bajé las escaleras hasta llegar al primer corredor, luego encontré un cobertizo abandonado y terminé por recorrer el pasillo donde la iluminación blanca era más brillante que antes. Realmente esperaba un lugar oscuro y tenebroso, pues los fantasmas de las películas siempre aparecían en lugares encantados o malditos, sin embargo aquí no vi nada fuera de lo habitual.

Frente a mí había una puerta blanca, la perilla sin embargo contrastaba mucho, pues su color negro le daba un tinte algo extraño. A pesar de ello entré a la sospechosa habitación, adentro tampoco vi gran cosa, el lugar estaba extremadamente iluminado y bien cuidado.

—Si intentaban asustarme deben estar muy equivocados, no veo nada aterrador en este sitio —pensé elocuentemente por primera vez, no obstante en el rincón derecho se encontraba una chica con bata blanca, sus cabellos negros y largos recorrían elegantemente su espalda, estaba en posición fetal y mantenía su mirada pegada a la pared.

—La broma ha llegado demasiado lejos, ya puedes irte niña —hablé algo fastidiado y decepcionado, ellos ni siquiera se tomaron la molestia de arreglar el lugar. O al menos eso deduje, la jovencita no me hizo caso, en vez de ello se quedó en la misma posición durante algunos segundos.

—¿Irme?, ¿a dónde? —preguntó la niña sin poner mucho énfasis a sus palabras.

—A casa —contesté casi bromeando, en aquel momento comprendí finalmente mi propia idiotez…

—No tengo un hogar al que regresar, ésta es mi casa.

—Debe ser una broma…—intenté no perder la compostura, la chica se puso de pie y entonces su figura desapareció en un parpadeo, para el siguiente instante ella se encontraba frente a mí, la distancia que nos separaba era de solamente cinco centímetros. Sin embargo mi temor desapareció rápido, la razón aún era desconocida, pero tenía que ver con su reacción posterior al espectáculo bizarro.

Sus manos acariciaron mis mejillas sin ninguna dificultad, esto no podía ser posible, definitivamente algo no estaba bien con ella. ¿Cómo demonios desapareció y reapareció sin perder su forma física?, aquella acción habría vuelto loco a cualquiera.

—Disculpa mi atrevimiento pero, ¿eres un fantasma? —pregunté fuera de modales, la chica me quedó viendo unos segundos, luego me soltó y retrocedió algunos pasos mientras seguía con la mirada perdida.

—Eres un chico interesante, nadie me había preguntado eso con claridad, por eso no sabría responderte. —La voz de la joven fantasma no sonaba para nada aterradora o macabra, de hecho no era diferente a la de un humano común y corriente.

—Bueno, que yo sepa los humanos no desaparecemos así de la nada. —A pesar de mi sarcasmo la chica pareció entretenida con este intento de conversación.

—¿Cuánto tiempo llevo aquí?, he vivido encerrada bajo estas cuatro paredes durante mucho tiempo, dime…¿Has venido a salvarme? —Sus ojos me miraron piadosamente, como si estuvieran buscando una última salvación para todo su calvario.

—Sí, he venido a traerte la felicidad prometida —mentí peor que mil pinochos, pero no podía soportarlo más tiempo, esos ojos tan inocentes y dolidos me rogaban para que le pusiera fin a todo su martirio. Por un momento olvidé mi verdadero propósito, pues la chica fantasma me recordaba mucho a Teresa y por ende quería salvarla también.

Sé que salvar a todos era imposible, pero al menos debía intentarlo.

—¡Muchas gracias! —exclamó la jovencita bastante divertida.

—¿Cómo te llamas? —pregunté mientras pensaba en algo, en la esquina de la habitación vi joyas preciosas y enormes cantidades de dinero amontonado, otras personas seguramente intentaron sobornarla, pero como ella jamás había salido del hospital su conocimiento del dinero y la maldad era totalmente nulo.

—Los doctores me llamaban paciente diez, un placer, ¿tú cómo te llamas? —Me preguntó la chica.

—Puedes decirme Antonio —respondí amablemente, la chica me miró bastante interesada, de inmediato noté su falta de conocimiento respecto a la mente humana.

Un alma pura e inocente.

Alguien que no conocía las maldades del dinero, ¿qué tipo de felicidad podría desear una chica que ni siquiera existía?

—Gracias Antonio…en verdad te agradezco mucho lo que hiciste. —De repente los brazos de la joven rodearon mi pecho, su cuerpo emanaba un ligero calor humano, pero tenía una sensación de vacío en mi cerebro.

—¿Por qué me agradeces?, no he hecho nada. —Algo no estaba bien, la chica todavía conservaba algo de calor, pero éste lentamente se fue apagando, como una antorcha debajo del agua.

—Es la primera vez que alguien me dice su nombre, soy tan feliz de escuchar eso, cuando estaba en cama nadie me habló, pasé muchos años sin saber el nombre de nadie hasta que tú llegaste y me dijiste el tuyo, en verdad muchas gracias…—No podía creer lo que acababa de escuchar, lentamente su cuerpo comenzó a desvanecerse, mis brazos dejaron de sentir el contacto físico y en su lugar fue reemplazado por una pequeña corriente de viento.

—¿Chica fantasma?, ¿a dónde fuiste?—La habitación estaba en silencio, nadie respondió mi pregunta y las luces lentamente parpadearon.

En aquel momento mi teléfono móvil empezó a sonar con el típico sonido de siempre. Saqué el celular de mi bolsillo y luego lo puse sobre mi oreja.

—¡Antonio ven rápido!, Teresa…¡Acaba de reaccionar!, es un milagro. —Mamá me habló bastante conmocionada, entonces la llamada se cortó ahí, sin embargo no moví ningún músculo. Sencillamente caminé hacia la salida y le di un último vistazo a la habitación.

Las luces se apagaron y todo volvió a la normalidad, en seguida volví a subir las escaleras para ver a mi hermana, no sin antes recordar una lección importante que había aprendido gracias a la humilde tragedia de una simple chica…

“La felicidad se encontraba en las cosas más sencillas de la vida y no en las riquezas del hombre mundano”

FIN

Bueno, es corto y nada más de un sólo capítulo, me hubiera gustado aumentar la obra, pero para los que tenían curiosidad aquí está xD, no sé si tenga faltas de ortografía, pero no le corregí nada, justo como lo mandé a las juezas tienen aquí el cuentecito xD

Algunas preguntas para no perder la costumbre.

¿A qué se refiere Antonio con felicidad?

¿Por qué crees que la chica fantasma se sintió liberada?

Y una extra, ¿te ha gustado el escrito y qué parte de él no te gustó además de lo corto que está?

Gracias, aunque no le daré publicidad al escrito jajaja a ver quienes lo logran ver.