La carcel de cristal [Inu&Kago] [Sessho&Rin]

La carcel de cristal [InuXKag] [SesshXRin]

Se supone que no iba a escribir otra historia PERO, siempre hay algo o alguien que me arrastra hasta el teclado y me llena de ideas, y una vez que tengo esa idea en la cabeza me es imposible decir que no; este fic no tendrá mas de 10 capítulos (eso espero ToT) además es la primera vez que escribo sobre la pareja InuXKag como la principal. Espero que les guste.



Sin importar lo que pase, el espectáculo debe continuar.

Capítulo I: Recuerdos.​

La noche era más oscura y fría que de costumbre, la luna llena observaba aquel devastador espectáculo como si lo estuviese anhelando desde hace tiempo, sonriente…maliciosa. Sin duda alguna era una noche que nadie olvidaría en la ciudad oscura de Londres.

Ella corría a todo lo que daban sus piernas, su hermoso cabello negro jugaba al compás del fuerte viento, temerosa y emocionada como la niña pequeña que hace por primera vez una travesura menor…Sin saber que esa travesura le costaría la vida, pero a fin de cuentas ella era toda una mujer y aunque no podía hacer lo que quería esa noche las cosas iban a cambiar, o al menos eso pensaba.

Comenzó a caminar despacio al notar que se encontraba cerca del lugar pactado, finalmente lo había conseguido, sería feliz junto a su amado, nada ni nadie los volvería a separar jamás.

Eso era lo que ella deseaba, pero lamentablemente el destino no pensaba lo mismo.


—¿Inuyasha?— Sintió como si se le saliera el corazón del pecho al pronunciar aquel nombre, deseba con todas sus fuerzas aferrarse a su pecho y escapar a donde nunca nadie los encontraría. Pero su hermosa sonrisa se esfumó al ver que no se trataba de su amado. — ¿Qué haces aquí?

Ella lo miró con rabia y confusión, el solo sonreía. Avanzó lentamente entre la oscura niebla de la noche, quedaron frente a frente intercambiando miradas desafiantes que transmitían tantas cosas que las palabras eran innecesarias.

—¿Creíste que ibas a escapar como si nada?— Dijo con una sonrisa maliciosa, ella retrocedió con intenciones de salir corriendo pero al voltear se encontró con un precipicio, no tenía escapatoria— Así que este es el lugar donde te veías a escondidas con Inuyasha…Fue muy listo de tu parte Kikyo, pero lamento decirte que tu plan ha fallado.

—¿Qué le has hecho a Inuyasha?— Inquirió molesta.

—No te preocupes, no le he hecho daño, digamos que desvié su camino un poco…

—Entonces el no vendrá… ¿Tanto así deseas torturarme Naraku?— Exclamó molesta y con gruesas lagrimas cayendo de sus ojos.

—Ya te lo dije…Jamás podrás escapar a tu destino— Sentenció esta vez con seriedad, extendiendo su mano derecha hacia ella con gesto autoritario— Ahora ven conmigo.

Ella dudó por algunos segundos, su mirada estaba fija en el suelo ¿Por qué no podía ser feliz? ¿Acaso era un pecado desear estar junto al ser amado para toda la vida? Si es así entonces no deseaba seguir en ese mundo tan cruel…

Y así las lágrimas cesaron, la ultima pagina fue escrita…No había forma de evitarlo…

—Te equivocas Naraku— Respondió con una determinación nunca antes vista en sus ojos— Si hay una manera de acabar con todo esto.

El no tuvo tiempo de decir nada más, sus ojos contemplaron con asombro como la hermosa joven se lanzaba desde aquel precipicio sin pensarlo; su delgado cuerpo se asemejaba al de una frágil muñeca de trapo, la cual no tardó en chocar contra las enormes rocas que aguardaban impacientes al final de la caída…bañándose con su sangre, acabando con la agonía de una pobre alma que nunca pudo ser libre en un mundo de opulencias, donde lo único que importa es complacer a los demás a costa de tus propios sentimientos…

—Inuyasha…perdóname…

Y así la hermosa mujer que alguna vez respondió al nombre de Kikyo pudo conseguir su libertad, ya nunca más lloraría ni sentiría dolor, pero…El precio a pagar fue demasiado alto.

2 años después.​

Dos años luego de su muerte, era casi imposible de creer, ya no existía aquella encantadora mujer que deslumbraba a cualquier persona con su incomparable belleza, su piel era blanca y suave, su cabello liso y perfectamente arreglado con sencillos peinados pues no le gustaban las opulencias, su cuerpo solo era comparable con el de una Diosa…Pero de tanta belleza no queda sino una tumba blanca repleta de flores que adornan el eterno descanso de la mencionada joven.

— He venido a verte, hermana— Saludó amablemente una chica con rasgos bastante similares, pero su cabello era un poco más ondulado, su piel más oscura y aún conservaba ciertos rasgos que la hacían ver un poco infantil, aunque increíblemente hermosa a su manera.

Eran bellezas distintas, mas bien, la forma adecuada para describir a ambas hermanas era Belleza y ternura, sin duda eso era lo que reflejaba Kagome, ternura e inocencia propias de una niña que aún no ha vivido las crueles experiencias del mundo exterior.

— Señorita Kagome, lamentamos llegar tarde— Dijo un joven de cabello negro y ligeramente largo mientras se acercaba respetuosamente hacia la tumba para depositar unas flores.

— Yo también acabo de llegar Miroku— Confesó ella con tranquilidad, notó que su amigo venía acompañado— Buenos días Inuyasha.

—Buenos días— Fue lo único que se limitó a decir, ya que sus ojos estaban concentrados en la tumba de Kikyo— Buenos días Kikyo…

A pesar de que habían pasado dos años, el no aceptaba la muerte de su amada, Kagome por su parte ha estado enamorada de Inuyasha desde que tenía 12 años, pero siempre había mantenido sus sentimientos en secreto ya que su hermana Kikyo también sentía algo por él. Intentaba ser fuerte pero al verlo así sus fuerzas se esfumaban, incluso muerta su hermana aún ocupaba todo su corazón.

—¿Podrían dejarme unos segundos a solas? Por favor— Dijo el casi en un susurro, Kagome y Miroku no dijeron nada y se alejaron lentamente.

Le dolía el pecho, le dolía mucho saber que el amor de su vida jamás iba a corresponderle, le dolía el hecho de que su hermana estuviese muerta y se sentía miserable por amar a Inuyasha desde hace tanto tiempo.

Pero a pesar de todo…no podía evitarlo.

—Han pasado dos años…Sin embargo el tiempo parece haberse detenido en aquella fecha.

—Lo se…— Contestó ella sin mucho entusiasmo— Es duro seguir adelante sin ella…Aún me siento mal por lo que le dije esa noche a mi hermana.

—Nada de eso fue tu culpa Kagome….Debes ser fuerte y continuar con tu vida, intenta alegrarte un poco ya que mañana será un día especial.

—Ahh...te refieres a eso…

—Mañana cumplirás 16 años, eres toda una mujer.

A ella no le importaban esas trivialidades, cumplir 16 años era lo que menos le emocionaba en ese momento, después de todo ya conocía su aburrida vida, la cual consistiría en encargarse de los negocios de su familia para así mantener el estatus social que les caracterizaba a los Higurashi, podría decirse que ya tenía todo lo que cualquier persona podría desear.

Antes de marcharse, volteó nuevamente hacia la tumba de su hermana, contemplando con dolor como el amor de su vida se sumía en sus propios pensamientos, anhelando nuevamente regresar a la noche donde el destino cruel decidió separarlos.


¿Qué les pareció? Pondré el próximo capítulo pronto, acepto críticas y comentarios.

 

Re: La carcel de cristal [InuXKag] [SesshXRin]

Gracias a todos por sus comentarios, y descuida Cmmv xD jaja no me refería a ti en el post anterior jejeje.


Nuestra vida es como una enorme cárcel de cristal, hermosa a primera vista y tentadora por su aparente comodidad, pero una cárcel seguirá siendo una cárcel. No lo olvides nunca Kagome, jamás podremos ser libres en esta sociedad de opulencias.

Capítulo II: Compromiso.​

I parte​

​

Hacía mucho tiempo que no soñaba con su hermana, era tan real que casi podía oler su exquisita fragancia, finalmente abrió los ojos con pesadez y saltó de la cama para dar inicio a otro día regido por horarios y protocolos.

—Adelante— Dijo tranquilamente al escuchar el leve golpeteo de la puerta, al instante entró una hermosa joven de cabello castaño y ojos oscuros, su esbelto cuerpo se ocultaba bajo un amplio vestido blanco— Buenos días Sango.

—Buenos días Kagome— Respondió con una leve sonrisa— Permíteme ser la primera en felicitarte por tu cumpleaños.

Ella solo asintió con desgana, tanto ella como Sango comprendían el significado de cumplir 16 en la familia Higurashi.

—Anímate un poco amiga, te he traído un pequeño obsequio— Expresó la castaña mientras sacaba una pequeña caja de su bolsillo.

Kagome abrió la caja cuidadosamente y encontró un sencillo pero hermoso collar de plata, tenía como amuleto una media luna adornada con diamantes. Esta vez no pudo esconder la sonrisa que su amiga tanto deseaba sacarle, conocía su punto débil y ese era sin duda la luna.

—Gracias Sango…No se qué haría sin ti.

—No hay problema, ahora ve a bañarte mientras preparo tus cosas, hoy tendrás que verte más hermosa que nunca. Me encargare de que todos queden boquiabiertos.

Kagome asintió y se retiró de la habitación, desde la muerte de sus padres Kikyo se había encargado de cuidarla, pero ahora se encontraba sola, por eso es que Sango significaba tanto para ella, una amiga incondicional y prácticamente una hermana mayor sustituta.

Arreglarse era lo de menos, al igual que Kikyo no le agradaban los excesos, su cabello siempre lo mantenía suelto, pero por cuestiones de ética hoy debería llevar algo de maquillaje y un vestido formal.

—Quiero verme lo más natural posible, por favor— Suplicó en voz baja, Sango solo asintió y comenzó a limpiar su cutis delicadamente.

Luego de algunas horas ya todo estaba listo, un enorme mesón con comida para al menos 100 personas, música y diversas decoraciones acordes con la importante celebración, muchas personas la saludaban y felicitaban, como era de costumbre, nunca podía saber quiénes estaban allí por puro interés o porque realmente la apreciaban.

El reloj anunció que ya eran las 8 de la noche, la música cesó, los invitados guardaron silencio y las miradas se centraron en ella.

—Siempre ocurre lo mismo…— Musitó para sí misma mientras bajaba lentamente las escaleras.

“Es la viva imagen de Kikyo” susurraban los presentes entre ellos, observándola, analizando cada movimiento que la chica realizaba, ella por su parte pretendía no escucharlos, no le agradaba ser comparada con otras personas pero en una situación como esa no podía demostrar su enojo.

De pronto alguien llamó su atención, disipando su enfado y deteniendo el tiempo a su alrededor; se trataba de aquel joven de mirada ámbar que desde hace tanto tiempo la tenía hechizada…Aún podía recordar la primera vez que lo vio.

Fue ella la que tuvo el primer encuentro con Inuyasha, en cuestión de instantes se hicieron buenos amigos, pero las cosas fueron totalmente diferentes cuando conoció a Kikyo, era como si Cupido hubiese lanzado una flecha que jamás podría ser retirada de su corazón, ni siquiera por ella.

—Luces muy bien— Dijo el joven con un leve rubor en sus mejillas, era la primera vez que veía a su amiga con maquillaje, el rubor y los labios finamente delineados le daban un toque muy sensual y maduro.

—Muchas gracias— Respondió ella con una gran sonrisa, después de todo si valió la pena arreglarse para esa noche.

—Kagome, muchas felicidades por tu cumpleaños número 16— Interrumpió una hermosa mujer de cabello oscuro y piel blanca, llevaba puesto un elegante vestido rosado, haciéndola lucir como la princesa de un cuento de hadas— Inuyasha, ¿Dónde están tus modales?

—Ah sí, muchas felicidades Kagome— Se apresuró a decir, apenado por su descuido.

—Y tú Sesshomaru, acércate a saludar a Kagome— Pero el aludido no se molestó en contestar, simplemente dio media vuelta y se alejó de allí, dejando a una triste Izayoi y a un molesto Inuyasha.

—No te preocupes por ese tonto, últimamente está más amargado que de costumbre— Dijo Inuyasha frunciendo el ceño, Izayoi y Kagome solo suspiraron.

—Descuida Inuyasha, me alegra que hoy estés de buen humor— El joven se cruzó de brazos, últimamente estaba muy distante del mundo exterior y seguramente había preocupado más de la cuenta a su madre y a Kagome— Kagome, lo siento yo…

—Descuida…no tienes nada que explicar— Ella sonrió, el solo asintió aliviado, en el fondo daba gracias a que ella siempre ha estado allí para él, incondicional y buena amiga como siempre.

Luego de llegar todos los invitados, comenzó la verdadera ceremonia, que consistía en un pequeño y elaborado discurso que Kagome había estado practicando por varios días; a los pocos minutos apareció Miroku, quien no tardó en comenzar a coquetear con todas las damas que se le cruzaban por delante, se acercó a saludar a su amiga Kagome y de pronto su vista se perdió en los alrededores.

—Ella decidió no venir, no le agradan mucho este tipo de eventos y la verdad es que no la culpo.

—Ya veo…—Musitó el joven con cierto aire de decepción, Kagome sonrió levemente ya que no era normal que se interesara tanto en una sola mujer, probablemente esta vez sí era en serio.

Los anfitriones dijeron algunas palabras a los invitados, colocaron nuevamente la música y todos tomaron a su pareja de baile.

—¿Quieres bailar Inuyasha?— Preguntó con una amplia sonrisa, el joven asintió seriamente con esa mirada que la hacía derretir en un segundo.

Ya nada importaba, a pesar de estar incomoda en ese lugar, a pesar de que no le agradaba estar rodeada de personas superficiales que solo juzgan por el estatus social, a pesar de eso era feliz, pues se encontraba con la única persona con la cual podía ser ella misma. El no la amaba, nunca lo haría, y aunque en ese preciso momento simplemente estuviese recordando a su amada Kikyo a través de su rostro, no le importaba, ya que lo único que deseaba era verlo feliz.

—¿Te vas tan rápido?— Preguntó la hermosa princesa con ojos suplicantes, esperando que el frío joven cambiara de parecer.

—Ya cumplí tu estúpido capricho, ahora déjame en paz.

—Espera por favor— Le tomó del brazo, recibiendo así una mirada llena de odio y frialdad. Lentamente lo soltó, aterrada y sorprendida.

—Nunca más te sientas en la capacidad de darme órdenes— Sentenció molesto. Ella solo asintió con debilidad.

—No sé a qué se deba tu enojo, solo espero que algún día consigas a alguien especial que te comprenda.

—Tonterías…— Y con su elegante porte salió del salón hacia las afueras del jardín.

Era la noche más hermosa para ella, podría bailar por horas con tal de tener a esos hermosos ojos contemplándola. Deseaba decirle lo que sentía, hace algún tiempo que estaba considerando esa opción pero tenía miedo de ser rechazada.

—¿Sucede algo?— Preguntó el joven al verla tan distante. Ella solo negó levemente— No mientas, se que escondes algo, te conozco de toda la vida Kagome.

—Ya te dije que no me pasa nada— Respondió intentando dar por terminada la discusión, pero él no pensaba igual, acercó su rostro peligrosamente al suyo, contemplándola más de cerca, haciendo que un fuerte rubor se asomara por sus mejillas.

—¿Lo ves? estas mintiendo— Le acusó nuevamente— Siempre que mientes y te miro fijamente te ruborizas, por eso es fácil descubrirte.

Ella lo miraba atónita ¿Realmente pensaba que esa era la razón de su vergüenza? Sin duda alguna el podía ser muy despistado cuando se lo proponía, seguramente nunca ha sospechado lo que ella siente por él. Su cuerpo temblaba sin control, intentó contenerse lo más que pudo pero al final estalló.

—¡Eres un tonto! ¡Si te digo que estoy bien es porque estoy bien!

—¿Qué demonios te pasa? Sabía que tenías algo o de lo contrario no estarías gritando como frenética— Replicó con evidente disgusto, haciendo que la chica enfureciera aún más.

—¡Estoy gritando porque tu no dejas de molestarme!

—¿Ah sí? Pues ya no volveré a preguntarte nada, niña malcriada.

—Disculpen que me entrometa— Interrumpió Miroku apareciendo de repente— Pero ¿Qué diablos creen que hacen?— Exclamó dándole un golpe en la cabeza a Inuyasha.

Ambos miraron a su alrededor, las personas los miraban y susurraban todo tipo de cosas, incluso la música se había detenido; Kagome se sentía muy avergonzada por hacer semejante escándalo.

“Kikyo jamás se hubiese comportado así” Ese comentario le hirió mucho, bajó la mirada para intentar ocultar su decepción, después de todo las personas solo la miraban como una réplica exacta de Kikyo, que debía pensar, actuar y hablar igual que su hermana difunta, era una responsabilidad agotadora.

De pronto aparecieron dos personas en el medio de aquel decorado salón, uno de ellos tenía cabello largo y liso, de un extraño color negro con destellos azules, su sonrisa era algo en lo que Kagome no solía confiar, ya que lo consideraba una máscara para ocultar su verdadera personalidad. Junto a él caminaba otro joven de mirada sombría y porte increíblemente elegante, la miraba fijamente con una sonrisa maliciosa, como si estuviese esperando el momento de hacer su entrada triunfal.

—Naraku y Byakuya— ¿Qué diablos hacen aquí?— Exclamó Inuyasha molesto.

Hermana, nunca pensaste que al acabar con tu vida no solamente me cedías tus privilegios, sino también todos tus problemas; pero a pesar de todo no te tengo rencor, sé que no lo hiciste a propósito, además si tu no pudiste tener una vida feliz ¿Por qué habría de tenerla yo? Tal y como tu dijiste, este es nuestro destino, un destino del cual jamás podríamos huir en vida…Lamentablemente yo no tengo el valor para suicidarme.

Este capítulo se divide en dos partes, supongo que algunas ya sospechan lo que viene más adelante, y si no pues esperen a la segunda parte ;)

 

Re: La carcel de cristal [InuXKag] [SesshXRin]

Hola! Muchas gracias a todos por sus comentarios, tomé en cuenta los consejos sobre las tildes (lo admito, me da flojera colocarlas) pero intentaré no cometer el mismo error. Sin más que decir aquí les dejo la segunda parte.

¿De qué sirve obtener algo que no deseas? ¿De qué sirve desear algo que no puedes obtener?

Compromiso.​

II Parte​

​

Los invitados dejaron de murmurar para centrar sus miradas en aquellos hombres de tan exquisito porte, era innegable que pertenecían a la más alta de las clases sociales. Naraku poseía muchas propiedades en el país, los negocios se le daban con gran facilidad pero a pesar de ser un hombre tan exitoso la gente no confiaba mucho en él; era como si poseyera un aura extraña que mantenía alejado a todo aquel que intentara pasarse de listo, de ser ese el caso no pagarían únicamente con dinero, sino también con sus vidas.

Byakuya era su asistente personal, obediente y capaz de realizar cualquier cosa que su amo deseara. Siempre mostraba una sonrisa que, sumado a sus rasgos tan perfilados daban una impresión increíblemente inofensiva, sin embargo él sabía que Kagome no pensaba lo mismo y por eso disfrutaba ponerla en tensión, haciéndola perder los estribos para ver hasta qué punto era capaz de contenerse.

—Kagome, han pasado dos años si no me equivoco— Dijo rompiendo el repentino silencio— Muchas felicidades por tu cumpleaños.

—Es muy inesperada tu visita, Naraku— Respondió con extrema educación, intentando ocultar la sorpresa que le causaba verlo repentinamente— Gracias por recordarlo.

—Veo que todos están reunidos— Continuó con tono tranquilo y rebosante de confianza— Inuyasha, me sorprende verte en este lugar.

—¿Qué demonios haces aquí?— Exclamó con furia en sus ojos, colocando a Kagome detrás de él— ¿A qué se debe tu presencia?

La tensión se apoderaba nuevamente del lugar, Naraku sonreía satisfecho por el alboroto que había causado; Miroku por su parte intentaba controlar a su amigo, quien estaba a punto de lanzarse contra Naraku. Mientras tanto Kagome se encontraba sumida en sus pensamientos.

Era obvia la razón por la cual regresaba, pero a pesar de todo no le convenía seguir con semejante escándalo en frente de todos, si deseaba lograr su objetivo tendría primero que ganarse la confianza de las personas influyentes…Tenía que convertirse en una de ellos.

—Es un enorme placer tenerte en este lugar— Dijo nuevamente, con una sonrisa que logró convencer a los invitados— Por favor, diviértete en la fiesta.

—Entonces concédeme el honor de bailar conmigo la siguiente pieza.

Por un momento la sonrisa de Kagome estuvo a punto de esfumarse, Miroku e Inuyasha temieron lo peor, pues ya conocían el explosivo carácter de su amiga, sin embargo ella sacó toda la fuerza que le quedaba y como pudo aceptó sonriente la invitación de Naraku.

La música comenzó nuevamente, las parejas salieron a la pista a bailar como si nunca hubiese existido interrupción alguna.

—¿Te vas tan pronto?— Preguntó Byakuya al ver que Inuyasha se retiraba del salón.

—Me marcho para no tener que ver tu asqueroso rostro, tú y Naraku no tienen vergüenza— Contestó Inuyasha con brusquedad.

—Ya veo…por un momento pensé que la razón de tu enojo era otra— Su plan de provocarlo estaba surtiendo efecto, afortunadamente Miroku estaba cerca y no permitió que hablaran más tiempo.

—No sé cuáles son sus intenciones, pero no permitiré que le hagan daño a la señorita Kagome.

—Miroku, te preocupas demasiado— Bufó con fingida inocencia el peli azul— ¿Acaso notas algún problema entre esos dos?

Ante la vista del público Kagome y Naraku hacían una excelente pareja, ambos mostraban sonrisas despreocupadas y relucientes. Pero Miroku sabía que en el fondo su amiga estaba sometida a una enorme presión emocional, tener que tragarse el orgullo es muy difícil, en especial para alguien tan temperamental como Kagome.

Ella solo bailaba como de costumbre, intentaba no mirarlo mucho a los ojos, la mayoría de las veces solo perdía la vista en un punto muerto para que todos creyeran que disfrutaba de su compañía. Una pieza, tan solo una pieza tendría que soportarlo ¿Por qué el tiempo transcurría más lento que de costumbre?

—Eres una buena actriz, debo admitirlo. Pensé que no estarías a la altura de este evento.

—No sé si alegrarme o enfurecerme porque alguien como tú me haga un cumplido— Musitó levemente, manteniendo su sonrisa para no llamar la atención.

—¿Quién dijo que es un cumplido? Aún así eres patética, no le llegas ni a los tobillos a tu hermana difunta— Respondió sonriendo ampliamente, esta vez sus miradas se encontraron.

Ella perdió el control momentáneamente, su mano apretó con fuerza la de él, enterrando sus uñas con furia y desesperación pero Naraku no cambió su semblante, seguía tan tranquilo como siempre. De pronto la empujó levemente hacia adelante y la obligó a dar un giro mientras sus manos continuaban unidas, ella simplemente cerró los ojos para tratar de controlarse; el público los miraba fascinados, al parecer había logrado engañarlos de nuevo.

—Aún no has aprendido a controlar tu carácter— Susurró Naraku de manera casi imperceptible mientras continuaban danzando de un lado a otro— Es algo que tendré que cambiarte a partir de ahora.

—No me hagas reír— Contestó con brusquedad, pero manteniendo el tono bajo— Jamás me someteré a tus órdenes.

Esta vez logró que el peli negro frunciera levemente el ceño, de pronto sintió un fuerte dolor en su mano, producto del agarre de Naraku, poseía una fuerza increíble, sumado a la aterradora mirada que ponía cuando lograban enfurecerlo.

—Me estás haciendo daño— Dijo de inmediato, estaba empezando a sentirse nerviosa.

—Escúchame muy bien, he regresado para reclamar el dinero de aquella vieja deuda que tu querida familia nunca fue capaz de pagarme. Y esta vez no aceptaré ningún tipo de excusas ¿Entendiste?

—No he olvidado la deuda, ten por seguro que pronto pagaré todo lo que mi familia debe. De eso no te quepa la menor duda— Contestó con firmeza, Naraku cesó lentamente el fuerte agarre, la música se detuvo y los invitados aplaudían como de costumbre. Ellos permanecían frente a frente.

—Han pasado varios años ¿Cuánto más tendré que esperar?

—Este año, sin duda alguna te pagaré este año.

—Me parece bien, entonces organicemos una pequeña reunión para establecer los acuerdos legales. Ya sabes, no confío mucho en tratos de palabra.

—Por mi está bien. Hasta entonces.

Kagome se despidió cordialmente y se retiró del salón. Sus ojos ardían y su pecho estaba a punto de explotar; ya lo sabía, sabía muy bien que ese día llegaría pero todo este tiempo actuó como si no lo recordara.

Lo peor de todo es que estaba completamente sola, en los momentos difíciles no podía demostrar debilidad o sería su fin, no podía confiar en nadie y tampoco contaba con alguien en quien desplomarse y llorar sus penas. Sango siempre estaba con ella, pero no deseaba incomodarla con sus lloriqueos, después de todo ella también perdió a sus padres cuando era pequeña y aún así había logrado salir adelante; no tenia opción, al menos por esa noche lloraría un poco a solas y luego volvería a ser la misma de siempre. Pero no estaba tan sola como esperaba.

—Inuyasha…— Se sobresaltó al verlo aparecer de pronto entre los arbustos del jardín, él no le contestó nada, solo la miraba fijamente— ¿Tan rápido te aburriste de la fiesta?

—Si…— No pudo evitar notar que su amiga se secaba los ojos constantemente, intentando esconder las lágrimas que amenazaban con desbordarse sin control— No me agrada verte llorar.

—No te preocupes, no estoy llorando, es que tengo algo en el ojo— Se apresuró a decir con una sonrisa fingida, pero su mandíbula comenzó a temblar, al igual que sus manos.

Inuyasha se apresuró a tomar sus manos para tranquilizarla, Kagome lo miraba fijamente mientras su corazón latía con fuerza, entonces él la acercó a su pecho lentamente, entrelazándola en sus brazos, brindándole su apoyo, ella siempre lo había consolado en el pasado y ahora era su turno.

—No me agrada verte llorar, sin embargo puedes hacerlo por esta vez Kagome. Desahógate.

No necesitó pedirlo por segunda vez, Kagome se aferró a su pecho mientras lloraba amargamente. Al día siguiente todo volvería a la normalidad, tendría que continuar con aquella farsa que tanto detestaba, pero ahora y solo por ahora, seguiría llorando.

Aquella triste escena fue observada por el mayor de los Taisho, quien se encontraba caminando por los alrededores del jardín, intentando distraerse un poco de sus propias preocupaciones. No le dio importancia a lo que vio, después de todo eso no era su problema, continuó caminando hacia la salida de la mansión para dirigirse a su casa, pero tampoco deseaba llegar de inmediato por lo que prefirió caminar hasta allá; alzó la vista hacia el cielo, había luna llena.

“Solo espero que algún día consigas a alguien especial que te comprenda”

—Que estupidez…— Se molestó consigo mismo por recordar aquellas palabras sin sentido, volvió la vista al frente y de pronto se detuvo, no se había dado cuenta de que otra persona estaba cerca.

No pudo reconocer a simple vista, llevaba una larga capa negra con una capucha que cubría su rostro, pero a juzgar por la estatura y la forma de caminar supuso que se trataba de una mujer. Estaba parada unos metros cerca de él, contemplando de igual forma la luna.

—¿Qué es lo que le agrada de la luna?— Preguntó en voz baja, tal y como sospechaba se trataba de una mujer, y por el tono de su voz se notaba que aún era bastante joven.

—No deberías estar sola en este lugar, vete a tu casa— Respondió fríamente mientras continuaba su camino.

—Yo no tengo hogar al cual regresar— Respondió ella con extrema tranquilidad, tanto así que frío joven no pudo evitar darse la vuelta para cerciorarse si estaba mintiendo.

¿Quién era ella y de donde había salido? Sesshomaru se encontraba a sí mismo en una situación nunca antes vivida, aún así decidió no darle mayor importancia, ya demasiado era haberse detenido a hablar con esa extraña mujer.

—No me interesa...— Siguió su camino con indiferencia, a los pocos segundos se escuchó un ruido detrás de él. Aquella joven se había desmayado.

Se acercó y se agachó para verla mejor, quitó aquella capucha que escondía su rostro y descubrió algo muy interesante.

Mientras más te niegues a aceptar tu destino, más rápido se hará realidad.

¿Qué les pareció? Dejen sus críticas y comentarios, intenté tener más cuidado con los acentos (espero haberlo hecho bien) bueno hasta aquí queda el capítulo ;) nos vemos pronto bye!