La canción del ángel caído

Bueno, escribo esta historia porque de repente, mientras escuchaba música, se me ocurrió escribir algo distinto de lo que hago normalmente, por lo que no estoy muy segura de ello y en un lugar en donde no he publicado (aunque solo he publicado una historia). Espero que os guste.

La canción del ángel caído

“Ojalá pudiéramos volver atrás...”

Nunca podría olvidar esos días aunque quisiera. Un día yo me dirigía al río para recoger un poco de agua hasta que me encontré contigo gravemente herida.
—¡Oye! ¿Estás bien? —grité yo mientras corría hacia ti.
Rápidamente fui a socorrerte pero cuando me acerqué lo suficiente, observé que tenías una profunda herida en ¿el ala? Yo te miraba perplejo. Tú, un ángel de carne y hueso estaba delante mía. Siempre creí que los ángeles solamente existían en los cuentos de hadas, que era una simple mentira para dar esperanza a seres que se encontraban en la oscuridad y necesitaban consuelo como yo; pero existían, y la prueba de ello es que estabas delante de mí, con tus dos alas, aunque una de ellas estaba sangrando. Sin pensármelo dos veces, te cargué sobre mi espalda, te llevé a mi casa y te curé la herida; parece ser que te habían disparado. ¿Quién sería el rufián que te había hecho eso?
—¿Qué le habrá pasado? —Pensé yo mientras te observaba fijamente; eras hermosa en todos los sentidos. Sentía un cálido sentimiento recorrer por mi pecho, parecía irónico pero, me había enamorado de ella a primera vista.
En ese momento se movió un poco, haciendo que me sobresaltara. ¡Estaba viva! Fue en ese momento cuando abrió los ojos.
—¿Quién... eres? —preguntó la chica con dificultad.
—Me... me llamo Ark —contesté bastante nervioso—. ¿Y tú? ¿Me podría decir cuál es tu nombre?
—Yo... no tengo nombre... —Su rostro mostraba tristeza y soledad y su voz sonaba frágil, como si estuviera a punto de llorar.
Sentía tanta debilidad por esa chica que la abracé con delicadeza de no dañarle las alas, tenía ese fuerte e incontrolable deseo de protegerla a toda costa.
—Entonces... ¿Me dejarías ponerte un nombre? —Fue en ese momento cuando los ojos de la chica se empañaron de lágrimas por la felicidad que sentía.
—Sí... —susurró ella mientras escondía su rostro en mi hombro, sentía las lágrimas caer por mi hombro.
—¿Está... bien si te llamo Lala? —Ella levantó su vista y nos miramos a los ojos; era como si nada existiera. Tú aceptaste con una sonrisa en tu rostro, esa fue la primera vez que te vi sonreír, y la primera vez que me enamoré.

“Tú eras la única que me hacía sentir así”

Desde el momento en que te conocí, todos los días eran brillantes e inolvidables. Eras torpe pero siempre dabas lo mejor de ti. Cantabas a todas horas con tu hermosa voz, da igual si era de día o de noche, siempre estaba allí para escucharte. Todos los del pueblo te aceptaban, estabas tan feliz que empezaste a cantar para ellos. Los niños te amaban, siempre querían que jugaras con ellos. Me declaré y aceptaste mis sentimientos, no podía estar más feliz. Tres años después te pedí matrimonio, por lo que lloraste de felicidad. Todo el pueblo nos felicitaba por nuestro compromiso, era el hombre más feliz del mundo. Siempre estabas para mí.

“Sin embargo, ocurrió la tragedia...
que hizo que me separara de ti...
para siempre”

El día de la boda, yo me encontraba nervioso en la iglesia esperándote. Entraste con tu maravilloso vestido blanco, me quedé asombrado de nuevo por tu hermosura. Íbamos a estar unidos por la eternidad. Hasta que ocurrió aquello...
De repente, entraron unos hombres extraños, te intentaban capturar sin motivo alguno. Yo te alejaba de ellos, te protegería de todos esos malvados que te hicieran daño si para ello tenía que pagar por mi vida. Estaba preparado para ello. Un hombre sacó una pistola, me iba a disparar, cerré los ojos, esperando que llegara el disparo, pero nunca llegó; entonces ocurrió la desgracia. Cuando volví a abrir los ojos, te encontrabas delante mía, abrazándome. Fue entonces cuando me fijé en la herida que tenías en el corazón, me asusté. No quería que te fueras, no ahora cuando íbamos a ser felices. ¿Por qué el destino era tan cruel?
—¡Lala! ¡¡Lala!! ¡¡por favor, no te mueras!! —Yo gritaba deseperadamente, esto no tenía que estar pasando. Pero tú con una sonrisa posabas tu mano sobre mi mejilla mientras susurrabas un “Te amo”.
Empezaste a cantar, yo te escuchaba atentamente, esa canción que siempre cantabas. Todo el mundo perplejo observaba y te escuchaba, incluidos los bestias que te hicieron esto, pero tú seguías cantando con todas tus fuerzas, aún cuando te estabas a punto de ir de mis manos.

“Por favor... no te vayas...”

Cuando terminaste de cantar, me agradeciste por haberte amado... y te fuiste. Tu cuerpo caía lentamente, estaba fría, ya no respirabas. Lo único que podía sentir ahora era dolor y agonía, tu pérdida fue demasiado para mí, tú me dabas un motivo para vivir. Esos hombres que te hicieron daño se fueron satisfechos, yo solo podía llorar, llorar hasta que mis lágrimas se secaran.

“Si volviéramos a renacer...
me enamoraría de ti otra vez”

Ya han pasado tres meses desde que te despediste, ¿cómo estás en el cielo? Espero que estés bien. Aún estoy triste, pero intento seguir hacia delante, intento seguir aunque no estés a mi lado. Si me detuviera ahora, estarías triste por mi culpa y no quiero que eso ocurra; por eso sigo adelante. Aunque ya no estés en este mundo, nunca te olvidaré.

“Siempre te tendré en lo más profundo de mi corazón”

Fin