One-shot Lástima [DMW]

Aquella menuda muchacha había salido tan alegre como siempre de su apartamento, asegurándose de cerrar bien la puerta y llevar consigo su billetera. Caminó hasta la calle con pasos apresurados y comenzó a hacer la misma ruta que todos los días, observando con una sonrisilla el buen tiempo que hacía aquella mañana junto a una leve brisa que refrescaba la piel de los fuertes rayos del sol.

Aimi iba a comprar el pan como siempre, pero esta vez también podía permitirse el capricho de traer algunos dulces con ella, y eso era lo que le llenaba de una impaciente emoción. ¡Debía decidir bien y hacer cuentas perfectas para obtener todos los pastelillos y galletas que pudiese!

Empezó a ver el área comercial cerca, tan activa como usualmente era, con todos los puestos ya abiertos y con varias personas paseando por el lugar haciendo sus compras matutinas, y apresuró su paso muerta de ganas por ver qué cosas habrían esta vez en el escaparate de su tienda favorita.

—¡Buenos días!

Nada más entrar en la panadería saludó, siendo bien recibida por la pareja que eran los dueños, pues casi siempre se pasaba por allí a comprarles. Era una de las panaderías más famosas de ese lugar, pues su pan era exquisito, muy tierno o crujiente, blanco o tostado. ¡Tenían el perfecto para cualquiera! Y lo que a Aimi le parecía mejor era que su precio era accesible incluso para ella.

—Quiero lo mismo de siempre, por favor.

Pagó en cuanto le dieron su pedido, las dos baguettes que solía comprar para que les durase todo el día, y olió el delicioso aroma del pan recién hecho que sujetaba contra sí en un abrazo. Tenía ya muchas ganas de volver a casa y darle un buen bocado, quizá pasaría por el supermercado en el camino de vuelta para coger alguna cosa y acompañarlo.

Pero antes… ¡tocaba revisar los pasteles de la tienda!

Sus ojos se posaron en cada uno de los dulces, habiendo gran variedad de ellos. Los había que parecían ranitas, otros eran como un pequeño castillo de frutas, los había más simples como pastelillos de crema o pasteles de manzana, también napolitanas de chocolate o cruasanes de mantequilla, además de galletas grandes con chispas de chocolate o lacasitos. ¡Era un gran paraíso, sin dudas!

Mientras observaba atenta los precios y hacía cuentas con lo poco que le quedaba, pensando con gran seriedad qué era lo que le apetecía probar aquella vez, escuchó el sonido de la puerta abrirse y de soslayo miró a aquella chica tan familiar entrar.

—Bienvenida, señorita Dumont.

Era solo la segunda vez que la veía, y al igual que la primera vez se quedó asombrada con la gran belleza de aquella joven. Su rostro era sereno, con una mirada tranquila y una sonrisa bondadosa. O esa era la impresión que le daba, emanando la perfección por cada uno de sus poros.

Sintió cómo se acercaba dónde estaba ella y se alejó un poco de la vitrina dejando que también pudiese ver los dulces. Le ponía nerviosa tener a una persona tan bella y de tan alta clase a su lado, y no sabía bien cómo actuar. Posó sus grandes orbes momentáneamente en Alice y dio un pequeño respingo cuando sus miradas se encontraron. Rápidamente volvió a mirar el escaparate con un leve rubor en sus mejillas, que se acrecentó al escuchar la suave risa de la heredera de los Dumont.

Rayos, volvía a ponerse en ridículo por los nervios.

—Me llevaré todos los pasteles que tienes en la primera fila.

Aimi miró la gran sonrisa amable de la muchacha, que esperaba su pedido con paciencia, y sus ánimos decayeron. En la primera fila estaban los dulces favoritos de su padre, y no se sentía capaz de pedirle que le dejase alguno para ella, pues hablar con gente desconocida no era realmente lo suyo. Prefería quedarse callada, por más que quisiera aquellos pastelillos y ver la sonrisa de su padre.

Suspiró derrotada viendo cómo le entregaban el gran paquete a Alice, e hinchó sus mejillas molesta y triste, enfadada consigo misma por no haber hecho nada, o por ni siquiera haber sido más rápida en decidirse o apartar uno para llevárselo. Pero aún tenía esperanzas.

—Perdonad… —Comenzó, dirigiéndose a los dueños con ciertos nervios y acrecentándose su rubor, sintiéndose algo incómoda porque Alice aún seguía allí, mirando—. ¿Os quedan… más bro-brownies?

La respuesta negativa hizo que se mordiese con cierto disgusto sus labios, indecisa, sin saber qué hacer. Aimi sintió lástima por no poder llevarle sus dulces favoritos a papá, cuando él siempre se aseguraba de traer los que más le gustaban a ella. Suspiró, y volvió a mirar la vitrina en busca de un buen sustituto.

Alice observó con una leve sonrisa el rostro entristecido de Aimi, y se dio la vuelta para marcharse de allí no sin antes despedirse educada y grácilmente, agradeciendo por los dulces.

Ella también sintió lástima.

Lástima de no haber podido ver una expresión más afligida en aquel rostro tierno e inocente. Lástima por no poder hacer realidad los deseos que tuvo de corromperla, quebrarla y provocar que la mirase con puro terror en aquellos grandes ojos marrones. Quería jugar con ella, hacerla pasar por la peor de sus pesadillas, ver todas sus expresiones y dañar todo su cuerpo.

Pero algún día, pensó riendo. Algún día descompondría aquella sonrisa que la desquiciaba.

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Bitch I love Alice wtf
Viva la comedia romántica sin comedia romántica <3 (???) No sé qué género ponerle ok Gracias por leer, se ha intentado hacer algo casi imposible entre Aimi y Alice~