Three-shot Kousaten [Gakkou Gurashi / Crossover]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Hygge, 4 Agosto 2020.

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    Hygge

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    Kousaten [Gakkou Gurashi / Crossover]
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    Poesía
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    Gosh, Im very embarrassed now asdjlka. Llevo like... cinco meses incapaz de publicar nada. Nada de lo que escribo me gusta y esa sensación también se desvía a los roles y en fin nevermind. El caso es que me esforcé por intentar hacer algo para hoy, 4 de agosto, y parece que tener un objetivo sirvió para ponerme manos a la obra. Ahora comprendí los nervios que sentiste mientras editabas el video, tenías que haberme visto (??)

    Feliz cumpleaños, Hitori <3 Siento que no alcancé a devolverte ni la mitad de lo que me hiciste aquel día, pero tan solo pude rescatar esto de mi motivación tocada y hundida, im so sorry. Me puse a pensar qué teníamos en común en los roles y los uní en un solo three-shot; kousaten significa intersección. Aunque mis personajes ya no se crucen con los tuyos (ni con los de nadie, pa' que mentir) espero que al menos esta wea rara te guste.

    Te quiero un montón uwu *se vuelve a mimir bc estaba esperando que fuese 4 allí*





    PART I: FOOLS


    Los rayos de sol del atardecer se colaban a través de los tablones de madera, que conformaban las bases de lo que alguna vez fue el antiguo club de kendo. Las últimas aves del ocaso trinaban sobre las ramas, cuyo tenue roce acariciaba las ventanas, siendo espantadas poco después ante el impacto de las hojas de acero cerca de su refugio.

    Choques.

    Amagos.

    Jadeos.

    Sus voces se perdían con cada golpe.

    No era usual divisar actividad en la cabaña a aquellas horas de la tarde. El sol se ocultaba entre las casas, tiñendo de pinceladas rosas las nubes que flotaban en el firmamento, y los alumnos abandonaban la academia tras una larga jornada de actividades académicas. Tan solo algunos clubes tenían el permiso para terminar de limpiar y recoger las instalaciones, como era el caso del club de arte o el club de cocina.

    Otros, en cambio, sabían cómo utilizar la labia y reputación a su favor con una facilidad envidiables.

    —Levanta las rodillas –alzó la voz, grave y firme, distorsionada por la rejilla protectora que ocultaba su rostro en su totalidad. El filo de acero apuntó con un toque suave en la pierna contraria, a modo de advertencia, tensándola de inmediato—. Relaja la postura.

    Otro golpe desviado, otra estocada fallida, que le arrancó un gruñido de los labios a la menor.

    >>¿Qué demonios te pasa, Meyer?

    —No me des órdenes, Amery.

    Se deshizo de la cercanía de su estoque y de su palabrería con un movimiento de muñeca, grácil y certero, que le obligó al albino a recuperar su punto de equilibrio, retrocediendo un paso prudencial. No necesitó arrancarle la careta reglamentaria para saber que una sonrisa altiva, casi imperceptible, adornaba sus labios mientras le observaba.

    “No me subestimes, príncipe”

    Las competiciones deportivas de la academia Gakkuen solían tener cierta trascendencia en el entorno escolar. No solo lograban promocionar a sus alumnos y dar buena imagen frente a las academias rivales, si no que a su vez se otorgaban subvenciones deseadas por la jefatura y la dirección con cada victoria. Mejorar sus instalaciones y la calidad educativa solo aumentaba el trato de favor con los deportistas de la academia, siendo cuidados y atendidos como oro en paño.

    ¿Quién podría negarse, pues, a una petición del capitán del equipo, si ello suponía entrenamiento extra y mejor preparación para la competición?

    —¿Eso es todo lo que tienes? —jadeó, sintiendo gotas de sudor traicioneras deslizarse por su frente, entre el lacio flequillo morado.

    —Salta a la vista que surte efecto —se regodeó, a pesar de que el ligero temblor en su brazo derecho lo delataba.

    La hora de cierre, ampliada para los jugadores del equipo de esgrima, permitía al grupo quedarse a charlar en el interior de la antigua cabaña de kendo. Pero aquella tarde la mayoría de ellos se encontraban demasiado exhaustos tras una larga sesión de entrenamiento. A pesar de las recomendaciones de los chicos, Shawn Amery no parecía querer dar su brazo a torcer.

    —“Necesito pulir más el estoque. Hoy no he rendido como debería”. –Su mirada inconscientemente se posó en Laila, quien refrescaba su garganta sin dejar de escuchar el intercambio entre los chicos—. “Intuyo que tú también irás a descansar, ¿no es así?”

    Algo dentro de sí sonrió con suficiencia al verla fruncir ligeramente el ceño desde su lugar. Su capacidad de adaptación le enseñaba cómo amoldarse a cada persona, saber qué palabras usar y de qué forma para lograr el resultado que quería. Era plenamente consciente de la rivalidad que ellos dos se tenían, aquella que les hacía competir por ver quién aguantaba más, por ver quién sobresalía frente al otro.

    Y ese había sido un golpe certero a su orgullo.

    —“La duda ofende, Amery”.

    Pero ella también sabía jugar sus cartas.

    La espada de Laila se resbaló de su mano con una estocada limpia, arrancando un quejido metálico del filo al impactar contra el suelo de madera, que resonó entre las paredes de la sala. El silencio se extendió, tenso, impaciente.

    Solo que, aquella vez, sus sentidos le jugaban una mala pasada.

    La joven hizo un claro amago de intentar recoger su arma, inclinando su cuerpo hacia el frente, pero un brazo le cortó el paso, empujándola ligeramente hacia atrás de tal forma que acabó cayendo sentada. El uniforme era lo suficientemente acolchado como para evitar daño alguno, pero aquello iba mucho más allá de moverse en el plano físico.

    Apartó la rejilla protectora, lanzándola a un lado sin delicadeza alguna. Al diablo con el reglamento acerca del cuidado de materiales.

    —¿¡Qué demonios te pasa!? –exclamó, buscando la mirada del otro con evidente hartazgo en la voz. Su paciencia tenía un límite, y el empujón ya había cruzado la línea de lo que podía permitir en un día-. No dejas de aumentar el entrenamiento, de corregir mis movimientos constantemente en las sesiones, ¿y ahora también me empujas?

    >>¿Te golpeaste demasiado fuerte en la cabeza hoy, príncipe?

    Shawn imitó sus movimientos, dejando caer la careta y liberando así su cabello albino, revuelto por el ejercicio en direcciones opuestas. Sus rostros, enrojecidos por el esfuerzo y el enojo, batallaban en mitad del silencio por ver quién era el primero en ser incapaz de seguir sosteniéndole la mirada al otro.

    Pero ambos sabían que podrían pasar así la noche entera de ser necesario.

    —Podría preguntarte lo mismo: ¿un appel fallido, la posición del cuerpo errónea, el agarre débil? –Casi pareció escupir en una frase tras otra todo el resentimiento acumulado. Su mirada se afiló durante un instante, fugaz, pero Laila lo captó con suma precisión, abriendo los ojos con desconcierto—. Sabes que odio que no me tomes en serio, Meyer.

    Era un idiota.

    Un presuntuoso, arrogante y orgulloso idiota.

    A veces le costaba entender cómo había logrado el apodo del Príncipe de la academia. De cara a la escuela era todo cuanto un chico de su edad podía llegar a soñar: un joven atlético, de buen expediente y personalidad encantadora. Pero dentro de esas cuatro paredes, a solas con ella, aquella imagen se desmoronaba y se permitía ser transparente, demostrando que incluso la persona más perfecta no era más que un simple montaje; la más creíble de las falacias.

    Y se veía a sí misma allí, tirada sobre la tarima, odiando cada gesto y cada palabra que salía de su boca, sintiendo ganas de cerrársela de un solo golpe. Pero su cuerpo la traicionaba y cada día regresaba, con una puntualidad enfermiza, para aferrarse como un salvavidas de la excusa que le permitía aprovechar a ella y solo ella, de las tardes con la única compañía que le brindaba Shawn Amery.

    Pero por más dedicada y profesional que fuese con la esgrima, no dejaba de ser una adolescente hormonal.

    Y el cuerpo le fallaba.

    —Llevas exprimiéndonos desde que comenzó la temporada; no esperes que esté fresca cuando estoy haciéndole un favor a tu culo inquieto, haciendo horas extra. –Aquello no dejaba de ser una verdad a medias, pero saber que había un motivo más le impidió sostenerle la mirada, recargando el antebrazo sobre su rodilla flexionada—. Eres un ingrato, ¿sabías?

    A pesar de que no lo estaba viendo, notó cómo variaba el peso de su cuerpo de una pierna a otra, vacilando discretamente ante sus palabras. Soltó una especie de gruñido entre dientes, caminando hacia ella, y extendió su mano en su dirección.

    Y Laila la hubiese aceptado si no hubiera abierto la boca.

    —No te he pedido ayuda. –Pero él también mentía. No había nada de aleatorio en su fijación por su entrenamiento, en su interés por corregir sus movimientos, que mejorase entre el resto. En el fondo todo estaba meticulosamente planeado y, de forma indescriptible, giraba en torno de Laila. Carraspeó, su rostro enrojecido por el esfuerzo, o quién sabe qué más—. Deberías haberte ido a casa.

    Fue un movimiento tan fugaz y calculado que incluso las defensas de las que alardeaba fueron sobrepasadas en un parpadeo; aceptó su mano, pero en lugar de levantarse tiró de él hacia atrás, haciéndole caer sobre su espalda arrastrado por el impulso de su brazo. Shawn no pudo sobreponerse del impacto contra el suelo, pues Laila sujetó su espada y la clavó cerca de su cuello, habiéndole apresado sobre él con ambas piernas a sus costados.

    Si la molestia no estuviese guiando sus pasos habría sido incapaz de aguantar un instante en aquella postura tan embarazosa, mucho menos con el idiota de Shawn bajo ella. Quizás por ello el albino no pudo evitar abrir los ojos, sintiendo el calor recorrerle el cuerpo. Todo rastro de voz murió en su garganta.

    Ya no eres tan fanfarrón, ¿no es cierto, Amery?

    Touché –murmuró, su mano aferrada a la empuñadura metálica de su arma. Ninguno de ellos necesitó aclarar que se trataba de la palabra de la victoria en la esgrima. Laila había demostrado ser más hábil que él, aprovechándose de un momento de debilidad para aprisionarlo y dejarlo indefenso.

    Le había cerrado la boca al pretencioso capitán de esgrima.

    Pero ahora que se encontraba allí, habiendo saciado su victoria personal, había algo más que la retenía. Algo que los retenía a ambos, que los anclaba en el suelo, incapaces de apartar la mirada del otro, más cerca de lo que habían estado nunca. Jadeantes por el esfuerzo, tan solo alcanzaban a escuchar su respiración agitada, el vaivén del pecho en búsqueda de oxígeno. La tensión los mantenía expectantes, atendiendo a cada movimiento, la garganta repentinamente reseca y un cosquilleo dulzón recorriéndoles el cuerpo.

    Shawn logró conectar la orden necesaria en su cabeza para tratar de erguirse con lentitud, en un intento por sentarse sobre la tarima, a pesar de que sus músculos exhaustos apenas le respondían. Laila podría haberse apartado de inmediato en ese instante, hacerse a un lado, pero había algo en la suavidad de sus movimientos que le resultó diferente a lo que acostumbraba a ver en él. Ya no quedaba nada del brillo arrogante que surgía durante los entrenamientos, ni la sonrisa encantadora que tenía a la escuela en la palma de su mano.

    Tenía por primera vez ante ella una versión indecisa y avergonzada de sí mismo; casi podía imaginar que era un rastro de timidez aquel ligero temblor que sintió en sus manos cuando permitió que rodease su espalda menuda, fugaz, pero que le arrancó una sonrisa de infinita ternura. Deslizó los brazos alrededor de su cuello, sentándose sobre su regazo, y sus dedos se deslizaron entre su cabellera albina con mimo.

    —De acuerdo, te concedo la victoria –susurró, sin apartar sus intensos orbes azules de los suyos. Su voz, acolchada y suave, le devolvió a Laila el calor al cuerpo al sentir que la noche había caído sobre la academia. El chico arqueó sus labios en una sonrisa honesta y unió sus frentes con un delicado gesto, intercambiando la atención entre su mirada y sus labios—. ¿Me permites la revancha, Laila?

    No supo si fue producto de la ternura en su voz, del hecho de que se encontrase sentada a horcajadas sobre Shawn Amery, o porque era la primera vez que pronunciaba su nombre de esa forma, tan cerca de su oído. Solo sabía que su cuerpo ansiaba de repente sentir más de aquella calidez que le resultaba tan ajena, y casi como si le diese la respuesta a su pregunta profundizó el agarre, rozando ligeramente su nariz en el proceso, en una caricia suave que le arrancó una ligera risa.

    —Nada me gustaría más, Shawn.

    El joven acarició su mejilla en respuesta, haciéndole cerrar los ojos, y acercó sus labios hasta presionar los ajenos con un ligero roce. Conteniendo la necesidad que había estado sintiendo durante tanto tiempo solo para adaptarse al ritmo de Laila. Al sentir que correspondía su beso y se acomodaba sobre sus piernas hasta sentirse cómoda la abrazó por la cintura, apegándolo hacia él, sosteniéndola con el cuidado y la atención de una princesa.

    Jamás habría imaginado que dentro de aquella faceta suya se escondería alguien así. Más bien, no hubiese apostado porque, de todas las facetas que dejaba ver en público, de verdad existiese de forma genuina algo por lo que apodarle el príncipe de Gakkuen. Se dejaba hacer con una facilidad abrumadora, cediéndole terreno a Laila a pesar de que se moría por recorrer su nívea piel con sus manos. De besar cada centímetro de su cuerpo. La guio cuando dejó que introdujese la lengua en su boca, acariciando su espalda con movimientos zigzageantes que le erizaban la piel, enredando los dedos en su larga cabellera, impregnada de aquel tenue aroma que lo aturdía.

    Suspiros murieron en sus labios cuando Amery la abrazó contra su pecho, inclinándose hacia atrás hasta tumbarse en el suelo, al notar que los músculos de ambos comenzaban a ceder por el esfuerzo. Laila separó sus labios de su cuello, donde había comenzado a esparcir besos, sabiendo que debía soportar el peso de su cuerpo a pesar de su agotamiento. Pero Shawn le impidió hablar capturando su rostro entre sus manos, haciéndola desistir a los pocos segundos, ansiando más de su calor.

    Sabían que, a pesar de no contar con cámaras en aquel lugar, debían detenerse en algún instante. Tenían las llaves del conserje, pero sus padres podrían llegar a preocuparse ante la extraña tardanza. Él podía buscarse alguna excusa, pero sabía lo estrictos que eran los padres de Laila y lo que menos quería era ocasionarle problemas; mucho menos que la castigasen, porque ello supondría tener menos tiempo para verla.

    Motivado por aquella punzada insistente en algún lugar de su aturdida mente logró detener sus besos en el nacimiento de sus pechos, habiendo quitado con suma delicadeza la parte superior de su uniforme, arrancando un suspiro de los labios de la menor. Se obligó a relajar su respiración antes de cometer alguna locura y con todo el autocontrol del que fue capaz depositó un beso sobre su frente, sosteniendo su rostro enrojecido entre ambas manos.

    Le sonrió, una sonrisa pueril que le alivió el alma.

    —Consideremos esto como una tregua, ¿de acuerdo? –murmuró contra su rostro, acariciando las mejillas de Laila con los pulgares, llenos de un infinito cariño. La chica no tuvo otra opción que asentir, sintiendo que se desplomaría en algún momento del propio cansancio, y que el chico tendría que llevarle en brazos, aunque no le molestaría en absoluto. Sus mejillas enrojecieron una vez más al escucharle hablar, esta vez contra su oído—. Te quiero.

    Necesitó recomponerse durante unos segundos, pero consiguió articular una respuesta más o menos audible.

    —Yo te quiero más.

    —¿Será esta otra competición donde te ganaré indudablemente? –logró decir, conteniendo una risa, divertido ante el mohín que salió de sus labios. Le alcanzó el uniforme y la ayudó a pararse, sintiendo aún cierto temblor en sus piernas entumecidas.

    Laila abrazó la prenda contra su pecho, sintiendo su cuerpo en calma por primera vez en mucho tiempo. Detalló las facciones de Shawn, su cabello albino iluminado por la luz de la luna, y comprendió que se había desprendido de un enorme peso de encima.

    Y sonrió, como no lo había hecho en mucho tiempo.

    —Eso está por verse, príncipe.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    NOOOOOOOOOO ANDY STOP MI CORAZÓN WHAT THE HELL

    *se revuelca en el suelo, chillando como pendeja*

    Primero, te amo. Dios, estoy que me suelto a llorar como perra loca.
    Estaba por intentar irme a dormir porque mañana tengo que despertar kinda temprano porque el pendejo de mi novio logró que lo dejaran venir a pesar de las restricciones vehiculares y toda la shit, y mira que digo intentar porque estABA VIÉNDOME PSYCO-PASS Y NO TENGO AUTOCONTROL *gatito chillando* y dije: bueno ya alv, me duermo pero revisemos el foro una última vez just in case.

    JUST IN CASE WTF I HAVE A GIFT ALREADY. Me siento como una niña, toda happy por los regalos, madre mía. MEL TIENES 22 AÑOS, PARA.

    Y damn babe, no quería irme sin comentarte porque sé que luego lo pospongo y pues termino comentando un fucking mes después Y NO QUIERO ESO CON ESTA JOYA.

    Soy super débil por este par, bueno por todas mis ships canon (o kinda canon, Gakkou Shiroki I'm seeing u), les tengo un cariño tan grande como el que le tengo a Joey y Jez, porque siento que (en condiciones normales pues, chingue su madre DMW) se hacen tan bien el uno al otro y se complementan de maravilla.
    Y me ponen tan soft siempre que los leo, porque me encantan sus dinámicas. Ese background que nos sacamos de la manga, de Laila partiendole su madre a Shawn, lo es todo I swear.

    Tu forma de escribir y la música aaaaaa todo es hermoso. Extrañaba tanto leerte y creo que no me di cuenta hasta que volviste a postear un poco en Gakkou y ahora con esto, así que muchas muchas gracias babe. Te lo agradezco desde el fondo de mi corazón *inserte video animado del audio de juancho*

    AHORA dejo de delirar y te comento el fic de verdad >:c
    Me encantó de principio a fin, chale. Toda la escena de estos pendejos orgullosos hijos de su puta madre dándose de vergazos fue 10/10. Me imaginé todo tan vividamente, las palabras, los movimientos y los sentimientos oh gosh *cries*
    Cuando Laila remonta ay diosito :satan: siempre he sido weak por los momentos en que esta pendeja literal lo aprisiona contra el piso, porque es como: jaja ola no me subestimes, príncipe.
    Pero a la vez like: bueno te comería la boca, la verdad, pero ahorita estamos en medio de algo.

    Bueno que iba yo bien tranquilita y sosegada por primera vez leyendo (when te engaña el prefijo de three-shot y piensas que no tendrás cosas sabrosas), pensando: qué nice que Andy decidiera narrar este momento ahdhwhs she knows that I LOVE IT.
    Y DE LA NADA se prendió la shit, like se prendió nivel enfermería, nivel Kat ligandose a Emi, nivel Ali y Joey :satan: and I'm shook.
    Encima fue tan soft and sexy a la vez *c muere* y es que gurl, estos dos son así, ya luego de todo el desastre del pinche orgullo de Shawn y Laila harta de su mierda, en el fondo son SUPER SOFT hasta pa comerse la boca, vaya.
    Dios encima me imagino la tranquilidad like emocional que le debe haber dado a mi niña ese momento, de haberse quitado el peso de encima y pues, haber dado por fin el pinche paso. Y cuando el husbando le dice que la quiere WEY MI KOKORO, PLS PIEDAD I CAN'T.

    Quiero un Shawn pa llevar, gracias.

    AAAAA siento que tengo mucho más que decir pero que a la vez lo estoy repitiendo todo, así que por ahora hasta aquí llega este comentario que literal soy yo chillando idk for 10 minutes straight.

    Gracias gracias gracias <3 no te atrevas ni a comparar lo que yo hice con esto, porque no tiene sentido. Podrá parecerte que no lo alcanza, pero te juro que mi corazoncito está realizado.
    Este tipo de cosas me hacen sentir tan amada y oh gosh no digo más porque al chile lloro y no quiero que me duelan los ojitos más tarde aaaa.

    Also si hay typos sowwy son las 3 am y estoy del móvil.

    Solo eso, muchísimas gracias babe. I'm LIVING it.
    Te adoro y gracias por ser tan hermosa y tan especial siempre. De verdad agradezco enormemente el momento en que te volviste parte de mi vida. <3
     
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