One-shot Kiss under the mistletoe [Sweetshipping]

Kiss under the mistletoe​

Cerró la puerta del horno con cuidado, agachándose para comprobar que todo estaba en orden en su interior. Al erguirse sintió cierto tirón en su espalda por no haber parado desde hacía un par de horas, pero lo ignoró y se estiró con ambos brazos abiertos hacia los lados, y una gran sonrisa en sus labios; estaba satisfecha con los resultados de los preparativos de Navidad. La cocina había quedado algo tocada, pero aún quedaba una hora para la llegada de los invitados y todo marchaba según lo previsto. Tenían tiempo de sobra.

En el salón la mesa ya estaba puesta, impecable, y las luces de Navidad parpadeaban por toda la estancia, iluminándola y dotándola de mayor alegría. La entrada también tenía su pequeño guiño, y en el balcón ya colgaba una figurita de Santa Claus que se zarandeaba sobre su escalera con el aire invernal del exterior. Pero a Liza lo que más ilusión le hacía era el arbolito que ambas habían elegido en la tarde: de mediana estatura y completamente blanco, como si estuviese cubierto por una capa de nieve reluciente. Estaba deseosa de cubrir el hueco vacío de debajo del árbol con todos los regalos que habían preparado para sus amigos aquella noche.

Con un suave suspiro se apoyó en la encimera, pasando una mano por su cabellera rizada de manera distraída mientras reparaba en la hora. Agradecía que su amiga Emily decidiera ayudarla viniendo un poco antes, sin ella ahora mismo probablemente habría metido los platos en el horno, el pollo en el lavavajillas y los cubiertos en el microondas. Ser la anfitriona este año conllevaba una gran responsabilidad encima, le debía una.

—Hey, Emi, ¿qué tal lo llevas?

La joven se encontraba justo al otro lado de la puerta de la cocina, subida a una silla mientras parecía colgar algo bien sujeto sobre el marco de madera. No le hizo falta acercarse para saber que se trataba de su pequeño plan secreto: el muérdago. Ambas habían quedado en añadir aquel factor sorpresa a la fiesta, a la espera de que así algunas personas aprovechasen para soltarse un poco... mientras ambas les observaban disimuladamente, claro. ¡Habían muchas parejas potenciales en su grupo de amigos! Ya les agradecerían en su momento por su ayuda, ya lo verían.

Liza se paseó sin nada mejor que hacer hacia donde su amiga se encontraba, con una pequeña libretita entre sus manos mientras comprobaba el tiempo que le quedaba al pollo en el horno. No tardó en iluminársele la mirada al asomarse y contemplar aquel pequeño detalle sobre la puerta, modesto pero adorable. Emily le sonrió subida aún en la silla, colocando sus brazos en jarra en señal de victoria.

—¡Todo listo, capitana! —canturreó, y llevó con cierta rapidez una de sus manos a su frente haciendo el saludo militar, haciendo que repentinamente la silla se desestabilizase por unos segundos y tambalease hacia los lados. Liza rápidamente rodeó sus piernas para evitar que perdiese el equilibrio, y ambas suspiraron de alivio al lograr estabilizarse de nuevo. Emily soltó una pequeña risa nerviosa—. U-uy, por los pelos. ¿Qué, te gusta como quedó?

—¡Está perfecto! Elegiste un buen lugar para que pase desapercibido, al menos —respondió, satisfecha, y le guiñó un ojo en señal de complicidad. Dejó por un momento aquella libreta sobre la mesa y ayudó a la chica a bajar, reparando una última vez en todo el conjunto—. Nos va a sobrar el tiempo y todo, aún falta media hora para que los invitados empiecen a llegar.

Emily asintió, orgullosa de su trabajo en equipo, pero su atención se desvió hacia la libreta de la castaña. Con su típica curiosidad se inclinó y comenzó a pasar las páginas, viendo como se trataba de alguna especie de agenda donde tenía todos los días apuntados en ella.

—Anda, ¿qué es esto, Liz?

—Oh, eso... —se llevó una mano tras su cabeza, repentinamente avergonzada, y se acercó a ella mientras veía pasar las páginas—. Ahí tengo apuntados mis objetivos de cada día, o al menos, lo que me gustaría hacer. Son como pequeños planes para organizarme mejor y acabar haciendo todo lo que me gusta en el día.

>>¡E-eh! ¡Pero no sigas pasando las hojas!

Y ante su sorpresa, la joven le quitó la libreta, un instante antes de que pudiese llegar a ver el día de hoy. Emily infló sus mejillas, molesta por quedarse con la intriga justo en ese momento, y encaró a su amiga mientras trataba de recuperar la libreta, estirando su brazo hacia ella.

—Oh, vamos, ¡qué mas te da! ¡Déjame verlo, andaa!

—¡H-He dicho que no! ¡D-déjame, Emily!

Ambas comenzaron a forcejear de un momento a otro, mientras Liza se estiraba de puntillas para evitar que Emily le quitase la libreta. Retrocedieron un par de pasos, tan atentas en aquel repentino juego del tira y afloja, que no fue si no hasta que la espalda de Liza chocó contra un obstáculo, que evitó que pudiese continuar huyendo. Ambas detuvieron el forcejeo para alzar la mirada, y se encontraron con la puerta de la cocina, justo donde el muérdago se encontraba.

De un momento a otro Liza se separó, y entrelazó sus manos tras la espalda con una sonrisilla maliciosa, mientras observaba a su amiga atentamente.

—Anda, parece que vamos a ser las primeras en estrenar el muérdago, ¿eh? —ante el gesto de sorpresa de su acompañante, la castaña cerró los ojos y casi recitó, mientras movía la cabeza a los lados con suavidad—. "Cuando dos personas se encuentren debajo de un muérdago, deben darse un beso", ¿recuerdas? —e hizo un pequeño puchero—. No querrás romper la tradición, ¿verdad?

—¿E-eh? ¿Lo dices... Lo dices en serio? —Emily, sorprendida por la convicción de su amiga, sintió de repente sus mejillas arder al alternar la mirada entre el muérdago y ella. Desvió la mirada con aparente nerviosismo. ¿Cómo podía estar Liza tan tranquila con algo como eso? Aunque solo era un beso... ¿Qué más daba? Suspiró, alzando la mirada algo más tranquila, pero sin desaparecer el rubor de su rostro. Al hacerlo, se percató del color que habían adquirido las mejillas de la otra de repente, y sonrió con cierta ternura—. Uh, está bien. No puedo decirle que no a esa carita.

—¡Yay! —canturreó victoriosa Liza, soltando una pequeña risita para aliviar la tensión del momento. Al ver que Emily cerraba los ojos y se arqueaba hacia delante, el ardor en su rostro se acrecentó. Aún así, dejó escapar una leve sonrisa, y se acercó con cierta lentitud hacia delante. Susurró, antes de cerrar los ojos—. ¿Lista?

Y al recibir su tímido asentimiento, acabó por romper las distancias por completo, sintiendo su corazón golpear con fuerza contra su pecho. Sus labios se rozaron con suavidad, en un inicio tímidas e inseguras, pero Liza no tardó en notar el gesto y alivió la tensión colocando una mano sobre su mejilla, acercándose algo más a ella. Sintió su rostro arder con intensidad y temió estar incomodando demasiado a la joven, y dado que su propósito era un breve beso superficial decidió apartarse a los pocos segundos, habiendo cumplido así su objetivo.

Pero para su sorpresa, cuando estuvo a punto de hacer el ademán de apartarse con suavidad, Emily colocó la mano sobre la suya, y cuando sus labios se separaron por milímetros, ligeramente entreabiertos y respirando algo entrecortadas, impidió que se apartase de ella y volvió a unirlos, correspondiendo al inocente juego de Liza y el muérdago. La castaña abrió los ojos, sin haberse esperado esa clase de respuesta, mas en seguida se dejó llevar por aquella situación tan irreal. Como un mero acto reflejo comenzó a hacer retroceder a Emily, hasta que chocó con suavidad contra la encimera que detenía su avance, sin separarse en ningún momento y volviendo aquel beso más profundo por segundos.

Para ser un simple juego, estaba durando demasiado.

Sin embargo, la falta de aire las obligó a separarse. Y al separar sus labios, respirando agitadamente sin apartar las miradas entre sí, se percataron de que Liza había arrinconado a Emily contra la encimera, y que quizás aquel inocente beso sí se había prolongado más de lo previsto. Ruborizadas a más no poder, ambas dieron un paso hacia atrás, siendo conscientes de lo que acababan de hacer, y se inclinaron en señal de disculpa casi al mismo tiempo.

—¡L-lo siento! ¡Yo...! —balbucearon, sin saber qué decir, pero sus palabras se vieron cortadas por el choque de sus frentes al inclinarse demasiado, debido a los nervios del momento.

Ambas se irguieron, acariciando la zona dañada con una lagrimilla, adoloridas. Pero al cruzar miradas en aquel momento, toda aquella tensión se liberó en una profunda carcajada. Quizás por el hecho de verse toda rojas y con un pequeño moratón en la frente, definitivamente estaban para una foto.

—Bueno... Creo que es hora de- ¡Oh, el horno!

Y en efecto, antes de que Liza pudiese añadir algo más, el sonido del horno al fondo llamó su atención. Con un rápido "ahora vuelvo" echó a correr, antes de que se le quemase la cena, y Emily asintió con una pequeña risa. Se dirigió hacia el salón de vuelta, y fue entonces cuando reparó en que su amiga había vuelto a dejarse la libreta a su alcance. Aprovechando el momento, se acercó con curiosidad justo a la fecha de aquel día, 24 de diciembre, y sus ojos se abrieron de la sorpresa al leer las palabras escritas por la castaña en ella.

"Conseguir un beso de Emily bajo el muérdago"​

Sus mejillas volvieron a sentirse arder, pero en esta ocasión, una gran sonrisa se dibujó en su rostro. Disimuladamente, dejó la libreta a un lado mientras observaba a Liza pasar de un lado al otro del salón con el recién pollo sacado del horno.

—¡Ya casi está! Solo queda sacar el postre de la nevera... ¡y listo! —exclamó, mirándola de reojo con ánimos renovados mientras pasaba por su lado, y volvió a perderse de nuevo en la cocina.

Emily sin embargo permaneció en el lugar, con la sensación de aquel beso aún en ella, y se llevó un dedo a sus labios mientras cerraba los ojos, sin borrar aquella sonrisa de su rostro.

—...Qué dulce —susurró.