Vampire Diaries Katerina [Elijah]

Canción: House Carpenter.
Artista: Hurt.
Fandom: The Vampire Diaries.
Personajes: Elijah Mikaelson. Katerina Petrova. Mención de Niklaus Mikaelson.
Notas: Escrito para Las Cruzadas FFL.

• Katerina •​

Gruesas gotas de lluvia caían del cielo, empañando todo a su paso. Él sólo podía observarla en medio de su furor interno y sus ansias de abrazarla, tenerla para sí y oler sus rebeldes cabellos de seda. Aquella muchacha estaba prohibida.

Katerina, quien había perdido a sus padres en un incendio. Oh, cuánto lamentaba su pérdida, sabía lo difícil que era atenerse a la idea de crecer sin sus padres. Que Dios se apiadara de su pesar; rezaría por ella. Aún así, Katerina sonreía, era dulce y frágil, bailaba bajo la lluvia y entre las amapolas. Su vestido apenas representaba un obstáculo en su juego de pisadas y piruetas sincronizadas.

Su único gran pecado era amarla en secreto, querer ahondar en lo profundo de sus ojos castaños y perderse en la blanca piel aceitunada que olía a jazmín. Los lazos del vestido púrpura volaban entre el aguacero, sin ninguna clase de control, arrastrando a Elijah a un valle de meditaciones del que le sería difícil escapar.

Sabía exactamente a qué se debía su atracción por esa mujer, y todo se resumía al vacío triste y solitario que podía ver en el fondo de los pozos marrones; ella almacenaba más dolor en su interior del que podía soportar, pero mediaba con ello, era una mujer sumamente valiente. Aún así, Elijah temía por su integridad. La oscuridad que se escondía tras las capas de dulzura podría explotar, emerger en cualquier momento, y amenazaba con tragársela de un bocado. Anhelaba, deseaba con cada fibra de su ser, apaciguar el océano de sentimientos dentro de ella y salvarla; arrancarla del mundo y colocarla donde los ojos impuros no pudiesen siquiera ubicarla.

Estaba perfectamente consciente, también, que era temerario siquiera pensarlo. Él amaba a Katerina, pero ella estaba profundamente hipnotizada por los finos hoyuelos de Niklaus al sonreír.

Quizás el amor de Katerina jamás sería suyo.

Trataba de no reparar en ello, vertía todo su esfuerzo en el intento de ignorar un poco el escozor de su pecho, la rabia y la tristeza, la vergüenza. Si tan sólo ella supiera, oh, si tan siquiera Katerina pudiese comprender la magnitud de los problemas en los que estaba metiéndose. ¿Pero cómo podría? Él, Elijah, hacía todo lo posible por mantenerla alejada de la realidad, todo lo que hacía era por ella, aún cuando la muchacha de sus ojos no hiciera el más mínimo intento por darse cuenta de la realidad.

Ella había dicho que no creer en el amor era algo muy triste, pero, ¿cómo creer cuando la razón de su desvelo moría por su hermano? Cuando se fijaba en la mierda y corría lejos de él, a los brazos de su muerte, directo a ese monstruo que despertaría al demonio que reposaba en lo hondo de sus ojos dulces e inocentes.

Katerina… Sus ojos de ensueño pestañeándose en dirección a Niklaus, bailando su vals en medio de la pista de baile entre velas y coqueteos. Katerina, cayendo en la maraña de mentiras. Y él, Elijah, deseando verla mojarse en la lluvia y danzar a las nubes con su risa de niña, alzando sus manos y llamándole entre gemidos de felicidad, aún cuando su amor jamás le perteneciera.