Juvenile

Tema en 'Archivo Abandonado' iniciado por Poemy, 9 Agosto 2014.

  1.  
    Poemy

    Poemy Guest

    Título:
    Juvenile
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasmas
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    627
    Miró el reloj que colgaba de la pared y notó la hora. Aún era temprano, sólo le restaba alistarse para ir al colegio, terminó de desayunar y caminó a su habitación. El típico uniforme de la secundaria, una falda, mocasines, calcetines, una camisa con corbata ¿qué más daba? La rutina diaria le era estresante.

    A sus catorce años de edad la vida ya se le hacía monótona, aburrida, desinteresada... y se pasaba las noches en vela pensando en algo que volviera a hacerla sentir viva.

    Antes de salir de su casa observó a su padre, quien leía el periódico y tomaba una taza de café. Besó su frente y estando dispuesta a salir oyó las palabras de su madre.

    —¿No te vas a llevar tu almuerzo? —dijo su madre sin quitarle la mirada a los platos que estaba lavando.

    —Sí, sí, claro. Casi lo olvido —tomó la bolsa de papel que reposaba en el mesón y salió de la casa.

    Recorrió las calles con calma, apreciando cada detalle por el que pasara, pudo observar también la estación de los trenes, los parques... Cada cosa que veía le traía cierta paz, le hacía recordar que su vida no era tan sosa. En ese entonces... un ruido y unos cuantos gritos le sacaron de sus pensamientos.

    Alguien la había jalado del cuello de la camisa, y el auto que estuvo a punto de arrollarla frenó debido a un impulso.

    ¡Se había ensimismado tanto en sus pensamientos que ni cuenta se había dado de por donde iba! ¿Qué le estaba ocurriendo?

    —Ten más cuidado —masculló una voz masculina.

    Un gentío se acercó a la chica preguntándole acerca de cómo estaba, más ella no prestó atención, pues entre toda esa gente sólo buscaba a la persona de aquella voz enfadada.
    Más ésta desapareció entre la multitud, como si se escondiese de algo.

    Tras diez minutos llegó al instituto, la campana sonaría dentro de poco. A lo lejos divisó la figura de sus amigas, una alta y de pelo rosa, y otra de pelo verde.

    —¡Rin! —gritó Gumi y se dirigió hacia la rubia, dándole un abrazo y luego tomando su manos.

    —¡Hola, chicas! —saludó con energía.

    El timbre sonó y todos se encaminaron a sus respectivas aulas.

    Las tres horas de clase fueron aburridas, como siempre. Matemáticas siempre le había aburrido, y siempre le aburriría. Miró a través de la ventana ¡qué bueno era tener un lugar justo al lado de la ventana! Los días de clase seguían siendo aburridos, pero si podía mirar a través aquél cristal... se olvidaría de todo y se llenaría de paz.

    —¿Alguien sabe resolver ésta ecuación? —preguntó el profesor mirando a sus alumnos.

    Para la mayoría de los alumnos, aquella ecuación sólo sería un montón de jeroglíficos egipcios o unos garabatos que pareciera que los hubiera hecho un niño de cuatro años.

    Sin embargo, uno de los alumnos alzó la mano y pasó al frente.

    En cuestión de minutos, resolvió dicho problema, dejando a todos boquiabiertos.

    ¿Quién era él? ¿Qué hacía una mente brillante como la de él en un lugar como éste? Rin no podía entenderlo.

    —Excelente, señor Len...

    —Conque Len... —se dijo a sí misma Rin.

    Len Kagamine parecía ser un chico oculto y silencioso, era atractivo, más no hablaba con nadie y tampoco era alguien llamaba mucho la atención del público masculino —aunque abundante del femenino— era un muchacho que parecía ser agradable.

    Durante la hora de descanso, las amigas de Rin fueron a la biblioteca en busca de unos cuántos libros, ella mientras se quedó en el campus comiendo su almuerzo.

    Se recostó en un árbol algo apartado de los demás, sólo buscaba algo de silencio, en ese entonces, oyó pasos.

    —Hola... —aquella voz se le hacía muy familiar.

    Continuará~
     
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    Chocolat

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    Holi~ ¿Qué hay? Bueno, me parece un muy buen Fic, Len, huh, bueno, igual, espero el segundo capiutlo, no he visto errores, eres muy buena en esto, incluso que yo... Bueno...

    Adiós~
     
    Última edición: 9 Agosto 2014
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  3.  
    Poemy

    Poemy Guest

    Título:
    Juvenile
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasmas
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    1290
    Rin parpadeó un poco y subió la mirada.

    ¡Y hablando del Rey de Roma, no era más que el mismísimo cerebrito: Len Kagamine!

    "Esto es extraño... ¿será que quiere seducirme?"—pensó Rin.

    —¿Puedo sentarme? Parecerá raro, pero sólo busco un lugar con paz.

    —Ok.

    Una vez dicho eso, Rin le hizo algo de espacio al chico. Éste se sentó a su lado sin pronunciar una palabra, sacó su almuerzo y empezó a comerlo sin hacer ruido.

    La chica lo miró con extrañeza, ¿era un chico refinado? los hombres acostumbraban hacer mucho ruido al comer, o al menos ella lo veía así.
    En ese entonces pensó. Hacerse amiga de ese chico podría ser un privilegio, en los trabajos en parejas sin duda podría ponerse con él, y Luka y Gumi quedarían juntas. Sus notas mejorarían en abundancia, y quizá su madre dejaría de reprocharle eso.
    ¡Era el plan perfecto! Sólo había un problema: Len Kagamine no era muy social.

    —Disculpa... —carraspeó y siguió la oración—. ¿Quisieras decirme en dónde compraste ese bonito reloj? —le sonrió. Las chicas que sonreían siempre obtenían lo que querían.

    —Fue un regalo de mi padre —dijo solamente.

    —Ah, ah... ya veo. Está bonito —se cruzó de brazos y se recostó en el viejo roble.

    "Pff, esto será difícil"

    Durante muchos minutos —parecía un periodo de tiempo interminable— nadie manifestó una sola palabra. Rin ya no tenía apetito, por lo que decidió guardar el envase y comerlo en las siguientes horas. Tomó su mochila y sacó uno de sus libros favoritos llamado: "Meltdown"

    —Hmm... —pudo oír la voz del chico—. He leído ese libro.

    —¿E-En serio? —tartamudeó. ¿Él le había hablado?—. ¡Es un libro genial! Siempre me encantó la historia. Aunque el final es algo...

    —Infausto.

    —Exacto —respondió.

    Al menos habían podido mantener una conversación de treinta segundos ¡ya estaba avanzando!

    —Me llamo Rin —se presentó ella y le dio la mano.

    —Lo sé.

    —¿Cómo lo sabes?

    —Eres una de las más populares del instituto. En cada rincón se oye tu nombre, es algo lógico saberlo, ya que todos hablan de ti.

    —Oh... —no sabía si sentirse halagada o disgustada. Lo más seguro es que a él le caería mal la gente así—. Pues, en realidad no me importa mucho... ser popular. Para mí es algo nulo y sin importancia. Es sólo una etiqueta que le ponen a alguien para hacer sentir inferiores a los demás.

    El chico se quedó callado, se recostó en el árbol y suspiró.

    —Pues yo... me llamo Len.

    —Ya lo sé —soltó una risita.

    —¿Ya?

    —Eres uno de los más inteligentes y reservados de la clase, la verdad es que no hay nadie así. Me sorprende —había sido totalmente sincera.

    De pronto él comenzó a sentirse nervioso. Incluso pudo jurar que sentía que su cara ardía, ¿Tenía fiebre? ¿Estaba enfermo? Quizá debía ir a la enfermería.

    —Eres diferente.

    —Nunca me sentí así —confesó él.

    —Pues... es así, y es genial —le halagó ella con una sonrisa de oreja a oreja.

    La miró fijamente: ojos azules, cabello rubio, no muy alta... definitivamente era ella.

    —Tú eres la de ésta mañana —susurró.

    —¿Eh?

    —Casi te arrollan —se encogió de hombros—. Vaya, supongo que andabas distraída pensando en esas idioteces de maquillaje y chicos.

    —¿Qué? ¿A qué te refieres? ¡Si andaba sumida en algo sería en otra cosa, más no en eso! Y otra cosa, no actúes como idiota, que ya me estabas cayendo muy bien.

    —¿Conque así tratas al chico que te salvó la vida? ¡Qué malagradecida! ¿Tus papitos no te enseñaron modales?

    —¡Pude haber esquivado YO sola a ese auto! Y sí, mis "papitos" me enseñaron buenos modales, cabeza hueca.

    —Menudo insulto... —bufó.

    —¡¿Por qué rayos te ríes?! ¡Idiota!

    Len rió.

    —Eres linda...

    Ella se puso color carmín. ¡¿Qué le pasaba a ese chico?! ¿Esto era una trampa? Por un lado era frío como el hielo seco, y por el otro era un tonto.

    —Y bastante tonta ¡Ja! —la despeinó—. Debo irme a clase ahora, enana.

    —¡Pero mira quién habla de enano, tú no eres muy alto!

    —¡Estoy en plena etapa de crecimiento!

    —¡Patrañas, podrías quedarte así el resto de tu vida!

    Si en ese preciso instante no hubiesen llegado Gumi y Luka a parar la pelea de "Gatos" que tenían aquellos dos, jamás habrían terminado de pelear.

    "Es un idiota" —pensó ya estando en la clase de literatura—. "Un lindo idiota que me salvó la vida"


    Tras tres horas de sufrimiento para Rin, la campana sonó y todos ya se dirigían a su casa. Para mala fortuna de la chica, comenzó a llover, y ella había dejado su paraguas en casa.

    —¡Maldición! —exclamó cuando vio todo el campus empapado—. Sino llego a casa pronto mis padres me reprenderán.

    Se sentó en el suelo y suspiró. No quería enfermarse, pero tampoco quería llegar tarde. Ya de por sí debía llegar una hora antes, pero se había quedado en el gimnasio practicando baloncesto. ¿Ahora qué haría?

    —¿Se te olvidó el paraguas, enana? —esa voz...

    Volteó la vista y observó a aquél chico.

    —Ya deja de llamarme así —apoyó su cabeza en sus brazos.

    —Bueno... ¿olvidaste tu paraguas, renacuajo?

    Rin le lanzó su mochila y ésta le cayó en su cara.

    —¡Cállate!

    —Qué agresiva... —susurró—. Al menos déjame ayudarte.

    —No, gracias.

    El rubio la miró extrañado, ya se notaba que esa chica era bastante orgullosa, así que hizo una cosa.

    La tomó en sus brazos de manera inesperada y la cargó en uno de sus hombros.

    —¿QUÉ ESTÁS HACIENDO? ¡Bájame ahora mismo! —exigió ella.

    —Nop.

    —¡Dije que me bajes!

    —Te bajaré sólo si accedes a una cosa.

    —¿Qué?

    —Déjame llevarte hasta tu casa.

    —¿Por qué quieres ayudarme?

    —Porque jamás me permitiría que te pase algo.

    La chica analizó esas palabras durante unos segundos.

    —Y claro, es porque me gusta ayudar a los demás —la puso nuevamente en el suelo—. ¿Vamos?

    —De acuerdo... —accedió ella.

    La travesía desde el colegio hasta la casa de la chica duraría al menos media hora, por lo que Rin no tenía ni idea de que haría durante ese largo tiempo. Antes de salir él abrió su paraguas, ella se acercó lo suficiente y ambos compartieron éste.

    El chico la observó con cuidado y sin que ella se diera cuenta. Él siempre la había estado mirando, siempre estuvo pendiente de ella, pues desde el día en que llegó, esa chica le interesó.

    Se rascó un poco la cabeza y se mordió el interior de la mejilla.

    —Y bueno... a ti... ¿te gusta Romeo and Cinderella? Ya sabes... la canción.

    —Sí —contestó mirando al suelo—. ¿Has escuchado Butterfly on your right shoulder? —preguntó ella ansiosa.

    —¡Por supuesto! Es una de mis canciones favoritas.

    —¿Y te gusta Valshe?

    —¡Me encanta! —el chico rió.

    Parecía ser que sí podían llevarse bien, que sí podían mantener una conversación estable y convivir el uno con el otro. Él podía ser una persona muy agradable y lista, y ella podía ser muy tierna y melosa. Ambos eran opuestos, pero eso los hacía unirse más.

    —Ésta es mi casa —dijo ella y subió los escalones—. ¡Muchas gracias por traerme! Bueno... ¡Adiós!

    —¡Ah, Rin, espera! —la detuvo—. Yo me preguntaba si...

    Ella lo miró con perplejidad.


    —Uno de mis primos hará una fiesta, me preguntaba si querías venir. Es el próximo sábado.

    —¡Claro, ahí estaré! —jugó un poco con las llaves, sacó la principal y abrió la puerta, la dejó medio abierta y se acercó al chico—. Gracias de nuevo... —le besó la mejilla con ternura—. Nos vemos mañana.

    —Rin... —se abochornó, se puso la capucha y con el paraguas aún en mano continuó su camino—. Siempre me has gustado, Rin... —musitó.

    Continuará~ (?
     
    Última edición por un moderador: 18 Agosto 2014
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    Sheik

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    ¡Holiiiiiis~! (?)
    Muchas gracias por no invitarme al fanfic *llora* ok no ._.U
    Um...
    No he visto ningún error, he encontrado la historia bastante bonita. La narración me agrada y no me canso en ningún momento.
    Me dio mucha gracia cuando Len y Rin discuten xD
    El hecho de que Len acompañara a Rin a su casita me dio ternura o3o
    Y más cuando dijo que siempre le había gustado *u* ♥♥
    En resumen, me ha gustado bastante el fanfic :3
    Espero que actualices pronto y claro, que me avises ♥
    Sheik fuera owo~ ♥
     
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    Poemy

    Poemy Guest

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    Juvenile
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    1539
    Una chica de pelo rubio se encontraba en el sofá, cubierta con una manta, y un gran bote de helado de naranja.

    Tomó la cuchara y la metió dentro de el postre, para luego atiborrarse con éste.

    ¿Qué le estaba pasando? Últimamente se sentía deprimida. Sola, aburrida.
    Ya de por sí era bastante patosa, pero se sentía inútil.

    Encendió la televisión y lo primero que escuchó fue la composición de Allegro Agitate.

    Cambió canal por canal, aburrida. Ya era viernes por la noche, al siguiente día era la fiesta a la que el chico rubio la había invitado.

    "¡¿Qué demonios me pondré?!" —pensó y comenzó a angustiarse.

    Apagó el aparato y subió hasta su habitación, ya en ésta comenzó a acabar con todo su clóset, sacando cada una de sus prendas y tirándolas por doquier.

    ¡Agh, horrible! hizo una mueca de repudio cuando vio un vestido de mangas largas negro con blanco.

    No tenía mucha ropa, y temía tener que conformarse por ir con unos zapatos viejos y desgastados y una blusa decolorada.

    —¡Lo tengo! exclamó al ver el conjunto perfecto.

    Una falda, y una licra corta. Lo combinaría con unas botas, y una camisa sin mangas. ¡Y ya lo tenía! Lo más decente que podía llevar.

    Se envolvió en su cama con las mantas, hasta quedar profundamente dormida.

    *A la mañana siguiente*

    —¡Alguien dejó un bote de helado en el sofá! —escuchó decir a su padre.

    Aquél grito la había despertado, ¡menuda suerte! Qué bueno que podía contar con su padre en las buenas y en las malas.

    Fue al baño y observó su rostro. Se veía mal por las mañanas, eso era bastante común. Tras lavarse y cepillarse los dientes, tomó un cepillo y comenzó a cepillar su cabello corto. Miró la hora, eran las diez y veinticuatro. Bajó a desayunar, su madre siempre preparaba Waffles los sábados, ahora Rin ya sabía por qué su padre engordaba tanto.

    —¡Buenos días! —saludó a su familia y de inmediato se sentó a comer el desayuno.

    —Buenos días, hija —miró a su padre, éste siempre leía el periódico por las mañanas, con una taza de café al lado. Ya era típico.

    —¿Hoy es tu fiesta, cariño? —preguntó su madre.

    —Sí, es hoy —mordió un pedazo de el alimento y sintió la suavidad y textura.

    —¿Has elegido la ropa que te pondrás?

    —Espero no te vistas como una...

    —¡Cariño! —reprochó la madre mirando a su esposo.

    —Espero te diviertas... hija.

    La chica esbozó una sonrisa, a veces le hacía reír el comportamiento infantil de sus padres.

    Luego de haber desayunado, salió a toda prisa en su bicicleta a casa de Gumi, allí de seguro estarían los demás.

    —¡Buenos días! —saludó al llegar a la casa de la de verde.

    —Buenos días, pequeña Rin —la saludó Gumo—. Mi hermana está arriba, con Luka, Kaito y Meiko, tienes permiso de subir.

    —Muchas gracias.

    La casa de Gumi no era muy grande, subió unos cuantos escalones y ya había llegado a dicha habitación.

    —¡Rinny! —Kaito se abalanzó encima de la chica.

    —¡Te estábamos esperando! —masculló Meiko.

    —Lo siento —tartamudeó casi no pudiendo respirar debido al peso del chico—. Mi padre insistió en jugar ajedrez, ya saben como es.


    Gumi los había reunido a todos, ya que ellos también habían sido invitados a la fiesta. La diferencia es que el de la invitación había sido el primo de Len: Rinto Kagamine.
    Él era descrito como un chico narcisista, avaricioso, y millonario... que hasta que no obtuviera lo que quisiera no se quedaría tranquilo.
    Todas las chicas en la escuela morían por él, por ser un chico tan guapo, y 'caballeroso' según algunas. Y algunos muchachos le tenían envidia.

    Como primo, Len debía soportar todo eso.

    Incluso a esa edad, pues inclusive desde pequeños, el que más llamaba la atención era Rinto.


    —No sabía eso... —comentó Rin.

    —Sí, es por eso que odiamos a Rinto —dijo Luka.

    —Yo pienso que a pesar de todo es guapo.

    —Kaito, los chicos no deben decir eso... —dijo Meiko.

    —¿Y por qué me cuentan esto? —preguntó Rin.

    —No queremos que caigas bajo sus encantos —comentó Gumi—. Sí, es un chico guapo, pero es malvado.

    Rin no creía que eso fuera a pasar. Ella siempre había sido algo indiferente y seca con los chicos, y hasta no llegar al punto de conocerlos bien, no los trataba de buena manera.

    ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

    Rin aún se estaba arreglando, se puso algo de delineador en los ojos, se pintó los labios de un rosado no muy fuerte, y tras haber terminado se miró en el espejo. En su cabello llevaba aquella cinta blanca en forma de orejas de conejito que tanto la caracterizaba.

    El timbre sonó y su madre fue a la puerta.

    —Buenas noches —saludó Kaito.

    Los padres cerraron la puerta en el acto, y el peliazul se asustó un poco.

    —¿Ésta es la pareja de nuestra niña? —susurró la madre—. Es muy guapo...

    —Debemos preguntarle las intenciones que tiene con nuestra hija... —propuso el padre.

    Al abrir la puerta lo halaron del brazo y lo sentaron en uno de los sillones.

    —Dime, chico... ¿de dónde vienes, trabajas en algo? ¿Cuál es tu pasatiempo? ¿Qué planeas para tu futuro?

    —Eh, yo... —el chico de los nervios empezó a sudar, y a titubear.

    —¡¿No embarazarás a mi niña, verdad?! —dijo el padre directamente.

    —¡Papá! —gritó Rin desde las escaleras—. ¡Él no es mi pareja, es mi amigo!

    Hubo un momento incómodo.

    Rin se enrojeció y tapó su cara con su mano.

    —Vámonos ya, Kaito.

    Ambos salieron de la casa algo asustados por dicha escena.

    —Lamento eso, mis padres son algo...

    —¿Sobre protectores?

    —Un poco, y no los culpo —sonrió de medio lado—. Len no pudo venir, tuvo que quedarse arreglando algunas cosas con la fiesta, pero te agradezco de verdad que hayas venido por mí.

    —Seguro.

    Kaito tenía un auto, era un auto de no muy buena calidad, pero servía. Eso era lo importante ¿no?

    Recorrieron la autopista con normalidad, las calles no estaban llenas, y en ese entonces, llegaron a su destino.


    ¡Era un caserío! No una mansión, pero se notaba desde lejos que los dueños eran adinerados.

    Tras entrar en dicho lugar la chica buscó al rubio por todos lados, no lo encontraba y ya empezaba a preocuparse. Se sentía aislada, tal vez solitaria... no le gustaba esa emoción.

    —Hola, ¿te conozco? —una voz muy grave le estaba hablando.

    —Hola —pronunció con dificultad—. Estoy buscando a Len.

    —Ah, conque buscas a mi querido primito, él está en el Penthouse, en la parte de arriba.

    —Muchas gracias —susurró.

    Sintió como si algo la atrapara, la habían agarrado del brazo, evitando que se fuera.

    —Me gustaría saber el nombre de éste encanto de chica.

    —Rin.

    —Es un hermoso nombre, como la chica que lo lleva —tomó su mano y le dio un suave y sutil beso—. Ya sabrás, son Rinto Kagamine, el dueño de la fiesta.

    —Sí, eso ya lo sabía.

    La chica apartó su mano y se dirigió de inmediato a buscar a al rubio.

    —¡Estoy soltero, no lo olvides, encanto! —gritó el chico a lo lejos.

    "Pfff, menuda plaga. Y al parecer está desesperado"

    Cuando encontró a Len éste se encontraba apoyado a la baranda, mirando el cielo nocturno mientras el viento soplaba. Como sintió curiosidad, se quedó observándolo durante un rato, sin que él se diera cuenta.

    —Hola, enana —saludó sin si quiera voltearse.

    —Creí que no te habías percatado de mi presencia.

    —Imposible, ya que eres demasiado escandalosa.

    La rubia en su enojo, hizo un puchero y se acercó al chico.

    —Idiota... ya veo por qué las chicas jamás se te acercan, eres un patán.

    —¿Patán, de veras? Bueno, eso es nuevo. Y... ¿cómo te has dado de que las chicas no se me acercan, es que acaso has estado vigilándome?

    Rin dudó por unos segundos, negó con la cabeza y carraspeó.

    —¡No! ¿Cómo crees? Eso sería muy raro... —comentó—. Sólo he notado que eres un poco solitario... Eso me entristece un poco.

    —¿Por qué?

    —Jamás pensé que una persona con tantas cualidades llegase a ser tan solitaria, y tan triste.

    —¿Triste?

    —Triste porque, en vez de estar bailando, o disfrutando, te quedas aquí, tú solo. Porque prefieres el silencio y la soledad a estar rodeado por personas.

    Len suspiró.

    —¿Cómo puedes tener tanta razón?

    —A veces veo dentro de los ojos de los demás.

    La chica se acercó más a él y lo observó directamente a los ojos, eran tan azules como el mismísimo cielo.

    "¿Por qué sus pupilas están dilatadas?"

    —Rin... —apartó la vista—. De alguna manera, tú, me haces muy feliz.

    —¿Qué?

    —Debo irme —salió corriendo y se perdió entre la multitud.

    La rubia intentó buscarlo, pero no lo logró. Parecía ser que el talento de ese chico era esconderse.

    Desde siempre había sido así, Len Kagamine, el chico misterioso y solitario, que siempre la había estado observando.
    Con tan sólo ver su sonrisa, se llenaba de dolor, pues sentía que nunca podría hablarle, que nunca podría conocer en persona a esa chica cuya sonrisa alegraba sus días.

    Continuará~


    Wiiii, quedan pocos capítulos (? debería hacer mínimo como 6, ¡espero terminarlo! agradezco a los/las que leen éste pequeño fic ;///; mil gracias
     
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  6.  
    Poemy

    Poemy Guest

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    Juvenile
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    Fantasmas
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    1048
    Durante los siguientes días la chica buscó a Len por todo el instituto. ¿Por qué de pronto sentía como si él la ignorara?

    Era un sentimiento agrio, amargo, rancio... lo detestaba.

    Quería odiarlo, quería odiar a ese chico por haberle causado impresión, por haberle tomado ese interés que ahora tenía por él, porque sus pláticas eran diferentes, eran a lo que ella podía llamar, "divertidas" no un simple "Hola" o un estúpido coqueteo, o una ridícula conversación que sólo tratase de un tema patoso.

    Él era diferente. Una mezcla de chico inmaduro e inteligente, infantil, pero serio. Solitario, pero amigable.

    ¿Qué clase de bicho era él?

    Ella no podía entender por qué de repente parecía que él no le prestaba atención. Era como si la esquivara, puesto a que cada vez que se acercaba a él, lograba divisar como el chico se alejaba caminando rápido.

    Se obstinó y tomó una decisión: le tomó desprevenido.

    El chico estaba recostado en el viejo roble del patio trasero, Rin se acercó al viejo sauce por detrás y le dio un fuerte susto al chico.

    —¿Qué intentabas hacer? —comentó él, poniendo su mano en su pecho, tratando de controlar su respiración debido al susto.

    —¡No, acá la pregunta es...! ¿Por qué te alejas de... mí? —juntó sus manos al formular esa pregunta.

    El chico se quedó helado en aquel momento.

    —Rin, es mejor que no preguntes... es por tu propio bien.

    Él esbozó una sonrisa, pero esa sonrisa no era más que mentira. Tras esa acción se escondía su dolor, sus pensamientos, y sus impulsos en vano.

    —¡Oh, vamos! —dijo ella—. ¿Es en serio? ¡¿El primer chico a quien le tomo confianza me hace esto?! —se había exaltado por completo.

    Len tragó saliva y continuó mirando al suelo.

    —Eres una persona insípida. Realmente no eres de mi agrado... ¿Quién querría a una chillona como amiga?

    ¿Qué debía pensar ella?

    ¿Tal comentario era común por parte de su actitud, o realmente lo decía en serio?

    —Uh, ¿en serio? ¿Crees que voy a caer en ese truquito? —se cruzó de brazos.

    —Me cautiva tu ingenuidad —continuó—. Pero si estuviese bromeando, no estaría tan serio ahora. E incluso aclararía mis expresiones y mis comentarios para que una persona como tú no se sintiese mal, pero no es así.

    —No te entiendo —dijo Rin muy confundida.

    El chico suspiró.

    —Sólo, vete.

    Sin protestar, ella se alejó caminando, preguntándose si había hecho algo mal... Un momento. ¡¿Qué estaba pensando?! ¡Estaba claro que él sólo era un idiota! Eso ya quedaba mas que claro, que sólo actuaba, que él solamente buscaba "conquistarla"

    Se sintió estúpida, pero furiosa.

    —Bien hecho, primito —una voz grave le habló al rubio—. Ahora sí que tendré más oportunidad con ella.

    —Tonto... —musitó con un tono de voz decaído.

    —Felicidades, ahora no le contaré a Rin lo que hacías todas las tardes. Mira que ir a espiarla a su casa es algo muy depravado, primito. ¿No te avergüenzas de ser un ser tan repugnante?

    —...

    Y así se sentía él. El chico pensaba que era un mocoso insignificante, él no se valoraba, por mas que tratase de quererse, no lo lograba. Lo único que veía en aquel espejo todas las noches era a un fenómeno.

    Len sabía que Rin no era para él, sentía que ella nunca le llegaría a querer.

    —Adiós, estúpido —le lanzó un sobre en la cara.

    Tras observar alejarse a su familiar, decidió abrir el sobre y lo abrió, curiosamente sólo había un trozo de papel enrollado, así que lo desenrolló y leyó las pequeñas letras escritas con tinta azul.

    "Te he mentido"

    Esa fue una grata sorpresa para Len, quien se dirigió de inmediato a buscar a Rinto.

    Recorrió los pasillos, pero no estaba en ningún lugar, ni en el gimnasio, o el patio. El comedor, los baños... no había señal de él.

    —Si le cuenta las cosas que he hecho a Rin, yo...

    Tenía dos opciones, encontrar a la chica rubia, o a su primo.

    Tras una ardua búsqueda sin rastros ni evidencias que le ayudaran, decidió rendirse. Se marchó a su casa con el peor sentimiento que nacía en su corazón.

    ¡Y qué linda sorpresa se había encontrado!

    Era el popular Rinto, tratando de robarle un beso a su querida Rin Kagene.
    Ésta vez, Len no se quedaría de brazos cruzados, pero tampoco recurriría a la violencia.

    Alejó a Rin de Rinto, simplemente, preguntándose qué ocurría.

    La chica se escudó detrás de Len.

    —Rin, ¿qué haces aquí?

    —Él me dijo que querías hablar conmigo, y sin dudas a lugar vine —lo miró nerviosa.

    Rinto se encogió de hombros.

    —Querida Rin, ¿te gustaría escuchar una historia sobre mi querido primo?

    Len se alarmó.

    —Rinto... no hagas esto.

    —¿Qué es? —cuestionó la chica.

    —Nada mas y nada menos demuestra el verdadero chico que es Len Kagamine, un pervertido total. ¿Sabías que mientras tu andabas tranquilamente por tu casa, él te vigilaba?

    —¿Qué? —dijo algo espantada—. Len... eso es cierto.

    El chico miró a los lados teniendo los nervios de punta, pero lo mejor era confesar todo.

    —Sí, sí lo hice. ¿Vale? Pero ¿Sabes por qué? ¡Por que la mayoría de la gente piensa que soy un monstruo, porque desde el primer día en que te vi, yo...! Me enamoré de ti. ¿Y eso es tan malo? ¿Es tan malo observar algo que sabes que nunca obtendrás? Que nunca podrás ser feliz con la persona soñada, con la única persona que te hablaba, y no te miraba mal, y te sentías bien con esa persona. Con ese alguien que te hace sentir ganas de vivir, de seguir de pie.

    —Len... —susurró la chica.

    —No hay problema, Rin. Yo, desde ahora. No volveré a acercarme a ti —sonrió de medio lado mirando al suelo.

    ¿Por qué de pronto él... estaba llorando?

    Salió de dicha escena, Rin no lo siguió.

    Y en ese entonces ella se cuestionó de si debió hacerlo o no.

    El sentirse insignificante era un sentimiento monótono en la vida del chico. Él jamás había oído palabras dulces como un "Te quiero" o "Estoy orgulloso de ti"
    O un "Eres importante"

    Claro que su vida no dependía de ello, pero simplemente quería sentirse útil, o sentir que al menos su existencia tenía sentido.

    Él quería aprender... a amar.



    Continuará~ Chan-chan (?)
     
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